Sede de los Taumaturgos (Archivo II)

El edificio que iban a visitar no era menos impresionante que los otros dos. Nasher se había quedado con las ganas de saber más dle burdel y de ver el catálogo que tanto le habían mencionado, pero en cuanto se habló de ir a la Sede de los Taumaturgos le faltó tiempo para ponerse en camino.

Una chica de piel negra salpicada de estrellas y un par de imponentes alas rojas les abrió la puerta, asomándose bajo ella otro de esos bichitos peludos que tenían en Serpentaria.

-¡MiniLieeeef!- exclamó Nasher al ver al gatito, que luego descubrió que era una gatita, tratando de atraparlo. Lo consigió por los pelos, y empezó a frotarse la cara contra su suave pelaje.- Me gustan estos bichos- dijo pasando al interior.

Nada más entrar giró sobre sí mismo mirando en todas direcciones. Le gustaba el aspecto dle sitio, definitivamente era acogedor. Dejó a la gata en el suelo y se acercó a la gran chimenea de la sala común, rodeándola. Deslizó los ojos por los tapices de las paredes, y en un impulso se pegó a uno de ellos y se camufló.

-Por cierto, soy Nasher- se presentó a la chica desconocida. Aunque tenía la sensación de haberla visto antes...

Nia

La niña dejó escapar un discreto "oooh" a la vez que el italiano le explicaba el concepto terricola. Nunca habia oido nada parecido, pero si sabia que durante la pubertad se sufrian muchos cambios y entendio que ese era uno de ellos. Tras su explicación, el regente del burdel dijo que deberian bajar, con una broma que hizo que Nia se sonrojara de vuelta al grupo. No dijo nada en todo el camino hacia la sede, pero se alegró de dejar las pinturas del burdel atrás. Todavia recordaba con verguenza como habia confundido el nombre todos estos años, cosa que solo hizo que estuviera aún más callada. Miró a los del grupo, marchando alegremente por las calles y clavó los ojos en el suelo, ensimismandose y, antes de que se diese cuenta, ya estaban en la sede.

Toima y Tania

El ulterano habia avistado al grupo acercandose a la torre. Se dio cuenta del pelo rubio de la náyade enseguida, asi que por una parte se alegro de que la hubieran encontrado, pero no lo exteriorizó. Habian hecho de la terraza su punto habitual y, aparte de entrenimiento, habia multitud de papeles y libros (y algún que otro cojín). Tania daba estocadas al aire con un espada alargada. Toima le habia estado enseñando a defenderse y, aunque pudiera no ser el mejor profesor del mundo, la nublina habia ido captando las bases poco a poco. Bajó cuando todo el grupo hubo entrado, seguido por la nublina. Su ropa y cara estaban llenas de ceniza y Toima apestaba a pólvora. Tania por su parte, iba bien aseada, con el pelo recogido en un moño, una blusa y pantalones cortos. El chico saludó a los presentes con un ligero movimiento de cabeza, enterrando sus manos en los bolsillos del pantalón y la chica con una sonrisa y palabras amables.
-Muy bien... Noel.-dijo al fin, evitando decir "señor".-Bienvenidos a la Sede, entonces.-
Las noticias de que Gael habia perdido cierta apuesta y que tendria que hacer el ridículo en la taberna dentro de dos días hicieron que una amplia sonrisa apareciera en el rostro del ulterano.
-Eso no me lo pierdo...-dijo, divertido, pues el estar en la taberna además podria garantizarle un trago o dos, cosa que le hizo estar expectante. Jugueteaba distraido con un papel usado y reusado en el bolsillo. Poco podia importar las palabras y firmas que ahí habia ya se lo sabia de memoria, y si iba a ir mucha gente a la taberna, sabia que podria aprovechar para anunciarles eso. Algo le sacó de sus pensamientos, no lo habia mencionado antes, pero Nia habia estado demasiado callada y apartada. Era raro en ella, pero no traia el mismo ambiente feliz como siempre, a diferencia de los demás. Fruncio el ceño. No supo si preguntar o no al respecto.

Ha venido bastante gente, tanto de los nuevos como de los viejos. El primero en hablar es Gael.

-Otra vez andabas desaparecida, Nia. Me alegro que des señales de vida, al menos, que te vas siempre sin avisar. -Entonces prosigo mirando a los los nuevos-. Pasen, pasen y vean la Sede de los Taumaturgos.

Cuando pasan todos dentro del torreón, me fijo en la reacción de Nasher al ver a la pequeña Purr. La agarra emocionado y la acaricia con su rostro, ante lo que la gatita responde alterada con unos manotazos en la cara del asreniano. Cuando la deja en el suelo, ella se aleja para caer esta vez en las zarpas de Noel, quien la acaricia más suavemente. Aunque desconfía del desconocido, se deja tocar.

-Así que todos esos arañazos vienen de tu pequeño diablillo nórdico, ¿eh? -digo después de escucharle-. Puedes quedarte si quieres, Nasher. Tenemos espacio de sobra para ti y otros cincuenta como tu.

Sin que se acabe de pronunciar el asreniano, tanto Gael como el draco mencionan las apuestas que hicimos sobre la tercera cosecha. Ha perdido el fuego fatuo, ¿pero qué hubiera pasado si yo hubiera votado también por las muertes? Conociendo mi intuición casi nula, lo más seguro es que hubiera sido yo la perdedora. Ahora, si hubiera sabido antes que no les iba a importar tratar un tema como el de las muertes, hubiera votado. Sin riesgo, la apuesta no es tan emocionante.

-Eso no me lo voy a perder por nada del mundo. Me muero por saber qué clase de espectáculo puedes ofrecernos, pequeña antorcha -le digo con una sonrisa burlesca en la cara. Purr ha decidido acercarse a Tania al verla llegar, parece que le ha cogido bastante cariño.

Nasher se despegó del tapiz donde había estado escondido y se dejó caer en un sillón de cuero, observándoles a todos. A pesar de las insistencias de Nia y de las curiosidades de Serpentaria, la magia no era lo suyo. Apenas sabía un par de hechizos mal hechos, y aunque tenía intención de aprender bastantes más, no se veía pasando largar horas estudiando magia; se volvería loco.

-Creo que... me quedaré aquí, si no os importa- dijo con cierto tono pensativo- Aprendí a leer hace bien poco así que puede decir que no soy precisamente del tipo estudioso, necesito moverme... Además, este sitio me parece mucho más cálido

Quería añadir que no pensaba dejar la magia de lado, pero que necesitaría bastante ayuda, pero prefirió esperar a coger un poco más de confianza con esa gente. La criba le había vuelto más cauto, y no pediría nada a ninguno de ellos hasta asegurarse de que no son psicópatas asesinos que encierran a gente en baúles.

Dos nuevas criaturas llegaron, chico y chica, supuso Nasher, aunque el de los muchos ojos bien podría pasar por una chica en asrena. Nasher decidió que no sería buena idea decírselo, pues a la mayoría de la gente de por allí parecía insultarles que les confundiesen con el otro sexo. Y el lagartijo no entendía por qué. << Esta gente es muy rara>>

-Gracias-le respondió a la chica que les había dado la bienvenida, dedicándole una gran sonrisa.- Hmm ¿alquien me enseña este sitio? No se muy bien como funciona ¿puedo dormir en cualquier parte o va por habitaciones como Serpentaria?- preguntó, y mientras lo hacía miraba a Toima fijamente, decidiendo que le gustaba la idea de tener ojos por todo el cuerpo. Luego haría él la prueba.

Tania

El ulterano se subio con un ligero chasquido de lengua. Una vez que todos sus conocidos se habian ido, poco interés le quedaba para el resto de los chicos. Tania, viendo que nadie se ofrecia para ayudarles, dio un paso adelante, con las manos en la cadera, llena de confianza y una gran sonrisa.
-Supongo que me toca a mi enseñaros este lugar. Seguidme.-dijo conduciendoles através de la primera planta, describiendo las caracteristicas generales del edificio, al igual que contestando a la duda del chico, les mostró las habitaciones, las salas de entrenamiento, el patio, la terraza (en la que un perezoso argos miraba por lo que parecia un catalejo). Les enseñó la cocina y tambien el salón de estar, contando algo de la historia del torreón y sus anteriores ocupantes, antes de que los nuevos transformados lo ocupasen.
-Y eso es todo lo que se y conozco de este sitio...-dijo haciendo rodar los ojos.-¡Espero que os sintais como en casa aquí!-terminó, alegre.

Nasher siguió a la chica que se ofreció amablemente a enseñarle el edificio. Le gustaron las salas de entrenamiento sobretodo, y en cuanto hubo visto todas las plantas elijió una habitación. Era luminosa y sencilla, con poco mobiliario, y para hacerla suya tan solo se tiró en plancha en la cama y se frotó con las sábanas para dejar su olor, pues no tenía ninguna pertenencia. Al saltar de la cama y dar un par de pasos hacia la puerta, se abrazó a Tania y probó sus feromonas a ver si funcionaban.

-Gracias por todo, espero que nos llevemos bien y estoy seguro de que aprenderé mucho de vosotros.- dijo alegremente.

Dejó a la chica allí en la puerta y se metió en una de las salas de entrenamiento. Había cogido varios libros por el camino con hechizos de combate y se puso a leerlos mientras hacía estiramientos, hasta que acabó por dejar los estiramientos y centrar toda su atención en el libro, pues al parecer el esfuerzo que necesitaba para leer no podía emplearlo en otra cosa. Intentó algunos sin mucho éxito, fallando la mayor parte de las veces por errores de comprensión.

-Jooooo soy deficiente...

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No tuvieron ningún problema por el camino, la ciudad estaba bastante tranquila, al menos por esa zona. La Sede estaba en completo silencio cuando entró, con Giz sobre su espalda, por lo que Nasher supuso que estarían todos de fiesta. << No debe vivir mucha gente aquí...>> Subió a su habitación sin encender más luz que la que desprendían sus escamas y echó a Giz sobre la cama. Tenía la ropa sucia de... en realidad no quería saber de qué tenía la ropa sucia, así que se quitó los pantalones y los echó a un lado. Hizo lo propio con la de Giz, ya le prestaría algo al día siguiente. Lo metió en la cama, lo arropó, acostándose luego a su lado.

No tenía demasiado sueño, pero tampoco quería leer, así que estuvo dibujando sobre su propia piel un buen rato y cuando se hartó, su mirada se desvió hacia Giz. Era increíble el sueño tan pesado que tenía, y pensar en ello le arrancó una sonrisa maligna al kitade. Se escurrió entre las sábanas, quedando encima de él y se dedicó a dejarle marcas en el cuello con la maestría de un experto. No era facil marcar la piel de un asreniano a chupetones, pero cuando vivía en Asrena Nasher solía fastidiar a sus amigos así. Giz era tímido para un asreniano, y quería ver su reacción cuando despertase (aunque era increíble que no lo hubiese hecho ya), pero tampoco quería aprovecharse de él. Terminó dándole un suave beso de buenas noches y se acurrucó a su lado y se durmió, soñando con las cosas que no podía hacer por ser un tío decente... O eso era lo que él pensaba.

Me lo he pasado muy bien en la Casa Gamides. Aún a pesar de que no teníamos ni idea de cómo salir de allí, fuimos recorriendo todo tipo de habitaciones sin rumbo fijo y entreteniéndonos con todo, como cuando encontramos el piano y nos pusimos a tocar y cantar de nuevo la canción de la taberna. No me sé demasiado, pero pude seguirles más o menos e incluso improvisar un breve baile que creo que no conservaba para nada el ritmo de la música, pero es que de hecho no había ritmo ninguno en los sonidos que se desprendían del instrumento de cuerda. Después de la actuación, con la salida a la vista, nos comenzamos a disgregar aunque un buen grupo se dirige hacia la Sede conmigo. Por la calle, íbamos cantando a grito pelado distintas canciones que se nos pasan por la cabeza de forma aleatoria.

Definitivamente llego a la Sede y me despido de mis compañeros que no viven aquí. Entro en mi habitación y en lo primero en que me fijo es en la gata haciendo ronda nocturna. "Aún despierta, ¿eh?", le susurro mientras me dirijo a la cama. Tal cual llego, me acuesto del tirón. Me quito la ropa usando la runa. "Buenas noches, bonita", digo a la gata que se ha subido en la cama. Casi no me da más tiempo a p...


Despierto. El día empieza a ser demasiado claro para pensar siquiera en dormir. No es que me encuentre precisamente bien. Por suerte, no llegué a beber demasiado. Demasiada luz, la gata ha salido, no se le oye. Mi cabeza duele y las ideas se acumulan en ella deprisa, demasiado. Si yo estoy así, ¿cómo andarán los que bebieron más? Supongo que debo levantarme. Me iría bien beber algo y de paso darme un baño.

Consigo levantarme. Me cuesta, pero yo pensaba que sería peor, eso me anima. Me dirijo directa hacia la cocina y allí bebo agua. Tengo la boca pastosa y me cuesta pensar, concentrarme. Se me pasará a lo largo del día, supongo. Por ahora, me concentraré en lo que buenamente pueda. Invoco mi ropa con la runa. Si se me olvida hasta esto muy mal estoy.

No supo exactamente qué, pero algo hizo que Giz se sobresaltara sobre la cama y despertara de golpe. Le dolía todo el cuerpo, pero sobretodo la cabeza, que le cantaba las cuarenta por lo que hizo a noche: beber de lo que no debía. Fuera donde fuera que estuviese, cosa que no sabría decir a ciencia cierta, estaba rodeando algo que respiraba apaciblemente. << ¡¿Nasher?! >>. Se incorporó de un salto, llevándose una mano a la frente, y miró a su alrededor con gesto preocupado.

Giz hizo memoria y a pesar de que el simple hecho de recordar le producía jaqueca, pudo acordarse de todo (aparentemente). Lo último que se le venía a la memoria era él mismo tumbado en el suelo, viendo estrellas diminutas sobre la piel de Nasher hasta caer dormido. << ¿Me ha traído aquí? ¿Cuándo... ? >> alzó las sábanas y se vio desnudo, hasta ahí bien. Luego vio las marcas que salpicaban su cuello y comenzó a respirar más y más agitadamente. No recordaba nada de eso. << No, no, no, no... >> Mientras trataba de encontrar conexión a esto y lo que recordaba, sin mucho éxito, alzó de nuevo las mantas y escudriñó el cuerpo de Nasher. << Yo no... Él dijo... >> intentó respirar hondo y tranquilizarse << Pero Nasher no se aprovecharía de ti >> se decía a sí mismo.

Rebuscó por el resto de su cuerpo, buscando alguna prueba más, e incluso se llevó inconscientemente las manos al trasero, pero lo único que consiguió fue bloquearse más si cabe. Se sentó sobre la cama con las piernas cruzadas y por el hueco que quedó entre ambas, apoyó las manos sobre el colchón. Se quedó quieto ahí, callado, con la mirada perdida en el vayven del pecho del kitade al respirar y trató de no pensar. Bastante le dolía ya la cabeza de la resaca, o del miedo o no de lo que pudiera haber ocurrido. Ni Giz sabría decir exactamente de qué.

<< ¿Y ahora qué? ¿Lo despierto y le pregunto? ¿Espero hasta que se levante? ¿Lo dejo durmiendo y huyo por patas? ¿Podría quedarme con la duda? ¿Y si de verdad... ? >> y pensando en lo que podría hacer, acabó no haciendo nada salvo dejar pasar el tiempo y comerse el coco de forma ininterrumpida.

Nasher notó movimiento en su cama y este lo sacó de la inconsciencia. Había dormido como un tronco, sin más sueños que las escenas que había imaginado antes de acer rendido. Tan solo habçia bebido un par de cervezas, con un buen espacio de tiempo entre una y otra, por lo que a diferencia de Giz su cabeza estaba completamente despejada y sabía exactamente dónde estaba... y con quien. Abrió un ojo de forma casi imperceptible para espiar al mirie kitade, que ya empezaba a ponerse histérico. Sus comprobaciones le divertían pero no quería delatarse aún, por lo que tuvo que aguantarse la risa como buenamente pudo... Cosa que se volvía cada vez mas complicada.

Finalmente decidió despertar totalmente para no alargar más la agonía de su amigo. Se estiró arqueando la espalda y echando la cabeza hacia atrás y miró a Giz con una gran sonrisa y los ojos brillantes por la risa que todavía contenía tras ellos.

-Buenos días Giz, ¿has dormido bien?- preguntó con el tono más inocente que pudo conseguir, dada la situación.- Anoche caiste como una piedra, no te podía dejar en el suelo. Pero no te preocupes, tus amigos saben que estan aquí... Y tendrán que pagar un rescate si quieren que vuelvas.

Su sonrisa dulce tomo un leve toque de... sadismo. Quería ver la cara que ponía Giz, adoraba las caras que ponía, era tan divertido. Aunque bien pensado no quería pasarse así que acabó estallando en una bien ansiada carcajada para dar a entender que era solo una broma, no fuera que al chico le diese por atacarle o algo.

-¡Oye!-la cara de Giz era un poema, primero de horror, luego de indignación y finalmente algo absurdamente caricaturesco. Dirigió una mirada de reojo a Nasher-. ¡Que yo no necesito que me rescaten!-dijo fingiéndose ofendido hasta que trató de levantarse y las piernas le fallaron, haciéndole caer de nuevo sobre su asiento en la cama-. O sí, no sé, pero es por la resaca, te lo prometo-y acabó riendo él también. Lo bueno de beber mucho, era que luego podías echar luego a la borrachera o a la resaca la culpa de todo. Sin embargo, por culpa de eso mismo, todavía no sabía qué había pasado exactamente-. Pero... ¿Yo... tú... hicimos algo raro anoche?-se señaló las marcas del cuello, para explicarse más rápidamente que de manera verbal, visto que le seguía costando a ratos. Tras analizarlo, Giz no sabría decidir qué respuesta prefería escuchar. Pero eso sí que no iba a expresarlo en voz alta. Tampoco es que pudiera, realmente.

Volvió a levantarse de la cama, esta vez de forma menos brusca, y buscó el poncho para vestirse y aprovechar para alejar el pensamiento de su cabeza. Le gustaba manejar lo que pensaba y no que sucediera al revés. Se sentía más cómodo con ideas más asequiblemente manejables que sus propios sentimientos, tan abstractos estos que no sabía tratarlos del todo.

-Quiero decir, que sé que tú no, pero...Bueno, da igual-decidió llevar la iniciativa para cambiar de tema, quizá de manera torpe, y continuó hablando de manera atropellada-. ¿Qué te parece si vamos a casa de los rescatadores? No sé si saben dónde estoy y lo mismo están preocupados y tengo que darle comida a la cabra y a los gatos y...-paró de golpe, pues su lengua había ido tan rápido que había continuado hablando incluso cuando ya no quedaban argumentos que añadir.

Toima y Tania

El ulterano se zarandeaba de un lado a otro, mareado y andando en eses, apoyado en la fiel nublina que no hacia otra cosa que refunfuñarle, pero aquello, como siempre, era ignorado por el albino, pues solo tenia una idea en mente: Irse a dormir. Se tumbó sobre la cama y se desnudó torpemente, cosa que hizo que la nublina saliese como una centella de la habitación, hecha un tomate. El ulterano se quedó extrañado con su reacción pero le restó importancia y se fue a dormir.
Media hora despues la nublina entró en la habitación, con su camisón puesto. Al lado de la cama del ulterano, en el cual dormia sonoramente, habia una cama más pequeña, ideal para ella con una mesita de noche con una pequeña estanteria. Se tumbó en la cama y contempló al ulterano roncar sonoramente, espanzurrado entre las sábanas. Una pequeña sonrisa se atisbó en la comisura de sus labios para coger un libro antes de dormir.

Mañana.

La nublina se levantó la primera cuando el sol asomaba ya por la ventana. El ulterano se retorcia en la cama y gruñia mientras ponia una cara de molestia extrema: Estaba sudando. La chica fue y cerró las ventanas para que no deslumbraran al albino y bajó a desayunar, tras vestirse en el baño.

El ulterano se incorporó cual momia, una mueca de dolor acompañada de la mano en la sien , indicaban que estaba pasando por una resaca muy fuerte. Gruñó algo con una voz grutural, demasiado alto, cosa que le hizo más daño incluso.

-Me cago en mi puta calavera llena de alcohol... No vuelvo a beber.... Jamás.... En la vida... Lo prometo...-se fue mintiendo a si mismo mientras se asomaba al borde de la cama y plantaba los pies desnudos en el frio suelo. El contacto repentino le hizo estremecerse, pero parecio acostumbrarse pronto a la sensación pues rascandose el estómago comenzó a hacer sus estiramientos matutinos, sin vestirse mientras gruñia ocasionalmente cuando el dolor era más agudo.- Joder... Asi no se puede...-comentó, quejandose.

Nasher se incorporó de un salto para ayudar a Giz cuando vio que perdía el equilibrio. Tomó nota mental sobre lo de dejar que bebiese tanto la próxima vez que se fuesen de fiesta, aunque no tenía muy claro si era por la cantidad o porque sencillamente al mirie kitade no le sentaba bien, como a él no le sentaba bien el dulce.

-Tranquilo amigo, no hicimos nada, lo de violarte era una broma- le tranquilizó, dando el juego por terminado- No tiene gracia si no estás despierto pero eh...- eligió sus palabras con cuidado, tenía algo de miedo de que el chico se hubiese enfadado con él, y no quería cagarla aún más- Si quieres podemos quedar otra vez, pero para la próxima bebes solo zumitos, no quiero tener que llevarte a cuestas de nuevo

<< Aunque estabas adorable así dormido...>> pensó. El nerviosismo de Giz y su pobre intento de cambiar de tema le arrancaron unas risas que Nasher intentó contener, por no incomodarle más. Meditó la proposición y aceptó asintiendo con la cabeza, le habían caído bien esos chicos, además quería volver a ver a Matt y a Tsu, que se habían mudado a Serpentaria << A ver como están ellos con la resaca>>

-Ya te dije que avisé a tus compañeros, no te preocupes, saben que estás conmigo...- le dijo mientras se ponía unos vaqueros anchos y rotos, largos hasta los pies. Se colocó un colgante de cuentas de madera y sus dagas curvas al cinto y se dirigió a la puerta- Vístete, hombre, ¿o piensas ir desnudo por la calle? Que conste que a mi no me importa- rió

-Zumos... Vale, zumos-Giz, bueno, en realidad su cabeza y el malestar general que sentía ahora mismo, estaban de acuerdo con lo de beber fruta exprimida-. Me parece bien para la proxima vez que nos veamos-en realidad una parte del asreniano preferiría no beber si quiera, pero prefería no pensar en eso ahora mismo.

Giz sonrió cuando Nasher comentó lo de la ropa y se sonrojó casi sin saber muy bien por qué, no era algo que le ocurriera a menudo. De hecho, a él tampoco le daba ningún tipo de reparo ir desnudo. La razón por la que se acababa de poner el poncho y por la que lo hacía siempre era el cariño que le tenía a esa prenda. En parte se sentía más seguro llevándola puesta.

Extendió la gola para evitar llevarse algún susto con los hechizos que pudiera haber y siguió a Nasher.

Sigue en la Torre Serpentaria.

PD: Sorry por el cutrepost y tal ,_,

Nasher tomaba el sol en uno de los salientes de la fachada de la Sede, mirando distraido como pasaban las nubes. No le hacía especial gracia subir a la azotea por no encontrarse al gigantón, aunque no era al único al que evitaba. Habían pasado algunos días desde su visita al desierto, y todavía estaba algo desanimado por ello. No solo se había sentido... desplazado del que había sido su medio desde el día en que nació, desencantado por el paisaje que había bebido toda su vida, sino que también les habían atacado... y él no había podido hacer nada. << Eres un manco Nasher, no has podido con un monstruo en tu propio terreno>> De hecho ni siquiera lo había intentado. Nada más sentir al gusano, verlo, y ver también cómo sus compañeros reaccionaban uno detrás de otro se había quedado bloqueado por completo. Tan solo se había mantenido al margen, protegiéndose como podía de la bestia, y había corrido a la hora de la huída. Nada más. Había tenido tanta vergüenza que no se había atrevido a pasar de nuevo por Serpentaria y había tenido que ser Giz el que se pasase a saludar. Nasher de verdad agradecía el gesto y avivaba su encaprichamiento con su compañero lagartijo. Habían quedado varias veces para hablar y parecía que la cosa iba bien, tanto que Nasher tenía algo muy especial planeado.

Se puso en pie en el saliente, se estiró y entró pro la misma ventana por la que había salido. Fue a ponerse algo de ropa, pues había estado tomando el sol desnudo (había cogido la costumbre y todavía nadie se había quejado) y a asearse un poco. Como toda su vida, ducharse se duchaba más bien poco, tan solo cuando caía en barro, se llenaba de sangre o tenía alguna herida que quería desinfectar, pero el día anterior había ido al mercado y se había comprado un cepillo de dientes. Nunca se había cuidado mucho los dientes, salvo mordiendo cosas como habían todos los crios de su edad para evitar el sarro y mantenerlos afilados, pero ahora pensaba hacerlo todos los dias como le había indicado el tio del mercado. Eran unas cerdas suaves en un palo de madera, no tenía más misterio, pero era un invento curioso. Después de lavarse los dientes bajó a la sala de entrenamiento a buscar a alguien con quien echar una pelea rápida antes de salir a enseñarle a Giz su ultima adquisición.

Llego al torreón junto a los demás y una vez dentro me acerco a Toima, con el semblante serio y de brazos cruzados. Cansado, sería la descripción correcta. El maldito hechizo de protección diurna se come mis energías... Y las necesito para la incursión y para Norou. Ya pensaré algo...

-Hey, Toima. Lo que dije en la Bahía era por la incursión que nos contaste. Varias cosas: una, que me apunto, intentaré ir de día si vais de día; dos, que si Norou acepta venir, es una máquina de guerra física y tengo pensado reforzarle con hechizos. Y tres, que si necesitas algo de equipo o tienes ya algo pensado en plan estrategia o lo que sea, aquí me tienes, que hoy me quedo hasta la noche. Para preservar energías, vaya. Cuando digas, estaré listo.

Y luego me dejo caer en un sofá, deseando que no tenga cada sofá su propio dueño. Petaca en mano empiezo a asimilar lo de que los otros dos sean hermanos, pensando en lo curioso y casi debatiendo conmigo mismo, en plan << ¿destino o casualidad? Chorradas al final >> Pero eso sí, darle vueltas al asunto me recuerda a la Tierra y a que tengo ganas de volver, aunque no me acerque a donde solía vivir. No, de ningún modo. Si voy es para ver mundo, de turismo! Y tengo que volver a Libo y a Sinhdro... ¡Ariv! Esta noche tengo que ir a Maciel y Letargo, vaya que sí. Y al rostro cansado se le suma una sonrisa.

Toima

El ulterano pasó adentro de la sede y fue a subir por las escaleras, precedido por la nublina. Ambos algo preocupados por como habian dejado a los chicos en la bahia, pero cada uno a su modo. Jack le paró en la escalera para explicarle lo que le habia dicho en la bahia. Se apuntaba tambien, otro más. Se sumio en sus pensamientos un rato antes de darse cuenta que el vampiro seguia hablando, sobre un tal "Norou" que se unia tambien. No le conocia, o al menos no le recordaba por el nombre.
-Está bien. Si te fias de él, yo me fio de él.-dijo, algo despistado. Quedó para empezar al siguiente dia, pero se le habia olvidado mencionarlo antes en los entrenamientos. Pues entonces seria una sorpresa para mañana, porque no queria aplazarlo más. Eran sus amigos, pero iban a estar bajo su mando, o al menos durante el entrenamiento, cosa que le hacia sentirse raro. El ulterano se pasó el resto del dia meditando en la terraza, disparando a aves de aspecto sospechoso y con la mirada perdida en el horizonte siempre.