Sede de los Taumaturgos (Archivo II)

Miro curioso a Pablo cuando dijo su edad, aunque en realidad la edad estando transformados importaba poco.

-En realidad no estaba empeñándome, solo daba una información general de mi mundo- añadió divertido, alzando una ceja cuando menciono lo de Jack. Bueno, si, el también lo había viso siendo un peligro en la fuente , aunque algo le decía que Pablo no se refería lo de la fuente exactamente, pero prefería no preguntar al respecto. Mas teniendo en cuenta que había visto con sus propios ojos el método de alimentarse que tenían los vampiros- Pues no lo se pero si vieras mi forma real, te parecía de todo menos apetitoso así que supongo con Jack pasaría lo mismo- añadió de forma burlona y mirándolo atentamente cuando menciono lo del burdel.

-Si vienes conmigo perfecto, aunque...en los burdeles se trabaja de noche y dudo que vayan a permitirme entrar en horario de trabajo sino llevo dinero. Por eso tenia pensado ir de día que es cuando no están trabajando -añadió DL, no había pensado en ello realmente solo ahora que Pablo menciono sobre lo de ir de noche fue que cayo en la cuenta de ese detalle- Pero puedes venir igual...digo, he visto a Jack moviéndose durante el día sin sufrir daños, así que tu también podrías hacerlo, solo tienes que descubrir como. No es plan de que te pases la eternidad actuando solo de noche, ¿no crees? -pregunto mirando al vampiro, extrañandole que no hubiese pensado en ello. Había terminado de decir aquello cuando se escucho la puerta y Pablo fue a abrir, mencionando algo sobre Tap. DL se asomo curioso viendo la pintada en la pared, intentando buscar al causante con la mirada, o mas concretamente el peluche donde iba habitualmente metido, pero nada.

-Es difícil echarle la bronca a alguien que no puedes ver, porque a saber si sigue por aquí o ya se largó- añadió viendo la tiza en el suelo, que le hacia sospechar que el repoblador invisible seguía por allí, dudaba que fuese a querer perder su única fuente de comunicación actual- ¿No te aburres de no poder hablar ni de que nadie te vea? Por que debe ser un coñazo- pregunto, le resultaba una transformación un poco rara, que incluso los fantasmas en la ciudad pudiesen hablar, ser escuchados o visibles y que Tap no, le resultaba un poco raro.

Mientras los gigantes todavía se asomaban al pasillo, Tap había entrado a la habitación atravesando la pared. Se había puesto cómodo en el interior de una silla que había tirada cerca de las marcas de fuego y observaba divertido cómo los gigantes hablaban con él en la dirección equivocada. El comentario de Pablo le hizo sonreír internamente, pues ya iba con esa idea sin la necesidad de que el gigante le diera vía libre, pero las palabras de DL no le gustaron tanto. No supo si aposta o no (probablemente fuera premeditado por su condición de gigante), pero el foner había metido el dedo en la llaga. Si bien le encantaba ser tan sigiloso, Tap ahora habría pagado por gritarle hasta dejarle sordo.

Con un cabreo incipiente, el repoblador saltó de la silla y volvió hasta su tiza con la intención de responderle a DL con un "Follacardos" en letras bien grandes y hermosas. Sin embargo, el enfado aumentó de tal manera que Tap no pudo escribir en la pared y lo único que apareció fue un borrón enorme de color rojo. Al final, acabó desistiendo y directamente le lanzó la tiza a la cara, con la esperanza de que le pillara con la boca abierta y se ahogara con ella. O de que se le metiera en un agujero de la nariz o algo.

Volvió a poseer la tiza para lanzársela a la cara y tras esa segunda vez, decidió saltar por el foner de prenda en prenda. Una vez llegó al cinturón, lo desabrochó y puso todas sus fuerzas en apretárselo tanto como le fuera posible. <<Estúpidos gigantes tocapelotas>> pensó mientras abandonaba frustrado el cinturón y comenzaba a desbaratarle los cuchillos arrojadizos, dejándolos caer al suelo. Tardaría unos segundos en calmarse de nuevo -ligeramente- y darse cuenta de que a lo mejor -y solo a lo mejor- había exagerado las intenciones de DL.

Yrio sonrió entusiasmado por la idea de por la idea de visitar su tierra natal, más por curiosidad que por echarla de menos. Lo que no sabía era cómo contactar con Jack. << Bueno, trabaja en el burdel, me puedo pasar algún día>>

-Yo llevo toda la vida saliendo solo de noche, hasta que llegué a esta ciudad. No veo qué tiene de malo, es como salir de día, pero más agradable.- respondió al comentario de DL

Tap llegó dando la nota para variar. Yrio juntó las manos formando un hueco, y pronunció unas palabras que sonaron a crepitar de llamas. Una llamita verde se formó en sus manos, y se escurrió entre sus dedos formando una serpiente que reptó por el pasillo hasta los pies de DL.

-Cuidado Tap, no te vaya a coger la serpiente. Espero que no le sigasteniendo miedo al fuego, porque entonces creo que nos vamos a seguir llevando mal.- dijo en tono de burla

Se despidió con un gesto vago de la mano, y dejó a los tres con la serpiente de llamas, volviendo a su habitación alegando como excusa que se le había enfriado la cena.

EL no hablar empezaba a volverse algo necesario a juzgar por lo mal que le iba a durante todo ese día. Apenas dijo aquello cuando sintió un tirón en su cinturón, sin venir a cuento y algo le dijo que debía ser el dichoso Tao vengándose por sus palabras. Lo maldijo entre dientes agradeciendo que este lo soltara pero teniendo ganas de hacer ensañada de Tap cuando vio como le soltaba los cuchillos del cinturón suspirando hondamente, aflojándose un poco el cinturón para no acabar muriéndose de la presión.

-Joder Tap no hay que ponerse así, solo era un comentario leches. Si tanto te molesta, escribe en un papel en vez de en las paredes para comunicarte, es mejor que nada- dijo adolorido aun por la presión del cinturón en su cintura, cogiendo los cuchillos del suelo. No sabia donde se encontraba el repoblador y para rematar su ya de por si día negro, Yrio decidió dar a mostrar un poco de su habilidad deslizando un reptil de fuego junto a sus piernas sobresaltándolo, alejándose rápidamente del fuego, saliendo del cuarto cas disparado para ellos, le daba últimamente cierto respeto, tal vez por su tranformacion básica parecía extremadamente frágil a este a pesar de estar ahora transformado no se fiaba. "Debo aprender pronto el hechizo ignifugo" pensó viendo salir a Yrio, girándose a ver a Pablo desde fuera del cuarto.

-Yo me voy también, a comer algo y a practicar un poco, intenta no explotar la Sede. Y sobre el regalo de Yrio, es tu cuarto, es tu deber encargarte de la serpiente- le pidió al vampiro antes de salir del cuarto para ir a la cocina por algo de comer, cogiendo un cubo de agua en el camino y dejandoselo a Pablo en la puerta del cuarto sin atreverse a entrar, luego fue a su cuarto para ponerse a practicar y aprender los hechizos que querían saberse, ya al día siguiente cuando descansase empezaría con los intentos de transformación en reptil y en sus compañeros. Tenia mucho por hacer.

Yrio no pensaba pasarse el día haciendo el vago. Después de una larga y reparadora siesta para recuperarse de la jornada de trabajo en los callejones, hizo su plan de entrenamiento sacando ideas de varios libros de piromancia y de artes marciales. Ya había practicado algunos ejercicios, sobretodo de respiración. No quería que volviese a repetirse el numerito de la primera noche de Luna, pues por culpa de eso había perdido sus armas preferidas en el foso de Rocavaragálago. Cogió sus pantalones de entrenamiento y otros materiales que necesitaba y salió del cuarto.

Solía entrenar en una de las salas más pequeñas, que no solía usar nadie, pues alí solían preferir entrenar con compañeros. Por desgracia para Yrio sus compañeros le tenían miedo al fuego. En ese momento estaba sentado en el suelo con las piernas cruzadas y los ojos entrecerrados. Frente a él había un semicírculo de velas encendidas, cuyas llamas subían y bajaban al ritmo de su respiración. La primera vez que probó ese ejercicio pensó que sería fácil, pero se equivocó. Controlar las llamas de forma tan sutil requería una gran concentración por su parte, y él quería que su dominio le resultase tan sencillo como respirar. Había podido añadir bastantes más velas que la vez anterior, y cada vez aguantaba más tiempo. Pronto podría estar dos horas seguidas en posición de meditación, con las llamas vibrando con su pulso.

Hizo sus ejercicios de calentamiento y estiramiento y revisó la sucesión de movimientos que tenía que hacer ese día. Para Yrio era como un baile aparatoso y extraño, pero el bibliotecario se lo había recomendado y en los primeros intentos le resultaron bastante cómodos para compaginarlos con el estilo de lucha que estaba buscando. Volvió a su posición en el semicírculo de velas y probó a realizar la coreografía completa lentamente. La repitió varias veces, aumentando la velocidad y la fluidez de los movimientos. Luego probó a realizarla con su dominio. Las llamas surgían de las velas y bailaban por el aire siguiendo los movimientos de Yrio hasta consumirse. Algunas no llegaban a su destino, otras lograban saltar de vela a vela. Estaba saliendo, le estaba saliendo bien, e Yrio se emocionó perdiendo la concentración y errando en uno de los pasos, con resultados desastrosos. Una de las velas se derritió por completo, arruinando la formación y las demas volvieron a ser simples velas con llamas normales de velas. Yrio bufó y le dio una patada a una, apagándola. Tuvo que ir en busca de velas nuevas, rehacer la formación, y ponerse otra vez con los ejercicios de respiración.

Ahora al despertar tras haber estado practicando toda la noche tras salir del cuarto de Pablo, se encontraba mirando al espejito de su habitación adormilado, viendo los resultados desastrosos de su practica de la noche anterior. El reflejo del espejo le devolvió una imagen de un piel grisácea y con una textura escamosa y azulada, cubriéndole parcialmente el cuerpo, desde las mejillas bajando por las mandíbula, clavícula y hombros, la parte visible de su cuerpo en el espejo, sus orejas habían desaparecido y en contraste están se habían aplanado convirtiéndose en unas aletas que cubrían un pequeño orificio por donde escuchaba al haber quitado las orejas. No era muy allá, pero algo era algo.

-Soy una especie amorfa de pez lagarto -murmuro mirando en el reflejo, sintiéndose aun raro al tocar su piel con textura escamosa, que había podido recrear gracias a la que extrajo del reptil de Koval, pareciendo un experimento fallido. Vistiéndose antes de salir por algo de comer a la cocina, viendo que ya era entrada la tarde, lo que indicaba que había dormido mas de lo previsto- Me voy a terminar volviendo nocturno como Pablo -comento entretenido volviendo a su cuarto por sus armas para una sala para entrenar que estuviese desocupada, quería intentar hacer uso de los nuevos hechizos que había estado aprendiendo durante la noche, que era de nivel de cuando aunque era cosechado pero que quería aprendérselos correctamente, aunque ya los hubiera revisado en su tiempo aun sin poder usarlosl. "En principio quiero ver si consigo hacer mi piel ignífuga, dando igual que tipo de piel tenga, ya luego intentare el hechizo de intangibilidad...que aun tengo que aprendérmelo bien, no me apetece quedarme a medias cuando atraviese un muro" pensó con cierto humor negro, entrando a una habitación donde podría entrenar a gusto, no era muy grande pero para lo que necesitaba le servia. "Tal vez debería aprender mas tipo combate cuerpo a cuerpo planeando mientras realizaba los hechizos que había ido aprendiendo durante la cosecha y que nunca pudo hacer, costandole bastante esfuerzo pero pudiendo lentamente consiguiéndolo.

-¿Quien hay en este lugar que tenga entrenamiento en combate físico?- se pregunto luego de un buen rato practicando algunos hechizos habiendo conseguido hacer, tras el quinto intento el maldito hechizo ignífugo sobre su cuerpo que aun debía probar. Sabia que Karime era militar, pero mayormente la vio usando el arco y la espada en su mayoría- Para el carro...ve paso por paso hombre, no intentes ir por todo a la vez...primordial aprender a convertirte igual que si respiraras, luego hechizos que puedas aprender y usar, luego ya te especializas en algún tipo de entrenamiento especifico, paso a paso -se dijo finalmente tras haber estado mareándose por sus planes futuros e intentando abarcar de una sola vez mas de lo que podía, tenia que tener prioridades, volviendo al entrenamiento donde ahora intentaba no oxidarse con las armas y la nueva espada corta que había adquirido. Tenia en mente aun el visitar el burdel próximamente, pero esperaría que el ambiente se enfriara antes de ello, sin contar que tenia programada una próxima visita a Serpentaria pues quería saber si Shizel había encontrado a Aleksei en su salida. "Muchas cosas que hacer"

Tras el incidente en la habitación de Pablo, Tap volvió a su habitación y se encerró dentro. Tras aliviar su cabreo a golpes, desmochando el peluche contra la pared, Tap se dedicó a hacer una lectura calmada del libro que había traído de la biblioteca. Le costó un esfuerzo considerable centrarse en la lectura y aún con esas lo que más le entretenía eran las imágenes. Leyó sobre transformaciones cuyos nombres ya conocía como los brujos y los vampiros y tardó su buen tiempo en llegar a la parte interesante. De hecho, al poco de leer sobre su transformación, acabó durmiéndose dentro del propio libro.

Al día siguiente planeó bien su horario: por la mañana volvería al Mercado, que empezaba a resultarle el lugar más interesante de toda la ciudad; por la tarde aprovecharía para saltar por todas las armas y practicar la fuerza de la que hablaba el libro y, por la noche, se escaparía en dirección a serpentaria. La decisión de ir de noche tenía dos razones de peso detrás: la primera era que la mayoría de los gigantes estarían dormidos y no le tocarían el capullo, la segunda era que podría pedir a Pablo ayuda sin que se quemara vivo (o muerto). Por mucho que le doliera, había quedado patente que Tap no se orientaba tan bien como el vampiro. <<Magia por fin>>. Hasta ayer por la noche a Tap no le habían interesado los dones aflorales, pero ahora que veía en el futuro la posibilidad de hacer uso de ellos, le parecía una prioridad aprender usarlos.

Por la mañana no consiguió robar nada y la tarde pasó aburrida entre mazas, escudos y lanzas. Sin embargo, Tap estaba animadísimo tras la puesta de sol. Se había metido en el interior de su peluche y llevaba una daga de las de la sede, encajada en el  hueco de la cabeza que ya había abierto el primer día. Se plantó frente a la puerta de Pablo y comenzó a golpearla a cabezazos, aprovechando el ruido que hacía con el arma. En cuanto entrara, le explicaría sus planes al vampiro con ayuda de su tiza.

Karime se extrañó de la pregunta de Atol cuando ella misma recordaba a la perfección como en uno de los pregones de noticias que en esa ciudad se hacían a voz en grito para todo habitante se nombraba la alianza entre Libo y Rocavarancolia a través de una embajadora cuyo nombre no recodaba. Tras un intercambio de palabras con Cicatriz, con todo el respeto que se merecía un alto cargo, concretaron que la libense haría su prueba en cuanto dominara lo suficiente su transformación.

Luego de apuntarse en el libro como le habían indicado y sin pasársele por la cabeza la idea de cambiar de nombre en un futuro, la libense cogió su bolsa y recorrió el torreón reconociendo el terreno y buscando su habitación perfecta. Finalmente se decantó por una de la última planta, orientada hacia Rocavaragálago, que se atisbaba entre los edificios derruidos en la lejanía. Sentía algo especial por la magnífica catedral, ya que era una parte de la luna. La fuente, a la altura perfecta tanto para su forma humana como para su forma animal, y los muebles de cuero hicieron que no tardara mucho en sentirse a gusto en la habitación, aunque secretamente echara de menos su roñosa habitación de Maciel.

Pasó el resto del día encerrada en la habitación, acomodándose y estudiando el libro que había sacado de la biblioteca, y solo salió a por algo de comida a la cocina. Al final del día, se había leído toda la información que venía en el libro sobre su transformación, sobre la manada y sobre los llamados “lobos”. Según el libro, la manada eran lobos grandes que no podían variar y ella era algo llamado “licántropo”, que significaba que podía transformarse en libense y en loba a antojo. El libro recomendaba que controlara cuanto antes tanto su transformación como sus instintos, y también hablaba de una afinidad que tenían los lobos con la luna, lo que explicaba esa necesidad de Karime ver Rocavaragálago a través de su ventana.

A la mañana siguiente y durante todo el día, la loba se dedicó por entero a practicar su transformación, intentando controlar sus instintos para no dejarse dominar por ellos, cubriendo los ratos de descanso con la lectura o relectura del libro. Se trataba de un arduo trabajo, ya que la única vez en su vida que la libense se había tenido que controlar a si misma había sido en la academia militar y solo porque ella misma sentía que se transformaba en el campo de batalla. Todo era nuevo para la loba y poco a poco se iba percatando de lo largo y tedioso que iba a ser el proceso de domarse a sí misma, definido de esa manera erróneamente por ella por el fastidio que le producía el retraso que por culpa de eso iba a tener la prueba para entrar en el ejercito, pero tenía que ser paciente. Sabía que la prueba no iba a ser un camino de rosas y por eso tenía que estar bien preparada. En realidad, lo que ella definía como domarse a sí misma era más bien conocerse a sí misma, saber cuáles eran habilidades, ver hasta dónde podía llegar y cómo hacerlo, aprender a combinar sus nuevos instintos con su lógica para mejorar.

Ya caía la noche cuando la libense se percató del hambre voraz que tenía. Había estado tan concentrada en practicar que había olvidado comer. Con una sonrisa recordó que no era la primera vez que le pasaba. No se preocupó en vestirse pues, aunque había conseguido acercarse de nuevo bastante a su imagen libense, todavía conservaba ciertas zonas lobunas y sabía que en cualquier momento podría volver a cambiarse al completo. No le costó mucho encontrar la cocina, que se encontraba desierta como los pasillos. Parecía que la mayoría de la sede ya se había retirado lo que le dio un poco de pena a la loba, ya que hacía un día que no veía a ninguno de sus amigos y eso le entristecía. La loba, gracias a su olfato mejorado, no tardó mucho en encontrar la comida más apetecible de la cocina y que no hiciera falta ser cocinada, pues aunque había visto en infinidad de ocasiones hacerlo a Saren nunca se había visto capaz y había desistido pronto. Justo cuando iba a dar el primer bocado, vio una figura familiar bajo el marco de la puerta.

- ¿Qué se supone que eres ahora? ¿Una mezcla entre Perlita, Burbujita y el chico ese que nos saludó al llegar,… este… Nasher?- preguntó con una sonrisa la libense.- ¿Sabes? Yo también me puedo transformar, aunque solo en loba, es decir, el animal en el que me has visto transformada. Es salvaje, me gusta, pero todavía tengo que aprender a controlarlo. ¿Tú qué tal? ¿Sabes algo de los demás? Me gustaría ir a visitarlos a su nueva casa, ¿te vienes?- preguntó algo emocionada.

Aunque estaba muy cansada la idea de visitar a sus amigos y de no hacer el viaje sola le animó. DL se vio contento con la idea y le informó que luego de ducharse iría con ella. Karime, para no perder las buenas costumbres, le insinuó pícaramente a DL que en la bañera cabían los dos, pero se quedó a esperarlo en la cocina, donde devoró su cena sintiéndose después satisfecha y con más energía.

Sigue en la Torre Serpentaria.

Había estado entrenando tanto tiempo que ya el sol se había ocultado y solo se encontraba de nuevo bajo aquella luna roja que días antes los había transformado. DL se la quedo observando unos segundos mientras recogía los cuchillos arrojadizos con los que había estado practicando, antes de decidirse a buscar algo de comer y darse un buen baño, porque estaba hecho un autentico asco. Ya en la cocina, se encontró con Karime a la que apenas había visto desde su llegada y que como pasaba desde que estaba transformada, se encontraba completamente desnuda tan frescamente, sonriendo al verla y ante su comentario mirándose a si mismo con algo de diversión.

-Algo así, tu tienes suerte, te conviertes en loba y ya esta, yo tengo múltiples transformaciones, intentar abarcarlas todas es un suplicio- respondió mientras iba por algo de agua observándola- Aunque veo que estas avanzando, ya no pareces tan semiloba como cuando salio la luna...sin contar la desnudez que se te ve tan amenudo, ¿has estado entrenando estos días, no?- pregunto en real interesado pues Karime aprecia ser una de las pocas que como el tenia que sufrir cambios  por su transformación, sin contar a Saren del que no tenia mucha idea pero que recordaba obviamente como pájaro gigante- Tal vez entrene algún día contigo, no me vendría mal una compañera que este pasando por mis mismo problemas- añadió divertido, antes de escuchar sus palabras refiriéndose a los que habían ido al otro torreón- Fui el otro día, están bien y también estaban allí varios de los de Letargo, aunque tenia pensado acercarme pues Shizel fue a buscar a Aleksei y no se si llego a encontrarlo- añadió viendo que la libense como el, quería ir a visitarlos, no habiendo problemas al respecto le aviso que iría a darse un baño antes respondiendo ala insinuación de la libense con otra similar, en una especie de juego, antes de finalmente subir por su ropa para irse luego a bañar, no tardando demasiado en salir limpio y vestido dando encuentro a libense ya en la puerta, que sin pudor alguno le esperaba un desnuda y dispuesta salir tal cual, cosa que a DL no le importaba demasiado, un lujo que se daba quien mirara y buenas vistas para el camino.

Sigue en la Torre Serpentaria.

“Maldito crío pirómano. Ese aquí no vuelve, que si me descuido me quema” 
Frases como esa acudían a mi mente mientras mantenía las distancias con la serpiente de fuego que el sinhadre había tenido el detalle de regalarme, mientras pensaba en alguna forma de apagarla. Sin embargo, cuando ya estaba pensando en aplastarla con la mesa, esta se consumió sola, para mi alivio.

Tras ese incidente había vuelto a trabajar con las runas, al menos hasta que me cansé de que la mitad me estallaran en la cara. También dediqué bastante tiempo a la magia en sí misma con resultados variados, pero al menos sin bombazos inesperados.

Jack no apareció en toda la noche, algo que agradecí. No estaba preparado para otra cacería, no tras lo que había pasado en la última. Pensar en eso me recordó que entre los sendarios había una vampira. “Se lo estará tomando como yo? ¿O tal vez le guste todo esto?” 

Quería creer que yo me estaba tomando mis instintos de un modo práctico. Como ahora beber sangre era necesario, había decidido aceptarlo, mientras no fuera de alguien que me importara. Pero no era lo mismo decirlo que hacerlo. Cuando tienes a tus víctimas delante, cuando ves sus caras de terror, sabiendo que no tienen salvación, que tú vas a ser el responsable... 
Lo fácil era dejarse llevar, dejar que el instinto tomara el control, ya que a este todo eso le daba igual. Pero cuando todo terminaba volvía a ser yo de nuevo, volvía a importarme. Y me torturaba con ello.

 
Empezaba a acostumbrarme a estar activo por las noches y dormir durante el día. Decidí que la próxima noche viajaría a Serpentaria. Si había otro vampiro tenía que saber como era. Necesitaba que hubiera alguien que estuviera en mi situación. Alguien que tuviera mis mismos problemas. Alguien con quien hablar con suerte. 

Naturalmente pasé todo el día durmiendo, y no me desperté hasta el atardecer, que pase de nuevo trabajando con las runas. Había conseguido una libreta para ir apuntando las ideas que iba teniendo, y empezaba a  tener en mente circuitos más avanzados que los que usaba en las flechas hasta ahora, pero con mis habilidades actuales me era imposible poner en práctica esos diseños, y como era de noche tampoco podía consultarle a nadie nada, porque estarían dormidos.

Porque era de noche no esperaba que llamaran a la puerta y del sobresalto activé por accidente el circuito tenía a medio hacer en la mesa, creando una bonita formación de hielo que casi le congela las manos. “¡Mierda otra vez no!”

Refunfuñando, y con la libreta en la mano, deje la mesa semicongelada y abrí, para encontrarme al peluche de Tap, atravesado por una daga en la cabeza “Vaya... yo pensaba ensartarlo a ver que pasaba pero parece que alguien se me ha adelantado. Y veo que, como me temía, no sirve de nada”

-¿Hola? No esperaba encontrarte aquí a estas horas ¿que quieres?- Apenas terminé de preguntárselo vi la tiza que sujetaba entre los brazos del peluche. Comprendiendo sus intenciones de llenarme la habitación de pintadas, y antes de que el repoblador tuviera tiempo de poseer la tiza, aticé al peluche en la cabeza con la libreta, derribándolo. -De eso nada. No me vas a pintar la habitación con eso- Abrí la libreta por una pagina en blanco y se la tendí. -Escribe aquí. Y te recomiendo que te busques una para ti, antes de que cabrees a quien no debas.

Aunque parezca increíble lo hizo, sin cabrearse ni destrozar nada, aunque el contenido el mensaje que escribió no fue muy agradable. “¿Magia? ¿Puede hacer magia? ¡Lo que faltaba! Como si no fuera ya lo bastante insoportable ahora también tendré que estar cuidándome de que no me tire hechizos por sorpresa para molestar”

A pesar de todo, negarme a ir era inútil. Ya que si no iba conmigo encontraría a otro a quien acompañar, “O a quien molestar” Además yo ya tenía pensado ir así que... ¿Por qué no?
-Pues la verdad yo ya tenía planeado salir hacia Serpentaria esta noche, así que si quieres acompañarme pues vale. Salimos ahora mismo-

Mejor salir cuanto antes. No quería dar tiempo a que se  le ocurriera alguna forma de molestar, así que rápidamente cogí mis cosas y salí, sin darme cuenta en ningún momento de que el hielo de la mesa no se había quedado quieto, y se estaba expandiendo lentamente. A la vuelta iba a llevarme una desagradable sorpresa.

Sigue en la Torre Serpentaria.

Tras recibir en su peluche un sopapo libretero, a Tap no le quedó más remedio que aguantar las ganas de alimentar con tiza a Pablo sin su consentimiento e hizo de tripas corazón. <<Necesito que me lleve para no gastar demasiado tiempo perdiéndome y preguntando a transeúntes desagradables...>>. Escribir en un espacio tan pequeño y, por tanto, con unas letras tan diminutas, le costaba horrores, aunque por suerte consiguió hacerse entender. <<Será torpe como él solo, pero al menos sabe leer en condiciones>> pensó.

Por la expresión de Pablo, Tap no fue capaz de saber si la noticia y la sugerencia le habían parecido bien o no, pero tanto daba. El vampiro accedió a ir con sorprendente facilidad. <<Al final no tendré que amenazarle con la daga>>. El hocico de peluche se hinchó en un gesto divertido, reflejo de la expresión de éxito que calzaría el propio Tap de no ser un conejo de trapo. Se puso en pie y, tras dar un par de tumbos, se estabilizó. Buscó la tiza y se la metió en el agujero de la cabeza. El peso de la daga iba deshilachando poco a poco la parte posterior del peluche, entre ambas orejas, pero de momento a Tap no le preocupaba. El peluche se encogió de hombros y flotó hasta la cabeza del vampiro, sobre la que se dejó caer. <<Ni de cardos voy a gastar mis fuerzas en ir flotando>>. Antes de salir, Tap siguió la mirada de Pablo hacia la mesa y pudo ver el hielo que la cubría. <<Por muy vampiro que sea, no deja de ser gigante...>>. El pecho del conejo se sacudió, poseído por un par de carcajadas.

Sigue en la Torre Serpentaria.

RR entró en el edificio, dando poca importancia a la magnífica y cálida decoración del lugar, mientras recorría las estancias una por una a toda velocidad, lanzando su mirada inquisitiva a cada esquina que aparecía en su camino. Hay quién hubiera dicho que estaba buscando a alguien, y alguien más enterado de su historia reciente sabría que además estaba cerciorándose de que ningún mueble de aquel lugar se movía.

Su figura, cubierta, como ya comenzaba a ser costumbre, por infinidad de roedores que recorrían su anatomía tranquilamente, terminó por dar con la sala común, dónde halló a quién debía de andar buscando. Se acercó al sujeto en cuestión a buena velocidad, metiéndose la mano en el interior de su chaqueta en ademán de búsqueda.

-Hombre, por fin te encuentro. Me gusta el antro que os habéis agenciado, ¿eh? Bonito, elegante, tranquilizadoramente estático... Distinguido, sí señor. Verás, venía ha pedirte un pequeño favor a propósito de tu pequeño viaje…-dijo, descendiendo ahora el tono para centrar su atención en su afanada búsqueda en las profundidades de su bolsillo interior, hasta que su rostro se tornó en una máscara de exultante triunfo- ¡Ahá!

Su rostro animado quedó primero congelado y descolorido y posteriormente metamorfoseado en uno vagamente molesto al encontrar en su mano una aparentemente inesperada rata parda, que lo miraba con gesto asustado.

-Oh, perdona, un segundo...- susurró en tono de sutil disculpa mientras devolvía al roedor a su sitio con la misma celeridad con la que lo había sacado, para luego continuar buscando en una zona similar a la anterior. Finalmente, consiguió sacar una pequeña tira de papel, que resultó ser una ajada y un tanto doblada foto, que le tendió a Nasher.

-Verás, hay alguien que aún me espera en F.O.N.E.R.A. Supongo que el resto de los que pululan por ahí ya no me recuerdan, pero estoy absolutamente seguro de que ella sí. Está todavía en mi casa, escondida, supongo. Te he escrito la dirección en la parte trasera, y si tienes problemas con la distribución de la ciudad, podría darte indicaciones. Espero que no sea una gran molestia, pero debes de entender que… vaya, es muy importante para mi, y de no ser así habría esperado a que reabrieran la frontera... Así que espero que sepas ayudarme.

Mostró entonces cierta expresión de expectación rogatoria que rozaba el puchero, mirando al muchacho con ojos de cordero degollado desde detrás de sus gafas circulares mientras le tendía la fotografía, en la que se mostraba una escopeta negra.

Nasher estaba en la sala común charlando con Yrio, que jugueteaba con las llamas de la chimenea encendida. Nasher las imitaba en su piel. Cuando RR apareció echó la cabeza hacia atrás y le recibió con una sonrisa.

-Hey, me has encontrado, aunque tampoco es tan difícil en esta ciudad- dijo estirándose y poniéndose en pie.

Yrio se puso en pie y se marchó al piso superior despidiéndose de Nasher con un gesto vago y llevándose una llama para entretenerse por el camino, que se le enrolló en la mano como una culebrilla. Antes de salir definitivamente le lanzó una mirada inescrutable a RR.

Nasher atendió a las palabras del brujo, emocionado por poder ayudar en algo, pero en cuanto vio la foto su sonrisa se tensó ligeramente. Para un pacifista como Nasher para el que las armas no eran más que una herramienta, tenerle tanto cariño a un arma le resultaba incomprensible. Pero el mundo estaba lleno de cosas incomprensibles y no podía decirle que no a aquel simpático desequilibrado que le había dado tanta información valiosa.

-Claro, no te preocupes, la traeré sana y salva- aseguró- Y si no te importa... ¿Algún área donde pueda poner mi guarida?

RR observó con una ceja enarcada como Yrio salía de la estancia. Era sorprendente la mala fama que se había ganado entre sus compañeros de cosecha por haber hecho cuanto pudo porque comieran. Pero aquella indignación que comenzaba a burbujear en su interior no era nueva, y decidió aplacarla por un tiempo. A fin de cuentas, era más que probable que volviera a reunirse con Grind, y aquello era lo importante.

-No sabes cuanto te lo agradezco, tronco.-dijo, volviendo su mirada de nuevo hacia Nasher.- Sobre lo de la guarida, te puedes asentar en los sectores negros que quedan bajo el mío. No están mal, dentro de lo que cabe esperar, claro, y tienes accesos útiles a las alcantarillas. De hecho, mi casa tiene una trampilla al alcantarillado. Quizás te interese la propuesta. Y… bueno, si tienes dudas, búscame en Serpentaria. No es recomendable que me quede demasiado tiempo por aquí, ya sabes… no levanto demasiadas simpatías. Si quieres un día de estos te pongo al corriente de la historia. Hasta más ver.

Y, diciendo esto, salió tan rápido como pudo de la sala en pos de la calle. Sí era cierto que allí vivían algunos sendarios, y no tenía demasiadas ganas de enfrentarse a ellos armado únicamente con unas cuantas granadas que le habían quedado tras el abandono de la mayor parte de su arsenal en su antiguo torreón. Además, tenía mucho trabajo pendiente en Serpentaria…

Sigue en la Torre Serpentaria.

Por fin habían vuelto. El incidente en Serpentaria le había dado un mal sabor de boca a DL, a veces las acciones de algunos solo provocaban mas dolores de cabeza. El foner dejo ala libense que ya aprecia mas tranquila y se dirigió a su habitación con el estomago lleno tras la cena en Serpentaria y esperando que Tap hubiese vuelto con ellos y en el caso de no hacerlo, que no fuera a liarla pues dudaba que a ciertos individuos de Serpentaria fueran a hacerle gracia. Con un suspiro, se acerco al espacio donde estaba el espejo cambiando su aspecto físico para volver a la normalidad para poder practicar desde cero sus cambios físicos, así tendría la mente ocupada hasta que le entrara sueño.

Estuvo varias horas así, mirándose en el espejo para ayudarse con los rasgos haciendo uso de la memoria y de los datos que había ido adquiriendo de sus compañeros y del libro de anatomía, practicando como cambiar su color de pelo o de ojos, así como intento cambiar el tamaño de su cuerpo en el caso de poder aunque eso aprecia costarle mas, sin mucho éxito en un principio. No fue hasta algunas horas después que le vino el cansancio y perezoso no acostumbrado aun a estar toda la noche despierto se tumbo vestido como estaba sobre la cama quedase dormido en anda d tiempo.

Yrio había despertado a media mañana con pocas ganas de nada. Le había dado un repentino sofoco que lo había sacado de la cama, y el ritmo de sueño irregular estaba haciendo mella en él. Se había duchado para limpiarse el sudor, entreteniéndose largo rato en peinarse y mirarse al espejo, se puso una ropa cualquiera y desayunó cualquier cosa. Fue completamente incapaz de estudiar, ni de concentrarse en nada. Había tenido malos sueños y estaba tenso y enfadado, tanto que al intentar meditar consumió las velas por completo en segundos.

Buscó una sala de entrenamiento para despejarse pegándole a algo y oyó la música. Nasher estaba en la sala grande, con un reproductor de música terrícola adaptado a la magia de la ciudad que se había dejado Jau. Era una canción machacona y estridente, con voz imposible y letra en un idioma que el piromante no conocía, igualmente tenía algo que invitaba a moverse, o tal vez era la energía de la quimera lo que invitaba a bailar. Nasher se movía con gracia por toda la sala, ignorando su presencia. Iba cambiando de color al ritmo de la música, y con las ventanas cerradas la luz que desprendía era lo único que iluminaba. Cuando la canción terminó y comenzó la siguiente, Nasher le invitó a unirse a él con un gesto.

Yrio se quedó plantado en el sitio. No había bailado en su vida, y a pesar de que hubiera mejorado en el tema de la lucha se seguía sintiendo esencialmente torpe, y después de la insistencia del asreniano comprobó que seguía siendo esencialmente torpe. La música era demasiado rápida, al igual que Nasher, así que no pudo seguir sus movimientos, pero sí que probó a imitar los efectos especiales, repartiendo llamitas por la habitación y haciéndolas cambiar de color y crecer o decrecer al ritmo de la música. AL principio fue algo desastroso, pero ya por la tercera canción iba acompasándose. Nasher no podía parar de reír.

Llegué de madrugada, tras despedirme del brujo. Dije la contraseña de mi nuevo hogar, sin comillas, y me paré ante la lista de nombres. Sin pensarlo mucho más, taché mi nombre y escribí el que llevaba días dando forma en mi cabeza, aunque con algunas modificaciones con respecto al original. Y después me fui a dormir dando pasos lentos y pesados. Cansado era poco...

El hecho de dormir en la Sede estaba acabando con la costumbre de despertarme a la salida del sol. Más aún si me acosté tan tarde y tan cansado, física y mentalmente, después de la incursión. Así que cuando desperté no tenía ni idea de qué hora sería hasta que localicé el sol por la ventana. <<Aún queda día por delante. A aprovecharlo>> Me eché agua para darle una forma medianamente decente al pelo cortado a trasquilones pero al ver que era imposible, lo dejé y me vestí un pantalón corto rojo como la torre y una camisetilla marrón claro. Luego saqué de debajo del camastro los cuatro guanteletes y me quedé pensando en cómo modificarlos... <<Podría... Soldarles una arandela que se ajuste a la empuñadura de algún arma y... Pero tengo que unirla a la mano, eso sería muy endeble. ¡Ah, sí! Otras dos piezas de metal que rodeen todo el guantelete, por fuera, entre los nudillos y la muñeca, que sujeten la circular y, de paso, sirven de primera defensa de la mano. Vale. Necesito entonces seis piezas... Un buen martillo...>>

-Y a Yrio, que de paso practica con su dominio.

Pero antes de nada y de vital importancia, bajé a desayunar. Por el camino escuché música y descubrí a Nasher y a Yrio bailando en la sala grande al son de algo peculiar. Bueno, solo bailaba el asreniano, Yrio le seguía con unas diminutas llamas. <<Parece una radio... Aunque es un tanto rara. Pero había dado por hecho que aquí no había electricidad>> Y menos mal que Nasher iluminaba el sitio, que si no habría tropezado con algo fijo.
-Buenos días.-saludé entonces.

Pasé de largo a desayunar y, ahora sí, cuando volví me quedé un rato en el sitio, mirando el aparato mientras escuchaba la música. Hacía tiempo, vaya que si lo hacía, sin escuchar música, aunque fuese una rara como esa. Y más tiempo aún de ver a gente bailando. Entre el aparato, las llamitas de Yrio y la luz que desprendía el asreniano... <<Imagina a estos dos en un concierto en Libo>>
Esperé a que acabase la canción y pregunté:

-¿Funciona con electricidad?-señalando al aparato. Y a Yrio, luego.-Veo que vas mejorando, me alegro.-alegría para nada egoísta, fue un comentario sincero.