Sede de los Taumaturgos (Archivo II)

Karime, un poco más tranquilizada luego de su efusividad de la mañana, buscó junto a sus amigos lo que sería su nuevo hogar y, aunque tardaron un poco en encontrarlo, finalmente vieron el torreón rojizo. Era el torreón mejor conservado de la zona, por lo que no dudaron que sería el elegido. Aunque la libense hubiera preferido que fuera su roñoso Maciel, se acercó a la Sede con su característica sonrisa lobuna. Sus amigos habían prometido no abandonarla, no tenía nada de lo que preocuparse.

Cuando llegaron al torreón, vieron en la puerta una congregación de gente, reconociendo solo a Yrio, ya que el día del discurso ella y Ariv solo habían oído la voz y no habían visto los rostros de las consejeras.

- ¡Yrio, pequeñín!- saludó al sinhadre con su voz ronca, para luego acercarse y darle un mordisquito en la cara. Por si acaso el niño no la reconocía, siguió hablando.- Soy Karime y ahora soy una… loba, creo que se llama. Bueno, supongo que tu lo sabrás, parece que ya te has hecho amiguito de una.

Aunque estaba muy alegre por haber visto a Yrio, no había pasado por alto la presencia de los dos desconocidos, por lo que se mantuvo alerta. En ese momento apareció tras ellos Atol, el que tampoco había sufrido tantos cambios como ella o Saren o DL, al igual que Shizel, y al que saludó con un mordisquito en la cara.

- ¡Atol! ¡Cuánto tiempo! ¿Jefa? Prefiero soberana y señora de todo ser viviente, pero no nos andemos con tecnicismos sin importancia. Además, me estoy volviendo muy permisiva con mis súbditos. Ahora permito hasta que respiren sin mi consentimiento.- bromeó la libense alegremente.

Yrio recibió a Karime con sorpresa. No esperaba ver a la chica tan... cambiada. Tenía el pelaje espeso algo pringoso de la noche anterior, pero igualmente el chico la abrazó igual y le hizo unas caricias.

-Er... sí, bueno, amiguito...- Yrio miró a la consejera algo incómodo.

La mujer carraspeo para llamar la atención del grupo y explicó en qué consistía el torreón y como hacerse residente.

-Dentro encontraréis todo lo necesario para continuar vuestro aprendizaje hasta poder ser autosuficientes. Simplemente elegid una habitación vacía e instalaos. Podeis escribir vuestro nombre actual por el momento, ya se cambiará si decidís hacerlo.

Repasó a los chicos uno por uno, como sopesando sus posibilidades, hasta pararse en Karime.

-Aqui no hay profesores. Podeis intentar buscar a algún veterano para hacerlo vuestro maestro... o puede que algún veterano tenga interés en vosotros.- miró a Karime a los ojos- Tú podrías ser util para nuestro ejército. Si estas dispuesta, te someteré a un entrenamiento personalizado, claro que primero tengo que ver de qué pasta estás hecha...

Por su parte, Nasher había reconocido a DL como foner. Inmediatamente corrió hacia el chico lanzando destellos de emoción.

-¡Eres un foner! Porque lo eres, ¿verdad? Oh, tengo muchas cosas que hablar contigo. ¡Ven!

Arrastró a DL al interior de la Sede y se lo llevó escaleras arriba.

Apenas si pudo prestar atención a la palabras que le decía la loba a Karime cuando de pronto en su campo de visión apareció el chico multicolor, hablando tan rápido que le costo un poco entenderle, mas porque lo tenia mas perdido viendo como todo su cuerpo cambiaba de color conforme hablaba.

¿Responder a las preguntas? No pudo, de un segundo a otro se vio atravesando las puertas de la Sede y siendo secuestrado hacia una de las habitaciones del lugar, apenas hecho un vistazo fugaz al interior mientras era llevado a saber donde. Algunos muebles de cuero por ahí, una cocina por allá...no presto mucha mas atención al interior.

-Un momento, espera, ¿donde me esta llevando? ¿Y quien eres tú?- pregunto confundido por la emoción que emitía por todo el cuerpo, literalmente, el chico lagarto. Consiguió finalmente soltarse cuando fue metido en una habitación, en realidad no había tenido necesidad de ponerse ala defensiva, el chico aquel no mostraba signos de violencia mas bien parecía la felicidad andante.

-¿Hablar conmigo? No creo que nos conozcamos- dijo no muy seguro de eso, a saber si los transformados que llevaban mas tiempo no los habían espiado o algo así, mas ante la visión del que tenia enfrente que tal vez se lo imaginara, pero parecía que a momentos se confundía con el fondo al adquirir el mismo color que la pared del cuarto.

Dirke llegó a la sede algo desanimado. El paseo de vuelta, tomar el aire y el sol le habían servido para ahuyentar cierto miedo que había nacido con la muerte de Elliot. Morir le asustaba, pero había tenido tiempo de sobra para convencerse de que todavía no lo haría. Elliot trabajaba matando gente, sola, y destacaba demasiado, quizá por lo competente que llegó a ser. Él no era más que un arbolillo insignificante, que no destacaba en absoluto y que había pasado los primeros años después de su luna perdido por los bosques de diferentes mundos. <<¿Quién querría matarme a mí?>> se preguntó, casi con alivio, mientras entraba al minarete.

Su expresión cambió de golpe al aparcar todo su cacao mental para poder recibir a los novatillos que había desperdigados por la sala.

-Me llamo Ramas-dijo para todos, presentándose. Examinó a los recién llegados uno por uno y cayó en la cuenta de que algunos le sonaban. Uno, el que parecía ser un nix, era el libense que se puso a tallar a su lado en Letargo. También le sonaban mucho el muchacho pelimorado y un tipo que tenía las pintas, los colmillos, de ser un vampiro-. Soy el árbol de vuestra puerta. ¿Os recordáis, no? Le pegué un ramazo a vuestro compañero, por intentar hacer rayas en la corteza-explicó como pudo, para hacerse entender al tiempo que trataba de contener la risa ante el recuerdo de la torta que le dio al pobre muchacho.

A medida que la loba erguida iba hablando, Karime pudo captar en su actitud las características de un alto rango, por lo que adoptó una postura firme, acostumbrada a reaccionar a ese tono femenino con disciplina. Cuando la loba se dirigió a ella expresamente, la libense tuvo que contener sus ganas de saltar de alegría. “¡El ejercito! ¡Me está diciendo que puedo formar parte del ejercito de Rocavarancolia!” Pensaba alegre. No se lo podía creer. Ella, que estaba hecha para luchar y defender a sus seres queridos, podría seguir su formación nada menos que desde Rocavarancolia. Ya se imaginaba a sus amigos felicitándola y a sus padres más orgullosos de lo que nunca habían estado. Y a Ilol, a su querido Ilol sonriéndole como solo él sabe hacer.

- Me presento.- comenzó seriamente a hablar la loba.- Mi nombre es Karime. Vengo de una familia con mucha tradición militar en mi mundo natal, Libo. Yo misma, comencé mi instrucción en la Capital cuando me fue posible y antes de venir a Rocavarancolia. Le aseguro que si me aceptan en el ejército nunca se arrepentirán.

La loba se mantuvo firme y seria mirando a su congénere llena de cicatrices y pensando que, tal y como iban las cosas, solo faltaban Ilol y Lima viviendo en Rocavarancolia para que la vida fuera perfecta. Por el rabillo del ojo, la loba pudo ver como el desconocido multicolor saltaba con entusiasmo sobre DL y como aparecía otro chico presentándose como Ramas, pero no les prestó atención. Al fin y al cabo, ahora ese iba a ser tanto su hogar como el de ellos, tendrían tiempo de sobra para conocerse.

El saludo de Karime me dejó sin habla mientras le escuchaba seguir la broma y luego me fijé en su cuerpo peludo, temiendo que se hubiera convertido en algo similar a las hienas del Anfiteatro, <<Pero no llega a parecerse del todo...>> Después la mujer nos explicó el funcionamiento del torreón <<Atol... es nombre libense, ya no soy el mismo... Ni puedo seguir siendo el mismo por mucho que me fastidie... Y no, de momento me apañaré con el grupo este y por mi propia cuenta>> y lo último, la libense se pone firme, se presenta y casi se mete de cabeza en el ejército de la ciudad <<¿K para el ejército? ¿Por qué? Pero si no sabemos la relación que tiene Libo con Rocavarancolia... ¿La sabe ella quizá? Yo no me apuntaría a un ejército poderoso sin saber esto...>>

-Yo tengo una duda con el tema del ejército local... ¿Qué relación tienen Libo y Rocavarancolia?

Otro chico salió, presentándose como Ramas y diciendo que era el mismo árbol que se plantó un día en nuestra puerta.
-Oh... Y yo hablándote... Ya sabía yo que eras más que un arbolito. Y por el ramazo no te preocupes.-respondí riendo.

Y con la alianza entre Libo y Rocavarancolia martilleándome la cabeza, por fin entro al torreón y firmo como Atol pero con un asterisco al principio. Aunque eso sí, antes dejo en el suelo el extraño y pesado saco que Saren me dio en la puerta y que solo tenía que dejarlo ahí <<A saber... >> Y luego a elegir una habitación, la cual elegí únicamente por el hecho de que se orientase a la salida del sol, para despertarme con este. Luego salgo al salón a maravillarme con los diversos tapices, el olor de madera y el cuero, tanto que acabo sentado en el suelo mirando las imágenes... Hasta que, de reojo, veo a Pablo con cara de malas pulgas a un lado.

-¡Hey! ¿Acabas de llegar o llegaste antes? Aunque no te vi bajar... ¿Y esa cara? Con el espléndido día que hace...

Que si hay que ir a tal sitio, que ahora hay que ir a otro… Llevaba ya todo el día metido en el saco, y empezaba a hartarme.
Después de una conversación y presentaciones varias en la entrada que se me hicieron eternas, pero a las que no me quedaba otra que prestar atención, por fin alguien metió el saco dentro del edificio.
Salí casi inmediatamente, harto del interior claustrofóbico y ansioso por un cambio de ambiente. La sala en la que me encontraba desde luego tenía mejor pinta que las habitaciones chamuscadas de Maciel. El salón en el que me encontraba era amplio, y los colores agradables. 
“Bueno, ya que nos hacen mudarnos por lo menos que sea para mejor”

En el salón también se encontraba Atol, contemplando los tapices. Sin prestarle atención y todavía de mala leche por el viajecito decidí hacer todo lo que había oído acerca de hacerse residente.

Fue el propio Atol quien acabó fijándose en que estaba ahí y su mención acerca del buen día que hacía no hizo sino cabrearme más.
“Precioso día si… Primero te sacaré la sangre, dejándote la justa para que sigas consciente. Luego la pondré a Hervir en una olla bien grande, y por último te tiraré dentro para que te recuezas. Todo esto naturalmente bajo la maravillosa luz del precioso día que hace. A ver cómo te quedas”

La sensatez y las pocas ganas de pelea que tenían hicieron que no le soltara todo eso a la cara en el último momento, conformándome al final con un simple bufido de mala leche.
-Precioso para ti tal vez, pero para mí no tanto. Y sí, acabo de llegar. Me has traído tú de hecho- Le solté mientras señalaba el saco vacío.

La mala leche volvía poco a poco y mis instintos recién descubiertos con la luna no hacían sino incrementarla. Necesitaba centrar mi atención en otra cosa que no fuera sacarle las tripas al libense o acabaría intentando hacerlo de verdad. Se me ocurrió algo, algo que me dolería pero debería servir.

-Mira- Le dije mientras buscaba algún sitio por el que entraba la luz. Cuando lo encontré dudé un momento y luego extendí el brazo, dejando que la luz solar bañara mi mano. El efecto fue inmediato, y el dolor también. Me mordí la lengua para no gritar pero mi cara probaba que me dolía. Apenas un segundo después retiré la mano. Se había recubierto de quemaduras, pero eran superficiales. No le había dado tiempo a la luz para destrozarme más la mano. Se la mostré a Atol para que pudiera verla. Las quemaduras empezaron a sanar al mismo tiempo.
-La luz me quema. ¿No es fantástico?- Le dije. Por lo menos el dolor me había servido para olvidarme de mis planes de asesinato.

Dirke se sentó en uno de los tresillos de una manera muy particular. Apoyó la espalda en el asiento, las piernas en el respaldo y la cabeza en el lugar que tenían que ir los pies, totalmente bocabajo. Se quedó observando a los novatos failear con sus transformaciones con una curiosidad casi palpable.  Sobretodo le daba pena el vampiro, por lo triste que debía ser no poder salir de día sin protecciones. Para el alemán, la suya era una transfromación muy triste.

Pasó unos varios minutos bocabajo antes de que la puerta se pusiera a temblar.

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Por fin, tras una caminata digna de un gigante chiflado, Tap llegó a la sede. Lo cierto es que no llegó por suerte. Había acabado tan perdido, que acabó abordando desde su peluche a un tipo que se cruzó, preguntándole como llegar gracias a la tiza y al lienzo improvisado que fueron las paredes de un edificio ruinoso. La vergüenza que había sufrido cuando el asaltado sorprendido le pateó, se le pasó tan rápido como al gigante le vino la curiosidad. Pero eso era otra historia, Tap tenía ahora la sede delante y no sabía cómo pasar.

Acabó decidiéndose por poseer la puerta, pero por más que se movió, esta solo tembló dentro de la escasa libertad que le dejaban las bisagras. Tras un ligero cabreo en el que intentó sin ningún éxito tirarla, se fue a meter al pomo. Solo tenía que girarlo, pero algo tan sencillo como eso se le hizo un mundo. Tuvo que armarse de paciencia y, tras varios intentos, consiguió ponerse bocabajo. La puerta se abrió y Tap cayó al suelo, (in)visiblemente mareado. En cuanto se recuperó, se metió dentro del peluche y pasó dentro, arrastrando tras de sí la bolsa con sus cosas.

Dentro pudo reconocer a Pablo, a Atol con sus uñas y a Saren, que parecía normal. Dejó la bolsa cerca de la entrada y se acercó a ellos con la tiza roja. Iba a escribirles un saludo en una de las paredes, pero al final no pudo contenerse y lo que puso fue ligeramente distinto:

"¿Tú también aquí? Atol, deja de seguirme"-más a gusto, esta vez sí que saludó, poniendo de quién se trataba, para que Saren no pensara nada raro: "Hola. Soy Tap. Estoy dentro de la tiza".

No era necesario, pero no pudo contenerse y dibujó un repoblador al lado, igual de mal hecho que el primero que hizo en Letargo.

El chaval me responde con visible mala leche y entonces recuerdo de qué se alimenta <<Verás tú...>> pienso, alejándome un tanto y preparándome por si acaso se le va la cabeza. Vale... No parece gustarle el día que hace... Bueno, vale, comprensible... <<¿En el saco? ¿Y por qué no vino volando, si el huracán ya acabó?>> Pero no me da tiempo a preguntarle ya que se acerca a una ventana y pone su brazo a la luz... Y allí donde le da, empieza a quemarse la piel <<Joder... Vale, vale, captado>>

-Vale, perdona, tío, no lo sabía. Pues se nos acabaron las salidas juntos entonces, ya que mi transformación es diurna.

Y al cabo de un rato una tiza roja se alza en el aire y escribe algo dirigido, primero, a mí, y luego a todos. <<Tap... No tiene remedio>>

-Nos perseguimos mutuamente, cariño... Algún día tendrás que confesar tus amoríos...-digo riendo.

Respondí a la disculpa de Atol con un simple asentimiento. No estaba de humor para seguir hablando, ni tampoco para prestar atención a las pintadas que Tap iba haciendo por ahí. Al final decidí ignorar a todo el mundo y subir a elegir una habitación.

No había que ser un genio para darse cuenta de que elegiría la más oscura. Quitando el hecho de que estaba en una zona donde la luz no daba demasiado no había gran cosa que destacar: Una cama, una mesa con un par de sillas, un armario y un baúl, eso era todo lo que había.
Tras guardar mis escasas pertenencias y tapar la ventana dí la mudanza por terminada. “¿Y ahora qué?” Tenía claro que no dormiría esta noche. Visto lo visto, cuanto antes me acostumbrara a llevar una vida nocturna mejor. Al final decidí hacer un recorrido por el edificio entero. Así me iría familiarizando con lo que había.

No llegué muy lejos, apenas había avanzado un poco me percaté del olor a sangre que, como averigüé enseguida usando mi olfato, venía de una de las puertas cercanas, presumíblemente otro dormitorio. Acercarme a un lugar así no debería estar entre mis prioridades, pero la posibilidad de encontrar sangre era algo que mi parte de vampiro no podía pasar por alto. 
Antes de que pudiera pensar en lo que hacía ya había recorrido la distancia que me separaba de la puerta y la había abierto. La habitación parecía vacía, pero al cabo de apenas un instante me di cuenta de que no era así. Había un repoblador dentro. Al principio pensé en Tap, pero era demasiado grande. Además Tap ya no era visible. “Debe de ser el que vi en la biblioteca la otra noche” 
Lo siguiente que noté fueron las manchas de sangre que había entre las sábanas. Sentí un ligero impulso de tirarme a intentar aprovechar lo que pudiera, pero no hacía demasiado tiempo desde la ultima vez que me había alimentado y pude contenerme. “¿De donde habrá salido? No puede ser del repoblador, ellos tienen savia. ¿Habrá herido o matado a algo?”

-Esto... hola. ¿Y esa sangre?-
Y fue entonces cuando me di cuenta de que acababa de entrar en una habitación sin previo aviso ni permiso alguno a preguntar por algo que seguramente no debería ser asunto mío. Pero lo hecho hecho estaba.
“Con un poco de suerte las sangre es por algún muerto que todavía esté fresco y que pueda convertir en aperitivo. Espera ¿qué hago pensando en algo así?”

“Suya ¿eh? Herida ya curada. Lástima” No habría aperitivo, pero de momento tampoco tenía que preocuparme demasiado por la sed. Todavía tenía reservas que gastar, y si eran tan eficaces como me habían dicho debería tener para varios días.

Había reconocido al nublino, pero estaba visiblemente cambiado, debido a la Luna, eso seguro. Antes era más bajo que yo, y ahora en cambio me superaba en altura. También tenía mucha más musculatura. “¿Será alguna transformación como la de Serok?”

-Si, lo soy- Todavía se me hacía raro que se me identificara como “arquero” y más teniendo en cuenta lo mal que se me había dado al principio. Luego escuché la pregunta del repoblador.

-No, no soy un brujo- Respondí. -Soy un vampiro- Al ver la mirada interrogante de ambos me di cuenta de que no sabían lo que era. -Oh vaya no os suena el nombre. Veamos... ¿como lo explico? Un vampiro es alguien con la piel pálida y colmillos- Nada más terminar la frase enseñé los míos, señalándolos. Preferí no contar lo de la luz. Seguramente lo descubrirían tarde o temprano pero contarle tus debilidades a un desconocido nunca es sensato.
-Y... bueno. Los vampiros beben sangre, por eso me interesó tanto la de la sábana. Pero que no cunda el pánico que no voy a atacar a nadie-

“Un brujo que controla animales” Fui tomando nota mental de las capacidades de cada uno a medida que me enteraba de ellas, pero cuando mencionaron lo de que había otro vampiro... vampira en este caso mi atención se redobló.

-Entiendo...- Lo de atacarles no me sorprendió. -Yo mismo ataqué también a un compañero, pero me detuvieron a tiempo- Las preguntas que siguieron tenían como objetivo averiguar todo lo posible sobre cómo y cuanto debía alimentarse.
-Pues... la primera vez yo me alimente de un bicho humanoide pero con forma algo animal. Todavía tiene que haber algún cadáver por las calles. Quizás hayáis visto alguno de los que me refiero. Tuve que dejarlo completamente seco para calmarme. Prácticamente toda la sangre que tengo o que he tomado viene de esos seres. Muchos me atacaron durante la última noche. Si hay más formas de conseguirla no lo sé- Y eso podía ser un problema. Aunque si racionaba bien tenía suficiente para varios días, tarde o temprano se me iba a terminar. Tenía que encontrar otra fuente de sangre o tendría problemas.
-Me pregunto si él lo sabrá...- Murmuré para mi mismo pensativo -Si, tiene que saberlo. Tiene que llevar años aquí y se notaba que estaba bien alimentado. ¿Pero como voy a encontrarle?-

No me había dado cuenta de que estaba pensando en voz alta, pero las preguntas que me hizo el repoblador lo dejaron bien claro.

-Vampiro- Solté instintivamente a modo de corrección. -Y sí, lo es. Apareció poco después de que me transformara y me enseñó cosas básicas acerca de lo que podía y no podía hacer. Luego se esfumó, literalmente. No he vuelto a saber de él-