Sede de los Taumaturgos (Archivo II)

Nasher estaba reclinado en la silla de su escritorio, rellenando su solicitud para acceder al servicio secreto de Rocavarancolia, pero se había aburrido a mitad y se había puesto a hacer equilibrio con un lapiz a modo de bigote, lo cual era bastante complicado debido a su falta de nariz. Llamaron a la puerta y Nasher desvió un ojo para curiosear. Inconscientemente se hizo invisible. La puerta se abrió con lentitud, dejando pasar Giz, mientras Nasher se encaramana con sigilo al marco, quedando por encima de su espalda. << Una invitación...>> pensó. Giz llevaba muchísimo tiempo sin visitarle, y él no había querido saber nada del grupo desde que se fueran a vengarse de aquel mercader. Era un tanto extraño, incluso incómodo, el presentarse de pronto ante ellos como si no hubiese ocurrido nada.

-¿Así de pronto?- dijo apareciéndo de nuevo, colgado de la puerta cabeza abajo- Me has tenido abandonado, no he sabido nada de ti en semanas... ¿y ahora me infitas a una fiesta?- suspiró.- Voy a cambiarme

No era su estilo ser rencoroso, pero estaba ligeramente molesto por la situación. Aun así se puso sus mejores pantalones y varios collares de hueso y fue a lavarse los dientes. Había cambiado ligeramente desde la ultima vez. Concretamente tenía una dilatación nueva dos aros en una ceja y tres púas a lo largo de la lengua. Cuando estuvo listo cambió su piel, poniéndosela completamente negra y con réplicas de ojos asrenianos por toda la piel tan trabajadas que parecían reales, de hecho parpadeaban y seguían a Giz con la mirada.

Si algo había echado de menos el alemán era lo divertido de patinar a toda pastilla. Si algo no echaba de menos pero tanto él como cualquiera que lo conociera sabía que acabaría pasando, eran los porrazos. En el bosque no se podía patinar y eso le había hecho perder parte de la práctica. Por esto, tras divisar por fin el edificio que era la sede, Dirke no frenó a tiempo.

-¡Para, para, paraaaa!-pasó de largo la puerta y siguió por inercia un tramo más hasta que su frenazo hizo efecto. La inercia lo hizo inclinarse hacia delante de forma brusca y la gravedad, hacia abajo. El alemán se comió el suelo con codos y rodillas-¡Au!

Se levantó, se sacudió el polvo del cuerpo y se miró las heridas. De la rodilla izquierda le resbalaban un par de gotas de savia. <<Solo son rasguños, ya se curarán>> le restó importancia. Retrocedió un par de pasos de y, esta vez sí, encaró la puerta. Con más detenimiento ahora, podía sentir unas ligeras cosquillas. <<Magia...>> Hacía mucho que no sentía esa sensación, pero lejos de disgustarle, solo hacía las cosas más divertidas. Alzó la mano y llamó con un par de golpes sonoros de nudillo.

-¿Hola?-gritó impaciente, antes de que nadie le abriera-. ¡Vengo a dar clase!

El alemán se sentía igual que cuando vivía en Colonia y llegaba septiembre con su curso nuevo: nervioso y entusiasmado a partes iguales, aunque con cierto miedo irracional por no saber que clase de compañeros tendría. Volvió a llamar a la puerta y se mordió el labio. <<Qué impaciente soy...>> se reprendió e intentó canalizar su nervios por otro lado. Comenzó a dar golpes con los pies en el suelo, marcando un ritmo sencillo.

Giz llegó a la puerta de la sede con un aspecto parecido al que había tenido al levantarse el día anterior. Estaba prácticamente igual de cansado pero, sin embargo, esta vez parecía algo más satisfecho. Seguía peleándose con el hechizo del bolsillo sin fondo, pero en el laboratorio había avanzado con el tema del libro de muestras y la hiena grande había nacido tan bien como cabía esperar, respondiendo a los estímulos mágicos como sus congéneres de tamaño normal. Además ya había dejado allí el jerbo y la tarántula.

La progresión en sus experimentos hizo que Giz se decidiera a regalarse un poco de tiempo libre que aprovechó para hacer una visita a su asreniano preferido. Aunque cualquiera salvo Giz sabría que dichos avances no eran más que una excusa para dejar de echar de menos a Nasher. Probablemente hubiera acabado yendo igual, aunque sus experimentos hubieran sido un desastre. Además, tenía que hablar con él antes de la fiesta.

Esta vez no llamó ni avisó de que iba a entrar. Simplemente abrió la gola y, cuando vio que seguían sin tomar medidas de seguridad mágicas, se volvió incorpóreo y atravesó la pared. Deshizo el hechizo frente a las escaleras y subió hasta la habitación de Nasher. Se sabía el camino, por lo que no le supuso mucho problema.

En cuanto estuvo en frente, dio un par de golpes y abrió la puerta sin esperar contestación alguna.

-¿Nasher?-preguntó al tiempo que entraba. No le extrañaría si no se lo encontraba o si de repente surgía del techo.

Nasher estaba haciendo ejercicios colgado cabeza abajo de una barra metálica que le habían instalado hacía poco. En cuando vio a Giz entrar por la puerta se dibujó en su rostro una enorme sonrisa y se dejó caer al suelo para recibirle correctamente.

-¡Giz! ¿Qué haces aquí? Tienes un aspecto horrible- dijo dándole un beso en los labios y un fuerte abrazo- ¿Duermes bien? Tienes pinta de no dormir bien- le agarró la cara con ambas manos y la inspeccionó quedándose finalmente embobado mirando sus ojos. Acabó apoyando la frente en la del otro- Te he echado de menos- dijo riendo

Le ofreció asiento en su cama, haciéndole antes un hueco entre toda la ropa y los trastos que la cubrían. Lla habitación era un auténtico desastre, pero Nasher tenía un aspecto radiante.

-¿Has recibido la invitación? Seguro que si. Estoy deseando que llegue el día de la fiesta, con toda esa gente importante...

Nasher se sentó en una silla, con los brazos cruzados apoyados en el respaldo y haciendo equilibrios en las patas traseras. Ya estaba emocionado con la idea de la fiesta, pero la visita de Giz le había puesto hiperactivo.

Como Giz había predicho, Nasher estaba colgando del techo, más o menos. Era algo así como su seña de identidad lo cual lejos de aburrir al goliat, le resultaba bastante divertido. Hasta Giz, obtuso a ratos, disfrutaba con la gracia con la que la quimera se reía de la gravedad sin usar magia. Observó como caía al suelo y casi no le dio tiempo a ver que se acercaba.

-Pues no duermo much...-El abrazo lo sorprendió y casi le exprimió el aire del cuerpo, mientras que el beso consiguió borrar el cansancio de su cara e hizo que una expresión más alegre se instalara en su lugar. Giz dejó que los ojillos saltones de Nasher se enredaran con los suyos antes de responder con otro beso-. Yo también te echaba de menos.

Aceptó el hueco que le hizo en la cama y, por un parte, se alegró de no ser el único asreniano de Rocavarancolia con la habitación hecha un lío. Se dejó caer, ya que sentarse habría sido un eufemismo, y esta vez fue él quien casi se come con la vista a Nasher. Al hecho de que se le veía más feliz que una perdiz, se le unía lo mucho que se le notaban los entrenamientos en la sede. El asreniano pelirrojo estaba de muy buen ver.

-Te sienta bien el ejercicio-le concedió con media sonrisa en los labios. Giz se sentía un poco tonto diciéndole algo que hasta él debía de saber, pero lo cierto es que tampoco sabía muy bien de qué manera abordar el tema de Enna. Resopló y decidió empezar por el principio-. Sí que recibí la invitación, justo de eso venía a hablarte...-se rascó la cabeza para darse el lujo de pensar en como seguir-. Bueno, lo primero era preguntarte si te apetece tener de acompañante a un goliat con trastornos de sueño-comentó con menos vergüenza de la que se podía esperar en él-. A mí sí que me apetece una quimera-si debía de haber algo de sutileza en esa aclaración, Giz la perdió antes de exponerla en voz alta-. Y luego... ¿Sabes que a la fiesta irán todos los transformados?-hizo hincapié en el todos y dejó que Nasher meditara eso, prefiriendo allanar un poco el terreno antes de ir al grano-Enna... Podría estar viva...-explicó con cierta inseguridad-. Y transformada y eso.

-Vaya, gracias- rió Nasher, sinceramente halagado por las palabras de Giz- Y no me importa en absoluto acompañar a un apuesto goliat al baile- dijo en tono jocoso.

Cuando Giz mencionó a Enna el rostro de Nasher se ensombreció. Aquel nombre le traía muchos recuerdos amargos y muchos fallos estúpidos por su parte, de los que se culparía en aluna parte de su mente hasta el fin de sus días. Sabía que existía esa posibilidad, no obstante había decidido ignorarla, pues prefería estar ilusionado con el evento que comerse la cabeza con malos pensamientos. Había pensado en lo que haría de volver a encontrarse con Enna, muchas veces antes y después de transformarse, y en todas las posibles situaciones que se le habían ocurrido, y en ninguna de ellas tenía muy claro si sería capaz de perdonarla por lo que había hecho, o de perdonarse a sí mismo.

-Antes de abandonar a Enna en los acantilados le prometí que si volvía a verla la mataría- dijo con voz ronca- Y creo que le debo a mis compañeros el cumplir esa promesa...- miró a Giz y comprendió su preocupación. Arrimó un poco la silla y le rozó la mano con delicadeza- Pero no pienso aguaros la fiesta. Quiero dar una buena impresión, y tratar de asesinar a alguien en una sala llena de gente y con invitados extranjeros no me parece la mejor forma de hacerlo- dijo tratando de quitarle hierro al asunto- Tranquilo. Y... gracias por preocuparte...

Giz dirigió una mirada franca a Nasher, le colocó una mano en la rodilla y puso cara seria. Esperaba que la quimera estuviera de broma por lo de la imagen, pero por si acaso...

-No me preocupan ni Enna ni nuestra imagen pública. Me preocupa que te ejecuten-al asreniano le dolió un poco ser tan directo, pero no quería un malentendido mortal y lo mejor era hacerlo así-. Ya colaboré una vez con lo de Valenz y no me siento orgulloso. De hecho-Giz se puso casi más serio todavía-, no te recomendaría que pasaras por algo parecido. Pero lo dicho, sería un poco hipócrita intentar impedírtelo...

Giz se quedó en silencio unos segundos, reflexionando antes de volver a hablar y, cuando habló, lo hizo con un tono algo más conciliador, pero también más decidido.

-Mira, el rey quiere una fiesta de gala. Vamos, le damos la fiesta que quiere y nos desentendemos de todo. Yo puedo ocuparme de que no veas a la daeliciana y así no incumplirás ninguna promesa. Es más, si lo hago lo suficientemente bien, podríamos tener una buena fiesta y una forma bastante segura de rastrearla más tarde. ¿Te parece?-Giz hizo una pausa para coger aire y, ya de paso, para no cargar a Nasher hablando tanto y tan seguido-. No te estoy diciendo que la tengas que matar al acabar la noche-aclaró enseguida, consciente de que podría malentenderse-. Simplemente te recuerdo que tendrás esa posibilidad ahí, para cuando la necesites.

Esta vez fue él goliat quien saltó de la cama, aunque con menos gracia de la que había mostrado su amigo al bajar del techo, y se acercó a Nasher para besarle.

-Entonces... ¿Hemos dicho que ya tengo pareja de baile oficial, no?-Giz no supo si el cambio de la conversación había sido un poco brusco, pero lo hizo a sabiendas de que no se había guardado nada.

Nasher intentó disimular la tristeza en sus ojos. No era un tema que le fuese sencillo tratar, pero no tenía intención de dejarse llevar << ¿Pero y si no puedo contenerme cuando la vea?>> Por suerte Giz parecía tener un plan, y Nasher quiso comérselo a besos por ello. Intentó retener sus labios el mayor tiempo posible y tras liberarlos se relamió.

-Te advierto que tendrás que mantenerme muy ocupado para que no preste atención a otras cosas- dejó caer con picardía.- Y claro que tienes pareja de baile oficial ¿qué otra pareja de baile hay por ahí mejor que yo?- rió

Hizo todo lo posible por cambiar de tema, preguntándole por la ropa de la fiesta y enseñándole lo que él llevaría. Pronto el asunto estaba olvidado y el ambiente menos tenso. Nasher no arruinaría la fiesta por sed de venganza, pero la perspectiva de poder ir tras Enna después le aliviaba y preocupaba a partes iguales. Deseaba que Enna hubiese muerto, así no tendría que pensar en ella. << No, aunque estuviese muerta acabaría invadiendo mi mente...>>

Ka no se apartó de la puerta hasta que sus compañeros no lograron calmarla, convenciéndola de que nada de lo que decía iba a pasar. Tuvieron que prometer que se seguirían viendo varias veces antes de que la libense lo aceptara del todo y subiera a por sus cosas. El norteño no tuvo problema en echarse la bolsa de la muchacha al hombro cuando esta se lo pidió, no suponía demasiada diferencia con respecto al peso que ya cargaba. Se despidieron de Shiz, Ariv y RR a la puerta del torreón, y pusieron rumbo a la Sede de los Taumaturgos, aquel lugar que sería su nuevo hogar por el momento.

Tardaron bastante en encontrar el dichoso minarete, ya que las indicaciones de Miseria habían sido mas bien escasas, pero cuando el norteño avistó el torreón rojizo en la distancia no le disgusto lo que vio. Estaba construido con madera rojiza y tenía tres plantas, decoradas con arabescos y cenefas, inspiraba cierta calidez. El idrino apretó el paso para llegar cuanto antes y explorar el interior, pero cuando alcanzaron la puerta frenó en seco, había un pequeño grupo de personas para recibirles, o eso parecía. Reconoció a Yrio y a la mujer lobo llena de cicatrices que los había recibido cuando llegaron a la ciudad, pero el chico que cambiaba de color no le sonaba de nada.
-Buenos días -saludo cuando llegó a su altura, acomodándose el saco en el que Pablo estaba a salvo del sol-, esta es la Sede de los Taumaturgos, ¿verdad? Sería una lastima que no lo fuera -comentó admirando los detalles exteriores mas de cerca-. Mi nombre es Saren, por cierto -se presentó, no muy seguro de si la loba ya conocía su nombre.

No puso muchas pegas a que Saren cargase a Pablo, el de por si iba bastante cargado con los libros que era bastante voluminosos.Lo que no se espero, fue la reacción de Karime, ala que tuvieron que calmar entre todos prometiendole que no iban a dejarse de ver, algo que al menos DL pensaba cumplir.

-------

El encontrar un edificio en aquella ciudad, era igual que deshacerse de todo el polvo de Maciel. Se perdieron un par de veces, dado que no sabían con exactitud la posición de la Sede ni como era el edificio en si. Finalmente tras muchas vueltas encontraron el dichoso edificio, por pura eliminación, y frente este, o DL esperaba que fuese ese edificio de color rojizo el que estaban buscando, se encontraba Yrio junto a la mujer que les había dado la charla cuando llegaron y una...criatura mas. "¿Otro lagarto? Parece ser como el que vino a Maciel ¿como se llamaba?...mm ah si, Giz. Así que no es una tranformacion en si, sino que viene del mismo mundo...aunque este chico no para de cambiar de color ¿sera esa su transformación?" pensó con curiosidad al verlo, acercándose y dejando que Saren se presentara, observando a aquel chico que era al único que no conocía y que parecía vivir también en la Sede. Su mirada se paseo segundos después por Yrio y la mujer loba, recordando que en el pregón había oído mencionar a Yrio teniendo que reformar la ciudad. "¿Que habrá hecho para tener que estar en el grupo "destructivo" se pregunto observando al sinhadre con atención antes de finalmente decidir presentarse.

- Soy DL, un placer -se presento el cambiante un tanto fuera de lugar observando el edifico y que todos seguían en la entrada como vigías- Si esta es la Sede, ¿hay que hacer algo para poder entrar?- pregunto ya que los veía a todos un ahí sin adentrarse al edificio, así que suponía que tal vez necesitaba algo para tener permiso para entrar.

Había memorizado más o menos el camino hacia el torreón y también había preguntado por sus señas a los de Serpentaria, lo cual me ayudó bastante.  Me habían dicho que era una torre de base cuadrada, tres plantas, todo madera rojiza, decorado con motivos geométricos y de otras culturas para mí desconocidas... Y eso es lo que apareció al girar una esquina cuando ya me creía perdido. Para mayor seguridad, había unas siluetas en la puerta, así que aceleré el ritmo. Sin embargo, cuando reconocí a la que nos dio el discurso el primer día, me detuve en seco.

-Hola... Pido disculpas por lo que os dije a ti y tu compañera el día del discurso... Soy Atol, aunque ese nombre ya no represente al que soy ahora...-digo, además de presentarme al lagarto de los colores. Luego miro a los de Maciel, entre los que destaca K, y también veo a Yrio, quien ya no arde-Hey, ¿también os trasladáis aquí? Hmm... ¿Va a ser K la única mujer del torreón? Ya tenemos jefa entonces.-digo riendo.

<<Lo que aún no sé es en qué se transformó... Ya le pregunto o me entero luego>>

Karime, un poco más tranquilizada luego de su efusividad de la mañana, buscó junto a sus amigos lo que sería su nuevo hogar y, aunque tardaron un poco en encontrarlo, finalmente vieron el torreón rojizo. Era el torreón mejor conservado de la zona, por lo que no dudaron que sería el elegido. Aunque la libense hubiera preferido que fuera su roñoso Maciel, se acercó a la Sede con su característica sonrisa lobuna. Sus amigos habían prometido no abandonarla, no tenía nada de lo que preocuparse.

Cuando llegaron al torreón, vieron en la puerta una congregación de gente, reconociendo solo a Yrio, ya que el día del discurso ella y Ariv solo habían oído la voz y no habían visto los rostros de las consejeras.

- ¡Yrio, pequeñín!- saludó al sinhadre con su voz ronca, para luego acercarse y darle un mordisquito en la cara. Por si acaso el niño no la reconocía, siguió hablando.- Soy Karime y ahora soy una… loba, creo que se llama. Bueno, supongo que tu lo sabrás, parece que ya te has hecho amiguito de una.

Aunque estaba muy alegre por haber visto a Yrio, no había pasado por alto la presencia de los dos desconocidos, por lo que se mantuvo alerta. En ese momento apareció tras ellos Atol, el que tampoco había sufrido tantos cambios como ella o Saren o DL, al igual que Shizel, y al que saludó con un mordisquito en la cara.

- ¡Atol! ¡Cuánto tiempo! ¿Jefa? Prefiero soberana y señora de todo ser viviente, pero no nos andemos con tecnicismos sin importancia. Además, me estoy volviendo muy permisiva con mis súbditos. Ahora permito hasta que respiren sin mi consentimiento.- bromeó la libense alegremente.

Yrio recibió a Karime con sorpresa. No esperaba ver a la chica tan... cambiada. Tenía el pelaje espeso algo pringoso de la noche anterior, pero igualmente el chico la abrazó igual y le hizo unas caricias.

-Er... sí, bueno, amiguito...- Yrio miró a la consejera algo incómodo.

La mujer carraspeo para llamar la atención del grupo y explicó en qué consistía el torreón y como hacerse residente.

-Dentro encontraréis todo lo necesario para continuar vuestro aprendizaje hasta poder ser autosuficientes. Simplemente elegid una habitación vacía e instalaos. Podeis escribir vuestro nombre actual por el momento, ya se cambiará si decidís hacerlo.

Repasó a los chicos uno por uno, como sopesando sus posibilidades, hasta pararse en Karime.

-Aqui no hay profesores. Podeis intentar buscar a algún veterano para hacerlo vuestro maestro... o puede que algún veterano tenga interés en vosotros.- miró a Karime a los ojos- Tú podrías ser util para nuestro ejército. Si estas dispuesta, te someteré a un entrenamiento personalizado, claro que primero tengo que ver de qué pasta estás hecha...

Por su parte, Nasher había reconocido a DL como foner. Inmediatamente corrió hacia el chico lanzando destellos de emoción.

-¡Eres un foner! Porque lo eres, ¿verdad? Oh, tengo muchas cosas que hablar contigo. ¡Ven!

Arrastró a DL al interior de la Sede y se lo llevó escaleras arriba.

Apenas si pudo prestar atención a la palabras que le decía la loba a Karime cuando de pronto en su campo de visión apareció el chico multicolor, hablando tan rápido que le costo un poco entenderle, mas porque lo tenia mas perdido viendo como todo su cuerpo cambiaba de color conforme hablaba.

¿Responder a las preguntas? No pudo, de un segundo a otro se vio atravesando las puertas de la Sede y siendo secuestrado hacia una de las habitaciones del lugar, apenas hecho un vistazo fugaz al interior mientras era llevado a saber donde. Algunos muebles de cuero por ahí, una cocina por allá...no presto mucha mas atención al interior.

-Un momento, espera, ¿donde me esta llevando? ¿Y quien eres tú?- pregunto confundido por la emoción que emitía por todo el cuerpo, literalmente, el chico lagarto. Consiguió finalmente soltarse cuando fue metido en una habitación, en realidad no había tenido necesidad de ponerse ala defensiva, el chico aquel no mostraba signos de violencia mas bien parecía la felicidad andante.

-¿Hablar conmigo? No creo que nos conozcamos- dijo no muy seguro de eso, a saber si los transformados que llevaban mas tiempo no los habían espiado o algo así, mas ante la visión del que tenia enfrente que tal vez se lo imaginara, pero parecía que a momentos se confundía con el fondo al adquirir el mismo color que la pared del cuarto.

Dirke llegó a la sede algo desanimado. El paseo de vuelta, tomar el aire y el sol le habían servido para ahuyentar cierto miedo que había nacido con la muerte de Elliot. Morir le asustaba, pero había tenido tiempo de sobra para convencerse de que todavía no lo haría. Elliot trabajaba matando gente, sola, y destacaba demasiado, quizá por lo competente que llegó a ser. Él no era más que un arbolillo insignificante, que no destacaba en absoluto y que había pasado los primeros años después de su luna perdido por los bosques de diferentes mundos. <<¿Quién querría matarme a mí?>> se preguntó, casi con alivio, mientras entraba al minarete.

Su expresión cambió de golpe al aparcar todo su cacao mental para poder recibir a los novatillos que había desperdigados por la sala.

-Me llamo Ramas-dijo para todos, presentándose. Examinó a los recién llegados uno por uno y cayó en la cuenta de que algunos le sonaban. Uno, el que parecía ser un nix, era el libense que se puso a tallar a su lado en Letargo. También le sonaban mucho el muchacho pelimorado y un tipo que tenía las pintas, los colmillos, de ser un vampiro-. Soy el árbol de vuestra puerta. ¿Os recordáis, no? Le pegué un ramazo a vuestro compañero, por intentar hacer rayas en la corteza-explicó como pudo, para hacerse entender al tiempo que trataba de contener la risa ante el recuerdo de la torta que le dio al pobre muchacho.

A medida que la loba erguida iba hablando, Karime pudo captar en su actitud las características de un alto rango, por lo que adoptó una postura firme, acostumbrada a reaccionar a ese tono femenino con disciplina. Cuando la loba se dirigió a ella expresamente, la libense tuvo que contener sus ganas de saltar de alegría. “¡El ejercito! ¡Me está diciendo que puedo formar parte del ejercito de Rocavarancolia!” Pensaba alegre. No se lo podía creer. Ella, que estaba hecha para luchar y defender a sus seres queridos, podría seguir su formación nada menos que desde Rocavarancolia. Ya se imaginaba a sus amigos felicitándola y a sus padres más orgullosos de lo que nunca habían estado. Y a Ilol, a su querido Ilol sonriéndole como solo él sabe hacer.

- Me presento.- comenzó seriamente a hablar la loba.- Mi nombre es Karime. Vengo de una familia con mucha tradición militar en mi mundo natal, Libo. Yo misma, comencé mi instrucción en la Capital cuando me fue posible y antes de venir a Rocavarancolia. Le aseguro que si me aceptan en el ejército nunca se arrepentirán.

La loba se mantuvo firme y seria mirando a su congénere llena de cicatrices y pensando que, tal y como iban las cosas, solo faltaban Ilol y Lima viviendo en Rocavarancolia para que la vida fuera perfecta. Por el rabillo del ojo, la loba pudo ver como el desconocido multicolor saltaba con entusiasmo sobre DL y como aparecía otro chico presentándose como Ramas, pero no les prestó atención. Al fin y al cabo, ahora ese iba a ser tanto su hogar como el de ellos, tendrían tiempo de sobra para conocerse.