Sede de los Taumaturgos (Archivo II)

Los ojos de Toima rodaron al vislumbrar las presencias que se acercabam ¿Quienes serian? Pronto logró identificarles, cuando ya estaban en la puerta. Los ojos de Toima rodaron una vez más, apuntando a Tánia que le espiaba desde la escalera, habiendose peinado los pelos mañaneros.
-Tánia, no puedes huir de mi mirada. Ve a abrir la puerta.-
Tánia dio un respingo al verse descubierta. Era para ella fascinante la manerea que su amo podia tener todo controlado con sus ojos. Se quedó ensimismada mirando los irises escarlata que la apuntaban.
-¿Tánia?-preguntó Toima, aún de espaldas.
-¿Si amo?-contestó diligentemente.
-La puerta. Ábrela.-dijo Toima girandose.
-Oh si si. Ahora mismo amo.-
La chica corrio veloz a la puerta y la abrio para quedarse con la boca abierta al ver a los presentes, más transformados. Acto seguido se apartó del umbral y bajó la cabeza, en señal de respeto por los transformados. Como no sabia que decir se quedó callada y cabizbaja, manteniendo una postura que consideró respetuosa, con los pies muy juntos y las manos entrelazadas entre las piernas.

Toima tragó el último trozo de su bocadillo y se acercó a la puerta. Les recibio con una alegre sonrisa.
-Mirad quien ha decidido visitar...-comentó en aire alegre. Como estaban mirando a la chica pronto Toima pasó a explicarles.-Esta es.... Tánia ven aquí.-
La chica corrio al lado de su amo lo más rápido que le permitieron sus piernas. Toima le agarró suavemente la cabeza, como acariciendosela.-Esta es Tánia: mi nueva y brillante ayudante. La encontré en un golpe de suerte en Nubla.-Tánia se ruborizó.-Salúdales, Tánia.-
Tartamudeando la chica habló.
-H-hola ¿como están?-dijo por cortesia pero no esperaba respuesta alguna. Parecia que le habian clavado ahí y que de ahí no se iba a mover.
-No dudeis en pedirle nada en mi nombre. La chica es condenadamente lista. Tanto que me asusta.-contuvo entonces una carcajada, para no dañar a Noel.

El señor káiser nos abrió la puerta de la sede. Había dicho que iría a hacer una visita a Nubla, ya debía de haber vuelto... Mis sospechas se confirmaron cuando nos presentó a una chica llamada Tania. Vaya, así que el señor káiser también había traído a un nublino como sirviente. Jack ya había estado llevando a Elunin a los entrenamientos, un chico joven bastante curioso. Después de conocerle había leído acerca de Nubla. Era un planeta cuya principal característica era la fascinación por Rocavarancolia. Aunque sospechaba que esto era así especialmente desde el punto de vista de la propia ciudad, pero tras conocer a Elunin estaba claro que al menos gran parte de sus habitantes sentían verdadera devoción por ella y sus transformados. Lo mismo parecía ocurrir con la sirviente del señor káiser. Tania era una chica bajita y tímida que parecía más joven que yo. << Yo ya tengo quince años ahora que caigo... ya hace varios meses que fue mi cumpleaños>>, pensé de pronto. Se me hacía raro el haber cumplido años y no haberme dado ni cuenta.
-Hola, señor káiser, ya ves que no te libras de nosotros ni en nuestro día libre -sonrío-. Encantado, Tania, soy Noel -me presento sonriéndole para tratar de que se sienta menos nerviosa.
La verdad es que no me gustaba mucho la idea de que trajesen habitantes de Nubla para utilizarlos como sirvientes y yo nunca lo haría, así se lo comenté a Jack. Pero tampoco era algo tan malo, ellos parecían felices después de todo.

Noté que el señor káiser había reprimido una carcajada y eso me recordó el asunto que tenía pendiente. Mientras entramos a la sede lo comenté.
-Menos mal que no te has reído en alto, se me está acabando la magia y no quisiera gastarla toda en burbujas de silencio -comento-. Gael me habló de los subterráneos, queremos ir allí pronto, yo podré conseguir magia y Gael creo que quería ir por algún motivo también -digo pensativo mientras lo miro inquisitivamente.

Quien nos abre la puerta al llegar a la sede es una chica bajita que no había visto nunca antes. Antes de que pueda preguntar disimuladamente a los demás si la conocen de algo alaprece el Kaiser y nos la presenta como Tánia. ¿Más gente de Nubla? De veras son tan incondicionales como dicen. Primero Elunin y ahora esta chica, y ninguno de los dos parece odiar lo que hace.
-Encantando, yo soy Koval -digo después de Noel-. Aunque todos aquí me llaman Gael, era mi viejo nombre -añado tras pensarlo un momento. No tiene sentido presentarme como Koval si la muchacha no va a oirlo prácticamente nunca de las bocas de los demás.
Después, Noel comenta que podríamos ir a los subterráneos a por magia, como habíamos comentado alguna que otra vez. Recuerdo haberles contado a todos alguna vez mi incursión allí con los demás.
-Yo quiero conseguir un vlakai -explico después de la intervención de Azura-. Son como murciélagos muy grandes... Será bueno para las prácticas de vuelo, puede salir a la luz del sol sin problemas, y además encontré gran utilidad a los ultrasonidos que emiten. Supongo que si no lo conservo bien se deteriorará pronto y no podrá hacer cosas tan sofisticadas, pero habrá que intentarlo.
Me callo de pronto al darme cuenta de que me estaba explayando demasiado con la emoción de volver a tener en mi poder el cadáver de uno de esos animales. E incluso contaba con poderme llevar algún otro trofeo de los subterráneos. Ojalá fuesemos pronto allí abajo de nuevo, incluso aunque me de un poco de miedo lo estoy deseando.

Al fin parece que puedo comprobar que la runa que instalé en la puerta de la Sede funciona. Esta forma parte del lenguaje rúnico para trampas que he estudiado, aunque no tengo cómo practicarlas más que con las alimañas de la ciudad −dudo que alguien tenga ganas de ser el conejito de indias para que le reviente una pierna o lo encierre en una jaula de fuego−. Además, con estas runas es más fácil sobrepasarse y consumir demasiado poder mágico.
Otra de las desventajas que presentan es que no consumen poder al dibujar la runa, sino cuando se activa. Esto implica que no te puedes dejar runas dibujadas por ahí, así que sólo se pueden dibujar si se sabe que se van a usar en seguida.

La ventaja es la sencillez de escritura, pues es un lenguaje rúnico cuyos caracteres son alfabéticos y la runa se constituye con una frase de estructura sencilla −compuesta de acciones, nombres y números−, pero no se pueden subordinar estas para poner dos acciones o más en una runa. Además, permite programar el número de usos de la runa con caracteres numéricos −si no se pone nada, su uso es ilimitado−. Son rápidas de pensar y escribir si sabes claro lo que quieres que haga. Aparte, se pueden anular borrándola o rompiéndola, lo que supone una desventaja por lo fácil que es desactivarlas. Se activa según las condiciones impuestas en la runa.


Volviendo a la runa de la puerta, esta cumple la función advertirme en caso de detectar que alguien entra en la Sede, sea por donde sea. Concretamente, escribí “Avisar entradas edificio Adara”. La voluntad del dibujante de la runa es la que complementa la ambigüedad de la frase, con lo que quedaría: “Avisar las entradas al edificio a Adara”. No siento ninguna sensación extraña como aviso, ni cosquilleo ni nada por el estilo, tan sólo sé de repente cuántas personas acababan de entrar en la Sede. Puedo comprobar también que la runa no precisa el lugar de entrada −una de las limitaciones de este lenguaje, parece ser− y que el poder mágico que consume es pequeño, con lo que es conveniente dejarla puesta.

Mientras sigo pensando en la runa, bajo hasta la puerta en la que oigo voces conocidas. Ahí están todos los que detecté. Me fijé en Giz, que seguro que ha detectado la activación de la runa con su gola.

Además, parece que hay alguien más que no conozco. He oído que el de los ojos la ha presentado como Tania, una “ayudante” traída de Nubla −una sirvienta, vaya−. Saludo a todos y me presento a la nueva. A continuación, paso a responder lo que acababa de oír en boca de Gael, Noel y Alicia azul.

−No estáis preparados aún para eso. Gael, tú eres más poderoso y sé que te valdrías ahí abajo, pero sólo. Ellos no deben ir ahí abajo, es muy peligroso incluso para ti. Tal vez pienses que ser más os lo hará más fácil, pero como salga alguna criatura poderosa y tengas que hacer de niñera de los demás estaréis en más peligro que si fueras sólo. −Sé que mis palabras suenan muy duras y directas, pero les tengo que dejar claro que no deben ir−. Espero que lo entendáis, pero necesitáis más tiempo antes que podáis enfrentaros a lo que hay ahí abajo.

Oigo voces fuera. Con curiosidad, salgo de la sala de entrenamiento, de donde no suelo salir mucho excepto para comer, a veces ni eso.
Estan Adara, Noel, Alicia, Gael, el que se hace llamar káiser, Giz y...no conozco a la otra. Por lo que dicen, deduzco que es una esclava del káiser. Me presento convenientemente.
-Hola, creo que no nos hemos visto antes...soy Aníbal.-digo educadamente.
Miro a Adara con curiosidad. Sé que ha estado haciendo algo durante mucho tiempo, un año o más, pero no sé el qué...
-Adara, ¿qué has estado haciendo durante este tiempo?-pregunto-. No sé, parecías muy ocupada con algo, y yo no me he enterado...estaba muy ocupado entrenando.
Oigo la conversación que tiene Adara con los demás y frunzo el ceño.
-No deberíais ir...no hasta que hayáis entrenado mucho. Con la de peligros que hay allí abajo...de hecho, ni nosotros los conocemos todos. Estoy de acuerdo con Adara. Aunque, ¿qué queréis hacer exactamente allí?

Al pasar, la gola me advierte de algo. Se había producido magia conforme entrábamos, algún hechizo muy básico, por lo que he percibido. << ¿Quizá una runa de Adara...? >> me digo al recordar a la ángel negro. Sin embargo me siento un poco frustrado, pues ¿de qué me sirve detectar un hechizo cuando ya está hecho? Si hubiera sido un hechizo para hacer estallar la sede estaríamos todos muertos ahora. << Pero no lo ha sido >> me recuerdo. << En fin... >>. Agito la cabeza y me quito de encima ese pensamiento para saludar alegremente a... ¿Una chica nueva? Por su aspecto parecía una blandita joven, pero no era del mismo planeta.

Entramos y nos acomodamos y entonces el Káiser nos explica quién es la chica nueva. << Cómo Elunin... >>. Lo cierto es que tienen cierto matiz parecido en el olor. Ya me cuesta entender por qué Jack precisa la ayuda de Elunin y más todavía qué gana él en atenderle, para que ahora aparezca una segunda. << ¿Les hace feliz ser sirvientas? >> me pregunto ligeramente mosqueado. Conozco la ferviente admiración nublina por la ciudad, pero soy incapaz de hacerme a la idea de qué encuentran aquí como sirvientes de Jack, Kaiser o quien sea que no pudieran conseguir sin ningún tipo de obligación hacia nadie. << Ya están en la ciudad, pueden elegir no obedecer... >>. Por segunda vez alejo mis pensamientos y trato de prestar atención a lo que ocurre en la sede. Hasta que hablan Adara y Aníbal. La gota que colma el vaso.

La primera dice que es arriesgado, poniendo especial detalle en que aún más para Noel y para mí; el segundo, que ni se sabe lo que podríamos encontrarnos ahí; ambos están de acuerdo en que no deberíamos ir. << Nos subestiman >>. Y eso me toca directamente la moral.

-No somos críos ni indefensos ni con ganas de jugar-espeto-. Sabemos lo que se cuece ahí abajo, pero sabemos también cómo apañarnoslas para no formar parte del cocido- << La luz es lo más importante, la mayoría de seres ahí abajo no están acostumbrados a ella...>>. Recito mentalmente, como si yo mismo necesitara asegurarme de que lo que he dicho es cierto-. Me voy fuera, os espero allí tomando el aire-me levanto malhumorado y salgo del edificio, sentándome con la espalda apoyada en una pared cercana. << No es tan peligroso >> me repito al tiempo que sigo repasando mentalmente todo lo que sé sobre los subterráneos.

Los ojos de Toima grabaron con fuego las reacciones de las caras de cada uno. A algunos no les importó la presencia de la nublina como su ayudante. A otros, claramente les molestó. Toima quiso explicarles el porque de la necesidad que tenia de haberse traido a la chica del mundo vinculado. Sus palabras murieron en la garganta. ¿Como iba a explicarles que, aún a pesar de estar juntos como amigos se sentia tan solo? Aquella soledad que habia experimentado en cerrado entre los muros de cemento armado. Su tediosa y solitaria vida de convicto. Nuevas paredes y estaba en otro mundo, pero Toima seguia con aquel sentimiento de opresión en el pecho.
Tania, por su parte, estaba muy nerviosa y ni se atrevia a decir nada. Ya le costó bastante asimilar que le habian respondido pero más aún era creer que aquello verdad: Que estaba en la ciudad, rodeada de cosechados donde podria tener el privilegio de servir a uno de ellos. Seguia detrás del ulterano, sin levantar la mirada de los pies.

Los chicos hablan sobre ir a los subterraneos. Toima no podia decir que no sabia lo que era ya seria una mentira. Durante su corta estancia en el exterior, antes de ser "bienvenido" apropiadamente dicho a Maciel, Toima habia vagado la ciudad y en uno de sus encuentros, una criatura negra y peluda, con muchas patas le asaltó al intentar entrar a una casa. Aquel ser, le arrastró por todo el lugar antes de intentarle introducir en un abismo que habia en medio del tablado. Intentandose liberarse, el ulterano le cortó una de las muchas patas de cuajo y el animal retrocedio, dolorido al abismo, manando de él un fangoso líquido verde. Cuando Toima creia haber estado a salvo, un millar de patas más comenzaron a asomarse de él, y unas fauces de hileras infinitas de deintes se abriean y cerraban, ansiando su carne. De no ser porque el ulternano mató a lso que tenia más cerca y salio por patas de la runia de casa, no estaria ahí en ese momento.
-Nada de lo que hay ahi es bueno.-soltó Toima de pronto.- Son todo bestias ciegas que intentarán devoraros a la mínima de cambios. Yo una vez me adentré algo en sus dominios y logré escapar por el sentido del humor trastocado que tiene el destino. No vayais. Ni ahora, ni nunca. Esa es mi conclusión.-dijo, cerrandose de brazos mientras contemplaba con preocupacion a los chavales. Esperaba que no intentaran nada alocado, no queria verles muertos, a ninguno.

Gael cuenta cual es su interés en ir a los subterráneos. Claro, eso era, quería conseguir uno de esos vlakais de los que me habló. Para mi sorpresa también Alicia se muestra interesada en ir. Sin embargo cuando aparecen Adara y Aníbal el ambiente se vuelve tenso de repente. No les parece buena idea que vayamos solos, ni aunque Gael ya hubiese estado allí en otra ocasión. Adara comenta algo que me molesta un poco. Es cierto que Gael lleva un año más que nosotros en la ciudad, pero aún así no puedo evitar sentirme dolido por la dureza de sus palabras. Las de Aníbal no hacen sino echarle más leña al fuego y el señor káiser se muestra igual de tajante al respecto. Giz, a quien noté visiblemente molesto por el hecho de que también el señor kaiser trajese a una nublina como sirviente, estalló y salió fuera del edificio.
-Pero, maestra... -me dirijo a Adara, inseguro-. Gael ya estuvo allí y yo necesito ir porque no puedo posponer más lo inevitable... -ladeo la cabeza y miro hacia otro lado-. No puedo estar dependiendo de los demás toda la vida para la magia, ¿sabéis? -los miro a los tres con expresión seria-. Por algo he entrenado duramente durante estos dos meses, puede que no sea ningún portento pero creo que me sé defender.
Había postergado demasiado esta incursión para conseguir magia y, por lo que me había contado Gael, los subterráneos eran un buen sitio para hacerlo. Preocupado por Giz, salí tras él.
-No te enfades, Giz... en el fondo seguro que sólo están preocupados por nosotros. Aunque no puedo negar que no me haya molestado lo que han dicho. Es como si no tuvieran confianza ninguna en nosotros ni en lo que hemos aprendido de ellos -me siento al lado de Giz-. Y yo necesito enfrentarme de una vez por todas a la forma de obtener magia que tiene este cuerpo -digo con decisión mientras miro hacia mis garras y cierro los puños-. Iré, como sea.

El ambiente cambia de repente cuando Adara, y después todo los demás, deciden estar de acuerdo en que es demasiado peligroso vagar por los subterráneos solos. Habíamos revelado nuestros planes con ilusión y sin embargo al decirnos algo como eso nuestros ánimos se derrumbaron. Giz parecía especialmente afectado, tanto que termina por marcharse afuera... y eso me preocupa. Cuando Noel se explica, tampoco se queda atrás, aunque lo hace de forma menos ruda. Desde mi punto de vista, tiene razón, necesita la magia... y como dice Giz, también sabemos lo que hay ahí abajo. Hemos hecho consultas y les he contado lo que yo mismo vi aquel día hace ya un año. Por un lado, sé que los demás tienen motivos para frenarnos... entiendo cómo se sienten, pero no quiero que nos traten así por ser menores que ellos. Una vez transformados, el poder es semejante en todos nosotros, da igual la edad.

Cuando Noel sale afuera detrás de Giz estoy tentado de seguirlos al momento, sin añadir nada más a lo que han dicho ellos, porque lo considero suficiente. Pero entonces recuerdo a qué habíamos ido allí y, aunque tal vez no era el mejor momento, siento ganas de dejárselo caer a todos para que no nos subestimen por ser aún niños.
-Habíamos venido para contaros que me han hecho cosechador de Asrena. Quería que lo supiérais. Esta noche he traído dos nuevos cosechados a la ciudad. -No sé por dónde seguir. En parte me gustaría sacar el tema de los subterráneos de nuevo para defender nuestra posición, pero opto por callar y salir finalmente afuera con los demás-. Supongo que será mejor que sigamos hablando otro día. Voy tras ellos.
Me vuelvo y salgo de la Sede para buscar a Giz y a Noel, que están hablando un poco alejados. Me acerco con cautela a ellos, pensando en si les sentaría mal lo que dijo Adara de mí. No es cierto, no soy más poderoso, lo único que pasa es que puedo sobrevivir allí abajo escondiéndome en cualquier cadáver. Pero aparto esos pensamientos porque eso sería como darle la razón a Adara, podría ser que estuviéramos en problemas y lo único que pudiera hacer yo sería esconderme y mirar qué sucede con los demás.

-Lo que pasa es que ellos también tienen miedo, si no se ofrecerían a bajar con nosotros -digo en voz baja-. O igual simplemente creen que ni ellos podría sobrevivir allí abajo. Pero una vez lo hicimos, y no murió nadie. No lo entiendo... sería simplemente bajar, ni siquiera haría falta alejarse demasiado de la entrada... y podemos usar magia para orientarnos -chasqueo la lengua con fastidio y no sigo quejándome. Tal vez no debería seguir metiendo el dedo en la llaga.

Están enfadados, lo que veo normal. Sé que mis apalabras han sido duras, pero también equivoqué al elegirlas, pues no quería decir que Gael fuera más poderoso que ellos -y no lo es, sólo que está mucho más preparado-. Por culpa de decir eso, creo que sólo he logrado enfadarles, y no hacerles recapacitar. Tendré que estar atenta, aunque dudo que vayan a ir muy pronto.
Gael también me cuenta que ha estado en Asrena como cosechador. No es algo que me preocupe, más bien me alegra que empiecen a tenerlo en cuenta en la ciudad.

-No es tampoco para deciros que no vayáis nunca, pero aún es demasiado pronto -digo en respuesta a lo que han dicho los visitantes de Serpentaria y el káiser, aunque sólo me oyen el último, Aníbal y Gael-. Sé por qué tenéis que ir, pero no es el momento. Y bien hecho, nuevo cosechador. -Tengo curiosidad con saber cómo se lo habrán tomado los demás, espero que bien.

Cuando salen todos, dejándome con un mal sabor de boca, recuerdo que Aníbal me ha hizo antes una pregunta. Mi voz sale forzada y malhumorada, se nota que no tengo ganas de hablar con nadie.

-Principalmente, me he dedicado a entrenarme y entrenar a los nuevos transformados. La verdad es que me gusta esto de enseñarles. Además, he estado estudiando lenguajes rúnicos, de momento llevo dos aprendidos.

Paso por al lado de ellos y subo directa a la habitación que uso para dormir. No tengo ganas de hacer nada, estoy enfadada conmigo misma y preocupada por mis alumnos, mis amigos. Doy un fuerte golpe en la pared que solo sirve para hacerme daño en la mano. No importa, pronto se me pasará.
Me tiro en la cama, no puedo dormir pero sí pensar.

Toima estiró los ojos al ver su reación. Eran jóvenes e impetuosos. No sabian que hacian ni lo que deciar. Toima se frotó la frente, sumergido en la preocupacion, ya que parecia que los pequeños estaban con la mente fija en la idea de ir a los subterraneos. Aquello seria una muerte segura para ellos; eran solo unos críos.

Toima se dio cuenta de sus palabras y pensamientos. ¿Solo unos crios? ¿No habia sido él un crío cuando una granada de haz cortadora casi le sesgó el pie entero? ¿No habia sido él un crío cuando habia asesinado a sangre fría a su maldito tutor y profesor Unabara? ¿No habia sido él un crío cuando recibio un escopetazo en el estómago al intentar reclamar la venganza sobre su padre?

-¿Amo?-saltó Tania con la pregunta de pronto, viendo frustrado y preocupado a Toima. El ulterano no la escuchó, pues estaba absorto en sus pensamientos.

La ciudad me hizo pasar de crío a adulto-se logró contestar. Pero aquello solo le hizo plantearse otras preguntas que abrumaron su mente. ¿No habian ellos dejado de ser críos hace tiempo? ¿No les habia cambiado también la luna? ¿Eran críos solo porque no habian sido capaces de ser guerreros como él?

El ulterano se revolvio el pelo mientras les miró marcharse. No le gustaba dar tantas vueltas a algo. Él solo pensaba en el presente. ¿No podian, por lo menos esperar a que todos tuvieran un nivel como el de sus compañeros de la anterior cosecha?

-Tania.-soltó de pronto, con dejadez.
-¡S-si! ¿Qué quiere amo?-respondio diligentemente al ulterano.
Toima pausó por unos instantes.
-Quiero que aprendas a disparar con arco.-
Tania se quedó perpleja con lo que dijo el kaiser.
-Pero yo no...-
-Suficiente.-la cortó. El ulterano entró a la armeria y extrajo un carcaj y un arco corto. Se las dio de mala gana a la nublina y le hizo una señal para que le siguiera. Afuera, varios muñecos de entrenamiento estaban dispuestos y la nublina probaba suerte con su nueva tarea, errando la mayoria de los tiros para disgusto y frustración de su amo. Tras más de una hora de práctica, Toima explotó.
-¡NO! ¡NO! ¡Y NO!-dijo a gritos mientras le cogia de las muñecas y le volvia a poner en la postura correcta que le habia enseñado.- ¡Mujer, tienes que mantener siempre el equilibrio de la postura!-
Tania no podia con su alma. Aquello era agotador. No queria aprender a disparar porque no queria tener que dispararle a nada. Odiaba todas las formas de la violencia. Sendos lagrimones corrian por su rostro, hasta que hubo un momento en que no pudo aguantar más y se puso a sollozar, sintiendose inútil y desobediente de su señor.
Aquella fue la gota que colmó el vaso para Toima. Pegó un grito de impotencia. Todo le salia mal. Todo iba a acabar mal. Cargó contra el muro del torreón y descargó sus preocupaciónes como solo sabia hacerlo: Dandose de cabezazos y puñetazos contra la dura roca. Por mucho que le suplicase su ayudante, el ulterano no paraba. Fantasmas de su pasado le perseguian y le atormentaban como nunca antes lo habian hecho.
No fue hasta bien después de que la roca se tintara del color verdoso y rojizo de la sangre del ulterano hasta que paró y se desplomó sobre sus pies, inconsciente y con una hemorragia en la frente. La preocupada nublina tiró el arco al suelo y con mucho esfuerzo y preocupación, consiguio tumbar a su amo en el sofá del torreón y comenzó a aplicarle las curaciones necesarias en las zonas heridas.

Había estado caminando por la ciudad probando mi resistencia a la hora de controlar mi hambre, comiendo cuando no podía más y sabía que no le estaba haciendo a nadie mal alguno comiendome algunas hienas e inmundicias que correteaban por la ciudad, hasta entrenando si alguno de ellos resultaba ser más fuerte o hábil de lo esperado. Pero al final todos terminaron devorados por Dama Gula.

Caminé hacia la Sede con tranquilidad, pero sin dejar de olfatear el aire por si aparecía algún peligro. Ese era un hábito que había cogido de cuando era cosecha, una que me había mantenido con vida y podría mantenerme viva aún ahora, después de que la luna me mostrase mi verdadero ser. Puede que me hubiese vuelto más alta, más fuerte, más resistente, pero al final del día siempre aparecía o podría aparecer uno mejor que tu, que estuviese un escalón más arriba que tu en la cadena alimenticia y te devorase, de igual forma que yo. Esa era una cosa que jamás me permitía olvidar, no después de lo que pasó en mis primeros días de transformada en la que aquel trasgo me venció sin siquiera cansarse. Ahora sabía que había personas más poderosos que yo y era mi meta superarlos, llegar a lo alto de la cadena alimenticia, asi nadie volvería a herir mi orgullo. Nadie.

Entre en la Sede con paso tranquilo, con las armas en su lugar y el estomago lleno. Mire las paredes que estos dos meses me habían dado cobijo y un lugar en donde entrenar y mejorar. Gracias a ese lugar me estaba volviendo más fuerte, más como una guerrera de Rocavarancolia debe ser, una guerrera que puede con sus enemigos. Además de que mi metodo para matar salvaba sus pobres almas, les daba la oportunidad de ir al Nassandra en vez de vagar por ahí como almas errantes. Al final hacía el bien, que más daba que ellos no lo viesen así, que no compartiesen mis creencias. Yo sabía la verdad y no me arrepentía de mis acciones, nunca.

- ¡Volví! -grité para que los demás habitantes de la Sede supieran que hoy tampoco me había devorado ningún ser, por desgracia o por fortuna, segun por que ojos mirases. - Espero que tengais hambre, he traido comida - dije a la par que dejaba la hiena atada en el suelo a la espera de que apareciesen los demás.

El potente grito me saca de mis reflexiones, al igual que habrá sacado a los demás de las suyas −o del sueño a los que vayan a dormir prontito−. ¿Quién se pone a gritar así delante del minarete? ¿Es que quiere tirar abajo el edificio de madera sólo con su voz? Eso me recuerda a cierta fábula terrícola... una sobre tres cerditos y un lobo.

Saco la cabeza por la ventana y veo a una chica... Kaila, la recuerdo de mis visitas al Burdel. Parece que no ha cambiado nada con la Luna Roja, pero diría que un cosechado no es capaz de proyectar su voz así. Ahora, lo que dice me ha preocupa. ¿Gael y los demás no están en Serpentaria?

−Aquí no hay nadie más que los de siempre, Kaila −le grito desde la ventana−. Por cierto, soy Adara, no sé si me habrás visto transformada... o si me recuerdas de mi época como cosechada. −La chica parece reconocerme, así que bajo a su lado y paso directamente a la pregunta−. ¿Dónde han ido Koval? ¿Y los demás quiénes son?

Me dijo que no sabía donde habían ido, pero que le prometieron volver en una hora y no habían aparecido. Lo que sí me dijo es que le acompañaban Noel, Alicia y Giz. Siento como un escalofrío me recorre el espinazo al recordar la discusión del día anterior: los subterráneos.

Sin problemas esta vez, debido a la idea de seguir los acantilados sin entrar en la ciudad, llegamos a la torre que alberga a los Guerreros. Elunin me miró curioso cuando le conté esto y le expliqué que yo no podía ser guerrero, ya que ellos eran auténticas máquinas violentas y yo prefería atacar desde las sombras, contando siempre con una rápida retirada y con cuidado de no ser herido. Pero cuál es nuestra sorpresa, aún más la mía, o quizá la del nublino, cuando veo a Kaila hablando con Adara.<<< ¿Cuánto hace que no la veo? Desde la pasada Luna, casi... ¿Un año hace ya, de verdad? Uf... >>>

Me acerco pues a saludar, siempre sonriente, pero me callo cuando veo el gesto preocupado de Adara. Y no solo eso ya que su sangre también la empiezo a percibir agitada... Algo ocurre y no parece ser nada bueno. Y encima Gael, o Koval, parece implicado. Borro la sonrisa y sin más preámbulos libero la pregunta:
-¿Ocurre algo? y ¿Le ha pasado algo a Koval?
Y cómo no, como Elunin le conoce, también empieza a preocuparse y se me acerca más, pero no se atreve a preguntar ni a decir nada. Tampoco puede evitar mirar de vez en cuando a Kaila, curioso y cohibido por su presencia, totalmente nueva para él.
-Es Kaila, una amiga, de mi cosecha.-le susurro para ver cómo sus ojos brillan con entendimiento, aplacando su nerviosismo, pero no su preocupación.