Sede de los Taumaturgos (Archivo II)

Un chasquido mágico despertó a Cain de su sueño agitado. << No...>> El chasquido se repitió, varias veces. Una tras otra decenas de cadenas doradas en su mente se rompían, las voces en su cabeza estallaban en risas y gritos de júbilo para luego desaparecer. Sus demonios, sus invocaciones se estaban liberando. Cain se incorporó bruscamente,tenía que ir al burdel, tenía que asegurarse de que todo iba bien. Normalmente al liberarse los demonios vuelven a su mundo pero no tenía seguridad de que eso ocurriese, tenía que comprobarlo el mismo. Pero no le dio tiempo ni a poner los pies en el suelo, pues la piel de su espalda se abrió y se desgarró, el círculo tatuado en su espalda empezó a arder, así como todos los que le cubrían todo el cuerpo, el hueco del ojo sano comenzó a supurar una sustancia violácea y nauseabunda. Cain gritaba de dolor, frotándose los brazos de forma frenética, retorciéndose con cada nueva cadena rota, con cada voz que desaparecía. Su ojo sano, ahora de un amarillo refulgente miraba al techo sin ver más que tinieblas, el mundo que le esperaba... Una luna doraba que trataba de emular a la Luna Roja se dibujó en su mente. << Tu segunda transformación, querido amo, pronto serás uno de nosotros y un nuevo hogar abrirá sus puertas para tí...>> oyó decir. Sus garras curvas desgarraban el cuero del sofá, su boca se llenaba de dientes afilados, su piel se oscurecía y un par de cuernos negros asomaban entre sus cabellos.

-ANIBAL!!- llamó- Anibal, traeme un sacrificio, te lo suplico, un sacrificio!! Lo más parecido a un humano que encuentres, por favor, necesito que me lo traigas!!

Ya que no tenía fuerzas para buscarlo él mismo, tendría que pedir ayuda. No sabía que lo necesitaría tan pronto, y los sacrificios humanos no eran de sus preferidos pero en ese momento no había otra solución.

Suspiro y me recuesto en la silla. No me queda otra que ir a Serpentaria y esperar a que vuelvan que Nubla.

Cuando me levanto para irme, Cain se despierta de golpe. Me acerco a él, preocupado. Parece muy asustado. Y, de repente, se empieza a transformar ante mis ojos. Retrocedo, asustado.
Cuando me dice que le busque un sacrificio, ni se me pasa por la cabeza replicar. Salgo pitando para fuera de la Sede, con una mano en la empuñadura de la espada y el escudo siguiéndome.

Primero siento pánico, pero me obligo a calmarme y a pensar fríamente. He de pensar dónde puedo encontrar un sacrificio decente. La mejor opción serían los mundos vinculados, pero a Cain se le acaba el tiempo. No me queda otra que buscar un monstruo peligroso, lo suficiente como para estar al nivel de un humano. Y el mejor lugar para encontrarlo son los subterráneos. En otras circunstancias me tomaría mi tiempo para prepararme y reunir a más compañeros para tener las espaldas cubiertas, pero ahora no puedo hacerlo. Corro hacia la entrada más cercana y me adentro con mi espada, mi escudo y una armadura de entrenamiento, la misma con la que he estado entrenando hace unos minutos. No sé qué me encontraré, pero estoy dispuesto a salir de allí vivo y salvar a Cain.

(Sigue en los Subterráneos.)

Cain trata de serenarse pero parece imposible. Anibal sale de la sede, parece que va a hacerle caso, ¿o ha huido? << ¿Piensas que va a ayudarte? Es evidente que ha huido, o irá a avisar a sus compañeros para exterminarte. Le repunga el hecho de que en su propia casa haya un monstruo como tu..>> Cain rió en su dolor.
-No me eches flores, aqui hay monstruos peores que yo y ambos nos hemos enfrentado con ellos. Tienes acceso a mis recuerdos, lo has visto, asi que dejate de historias

Además pro mucho que no le cayese bien en un principio, Cain sabía como era Anibal, ya antes de su transformación era así, no era del tipo de persona que deja a la gente tirada. Solo esperaba que además de echar brazo también haya echado estómago, lo iba a necesitar cuando volviese. Los sacrificios nunca son bonitos, es una de las razones por las que cuestan tanto, a veces una de las razones por las que los invocadores no están muy allá... Cain se acurrucó en el sofá, con espasmos de vez en cuando, intentando pensar en otra cosa que no fuera el dolor. << Si salgo de esta volveré a casa, se acabaron las tonterías...>>

Acabo de levantarme de un corto sueño diurno cuando oigo un grito que proviene de una de las plantas inferiores del minarete. Mientras bajo las escaleras, oigo como alguien abre la puerta de la Sede de los Taumaturgos, diría que alguien que sale con mucha prisa. Me apresuro aún más en llegar abajo y encuentro a Cain estirado en un sofá del salón, estaba... ¿Transformándose? No sé gran cosa de su transformación, aparte del tema de invocar demonios, pero lo que le está sucediendo es, seguro, algo que no debería. Me acerco a él deprisa.

-Cain, ¿qué te sucede? ¿Quién ha salido y dónde ha ido? Quiero ayudarte, así que dime qué hacer y saldré en seguida -doy por supuesto que, quien haya salido, ha tenido que ver con lo de Cain.

Con dificultad, el invocador acaba respondiendo mis preguntas. Aníbal es quien ha salido del minarete a buscar un sacrificio para Cain, lo más parecido a un humano. Salgo disparada hacia la puerta y, después de cerrar esta detrás mío, levanto el vuelo y utilizo un hechizo de localización cuyo símbolo dejé dibujado en un trozo de papel. Tengo varias de estos, pues es mucho más eficaz y potente que hacerlo con saliva, por ejemplo. Localizo a Aníbal a la primera y voy volando lo más deprisa posible en la dirección en la que me ha indicado el conjuro. No llego a ver a Aníbal, pero otro hechizo de localización me confirma que está más abajo... en los subterráneos. Memorizo la posición que me indica el hechizo y desciendo hacia el túnel donde está el caballero.

[Continúa en los Subterraneos.]

Llegamos a la sede Adara y yo, y me apresuro a ir dónde está Cain. Está peor, rezo para que no sea ya demasiado tarde.

Le dejo los monstruos enfrente, con el que aún sigue consciente bien sujeto con mi brazo mecánico. El otro no es un problema, sigue inconsciente después de la paliza que le ha dado mi escudo.

Cain ha dicho que los necesitaba para un sacrificio. No sé qué tipo de sacrificio hará, pero sin duda no será nada agradable si tiene que parar una transformación tan bestia como la que le está afectando.

-¿Cain, necesitas algo? Lo que sea, si te podemos ayudar...

Poco después de entrar en los túneles veo a Aníbal salir de ellos cargando dos monstruos. Ha tenido suerte de poder entrar y, rápidamente, salir indemne de los subterráneos, pero aún así prefiero ser precavida. Como no parece tener muchos problemas en cargar los dos monstruos, decido volar por encima suyo para vigilar el camino, pues aunque no sea tan arriesgado como andar por los subterráneos, nunca sabes cuándo te puede salir alguna criatura peligrosa en la ciudad.

Cuando llegamos a la Sede, Aníbal se acerca lo más rápido que puede a Cain y le dice unas palabras, a las que yo añado otras que van directas a lo que venimos.

-Aníbal te ha traído los sacrificios, Cain.

Me gustaría saber bien qué le está pasando, pero sé que esas no son preguntas para ahora. Lo único que importa es ayudarle con el problema.

Cain escuchó la voz de Anibal lejana, como si se encontrase a varios metros de él y no a su lado. Abrió los ojos y observó las criaturas que le habían traído. Servirían. Se incorporó como pudo, apoyándose en Adara y pidio que lo llevasen a un baño o algun sitio facil de limpiar.

-Os... advierto que no va a ser bonito- dijo con una sonrisa amarga.

Fueron a unas duchas comunitarias con varios sumideros en el suelo. Cain se sentó en el suelo como pudo, frente a la criatura que aun estaba inconsciente. Era mejor empezar con ella, el miedo de la otra haría más valioso el segundo sacrificio. Tomó su daga de sacrificio y se desgarró la ropa, dejando sus tatuajes al descubierto. Abrió a la bestia en canal, salpicando su sangre sobre sí mismo.

-Apartaos si no quereis pringaros- advirtió

Cain fue sacando las vísceras del animal, embadurnándose en su sangre, cubriendo sus tatuajes hasta que dejaron de ser visible entre el rojo. Con la misma daga, fue redibujando los círculos y símbolos de invocación, que empezaron a brillar con una luz dorada muy ténue. Ya estaban despertando. Los diablillos daban igual, eran servidumbre, aun siendo una gran carga y un gran dolor de cabeza, no presentaban un gran peligro. Los otros sí. Los demonios con nombre propio, del que pone la carne de gallina pronunciar, esos eran los complicados. No podía permitir que se esfumasen como los demás, o tendría que invocarlos de nuevo a todos. La sola idea de tener que repetir el rito de invocación de Ertrael le puso la carne de gallina.

Una vez no quedó víscera del animal que no hubiese pasado por su cuerpo, Cain se puso en pie, más recuperado, y fue a por el siguiente. Era un demonio cubierto de rojo, chorreando muerte, apestando a magia oscura. Los murmullos de sus criaturas empezaron a oirse de nuevo en su cabeza, y Cain sonrió. Todos estaban despiertos, y aguardaban una buena carnicería. Apuñaló el vientre de su víctima aun consciente, invalidando sus patas seguidamente para evitar zarpazos.

-No lo sueltes Anibal...- dijo con voz dulce y tranquila.

Repitió el proceso; se bañó en el interior del animal, practicamente se metió dentro de él, hasta que, llegado a un punto, Cain ni siquiera parecía Cain. A traves de sus heridas, los demonios empezaron a absorver la sangre de las criaturas, así como los órganos machacados y demás fluidos. Cuando todo acabó, de los seres solo quedó la piel y los huesos, y la piel de cain tenía un ligero tono rojizo tostado. Los rasgos demoníacos aun no se habían ido.

-Bueno... Supongo que ya se irá con el tiempo...- necesitaba un medidor de alma, ¿cuanto había recuperado? Lo suficiente para no correr peligro de que lo mandasen a otra dimensión... Pero aún tenía que buscar la forma de restaurar su alma al completo.- Va, os ayudo a limpiar

Aun le dolía todo el cuerpo, estaba agotado, pero ya descansaría cuando volviese a casa.

Toima
El ulterano se sentó en la silla, con una ballesta pesada de precisión entre las piernasy comenzó a revisarla paso a paso, limpiando algunos componentes y poniendola a punto. Tania leia un libro tranquilamente. Aún así, con lo distraidos que parecian, la tensión podria cortarse con un hilo.
Toima estaba mucho mejor de su dolor de cabeza y ahora pensaba en que podrian estar haciendo los chicos por ahí. Practicando magia, seguro. Eran muy aplicados. Se giró en la silla, sentandose a horcajadas en esta y apoyó el quintal de la ballesta en el respaldo, haciendo de soporte para el ulterano. Dirigio la mirilla de la ballesta al ojo del dorso de su mano mientras miraba por ella, buscando un objetivo.
Tania pasaba las páginas tranquilamente su mente pidiendola ser más severa con el chico mientras se mordia el labio de rabia, apenas concentrandose en lo que leia.
Aunque los ojos de Toima estaban a muchas cosas, algó captó su atención, abajo. Estaban teniendo un comportamiento errático y aleatorio, no parecian estar nada tranquilos. El rubio estaba tumbado en el sofá y el otro estaba a su alrededor, pero no podia apreciar que pasaba exactamente.
-No es mi asunto.-pensó.
Fijó a una criatura parecida a una rata hinchada y, segundos más tarde, apretó el gatillo clavandole un virote en la cara, matándola en el acto. Oia gritos y la nublina levantó la vista del libro, preocupada.
-Deberiamos...?-
-No vayas. No es seguro. Si algo sube y quiere hacernos daño, lo mato y se acabó.-
Algo sin duda oscuro estaba pasando ahi abajo. Algo que le hacia pensar en toda la oscuridad de la ciudad, algo que él no queria ni podia combatir. Se sentó con la ballesta en el regazo, escaneando el torreón por alguna presencia hostil. Anibal y Adara salieron. Dos ojos de Toima les siguieron hasta los subterraneos, mirando por la mirilla. Cuando salieron, volvieron al torreón cargando monstruos. Estaban en el baño pero no podia apreciar bien que estaba haciendo el rubio con las bestias.
-Creo que deberiamos bajar, Amo Toima.-
El ulterano puso una cara de disgusto, reconociendo las palabras de la chica y se armó la ballesta al hombro.
-No te separes de mi.-le dijo escupiendo al suelo con la ballesta por delante, bajó por las escaleras con Tania detrás de él.
La nariz del ulterano pudo apreciar el olor infesto de las entrañas una planta antes de que llegaran a los baños. Más tarde se daria cuenta tambien la chica.
-Gwah...¿Qué es ese olor?-preguntó la chica llevandose las manos a la nariz, intentando alejar el hedor de ella.
-Es el olor de después de las batallas.-dijo Toima algo melancólico. Se giró hacia la nublina y la mandó esperar en el último rellano. Protestó algo pero la determinación del Ulterano era ferrea. Por ultimo, el albino dijo algo por lo bajo.
-Si me pasara algo... Corre. Vete de aquí lo más rápido que puedas.-
Antes de que le pudiera replicar algo más, el chico se aventuró hacia los baños. La sangre lo empapaba todo, especialmente al chico rubio, Cain. Animales destripados, un hedor que ni sabia de que era, el argos entrecerró los ojos, explorando la sala, mientras el brazo que sujetaba la ballesta caia laxo a un lado.
-¿Qué diablos está ocurriendo aquí?-preguntó de malhumor.

Después de ayudar a Cain a alcanzar las duchas, asisto preocupada al sangriento ritual para, deduzco, poner bajo control lo que sea que le suceda. Tal vez tiene que ver con no dejar que se descontrolen sus demonios, o con evitar transformarse en uno... tal vez las dos a la vez: no lo sé. En la tierra hay muchas historias de humanos que hacen tratos con demonios y casi todos acaban mal de alguna forma u otra, o la invocación tiene alguna tara... ¿Podría ser que eso es lo que le estuviera sucediendo? Igual necesita sacrificios regulares para mantener el control sobre sus demonios. Y sobre él mismo.

No estoy sorprendida con la crudeza de lo que veo. Supongo que el tiempo que llevo en esta ciudad ha hecho que pueda esperarme cualquier cosa, aunque también es cierto que yo me tomo cosas como esta más fríamente. Lo que tal vez me afecte un poco es más el olor, las entrañas de un monstruo no huelen a rosas, precisamente. Espero que no cueste demasiado hacer que se vaya.

Cuando Cain termina con los sacrificios, se le nota muchísimo mejor, aunque no ha recuperado su aspecto totalmente humano. Está como... no diría que esté transformado a medias, pero nadie podría decir que es un humano corriente. En ese momento, Toima entra en el baño sorprendido y malhumorado por lo que está sucediendo. Pregunta por lo que está sucediendo, a lo que respondo.

-No te alteres tanto, Cain necesitaba los monstruos para algo relacionado con sus demonios. Era una situación de urgencia y hemos tenido que apañarnos aquí en el torreón y capturando lo primero que se nos ha pasado por delante, pero por ahora parece que ya no hay ningún problema.

El invocador se ofrece a ayudarnos con la limpieza, aunque se le nota agotado. Creo que sería peor llevarle la contraria, así que me limito a llevarme los dos monstruos fuera del Torreón y dejar que ellos empiecen a limpiar en los baños. Al volver, les ayudo a acabar de limpiar lo que queda. Por suerte, al estar en las duchas tenemos fácil acceso al agua y eso hace que acabemos deprisa la limpieza. Aún así, el olor persiste en el lugar aunque no sea tan potente como antes. Maldición, ojalá pudiera ventilar esta habitación. Supongo que sólo me queda ser paciente con eso...

Cuando Cain nos pide que vayamos al baño mejor, no le replico nada. No hay tiempo.
Llegamos y veo, con algo de asco, como se frota con cada víscera del cuerpo de los monstruos. Al consciente lo tengo que sujetar bien fuerte, sigue peleando por su vida.

Cuando acaba la operación, Cain ha absorbido carne y órganos de los monstruos, dejando sólo los huesos y la piel. Él sigue con rasgos demoníacos, lo que me hace preguntar si tendrá este aspecto permanentemente o si se le irá poco a poco.

Toima entra en el baño, algo molesto, supongo que por este olor nauseabundo de entrañas de monstruo.
-Ha sido algo que teníamos que hacer. Si no hubiesemos actuado, Cain ahora sería un demonio. No ha habido otra opción...

Cain se ofrece a ayudarnos con la limpieza. Mi primer instinto es negarme y hacer que descanse, pero dudo que ahora Cain esté por hacer caso a alguien. Mientras Adara se lleva los restos de los monstruos fuera, el rubio y yo empezamos a limpiar los baños. La operación nos es más sencilla por el agua que tenemos por aquí, estar en los baños nos ha facilitado la tarea. Al poco, Adara vuelve y nos ayuda a acabar.

Miro a Cain preocupado.
-¿Necesitas algo más? Ya sabes, lo que sea. Si está en nuestras manos, te ayudamos.

Parecía que se lo habían tomado mejor de lo que esperaba, y es que, pensándolo bien, si no hubiesen aguantado el numerito raro sería que hubiesen sobrevivido a la ciudad << Aun olvidas donde estás, Cain...>> Adara se ocupó de los restos de los animales y Anibal y él limparon el baño. Antes de que pudiesen terminar, el argos de ojitos rojos ya había aparecido pidiendo explicaciones...

-Tan solo me han salvado la vida.- explicó Cain con una sonrisa- O al menos han salvado mi alma, que no es poco.- rozó las puntas de los cuernos con los dedos y luego volvió a escurrir el trapo que tenía en la mano.

Cuando Adara volvió, arrugó la nariz, y Cain supuso que sería por el olor a... carnicería. El estaba ya tan acostumbrado a ese olor que muchas veces ni se daba cuenta de que él mismo apestaba a vísceras y sangre. Sugirió un hechizo que hiciese las veces de ambientador. El hechizo solía durar tres días y supuso que en ese tiempo ya se habría ido la peste.

-Además puedes elegir tu el perfume, si lo recuerdas bien- añadió.

Lo haría él mismo, pero en ese momento dudaba que pudiese hacer un solo hechizo. Si no hay alma no hay magia, y si no hay magia tendría que arreglarse como cuando era cosechado hasta que la consiguiera. Ni siquiera podía echar mano de sus demonios por el momento... Al menos no de la mayoría. Buscó y revisó las voces en su cabeza y dio con tres murmullos. No eran invocaciones que le hablasen, nunca lo habían hecho, pero eran los tres vínculos más fuertes que tenía. Ziel, Fresser y Ertrael. Esos eran los unicos demonios con los que contaba, y tampoco podía abusar mucho de ellos. << Menos es nada.>> pensó para animarse. Había empezado desde cero, podía volver a reconstruir su horda.

-Creo... que debería irme a casa. Ya os he dado bastante el coñazo, y aunque no creo que estén preocupados por mi no esta bien que esté tanto tiempo desaparecido... Y el burdel se ha quedado sin servicio, eso podría traer problemas.- les dio un abrazo en el aire a Adara y a Anibal, pues aun estaba él mismo lleno de sangre, y se despidió con un gesto del Kaiser.- En cuanto haya dormido lo suficiente os haré un banquete como agradecimiento por salvarme, de verdad gracias. Ya os avisaré...

Dicho esto recogió su ropa destrozada, se guardó su daga de sacrificio y se dirigió a la puerta.

Sigue en el Burdel de Dama Espasmo.

Andando tranquilamente, un joven de baja estatura llegó a la sede. Llevaba el pelo, de amplios rizos, sujetado con tres finísimas diademas de acero en la frente y algunos abalorios en finísimas coletas. Una pesada capa gris con una amplia capucha lo cubría, y sus botas negras apenas hacían ruido sobre los adoquines. Tres máscaras blanquecinas lo seguían, una de ellas estaba cubierta de extrañas sombras y tenía como cosido el hueco del ojo derecho.
Paró ante la puerta y golpeó el suelo tres veces con la fina espada roma que llevaba envainada. Una de las máscaras gritó:
-Residentes del torreón de batalla de la Sede de los Taumaturgos, el ominario Miseria Nombre os trae un mensaje de parte del Consejo.

Toima

El ulterano fruncio el entrecejo ante la respuesta colectiva. Un gruñido se hizo de su respuesta, algo asi como un "vale" y se dio la vuelta, encaminandose de nuevo a las escaleras para toparse de lleno con una fisgona Tania, que intentaba mirar por encima del hombro del ulterano.
-¿No te dije que esperaras afuera?-protestó el ulterano mientras la cogia de una oreja y subian de nuevo a la azotea.

;----DIAS DESPUÉS-----;

El ojo del hombro del argos habia capturado tiempo antes la figura del hombre acercandose hacia la sede. El dedo del gatillo le pedia disparar, pero su cabeza se anteponia. Su instinto le decia que aquella persona tenia más poder del aparente. Eso, o las máscaras flotantes que iban detrás de él. Chasqueó la lengua y mandó a Tania a abrirle. La chica bufó y cerró el libro de historia que andaba leyendo.
-A este paso voy a ser su mayordomo, amo Toima.-
El ulterano levantó una mano y la sacudio perezosamente, quitandole importancia al asunto mientras tenia la ballesta de precisión apuntando al extraño a la cabeza. La nublina bajó las escaleras.
-Vosotros, seguid jugueteando, con vuestro cráneo lleno de ojos... Llegó la hora de dominarios~-dijo canturreando, mientras acariciaba el gatillo. Las modificaciónes que le habia estado haciendo habian merecido la pena. Trabajo y sudor habian hecho de esa ballesta una verdadera máquina de matar, pero, sin embargo, no se parecia en nada a los rifles que solia usar y lo que le sobraba de cadencia, velocidad y precisión, le faltaba de potencia.
La nublina abrio la puerta a tiempo de escuchar el grito de la máscara. Una ducha de agua fría la recorrio por completo cuando oyó que pertenecia al consejo. De entre los rocavarancolenses, la nublina sabia que existia un grupo selecto de ellos que gobernaba la ciudad con puño de hierro, haciendose llamar "el consejo". Sabia que, además, el ulterano tenia una opinion muy pobre de ellos.
-¿Me-mensaje?-repitio la nublina, aterrada, no quitandole ojo a las máscaras que flotaban a su alrededor.
La voz tronante del ulterano resonó desde la azotea.
-¡Pues dinoslo y vete por donde has venido!-

Miseria quedó muy sorprendido ante tal respuesta. Se pasó una mano por el pelo y recobró la compostura. "Mira que andarte confiado por ahí en plan don civilizado en Rocavarancolia"
Pero no tardó en cambiar de opinión. Fingió ignorar los modales del ulterano y dirigió una de las máscaras normales hacia la ventana por la que se oían los ruidos. Ésta habló con la voz coral de su amo:
-Si me dejáis entrar, podré explicároslo con más calma. De hecho, no percibo ninguna protección mágica que no pueda burlar gracias a lo que me han dicho los miembros del consejo, así que...
-Buenos días -saludó el coro de voces masculinas del ominario desde su boca verdadera. Aquel día lucía una cara bastante anodina de no ser por su nariz pronunciada, su recurrencia, tan poco nublina.
-No vengo para traer la noticia de la ejecución de nadie de aquí, ¿sabes, argos? Yo ya me he presentado, y me parece bastante propio que hagas lo mismo, a pesar del contrato firmado con sangre que revela tu nombre viejo y al cual el consejo tiene acceso.

Toima y Tania

La nublina se hizo a un lado, mordiendose el labio, demasiado asustada para decirle nada. Tan solo esperaba a que pasara y se pusiera cómodo él solo hasta que el ulterano bajase.
Maldiciendo, Toima bajó por las escaleras, a medio vestir, despeinado y con los ojos atentos. En el hombro llevaba su ballesta y por los reflejos metalizados que despedia su pelo, se podia intuir que tenia cuchillos guardados en él. Se acercó al umbral y gruñó antes de hablar.
-Si ya conoces mi nombre, ¿para que quiero presentarme con otro? Quedaria estúpido.-
La idea que el consejo supiera su nombre no le ayudaba mucho en su estado de ánimo. Pretendia seguir viviendo toda su existencia bajo el pseudonimo de "Kaiser". Suspiró, sin acercarse demasiado, casi como si le pareciese un leproso, la educación del miembro del consejo solo le parecio más molesta aún si cabe. La nublina correteó hacia él y se escondio detrás del argos.
-Llamame Kaiser entonces. ¿Y bien? ¿Qué mensaje traes?-

-Bien, Kaiser te llamaré -Miseria se sentó en un sofá y se apoyó en su delgada espada roma-. Los miembros del consejo llevan aplazando mucho la guerra. Demasiado. Todavía no van a empezar nada, pero algunos han pedido que los ciudadanos vayan preparándose.
Chasqueó los dedos y la máscara del ojo cosido se acercó a él. Abrió la boca y el hechicero introdujo una mano para extraer un folio amarillento.
-Firmado nada menos que por el Rey -señaló un signo quemado en el papel-. Viene a decir que necesitamos algo de orden en las torres de hechicería y torreones de batalla. Es decir, que queremos unidades bélicas que funcionen bien. Sabemos de tu experiencia bélica en Ulterania y nos has parecido el más apropiado para reunir un buen grupo. Esto te permite pedirle al consejo cualquier edificio que sea necesario en los entrenamientos y la responsabilidad sobre el grupo que elijas. En un principio, será mejor que sea algo compacto que sirva en misiones de infiltración, pero el número de componentes se deja a tu criterio -Misería tomó un respiro y se dirigió a Tania en una variante de nublino del oeste para pedirle un vaso de agua-. El caso es que esto puede abrirte muchas puertas -enfatizó sus palabras, conteniendo sus voces múltiples para que sonaran lo más simultáneamente posible-. ¿Ves cómo no venía a anunciar la ejecución de nadie? -el ominario alzó las cejas en una expresión entre irónicamente magnánima y divertida.

Toima y Tania

Los ojos del Ulterano se abrieron de par en par cuando el miembro del consejo mencionó la palabra de la guerra. Como una ilusión, el viento que se arrastra consigo palabras, el ulterano no podia creerlo hasta la segunda vez que le escuchó mencionarla. Apenas reaccionó con el mencionamiento del rey, que normalmente le hubiera hecho sacar, como mínimo, un gruñido. Rocavarancolia parecia estar preparandose para la guerra. Pero guerra... ¿contra quién?

-Traes palabras de guerra a un guerrero como agua en un desierto.-dijo con una sonrisa de oreja a oreja, usando su raro tono poético.-Suena muy bien y eso...-dijo ante la oferta, frotandose la barbilla, pensativo.

La nublina dio un respingo cuando oyó su lengua natal y corrio a la cocina a servirle un vaso de agua. Aunque Toima, molesto porque hubiera tratado a la nublina como una esclava, tan solo le habia pedido un vaso de agua y no podia estar molesto con él por ello, y mucho menos cuando le traia tal caramelo. Se aburria, se moria por algo de acción. Pero no iba a venderse tan bajo.

-Puedo tener a un par de personas en mente y eso, pero lo tendria que aclarar mis dudas y el consejo tendria que apoquinar algo más que el permiso para usar edificios, estoy hablando de equipo y materiales, materiales que no son corrientes, pero se pueden encontrar en la ciudad, estoy seguro...-se abrio de manos y dejó vagar sus ojos con una risa socarrona.- Si vamos a hacer la guerra y voy a tener que entrenar a gente para ello que sea a mi modo ¿verdad?-una última risotada murio en su garganta mientras Tania volvia con un vaso de agua fresca y se la ofrecia al visitante con los mejores modales que habia aprendido en la ciudad.
-Y, claro está, necesitaré saber contra quien y que nos enfrentamos, claro...-