Sede de los Taumaturgos (Archivo II)

Élla se lo pierde,están coj******. A ver que o quien le ha quitado el protagonismo a mi cocina. ¿es qué acaso no se dan cuenta de que necesito atención para sentirme importante? Suspiro. A ver quien c**o es. Bajo por las escaleras tranquilamente,pero pisando con enfado. Un momento, siempre me pasa esto,me cabreo con nada. Tengo que aprender a controlarme un poco,si no, jamás podré cabrear a mis enemigos si antes lo hago yo. Sacudo la cabeza,control Alex,control. Llego al portón. Creo haber visto a estos dos antes,pero nunca he hablado con ellos. Sin embargo Adara y Jau parecen llevarse bastante bien con estos dos. Me quedo en el marco de la puera y sonrío.
-Bueno,creo que no nos conocemos...yo soy Reisha.igual os han hablado de mí,aunque espero que no-me río-encantado de conoceros...-hago un gesto para que me digan sus nombres.

Respondo a la pregunta de Gael.
-Ah, sí. Lo cierto es que tenemos de todo... menos unas defensas eficientes. -Y prosigo dirigiéndome a los dos- ¿Sabéis qué? Ayer se nos colaron unos indeseables en la sede y montaron una fiesta. ¡Así, por la cara! Y las defensas no les echaron hasta que se montó una pelea de borrachos masiva. Y adivinad quién tuvo que limpiarlo todo...

Veo venir a Reisha, quien parece no conocer a los recién llegados.
-Buenos días, Reisha. Éstos son Nia y Gael, antiguos compañeros del Torreón Letargo. -Y añado tras ver la cara del chico- ¿Qué tal la resaca?

Bajo corriendo y en cuestión de segundos ya estoy al lado de ellos. me transformo en persona otra vez y saludo a Adara con un guiño, que no la había visto antes. Después sonrío a Gael y Nia.

-Sí... Nos tocó limpiar a nosotros, y encima yo me llevé más palos que nadie. Me metí en demasiadas peleas ayer... Así que digamos qué, habrían que mejorar algunas cosas de aquí... -Cotinué la explicación de Adara.
- Bueno, como he dicho arriba... Habéis cambiado mucho los dos. Me alegro mucho de veros.- Les digo, contento.

Después baja Reisha, que se presenta, jovial y Adara les presenta a nuestros amigos.
- Este chico fue el alma de la fiesta anoche. Y cocina de muerte.-Les cuento bromeando.

-Bueno... ¿Y eso que nos habéis visitado? ¿ Queréis hacer alguna cosa? - Les pregunto a Gael y Nia.

Mientras hablamos también se acerca Alexander, Reisha ahora. Lo saludo tímidamente y escucho la anécdota de la fiesta que se montó anoche en la sede por culpa de unos intrusos. Me río cuando veo que no le dan ya demasiada importancia al asunto, pero me preocupó de pronto que pudiese pasar algo parecido en nuestra torre.
-Madre mía -digo mientras me río- menuda se debe de haber montado. -Cuando acaban de hablar de lo que pasó con los intrusos Jau nos pregunta por la visita. No sé muy bien qué decirle, pero le respondo jugueteando con las manos-. Nos aburríamos un poco en Serpentaria, y hacía mucho tiempo que no os veíamos. Quería saber qué tal estábais todos, y si necesitáis algo de la torre... como amuletos, libros de magia, o algo así, ¿tenéis de eso por aquí? -pregunto mirando a Adara, a sabiendas de que ella sí podía hacer magia y aún estaba un poco verde-. Me dijeron que aquí se entrenaba en el manejo de armas, lucha, y todo eso... Allá no tenemos armas ni nos enseñan a usarlas ni nada. Aunque... -añado bajando la voz- a mí me gustaría.

Me encojo de hombros ante la pregunta de Adara.
-He tenido unas cuantas,sobreviviré y respecto a lo de anoche...es que me va la marcha. Encantado de conoceros a los dos. Tenemos libros y eso,pero están más enfocados a la historia y al combate,no se si de magia tendremos. Y si quieres aprender a luchar yo no tengo ningún inconveniente,pero desconozco si las defensas de la torre se activarían,aparte,sería un profesor terrible:tengo poca paciencia y lucho muy sucio,además pierdo los papeles por la mínima.
El vigor que me ha dado la poción me incita a hacer algo y empiezo a mirar para todos los lados como un hiperactivo.
-Bueno,¿a que esperamos?

Magia... Me iría muy bien aprender magia, pues mis conocimientos se limitan a una runa con la que convocar mi prenda de vestir. En cuanto a luchar... Tengo unas nociones básicas con armas pequeñas, pero supongo que algo podré enseñarles.

-Algo podremos aprender los unos de los otros, seguro. Aunque luchar con armas yo no sé demasiado, y lo cierto es que en la sede no hay nadie que nos enseñe más que los libros sobre combate. Pero en cuanto a un lugar para practicar... Temo que puedan activarse las defensas de la sede si entráis en ella. ¿Sabéis de algún otro lugar al que podemos ir? Si es así, cada uno podría coger material de su torre e ir a practicar donde digáis.

-Si porque hay animales muy grandes y muy peligrosos sueltos...-
Y no tan animales
-...y perdi el arma que encontró Harm.-comentó con tristeza.
-Ahora lo que nos falta es encontrar un lugar para practicar ¿No?-dijo intentando animarse. Se el sitio perfecto para ello, donde estaremos solos, si nos caemos no nos haremos daño y podremos jugar y practicar hasta cansarnos.-dijo Nia elevando los brazos y zarandeandolos.
Y si lo necesito también puedo darme un chapuzón.
Los demás, la miraron intrigantes. Nia sonrió, sintiéndose el centro de la atención.
-¡Vayamos a la playa!-dijo y se puso a encabezar la marcha levitando euforicamente en el aire mientras canturreaba el abecedario Ulterano.

(Continua en la bahia de los naufragios)

Me extrañó e incluso me puse alerta ante el cadáver de la torre, pero al entrar oí que los chicos no reaccionaban de forma alarmante, parece que se cruzaron con un conocido. No puedo entrar en el torreón, así que le pregunto a Nia qué sucede y me dice que es Siloco, que no debo preocuparme. Dejo a los chicos en la torre y regreso a la sede.


Cuando llego, subo directamente a mi habitación. Ha sido un día cansado, entre el entrenamiento y todo. Y, aún con el incidente de la ola, ha sido un buen día, en el que me he reencontrado con mis antiguos compañeros y he empezado a aprender magia (y, ciertamente, más de la que aprendí en los entrenamientos).

Sumida en estos pensamientos, me duermo rápidamente.

No puedo ni quiero dormir. No hay nada que me enfurezca más (miento,siempre hay algo que me cabrea más) que dejar una pelea a medias. Abro la puerta de la sala de entrenamiento y pongo en marcha los androides de pelea. Tan torpes y resistentes como siempre,pero al menos puedo pegarles lo que me de la gana. Activo unos 5,aunque no es muy prudente me la suda,necesito descargar tensión y una gran cantidad de ira. Saco los dos cuchillos con forma de anzuelo y libero el aura. Uno de los robots me embiste de frente,uso el aura para despistarle mientras me aparto y le rebano el cuello. El resto del ingenio va en busca de su cabeza. Los demás me rodean y atacan,de forma muy ortopédica. Con el aura saco dos brazos en mi espalda y desenvainan mi katana. Como tengo visión circular,no me es dificil desarmarlos a todos,peor no me siento satisfecho. Me acerco a un androide caído y lo descuartizo,esta vez nno va a por su cabeza. Me vuelvo hacia los otros con una mueca de odio,mi naturaleza me está controlando otra vez,pero no me importa hacerla caso. Me río como un psicópata y comienzo una macabra danza de oscuridad y metal,esta vez no voy a desarmar.

Pasé varios días en la Sede, continuando con mi entrenamiento y mi aprendizaje con los libros de la biblioteca. Esos días me parecían muy monótonos... Libros, robots, obstáculos, más libros y más obstáculos para entrenar...
La rutina me estaba desesperando... Rutina en Rocavarancolia, sí, era curioso... Y no me gustaba nada.
Me estaba empezando a amargar, puesto que Reisha estaba muy concentrado en sus entrenamientos, Aníbal estaba metido en su habitación y Adara salía siempre a volar o a entrenar... Me empezaba a sentir otra vez solo... Pero sabía la solución de eso, mi parte animal sabía donde solucionar esa monotonía.

Me fui a las montañas y estuve todo el día en forma animal, eso me liberaba. Cacé, corrí, escalé, volví a cazar y dormí. Al día siguiente hice lo mismo, y al otro... Me empezó a gustar, mi otro yo estaba respirando y viviendo libre en esos días... Después encontré un lugar en las montañas donde estaba rodeado de grandes rocas que parecían pequeñas montañas y donde había una cueva bastante amplia que me gustó. Desde la cueva se veía el enorme edificio del Rocavaragálago y el majestuoso castillo del consejo. Allí, en la cueva, me monté mi pequeña guarida de entrenamiento e hice de la montaña y sus obstáculos mi patio de juego, corriendo, trepando y saltando, en mi forma animal y humana, ganando resistencia... Pasé unos pocos días más allí, cazando, entrenándome y disfrutando, después decidí volver a la Sede de los Taumaturgos. Ya sabía de otro sitio donde sentirme como en casa, para la próxima vez o cuando necesite entrenar mejor en forma de tigre.


Por el camino, corriendo, decidí fijarme más en todas las cosas que me encontraba por el camino... Pasé por la roja y magnífica Rocavaragálago notando su fragancia a poder y energía, por el amplio palacete, por la oscura prisión, por el barrio en llamas donde aún se oían los quejidos agonizantes en el viento y donde se olía el olor a ceniza, por la plaza del Estandarte donde contemplaba los seres blancos en forma de estatuas en su frenética batalla interminable y por los jardines de la memoria, llenos de sabiduría y de recuerdos históricos de la ciudad... Cada día que pasaba en la ciudad, la notaba más parte de mí.

Llegué a la Sede y, finalmente, me metí en la habitación para descansar del largo camino por la ciudad y para pensar en estos días fuera de la Sede...

Observo de nuevo el símbolo de mi antebrazo. ¿Qué es, exactamente? ¿Qué significa? Me hago las preguntas por enésima vez durante mi entrenamiento.

Durante estos días anteriores, he perfeccionado la técnica si más no cabe, he practicado cazando varios tipos de alimañas, ya fuera con mi ballesta o con mis propias alas, y he aprendido a cocinarlas. No domino demasiado las especias, así que no me quedan unos platos tan buenos como los de Reisha, pero estoy aprendiendo a ser autosuficiente, a sobrevivir.

Mi instinto se aviva siempre que estoy de caza. Soy consciente del peligro que comporta andar sola por la ciudad, aún transformada. Podría sobrevolarla siempre, pero quiero aprender a guiarme y sobrevivir también en tierra, aunque también me cuesta más encontrar mis presas.

Cuando al fin encuentro alguna, preparo mi ataque. Unas veces salto directamente hacia ellas, tomada por la emoción del combate inminente (aunque siempre con autocontrol); mientras que otras me quedo oculta y aprovecho la sorpresa para acabar con ellos rápidamente. Acostumbro a preferir el segundo antes que el primero por las ventajas que comporta, además que así voy aprendiendo a usar la estructura de la ciudad para ocultarme. Hasta ahora he sido herida alguna que otra vez, pero gracias a mi prudencia no he muerto. Además, mi capacidad de regeneración natural permite que me pueda olvidar rápido de las heridas.


Todo esto he ido aprendiendo estos días, pero aún así... Magia, me falta la magia. Tan solo conozco algunos hechizos básicos que me enseñó Gael y... Vuelvo a observar mi brazo, en el que reposa el símbolo que me enseñó Ghana. Pero esta vez también pienso en la biblioteca. Ahí seguro que tendrán algún libro que pueda explicar que significan estos símbolos. Me parece que hoy mi sesión de caza se va a ver anulada.

[Continua en la Biblioteca mágica]

Cain estuvo todo el camino resisitiendo la tentación de atacar los muffins que llevaba en la bolsa. El hambre que creía haber aplacado con una tisana y un par de picoteos a la masa volvía con más fuerza, retorciendo con saña sus intestinos y haciéndolos rugir. << Ya casi estamos...>> se animó mentalmente recorriendo los últimos metros antes de llegar al edificio.
Cain sabía de la sede de los taumaturgos por soplos varios, aunque no sabía exactamente quiénes de sus antiguos compañeros vivían allí actualmente... Pero algo tenía claro, si era una residencia para guerreros tendría modelos perfectos para hacer unos buenos apuntes de anatomía... Lo dificil sería lograr que alguien posase para él... << No es plan presentarse allí por la cara y pedirle a un desconocido que se desnude>> pensó divertido, aunque la idea era tentadora...
Llegó a la puerta y lo primero que hizo fue sacar su bloc y un carboncillo para hacer algunos bocetos de la fachada. Era un edificio bastante bonito, de madera rojiza decorada. Mientras tomaba los apuntes notó un peso en el hombro
-Hola Fresser...- saludó sin mirar al mirlo que le había seguido volando desde el burdel. Ya le había extrañado no haberlo visto cuando se levantó, ni mientras cocinaba- Tambien te has quedado dormido, ¿eh, amigo?- rió.
Cerró el bloc y lo volvió a guardar antes de ir hacia la puerta y llamar por fin. Se separó un par de pasos, atento a las ventanas por si divisaba a alguien asomarse.

Levanto la vista de mis apuntes sobre runas. Se trata de un resumen del libro de Gloydran Focault, necesario debido al caos al que está sometida la teoría rúnica del diario del antiguo demiurgo. Además, fue escrito con un estilo demasiado recargado y tenía muy poca autoestima hacia su físico, que prácticamente dejó plasmado en cada frase. Ah, y curiosamente odiaba los alimentos, cosa que no entiendo por su aspecto obeso. ¿Una tara provocada por la Luna Roja?

La razón por la que levanté la vista de mis apuntes y las primeras runas que reposaban a mi derecha (grabadas en fragmentos de papel), era que alguien había llamado a la puerta. Es extraño, algo que no recuerdo que sucediera desde que llegué aquí. Teniendo en cuenta lo que ocurrió durante la última visita, dejo la ballesta al lado de la ventana y me asomo a ver quién es.

Cain. ¿Cain? ¿Qué se supone que le ha traído aquí? Y eso que lleva en la mano... ¿una bolsa? Conociendo a Cain, igual podría ser comida. Él está mirando hacia arriba, así que me ve enseguida. ¿Le falta un ojo? No dudo en saludarle con el brazo y al momento bajo a abrirle. Nada más abrir la puerta, le saludo con efusividad.

-¡Cain! Cuantísimo tiempo. ¡Pasa, pasa! ¿Qué te trae por aquí? -digo casi sin darle tiempo para responder y me aparto un poco para que pueda pasar. Entonces, le pregunto con más curiosidad que alarma-. ¿Qué te ha pasado en el ojo?

Cain sonrió cuando vio a Adara asomarse a la ventana. No la había tratado mucho, pero tenía bastante curiosidad en conocerla a fondo, sobretodo por lo que Elliot se quejaba de ella << Cuando vuelva la picaré un rato con esto...>> pensó malicioso mientras aguardaba a que la chica llegase a la puerta.
-Llevo mucho tiempo aislado del resto... me enteré de que estábais viviendo aquí y decidí pasar a saludar- comentó << Aunque realmente no se quien vive aquí...>> Cuando Adara preguntó por el ojo, se llevó la mano al parche de forma inconsciente- Er... un accidente... - respondió tratando de quitarle importancia- Pero ya está curado. ¿Podrías enseñarme la cocina?- pidió, pasando al interior del edificio.
El recibidor daba a una sala común, y todo estaba decorado en los mismo tonos cálidos que las fachadas. Los muebles eran todos de maderas nobles y piel. << Un punto para los interioristas de Rocavarancolia>> concedió mirando la chimenea en el centro de la sala, era un lugar realmente acogedor.
Cuando llegaron a la cocina Cain dejó la bolsa sobre la mesa y sacó con cuidado el envoltorio con los muffins. Los descubrió y los recalentó con un hechizo la mitad de ellos, volviendo a enfriar la otra mitad.
-Estos de aquí tienen mermelada- dijo señalando los fríos- Y estos chocolate fundido. Come los que te apetezca, pero te advierto que me gustan muy dulces- añadió sonriendo y sentándose en una banqueta- ¿Cómo os va por aquí? Y perdona mi ignorancia pero... ¿Quién más vive aquì? No logré enterarme muy bien de cómo estabais repartidos. Parte se fue a la torre Serpentaria ¿no?- preguntó con curiosidad. Su mano se deslizó al interior de su bolsa, jugueteando con lso lápices y carboncillos. No pudo evitar secuestrar uno de los muffins y devorarlo con ganas.

¡Muffins! Con lo que me encantan... Aunque lo cierto es que nunca probé los de mermelada, así que esos son los primeros que ataco.

-¡Delicioso, Cain, delicioso! -exclamo después de darle un pequeño mordisco. Dejo el dulce encima de la mesa y contesto a sus preguntas-. Lo cierto es que no nos podemos quejar de cómo nos va por aquí, excepto tal vez de las defensas, que no se activan hasta que una horda de borrachos ha invadido el torreón. Pero bueno, tampoco no estamos tan mal.
>>En cuanto a los que vivimos... por aquí estamos Reisha, Jau, Aníbal, yo, y llegué a ver a Drew alguna vez, pero hace mucho que no sé nada de él. A serpentaria se fueron algunos especializados en magia, aunque aquí tampoco estamos libres de ella. Yo, por ejemplo, soy capaz de hacer, solo que no practiqué hasta después de la Luna Roja.

Pego otro mordisco al muffin. Me encanta, aunque tal vez sí se pasó un poco con el dulce, o puede que sea yo, que me he desacostumbrado a los dulces.
-De veras, chico, mis felicitaciones por esta delicia -le vuelvo a elogiar-. Háblame de ti, ¿qué tal te va todo? ¿Sigues viviendo en el burdel?

Cain se echó a reír ante la reacción de Adara por el muffin y le dio un mordisco al suyo mientras le pasaba miguitas a Fresser, vigilando de que su glotonería no acabase con los demás, pues el mirlo ya estaba olisqueando el aire alrededor de la bolsa de los dulces. << Así que Reisha vive aquí...>> Hacía mucho que no sabía nada de él, ni de Casia, tenía mucha curiosidad por saber cómo les iba. << Espero que mejor que a mi>> pensó, aunque realmente no podía quejarse, a pesar de las dificultados que habían pasado estaban bastante bien.
-Sí, sigo viviendo en el burdel- respondió- Vacuum y Elliot se mudaron conmigo, y a Jack aun se le ve por allí, de los demás hace mucho que no se nada... Lo cual es una pena- admitió, lamentando sinceramente haber perdido el contacto con los demás- Bueno, al principio tuvimos algunos percances, y ya sabes, las bañeras son para los cosechados, y a nosotros no nos alimenta el Consejo- rió, paseando la mirada por las despensas cerradas, que adivinó estarían llenas de comida- Pero no podemos quejarnos, vivimos bastante bien, y también hemos avanzado bastante con lo de la magia... ¡Eh, bicho!- exclamó agarrando a Fresser que se había escabullido se su lado hacia la bolsa y había estado a punto de tragarse uno de los muffin.- ¿Has visto que grande está? El fénix de Vac está inmenso y tengo la impresión de que crecerá más, este ya se queda así- dijo acariciándo la cabeza del mirlo atrapado que aún miraba fijamente la bolsa de dulces. Miró a Adara para dedicarle una sonrisa y recordó lo que había leído sobre los ángeles negros en aquél libro.- Oye, Adara... Tú sabes ya cual es el... ''combustible'' de tu magia ¿no?- pregunto desviando la mirada repentinamente.

Recuerdo el libro sobre ángeles negros -¡y bien que me acuerdo también de la sección que trataba sobre el tema!-. Mi rostro adquiere una expresión seria, me acabo el muffin de otro bocado, y a continuación respondo, intentando que no se note mi turbación.

-Lo sé, sí, y no es algo muy agradable -empiezo, mirándole directamente a la cara-. Pero supongo que no puedo hacer nada si quiero continuar desarrollándome en el campo de la magia. Hasta ahora, creo que he podido realizar hechizos por los lobos que maté cuando atacaron el torreón Letargo, pero tarde o temprano se acabará la reserva. De hecho, creo que va a ser más bien temprano, incluso teniendo en cuenta la poca magia que he practicado.

>>Voy a tener que matar, lo sé, pero no sé ni cuándo empezar ni qué... o quién. Supongo que cuando haya matado será más fácil, pero... Cuesta quitarse de encima el hecho de haberse criado como humana, aunque la Luna Roja ayude.