Sede de los Taumaturgos (Archivo II)

Toima

El ulterano fruncio el entrecejo ante la respuesta colectiva. Un gruñido se hizo de su respuesta, algo asi como un "vale" y se dio la vuelta, encaminandose de nuevo a las escaleras para toparse de lleno con una fisgona Tania, que intentaba mirar por encima del hombro del ulterano.
-¿No te dije que esperaras afuera?-protestó el ulterano mientras la cogia de una oreja y subian de nuevo a la azotea.

;----DIAS DESPUÉS-----;

El ojo del hombro del argos habia capturado tiempo antes la figura del hombre acercandose hacia la sede. El dedo del gatillo le pedia disparar, pero su cabeza se anteponia. Su instinto le decia que aquella persona tenia más poder del aparente. Eso, o las máscaras flotantes que iban detrás de él. Chasqueó la lengua y mandó a Tania a abrirle. La chica bufó y cerró el libro de historia que andaba leyendo.
-A este paso voy a ser su mayordomo, amo Toima.-
El ulterano levantó una mano y la sacudio perezosamente, quitandole importancia al asunto mientras tenia la ballesta de precisión apuntando al extraño a la cabeza. La nublina bajó las escaleras.
-Vosotros, seguid jugueteando, con vuestro cráneo lleno de ojos... Llegó la hora de dominarios~-dijo canturreando, mientras acariciaba el gatillo. Las modificaciónes que le habia estado haciendo habian merecido la pena. Trabajo y sudor habian hecho de esa ballesta una verdadera máquina de matar, pero, sin embargo, no se parecia en nada a los rifles que solia usar y lo que le sobraba de cadencia, velocidad y precisión, le faltaba de potencia.
La nublina abrio la puerta a tiempo de escuchar el grito de la máscara. Una ducha de agua fría la recorrio por completo cuando oyó que pertenecia al consejo. De entre los rocavarancolenses, la nublina sabia que existia un grupo selecto de ellos que gobernaba la ciudad con puño de hierro, haciendose llamar "el consejo". Sabia que, además, el ulterano tenia una opinion muy pobre de ellos.
-¿Me-mensaje?-repitio la nublina, aterrada, no quitandole ojo a las máscaras que flotaban a su alrededor.
La voz tronante del ulterano resonó desde la azotea.
-¡Pues dinoslo y vete por donde has venido!-

Miseria quedó muy sorprendido ante tal respuesta. Se pasó una mano por el pelo y recobró la compostura. "Mira que andarte confiado por ahí en plan don civilizado en Rocavarancolia"
Pero no tardó en cambiar de opinión. Fingió ignorar los modales del ulterano y dirigió una de las máscaras normales hacia la ventana por la que se oían los ruidos. Ésta habló con la voz coral de su amo:
-Si me dejáis entrar, podré explicároslo con más calma. De hecho, no percibo ninguna protección mágica que no pueda burlar gracias a lo que me han dicho los miembros del consejo, así que...
-Buenos días -saludó el coro de voces masculinas del ominario desde su boca verdadera. Aquel día lucía una cara bastante anodina de no ser por su nariz pronunciada, su recurrencia, tan poco nublina.
-No vengo para traer la noticia de la ejecución de nadie de aquí, ¿sabes, argos? Yo ya me he presentado, y me parece bastante propio que hagas lo mismo, a pesar del contrato firmado con sangre que revela tu nombre viejo y al cual el consejo tiene acceso.

Toima y Tania

La nublina se hizo a un lado, mordiendose el labio, demasiado asustada para decirle nada. Tan solo esperaba a que pasara y se pusiera cómodo él solo hasta que el ulterano bajase.
Maldiciendo, Toima bajó por las escaleras, a medio vestir, despeinado y con los ojos atentos. En el hombro llevaba su ballesta y por los reflejos metalizados que despedia su pelo, se podia intuir que tenia cuchillos guardados en él. Se acercó al umbral y gruñó antes de hablar.
-Si ya conoces mi nombre, ¿para que quiero presentarme con otro? Quedaria estúpido.-
La idea que el consejo supiera su nombre no le ayudaba mucho en su estado de ánimo. Pretendia seguir viviendo toda su existencia bajo el pseudonimo de "Kaiser". Suspiró, sin acercarse demasiado, casi como si le pareciese un leproso, la educación del miembro del consejo solo le parecio más molesta aún si cabe. La nublina correteó hacia él y se escondio detrás del argos.
-Llamame Kaiser entonces. ¿Y bien? ¿Qué mensaje traes?-

-Bien, Kaiser te llamaré -Miseria se sentó en un sofá y se apoyó en su delgada espada roma-. Los miembros del consejo llevan aplazando mucho la guerra. Demasiado. Todavía no van a empezar nada, pero algunos han pedido que los ciudadanos vayan preparándose.
Chasqueó los dedos y la máscara del ojo cosido se acercó a él. Abrió la boca y el hechicero introdujo una mano para extraer un folio amarillento.
-Firmado nada menos que por el Rey -señaló un signo quemado en el papel-. Viene a decir que necesitamos algo de orden en las torres de hechicería y torreones de batalla. Es decir, que queremos unidades bélicas que funcionen bien. Sabemos de tu experiencia bélica en Ulterania y nos has parecido el más apropiado para reunir un buen grupo. Esto te permite pedirle al consejo cualquier edificio que sea necesario en los entrenamientos y la responsabilidad sobre el grupo que elijas. En un principio, será mejor que sea algo compacto que sirva en misiones de infiltración, pero el número de componentes se deja a tu criterio -Misería tomó un respiro y se dirigió a Tania en una variante de nublino del oeste para pedirle un vaso de agua-. El caso es que esto puede abrirte muchas puertas -enfatizó sus palabras, conteniendo sus voces múltiples para que sonaran lo más simultáneamente posible-. ¿Ves cómo no venía a anunciar la ejecución de nadie? -el ominario alzó las cejas en una expresión entre irónicamente magnánima y divertida.

Toima y Tania

Los ojos del Ulterano se abrieron de par en par cuando el miembro del consejo mencionó la palabra de la guerra. Como una ilusión, el viento que se arrastra consigo palabras, el ulterano no podia creerlo hasta la segunda vez que le escuchó mencionarla. Apenas reaccionó con el mencionamiento del rey, que normalmente le hubiera hecho sacar, como mínimo, un gruñido. Rocavarancolia parecia estar preparandose para la guerra. Pero guerra... ¿contra quién?

-Traes palabras de guerra a un guerrero como agua en un desierto.-dijo con una sonrisa de oreja a oreja, usando su raro tono poético.-Suena muy bien y eso...-dijo ante la oferta, frotandose la barbilla, pensativo.

La nublina dio un respingo cuando oyó su lengua natal y corrio a la cocina a servirle un vaso de agua. Aunque Toima, molesto porque hubiera tratado a la nublina como una esclava, tan solo le habia pedido un vaso de agua y no podia estar molesto con él por ello, y mucho menos cuando le traia tal caramelo. Se aburria, se moria por algo de acción. Pero no iba a venderse tan bajo.

-Puedo tener a un par de personas en mente y eso, pero lo tendria que aclarar mis dudas y el consejo tendria que apoquinar algo más que el permiso para usar edificios, estoy hablando de equipo y materiales, materiales que no son corrientes, pero se pueden encontrar en la ciudad, estoy seguro...-se abrio de manos y dejó vagar sus ojos con una risa socarrona.- Si vamos a hacer la guerra y voy a tener que entrenar a gente para ello que sea a mi modo ¿verdad?-una última risotada murio en su garganta mientras Tania volvia con un vaso de agua fresca y se la ofrecia al visitante con los mejores modales que habia aprendido en la ciudad.
-Y, claro está, necesitaré saber contra quien y que nos enfrentamos, claro...-

-Contra cualquiera -aclaró Miseria-. Probablemente empecemos por mundos fáciles como Daelicia o Asrena, pero no podemos saber nada hasta que en el consejo no deliberen los resultados de las evaluaciones de algún mundo que apareció recientemente.
El Ominario meter la mano en la boca de la máscara del ojo cosido y extrajo una esfera de cristal que apenas cabía en la palma abierta de su mano (la cual no era muy grande). Con un toque de su dedo, la esfera se volvió invisible en una zona para dejar la forma de un huevo en luz coloreada. Había algunas zonas oscurecidas.
-Son imágenes que tomaron los exploradores de los demiurgos, lo negro es lo que no han mirado. Esto es Daelicia, un mundo rico y débil pero envenenado. No te recomiendo que comas nada de allí si no quieres acabar con yagas en el intestino y diarrea. Lo máximo que podemos extraer de aquí son esclavos difíciles de alimentar. Pero claro, es tan fácil que... ¿por qué no? -la imagen cambió a otra esférica y parduzca con una fina línea en el ecuador. Aquella tenía menos zonas oscuras- Esto otro es Asrena. No tiene más que algunas minas con piedras tipo geodas con dibujos bonitos. Los habitantes son simples tribus, y no es muy agradable de habitar. Pero bueno, está ahí.
>>Y... con respecto al pego, me temo que lo único que el consejo quiere dar es la promesa de tierras en mundos conquistados. A mí no es que me haga demasiada gracia, pero vivo bien con la idea de poder ser conde, marqués o incluso duque de algunas tierras. Además ahora estamos en el momento propicio para hacernos con la mayor cantidad de territorios posibles, la ciudad no tiene demasiados bendecidos por la Luna y hay muchos mundos intactos esperando ahora mismo -Misería apuró el vaso de agua y se inclinó un poco hacia delante-. Mira, si quieres que te sea sincero, creo que sale mejor que un sueldo normal, pero me temo que igual no nos regalarán demasiadas hectáreas así por el morro, y tengo desconfianzas con eso. A veces es por la excusa de que los mundos a veces sirven de cría y demás, pero según la historia, los reyes nunca han sido amigos de los nobles con demasiadas tierras.
El ominario quedó en silencio mirando fijamente las depresiones faciales del argos. Con un gesto afectado (y probablemente ensayado), se recolocó una coleta con abalorio verde que le tapaba la frente. Luego volvió a guardar la esfera cartográfica de los demiurgos en la máscara del ojo cosido.
-Y claro -añadió-. Nosotros queremos tierras. ¿No?

Toima

El miembro del consejo le mostró imágenes de los dos planetas con la ayuda de un aparato con forma de huevo. De arsena ya sabia y suponia bastante, pero aquel planeta, Daelicia, no lo habia escuchado en su vida. Ninguno de esos dos planetas suponia un reto a conquistar, ni si quiera Toima veia valor alguno en hacerlo. Un desierto y un planeta envenenado. Miró fijamente al miembro del consejo.
-Tienes que estar de broma... ¿Planea el consejo que lidere una expedición con gente de mi confianza a esos sitios de mala muerte, sin equipamento y tan solo por un puñado de arena o de veneno?-tras una pausa continuó hablando.-No conozco de Daelicia, pero si solo estar ahi es venenoso todo, no le veo punto a conquistarlo o arriesgarse a sufrir bajas innecesarias. Con respecto a Arsena, los lagartos son nómadas, van en tribus viajando, lo cual hace su localización dificil, y sin equipamento aún más. Suponiendo que se localizasen estras tribus nómadas por el desierto, el cuál, estoy seguro que anda sembrado de trampas naturales, ni si quiera seria una guerra. Apenas tienen tecnologia y magia, la desconocen. Eso seria un control de plagas en todo caso.-el ulterano se cruzó de brazos, dando su explicación terminada.
-No le veo el punto a invadir esos dos planetas. En mi tierra, he visto guerras por motivos más estúpidos y se como acaban.-respiró hondo antes de repetir de nuevo su postura.- No arriesgaré a gente de mi confianza por un puñado de arena o veneno.-

A ojos del ulterano, el consejo deberia estar mal de la cabeza. Cuando los ulteranos van a la guerra, establecen una preparación concisa del equipamento y tecnologia, se apropian de mapas, comienzan a desarrollar posiciónes en cuanto al terreno. Entrar a un ambiente tan hostil como ese, solo le evocaba la muerte al ulterano. Habia demasiados valientes en el cementerio ya.

Volando desde el torreón Maciel, regreso hacia el que es mi hogar desde hace ya más de dos años. Antes la runa me avisó de la entrada o la salida de alguien, así que miraré si hay alguien más dentro aparte de los que quedaban.

No he tenido que buscar mucho para encontrar a Toima hablando con un joven muy bajito, casi parece un niño. Bueno, más que hablar parece que discuten sobre algo relacionado con la guerra. ¿Están proponiendo al ulterano de participar en una guerra? ¿Tendrá algo que ver el pequeño ser con algún cuerpo militar en la ciudad? También me parece extraño no ver a Tania con el guerrero, pero igual está en otra habitación haciendo algo por él.

-Buenas, Kaiser -le saludo teniendo en cuenta que no le gusta que los demás le conozcan por su nombre-. ¿Quién es el invitado con el que te debates?

-Son tan sólo opciones a barajar -Miseria se echó más relajado en el sillón, casi tumbándose, y se quitó la capa y la dejó a un lado. Llevaba una camisa de esgrima blanca totalmente abotonada con un grueso collar de láminas de hierro que sostenía un fragmento de ámbar casi rojo. Llevaba unos pantalones en gris más oscuro que el de su capa, y unos zapatos de cuero negro muy sencillos-. Además, tampoco es tan difícil si usamos un poco de estrategia militar. Algo así como engañar a los asrenianos haciéndoles creer que nos pueden si se reúnen todos, que por cierto sólo hay unas pocas tribus nómadas. Y bueno, con los daelicianos seguro que funciona un ataque sorpresa. Pero bueno, en lo que compete a un grupo, todo es bastante parecido siempre y cuando puedan moverse por cualquier terreno.
En aquel momento, una ángel negro entró en la habitación. Misería se levantó e hizo una breve reverencia a modo de saludo.
-Soy Miseria Nombre, ominario. He venido para informar a tu compañero Kaiser de que, por su experiencia militar pre-criba, el consejo le ha encomendado la tarea de agrupar una unidad bélica de transformados. Tú debes ser la ángel negro que vino de la Tierra, ¿verdad?

Asiento con la cabeza como repuesta a la pregunta de Miseria, parece que ese hombre conoce a los últimos cosechados, o tal vez a todos. A saber, pero tampoco parece un don nadie en la ciudad.

-Allá él si quiere llevar a cabo la tarea, no tengo yo nada que objetar ni decidir -aun así, me quedo a escuchar la conversación, igual saco algo interesante en referencia a la situación política y militar de la ciudad.

Toima
-No con un grupo de novatos que no han visto una guerra en su vida...-remarcó. Su vista detectó a la chica de alas rojas en la distancia y se calló, cruzando las piernas esperando su llegada. Cuando llegó, le saludó y preguntó por el invitado. Dejó que el hombre se presentase como bien gustase, ya que apenas podia recordar su nombre. Un par de ojos le dedicaron una mirada seria a Adara con un resquicio de emoción y preocupación mientras el invitado le explicaba además a que habia venido.
Sus dedos tamborileaban en los brazos del sillón mientras hablaba.
-Y mucho menos sin equipo. La ciudad quiere mi experiencia. Bien, me halaga. La ciudad quiere que les lidere. Es una oportunidad que llevo esperando tiempo, si. Pero no les llevaré a un infierno a morir.-se incorporó un poco, acercandose al borde del sillón mientras hablaba, descansando su mandibula en su puño.
-Sigo en mi posición, el consejo deberia darnos materiales para mejorar nuesta situación si quiere que el grupo sea exitoso. Y... la recompensa de tierras... no creo que nos valga mucho ni a mi ni a nadie que conozco. Somos huerfanos de tierra. No nos supone nada el poseer una tierra de un planeta perdido por el espacio.-chasqueó su lengua, mientras su mirada se volvia risueña.-Sin embargo... creo que la experiencia y el saqueo que se obtenga en esta misión puede sernos útil, asi que considero aún viable la posibilidad de tomar esta misión que me ofreces...-

Miseria ya había contenido bastante la paciencia. Quería decir cuatro cosas ácidas pero no lo hizo porque no era ni su estilo ni le iba a resultar útil.
-Vale -respondió con una amabilidad cargada de sorna-. Si tan tremendo te parece todo ese horrible infierno de planetas débiles, no te preocupes. Al Rey no le importará que ella organice el grupo -señaló a Adara-. Tiene más experiencia como transformada y parece mucho más razonable, ¿verdad? -Miseria esbozó una rápida sonrisa amable- Y de todas formas, ¡cuántos libros de estrategia militar deben haberse escrito! No te preocupes, querida, en esos mundos son todos unos tristes paletos, y el ser un líder militar no significa necesariamente mantenerse apartado de la lucha y de todas esas suculentas muertes. Además, me parece que alguien no sabe valorar lo útiles que son las tierras -lanzó una teatral mirada a Kaiser-. ¿Qué me dices al respecto? Cualquier rocavarancolés que se precie no rechazaría ofertas de guerra tan evidentes.

Toima

El ulterano arqueó una ceja, sorprendido...o al menos lo que quedaba de su ceja.
-Me estas haciendo perder el tiempo. O al menos estas quedandote conmigo. Las tierras me importan una sincera mierda y creo que los chavales que conozco tampoco las aprecien tanto. Somos gente más corriente que vuesas mercedes de palacio.-suspiró, intentando relajarse, antes de que se fuese de la lengua y se cargase del todo la oportunidad que le brindaban esos peces gordos.
-Adara podria ser una perfecta general para una incursión. Es más, si es necesario, la avalo yo mismo en este momento. Y con la mente organizada como la tiene, coincidirá conmigo que ir a pelo a un planeta desertico o un planeta venenoso es un suicidio.-cacareo mientras reia, incredulo, se frotó la cara con las manos.-Mira, no todos tenemos alas para movernos a gran velocidad, o magia para mantenernos con vida al borde de la muerte. La luna no fue tan generosa conmigo, por ejemplo. Pero no soy yo el caso. Vamos a tener a gente aleatoria correteando por un planeta que no conocen en un ambiente que les es completamente hostil, sin transporte, sin caravanas de suministros sin... vamos, lo que viene siendo "a pelo" de toda la vida. Andando, en marcha militar, en un grupo de militares, entrenados...-dijo, remarcando esas dos últimas palabras.-...Te puedes recorrer un planeta como esos en unos... pongamos cuatro meses
Cuatro meses sin agua. Sin comida. Rodeados de peligros. Si esto no les parece una locura a los del consejo, deben de ser unos Tarsaanii, como se dice en mi planeta.-se tomó un tiempo de pausa mientras se llevaba el dedo indice a la sien, dibujando espirales en el aire.-Locos.-concluyó diciendo.
Chasqueó la lengua y se revolvio el pelo, gruñendo.
-¿Es que ni si quiera nos pueden dar un maldito mapa? ¿O un guia? ¿El consejo no tiene de eso o que?-dijo, con un tono quizás demasiado elevado.

Miseria ya directamente suspiró.
-Oh, por favor, no seas tan ridículo. ¿Te crees que esos mundos van a estar llenos de monstruos o algo así? ¿O que os van a mandar sin magos que puedan depurar el agua o detectarla bajo tierra? Mira que tienes una manía de lo más absurda, son planetas de tristes paletos, ¡por Sardaurlar que lo son! Pero no te preocupes, que si alguna vez toca una campaña contra Almaviva te avisaré el primero, ya que veo que tanto te entusiasman los infiernos. Además estaba hablándole a ella -volvió a dirigirse a Adara-. ¿Piensas pronunciarte? -alzó una ceja.

No tengo mucho que añadir a lo que dice Toima, pero me veo presionada a hablar por el propio Miseria.

-Siendo sincera, soy mayoritariamente de la opinión del káiser acerca de la conquista: unos planetas como los propuestos no tendrían gran interés para la ciudad, aparte de chorradas como tener más tierras inútiles o el honor y la gloria de la ciudad y eso. Rocavarancolia es mi ciudad y la defenderé con uñas y dientes si alguna vez se ve amenazada, pero no estoy dispuesta a pelear por planetas inservibles sólo por esa razón. -Pero no es todo lo que tengo que decir, así que añado algo para darle la vuelta-. Por otro lado, se me ocurre otra razón por la que podríamos participar en estas campañas en mundos tan supuestamente fáciles: la práctica. Creo que es evidente que una unidad de criaturas tan dispares como las de esta ciudad no es como dirigir un grupo de humanos o incluso de ulteranos, así que colaborar en la conquista de estos mundos puede servir para conocer el propio ejército de la ciudad y estar más preparados para campañas complicadas. Siempre que se pueda garantizar un suministro de provisiones para la guerra.

Miseria volvió a suspirar. Aquella gente tenía pinta de pertenecer al grupo de personas que él denominaba "no aptas para cosas interesantes" (Las cosas interesantes eran acechar a los mundos vinculados y criticar en voz muy baja la política del Rey).
-Por favor, si son tan sólo opciones. Además no sé por qué estoy intentando convenceros. La conquista es lo que siempre se ha hecho en esta ciudad y lo que da más poder y dinero. Como comprenderéis, no vamos a empezar por los mundos fértiles, de hecho en el consejo no saben ni por dónde van a empezar. Pero a ver, que voy a intentar explicarlo bien, ¿vale? Veréis. Cuando hay una guerra, el Rey dice "todos los aptos para luchar que no estén en actividades económicas muy muy imprescindibles, al portal". Luego si los que cruzan el portal en cuestión no están organizados, el señor comandante de los ejércitos los organiza rápidamente y si no están acostumbrados a sus grupos, pues allá ellos con sus más posibilidades de morir. ¿Me explico? Y claro, las tierras son para quienes más méritos hacen, y no es fácil hacer méritos cuando no dominas bien la situación. Pero bueno, ya que os interesan tan poco las tierras, yo no digo nada más. Así que quien se encarga de decidir si conviene mandar a los transformados a un desierto a morir, me temo que es el Consejo, no vosotros. Y vale que como terrícola te pueda parecer un poco escandalizante -se volvió hacia Kaiser-, pero tú, señor ulterano, deberías estar perfectamente acostumbrado a esto. ¡Además en el Consejo no son tontos! Habláis como si fuerais eruditos de geografía planetaria, pero me parece a mí que sólo conocíais Asrena por algunos compañeros de cosecha. ¿Me equivoco?

Pyro se paseaba de una pared a otra como un animal en una jaula demasiado pequeña. Había regresado a la Sede mientras trazaba un plan en su mente, pero era irrealizable, al menos de momento. Hervía de rabia, porque después de todas sus prisas - y sus errores - ahora tendría que esperar indefinidamente en la Sede hasta un momento más propicio.
Paseó el frasquito entre sus dedos con nerviosismo. Había buscado un veneno potente, doloroso y que también surtía efecto con el mero contacto. Se había vendido a sí misma, y a su moneda, causante de todos sus males, a cambio de él. Dio varios paseos más. Se colaría en Serpentaria sin ser vista, de noche mejor. Le temblaban las manos. Vertería el veneno sobre la almohada de Azura. Apretó los dientes. ¿cuanto cambiaría su vida después de asesinarse? y en realidad, ¿por qué hacía lo que hacía? Alicia no habría hecho eso. Se le escapó una risita que parecía un gemido. Ultimamente tenía la teoría de que ninguna de las dos era Alicia. Ella había muerto y engendrado dos monstruos sin una pizca de moral. Era tristisimo lo poco que le importaba el hecho de acabar con una vida. El placer, en cambio, que le causaba imaginar a su hermana retorcerse entre sueños y morir.
Un temblor de la mano le arrebató la botella que cayó al suelo con un sonido seco y agudo. La miró un segundo antes de cogerla, no parecía rota.
- Mierda! - los ojos de Pyro se abrieron como dos faros, mirando su mano donde un par gotas azulada resbalaban por su dedo; habían escapado del frasco -un frasco, evidentemente, mal cerrado-. Una tercera gota se unió durante aquel segundo de vacilación, y el hilillo de veneno cobro velocidad y terminó su recorrido antes de precipitarse al suelo, junto con la boitella, que Pyro soltó bruscamente. Un ruido de cristales rotos, y el liquido mojó sus sandalias y sus dedos de los pies. Si había tenido alguna oportunidad, esta ya estaba lejos e inalcanzable, y Pyro acababa de pagar para matarse a si misma de la manera más estúpida posible.
El estomgao se le contrajo y la frente se le perló de sudor. Caminó hacia las escaleras mientras tomaba una bocanada de aire ahogada. Las manos y los pies había dejado de sentirlos y tenía tanto frío que le castañearon los dientes. Tropezó mientras bajaba hacia la sala de abajo, donde esperaba ver a sus compañeros, pero Pyro ya no veía nada, y se aferraba a la barandilla mientras las extremidades de su cuerpo, comenzaban a arderle por dentro. La boca le supó a sangre y envuelta en sudor, no se dio cuenta de que lloraba.
Sintio unas manos que la agarraban, no sabía de quien. El veneno, ya dentro de la piel de Pyro, resultaba inocuo. Y en esos ultimos segundos en los que se moría, ¿de donde sacó fuerzas para hablar? y de todas las cosas que podía haber dicho, ¿ por qué quiso elegir la más cruel?
- Decidle que vendí la moneda. Nunca será ... suya. - volvieron de nuevo los temblores.
" y así es como mueren los monstruos"

Y la luz se apagó para siempre.