Torreón Maciel (Archivo VI)

Recuerdo del primer mensaje :

Archime no pudo hacer otra cosa que dejarse arrastrar hasta Maciel una vez más. Como aquella ocasión en la bahía. En realidad había más paralelismos de los que parecía a simple vista, pues en aquella ocasión también habían rescatado a Taro -aunque no solo a él- y el biomecánico también había agotado sus energías. El camino transcurrió si que el biomecánico fuese apenas consciente de lo que lo rodeaba, centrado en todo momento en controlar su respiración. No había llegado a darle un ataque de asma, pero si se sobreesforzaba sin duda le ocurriría.

Se aposentó en el sillón de siempre, todavía recuperando el aliento y habló tras Anriel.
—Debemos... curarlo... —musitó con la respiración agitada para después intentar llevar a cabo un hechizo de restauración.
No pudo. Probablemente todavía conservaba cierta reserva de energía mágica, pero el cansancio del uso continuado de hechizos exigentes fue superior a él. Se agitó ligeramente cuando recibió la palmada de Shaco y dejó en sus manos la tarea de curar al carabés mientras se recostaba en el sillón completamente agotado. Posiblemente debían repetir los sortilegios sanadores durante los próximos días para que Taro se recuperase correctamente, pero Archime les dio su visto bueno internamente a los que aplicó el humano a modo de primeros auxilios, dejando de preocuparse por aquel asunto en concreto.

—No deberías realizar... movimientos bruscos. Es preferible que... pidas ayuda para lo que necesites, por ahora —advirtió al carabés poco después cuando este hizo ademán de moverse.

Llegué al torreón Maciel después de cruzar la ciudad. Supuse que también tendrían el puente levantado así que levité y me colé por el patio, en realidad ni me paré a comprobar la puerta del refugio.

La visión del patio me asombró, había varios cadáveres de animales por ahí tirados. <<Si en el otro sitio me recibieron mal...aquí me van a echar a patadas. Qué remedio>>.

Me posé y traté de entrar a la planta baja de la torre pero una barrera me lo impidió. <<Humm, será un hechizo de guardia>>. Gracias a dios aún llevaba mis protecciones, así que si me atacaban tendrían que lidiar con ellas, eso sí me tocaba hablar desde fuera.

-Hola - dije.- Vengo a echar una mano, ¿la necesitáis? - esperaba que sí en realidad, no parecían en muy buen estado.- Puedo curaros las heridas y daros alguna explicación, ahora que sois ciudadanos puedo ayudaros en lo que queráis. Siempre y cuando esté dentro de mis posibilidades claro - el discurso me salió solo aunque la verdad es que no pretendía hablar tanto.- ¿Me dejáis pasar o paso a través de la pared? Como consideréis conveniente.

Lara no pudo comprimir el quincuagésimo llanto de la noche, sin acabar de entender (y entendiendo demasiado) la preocupación de Keiria. ¿Qué era? ¿Peligroso? Porque era peligro lo que buscaba. Quería degollar bestias y tirar muros y ensartar monstruos. Se había quedado sola y arriesgarse era justo lo que quería. Apostar a un todo o nada lo que le quedaba, que era tan poco  que realmente no podía vislumbrar la pérdida en aquel juego de azar. Estaba maldita e iba a morir. Pero iba a hacerlo a gusto. Iba a desatar toda la magia que corría por sus venas, iba a consumir las cosquillas que la luna le provocaba.


—Estoy manchada con la sangre de mis hijos —le explicó con amargura tras sorberse los mocos—. Me importa bien poco lo que me pase fuera, solo quiero explotar cosas —y le parecía la mejor razón del mundo. Echó a andar hacia las escaleras y toda la dignidad que le quedaba (bien poca) la perdió tras un tropiezo. Se levantó sin decir nada y salió a la planta baja con la cabeza gacha. Tan solo echó un vistazo rápido para entender ligeramente el panorama y contar los vivos. Salvo Cío, el resto no parecía estar muy mal. Desvió su atención a la puerta y siguió caminando, explicando lo justo y necesario para que nadie la siguiera—. Me voy, ni se os ocurra seguirme. Estoy maldita y no quiero que os muráis por mi culpa.

Sin saber ni cómo ni por qué y ligeramente sorprendida, Lara logró salir sin sufrir ningún percance.

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Kudryavka

En mitad de la explicación, Cio echó a llorar. A Kud se le encogió el estómago entonces. No sabiendo que hacer o que decir, terminó la explicación. Casi acto seguido, Lara subió les dijo que iba a salir que no queria que la siguieran. El vánara ni se atrevio a mirar o cuestionar a la madre. Pero si que le preocupaba que le pasara algo. No logró vocalizar palabra alguna para transmitir su preocupación hacia sus compañeros.
Keiria subió y les explicó sobre lo que habia pasado. Aquello solo hizo que el ruso se sintiese aún más inutil

La aparición de Stefan sin embargo, se mostró como un impas en la preocupación del chico. El rusó miró al italiano de arriba a abajo, con una cara colmada de confusión, entremezclada con desconfianza y, cuando habló, le hizo correr hacia la puerta. Le escuchó terminar de hablar ladeando la cabeza y extrañando aún más su rostro. Sonaba terriblemente sospechoso y, en aquella ciudad no significaba nada bueno.
-No, no estamos interesados en escuchar la palabra del señor, gracias. Ya he lidiado antes con testigos de jehovah, gracias. No queremos firmar nada tampoco, gracias. No estamos interesados en ninguna oferta o contrato, gracias. No vuelva por aqui, gracias.-decia, repitiendo monótamente la palabra "gracias" mientras cerraba la puerta en la cara del brujo.

El vánara chasqueó con la lengua y señaló incrédulo a la puerta, hundiendose de hombros. Tras aquello, vovlió a serenarse.
-¿Qué hacemos con Lara? ¿Quereis que la siga? Y... vigilar que no haga nada descabellado. Puedo alcanzarla con facilidad... Si no vuelvo a caerme, claro está.-se cruzó de brazos.-No puedo empezar a imaginar lo que es la perdida por la que está pasando.-

Xalk seguía confuso, pero pudo entender varias cosas entre los llantos de Lara, la más importante era que al parecer sus hijos habían muerto.

Nadie hizo intento alguno de detenerla cuando se fue, algo ilógico viniendo de sus compañeros y que Xalk no entendía. “¿Por qué no la paran? ¿No es eso lo que se supone que se hace si alguien se va? En cualquier caso... ¡Salir solo es peligroso!” Aun así la pastora abandonó el torreón. 
La razón por la que no la seguían quizás podía deberse a una diferencia cultural que aún no conocía, pero él no iba a dejar que saliera sola. “Pero… ¿Y si al irme yo les obligo a seguirme y arruino su necesidad de no hacerlo?  Hmmm. Entonces tendré que dejar claro que a mí no me tienen que seguir.”

Torpemente se las ingenió para levantarse y caminar sin caerse, y así se dirigió a la salida. -Ya voy yo. Quedaos y ayudad a Cio… o a quien lo necesite vamos. No penséis que estoy discriminando o algo así.
No aguantó mucho tiempo caminando con normalidad, y poco después de haber salido del torreón tuvo su primera caída. “No lo entiendo, ¿es todo lo que veo lo que da vueltas o las doy yo?

Continuó su travesía apoyándose a las paredes de las casas, y así comenzó a seguirle la pista a Lara.

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El sonido del puente hizo girar la cabeza al ingeniero hacia la puerta instintivamente. En el mismo momento que sonó supo que se había roto, cosa que hacía meses incluso habría agradecido ya que echaba constantemente en falta algo que reparar. Pero no en aquel momento en el que apenas sí podía concentrarse en lanzar un simple sortilegio. Por no hablar de lo peligroso que era mantener el puente levadizo bajado, provocando que la seguridad del torreón descendiese alarmantemente.

Archime no quería más muertes aquella noche y por ello se revolvió en su asiento cuando primero Lara abandonó el torreón y a continuación Xalkoth salió tras ella. El biomecánico no se hallaba en condiciones de enfrentarse a los peligros de la ciudad. No con el irritante tic-tac impidiéndole realizar correctamente las tareas más sencillas. Pero el clinger acusaba pérdidas de equilibrio y problemas de visión debido a los nuevos elementos con los que la Luna Roja había dotado su cuerpo. Además dudaba que pudiese conjurar con aquella tenaza que ahora era uno de sus brazos...

Apenas tuvo tiempo de fijarse bien en los cambios de Keiria cuando la pelirroja volvió y les relató su conversación con la ordesa en las mazmorras cuando un desconocido apareció en la puerta del patio. Kudryavka le cerró la puerta pero el biomecánico no quiso dejar pasar aquella oportunidad y se levantó del sillón. Mientras caminaba hacia la puerta escuchó la propuesta del humano. No tuvo que pensar demasiado la respuesta ya que, aunque nunca le habría pedido que se pusiese en peligro cuando él mismo no tenía intención de abandonar el torreón, su ofrecimiento le resultó lógico, especialmente porque tras él mismo y la propia Lara era el más capacitado para la magia del torreón.
—Eres quien se halla en mejores condiciones. Te colocaré un campo de fuerza antes de que te vayas. Si pierdes el equilibrio debido a la cola emplea la levitación para desplazarte —añadió como consejo justo antes de comenzar los diversos intentos necesarios para lanzar la protección mencionada sobre el ruso.

Una vez finalizó, abrió la puerta del patio y se encaró al rocavarancolés de apariencia humana que allí se encontraba.
—Necesitamos información —dijo a modo de respuesta tardía a la pregunta que había hecho. Señaló al otro irrense—. Cío necesita ayuda urgente. Todo su cuerpo se ha cargado eléctricamente, sus implantes han dejado de funcionar debido a ello y su marcapasos se ha fundido. Necesitamos saber... —El biomecánico hizo una pausa y sacudió ligeramente la cabeza, como intentando desembarazarse del tic-tac de este modo. Los pinchazos volvían —. Si alguien puede ayudarlo en esta ciudad; o si podemos regresar a Irraria con brevedad.

Me quedé anonadado con la respuesta del mono y más aún cuando me cerró la puerta en las narices. Era la segunda vez que me lo hacían en la misma cosecha.

Bueno, si no querían mi ayuda allá ellos. Estaba a punto de salir del patio cuando me detuvo una voz pidiendo ayuda. Al girarme vi a un irrense con gafas, escuché sus palabras y volví a acercarme a la puerta. Miré adentro y vi a otro irrense con dos implantes en vez de uno, unos cuernos en la cabeza y la espalda algo encorvada. Había visto en otra ocasión, en ese momento podría haber jurado que había otra persona como él en la ciudad, y si no como él muy parecido.

-¿Qué es lo que le pasa exactamente? Para llevar un marcapasos digo - le pregunté al irrense.- No podréis regresar a Irraria solos hasta el comienzo de la siguiente cosecha, es una norma establecida por el consejo. Sin embargo os permiten ir acompañados por transformados de años anteriores, si se lo pedís a alguien que tenga algo que hacer allí podéis pasar sin problemas.

Kudryavka

Parecieron estar de acuerdo con su idea y Kud no tardó ni dos segundos en prepararse. Dedujo puesto que tanto Xalk como Lara habian pedido no ser seguidos, decidió salir por el patio y dar un rodeo, sin perder de vista a Xalk, que a su vez seguia a Lara.

Tras que Archi le abrió la puerta a Stefan, Kud le hizo la mirada del tigre antes de salir. No dudaba que entre los presentes podrian reducir a aquel ciudadano de aspecto normal si se comportase raro, pero algo le daba mala espina en él. ¿Qué les pediria a cambio de su ayuda? El ruso sacudió entonces la cabeza, concentrandose en lo que debia hacer.
La lluvia ya le habia empapado completamente al poco de salir. Se le antojó incómoda su camiseta empapada pegada al cuerpo asi que se la quitó pero, no queriendo desacerse de ella o cargarla en una mano, se la ató al cuello, dejandola caer por un hombro, a lo bandolera, por debajo de la bufanda. Entonces inspiró hondamente y se abrio de brazos bajo la lluvia. Podia ver su cuerpo, podia ver la cola y podia ver sus pies. Todo indicaba a que sí, que todo su entrenamiento, todos sus deseos, se habian cumplido en aquella ciudad de pesadilla.
Miro en las inmediaciones hasta dar con lo que buscaba: La canasta que él mismo habia procurado al torreón, meses antes. En aquel entonces nunca pensó que le daria el uso que estaba apunto de darle. Con un suspiro y, sirviendose del hechizo de moldear materia inorganica, le dió una forma muy particular y, echandose el pelo hacia atrás se la colocó en la cabeza a modo de diadema.
Inspiró hondamente unos instantes, colocandose las gafas y la diadema.

Kudryavka el Vánara:

>>Row Row Fight The Power~!

-Yo soy Aquel Que Es Consciente del Vacio. Soy el que Es Tres Veces Inmortal. Nacido en el monte de la Flor Y la Fruta. El único e inimitable Sun Wukong.-recitó enarbolandose en diferentes poses heroicas con una gran estúpida sonrisa en su rostro.-¡Y no importa cuan alto sea el monte o cuan largo sea mi camino, siempre estará a mi alcance! ¡HAH!-gritó, por encima de sus pulmones tras pegar un poderoso salto por encima del muro de Maciel, internandose en la ciudad con acrobacias y más saltos.

La recibió el salón rojizo y manchado de emociones. Anriel paseó la mirada entre los presentes. Estaban deformados por la magia, en su mayoría. Nero estaba bien. Mas interesado que irritado y todavia conservaba el sentido del humor. Estaba atento, aunque aun sostuviese el libro. Ri y él cruzaron miradas durante el resumen de Kud. Habia una pregunta escondida en ambas, decía " ¿Nosotros que?".
La albina flexionaba y extendía los dedos de los pies mientras oía en silencio. Agradecía que faltase una pregunta directa y poder ahorrarse decir que no tenía ni idea sobre sí. Sentia que eso era mentira. Era consciente de si misma de manera casi agobiante. El pelo, de punta a raiz, despeinado; las uñas, el tacto de la piel desnuda de los pies contra el suelo frío. Y no acababa en eso: sabía su postura y el gesto neutro, medido, de su cara. Sabía que musculos sostenian su peso, como en la tirantez de una noche en agujetas pero sin la parte dolorosa. El aire que corria a su alrededor, la textura de lo que la rozaba. A su vez, todos los presentes estaban tan vivos como ella.

Lara anunció que se iba. Ri se sintío completamente desesperada y luego, se preocupó terriblemente. Pero segun Lara huyó, tuvo tiempo para una idea mas fria y peligrosa: intrusos. Se giró con brusquedad hacia la nueva visita.
- Antes habia alguien en las mazmorras, oculto.- dijo. No le hacia gracia que despues de aquella noche horrible tuviesen que encarar desconocidos, magicos y posiblemente peligrosos, paseandose por su torreón. Le gustó que Kud cerrase la puerta en su cara.

-Otro con consoladores- dijo Nero, antes de que Archi lo llamase de vuelta.- Sera mejor que salgas ya, Kud. Esperemos que Lara no se aleje demasiado.
- Si.

Ri acabo quedandose. Y escucho, igual que su edeel, al desconocido. El escepticismo era palpable en sl rostro de ambos.

Durante unos segundos el dolor de todas sus heridas la abrumó, impidiéndole seguir la conversación del grupo. No fue consciente de que Xalk iba tras Lara hasta que Archi no empezó a ponerle las protecciones a Kud para que los siguiera. La ulterana se adelantó entonces con la intención de acompañar al chico, pero un ligero traspiés la hizo chocar contra una silla, y ese accidente no demasiado ruidoso le recordó en que situación estaba.

Apenas era capaz de andar sin perder el equilibrio, y por la debilidad que sentía debía haber perdido bastante sangre. Algunas heridas, las mas graves, ya habían empezado a coagular, pero la kitsune no estaba en condiciones de perseguir a nadie por la ciudad. Se dejó caer en una silla, ausente, y hasta que el biomecánico no abrió la puerta para preguntar a Enredo, la muchacha no fue consciente de la llegada del brujo humano. La interacción previa de Kud con el rocavarancoles le había pasado desapercibida, pero ahora observaba al chico con la curiosidad y la desconfianza pintada en la mirada.

El aire alrededor de la ulterana empezó a titilar, y la imagen del zorro de nueve colas volvió a sustituir la suya propia, aunque ella no pareció ser consciente de ello. Aun no sabía nada de su nueva habilidad, pero esta estaba empezando a descontrolarse. En cuanto le digan algo la ilusión se deshará y Keiria volverá a ser visible, mostrando una expresión confusa al no saber de que le están hablando.

La aparición de Lara, junto con su breve explicación, logró lo que parecía imposible: que las cosas fuesen todavía peor. No dio tiempo a protestas ni explicaciones detalladas, sencillamente se esfumó por el puente roto, seguida de inmediato por Xalk. No debía estar en muy buenas condiciones tampoco, a juzgar por los cambios físicos que presentaba, y Cío se moría de frustración por seguirlos, ayudar, o lo que fuera. Le empezó a hervir la sangre pero se obligó a mantener el hocico cerrado mientras los demás se organizaban. Por si fuera poco, en esas llegó un visitante inesperado, nadie conocido, un mero transeúnte buscando ayudar. «Llegas un poco tarde» escupió mentalmente «varios meses tarde, para ser exactos». Debió admitir que las preguntas que le hizo Archi eran justo lo que necesitaba, pero si de él hubiera dependido lo habría echado a patadas en primera instancia, y más si era cierto lo que había dicho Ri. Se estaba dejando llevar por la ira.

Le dedicó una última mirada a Kud antes de que saliese al exterior, esperando verlo volver en breve con los dos que se habían ido y volvió la cabeza hacia el “invitado” y su respuesta, captando de pasada que Keiria volvía a tener el aspecto de un animal peludo. «¿Qué locura es esta?».
―Exactamente ¿quién va a acompañar por la cara a un par de desconocidos? ¿Y qué cojones van a pensar al vernos con estas pintas? Todo el mundo va a saber que la cosecha es una puta mentira. ―Encaró al desconocido con fiereza, pero la curiosidad era auténtica. Había saltado por lo absurdo que le parecía todo lo que había dicho, pero olvidó responder a la primera de las preguntas que había hecho. De todas formas, incluso Archi sabía explicarlo mejor que él mismo.

Archime explicó al humano la condición del otro irrense sin entrar demasiado en detalle. Albergaba varias dudas ante la respuesta del extraño, pero Cío se encargó de formular principalmente lo más relevante.
—Tal vez… No se permita el regreso a irrenses que hayan padecido cambios impactantes a la vista —teorizó el biomecánico—. Al fin y al cabo ninguno de los que regresaba habían sufrido aparentemente ninguna mutación. O… quizás exista un modo de ocultar dichos cambios.
El ingeniero alzó la vista hacia el visitante, esperando que confirmase o desmintiese sus hipótesis.

Mientras hablaba había captado el cambio de Keiria por el rabillo del ojo, por lo que se giró hacia la ulterana, ahora convertida en un ser peludo de tamaño medio.
—Keiria, vuelves a ser un animal… Ya no. —Parpadeó varias veces, claramente confuso por lo que le sucedía a la ibolense—. Tienes… diversas heridas. Debería curarte.
Y sin esperar respuesta, Archime comenzó a recitar los sortilegios de sanación una y otra vez hasta que lograba que el tic-tac no le hiciese fallar mientras paraba además para llevarse una mano a la sien cuando la cefalea aumentaba repentinamente, con el ceño ligeramente fruncido indicando su malestar.

—¿Tú sabes cuál es la razón de ser de que el sonido del mecanismo de un reloj se haya alojado en mi cabeza? —Se giró de nuevo hacia el visitante tras terminar el proceso curativo de su amiga. Esperaba que el humano tuviese alguna respuesta, necesitaba deshacerse de aquella molestia cuanto antes.

Examiné las caras del resto de los presentes y suspiré, estaba claro que en esa cosecha había tocado todo escépticos, sólo había que mirarles a la cara para confirmarlo.

-Tienes razón - corroboré al irrense.- Los irrenses con unos cambios muy bruscos no creo que podáis ir hasta que sepáis como ocultarlo con magia. Y en efecto hay magia de ilusionismo que permitiría que otros te vieran de otra forma, una imagen proyectada de ti mismo antes de cambiar por ejemplo - hice una pequeña pausa.- Respecto a quién podría acompañaros yo mismo me ofrezco, pero aun asi tenéis un pequeño problema, no poseéis vuestro idioma original así que dudo que os puedan entender. Volviendo a quién puede ayudar a vuestro amigo... se me ocurre alguien, por desgracia dudo que lo vaya a hacer por amor al arte. Si el problema es genético el genemago del castillo creo que os lo podría solucionar. Dudo que esté hoy en su laboratorio, es noche de Luna, pero podéis probar mañana que quizá sí esté.

No se me escapó el cambio de la ulterana y miré asombrado como cambiaba a la forma de un zorro de nueve colas y vuelta a ser ella otra vez en cuanto se le mencionó.

-Que curioso, en esta cosecha tenemos al kyubi - murmuré, no se me escaparon los gestos del irrense de gafas mientras curaba a su compañera, y su siguiente pregunta me lo aclaró.- No, no lo sé. Posiblemente se deba a tu transformación y siento decir que apenas soy un novato aquí. No conozco todas las que existen y de ti en concreto no tengo ninguna pista, en la biblioteca seguro que encontrareis referencia a lo que sois - expliqué y luego añadí.- Si te duele la cabeza puedo quitarte el dolor, es un hechizo bastante sencillo.

Keiria estaba preocupada por el estado de Cío, pues su problema cardíaco era serio, pero al parecer había formas de solucionarlo, y la chica confiaba en que todo saldría bien. Después de tantas desgracias una detrás de otra, en algún momento todo tenía que mejorar, y si no tenía fe en ello, se volvería loca. No quería llorar mas, y a partir de aquel momento se prometió mantenerse firme, por sus compañeros y por ella misma.

Las palabras de Archi la desconcertaron, sin embargo, y cuando parpadeó mirándole confundida, la ilusión se desvaneció. No entendía a que se refería, ni el comentario que hizo el brujo humano, pero agradeció que el biomecánico curara sus heridas. Que tuviera que intentarlo varias veces le extraño, pues al chico no se le daba nada mal la magia, y tal vez era cierto que le dolía la cabeza, como sugería el brujo humano.
—Deja que te ayude con eso —le aconsejó la pelirroja, poniendo una mano sobre su hombro—, ya tienes mas que suficiente con ese "tick-tack" que oyes en tu mente.
En cierto modo le frustraba no ser capaz de ayudarle ella misma, pero no dijo nada al respecto: aunque supiera hacer magia, que no era el caso, si el propio irrense desconocía el hechizo ella no tendría forma de saberlo.

La punta de una de sus colas escogió ese momento para encenderse, seguida de dos mas, que las llamas se mantuvieron estáticas sin que parecieran tener intención de extenderse. Keiria no sintió dolor alguno, y al no estar mirando hacia su espalda, no pareció darse cuenta.

Había atendido y meditado, en la medida que el dichoso tic-tac se lo permitió, las palabras del desconocido. Lo del idioma era un problema en el cual ya había pensado, pero resultaba evidente que si se podía aprender todo un lenguaje por beber de una fuente, debía de haber alguna forma de recuperar el suyo.
—Conozco el hechizo vigorizante, gracias —replicó a su último ofrecimiento.
Pero la ibolense entonces le aconsejó que se dejase ayudar por el humano y Archime, tras dirigirle una mirada breve a la chica, se volvió de nuevo hacia el visitante.
—Está bien —concedió.
Al fin y al cabo era cierto que le costaba mucho centrarse y, de este modo, mientras el desconocido le aplicaba el sortilegio pudo continuar meditando la información ya que debido al irritante sonido que la Luna había decidido alojar en su cabeza no le era posible pensar en nada más mientras conjuraba.

—Me llamo Archime. ¿Cuál es tu nombre? —le inquirió de pronto, recordando que aún no se habían presentado—. Antes has hablado de magia de ilusonismo. ¿Crees que eso es lo que le sucede a ella? ¿Se llama kyuubi en lo que se ha convertido? —preguntó después señalando a la ulterana.
Mientras le curaba el biomecánico le había dado vueltas a los repentinos cambios de forma de la pelirroja y a su aparente desconcierto ante ello, señal de que ella misma no se visualizaba como un animal al completo ya que las colas y las orejas sí había dado muestras de poder verlas. El que el humano hablase sobre ilusiones le hizo recordar a los edificios que las proyectaban con el fin de atraparte y por ello algo había hecho clic en la mente del ingeniero cuando el tic-tac se lo permitió. Cuando se giró hacia la mencionada se había fijado en que tres de sus colas tenían una llama sobre su punta, aunque la chica no parecía darse cuenta de este hecho. Es por ello que el irrense alzó la vista hacia Keiria y decidió preguntarle directamente
—Tres de tus colas están en llamas —anunció.

Sonreí cuando el irrense cedió a que lo ayudase y comencé el hechizo, no tardé en acabar y presté atención a sus palabras.

-Yo me llamo Enredo - les dije y luego expliqué.- Soy un humano y ese es el nombre que yo mismo escogí. Vosotros también tendréis la oportunidad de hacerlo si es vuestra elección - me eché a reír con las palabras del irrense.- No, la magia de ilusionismo es de un alto nivel y requiere mucha práctica. Seguramente lo que le pase a ella debe ser cosa de su transformación - medité mis siguientes palabras antes de hablar.- Verás en mi mundo hay miles de leyendas y ella en mi mundo sería eso, una leyenda oriental, kyubi es la palabra que usan para llamar a un zorro de nueve colas. Ella sin embargo sigue siendo antropomorfa, y no parece que sea una animorfa ya que desde luego ellos no se pueden prender fuego. Sin embargo no sé el nombre de su transformación, lo que dije era tan solo un juego de palabras.

-Humm, si vais a ir a la biblioteca a buscar información tened cuidado. Esta noche la ciudad es completamente distinta a lo que habeis visto hasta ahora. La magia vuela libre por aquí y por allá y los monstruos estarán revolucionados. Dentro del torreón deberíais estar a salvo y seguramente mañana recibáis o bien un aviso o que venga alguien del consejo a veros para deciros que abandonéis el torreón. No os preocupéis, se os dará otro alojamiento dependiendo de vuestras preferencias - les expliqué.- Yo vivo en uno de los dos refugios habilitados para ello, la Torre Serpentaria. Si alguno de vosotros va a venir no intentéis entrar sin más, la puerta está protegida por un maleficio y al último que lo intentó acabó con sus huesos en la cicatriz. Lo mismo vale para la Sede de los Taumaturgos.

-Si tenéis alguna otra duda... - dando a entender que si no preguntaban nada me iría, ya les había ayudado con lo básico y me estaba muriendo de ganas de rendirme al descontrol de la Luna.

Una sonrisa burlona se agazapaba en las comisuras de Nero, nada evidente pero palpable para su compañera. Ella continuaba moviendo los dedos de los pies, con creciente impaciencia.  "Yo tengo una. ¿Que se supone que haces aqui?" quería decir. Miró a Cio y frunció el ceño imperceptiblemente. Aquel humano venia a ayudar, pero si se iba a limitar a dejar clara su ignorancia, mejor era que desapareciese. Intuía que se marchaba y no quiso prolongar su estancia. Aquellas visitas se le hacian insoportables. Cordialidad, diplomacia. Siempre era esa la cuestión.

- No, gracias. Ha sido suficiente.-dejó que el sarcasmo tintase la frase de forma sutil. No se molestó en sonreirle.

El primer impulso de Keiria fue golpear la punta de sus colas con violencia al percatarse de que estaban en llamas, tratando de apagarlas, pero cuando lo consiguió otras dos se encendieron, como burlándose de ella. Para entonces se había percatado de que no sentía dolor alguno y de que su nuevo pelaje se mantenía intacto, como si fuera inmune a dichas llamas. Una pasada de su mano le confirmó que quemaban como cualquier otra flama, pero eso solo hacía la situación mas extraña. Tenían que ir pronto a la biblioteca, pues eran demasiadas dudas, y necesitaba averiguar todo lo posible sobre su transformación: no quería ser un peligro para sus compañeros.

La ulterana centró sus pensamientos en la idea de apagar las llamas, frunciendo el ceño debido a la concentración, y al cabo de unos instantes lo consiguió. No quería hacer experimentos en aquel momento, así que volvió a prestar atención al brujo humano, pero de vez en cuando echaba un ojo a su espalda para asegurarse de que no se iniciaba fuego de nuevo. Keiria no tenía ni idea de cultura terrestre, y el nombre de kyuubi no le decía nada, pero se aseguro de memorizarlo para buscarlo una vez se pasaran por área norte.

Al parecer iban a tener una suerte de refugios asignados, y al día siguiente lo mas seguro es que un miembro del Consejo les ordenara desalojar el torreón. La ibolense no sabía como sentirse al respecto, habían sido demasiados meses y demasiadas vivencias, aunque no todas buenas, pero aquel lugar se había empezado a convertir en un hogar para ella, y dejarlo atrás no iba a ser fácil.

Apartó esos pensamientos de su cabeza cuando Enredo dejó entrever que pensaba irse, proposición que Ri secundó con un deje sarcástico.
—Hasta pronto, supongo —le despidió la kitsune.