Final: Koval vs Noel

Tras la llamada, el fuego fatuo bajó a la arena, recogiendo los cadáveres y sus bártulos por el camino. Su intención había sido usar principalmente la quimera alada en un primer momento, pero terminó por pensárselo mejor y llevarse también el lagarto, debido a sus duras escamas. La quimera alada iría aun así con algunas piezas de armadura de cuero: unos guanteletes que daban amplitud de movimientos en las manos, un yelmo que solo dejaba los ojos a la vista y una coraza ligera. El lagarto en cambio no llevaba nada salvo el cinturón con zurrón donde colgaba el arma, una espada bastarda. La alada llevaba tan solo una daga.

Al salir a la arena las dos quimeras caminaban por su propio pie, pero una cayó enseguida, quedándose cerca de la entrada. Era la alada, porque Gael había decidido que empezaría el combate con el lagarto aunque no pudiera volar. En broma, le dirigió un saludo militar breve a Noel, mezclando conceptos acto seguido.
―Que la fuerza te acompañe. ―Soltó una corta risotada y se acercó al draco para chocarle la mano apretándosela con fuerza durante algunos segundos―. Allá vamos, suerte. ―Murmuró, atacado por los nervios, para después recular hasta guardar las distancias, esperando el sonido del gong.

En cuanto este sonó, el fuego fatuo estaba dispuesto a anclarse un escudo mágico respaldado, pero solamente ese por el momento, pues antes de encargarse de levantar defensas físicas prefería tratar de levantar una barrera de inercia lo suficientemente amplia para cubrir el espacio colindante a ambos combatientes, puesto que si él no iba a ascender por el momento, prefería que Noel tampoco, a la vez que era una traba para lanzar plumas.


NOTA: Quimeras 3 y 8.

Noel descendió en un corto planeo desde las gradas, como de costumbre, y mientras esperaba a la llegada del fuego fatuo se colgó un hacha del muestrario del cinturón. Aunque no iba de lejos tan pertrechado como la quimera alada de Gael, llevaba su coraza de cuero que le cubría la parte superior del pecho y la misma cinta de boxeo de color negro enrollada en las manos que empleaba en cuerpo a cuerpo como protección añadida. Cuando se le acercó, le devolvió el saludo militar al fuego fatuo y el apretón de manos, con una sonrisa.
—Que la suerte te acompañe —le respondió mezclando ambas fórmulas en una sola frase.

Ya que Gael comenzó anclándose protecciones mágicas, él hizo lo propio, respaldándolas también. Durante ese tiempo, había empezado a disparar plumas, que había dirigido expresamente hacia la costura que tenía la quimera reptiliana en el estómago mientras se acercaba a su oponente. Dudó sobre si conjurar al instante también las protecciones físicas, pero cuando le oyó iniciar la barrera de inercia cambió de idea. <<Cómo no...>>. Era cierto que él mismo había recurrido a aquel sortilegio un par de veces durante el torneo, pero a él se lo habían llegado a colar hasta dos veces en el mismo combate y estaba empezándose a cansar. Apuró el lanzamiento de plumas, principalmente desde sus alas, hasta que no le sirviesen debido a la inercia, y sin dejar además de moverse hacia el fuego fatuo, volvió a conjurar.

En cuanto la barrera de inercia cubrió el campo, el sueco electrificó la superficie que esta cubría, ya que el cuero de sus botas haría las veces de aislante en su caso. La quimera de Gael, no obstante, se llevaría las descargas y si quería dispersar el hechizo tendría que llevarse por delante también su propia barrera de inercia. Aprovecharía cualquier acción que tomase el fuego fatuo en consecuencia para anclarse, ahora sí, una protección física respaldada que cubriría todo su cuerpo salvo la parte de su calzado que tocaba el suelo para evitar que se fuese al traste enseguida.

Las primeras plumas no tardaron en llegar, atacando especialmente al vientre del lagarto. Siempre reforzaba las costuras externas, pero se podía haber deshilachado más de una puntada. No supondría demasiado problema si se descosía por completo, pero sería un poco engorroso si se derramaban las tripas. Noel comenzó su ataque de inmediato, y el fuego fatuo abortó el comienzo de sus defensas físicas al escuchar y sentir en sus carnes el hechizo preparado por el draco. Al primer calambre, Gael abandonó el cuerpo del lagarto y ocupó el de la quimera alada, dejando al otro a merced de Noel. No extinguió el campo mágico que lo cubría por el momento, solo por si se daba la casualidad de que regresaba a él pronto. Sería un engorro tener que perder el tiempo levantando defensas una y otra vez. Movió las alas para ponerse en pie y alzar el vuelo, sin acercarse a la barrera de inercia, mientras se anclaba encima un campo de fuerza mixto básico para salir del paso.

Si el campo eléctrico no había sido disipado, el fuego fatuo optaría por tratar de enviar un hechizo abrasivo que penetrase en la tierra ante los pies de Noel y excavase bajo ellos, para reblandecer el terreno y tratar que tocase su propia trampa eléctrica hundiéndose en la arena. Si ya no hubiera tal campo eléctrico, atacaría un poco más arriba, a los pies. Noel no habría levantado una defensa física si esta fuera a ser carcomida por la electricidad. Imprimiría mucha menos energía en el hechizo en ese caso, por si estaba en lo cierto.

Mientras Gael cambiaba de cuerpo, Noel decidió aprovechar de que tenía el del lagarto al alcance para asegurarse de que si volví a aquel cadáver este sería prácticamente inútil. El draco conjuró un hechizo de constricción que tenía como objetivo ambos ojos del cadáver y comenzó a presionarlos hasta que quedasen inutilizados por completo. De este modo, si el fuego fatuo lo poseía de nuevo sería a costa de permanecer ciego mientras lo hiciera.

Había reemprendido la marcha, intentando salir de una vez de aquella barrera, cuando el español dirigó el conjuro abrasivo que desmigajo el suelo bajo sus pies igual que durante su duelo mágico. No era excesivamente profundo, pero decidió que si quería salir de aquella barrera de inercia sin más complicaciones debía asegurarse de que podía. No había hecho uso de la dispersión porque consideró que era demasiado gasto mágico para el inicio del combate y si la hubiera hecho habría sido para evitar al mismo tiempo el efecto del hechizo abrasivo.

Así pues, en su lugar conjuró sobre el agujero, mientras su defensa física comenzaba a carcomerse por las descargas eléctricas, un hechizo de amplificación de sonido. Sin perder el tiempo, añadió a ello la conjuración de un lacayo grotescto, al cual ordenó, mientras ya se disponía a abandonar el agujero, que permaneciese exactamente en la posición que le había indicado: la boca del lacayo se encontraba en el interior del agujero y por tanto del hechizo amplificador, mientras que su cabeza permanecería en contacto continuo con las descargas electricas. El resultado de ello eran unos horrorosos chillidos amplificados que inundarían toda la arena mientras el lacayo siguiese ahí. El elevado volumen también molestaría a Noel, pero durante ese tiempo simplemente pensaba aprovechar para salir de la barrera sin molestias, ya que para Gael el sonido sería todavía peor debido a que se trataba de un grito y por tanto le resultaría muy dfiícil concentrarse.

En cuanto se viese fuera de la zona electricficada desinvocaría al lacayo y reharía sus desfensas físicas a punto de desmoronarse, esta vez cubriendo la parte que antes había dejado fuera del rango por motivos evidentes.

Logró que Noel cayese en el agujero, por lo que esperaba que sus defensas físicas lo estuvisen sufriendo ya. Aprovechándose de ello atacó a esas mismas una vez más, enviando un hechizo de corte respaldado para tratar de tirarlas abajo mientras Noel se afanaba en hacer un par de hechizos. La invocación del lacayo grotesco lo desconcertó, pero entendió la relación con el primer hechizo un instante antes de que recibiera las órdenes, cuando sus gritos inundaron el campo. No sentía el dolor en los tímpanos, pero sí lo desagradable y taladrante del sonido. Era molesto y no le dejaba pensar, pero ya sabía qué haría desde que lo vio venir. Lo más sencillo era envolverlo en una burbuja de insonorización, al lacayo y no a sí mismo, porque no podía permitirse no escuchar los hechizos del draco, aunque el silencio también lo beneficiase. Ya fuesen gestos o palabras, era bueno tener pistas. Y eso hizo, pero entre tanto Noel pudo salir de la zona electrificada y comenzaba a rehacer sus defensas. Gael no desharía la barrera de inercia todavía salvo que Noel retirase la electricidad o resultase peligrosa para sí mismo. Lo primero que haría sería, en cambio, tratar de alcanzar al draco. Aprovechando que las defensas físicas no eran respaldadas como sí las mágicas, le dedicaría otro abrasivo, apuntándole a él directamente.

Ya que Gael había insonorizado al lacayo, no se molestó en desinvocarlo. Ello le proporcionó más tiempo para reconstruir sus defensas, que estaban listas cuando el fuego fatuo conjuraba el hechizo abrasivo. Esperó a que casi lo hubiese terminado para echar a volar en el momento justo y este tan solo le dio de refilón, apenas carcomiendo sus defensas, las cuales volvió a dejar intactas y les aplicó nuevamente el respaldo mientras maniobraba en el aire.

Sin perder más tiempo, disparó de nuevo plumas que tenían como objetivo minar las defensas físicas de Gael y por tanto le bastaba con apuntar a cualquier parte de la quimera. Y mientras tanto había empezado a conjurar. El draco decidió darle un último uso a la electricidad que todavía cubría la barrera de inercia y, empleando un hechizo pararrayos, concentraría toda la carga en un solo punto para después dirigirla hacia la quimera una vez sus defensas físicas hubiesen caído o bien estuviesen lo suficientemente melladas como para recibir una buena descarga.

Prácticamente esquivó el ataque de Gael mientras empezaba a volar y a conjurar. El fuego fatuo canceló la barrera de inercia entonces, solo para comenzar a levantar otra entre tanto. Algunas plumas también comenzaron a venir hacia él desde que el draco renovaba sus defensas, y dejó que las suyas propias se encargasen de los proyectiles. Su idea era encerrar al draco en un nuevo campo de inercia, ya que mientras volaba no podía alcanzarlo con facilidad. No sería grande, en este caso, aparecería a su alrededor y hasta el suelo, con el único propósito de despistarlo durante un momento y contener las plumas. Gael aprovecharía a reforzar la barrera mixta que ya tenía activa mientras el draco continuase conjurando, y por eso mismo el fuego fatuo tendría el tiempo justo para preparar una dispersión, pero al menos sabría de qué necesitaba protegerse. Gracias a que las cargas y la antigua barrera de inercia habrían desaparecido, su próximo paso sería rodear al draco volando a ras de suelo para ponerse a su espalda. Intentaría conjurar una bola de luz que lanzarle, al menos.

El draco oyó conjurar la barrera de inercia y rodó los ojos mientras detenía la conjuración de su hechizo y pasaba a conjurar otro sortilegio, que lanzó en cuanto el hechizo del fuego fatuo lo hizo empezar a caer. Un hechizo de impulso que se aplicó a sí mismo para empujarse hacia atrás, con el objetivo de que si no había calculado bien la potencia quedasen fuera sus alas con seguridad, fue el causante de que el draco no llegase al suelo. No había dejado de aletear en ningún momento para facilitar el no perder estabilidad y rodeó la barrera mientras volvía a iniciar su hostigamiento con las plumas una vez libre del impedimento de la inercia.

El draco descendió un poco y decidió aprovechar que el lacayo seguía allí, todavía sufriendo ya que no había llegado a conjurar el hechizo pararrayos y le ordenó que ascendiese hasta colocarse delante de la cabeza de la quimera, señalándosela, y que no dejase de hacerlo bajo ningún concepto. El lacayo solamente serviría como mera molestia, mientras el draco continuaría con el hostigamiento de plumas y un nuevo intento de llevar a cabo el hechizo parrayos, para lo cual volvería a ganar altura una vez el lacayo hubiese entendido sus instrucciones.

El draco optó por no terminar de conjurar el hechizo del que se estaba encargando. Al fuego fatuo le dio tiempo a reforzar sus defensas como había previsto, y la barrera de inercia desapareció en cuanto perdió su utilidad. Las plumas empezaron a llegar hacia él de nuevo, pero una nueva orden fue dada al lacayo grotesco entonces, por lo que Gael no pudo pararse a protegerse de estas. Antes de nada, tuvo que conjurar un campo de fuerza inverso en el que encerrar al lacayo para que dejase de interponerse en su camino, y entre tanto un segundo intento de chamuscarlo llegaba por parte de Noel. Preparó una dispersión para enfrentarse a lo que se le venía encima.
Aprovecharía acto seguido, ya que el campo estaría finalmente libre de obstáculos, para impulsarse aleteando y alejarse de Noel. Debería volver a reforzar sus defensas para paliar los golpes de las plumas, entre tanto, pues al ser una defensa mixta vería dos flancos desprotegidos de seguir así. De poder llegar a atacar, optaría por la bola de luz, manteniendo control de su trayectoria para dificultar al draco lanzar plumas en su dirección y, de paso, corroer sus defensas.

Como Gael encerró al lacayo en un campo de fuerza inverso y Noel había ascendido mientras conjuraba el hechizo pararrayos, al oír que se avecinaba una dispersión y ya era demasiado tarde para cancelar el hechizo y evitar su gasto, se aseguró de colocarse entre el lacayo encerrado y la quimera, para que de este modo, la dispersión se llevase por delante el campo de fuerza también. El lacayo, viéndose libre, volvió a ejecutar la orden que le acababa de dar el draco ("persíguelo y mantente justo por encima de él"), y lo mismo hizo Noel para continuar su hostigamiento a base de plumas, echando a volar tras el fuego fatuo en cuanto este quiso alejarse.

Mientras el fuego fatuo conjuraba, Noel hizo lo propio con un hechizo de petrificación. Pero no lo dirigió a la quimera que, obviamente, tendría barreras mágicas y sería inútil. Lo lanzó sobre el lacayo grotesco para que, al encontrarse justo encima del fuego fatuo tal y como le había ordenado, se cayese sobre la quimera. Si había conseguido derribar sus defensas con las plumas, Gael se llevaría un buen golpe, pero sino seguramente caerían en ese momento y las plumas que el sueco seguía lanzando se clavarían en diversas partes de la quimera. Esperaba que tal vez el hechizo ofensivo de Gael se viese interrumpido por sus acciones, pero si no lo lograba sus defensas mágicas se encargarían de él y tendría que reconstruirlas en cuanto pudiese.

Lo siguiente que haría sería acercarase hacha en mano sin dejar de disparar plumas y, usando también su arma para desgastar las defensas físicas si seguían ahí, trataría de llevarse por delante una de las manos de la quimera para limitar su capacidad de hacer magia.

El lacayo probablemente se estrellaría contra el suelo justo después de golpear a la quimera, muriendo al volar en pedazos, pero el sueco no pensaba gastar un tiempo precioso en deshacer el hechizo de petrificación.

Noel se las apañó para obligarlo a deshacer lo que acababa de conjurar, ya que no pudo alejarse a tiempo, pero eso no fue todo. También cambió las órdenes del lacayo, levantando suspicacias por parte del fuego fatuo, que no llegó a conjurar la bola de luz, sino que volvió la cabeza y le envió un hechizo rápido de parálisis mientras venía levitando hacia él. Descendió ligeramente para acelerar un poco más, tras ello, buscando que el lacayo no llegase a darle al descender al suelo. Sus defensas estaban en las últimas y necesitó volver a reforzarlas acto seguido. No había hecho una buena elección con las mixtas en esa ocasión.

Sabiéndose perseguido, seguiría avanzando sin ir nunca en línea recta, no queriendo que su trayectoria fuese estable. Aun condicionado por lo que decidiera el draco, su intención sería la de levantar inmediatamente una “pared” con un campo de fuerza justo por delante de la trayectoria que siguiera Noel para que frenara su avance y sus defensas se golpeasen contra ella.