Torreón Maciel (Archivo V)

Recuerdo del primer mensaje :

El único que comentó fue el insectoide, mientras que tan solo se ganó las miradas reprobatorias de los demás. No tardó en contestar al clinger.
-Quizás no será agilidad en tu planeta, Kamen Rider. Pero en mi planeta la agilidad es lo que te permite, por ejemplo, minimizar el daño de una caida, el accionar ciertos aparatos, abrir algunos temas de conversacion o el poder cargar con más o menos peso... Eso solo en ocasiones, claro que luego está la fuerza.-meditó unos instantes.- Luego tambien, a veces, el tener agilidad, implica que puedes potenciar tu velocidad, pero solo si no sabes decir otra palabra que el nombre de tu especie... Es un concepto bastante raro...-
Tanto Lara Croft como el clon de geonosiano tuvieron una breve discusión sobre que camino tomar. Aunque le doliera, el clinger tenia razón sobre el tema, pero la propuesta de Lara Croft era ampliamente más interesante y divertida. No vaciló en aquella ocasion y tomó la inciativa, mientras todavia tenian la discusión reciente.
El joven ruso abrió el camino del grupo. Aunque el insecto alienigena habia desbaratado sus planes la otra vez, él ya sabia a donde se dirigian y el guiar al grupo no le costó mucho, sobretodo teniendo en cuenta que en cuanto se habia callado, todos habian decidido unanimemente pasar de él.

-Estupidos Heart Ratings...-dijo en voz baja, al comprobar lo bajos que estaban. La tabla se extendia en siete columnas y, más abajo de cada una, una cara simpática dibujada que representaba a cada uno de los miembros del grupo. Justo debajo de esta, habia un número. Las columnas se llenaban de corazoncitos palpitantes dependiendo de este y, en estos momentos el número en todos era cero o cercano a este.

>> ¿Por que no me quieren? Soy adorable hasta el estandar de adorabilidad mortal -3-
>> Parece que va a llevarte un tiempo el entender el porque.

Pronto logró vislumbrar, en la lejania, el que era su objetivo actual, a donde les estaba llevando. Era un lugar algo desolado y tétrico. El último piso parecia estar construido con huesos de algun animal gigantesco. Aquello le dio un escalofrío. Unos olores le llegaron a la nariz. Una mezcla de olores que no podia distinguir unos de otros, pero que no olia igual que el resto de la ciudad. Algo perplejo, se fijó en las múltiples aves que sobrevolaban el torreón.
-Hay un nido de pajarracos.-les señaló, para indicarles que la cantidad de aves que iban y venian al torreón no era normal. Un mal presentimiento se acogió dentro de él. No le gustaban los pájaros negros.

Atravesaron los muros, franquearon el portón roto y finalmente llegaron a la puerta. Por el patio, habia huesos enormes repartidos. Algo le decia que fuera lo que fuera que hubiera pasado en aquel lugar años atrás, habria merecido más de una historia buena y graciosa. Se apoyó en la puerta de la entrada, como para intentar forzarla de alguna manera, para descubrir que en verdad estaba abierta. La pesada puerta se abrio con un chirrido y les abrio al que seria su nuevo hogar durante los próximos meses.
El joven atravesó el umbral con la mandibula colgándole y una expresión de pasmo increible, al contemplar lo que contenia la primera sala. Casi sin pararse a respirar, agarró las escaleras de caracol e intentó escalar de ellas, extasiado por aquel lugar. El metal rechinó y le hizo quedarse congelado con un pie sobre la barandilla. Quizás no seria muy sabio subir las escaleras del modo divertido. Lentamente, bajó el pie y subió las escaleras, al principio con un poco de duda pero luego aceleró el paso, hasta que se convirtió en una carrera, otro juego más.
Se paseó por la segunda planta, explorándolo todo, las camas y el escritorio con la silla a toda velocidad, emocionado por descubrir aquel lugar, dejó escapar una risilla divertida. Corrió de vuelta por las escaleras y llamó a los demás por la escalera para que subieran tambien para, a continuación, volver a retomar la subida por las escaleras como un crio que iba a abrir sus regalos de navidad.
Llego al tercer piso y no pudo hacer otra cosa que dar saltitos y retozar de felicidad. Aquella parecia ser un piso dedicado a entrenamiento. Asi que dedujo que pensaban, como mínimo, darles las herramientas para entrenar. Feliz, no tardó mucho en explorar el resto de aquel piso, porque de verdad tenia ganas de subir a la cuarta y última planta.
Cuando llegó, vio lo que esperaba ver. Infinitud de pájaros negros apuntando sus pares de ojos hacia el enclenque joven, intentando analizarle para saber si era una amenaza. Dejó escapar un grito ahogado de una mezcla de sorpresa y terror para entonces retroceder sobre sus pasos.
Bajó las escaleras, positivamente más feliz de poder alejarse de aquella cuarta planta cuanto antes y avisó a todos los que encontró que no debian acercarse a la cuarta planta, para luego describirles lo que vio.
Finalmente, de nuevo en la planta baja, se giró hacia los que estaban ahí presentes.
-¡Tenemos camas y un piso de entrenamiento! ¡Y hasta puede que un remake malillo de una peli de las de Hitchcock! ¿Habeis encontrado algo interesante por aquí abajo?-

Keiria asistió a la discusión entre Shaco y Ri con la participación de Marsi en silencio, no muy segura de que había pasado. Había notado raro, o mas raro de lo habitual, al humano lo últimos días, pero hasta hacía un rato había seguido siendo el mismo. Ahora había algo diferente, su forma de hablar y su actitud eran muy distintas, y la ulterana no tenía forma de saber a que se debía.

Los macieleros empezaron a reunirse en la cocina para acordar la salida y despedir a la varmana. La muchacha había expresado su resolución de volver aquel mismo día, y dada la situación con el humano tal vez fuera lo mejor.
―Puedes volver cuando quieras, y la excusa de ser una boca mas que alimentar no es valida ―le sonrió―, no es como si tuviéramos problemas de comida o algo. ¿Tal vez la próxima vez podamos hablar de tu mundo? ―sugirió algo insegura, la forma de vestir de la peliverde con aquellos detalles steampunk le habían gustado mucho, pero no sabía como decirlo―, siento curiosidad... ―añadió, para terminar con un tímido "adiós" y dejarle espacio a los demás.

La pequeña expedición no tardo en ponerse en marcha, y tras unos segundos de duda, la pelirroja terminó por encaminarse al patio, no muy segura de que le iba a decir al aprendiz. Estaba preocupada por el chico, y aunque este había dejado muy clara su falta de ganas de hablar con nadie, la ulterana no podía evitar salir a ver como estaba, era él a fin de cuentas el que siempre trataba de animar a los demás cuando les veía decaídos.

Llegó justo a tiempo para ver caer al humano al suelo y oírle maldecir en voz alta. Keiria se apresuró a acercarse a su lado, pero se detuvo a un par de pasos, la inseguridad pintada en el rostro. Aun recordaba su reacción a las palabras de Ri, pero ahora el chico estaba sangrando.
―¿Estás... estás bien? ―preguntó, agachándose en el sitio―, ¿necesitas ayuda? No es que pueda hacer mucho, soy nula con la magia, pero puedo traerte un poco de agua del pozo...

El chaval se incorporó. Habiendo probado el suelo y con la mano izquierda sangrando, su humor no habia hecho sino empeorar. Keiria que parecia haber percibido algo o todo el escándalo que habia montado, se habia acercado a comprobar su estado. Aquello habia arruinado la posibilidad de escaquearse sin ser visto. Chasqueó la lengua y se miró la mano. Se arrancó los trozos de cristal con saña, soltando un quejido seco con cada vez que laceraba su carne para finalmente curarselo con un hechizo. Y fue entonces cuando contestó a la ulterana, mostrándole la palma sanada.
―Esta bien. Como puedes ver ahora estoy perfectamente.―

Y se puso de pie. Podia sentir, casi palpar, el miedo, la inseguridad y la preocupación de la chica. Y no era diferente de la de Ri, quizás expresada más en su medida. Estaba seguro que la sinhadre no le molestaria más o al menos por el momento. Si los demás no habian seguido el ejemplo, no tardarian en hacerlo. Se levantó en una exhalación y se barrió el polvo, para luego enfrentarse a la pelirroja, con una mirada algo intimidante.
―Pregunta: ¿Se han ido directamente a letargo o han dicho que iban a demorarse en algún sitio?―dijo mientras cercaba el espacio entre los dos, en un intento de abrumarla y que contestase antes. No tenia ni el tiempo ni la paciencia en este momento para andarse con charla insustancial.

El chico no dijo nada mientras se arrancaba los cristales uno a uno entre quejidos secos. La escena le resulto un tanto desagradable a la ulterana, pero no dijo nada y espero su respuesta. No se esperaba sin embargo el tono seco del humano, pues a pesar de haber visto la discusión que había mantenido con Ri, no creía que fuera a hablarle así a ella. Por lo visto estaba equivocada, pero no quedó en eso la cosa pues su puso en pie con un bufido y tras dedicarle una mirada intimidante, el aprendiz se le acercó en un gesto claramente hostil, preguntándole en el mismo tono impaciente sobre lo que habían hecho sus compañeros.

Durante un instante la mestiza no supo como reaccionar, pues estaba totalmente confundida, pero poco a poco su sangre ibolense comenzó a calentarse ante tan descarado acorralamiento y puso su cuerpo en marcha. Tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no apartarle de un puñetazo, pero conservó la mente fría y dio un rígido paso atrás mientras le dirigía una mirada peligrosa, los nudillos blancos y el ceño fruncido. Ella no sabía pelear como él, pero tenía muy claro que podía saltarle los dientes con suma facilidad si perdía las formas, de ahí que mantuviera las distancias.
―No tengo ni idea, si tanto te interesaba haberles preguntado ―respondió, a pesar de que su sangre hervía y sus ojos le dirigían una mirada acerada, su tono de voz era monocorde―. Había salido a ver como estabas, pues esta claro que hoy te has levantado con el pie izquierdo, pero visto lo visto me parece que me da igual. Procura mirar donde pones las manos la próxima vez que trates de saltar el muro ―continuó, había deducido lo que pretendía hacer el pelinaranja a pesar del enfado―, y ten cuidado también con los adoquines rotos, no estaría bien que le causaras una indigestión a un monstruo cualquiera por un tropiezo desafortunado ―concluyó, dándose la vuelta y alejándose del ruso.

Apenas fue consciente del puntapié descuidado que le arreó a un cubo vació de camino al interior del torreón, haciéndolo astillas contra una de las enormes vertebras que poblaban el lugar, estaba demasiado ofuscada. El comportamiento del humano le había dolido, seguía sin estar familiarizada con las relaciones sociales y el pronto del chico le había afectado de mas. No entendía a que venía esa actitud, y realmente le daba igual, no quería pensar en ello, pues estaba claro que no merecía la pena. Keiria se dejó caer en un sillón y abrió el libro que se había traído de la biblioteca el día anterior, enfrascándose completamente en relatos confusos sobre la Luna Roja. Su pelo se agitaba levemente de vez en cuando, pero mas allá de aquel gesto inconsciente no dio ningun tipo de señal de lo que acababa de pasar, se había encerrado en si misma.

Dirke se tumbó bocabajo en el colchón, una vez que estuvieron sobre el tejado, y y cubrió su piel de corteza y musgo, intentando que de lejos se viera lo más parecido a la madera podrida. Cuando Seon se lo señaló, reconoció al muchacho. Apenas distinguía poco más que la figura, pero lo interesante de aquel cosechado no era su aspecto, sino lo que hacía.

―¿Va a suicidarse lanzándose al foso?―vio entones como se desequilibraba y soltó una risilla cuando se clavó el cristal y cayó hacia atrás―. Bueno, mejor un hueso roto que cosechado muerto―bromeó. El comentario de Seon sobre Aladdin le arrancó otra carcajada―. Oh, es que me olvidé de Jasmín. Era una princesa... Árabe, creo. Se besaba con ella, el colchón... bueno, en realidad era una alfombra viva. Nada que ver―volvió de nuevo la vista al torreón y preguntó―¿Ves algo más? Porque me da que no tenemos el mejor ángulo frente al televisor.

Fue entonces cuando bajaron el puente y los cosechados salieron en masa. A Dirke se le escapó una risilla.

―No dije nada―se percató entonces de quién iba en aquel grupo y se la señaló Seon con una efusividad impropia de un leño podrido―¡Mira! ¡Esa es mi varmana!


---

Lara hizo un esfuerzo por despejarse cuando Cio se le aproximó, una vez estuvo de vuelta en la cocina. Funcionó solo a medias y ls ojeras no había manera de ocultarlas. La pregunta le hizo torcer el morro y quedarse pensando. Ella se cuestionaba lo mismo que el irrense.

―La verdad es que no lo sé... Pero parece otra persona completamente diferente. Ahora le entendemos cuando habla, pero dan ganas de ahostiarle―el tono daba a entender que había exagerado. Realmente no le ahostiaría, pero seguramente se reiría si en su proxima bordería se cayera al suelo de bruces. Se acabó lo que quedaba de queso y comenzó a partir más en trocitos muy pequeños, para dárselos de comer a los niños―. Oye, Cío... ¿A ti no te preocupa el tiempo?―inconscientemente, Lara se llevó la mano al bosillo con la piedra vibrante. Pero esta estaba quieta. En esos momentos la ordesa se encontraba tan espesa que no se le ocurrió pensar que el clima en Irraria no abarcaba los mismos accidentes atmosféricos que en Ordesta.

- Es una historia rara, pero estupenda.- dijo Seon. Los macieleros salieron del torreón, parte de ellos, al menos, con perfecto oportunismo.- No recuerdo a la varmana.- Dijo, haciendo esta vez el hechizo de niebla mágica y mirando con atención sus rasgos. Luego pasó a mirar a los sinhadres, preguntandose qué diría Alder de ellos. Que él era guapo,seguramente. Y conociendo la afición por lo blanco de su pareja, también la albina. Quiso que sobreviviesen. Distraída, comentó vagamente el tema de Shaco.- Creo que es un chico un poco especial. No me dijiste que cosechabas en Varmania, ¿Como es?

Dirke no entendió bien el matiz acerca de la especialiad del pelinaranja.

―Bueno, todos los cosechados lo son. Este es más bien un poco temeroso, ¿no?―había confundido la palabra temerario―. Y Varmania es... Un lugar muy bonito. Es como un un hotel de cinco estrellas para los amantes de la naturaleza. Tiene unos bosques preciosos y unas ciudades muy alegres―se le iluminaban los ojos cada vez que hablaba de las zonas forestales―. Es como el Macetero, pero en pequeño y sin tanta salvajada por metro cuadrada. Si quieres te puedo hacer de guía turístico algún día. El lugar te va a encantar, tienen unas chucherías que están muy buenas, creo. Yo es que no las como, soy más sales minerales y agua―acabó yéndose por las ramas.

Cuando Xalk despertó lo hizo completamente inmóvil, y a ojos de cualquiera parecería que seguía dormido, ya que no había movido ni un músculo. De hecho tardó un minuto en darse cuenta de que podía moverse.
AL principio fueron cosas pequeñas, movió un poco las antenas, y abrió y cerró los puños. Luego, tras ver que realmente podía moverse, y de golpe, pegó un brinco mientras gritaba.
-¡Un sueño, un sueño! ¡SOLO ERA UN SUEÑOOOOOOOOOOO! ¡Menos mal! Ya pensaba que no podría morirme nunca.
Estar paralizado durante tanto tiempo que ni podía recordar cuanto había sido seguramente la peor experiencia de su vida, y era una de varias cosas que tenía en su lista de precios que no estaba dispuesto a pagar por sobrevivir. Si le ofrecían entre morir o paralizarse elegiría acabar con su vida sin dudarlo.
Sin embargo, en el momento en el que se dio cuenta de que no había sido real, lo sustituyó todo por simple alivio, y se negó a dejar que un producto de su propia mente perturbada le afectara más, así que, moviéndose más de lo normal como si quisiera contrarrestar la quietud que había vivido decidió regresar a su vida normal... que tenía de normal lo mismo que él de humano.

Se había levantado tarde, como siempre. La diferencia con otros días era principalmente que no había bajado a saludar a nadie. Apenas había escuchado que la varmana se iba a ir, y dado que por ello no saldría con el grupo ese día había dado media vuelta y subido con la intención de aprender algún hechizo nuevo.

De este modo, tras robarle el libro a Lara en algún momento y lugar que no recordaba, el clinger aprovechó que ya no era un secreto lo de la magia y comenzó a practicar con el hechizo de levitación. Le costó bastante, como con todos los hechizos que aprendía, pero al final sus esfuerzos se vieron recompensados cuando uno de los talismanes comenzó a flotar.
Aun no se creía capaz de intentarlo con varios objetos a la vez, así que en su lugar fue intentando hacerlo con cosas más grandes y pesadas. Lo más que logró fue alzar el propio libro de hechizos, cuando sintió que tenía hambre y decidió bajar a picar algo.

-¡Hola!- Saludó alegremente una vez abajo mientras cogía una manzana y la mordía -Escuché que la chica esta... ehmmm... ¿Mursi era? se ha ido. Es una pena pero bueno. Por cierto ya se hacer flotar cosas ¡mirad!
Para probarlo lanzó el hechizo sobre la manzana, que se alzó hasta la altura de su cara. Lo siguiente que intentó fue acercarse a morderla, pero en ese momento, por alguna razón, fue incapaz de enfocar bien su vista en ella, lo que le desorientó.

Sucedieron dos cosas: La primera, que al desorientarse en vez de morder la manzana mordió el suelo tras caerse de boca en un tropezón tonto, y la segunda fue que perdió el control de la manzana, y salió disparada para estrellarse en la cara de Cío.

-Ayayay mi cabeza... ¡Oh Cío! Tu cara... Quién te la ha puesto perdida... ¿uh? ¿Por qué me miras como si quisieras partirme en trocitos?-

La respuesta inicial de la chica resultó bien clara. Aunque no la habia logrado intimidar, habia conseguido sacarla de su zona de comfort en desmedida. Y aquello significaba algo bastante claro para el chaval que se limitó a esbozar una sonrisa con malicia ante su respuesta.

―¿Pie izquierdo? No, no. Me he levantado perfectamente y me he vaciado un cubo de agua fría en la cabeza, porque ahora sé.―

Con la respuesta final, la ulterana abandonó el patio como una tormenta, cargada de furia. El chaval se asombraba de si mismo a pasos agigantados.
―¡Gracias por el aviso! ¡Justo porque TÚ me hayas dicho que tenga más cuidado lo tendré!―acabó por responder con una risilla burlona.

Iba a contrarreloj, pues. Entró en el edificio detrás de la ulterana, sin dignarle una segunda mirada, entro en la cocina, cogio comida para todo un día y bajó a la armeria, donde sacó una daga, un mandoble y una ballesta, al igual que un carcaj con los virotes. Pertrechado, se preparó para golpear las calles, pero algo le detuvo. Varias miradas y gente cortandole el paso ganaron un "¡Oh! Genial..." sarcástico. Se detuvo, cruzado de brazos y les inquirio.
―¿Qué quereis?―

Keiria hizo gala de una gran paciencia tratando de ayudar a Shaco tras lo dicho por Ri al regresar del patio. Desde luego él no sería quién fuese a tratar con el malhumorado humano. La respuesta de Lara le hizo esbozar una media sonrisa.
—Sí, hoy no le venía mal una hostia —añadió antes de terminar de beberse un vaso de agua con que acompañaba lo demás. La siguiente pregunta de la ordesa llegó mientras dejaba el vaso en el fregadero y miraba con curiosidad cómo repartía el queso entre los críos—. ¿A qué tiempo te refieres? —lo primero que pensó fue en el paso del tiempo, pero Lara aclaró que se refería al clima— Bueno… es extraño. Tenemos suerte de que no sea temporada de nieves —de hecho no sabía si habría tal cosa, pero solo llevaban allí un mes. Desde luego el mundo era más cálido que el suyo, pero no podía hablar con normalidad de fenómenos que le eran casi desconocidos—. La verdad es que no estoy muy acostumbrado a vivir al air…
La perorata de Xalk cuando bajó por las escaleras le hizo interrumpir lo que estaba diciendo, en parte porque no era necesario insistir en ello. Asintió cuando el clinger mencionó a la varmana y, poco después, casi podía empezar a sentir la envidia de que hasta aquella mascota parlante pudiese hacer hechizos que restregarle por la cara. Restregar en el más literal de los sentidos, porque una manzana voladora que estaba a punto de morder acabó golpeándole en pleno hocico. Soltó un gruñido seco por la sorpresa y, al abrir los ojos de nuevo, vio al clinger en el suelo. Probablemente Xalk era más consciente de la significativa mirada que le estaba dedicando que él mismo.
—Lo único que quiero —dijo agachándose para recoger la fruta— es enseñarte cómo yo también sé hacer levitar objetos.
Después lanzó la manzana a la cara del clinger sin más preámbulos, disfrutando como un crío de la pequeña venganza.

Lara le explicó a Cio que se refería al tiempo climático y estuvo a punto de corregirle cuando habló de nieve, para comentarle sobre los contratiempos del clima en Ordesta. Sin embargo llegó Xalkoth con su manzana, hizo lo que hizo y lo único que salió de la garganta de la madre peluda fue una sonora carcajada. Los bebés se removieron en el marsupio y Lara trató de aguantar la risa, pero las caras de ambos, el clinger y el irrense, solo alimentaron su risa.

—Perdón, perdón—dijo una vez recuperó el aliento—. Pero es que tendriais que veros las caras... Pagaría por que Archi os fotografiara ahora—respiró hondo justo en el momento en que Zaende Pi decidió ponerse a llorar—. Vaya mi Suerte...—se quejó con poca seriedad, mientras sacaba al pequeñin del marsupio y lo sentaba en la mesa frente a ella. Cogió uno de los cachitos de queso y lo hizo volar con la mano alrededor del bebé—¿Quién es el chiquitín que quiere el quesito, eh? ¿Quién es el guapetóoon?—le dijo impostando la voz. Zaende se incorporó y trató de perseguirlo a gatas por la mesa. De vez en cuando intentaba alzar las patitas para agarrarlo, pero la gravedad era más fuerte que él.

A pesar de estar jugando, Lara estaba completamente alerta para que el bebé no se acercara a los bordes. De alguna manera, el momento manzanazo y su ataque de risa posterior habían conseguido despertarla del todo y activar lo que ella llamaba "séptimo sentido materno". Al final, sin embargo, se había olviadado de explicarle a Cío lo del clima. Además había surgido otra preocupación para ella: Shaco acababa de aparecer por la cocina, llevándose una buena cantidad de comida.

Salió de la cocina y se topó con él subiendo de la armería, pertrechado de sobra para salir.

―¿No irás a salir solo después de lo de ayer, no?―el tono de Lara se había vuelto serio de forma repentina. Sabía lo de Neith e, incluso con el carácter rancio de Shaco aquella mañana, le preocupaba que corriera la misma suerte.

Seon observó a los cosechados de dentro. Pero cuando estuvo a punto de reirse por el accidente de la manzana, recordó que Dirke no podía verlo y le resultó injusto. Deshizo el hechizo y se tumbó bocarriba, girandose a mirar al chico.
- Me encantaría. Nosotros tuvimos una varmana en nuestro torreón. Yo tuve que ver en su muerte, por error- ya no lo miraba a él, sino al cielo-. Tardé en superarlo. Creo que tengo un problema, porque me estoy encariñando con la gente que hay ahi dentro. Son divertidos y buenos y sé que no todos van a llegar asi a la luna. Ni a lo que viene después.

Seon tenía las manos levantadas y los dedos extendidos, observando su silueta a trasluz.

-Y los que lleguen, me pregunto si querrán ser amigos nuestros o serán tan desconfiados como Alder al principio. Es una pena, porque no se si alguno se acordará si quiera de mi cara. Quizás es mejor así.


No sonaba realmente melancolica. Lo decía suave, mientras estaba ocupada en el contorno de sus manos y en imaginar como estas podían atrapar la luz.

De la sorpresa no hizo ningún intento de esquivar la manzana, y esta impactó limpiamente en su cabeza. Con la cara perdida, Xalkoth se quedó mirando a lo que quedaba de la fruta en el suelo, mientras se ponía en pie. Sin saberlo el irrense le había desafiado, y no pensaba perder.

-Hmmmm. No sé por qué todo esto pero.... ¡Intenta ganarme si puedes!
Con esas palabras recogió la manzana y se la tiró al irrense, a la vez que salía corriendo a buscar cobertura tras un mueble. Lara estaba riéndose mientras, y lo siguiente que pensó el clinger fue en tirarle alguna fruta a ella también para que se uniera al juego, pero también fue en ese momento, justo cuando ya apuntaba a la pastora, que sacó a un bebé llorando de su marsupio, disuadiéndole de hacerlo.
-Vaaaaale. Juego cancelado por riesgo a menores. Jo...

Como había una alta probabilidad de que se aburriera, decidió ponerse a hacer algo cuanto antes, y lo único que tenía delante era a Lara y a su bebé. Cuando llegó a la mesa se agachó instintivamente, y siguió con la cabeza el queso como si también lo quisiera comer, que quería, pero la escasa lógica del insecto se lo impedía... por ahora. En su lugar se le ocurrió otra cosa.

-Oye Lara. Hablando de juegos con frutas... Se me acaba de ocurrir que podríamos darle una pequeñita. Podría jugar con ella como si fuera una pelotita... ¿O no sería buena idea?

Poco después entraría el pelinaranja, que se las había ingeniado para cabrear a medio torreón, pero para él insecto todo se redujo a indiferencia mutua. Al menos de momento no le había dado razones para otra cosa.

Sonrió con satisfacción cuando la manzana hizo pleno, pero la risa que soltó se acalló con un nuevo manzanazo que esquivó a medias, siendo alcanzado en la mejilla. El clinger se había escondido como si fuese a empezar una guerra de lanzamientos, pero Cío no tenía ganas de despedazar más fruta ni ensuciar el torreón, aunque si de tirarle otra fruta a Xalk.
—Prefiero no tener fotos de este momento —respondió a Lara mientras se secaba con la mano el jugo que la manzana medio reventada había dejado en su mejilla. El clinger también pareció entrar en razón al ver a los pequeños de Lara, porque por un momento vio a aquel inconsciente llegando a tirar la fruta que le quedaba.

Dejada de lado aquella tontería –que tenía pensado devolverle tarde o temprano al insecto–, se puso a recoger los trocitos de la manzana que se habían desperdigado, echándole una mirada de reproche al clinger mientras hablaba con Lara.
—Son demasiado grandes, animal —opinó, sin rastro de mal humor.

Hasta entonces no se había fijado en el ir y venir de Shaco por la cocina y en que Keiria ya había regresado y estaba enfrascada leyendo. Lo que ya sí era imposible de ignorar era ver al humano dirigiéndose a la puerta del torreón cargado de armas.
—No sé qué cojones se te está pasando por la cabeza —se había acercado a donde Lara lo había interceptado—, ¿pero adónde vas con todo eso exactamente?

Dirke decidió hacer igual que la muchacha. Ya había visto a su varmana y el resto no le interesaban demasiado como para seguir mirando. La piel volvió a su sitio y se tumbó bocarriba sobre el colchón, con los brazos en la barriga y los ojos cerrados. En Rocavarancolia no daba demasiado el sol, pero siempre era agradable tomar lo poco que llegaba.

―No te rayas por eso. Pasa siempre y no depende de ti. Asi que preocuparte tampoco depende. Es una tontería―se encogió de hombros y continuó―. Piénsalo al revés: no todos ellos se transformarán en seres horribles. O eso espero―suspiró―. Como luego sean todos trasgos, puedes soltarme un "Te lo dije"―dejó escapar un amago de sonrisa.

"Hay cosas peores que un trasgo"
Seon cerró también los ojos. Había cosas que no se le iban con el tiempo. Como sentir la luz tras los parpados y la paz de la hora de dormir. Incluso si ahora vivia mas de día que de noche.
- Sí.- dijo estirandose sobre el colchón, y dejando las manos por encima de la cabeza.- Todos vosotros... - realmente quería abandonarse a la sensación del momento. Y cruzar... irse a dormir.- sois gente genial. Me alegro de conoceros.

La respiración de Seon se hizo pausada.
Había cedido a la tentación sin darse cuenta.

Era eso. Algo tan simple y nimio como la preocupación, sentimientos. No pudo evitar esbozar una mirada cargada de asco que penetró a través de sus ojos poblados de cansancio para finalmente abalanzarse a los presents como una mirada intimidante. Soltó un bufido.
―¿Y desde cuando mis idas y venidas son de vuestra incumbencia?―escupió.

No dejó que contestasen o si quiera les dio tiempo para pensar, ya que de nuevo, arremetió con ácido en la lengua.
―Ahora apartaos. Tengo asuntos más importantes que atender que esta pequeña función de circo que teneis montada. ¿O quizás quereis que me abra paso yo mismo?―dijo, alzando una ceja mientras fruncia el labio en una mueca peligrosa.
Tenia la postura tensa, sin llegar a ser amenazante, su mano se habia ido inconscientemente hacia la funda del mandoble, acariciando el mango y en sus labios tenia listo el hechizo de impacto. Si querian detenerle, iba a tener que ser por encima de su cadaver.

Lara se alejó de la puerta en cuanto Shaco les amenazó, no iba a arriesgar a los pequeños. Lo que fuera que le había ocurrido hoy había producido un cambio de pensamiento irreversible. Por mucho que en el futuro fuera a volver a ser el de antes, Lara no quería a ese energúmeno entre ellos. Xalkoth había demostrado que lo suyo había sido un problema de cultura. Shaco estaba demostrando ser gilipollas.

―Ahí tienes la puerta. Para irte. Pero cuando los serpelinos te desgarren los huevos no pienses que voy a ser yo quien te abra―se llevó una mano al marsupio y con la otra señaló a la puerta.

....

Dirke estaba tan tranquilo que tardó unos minutos en descubrir a Seon dormida. <<¿Y ahora qué hago?>>. <<¿La dejo así?>>. <<Será mejor que espere con ella, por si algo viene mientras duerme>>. El hombre árbol se incorporó de rodillas sobre la cama y se puso en alerta.