Torreón Maciel (Archivo V)

Recuerdo del primer mensaje :

El único que comentó fue el insectoide, mientras que tan solo se ganó las miradas reprobatorias de los demás. No tardó en contestar al clinger.
-Quizás no será agilidad en tu planeta, Kamen Rider. Pero en mi planeta la agilidad es lo que te permite, por ejemplo, minimizar el daño de una caida, el accionar ciertos aparatos, abrir algunos temas de conversacion o el poder cargar con más o menos peso... Eso solo en ocasiones, claro que luego está la fuerza.-meditó unos instantes.- Luego tambien, a veces, el tener agilidad, implica que puedes potenciar tu velocidad, pero solo si no sabes decir otra palabra que el nombre de tu especie... Es un concepto bastante raro...-
Tanto Lara Croft como el clon de geonosiano tuvieron una breve discusión sobre que camino tomar. Aunque le doliera, el clinger tenia razón sobre el tema, pero la propuesta de Lara Croft era ampliamente más interesante y divertida. No vaciló en aquella ocasion y tomó la inciativa, mientras todavia tenian la discusión reciente.
El joven ruso abrió el camino del grupo. Aunque el insecto alienigena habia desbaratado sus planes la otra vez, él ya sabia a donde se dirigian y el guiar al grupo no le costó mucho, sobretodo teniendo en cuenta que en cuanto se habia callado, todos habian decidido unanimemente pasar de él.

-Estupidos Heart Ratings...-dijo en voz baja, al comprobar lo bajos que estaban. La tabla se extendia en siete columnas y, más abajo de cada una, una cara simpática dibujada que representaba a cada uno de los miembros del grupo. Justo debajo de esta, habia un número. Las columnas se llenaban de corazoncitos palpitantes dependiendo de este y, en estos momentos el número en todos era cero o cercano a este.

>> ¿Por que no me quieren? Soy adorable hasta el estandar de adorabilidad mortal -3-
>> Parece que va a llevarte un tiempo el entender el porque.

Pronto logró vislumbrar, en la lejania, el que era su objetivo actual, a donde les estaba llevando. Era un lugar algo desolado y tétrico. El último piso parecia estar construido con huesos de algun animal gigantesco. Aquello le dio un escalofrío. Unos olores le llegaron a la nariz. Una mezcla de olores que no podia distinguir unos de otros, pero que no olia igual que el resto de la ciudad. Algo perplejo, se fijó en las múltiples aves que sobrevolaban el torreón.
-Hay un nido de pajarracos.-les señaló, para indicarles que la cantidad de aves que iban y venian al torreón no era normal. Un mal presentimiento se acogió dentro de él. No le gustaban los pájaros negros.

Atravesaron los muros, franquearon el portón roto y finalmente llegaron a la puerta. Por el patio, habia huesos enormes repartidos. Algo le decia que fuera lo que fuera que hubiera pasado en aquel lugar años atrás, habria merecido más de una historia buena y graciosa. Se apoyó en la puerta de la entrada, como para intentar forzarla de alguna manera, para descubrir que en verdad estaba abierta. La pesada puerta se abrio con un chirrido y les abrio al que seria su nuevo hogar durante los próximos meses.
El joven atravesó el umbral con la mandibula colgándole y una expresión de pasmo increible, al contemplar lo que contenia la primera sala. Casi sin pararse a respirar, agarró las escaleras de caracol e intentó escalar de ellas, extasiado por aquel lugar. El metal rechinó y le hizo quedarse congelado con un pie sobre la barandilla. Quizás no seria muy sabio subir las escaleras del modo divertido. Lentamente, bajó el pie y subió las escaleras, al principio con un poco de duda pero luego aceleró el paso, hasta que se convirtió en una carrera, otro juego más.
Se paseó por la segunda planta, explorándolo todo, las camas y el escritorio con la silla a toda velocidad, emocionado por descubrir aquel lugar, dejó escapar una risilla divertida. Corrió de vuelta por las escaleras y llamó a los demás por la escalera para que subieran tambien para, a continuación, volver a retomar la subida por las escaleras como un crio que iba a abrir sus regalos de navidad.
Llego al tercer piso y no pudo hacer otra cosa que dar saltitos y retozar de felicidad. Aquella parecia ser un piso dedicado a entrenamiento. Asi que dedujo que pensaban, como mínimo, darles las herramientas para entrenar. Feliz, no tardó mucho en explorar el resto de aquel piso, porque de verdad tenia ganas de subir a la cuarta y última planta.
Cuando llegó, vio lo que esperaba ver. Infinitud de pájaros negros apuntando sus pares de ojos hacia el enclenque joven, intentando analizarle para saber si era una amenaza. Dejó escapar un grito ahogado de una mezcla de sorpresa y terror para entonces retroceder sobre sus pasos.
Bajó las escaleras, positivamente más feliz de poder alejarse de aquella cuarta planta cuanto antes y avisó a todos los que encontró que no debian acercarse a la cuarta planta, para luego describirles lo que vio.
Finalmente, de nuevo en la planta baja, se giró hacia los que estaban ahí presentes.
-¡Tenemos camas y un piso de entrenamiento! ¡Y hasta puede que un remake malillo de una peli de las de Hitchcock! ¿Habeis encontrado algo interesante por aquí abajo?-

Poco después de dejar al mamífero en el sofá, los gritos de la pastora sonaron por la sala. No les prestó atención al principio, hasta que se dio cuenta de que la bronca iba para él, momento en el que la miró fijamente sin comprender.
-¿Cargado? No... Sí que lo tuve en cuenta. De hecho como está inconsciente ni siquiera le ha dolido. No hay nada roto, no que yo vea al menos. Bueno, si.. la nariz...¡pero yo no he sido!

Al final fue Archi quien decidió curar al pelinaranja, pero justo antes de hacerlo hizo una petición que provocó que Xalkoth entrara en pánico. No se había dado cuenta del otro significado de sus palabras antes, y no sabía como podría haber averiguado el irrense que podía hacer magia.

-Ehmm ¿como? No, yo no.... quiero decir... ¿por qué iba yo...?- No tardó mucho en callarse, lo hizo en cuanto comprendió que no podía excusarse. Sin embargo, aunque ya se disponía a lanzar el hechizo de limpieza, al final Marsi se interpuso, limpiando la sangre ella misma, sin magia.

Mientras el humano permanecía inconsciente, se decidió que la salida la harían a la biblioteca. Aquello molestó un poco al clinger, por la sencilla razón de que ya la había visto y prefería explorar sitios nuevos. Aun así no iba a quedarse en el torreón ni atado a una silla.
Eso si, puso morritos, o lo más parecido a morritos que podía hacer un insecto.

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A Ri la despertó el pregón. Se incorporó y encogió en un unicó movimiento, pegandose al respando sobresaltada. Barrió con la mirada la habitación, e inspiró de forma sonora cuando se dio cuenta de lo que escuchaba. Agradeció que no hubiera nadie a su alrededor. Casi nadie.

Nero tenía un libro cerrado con el pulgar como marcapaginas. Se había sentado en la cama vecina y se apoyaba en la pared. Su mirada tenía el brillo especial de cuando algo llamaba su atención. Por encima de su curiosidad, estaba la diversión asomando por las comisuras de los labios, el deje socarrón por haber visto a su compañera pegarse un susto. Pero ella no dejó que le dijese nada al respecto.

-¿Sigues con eso en la mano?- dijo con cierta hosquedad. Nero tuvo una sonrisa fugaz.
- Buenos días a ti también. ¿Hablas de esto?Hace tiempo que lo terminé pero merece varias lecturas.

Anriel se destapó, con el semblante sereno pero gestos menos suaves de lo normal. En la cama de al lado, Nero rodó y se desperezó como un gato, abandonado el libro bocabajo en el colchón e incorporandose tras ella.  Así bajó, a tiempo de ver a Shaco arrastrado por el pelo hacia un sillón, sangrante y recien desmayado. Su discurso se había oido desde las escaleras, igual que el golpe.

- Veo que os habeis tomado la noticia con entusiasmo.
- ¿Con que se ha dado?- dijo Ri, desviando su mirada hacia Cio, Taro y Archi, en orden,segun esperaba una respuesta concisa y sensata. Ante las propuestas de salidas, negó suavemente. Haría lo que le tocaba y se iría a dormir, quizás hasta que regresasen, o puede que hasta que anocheciese. Nero parecía sopesar las opciones, pero también declinó la exploración.

- De todas formas, ¿no sale el anfiteatro en nuestros mapas? Aunque sospecho que solo veríais mas emplumados y mariposas grandes, esta vez sin vestidos.- No sabía si creerse que aquella deducción en la que eran los destinatarios de las noticias iba en serio. Él unico torneo que celebraría con Lara y Shaco sería para apostar quien moría antes después de alguna estupidez. Podía incluir al bicho, pero sospechaba que la estupidez de este era más homicida que suicida. La mente de Nero le daba vueltas a la idea de si la vida de las crías contaba o no en aquella competición, cuando Shaco salió de su inconsciencia con la misma energía que demostraba por las mañanas y que lo dejó desorientado y sentado tras un mareo.
"Alma grande, cualquiera elige" pensó con burla interna.

Archime no miró siquiera a Xalkoth mientras este titubeaba, esperando a que dijese algo coherente cuando Marsi tomó la iniciativa con la limpieza. Archime se rascó ligeramente la cabeza con nerviosismo antes de continuar empleando la curación con Shaco, comprendiendo que la varmana tenía razón al decir que debían ahorrarse un gasto mágico como aquel habiendo otros métodos.

Asintió a Taro cuando este dijo que podría resultar peligroso emplear magia para devolverle el sentido y una vez le hubo recolocado la nariz se apartó del sillón donde yacía inconsciente el humano para escuchar las propuestas de salidas. Atendió a Marsi con interés y sintió curiosidad por los lugares que describió. Las casas carnívoras no le parecieron excesivamente peligrosas mientras uno mantuviese las distancias, ya que no había lógica alguna en encontrar tu lugar de residencia y personas conocidas allí en medio de Rocavarancolia. Le dio algunas vueltas a cómo alguien podría caer en una trampa tan obvia hasta que la varmana habló sobre la casa que cambiaba de sexo. El irrense tampoco tenía especial interés en el cambio de sexo en sí, pero sintió curiosidad por el sortilegio que lo producía y se preguntó hasta qué punto realizaba dicha metamorfosis.

La propuesta de volver a la biblioteca, no obstante, atrajo irremediablemente su atención. Tal vez encontrase algo nuevo de especial interés. Además la luna mencionada por los rocavarancoleses de la fuente había sido mencionada de nuevo por el ser medio insecto de la extraña visita del día anterior. Luna roja, había dicho. No cabía duda de que se trataba de un astro relevante y tal vez hallase algún dato entre los manuscritos allí recopilados. Solo tal vez, ya que encontrar algo concreto en aquellos estantes podría llevar años.

La vuelta a la consciencia del humano lo distrajo de sus pensamientos, recordando además que todavía debía una explicación.
—La sangre proviene de las heridas que sufrías hasta hace unos minutos —respondió a la pregunta de Shaco a modo de enlazar con lo que debía decir a continuación—. Sufriste un accidente y perdiste el conocimiento debido a un impacto a gran velocidad contra la barrera mágica que impide el paso a cualquiera que no esté incluído en el hechizo de guardia que estaba instalando. No tuve tiempo de incluír en la condición de reconocimiento a nadie más que a Baurus, Lara y yo mismo. Debo añadiros a todos antes de que salgamos o los demás no podréis atravesar la puerta. Planeo colocar ambos hechizos de seguridad también en la puerta del patio, pero debo realizarlo en días diferentes debido al gasto mágico que supone. —Había paseado la vista brevemente por algunos de los demás habitantes mientras hablaba antes de parpadear varias veces y volver a agachar la mirada—. Antes de salir deberíamos, además, aplicar los hechizos básicos de protección propuestos... durante la visita del otro grupo, pero sería de recibo... sería mejor que los realizase otra persona porque yo tengo que... por si acaso debería reservar mi energía por si surge algún imprevisto fuera.

Por último, tras tratar de arreglar penosamente el haberse olvidado durante buena parte del discurso como se suponía que debía hablar, confirmó a Nero que el anfiteatro aparecía en los mapas mientras mostraba en la pantalla holográfica de su ordenador la localización exacta de este en una de las fotografías.
—No obstante, resulta evidente que se trata de un evento para los rocavarancoleses, ya que no contamos con la preparación necesaria para participar en... un torneo. Además no se anunció como una obligatoriedad sino como algo opcional, por lo que es poco probable que el objetivo de traer cosechados a la ciudad sea ese.
Le pareció necesario aclararlo debido a algunas de las apreciaciones que habían hecho sus compañeros, erróneas y carentes de lógica en su opinión.

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Marsi no estaba muy convencida con eso de acercarse al anfiteatro. Si de verdad se celebraba allí un torneo seguramente habría más monstruos como los que les habían visitado, o puede que peores. Pero no tenía sentido discutir, pues la mayoría estaba de acuerdo.

-Yo voy- se ofreció. No quería perderse una exploración, además la idea de ir también a la biblioteca la tranquilizaba. Un sitio conocido.

Shaco despertó de pronto y se puso a dar vueltas, lo que evidentemente hizo que se marease.

-Oye, oye, estate quieto o va a ser peor- le reprendió, tratando en vano de que dejase de moverse.- Y esta sangre es el resultado de que echases a correr como un loco, deberías mirar por donde vas.

De nada serviría, imaginó. Miró a Ri de reojo, que había decidido quedarse. Le gustaría saber si iban a tener un horario de entrenamiento o tendría que ir a buscarla cada vez que la necesitase. Le preguntaría a la vuelta.

-Voy a prepararme, cuando baje podeis hacer lo de los escudos mágicos si quereis.

Subió a ponerse su ropa para explorar y a recoger sus armas. Ya abajo, con las gafas bien colocadas sobre la cabeza, se guardó unos frutos para el camino y salió junto a los demás.

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Lara se alegró de ver a Shaco despierto y asintió en silencio a la recomendación de Marsi. Ver las opiniones acerca de lo del anfiteatro logró que sus ganas de visitarlo desaparecieran poco a poco, aunque todavía se aferraba a la esperanza de que hubiera pistas ahí. Le parecía una guarrada por parte de la administración de la ciudad que no los consideraran ni cudadanos. <<¿Qué somos, monos de queso?>> refunfuñó mentalmente. <<Bastante tenemos con estar sometidos a un peligro constante..>>. La sugerencia de poner protecciones mágicas la sacó de sus pensamientos y alzó una mano.

—¡Yo, yo! ¡Yo lo hago!—eran los primeros hechizos que Lara había memorizado y le hacía ilusión darles uso—. Venid para acá los que vayáis a salir (...)—la ordesa fue conjurando protecciones uno por uno hasta que acabó con todos. Para cuando realizó el último hechizo, la cabeza le palpitaba y se sentía pesada, pero fue consecuente con sus ganas de dar una vuelta y decidió que no pasaría nada si solo iban a la biblioteca.

Dejó a los niños al cuidado de los que permanecían en casa, sin dirigirse directamente a Ri.

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Con Shaco ya recuperado se empezaron a sopesar posibilidades, pero al quedar casi decidido que irían a la biblioteca, Cío se desperezó disimuladamente y sentó en un sofá, esperando la oportunidad de decir que él prefería no salir ese día. Escuchó que el anfiteatro sí aparecía en los mapas que tenían, y enseguida estuvo buscando entre las fotos recientes las que había tomado del atlas, abriendo por equivocación varias del libro de hechizos que no se decidía a borrar. No había tenido tiempo de examinarlo cuidadosamente, y desde luego aquel edificio se le había pasado por alto. Mientras los demás hablaban él se limitó a recorrer las calles dibujadas arrastrando los dedos sobre el holograma. Cuando levantó la vista, la mayoría estaban listos para marcharse, parecía que solo se quedarían los sinhadres y el pequeño Ippon. «Pues razón de más para no ir». Aunque, al pensarlo dos veces, se dio cuenta de que una persona más tampoco cambiaba nada.

Cuando Lara acabó de protegerlos y Archi de añadir excepciones al hechizo de la puerta, se pusieron en marcha.
—Hasta la vuelta —dijo finalmente, tras haber dado a entender que él no iría—. Pasadlo bien —añadió con recochineo «disfrutad descifrando libros». El único motivo por el que había decidido quedarse no era la falta de interés en volver a la biblioteca, sino que tenía las ligeras agujetas del entrenamiento todavía molestando cada vez que se movía. Le gustaba la idea de explorar nuevas zonas de la ciudad, pero su experiencia le decía que podían acabar corriendo una vez más, y no estaba para trotes.

El torreón era extrañamente silencioso cuando se quedaba tan vacío. Aunque el silencio era una buena señal, significaba que los niños de Lara dormían y, si había suerte, así seguirían hasta que los demás regresasen. Salió al patio y se sentó contra la pared del torreón, haciendo aparecer de nuevo la pantalla holográfica. Se puso a pasar imágenes hacia atrás, con un movimiento seco tras otro. Dejaron de aparecer páginas de libros y empezaron a salir personas, lugares y objetos. Recuerdos de Irraria, y aunque las primeras fotografías fuesen de hacía pocas semanas, parecían años.
—Los hologramas no se diseñaron para ver al sol, eso está claro —gruñó por lo bajo.

A Ri no se le pasó por alto que Lara se fuera sin encargarle a sus hijos, y como si quisiera corroborarlo, abandonó la cesta con Ippon y después de dejar un plato de macedonia apartado para Nero, se fue a dormir de malhumor.
El edeel entró en el patio porque le gustaba leer al aire libre aunque eso supusiese perder un poco de visibilidad. Se quedó un rato mirando fijamente las imagenes que salían del brazo de Cio en silencio. No era la primera vez que lo veía, pero seguía resultandole tan fascinante e incomprensible como la magia. Nero había decidido aceptar aquellas cosas sin ahondar mucho.
- Buenas, Cío. ¿Recuerdos de Irraria?

No fue el único en salir al patio, pero no dejó de pasar imágenes por ello. No tenía nada que ocultar ni de lo que avergonzarse. Levantó la cabeza cuando Nero se dirigió específicamente a él y le devolvió el saludo con un movimiento de cabeza.
—Supongo que sí. No les prestaba mucha atención antes de venir aquí, la mayoría están sacadas de casualidad. —El careto de su hermano llenó la pantalla al deslizar el dedo una vez más. Después apareció un pequeño grupo de personas jóvenes alrededor de una mesita de salón, un chico y dos chicas—. Tampoco es que haya demasiado que echar de menos.
Ver aquellas imágenes allí, a la luz de aquel Sol, era extraño, porque daba la impresión de ser un refrito de dos realidades inmiscibles. No se había puesto melancólico, pero sí de un humor raro.
—¿Qué libro es ese? —preguntó al ver el que sujetaba Nero. No lo había tenido nunca en sus manos.

- Es posible.- dijo todavía mirando aquella población de niños bestias. La mención a su libro lo hizo sonreir ampliamente. - Ah, una buena decisión, eso es. Espera y te leo un par de parrafos. Creo que es la unica forma de describirlo.
Nero sonreía con todos sus colmillos.

-Amor Julieta Blacklightheart, ¿quieres casarte conmigo?- los ojos dorados de Adonis Romeo centelleaban con el fuego de mil estrellas fugaces. El porte del muchacho, incluso de rodillas, era tan soberbio y magnificente como el de un piromante ángel negro a lomos de un dragón igual de soberbio y magnificente. ¿Quizá ese garbo era un presagio de lo que estaba por venir cuando por fin la Luna Roja se alzara en el cielo? Solo los dioses lo sabían.

Nero leyó aquel trocito como si leyese algo más serio e importante, pero al terminar,la sonrisa había vuelto a los labios del chico.
- Y así sigue, durante algo más de trecientas paginas. “La historia de una chica normal que derrota al mal con el poder de la valentía y la amistad, mientras encuentra el amor en Rocavarancolia”.-dijo con una risa cantarina.

Se apoderó de él la curiosidad cuando el sinhadre explicó que solo se podía describir el libro leyendo un poco, mientras sonreía ampliamente. Apagó la pantalla holográfica y atendió a la afectada representación de Nero. Su expresión se quedó congelada según avanzaba la lectura, cambiando gradualmente desde la curiosidad inicial hasta la incredulidad. Cuando este terminó, añadiendo una explicación sobre la trama general, Cío todavía estaba asimilando la información.
—Te lo acabas de inventar —afirmó, con una sombra de sonrisa. Alargó el brazo para inclinar el libro y confirmó que el párrafo existía, estallando en una carcajada—. No puede ser. ¿De dónde ha salido esta mierda? Le da mil vueltas al pirata del gancho. En el mal sentido. —Se rio a gusto hasta que se dio cuenta de que no podían cambiar aquel libro inútil por ningún otro. Pero, después de todo, ya no había vuelta de hoja, así que le quitó importancia y se limitó a preguntar por curiosidad—. ¿Por qué, entre todos esos libros, has cogido justo esta cosa? ¿Planeas que se te fugue el cerebro por los oídos? —preguntó, alzando una ceja.

- Porque me hace reir.- dijo con sencillez.- Tenemos mucho tiempo que perder entre estos muros. Ah, pero te has perdido lo mejor. - la sonrisa maliciosa dejaba claro que quería decir todo lo contrario. Se sentó frente al irrense en una postura relajada y entonó:- -Adonis, yo, yo...- balbuceó AJ de forma muy sensual.
-¡NO TAN RÁPIDO!
Los dos amantes se giraron hacia la puerta para encontrarse al protagonista de todas sus pesadillas y de los sueños húmedos de las amantes de la estética gótica. Un muchacho de aura peligrosa y sexy se apoyaba lánguidamente contra el marco de la puerta traspasándolos con una mirada que aunaba masculino desafío y erótica malevolencia.- Nero hizo una pausa para reirse a gusto, porque la "erotica malevolencia" era algo que siempre podía con él.-Sus ojos eran negros como una cera de colores negra, y asimismo lo era su pelo, su ropa, su espada, sus cejas, sus zapatos y prácticamente todo menos la piel, que era tan blanca y contrastaba tanto con el resto de sus atributos que el muchacho parecía pasado por un filtro de Instagram.
-¡Hades Dementio Hopeflame!- los ojos dorados de Adonis Romeo se aceraron y se volvieron del mismo color del acero (por si no quedaba claro).
Sagaz como era, Amor Julieta solo tardó unos incómodos dos minutos de tenso cruce de miradas en hacer la conexión.
-¡¿Es tu hermano?!
-No puede casarse contigo, Adonis- Hades Dementio hizo una pausa dramática en mitad de la frase antes de susurrar en un tono oscuro, que auguraba sanguinolencia, locura y mundos por arrasar-. Porque ya está casada conmigo.
> Y fin. Mas o menos.- dijo alegremente. Se había reido a gusto y las caras de Cio habían complementeado estupendamente el relato. él ya estaba curado de espanto, y no era lo mismo. - Y esa es la razón por la que lo he cogido. Ri ya llevaba un libro útil.

No protestó cuando Nero tomó asiento para seguir leyendo aquel fragmento que había empezado, de hecho tenía curiosidad por escucharlo. Aquello continuaba de tal manera que torció el morro, debatiéndose entre la risa y la vergüenza ajena. Se llevó una mano a la frente y negó con pesar, haciendo un breve comentario en una pausa del sinhadre.
—Tiene que ser una broma.
En la red cualquiera podía distribuir lo que escribía, y había mucha literatura barata que filtrar cuando se buscaba una buena historia, pero aquello superaba los límites de  lo ridículo. Cío no era un apasionado de la literatura, pero hasta él sufría con la parodia de recursos literarios de aquel texto.  La tortura continuó ciñéndose a tópicos totalmente pasados de fecha, y cuando Nero hubo terminado de leer, el irrense arrastraba lentamente las manos por la cara, como si quisiese arrancarse la piel. Tomó aire y, tras mirar al sinhadre, se echó a reír.
—Devuélveme mi ignorancia, joder, no quería saber que se podía desperdiciar papel con algo así. —A pesar de lo que decía aún sonreía—. ¿Vienen datos del autor, o algo?
«No me extrañaría nada si lo hubiesen escrito los tres chicos faldita en colaboración, o alguien del palo. En esta ciudad hay un puñado de horteras que dan auténtica grima».

- Nada concreto. Firma como "N.", supongo que porque se da cuenta de que es lo que ha hecho. - Nero dejó el libro a un lado- A veces pienso que podría encontrar algo util en el fondo, aunque solo sea por referencias a cosas de la ciudad. Pero, claro, quien distingue. ¿Por qué viniste tú?

El comentario de Nero le hizo reír, pero en parte le había decepcionado la ausencia de un nombre completo.
—Tenía fe en que se llamase de manera igual de pomposa que sus personajes.
Para un irrense era rarísimo que alguien tuviese dos nombres, y nada sabían de apellidos, por lo que aquel detalle le había llamado mucho la atención. Como decía Nero, el libro bien podría esconder algo sobre la ciudad, pero aparentaba ser una mera parodia de esta, con lo que podían darse de bruces con la pésima imaginación de “N”. Si iba a comentar algo al respecto se le olvidó, ante el cambio de tema. La pregunta lo cogió un poco por sorpresa.
—¿Aquí? Bueno… Cómo decirlo, no es como si me quedase otra opción. Quiero decir, te sueltan todo el rollo de que puedes volver y lo único que te prometen son cosas grandes. No sé en vuestro mundo, pero en el nuestro esta montaña de escombros es venerada como una ciudad de dioses. Si alguien rechazase venir sería un paria, poco menos. Te la meten doblada, básicamente. Tampoco tenía ningún motivo para negarme. ¿Y tú?

- Nosotros nos enteramos de su existencia la noche en la que apareció el que nos trajo. - dijo Nero con calma. - Pero si tenía algo a lo que rendir culto, hace al menos treinta años que desapareció.

Nero no le contó nada más sobre su cosecha. Que el joven rubio no había mentido en sus promesas, al menos no en todas las que había hecho. Tres cosas había mencionado Jack: Una situación interesante, algo divertido, y una fuente de poder. Lo que no estuviera incluido en aquella conversación, no era una mentira tanto como la otra mitad de una verdad macabra. A Nero no le importaba la sangre y el miedo que manchasen sus promesas. Solo le faltaba una.

El sinhadre fue bastante más escueto en su respuesta que él. Realmente al no conocer la ciudad no había mucho que decir, aunque sí le parecía más extraño aceptar cuando no se tiene ni idea de adónde se está yendo. Tras su última alfirmación no entendió bien de qué hablaba el sinhadre, si se refería a él y su mundo o a Rocavarancolia, así que preguntó.
—¿A qué te refieres exactamente? —Tras la respuesta pensó en la mención a los treinta años, que le recordaba que debería echarle un ojo al libro de historia, aunque tampoco había tenido ocasión. Luego añadió otra pregunta sin pensar, tenía curiosidad—. ¿Y vosotros a qué rendís culto?

- Me refería a que esta ciudad esta en ruinas y sus ciudadanos visten falditas preciosas.- dijo Nero con una sonrisa. No había esperado una respuesta sobre las creencias de Sinhdro y sopesó la respuesta antes de darla.- yo no rindo culto a nada. Pero el alma, la del mundo y la nuestra, es parte de nuestra cultura. Baurus me explicó el concepto de Dios terreste. - aquella había sido una de las unicas conversaciones que había tenido con él, puesto que sus explicaciones eran torpes y confusas y pronto había perdido el interés en el humano. Sin embargo, no podía decir que no le resultara interesante.- no sé si es exactamente igual al que tengas tu. En Sinhdro no hay dios y entre nosotros, me parece una idea un poco absurda lo de pedir cosas a un ente misterioso e invisible.