Torreón Maciel (Archivo VII)
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Rocavarancolia Rol
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- Rocavarancolia Rol
Torreón Maciel (Archivo VII)
05/08/13, 03:48 am
Recuerdo del primer mensaje :
Torreón de cuatro plantas de piedra azulada, cuya azotea y última planta fueron destrozadas por una ballena, de la que ya solo queda el esqueleto. Allí anidan las estirges. Se accede por un puende levadizo y un portón. El corredor de la entrada está plagado de pintadas y mensajes y termina en una reja llena de púas. El patio, donde se reparten algunas vértebras del animal del techo, está rodeado de un muro coronado con cristales, y en el centro de éste hay una estatua de gran pájaro negro con el pico serrado en cuya base está apoyado el reloj robado del torreón Margalar.
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- Poblo
Ficha de cosechado
Nombre: Alyssa
Especie: Humana
Habilidades: Orientación, memoria y reflejos.
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
05/10/15, 12:41 am
Tras escuchar la explicación de lo que acababa de pasar Kirés miró alternativamente al que se llamaba Saren, a Ayne y a sí mismo mientras asimilaba la información. Aunque se lo habían explicado, el concepto de alma no era algo que el enderth tuviera del todo claro... pero lo que había pasado, aunque reversible en aquel caso, parecía haber sido algo peligroso para él. Otra información que cogió al vuelo fue aquello de los “precios”. Aún no entendía por qué, pero aparentemente ahora el sinhadre podría hacer magia y antes no había podido por no cumplir los requisitos. “¿Significa eso que los que ya podíamos hemos cumplido los nuestros desde el principio? Y de ser así… ¿cuáles son?
Al mismo tiempo que se hacía aquellas preguntas el visitante explicaba el resto de cambios: aparentemente no sabía cómo había afectado al luna a Eara o al propio Kirés, y había pasado a hablar de los de Ergot y Samika, los cuales solo memorizó por encima.
Era mucha información para asimilar y a la vez seguía faltando bastante, poco a poco el ave creando diferentes hilos de pensamiento para cada cosa y alternaba entre ellos, pensando así en varias cosas a la vez. “Demasiadas” Se dio cuenta, por encima de su límite habitual y en vez de requerir un esfuerzo tremendo aquello no le estaba costando.
La aparición de alguien nuevo y naranja, que afortunadamente no resultó ser peligroso, lo pilló por sorpresa, quiso ponerse a la defensiva pero por alguna razón no reaccionó instintivamente y cuando quiso moverse ya le habían dado el folleto y sucedido todo lo relevante. “Que simio más extraño”
Lo que dijo de Twixy’s no fueron buenas noticias. Ahora sabían por qué costaba no mirarla, pero también las consecuencias y problemas que aquello le podía llevar a la Frivy. Eara se adelantó en preguntar lo que pasaba por su mente en aquel momento, de modo que decidió preguntar cosas sobre sí mismo, Una en concreto, porque tenía una teoría de lo que le había hecho la luna.
–Sobre los cambios, Aparte de los físicos... ¿Puede la luna provocar cambios mentales? Porque creo que eso es lo que me está haciendo a mí.
Al mismo tiempo que se hacía aquellas preguntas el visitante explicaba el resto de cambios: aparentemente no sabía cómo había afectado al luna a Eara o al propio Kirés, y había pasado a hablar de los de Ergot y Samika, los cuales solo memorizó por encima.
Era mucha información para asimilar y a la vez seguía faltando bastante, poco a poco el ave creando diferentes hilos de pensamiento para cada cosa y alternaba entre ellos, pensando así en varias cosas a la vez. “Demasiadas” Se dio cuenta, por encima de su límite habitual y en vez de requerir un esfuerzo tremendo aquello no le estaba costando.
La aparición de alguien nuevo y naranja, que afortunadamente no resultó ser peligroso, lo pilló por sorpresa, quiso ponerse a la defensiva pero por alguna razón no reaccionó instintivamente y cuando quiso moverse ya le habían dado el folleto y sucedido todo lo relevante. “Que simio más extraño”
Lo que dijo de Twixy’s no fueron buenas noticias. Ahora sabían por qué costaba no mirarla, pero también las consecuencias y problemas que aquello le podía llevar a la Frivy. Eara se adelantó en preguntar lo que pasaba por su mente en aquel momento, de modo que decidió preguntar cosas sobre sí mismo, Una en concreto, porque tenía una teoría de lo que le había hecho la luna.
–Sobre los cambios, Aparte de los físicos... ¿Puede la luna provocar cambios mentales? Porque creo que eso es lo que me está haciendo a mí.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
05/10/15, 11:44 am
Los recién transformados iban asumiendo sus cambios según el idrino les hablaba. Dama Puntada comprendió que ya no tenía nada más que hacer allí, y que una vez advertidos sería mejor que los cachorros tuviesen su tiempo para tomar decisiones.
Volvió a acercarse a Hal, sacándose de la manga uno de los bichitos que la habían acompañado para ofrecérselo. Era un escarabajo diminuto, claramente un juguete infantil, con una gema verde incrustada en la espalda.
-Si alguna vez quieres contactarme, pregúntae dónde estoy, mi casa se mueve por toda la ciudad. Si no te fías o no quieres volver a saber de mí, tíralo, pero por favor, no lo mates.- Había una nota de súplica en su última frase, como si de verdad le aterrase que Hal pudiese hacer daño a su creación.- Y ahora, debo irme. Oos deseo la mejor de las suertes.
Puntada se despidió, con un gesto de la mano y una sonrisa, y se marchó seguida por su séquito tal y como había llegado.
Volvió a acercarse a Hal, sacándose de la manga uno de los bichitos que la habían acompañado para ofrecérselo. Era un escarabajo diminuto, claramente un juguete infantil, con una gema verde incrustada en la espalda.
-Si alguna vez quieres contactarme, pregúntae dónde estoy, mi casa se mueve por toda la ciudad. Si no te fías o no quieres volver a saber de mí, tíralo, pero por favor, no lo mates.- Había una nota de súplica en su última frase, como si de verdad le aterrase que Hal pudiese hacer daño a su creación.- Y ahora, debo irme. Oos deseo la mejor de las suertes.
Puntada se despidió, con un gesto de la mano y una sonrisa, y se marchó seguida por su séquito tal y como había llegado.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
06/10/15, 10:51 pm
—Fallo mio —comentó el selkie cuando Samika empezó a quejarse con visible mal humor de que no se estaba enterando de nada. Se le había pasado por alto que los evaki tardaban un tiempo en acostumbrarse a sus nuevos oídos, así que procedió a poner al corriente a la humana de sus cambios por telepatía. Primero se presentó con educación, dejandole claro lo que estaba pasando y enviándole una imagen de su rostro para que supiera con quien estaba hablando—. Lo de su caótica audición es temporal, no os preocupéis, le estoy haciendo llegar toda esta información a través de mi mente. —les explicó, poniendo al día mientras tanto a la muchacha. Cuando terminó dejó un canal abierto para retransmitirle toda la conversación.
El peligro que corría la frivy era lo que mas había alterado a los macieleros, pero la afectada parecía bastante despreocupada. Saren no pudo evitar reír ante sus palabras, admirado ante su aparente entereza dada la situación. En aquel momento dama Puntada anunció que se retiraba, así que el norteño se despidió con un amable asentimiento y procedió a responder a la totaldiseñadora.
—No, no solo eres guapa —secundó con una sonrisa, haciendo memoria sobre las cualidades de las veelas—. Como ya he dicho tu cabello tiene ciertas propiedades que lo hacen muy codiciado en determinados círculos, si a eso le añadimos que puedes hacerlo crecer a voluntad y darle la forma y coloración que te plazca puede resultarte muy beneficioso en términos monetarios cuando aprendas a desenvolverte en esta ciudad. Tu nivel mágico tampoco está mal: de los presentes, incluido yo, solo te alcanzará Hal, aunque cabe la posibilidad de que Eara o Kirés tengan una transformación con un nivel similar. En cualquier caso tendrás acceso a hechizos de muy alto nivel, y afinidad con la magia meteorológica. Además, si mimas tu melena, nunca tendrás problemas de salud y te mantendrás vigorosa —añadió con una media sonrisa—. De todos modos tus compañeros hacen bien en preocuparse, deberías ocultar tu rostro con una capucha o algo similar las primeras veces que salgas a la ciudad —concluyó, desviando a continuación su atención hacia el enderth.
Al parecer el aviano había notado algún cambio en si mismo que no se podía percibir a primera vista.
—La Luna no solo altera nuestro aspecto, es cierto, también puede cambiar nuestra psique. Posiblemente lo vayáis notando con el paso del tiempo, ¿pero a que te refieres en tu caso, Kirés? —le preguntó con curiosidad. Si lo había notado tan rápido debía de ser algo significativo y tal vez le ayudara a identificar su transformación.
El peligro que corría la frivy era lo que mas había alterado a los macieleros, pero la afectada parecía bastante despreocupada. Saren no pudo evitar reír ante sus palabras, admirado ante su aparente entereza dada la situación. En aquel momento dama Puntada anunció que se retiraba, así que el norteño se despidió con un amable asentimiento y procedió a responder a la totaldiseñadora.
—No, no solo eres guapa —secundó con una sonrisa, haciendo memoria sobre las cualidades de las veelas—. Como ya he dicho tu cabello tiene ciertas propiedades que lo hacen muy codiciado en determinados círculos, si a eso le añadimos que puedes hacerlo crecer a voluntad y darle la forma y coloración que te plazca puede resultarte muy beneficioso en términos monetarios cuando aprendas a desenvolverte en esta ciudad. Tu nivel mágico tampoco está mal: de los presentes, incluido yo, solo te alcanzará Hal, aunque cabe la posibilidad de que Eara o Kirés tengan una transformación con un nivel similar. En cualquier caso tendrás acceso a hechizos de muy alto nivel, y afinidad con la magia meteorológica. Además, si mimas tu melena, nunca tendrás problemas de salud y te mantendrás vigorosa —añadió con una media sonrisa—. De todos modos tus compañeros hacen bien en preocuparse, deberías ocultar tu rostro con una capucha o algo similar las primeras veces que salgas a la ciudad —concluyó, desviando a continuación su atención hacia el enderth.
Al parecer el aviano había notado algún cambio en si mismo que no se podía percibir a primera vista.
—La Luna no solo altera nuestro aspecto, es cierto, también puede cambiar nuestra psique. Posiblemente lo vayáis notando con el paso del tiempo, ¿pero a que te refieres en tu caso, Kirés? —le preguntó con curiosidad. Si lo había notado tan rápido debía de ser algo significativo y tal vez le ayudara a identificar su transformación.
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astucia
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
07/10/15, 12:53 am
La londinenses pego un saltito en lugar, sobresaltada, cuando una voz se escucho repentinamente en su cabeza y se tensó visiblemente, asustada. No se tranquilizo fácilmente ni siquiera cuando Saren le saludo, se presento y hasta, a saber como, le hizo ver como lucia. ¿Telepatía? ¿En serio? No se confió, nadie debería confiarse si un extraño podía hablarle en tu mente como quien habla por teléfono.
Aun así lo escucho cuando, o lo leyó, o lo que sea que fuese el verbo cuando hablan en tu cabeza. Tampoco es como si supiera echarlo. Este le hablo sobre su transformación, dejándola lentamente cada vez mas incredulidad << ¿Un murciélago? Vaya, cambie el tipo de roedor...no estaba fallando mucho al final >> pensó con toda la ironía que pudo reunir, mientras se pasaba las manos frustradas por el rostro y por su nuevo, y extraño, hocico. Las imágenes de murciélagos que había llegado a ver, no es fuesen caras muy monas que se dijera. << No se si voy a preferir ser una ardilla >> pensó agotada. Si antes se veía poco en el espejo, ahora con mas miedo iba a querer verse.
Por lo demás, lo de las alas y que le costaría usarlas, así como que en uno días podría oír bien, e incluso mejor que antes, le resulto un enorme alivio. Saren también le habló un poco de sus habilidades, habilidades que hizo que Samika alzara una ceja con suspicacia. Era todo muy....murcielaguil si se podía decir así.
Iba a preguntar a que se refería con todo eso de los ultrasonidos, cuando Saren empezó a explicarle que había pasado por sus compañeros, y la simple idea de preguntarle se esfumo de su mente. Con cada cosa que decía de ellos, Samika los buscaba con la mirada apurada, sintiendo una profunda pena cuando se enteró de lo ocurrido con Lemus, intentando asegurarse que el resto estaba bien. Samika sentía que la cabeza le iba a explotar con toda la información llegando de golpe directamente a su cabeza, sin tiempo a procesarla toda.
-Vale...que dolor de cabeza, creo que ya me entere de todo -añadió Samika sacudiendo la cabeza con los nervios de punta y extrañamente, escuchando la conversación a pesar de que no fuese con sus oídos. Aquello era tan raro que no sabia si reír, ponerse histérica, llorar o enfadarse, o todo a la vez- Y sobre Twixy's, nadie va a tocar a nuestra Twix a no ser que ella quiera. Ni a ella ni a su pelo. Porque ahora estaré inútil...pero en uno días soy capaz de romperle los huesos a quien se le acerque sin que ella quiera- dijo con el ceño un poco fruncido ante la posibilidad de gente no muy amable queriéndose aprovechar de las habilidades del pelo de la frivy, o de la propia frivy, sin que ella quisiera. No sabia si seria capaz siquiera de lograr tal hazaña, aunque Saren le había dicho que sus habilidades físicas mejoraban no sabia hasta donde, pero le daba lo mismo. Samika estaba ya de serie de suficiente mal humor como para no aguantar tonterías de nadie de la ciudad y menos en contra de su amiga.
-Si necesitas cubrirte el cabello, coge mi sari, es lo suficientemente largo para cubrirlo si comienza a crecer.-le ofreció Samika a esta, antes de prestar atención a lo que ocurría con Kires que era junto con Eara, uno de los que no se sabia en que se habían trasformado, y cuya duda empezaba a carcomerla.
Aun así lo escucho cuando, o lo leyó, o lo que sea que fuese el verbo cuando hablan en tu cabeza. Tampoco es como si supiera echarlo. Este le hablo sobre su transformación, dejándola lentamente cada vez mas incredulidad << ¿Un murciélago? Vaya, cambie el tipo de roedor...no estaba fallando mucho al final >> pensó con toda la ironía que pudo reunir, mientras se pasaba las manos frustradas por el rostro y por su nuevo, y extraño, hocico. Las imágenes de murciélagos que había llegado a ver, no es fuesen caras muy monas que se dijera. << No se si voy a preferir ser una ardilla >> pensó agotada. Si antes se veía poco en el espejo, ahora con mas miedo iba a querer verse.
Por lo demás, lo de las alas y que le costaría usarlas, así como que en uno días podría oír bien, e incluso mejor que antes, le resulto un enorme alivio. Saren también le habló un poco de sus habilidades, habilidades que hizo que Samika alzara una ceja con suspicacia. Era todo muy....murcielaguil si se podía decir así.
Iba a preguntar a que se refería con todo eso de los ultrasonidos, cuando Saren empezó a explicarle que había pasado por sus compañeros, y la simple idea de preguntarle se esfumo de su mente. Con cada cosa que decía de ellos, Samika los buscaba con la mirada apurada, sintiendo una profunda pena cuando se enteró de lo ocurrido con Lemus, intentando asegurarse que el resto estaba bien. Samika sentía que la cabeza le iba a explotar con toda la información llegando de golpe directamente a su cabeza, sin tiempo a procesarla toda.
-Vale...que dolor de cabeza, creo que ya me entere de todo -añadió Samika sacudiendo la cabeza con los nervios de punta y extrañamente, escuchando la conversación a pesar de que no fuese con sus oídos. Aquello era tan raro que no sabia si reír, ponerse histérica, llorar o enfadarse, o todo a la vez- Y sobre Twixy's, nadie va a tocar a nuestra Twix a no ser que ella quiera. Ni a ella ni a su pelo. Porque ahora estaré inútil...pero en uno días soy capaz de romperle los huesos a quien se le acerque sin que ella quiera- dijo con el ceño un poco fruncido ante la posibilidad de gente no muy amable queriéndose aprovechar de las habilidades del pelo de la frivy, o de la propia frivy, sin que ella quisiera. No sabia si seria capaz siquiera de lograr tal hazaña, aunque Saren le había dicho que sus habilidades físicas mejoraban no sabia hasta donde, pero le daba lo mismo. Samika estaba ya de serie de suficiente mal humor como para no aguantar tonterías de nadie de la ciudad y menos en contra de su amiga.
-Si necesitas cubrirte el cabello, coge mi sari, es lo suficientemente largo para cubrirlo si comienza a crecer.-le ofreció Samika a esta, antes de prestar atención a lo que ocurría con Kires que era junto con Eara, uno de los que no se sabia en que se habían trasformado, y cuya duda empezaba a carcomerla.
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de lucha
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
07/10/15, 12:52 pm
La mirada de Hal se volvió agradecida cuando dama Puntada le dio aquel escarabajo. Sus palabras, sin embargo, hicieron que hirviera de indignación.
—N-nunca le haría daño. ¿Qué clase de monstruo crees que soy? —protestó, con los labios fruncidos y los ojos brillantes. Se lo acercó a los ojos y sonrió al verle tan de cercaSe lo quedaría y lo cuidaría. Estaba seguro de que pasado unos días, cuando descubriera qué era, tendría muchas más cosas que preguntar a la demiurga.
Una vez dama Puntada se fue se abstrajo de la conversación del grupo. Miraba hacia fuera, hacia la lluvia de pavesas, la tormenta y la luz carmesí que bañaba el mundo. Giró brevemente la cabeza hacia Saren cuando explicó que él y Twix serían los más poderosos del torreón, y se preguntó si aquello tendría que ver con lo que experimentaba. De alguna manera se sentía renacido, nuevo en un mundo que también acababa de venir al mundo. Y sabía que era falso, pero de alguna manera creía ser capaz de arrancar las montañas de sus raíces, de volar hasta la mismísima Luna Roja y traerla entera a Rocavarancolia.
Echó a andar hacia el patio, casi en éxtasis. Como era natural la tormenta le dejó calado en pocos segundos, pero le daba igual. Volvía a llorar, ahora de puro gozo. Sentía la vida a su alrededor, el bullir de su sangre, el latido de su propio corazón. Y, sin saber por qué, le parecía algo magnífico. Magnífico y deslumbrante. Abrió los brazos, dejándose empapar, en un sentido más metafórico que real. No sólo se empapaba de la lluvia y las pavesas le rodeaban, también dejó que el maremágnum de emociones y sensaciones nuevas le calara, ocupara todo su interior, hasta el último rincón de su ser.
Un temblor hizo que cayera al suelo, justo frente al reloj que tanto le había llegado a obsesionar. La Luna Roja y la estrella de diez puntas coincidían, al fin. Mientras el nuevo demiurgo lo observaba algo sonó dentro del mismo. Y entonces, ante sus ojos, la Luna Roja comenzó a moverse. Ahora era su incansable compañer,a la estrella de diez puntas, la que esperaría en lo alto del reloj.
—N-nunca le haría daño. ¿Qué clase de monstruo crees que soy? —protestó, con los labios fruncidos y los ojos brillantes. Se lo acercó a los ojos y sonrió al verle tan de cercaSe lo quedaría y lo cuidaría. Estaba seguro de que pasado unos días, cuando descubriera qué era, tendría muchas más cosas que preguntar a la demiurga.
Una vez dama Puntada se fue se abstrajo de la conversación del grupo. Miraba hacia fuera, hacia la lluvia de pavesas, la tormenta y la luz carmesí que bañaba el mundo. Giró brevemente la cabeza hacia Saren cuando explicó que él y Twix serían los más poderosos del torreón, y se preguntó si aquello tendría que ver con lo que experimentaba. De alguna manera se sentía renacido, nuevo en un mundo que también acababa de venir al mundo. Y sabía que era falso, pero de alguna manera creía ser capaz de arrancar las montañas de sus raíces, de volar hasta la mismísima Luna Roja y traerla entera a Rocavarancolia.
Echó a andar hacia el patio, casi en éxtasis. Como era natural la tormenta le dejó calado en pocos segundos, pero le daba igual. Volvía a llorar, ahora de puro gozo. Sentía la vida a su alrededor, el bullir de su sangre, el latido de su propio corazón. Y, sin saber por qué, le parecía algo magnífico. Magnífico y deslumbrante. Abrió los brazos, dejándose empapar, en un sentido más metafórico que real. No sólo se empapaba de la lluvia y las pavesas le rodeaban, también dejó que el maremágnum de emociones y sensaciones nuevas le calara, ocupara todo su interior, hasta el último rincón de su ser.
Un temblor hizo que cayera al suelo, justo frente al reloj que tanto le había llegado a obsesionar. La Luna Roja y la estrella de diez puntas coincidían, al fin. Mientras el nuevo demiurgo lo observaba algo sonó dentro del mismo. Y entonces, ante sus ojos, la Luna Roja comenzó a moverse. Ahora era su incansable compañer,a la estrella de diez puntas, la que esperaría en lo alto del reloj.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
08/10/15, 01:34 am
La menos preocupada por lo que había dicho el rocavarancolés parecía Twix. Eara la miró, ahora sin decir nada, pero aún con cara de preocupación. Por otro lado, era una suerte que, fuese como fuese que estuviese consiguiéndolo, Saren lograse informar a Samika de lo que pasaba. La situación ya era difícil de por sí sin contar con el aislamiento de la humana.
Cuando dama Puntada se despidió, Eara le agradeció la ayuda antes de que se fuera. Aquella mujer parecía muy agradable a pesar de las circunstancias en las que se habían conocido. Cuando se retiró y Saren continuó hablando con la frivy fue cuando la sinhadre empezó a reparar en su edeel. Tenía la sensación de haber estado evitándolo hasta ese momento, al darse cuenta de que no lo había vuelto a escuchar hablar. No miraba a nadie en concreto, o al menos eso parecía, y tenía los puños cerrados, en tensión.
Eara se preguntó qué hacer, pero la respuesta llegó rápido. No había dudado a la hora de ayudar a los demás, y no iba a ser diferente precisamente con su edeel. Le pidió a Ergot que esperase en el sofá un momento y, aunque el repoblador no quería quedarse solo, le prometió que no tardaría. Debía aprovechar mientras se encontraba mejor gracias a la pomada.
Se acercó a Ayne caminando despacio, señal de que dudaba cómo abordarle, pero él no lo interpretó de ese modo. Pensaba que si él estuviese en el lugar de ella tampoco se veía capaz de mantener la calma. ¿No era injusta la Luna? ¿Por qué de ambos solo él se había vuelto horrible? Pero el sinhadre tenía más cosas de las que preocuparse esa noche aun dejando de lado lo que su aurva opinase de él.
—No te acerques.
—¿Por qué? —replicó ella, empezando a dudar más si cabía en cada paso. Él retrocedió.
—Ya le has escuchado. —Se refería a Saren, pero ni siquiera se molestó en señalarlo o nombrarlo.
—Pero…
—¡No sé controlarlo! Simplemente no te acerques.
Su tono era tan tajante que Eara se paró en seco, muda. No era habitual que él hablase de ese modo, y resultaba evidente que estaba pasándolo mal. Precisamente por eso había querido ayudarlo, pero ya no sabía qué hacer.
Ayne se habría marchado a refugiarse escaleras arriba de haber podido, pero había un cadáver destripado en el camino que prefería no volver a ver. Salir también estaba fuera de sus posibilidades. La ciudad estaba loca, podía percibirlo en el ambiente, tan loca como él y, suponía, todos los demás, gracias al influjo de la Luna. Tampoco podía permitirse abandonar a Eara en una noche así de peligrosa. Por mucho que quisiese soledad, precisamente esa noche no se la podía permitir.
—Vuelve con Ergot. Yo estoy bien —mintió. Aquel no era el lugar ni el momento para hablar todo lo que debían.
No le había dicho a nadie que veía algo sobre sus cabezas que no estaba realmente ahí, no se había quejado del dolor de sus ojos, ni había hecho una escena por lo que le estaba pasando a su cuerpo. Esa noche sentía que ni siquiera era él mismo. Tal vez incluso era cierto.
Cuando dama Puntada se despidió, Eara le agradeció la ayuda antes de que se fuera. Aquella mujer parecía muy agradable a pesar de las circunstancias en las que se habían conocido. Cuando se retiró y Saren continuó hablando con la frivy fue cuando la sinhadre empezó a reparar en su edeel. Tenía la sensación de haber estado evitándolo hasta ese momento, al darse cuenta de que no lo había vuelto a escuchar hablar. No miraba a nadie en concreto, o al menos eso parecía, y tenía los puños cerrados, en tensión.
Eara se preguntó qué hacer, pero la respuesta llegó rápido. No había dudado a la hora de ayudar a los demás, y no iba a ser diferente precisamente con su edeel. Le pidió a Ergot que esperase en el sofá un momento y, aunque el repoblador no quería quedarse solo, le prometió que no tardaría. Debía aprovechar mientras se encontraba mejor gracias a la pomada.
Se acercó a Ayne caminando despacio, señal de que dudaba cómo abordarle, pero él no lo interpretó de ese modo. Pensaba que si él estuviese en el lugar de ella tampoco se veía capaz de mantener la calma. ¿No era injusta la Luna? ¿Por qué de ambos solo él se había vuelto horrible? Pero el sinhadre tenía más cosas de las que preocuparse esa noche aun dejando de lado lo que su aurva opinase de él.
—No te acerques.
—¿Por qué? —replicó ella, empezando a dudar más si cabía en cada paso. Él retrocedió.
—Ya le has escuchado. —Se refería a Saren, pero ni siquiera se molestó en señalarlo o nombrarlo.
—Pero…
—¡No sé controlarlo! Simplemente no te acerques.
Su tono era tan tajante que Eara se paró en seco, muda. No era habitual que él hablase de ese modo, y resultaba evidente que estaba pasándolo mal. Precisamente por eso había querido ayudarlo, pero ya no sabía qué hacer.
Ayne se habría marchado a refugiarse escaleras arriba de haber podido, pero había un cadáver destripado en el camino que prefería no volver a ver. Salir también estaba fuera de sus posibilidades. La ciudad estaba loca, podía percibirlo en el ambiente, tan loca como él y, suponía, todos los demás, gracias al influjo de la Luna. Tampoco podía permitirse abandonar a Eara en una noche así de peligrosa. Por mucho que quisiese soledad, precisamente esa noche no se la podía permitir.
—Vuelve con Ergot. Yo estoy bien —mintió. Aquel no era el lugar ni el momento para hablar todo lo que debían.
No le había dicho a nadie que veía algo sobre sus cabezas que no estaba realmente ahí, no se había quejado del dolor de sus ojos, ni había hecho una escena por lo que le estaba pasando a su cuerpo. Esa noche sentía que ni siquiera era él mismo. Tal vez incluso era cierto.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
09/10/15, 09:35 pm
<< Mi cabello es codiciado...>> Twixy's meditaba las palabras del idrino, jugueteando con un mechón de pelo que se había salido del moño. Lo enrollaba en el dedo y lo volvía a desenrollar, una y otra vez. Su color rojo refulgía como la Luna en el cielo. Frunció el ceño cuando dijo que estaba hablando en la mente de Samika. No sabía que podía hacer eso, y aunque era conveniente, se preguntaba si también podría leer sus pensamientos. ¿Sería ese su don? Dama Puntada había dicho en qué la había transformado la ciudad, pero Saren no. La expresión de la veela cambió de pronto a una sonrisa encantadora.
-Has sido muy amable explicándonos todo esto, de verdad, pero como superpuedes ver estamos... cansados.- desvió ligeramente la mirada hacia sus compañeros, como diciendo ''Míralos, si están hechos un trapo- Necesitamos tiempo para recomponernos y hablar de todo esto, pero de la total. - frunció los labios en un mohín y miró a Saren a los ojos. -No es que te esté echando...
Efectivamente le estaba echando, pero no solo para probar sus nuevos encantos, sino porque no quería tener a un extraño pululando por el torreón mientras sus compañeros estaban medio desnudos, sucios y rotos. La ciudad ya se había presentado, y ahora necesitaban un tiempo para adecentarse, y poder presentarse debidamente a la ciudad con sus nuevas caras. Además, también tendrían que decidir si los visitantes eran de fiar.
Pasó por el sofá y le dio a Samika un beso en la frente como agradecimiento por sus palabras, luego fue junto a Kirés y le presionó suavemente el ala, llamando su atención.
-Hay que sacar a Arik de aquí.
Esperaron hasta que el idrino se marchó, y hasta que se alejó lo bastante del torreón. Twix subió al piso superior y buscó telas. Se trenzó bien el pelo, lo recogió en un moño y se envolvió la cabeza con un pañuelo. Como no se fiaba, ancló a la tela un par de hechizos de protección.
Limpiaron con magia el cadáver de Arik, lo recompusieron como buenamente pudieron para que nada chorrease, y para que sus compañeros no tuvieran que ver lo que ellos. Luego lo congelaron y usaron un hechizo de olor falso para disimular el del propio cadáver. La idea era no atraer a ningún carroñero. Usaron una gran cantidad de hechizos, pero Twix no se sentía cansada. La magia fluía por sus venas y manaba de sus dedos, se sentía poderosa e imparable. A pesar del miedo.
Sacaron el cuerpo levitando del torreón y se alejaron buscando un lugar donde dejarlo. Al final solo Kirés y ella salieron, pues eran los que mejor se encontraban. Twix sentía la luz de la Luna Roja quemándole la piel, y la noche le pedía gritos, le pedía sangre. Tenía ganas de echar a correr y derrochar magia, sin mirar atrás. Pero no, tenía que ser prudente. Dejaron el cuerpo de Arik en unas ruinas, y lo cubrieron de escombros en forma de tumba improvisada, más para ocultarlo que con una idea de enterramiento digno. Volvieron a Maciel, donde los demás esperaban. Era hora de decidir su plan de acción.
-Has sido muy amable explicándonos todo esto, de verdad, pero como superpuedes ver estamos... cansados.- desvió ligeramente la mirada hacia sus compañeros, como diciendo ''Míralos, si están hechos un trapo- Necesitamos tiempo para recomponernos y hablar de todo esto, pero de la total. - frunció los labios en un mohín y miró a Saren a los ojos. -No es que te esté echando...
Efectivamente le estaba echando, pero no solo para probar sus nuevos encantos, sino porque no quería tener a un extraño pululando por el torreón mientras sus compañeros estaban medio desnudos, sucios y rotos. La ciudad ya se había presentado, y ahora necesitaban un tiempo para adecentarse, y poder presentarse debidamente a la ciudad con sus nuevas caras. Además, también tendrían que decidir si los visitantes eran de fiar.
Pasó por el sofá y le dio a Samika un beso en la frente como agradecimiento por sus palabras, luego fue junto a Kirés y le presionó suavemente el ala, llamando su atención.
-Hay que sacar a Arik de aquí.
Esperaron hasta que el idrino se marchó, y hasta que se alejó lo bastante del torreón. Twix subió al piso superior y buscó telas. Se trenzó bien el pelo, lo recogió en un moño y se envolvió la cabeza con un pañuelo. Como no se fiaba, ancló a la tela un par de hechizos de protección.
Limpiaron con magia el cadáver de Arik, lo recompusieron como buenamente pudieron para que nada chorrease, y para que sus compañeros no tuvieran que ver lo que ellos. Luego lo congelaron y usaron un hechizo de olor falso para disimular el del propio cadáver. La idea era no atraer a ningún carroñero. Usaron una gran cantidad de hechizos, pero Twix no se sentía cansada. La magia fluía por sus venas y manaba de sus dedos, se sentía poderosa e imparable. A pesar del miedo.
Sacaron el cuerpo levitando del torreón y se alejaron buscando un lugar donde dejarlo. Al final solo Kirés y ella salieron, pues eran los que mejor se encontraban. Twix sentía la luz de la Luna Roja quemándole la piel, y la noche le pedía gritos, le pedía sangre. Tenía ganas de echar a correr y derrochar magia, sin mirar atrás. Pero no, tenía que ser prudente. Dejaron el cuerpo de Arik en unas ruinas, y lo cubrieron de escombros en forma de tumba improvisada, más para ocultarlo que con una idea de enterramiento digno. Volvieron a Maciel, donde los demás esperaban. Era hora de decidir su plan de acción.
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
10/10/15, 09:40 pm
–Es difícil de explicar –Comenzó a responder –Esta situación… tendría que ser agobiante y confusa, pero he procesado toda la información con comodidad, algo que no debería pasar. En general todo lo que sea pensar me resulta… más fácil. –Lo cierto es que no sabía describir exactamente aquello.
Sin embargo seguía pasando: Tras la partida de la otra visitante Hal salió al patio y Kirés anotó este cambio de posición a la vez que planeaba unirse a Eara para asistir a Samika y Ergot mientras mantenía la conversación con el Idrino.
Los eventos sin embargo no se sucedieron como había planeado, y Twixy’s se ocupó de deshacerse discretamente de la presencia de Saren en el torreón. Aun así se quedó con lo básico que le dijo: probablemente sería un mago o un brujo, pero no debía darlo por sentado.
Miró y asintió a la frivy cuando le dijo lo de Arik y se dirigió inmediatamente al piso superior. Aquella no era la primera vez que tenía que limpiar un cadáver y con la ayuda de su experiencia previa y magia ambos limpiaron y enmascararon el olor del cadáver. Allí fue donde Kirés se percató de que las suposiciones de quien les había visitado antes podrían ser correctas. Habían hecho mucha magia, y lejos de sentirse exhausto por ello no solo se encontraba bien, sino que le parecía que su magia era más intensa que antes.
No hubo mucho que destacar de la salida. Enterraron el cadáver como pudieron lo más lejos posible pero sin alejarse demasiado del torreón y luego volvieron, nada más. Kirés también sentía el influjo de la luna corriendo por sus venas, haciendo hervir su sangre, pero de momento mantenía el control. Eso sin embargo no implicaba que pudiera quedarse quieto y no lo hizo. Ante la necesidad de planear qué hacer acordaron subir y pasar la noche todos en una sola habitación. Entre todos lo fueron preparando todo y Kirés se ocupó principalmente de mover los colchones todos a un cuarto y luego ayudar a quien pudiera necesitarlo.
Cuando todo estuvo hecho y todos en el cuarto pudo por fin sentarse y hacer algo de lo que había querido ocuparse desde que lo hirieron. Limpiarse a fondo todas y cada una de sus plumas. Un hechizo de limpieza fue lo primero, pero después se fue revisando cada una con cuidado. Tenía pocas manías pero cuidar sus plumas a fondo era una de ellas.
Sin embargo seguía pasando: Tras la partida de la otra visitante Hal salió al patio y Kirés anotó este cambio de posición a la vez que planeaba unirse a Eara para asistir a Samika y Ergot mientras mantenía la conversación con el Idrino.
Los eventos sin embargo no se sucedieron como había planeado, y Twixy’s se ocupó de deshacerse discretamente de la presencia de Saren en el torreón. Aun así se quedó con lo básico que le dijo: probablemente sería un mago o un brujo, pero no debía darlo por sentado.
Miró y asintió a la frivy cuando le dijo lo de Arik y se dirigió inmediatamente al piso superior. Aquella no era la primera vez que tenía que limpiar un cadáver y con la ayuda de su experiencia previa y magia ambos limpiaron y enmascararon el olor del cadáver. Allí fue donde Kirés se percató de que las suposiciones de quien les había visitado antes podrían ser correctas. Habían hecho mucha magia, y lejos de sentirse exhausto por ello no solo se encontraba bien, sino que le parecía que su magia era más intensa que antes.
No hubo mucho que destacar de la salida. Enterraron el cadáver como pudieron lo más lejos posible pero sin alejarse demasiado del torreón y luego volvieron, nada más. Kirés también sentía el influjo de la luna corriendo por sus venas, haciendo hervir su sangre, pero de momento mantenía el control. Eso sin embargo no implicaba que pudiera quedarse quieto y no lo hizo. Ante la necesidad de planear qué hacer acordaron subir y pasar la noche todos en una sola habitación. Entre todos lo fueron preparando todo y Kirés se ocupó principalmente de mover los colchones todos a un cuarto y luego ayudar a quien pudiera necesitarlo.
Cuando todo estuvo hecho y todos en el cuarto pudo por fin sentarse y hacer algo de lo que había querido ocuparse desde que lo hirieron. Limpiarse a fondo todas y cada una de sus plumas. Un hechizo de limpieza fue lo primero, pero después se fue revisando cada una con cuidado. Tenía pocas manías pero cuidar sus plumas a fondo era una de ellas.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
11/10/15, 07:49 pm
—Hmm... Con solo ese dato no puedo concretar mucho, pero posiblemente seas un mago puro o algún tipo de brujo con un dominio de la mente —le respondió al enderth tras unos segundos—. No lo des por sentado, de todos modos, el tiempo te dará las respuestas —concluyó, desviando su atención hacia la frivy. Si no estuviera al tanto de sus habilidades posiblemente aquella sonrisa encantadora le habría dejado atontado, pero había sido él el que le había hablado de sus capacidades y aun seguía siendo idrino. No le costó demasiado controlar sus gestos y expresión.
Tenía razón, lo mejor sería dejarles solos para que descansaran. Tenían muchas cosas en que pensar y la noche solo acababa de comenzar. Ya habría tiempo para charlas informales en otra ocasión.
—Posiblemente os lo notifique alguien de manera oficial, pero deberéis abandonar los torreones dentro de no mucho. Tenéis dos refugios asignados para que os instaléis, de todos modos, y en ellos viviréis a costa del Consejo —puntualizó con una media sonrisa—. Si necesitáis algo podéis encontrarme en la Sede de los Taumaturgos, mi puerta está siempre abierta. Se de primera mano por lo que vais a pasar, en especial algunos de vosotros —comentó, repasando con la mirada a los presentes y deteniéndose unos instantes de mas en la veela—, y si puedo allanaros un poco el camino tal vez no cometáis los mismos errores que yo. —concluyó con una leve sonrisa, frotando con un gesto inconsciente la cicatriz de su cara.
Después de decir aquello se despidió y abandonó el torreón. Tenía que reunirse con Ka.
Continúa en las Calles.
Tenía razón, lo mejor sería dejarles solos para que descansaran. Tenían muchas cosas en que pensar y la noche solo acababa de comenzar. Ya habría tiempo para charlas informales en otra ocasión.
—Posiblemente os lo notifique alguien de manera oficial, pero deberéis abandonar los torreones dentro de no mucho. Tenéis dos refugios asignados para que os instaléis, de todos modos, y en ellos viviréis a costa del Consejo —puntualizó con una media sonrisa—. Si necesitáis algo podéis encontrarme en la Sede de los Taumaturgos, mi puerta está siempre abierta. Se de primera mano por lo que vais a pasar, en especial algunos de vosotros —comentó, repasando con la mirada a los presentes y deteniéndose unos instantes de mas en la veela—, y si puedo allanaros un poco el camino tal vez no cometáis los mismos errores que yo. —concluyó con una leve sonrisa, frotando con un gesto inconsciente la cicatriz de su cara.
Después de decir aquello se despidió y abandonó el torreón. Tenía que reunirse con Ka.
Continúa en las Calles.
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astucia
Personajes :- DL/Dédalo: Cambiante, foner
- Dhelian/Evelhan Kaw: Brugho, daeliciano
- Samika: Evaki, humana
- Pelusa (Pam): Spriggan, Mona del queso.
- Rua: Unicornio Humana, Sueca. 1,76 sin plataformas.
Armas :- DL/Dédalo: Espada, magia y sus cambios
- Dhelian/Evelhan Kaw: Magia y estirges
- Samika: Puñetazos y patadas
- Pelusa (Pam): Cuchillo pelapapas y una honda con piedras
- DL/Dédalo: Cambiante, foner
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
11/10/15, 08:53 pm
Samika fue posiblemente la que mas lamento la marcha de Saren, era su principal fuente de información secundaria en esos momentos, pero Twixy's tenía razón, estaba todos para el arrastre en un sentido u otro.
La londinense sonrió, ruborizándose ligeramente cuando la frivy se acerco a besar su frente, viéndola tan de cerca y tan hermosa al punto del embobamiento dejaba claro el poder que tenía. Y si a ella, medio cegata la dejaba así, no quería imaginarse a los monstruos de la ciudad.
No lo escucho, pues sin Saren, lo único que quedaban era la distorsión auditiva, pero al menos si noto el movimiento alrededor. Al menos ya podía ver, tal mal como siempre, pero era mejor que nada.
-¿Eara, cual es el plan ahora? Veo que hay movimiento pero no se si se ha dicho algo- pregunto a la pelirrosa que era la que estaba mas cerca suya, para luego informar que no volvía a escuchar nada y que si quieran decirle lo que sea, lo único que se le ocurría era que le escribieran la respuesta en la mano con el dedo. No conocía otro método.
Intento incorporase o al menos sentarse pero su pobre cuerpo solo suplicaba estarse quietecito y sin moverse mucho, por lo que solo consiguió sentarse, sin saber como colocar los brazos para que aquellas alas no molestasen.
-Empiezo a odiaros ¿como demonios os plegáis? -murmuro mirando con el ceño fruncido el pellejo colgante de sus brazos, que no sabia como extender ni plegar, por lo que estaba en una posición extraña en incomodar formando una especie de circulo con los brazos, sobre su regazo y con los codos alejando del cuerpo, la única posición donde no sentía tensión- Voy a necesitar ayuda para levantarme, Eara -suspiro cansada. Si incluso sentarse había sido dificultoso, ya no se imaginaba levantarse y andar, ademas tenia que su equilibrio fuese una autentica mierda sin su audición, por mucho que Saren hubiese mencionado algo contradiciendo aquello. Lo que le faltaba ya, con lo adolorido que tenia el cuerpo, era caerse al suelo y abrirse la cabeza.
La londinense sonrió, ruborizándose ligeramente cuando la frivy se acerco a besar su frente, viéndola tan de cerca y tan hermosa al punto del embobamiento dejaba claro el poder que tenía. Y si a ella, medio cegata la dejaba así, no quería imaginarse a los monstruos de la ciudad.
No lo escucho, pues sin Saren, lo único que quedaban era la distorsión auditiva, pero al menos si noto el movimiento alrededor. Al menos ya podía ver, tal mal como siempre, pero era mejor que nada.
-¿Eara, cual es el plan ahora? Veo que hay movimiento pero no se si se ha dicho algo- pregunto a la pelirrosa que era la que estaba mas cerca suya, para luego informar que no volvía a escuchar nada y que si quieran decirle lo que sea, lo único que se le ocurría era que le escribieran la respuesta en la mano con el dedo. No conocía otro método.
Intento incorporase o al menos sentarse pero su pobre cuerpo solo suplicaba estarse quietecito y sin moverse mucho, por lo que solo consiguió sentarse, sin saber como colocar los brazos para que aquellas alas no molestasen.
-Empiezo a odiaros ¿como demonios os plegáis? -murmuro mirando con el ceño fruncido el pellejo colgante de sus brazos, que no sabia como extender ni plegar, por lo que estaba en una posición extraña en incomodar formando una especie de circulo con los brazos, sobre su regazo y con los codos alejando del cuerpo, la única posición donde no sentía tensión- Voy a necesitar ayuda para levantarme, Eara -suspiro cansada. Si incluso sentarse había sido dificultoso, ya no se imaginaba levantarse y andar, ademas tenia que su equilibrio fuese una autentica mierda sin su audición, por mucho que Saren hubiese mencionado algo contradiciendo aquello. Lo que le faltaba ya, con lo adolorido que tenia el cuerpo, era caerse al suelo y abrirse la cabeza.
Invitado, sueñas con un mundo perfecto...
...tu paraíso personal...
...donde lloras tu imperfecta realidad
- Spoiler:
- Rua habla = #9932CC
Rua piensa = #CD5C5C
Dédalo piensa = #FFFAFA
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de lucha
Personajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
11/10/15, 09:58 pm
El carabés permanecía ajeno a cualquier cosa que pasara en el interior del torreón. No era simplemente que sintiera que estaba a universos de distancias de aquello: es que directamente se había olvidado del lugar. Como se había esfumado de su mente todo lo que le rodeaba. Encontrándose de rodillas en medio del patio, mirando hacia la Luna Roja, para él sólo existía lo que veía y sentía. Aquel astro, la tormenta, la lluvia de ascuas y la magia que corría por sus venas como si fuera fuego.
Deseaba hacer algo. Cada rincón de su ser lo deseaba. "Somos dadores de vida, creadores de milagros. Estos son mis niños. Yo misma los fabriqué, hasta la última patita. Les di mi aliento para dotarles de vida, de mente. No son autómatas, son criaturas vivas, como tú y como yo... Y tú pronto podrás hacer lo mismo". Las palabras de dama Puntada resonaron en su mente. Hazlo, le decía la Luna Roja. Hazlo, le decía la magia que corría por su interior, emborrachándolo de puro poder. Hazlo, se dijo Hal a sí mismo. Descubrió que no quería hacerlo pronto: ansiaba hacerlo en ese preciso momento. No iba a esperar ni un segundo más.
Se quitó la bufanda con una velocidad casi ansiosa. La sujetó con sus manos, con mimos, alzándola. Al dirigir sus ojos hacia ella vio detrás la luz del astro que le habia regalado esa increíble habilidad, desconocida en su mundo. Se quedó mirando aquella prenda con fijeza, con la boca entreabierta y unos ojos que eran el reflejo mismo de la concentración.
«¿Qué hago?» se preguntaba el nuevo demiurgo. Desconocía por completo cómo era el proceso de dotar de vida a las criaturas. Intentó concentrarse, racionalizarlo, imaginarlo. Recordando las palabras de dama Puntada se la acercó a la boca y sopló. Como era natural, no obró ningún efecto.
El carabés se sintió tan inútil y ridículo que por poco volvió a estallar en lágrimas. Tenía esa habilidad, y no sólo porque se lo hubieran dicho. Podía dar vida porque sabía que podía, porque lo sentía dentro de sí. Y, sin embargo, parecía ser incapaz de hacerlo. Hal lloró de pura frustración. ¿Qué hacía mal?
Volvió a prestar atención al hervor que sentía en la sangre, a la Luna Roja que corría por su interior. Y entonces lo entendió. Contra todo lo que gritaba su educación se olvidó, durante un instante, de reglas, normas y derivados. Guiándose por puro instinto dejó que la magia y la vida corriera de su ser a la bufanda.
Hal nunca fue capaz de describir lo que pasó a continuación. Un mordisco en las entrañas, una agonía inesperada, un mundo covnertido en dolor y gritos. Lo siguiente que el carabés supo era que gritaba en el suelo, retorciéndose por un dolor que no sabía de dónde había salido y del que nadie le había advertido. Y entonces, en su campo de visión, entro un trozo de tela marrón. Se movía, y de forma independiente, sin que nadie guiase sus movimientos. Tocó la cara del carabés, y de algún modo, por muy absurdo que sonase, a Hal le pareció que lo hacía con cariño.
El carabés se echó a reír y a llorar. Si absurdo era que una bufanda expresase sentimientos un sinsentido mucho mayor era que aquella prenda tuviera vida propia e independiente. Y allí estaba, para demostrarle que el universo era menos lógico de lo que parecía. Todavía con la sobmra de un dolor recorriéndole las entrañas le acercó la mano a la bufanda. Esta, cual serpiente, comenzó a subir por allí y por el brazo, rumbo al cuello de su creador.
Deseaba hacer algo. Cada rincón de su ser lo deseaba. "Somos dadores de vida, creadores de milagros. Estos son mis niños. Yo misma los fabriqué, hasta la última patita. Les di mi aliento para dotarles de vida, de mente. No son autómatas, son criaturas vivas, como tú y como yo... Y tú pronto podrás hacer lo mismo". Las palabras de dama Puntada resonaron en su mente. Hazlo, le decía la Luna Roja. Hazlo, le decía la magia que corría por su interior, emborrachándolo de puro poder. Hazlo, se dijo Hal a sí mismo. Descubrió que no quería hacerlo pronto: ansiaba hacerlo en ese preciso momento. No iba a esperar ni un segundo más.
Se quitó la bufanda con una velocidad casi ansiosa. La sujetó con sus manos, con mimos, alzándola. Al dirigir sus ojos hacia ella vio detrás la luz del astro que le habia regalado esa increíble habilidad, desconocida en su mundo. Se quedó mirando aquella prenda con fijeza, con la boca entreabierta y unos ojos que eran el reflejo mismo de la concentración.
«¿Qué hago?» se preguntaba el nuevo demiurgo. Desconocía por completo cómo era el proceso de dotar de vida a las criaturas. Intentó concentrarse, racionalizarlo, imaginarlo. Recordando las palabras de dama Puntada se la acercó a la boca y sopló. Como era natural, no obró ningún efecto.
El carabés se sintió tan inútil y ridículo que por poco volvió a estallar en lágrimas. Tenía esa habilidad, y no sólo porque se lo hubieran dicho. Podía dar vida porque sabía que podía, porque lo sentía dentro de sí. Y, sin embargo, parecía ser incapaz de hacerlo. Hal lloró de pura frustración. ¿Qué hacía mal?
Volvió a prestar atención al hervor que sentía en la sangre, a la Luna Roja que corría por su interior. Y entonces lo entendió. Contra todo lo que gritaba su educación se olvidó, durante un instante, de reglas, normas y derivados. Guiándose por puro instinto dejó que la magia y la vida corriera de su ser a la bufanda.
Hal nunca fue capaz de describir lo que pasó a continuación. Un mordisco en las entrañas, una agonía inesperada, un mundo covnertido en dolor y gritos. Lo siguiente que el carabés supo era que gritaba en el suelo, retorciéndose por un dolor que no sabía de dónde había salido y del que nadie le había advertido. Y entonces, en su campo de visión, entro un trozo de tela marrón. Se movía, y de forma independiente, sin que nadie guiase sus movimientos. Tocó la cara del carabés, y de algún modo, por muy absurdo que sonase, a Hal le pareció que lo hacía con cariño.
El carabés se echó a reír y a llorar. Si absurdo era que una bufanda expresase sentimientos un sinsentido mucho mayor era que aquella prenda tuviera vida propia e independiente. Y allí estaba, para demostrarle que el universo era menos lógico de lo que parecía. Todavía con la sobmra de un dolor recorriéndole las entrañas le acercó la mano a la bufanda. Esta, cual serpiente, comenzó a subir por allí y por el brazo, rumbo al cuello de su creador.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
12/10/15, 09:19 pm
En cierto modo fue un alivio que la tranquilidad regresase al torreón, aunque fuese de forma momentánea y en aquel ambiente enrarecido por todo lo que acababa de suceder. Eara también agradeció todo a Saren antes de que se marchase, y volvió con Ergot, aún más preocupada si cabía.
Ayne tonó asiento contra una pared y allí esperó, escuchando el clima cambiante de la ciudad, sintiendo de vez en cuando ligeros temblores reverberando en la piedra. Aunque la lógica le pedía lo contrario, una buena parte de él quería salir a la calle, contemplar una noche como no había visto nunca antes, bañada por la luz de una luna insólita. Echaba de menos la noche, y quería ver mejor la Luna que había cambiado tanto en tan poco tiempo. Primero volvió a su cabeza la imagen de Arik destripado, después el monstruo desquiciado en que se convirtió Lemus. Por último, recordó en la sensación que se había producido cuando estuvo cerca de Kirés. Ansiaba tanto repetirla como le horrorizaba que sucediese. Tenía la impresión de que había sido como asomarse a algo que podía ser mucho mejor, una demostración tan breve como un soplido. Estaba empezando a sudar en frío.
Eara se quedó sola con Samika y Ergot en los sofás mientras Kirés y Twix se marcharon con los restos de Arik. De repente el torreón parecía demasiado silencioso. Eran demasiado pocos. La chica tenía un nudo en la garganta que parecía imposible de deshacer, pero aun así trató de hablar para calmar a Ergot y acariciaba la espalda de Samika para demostrarle su apoyo. La sinhadre se sentía mal por no poder hacer lo mismo por su edeel, pero no sabía qué hacer.
Cuando siguió el acondicionamiento de la planta con habitaciones para pasar la noche, Eara trató de explicarle a la humana lo que estaban haciendo, recurriendo a usar tizón de la cocina para escribir cuando comprobaron que era imposible de otro modo. Tuvo que pedirle a Ergot de nuevo que esperase mientras ayudaba a Samika a trasladarse, y fue mientras subían al piso superior cuando se escuchó el grito de Hal.
Quien lo oyó, y al mirar alrededor se vio en una planta vacía, fue Ayne, que se levantó y se asomó al patio, preocupado por lo que pudiera encontrarse. Sin embargo, aunque Hal estaba en el suelo, ahora sonreía como si nada hubiese pasado y su bufanda reptaba sobre él con vida propia. El sinhadre se apoyó en el marco de la puerta y resopló. El chico parecía haberse convertido en humor cambiante, y por si fuera poco ni siquiera tenía que lamentar en lo que se había transformado. Desde una ventana superior se escuchó la voz de Eara.
—¿Va todo bien? —Seguía preocupada, aunque podía ver que el carabés estaba bien.
—Eso parece —respondió el edeel con tono agrio, antes de volver a entrar al torreón. Ni siquiera se molestó en preguntarle al chico por qué se quedaba allí afuera.
Eara, una vez apoyó a Samika en un colchón de los que habían juntado, volvió a por Ergot, al que había preparado un nido de sábanas como a él le gustaban. De paso llamó Hal y Ayne. No sabía cómo reaccionaría este último.
—Vamos a juntarnos todos arriba, ¿subís? —dijo desde donde ambos pudieran escucharla. Al mirar de reojo a Ayne vio que no pensaba contestar. «Mejor empiezo por Hal y después hablo con él».
Ayne tonó asiento contra una pared y allí esperó, escuchando el clima cambiante de la ciudad, sintiendo de vez en cuando ligeros temblores reverberando en la piedra. Aunque la lógica le pedía lo contrario, una buena parte de él quería salir a la calle, contemplar una noche como no había visto nunca antes, bañada por la luz de una luna insólita. Echaba de menos la noche, y quería ver mejor la Luna que había cambiado tanto en tan poco tiempo. Primero volvió a su cabeza la imagen de Arik destripado, después el monstruo desquiciado en que se convirtió Lemus. Por último, recordó en la sensación que se había producido cuando estuvo cerca de Kirés. Ansiaba tanto repetirla como le horrorizaba que sucediese. Tenía la impresión de que había sido como asomarse a algo que podía ser mucho mejor, una demostración tan breve como un soplido. Estaba empezando a sudar en frío.
Eara se quedó sola con Samika y Ergot en los sofás mientras Kirés y Twix se marcharon con los restos de Arik. De repente el torreón parecía demasiado silencioso. Eran demasiado pocos. La chica tenía un nudo en la garganta que parecía imposible de deshacer, pero aun así trató de hablar para calmar a Ergot y acariciaba la espalda de Samika para demostrarle su apoyo. La sinhadre se sentía mal por no poder hacer lo mismo por su edeel, pero no sabía qué hacer.
Cuando siguió el acondicionamiento de la planta con habitaciones para pasar la noche, Eara trató de explicarle a la humana lo que estaban haciendo, recurriendo a usar tizón de la cocina para escribir cuando comprobaron que era imposible de otro modo. Tuvo que pedirle a Ergot de nuevo que esperase mientras ayudaba a Samika a trasladarse, y fue mientras subían al piso superior cuando se escuchó el grito de Hal.
Quien lo oyó, y al mirar alrededor se vio en una planta vacía, fue Ayne, que se levantó y se asomó al patio, preocupado por lo que pudiera encontrarse. Sin embargo, aunque Hal estaba en el suelo, ahora sonreía como si nada hubiese pasado y su bufanda reptaba sobre él con vida propia. El sinhadre se apoyó en el marco de la puerta y resopló. El chico parecía haberse convertido en humor cambiante, y por si fuera poco ni siquiera tenía que lamentar en lo que se había transformado. Desde una ventana superior se escuchó la voz de Eara.
—¿Va todo bien? —Seguía preocupada, aunque podía ver que el carabés estaba bien.
—Eso parece —respondió el edeel con tono agrio, antes de volver a entrar al torreón. Ni siquiera se molestó en preguntarle al chico por qué se quedaba allí afuera.
Eara, una vez apoyó a Samika en un colchón de los que habían juntado, volvió a por Ergot, al que había preparado un nido de sábanas como a él le gustaban. De paso llamó Hal y Ayne. No sabía cómo reaccionaría este último.
—Vamos a juntarnos todos arriba, ¿subís? —dijo desde donde ambos pudieran escucharla. Al mirar de reojo a Ayne vio que no pensaba contestar. «Mejor empiezo por Hal y después hablo con él».
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de luchaPersonajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
13/10/15, 02:45 pm
Hal se sentía febril, extasiado. Deseaba salir, volar, dar vida, visitar toda Rocavarancolia, volver a la biblioteca. Ahora que todo había caído en su sitio se sentía mucho más capaz de obtener la información que necesitaba. Pero a pesar de las ganas que tenía de dejarse llevar seguía siendo tan racional como siempre.
—Como nunca —el grito con el que respondió a Eara estaba lleno de júbilo. El carabés se sentía pletórico, y no hacía falta ser de Idris para darse cuenta.
Se levantó de forma vacilante, acariciando con suavidad su bufanda. Esta no se había reliado alrededor de su cuello, sino que estaba posada indolentemente sobre los hombros. Uno de los extremos, algo más deshilado, caía sin moverse. El otro estaba alzado y se agitaba con docilidad al ritmo de las caricias del demiurgo.
Giró la cabeza hacia Eara cuando dijo que se reunirían arriba. Los recuerdos de la noche volvieron a caer sobre él: los gritos de sus compañeros, los ojos de Ayne, Arik. Al carabés volvió a invadirle la culpa como un torrente violento. Con la cara compungida volvió hacia el torreón, sintiéndose miserable por haber olvidado el sufrimiento de sus amigos.
—Como nunca —el grito con el que respondió a Eara estaba lleno de júbilo. El carabés se sentía pletórico, y no hacía falta ser de Idris para darse cuenta.
Se levantó de forma vacilante, acariciando con suavidad su bufanda. Esta no se había reliado alrededor de su cuello, sino que estaba posada indolentemente sobre los hombros. Uno de los extremos, algo más deshilado, caía sin moverse. El otro estaba alzado y se agitaba con docilidad al ritmo de las caricias del demiurgo.
Giró la cabeza hacia Eara cuando dijo que se reunirían arriba. Los recuerdos de la noche volvieron a caer sobre él: los gritos de sus compañeros, los ojos de Ayne, Arik. Al carabés volvió a invadirle la culpa como un torrente violento. Con la cara compungida volvió hacia el torreón, sintiéndose miserable por haber olvidado el sufrimiento de sus amigos.
- Merodeador
Ficha de cosechado
Nombre: Nadzieja Sikorski.
Especie: Humana.
Habilidades: Resistencia, oído musical e imaginación.Personajes :- ● Ergot: -Véspido Soldado Repobladoril-
● Nadzieja: -Escoria Cosechada HomoSapiens-
Status : Las dudas son como los muertos, siempre acaban saliendo a flote.
Humor : Epístola de San Pablo a los adefesios: "Sois feos de cojones."
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
13/10/15, 08:24 pm
Tras su exaltación Ergot se mantuvo callado por varias razones. Por un lado no tenía mucho que decir. Por otro no podía hacer mucho. Por un tercer lado parecía que lo más sensato por el momento era observar y escuchar (dos cosas que Samika no podía hacer y que Ergot se prometio que remediaría haciéndole un resumen algún día…). Y por un último lado de este cuadrado de razones: su transformación le estaba perturbando. Es cierto que gracias a Dama Puntada no le dolía nada pero era muy molesto y la sensación de ajenidad no remetia a pesar de que era capaz de manejar todos estos nuevos apéndices de su cuerpo, de forma incorrecta claro está, si le “pedía” a una antena que se moviese esta lo hacía pero no exactamente como él quería. Ergot admiraba sinceramente la paciencia de Eara, pues había estado a punto de meterle una antena en el ojo un par de veces y no se había quejado.
Mientras el repoblador se concentraba en intentar comprender que era ese extraño bulbo que le estaba saliendo del trasero pudo observar y escuchar en un sitio privilegiado, digno de un palco presidencial, el ajetreo de sus compañeros. Es cierto que al principio no le hizo mucha gracia que Eara le dejara un par de veces en el sofá para ocuparse de los demás pero se consoló acariciándose el collar que tiempo atrás habían hecho Samika y Twixy’s. Sobre el problema con el cabello de la frivy, bueno, Ergot estaba convencido de que ella estaría bien y como no parecía preocupada él tampoco lo estaba, confiaba en su criterio. La salida de los extraños visitantes le alegro, era cierto lo que decía la frivy estaban cansados y lejos de estar recompuestos, aun así hizo el esfuerzo de despedirse con un gesto de mano amistoso. Pero lo que le alegro de verdad, “Gracias Kires y Twixy’s”, fue de no tener que ocuparse del cuerpo de Arik, nunca había tenido mucha relación con él pero se le haría raro no volver a verlo. Finalmente tampoco ayudó a colocar las camas para dormir todos juntos, en estos momentos el repoblador era bastante inútil.
Ergot dejó que Eara se llevase a Samika al piso de arriba mientras él sentía que el bulto se “terminaba de hacer/crecer”, el extraño abdomen estaba impidiéndole sentarse de una forma cómoda sobre el sofá donde esperaba a la sinhadre. Lo que no esperaba fue el grito de Hal que le pilló desprevenido pero que no le extraño, llevaban una noche tan rara que los gritos no desentonaban en el ambiente. Fue Ayne quien salió a ver que le había pasado y pronto la voz preocupada de Eara se escucho junto a las contestaciones de ambos chicos, Hal parecía estar bien aunque un poco ido. Esto último se lo comento a Eara en cuanto vino a por él y le saco del tormento de buscar una posición para sentarse.
-¿Sabes Eara? Creo que nos vamos a volver todos locos aquí…- Cuando Eara preguntó a Hal y a Ayne si pensaban subir también, Ergot no pudo apartar la vista del sinhadre y pensar que algunas personas no deberían de haber cambiado. Por suerte Hal si entro en el torreón.
-Vamos arriba, si lo dejamos aquí seguro que viene para no quedarse solo. Es un buen plan.- Intento sonreírle a la sinhadre.
Mientras el repoblador se concentraba en intentar comprender que era ese extraño bulbo que le estaba saliendo del trasero pudo observar y escuchar en un sitio privilegiado, digno de un palco presidencial, el ajetreo de sus compañeros. Es cierto que al principio no le hizo mucha gracia que Eara le dejara un par de veces en el sofá para ocuparse de los demás pero se consoló acariciándose el collar que tiempo atrás habían hecho Samika y Twixy’s. Sobre el problema con el cabello de la frivy, bueno, Ergot estaba convencido de que ella estaría bien y como no parecía preocupada él tampoco lo estaba, confiaba en su criterio. La salida de los extraños visitantes le alegro, era cierto lo que decía la frivy estaban cansados y lejos de estar recompuestos, aun así hizo el esfuerzo de despedirse con un gesto de mano amistoso. Pero lo que le alegro de verdad, “Gracias Kires y Twixy’s”, fue de no tener que ocuparse del cuerpo de Arik, nunca había tenido mucha relación con él pero se le haría raro no volver a verlo. Finalmente tampoco ayudó a colocar las camas para dormir todos juntos, en estos momentos el repoblador era bastante inútil.
Ergot dejó que Eara se llevase a Samika al piso de arriba mientras él sentía que el bulto se “terminaba de hacer/crecer”, el extraño abdomen estaba impidiéndole sentarse de una forma cómoda sobre el sofá donde esperaba a la sinhadre. Lo que no esperaba fue el grito de Hal que le pilló desprevenido pero que no le extraño, llevaban una noche tan rara que los gritos no desentonaban en el ambiente. Fue Ayne quien salió a ver que le había pasado y pronto la voz preocupada de Eara se escucho junto a las contestaciones de ambos chicos, Hal parecía estar bien aunque un poco ido. Esto último se lo comento a Eara en cuanto vino a por él y le saco del tormento de buscar una posición para sentarse.
-¿Sabes Eara? Creo que nos vamos a volver todos locos aquí…- Cuando Eara preguntó a Hal y a Ayne si pensaban subir también, Ergot no pudo apartar la vista del sinhadre y pensar que algunas personas no deberían de haber cambiado. Por suerte Hal si entro en el torreón.
-Vamos arriba, si lo dejamos aquí seguro que viene para no quedarse solo. Es un buen plan.- Intento sonreírle a la sinhadre.
"Mientras no tengan conciencia de su fuerza no se rebelarán, y hasta después de haberse rebelado no serán conscientes. Éste es el problema." G.O.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
14/10/15, 11:48 am
Se atrincheraron en uno de los dormitorios. Era una noche de locos, muchos lo estaban pasando mal, así que lo mejor era permanecer juntos, y así de paso discutir lo que iban a hacer. Todo había terminado. De alguna forma habían cumplido lo que fuera que tenían que cumplir, y de pronto la ciudad les aceptaba. O al menos eso parecía.
Twix subió con la cesta de comida en una mano y una jarra grande de agua en la otra. Tras ella levitaban tazas para todos, como pollitos que siguen a su madre. Una vez en el dormitorio atrancaron la puerta. Dejó la cesta y la jarra a un lado y fue a abrir la ventana, llenando el cuarto con olor a lluvia y humedad. La frivy aspiró, llenandose los pulmones de Luna Roja.
-El chico de antes ha superdicho que mañana tendremos que dejar el torreón.- dijo de pronto, sin apartar la vista del exterior.- Yo no... hiperquiero que nos separemos.
Se sentó en el colchón bajo la ventana abrazándose las rodillas.
-¿Creeis que nos dejarán volver? Podríais supervivir conmigo en Frivo, os compraría un edificio de apartamentos para vosotros.- se echó a reir.
Twix subió con la cesta de comida en una mano y una jarra grande de agua en la otra. Tras ella levitaban tazas para todos, como pollitos que siguen a su madre. Una vez en el dormitorio atrancaron la puerta. Dejó la cesta y la jarra a un lado y fue a abrir la ventana, llenando el cuarto con olor a lluvia y humedad. La frivy aspiró, llenandose los pulmones de Luna Roja.
-El chico de antes ha superdicho que mañana tendremos que dejar el torreón.- dijo de pronto, sin apartar la vista del exterior.- Yo no... hiperquiero que nos separemos.
Se sentó en el colchón bajo la ventana abrazándose las rodillas.
-¿Creeis que nos dejarán volver? Podríais supervivir conmigo en Frivo, os compraría un edificio de apartamentos para vosotros.- se echó a reir.
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astucia
Personajes :- DL/Dédalo: Cambiante, foner
- Dhelian/Evelhan Kaw: Brugho, daeliciano
- Samika: Evaki, humana
- Pelusa (Pam): Spriggan, Mona del queso.
- Rua: Unicornio Humana, Sueca. 1,76 sin plataformas.
Armas :- DL/Dédalo: Espada, magia y sus cambios
- Dhelian/Evelhan Kaw: Magia y estirges
- Samika: Puñetazos y patadas
- Pelusa (Pam): Cuchillo pelapapas y una honda con piedras
- DL/Dédalo: Cambiante, foner
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
14/10/15, 11:12 pm
-Gracias Eara- murmuro la londinenses levantándose con dificultad, pues aunque sus piernas no habían sufrido cambios en general, le dolía cada misera musculo del cuerpo, incluso aquello que ni siquiera sabia que tenía.
EL pensamiento de que se marearía nada mas levantarse por la distorsión auditiva fue solo eso, un pensamiento. Aparte del dolor y la molestia de no escuchar correctamente, estaba bastante estable, sin pizca de mareo alguno. Por fin algo bueno.
El trayecto hasta el cuarto donde se reuniría fue un martirio aun con ayuda de Eara, jamas odio tanto las escaleras. La piel colgante de sus brazos le molestaba, no sabiendo que hacer con ellas. La sinhadre le ayudo a acomodarse en uno de los colchones dispuestos en el suelo y Samika se entretuvo en intentar averiguar que hacer con aquellos pellejos que tenia por alas, pues ni siquiera podía mover el brazo con libertad sin darse un tirón en la espalda.
Cuando al fin estuvieron reunidos supo que la conversación iniciaría así que agradeció a Eara, que había desaparecido unos minutos antes y acababa de volver, que le fuera transmitiendo por escrito lo que se decía.
-Podemos seguir juntos aunque tengamos que salir de aquí. No creo que vayan a a separarnos forzadamente sino queremos, bastante tuvimos ya- respondió Samika, suspirando cansada. Le fastidiaba que jalaran de ellos de un lado para a otro como si de ganado se tratasen. Sonrió un poco ante lo siguiente que le escribió Eara, sintiendo un poco de lastima de si misma. No podía volver así a ningún lado- Si nos dejaran, Eara, Hal y tu podríais vivir allí sin problemas, un poco de maquillaje y listo, a comeros frivo -añadió refiriéndose a los colores de piel tan diferentes entre si- Pero para los demás...-dudo, agotada subiendo las piernas sin poder abrazarlas como quería sin sufrir tirones- No hay maquillaje lo suficientemente bueno que nos esconda al resto. Aunque tal vez haya magia que si lo haga, a saber.- esperaba que la hubiera, aunque tuviera que pedirle a alguno de sus amigos hacerla, porque no sabia si la luna le había entregado magia, Saren no especifico tanto. Quería volver a ver su familia y no deseaba que la vieran así, convertida en un pokemon.
EL pensamiento de que se marearía nada mas levantarse por la distorsión auditiva fue solo eso, un pensamiento. Aparte del dolor y la molestia de no escuchar correctamente, estaba bastante estable, sin pizca de mareo alguno. Por fin algo bueno.
El trayecto hasta el cuarto donde se reuniría fue un martirio aun con ayuda de Eara, jamas odio tanto las escaleras. La piel colgante de sus brazos le molestaba, no sabiendo que hacer con ellas. La sinhadre le ayudo a acomodarse en uno de los colchones dispuestos en el suelo y Samika se entretuvo en intentar averiguar que hacer con aquellos pellejos que tenia por alas, pues ni siquiera podía mover el brazo con libertad sin darse un tirón en la espalda.
Cuando al fin estuvieron reunidos supo que la conversación iniciaría así que agradeció a Eara, que había desaparecido unos minutos antes y acababa de volver, que le fuera transmitiendo por escrito lo que se decía.
-Podemos seguir juntos aunque tengamos que salir de aquí. No creo que vayan a a separarnos forzadamente sino queremos, bastante tuvimos ya- respondió Samika, suspirando cansada. Le fastidiaba que jalaran de ellos de un lado para a otro como si de ganado se tratasen. Sonrió un poco ante lo siguiente que le escribió Eara, sintiendo un poco de lastima de si misma. No podía volver así a ningún lado- Si nos dejaran, Eara, Hal y tu podríais vivir allí sin problemas, un poco de maquillaje y listo, a comeros frivo -añadió refiriéndose a los colores de piel tan diferentes entre si- Pero para los demás...-dudo, agotada subiendo las piernas sin poder abrazarlas como quería sin sufrir tirones- No hay maquillaje lo suficientemente bueno que nos esconda al resto. Aunque tal vez haya magia que si lo haga, a saber.- esperaba que la hubiera, aunque tuviera que pedirle a alguno de sus amigos hacerla, porque no sabia si la luna le había entregado magia, Saren no especifico tanto. Quería volver a ver su familia y no deseaba que la vieran así, convertida en un pokemon.
Invitado, sueñas con un mundo perfecto...
...tu paraíso personal...
...donde lloras tu imperfecta realidad
- Spoiler:
- Rua habla = #9932CC
Rua piensa = #CD5C5C
Dédalo piensa = #FFFAFA
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
14/10/15, 11:58 pm
Eara negó con la cabeza en silencio a modo de respuesta para Ergot. Sin embargo, subió detrás de Hal por las escaleras. Abajo quedaba Twix haciendo algo en la cocina. La sinhadre dejó a Ergot en el nido de sábanas y buscó su propia manta para envolverse. Era una noche fría y desagradable. Eara no veía nada bueno en aquella luna aparte de que fuese hermosa. Todavía no era consciente de que se debía a que nada había cambiado para ella. Dejó el tizón que había recogido en el suelo para que cualquiera pudiese comunicarse con Samika y, cuando regresó Twix, habló para todos.
—Voy a bajar un momento… quiero intentar convencerlo para que suba.
Se dirigió a la planta inferior, aún envuelta en la manta, y se acercó a Ayne, que ahora estaba en el sofá. Se cuidó de mantener la distancia que antes le había marcado. Él la miró. Era difícil leer su expresión ahora, pero parecía agotado. Eara se preguntaba cómo era posible que su edeel todavía no hubiese explotado. Lo más probable era que estuviese al límite.
—No voy a subir. No sin entender nada de esto —dijo. Pensaba que ya lo había dejado claro, y no entendía cómo Eara podía seguir insistiendo. Dudaba que sus compañeros le quisiesen cerca siquiera. Kirés en especial, probablemente.
—Pero no deberíamos separarnos precisamente esta noche. Todo es… muy…
—No me voy a mover del torreón, Eara. Voy a estar aquí mismo.
Se hizo el silencio. Ahí estaba su pataleta. La diferencia residía en que había tomado una forma diferente a la habitual, porque tampoco había vivido nunca antes algo tan surrealista. Eara lo miró con preocupación.
—Entiendo cómo te sientes, pero…
—¿Sí? ¿Cómo? —saltó, interrumpiéndola. No alzó la voz, pero su tono era tajante—. De los dos, eres la única que puede volver a Sinhdro. ¿Cómo puedo presentarme así en casa? ¿Cómo…? Había tanto que quería contarles. Enseñarle tus trucos de magia a Baen, y a Hela también le encantarían, los de curación sobre todo… Quería conocer a quien sea aurva de mi hermano. Quería… No lo sé. Muchísimas cosas. Pero un monstruo grotesco come almas no es lo que esperan ver volver.
Eara necesitó unos instantes para buscar una respuesta. Le dolió escuchar aquello, pero había oído muchas veces de su propio edeel que no quería dar lástima a nadie viniese lo que viniese con la Luna.
—¿No decías que estabas preparado para todo lo que pudiera pasar? —preguntó con un hilo de voz. Ella no era capaz de ser tajante.
Ayne resopló.
—¿Cómo quieres que esté? No atraigo miradas, más bien las repelo, no doy vida a bufandas, ni me ha salido un puñado de apéndices raros pero inocentes, ni… sigo como estaba. Pierdo pedazos, soy horrible, y robo lo más importante que tiene una persona y encima lo disfruto. ¿Quién da más?
Estaba siendo injusto con sus compañeros, pero Eara entendía que en aquel momento solo era capaz de dejarse llevar por la envidia. No hacía falta mencionar a Lemus o Arik, porque sabía que no se había olvidado de ellos. La revelación final, sin embargo, la cogió por sorpresa, pero hizo que pudiese entender mejor por lo que estaba pasando. Tragó saliva.
—No es ni de lejos tan malo como piensas. No eres grotesco. Y Kirés se encuentra bien. —Trató de imprimir todo el aplomo posible afirmando aquello, o sería igual que no haber dicho nada.
—Eara, no me hace falta mirarme en un espejo para saber que estás mintiendo —respondió irritado. Deseaba oír aquello, pero sencillamente no era cierto.
—¿Es mejor lamentarse, entonces?
—No. Ya lo sé. Maldita sea, solo estoy pidiendo un poco de tiempo para estar solo. Y que nadie se me acerque porque no sé qué luces pasa conmigo. ¿Es tan egoísta eso? —«¿Acaso querrías quedarte aquí a hacerme compañía? No, pues claro que no».
—Lo han sido otras cosas —respondió con franqueza, pero sin reproche. Aquella noche incluso ella se podía permitir decir lo que pensaba—. Pero no, lo que me preocupaba era si estarías bien. Ninguno ha dicho que no debas subir. Pero si es lo que quieres, quédate. Si cambias de opinión, ven, y si necesitas algo, aunque solo sea hablar, llámame.
Su voz se había ido apagando tanto que casi no se escuchaba por encima del aullido del viento. Él asintió en silencio, dando por zanjada la discusión, y a Eara empezó a remorderle la conciencia por no haber conseguido hacer sentir mejor a su edeel. Incluso se sentía culpable por no haber cambiado ni una pizca.
Según rodeaba el salón para dirigirse a las escaleras, dejó que la manta se deslizase por sus hombros y la recogió antes de que tocase el suelo. Se acercó a Ayne por su espalda y la dejó caer sobre su regazo. Allá abajo no había nada con que taparse para pasar la noche, y podían ser muy largas si uno las pasaba tiritando. Notó que no pasaba nada en especial por acercarse a su edeel, y alargó una mano para apartarle un mechón de pelo de la cara. Quería averiguar si su tacto era frío o cálido, si su carne era tan blanda como transparente, pero también demostrarle que no la repelía por su nuevo aspecto.
Cuando él se giró, extrañado, ella se retiró hacia las escaleras, temiendo una mala respuesta por haberse acercado a pesar de lo que él había pedido. Volvió directa a la habitación, y se sintió vacía cuando cerraron la puerta. Faltando tres personas, el grupo era diminuto, y habían sido doce cuando llegaron al torreón. No quería ni pensar en números. Prefirió mantener su mente ocupada transmitiéndole lo más importante a Samika. No se sentía capaz de participar en la conversación.
Abajo, Ayne se envolvió en la manta y subió los pies al sofá. Se quedó mirando los huesos de estos mientras movía los dedos, y luego los ocultó bajo la manta, en la que también hundió la cara. Nada iba a volver a ser igual nunca más.
—Voy a bajar un momento… quiero intentar convencerlo para que suba.
Se dirigió a la planta inferior, aún envuelta en la manta, y se acercó a Ayne, que ahora estaba en el sofá. Se cuidó de mantener la distancia que antes le había marcado. Él la miró. Era difícil leer su expresión ahora, pero parecía agotado. Eara se preguntaba cómo era posible que su edeel todavía no hubiese explotado. Lo más probable era que estuviese al límite.
—No voy a subir. No sin entender nada de esto —dijo. Pensaba que ya lo había dejado claro, y no entendía cómo Eara podía seguir insistiendo. Dudaba que sus compañeros le quisiesen cerca siquiera. Kirés en especial, probablemente.
—Pero no deberíamos separarnos precisamente esta noche. Todo es… muy…
—No me voy a mover del torreón, Eara. Voy a estar aquí mismo.
Se hizo el silencio. Ahí estaba su pataleta. La diferencia residía en que había tomado una forma diferente a la habitual, porque tampoco había vivido nunca antes algo tan surrealista. Eara lo miró con preocupación.
—Entiendo cómo te sientes, pero…
—¿Sí? ¿Cómo? —saltó, interrumpiéndola. No alzó la voz, pero su tono era tajante—. De los dos, eres la única que puede volver a Sinhdro. ¿Cómo puedo presentarme así en casa? ¿Cómo…? Había tanto que quería contarles. Enseñarle tus trucos de magia a Baen, y a Hela también le encantarían, los de curación sobre todo… Quería conocer a quien sea aurva de mi hermano. Quería… No lo sé. Muchísimas cosas. Pero un monstruo grotesco come almas no es lo que esperan ver volver.
Eara necesitó unos instantes para buscar una respuesta. Le dolió escuchar aquello, pero había oído muchas veces de su propio edeel que no quería dar lástima a nadie viniese lo que viniese con la Luna.
—¿No decías que estabas preparado para todo lo que pudiera pasar? —preguntó con un hilo de voz. Ella no era capaz de ser tajante.
Ayne resopló.
—¿Cómo quieres que esté? No atraigo miradas, más bien las repelo, no doy vida a bufandas, ni me ha salido un puñado de apéndices raros pero inocentes, ni… sigo como estaba. Pierdo pedazos, soy horrible, y robo lo más importante que tiene una persona y encima lo disfruto. ¿Quién da más?
Estaba siendo injusto con sus compañeros, pero Eara entendía que en aquel momento solo era capaz de dejarse llevar por la envidia. No hacía falta mencionar a Lemus o Arik, porque sabía que no se había olvidado de ellos. La revelación final, sin embargo, la cogió por sorpresa, pero hizo que pudiese entender mejor por lo que estaba pasando. Tragó saliva.
—No es ni de lejos tan malo como piensas. No eres grotesco. Y Kirés se encuentra bien. —Trató de imprimir todo el aplomo posible afirmando aquello, o sería igual que no haber dicho nada.
—Eara, no me hace falta mirarme en un espejo para saber que estás mintiendo —respondió irritado. Deseaba oír aquello, pero sencillamente no era cierto.
—¿Es mejor lamentarse, entonces?
—No. Ya lo sé. Maldita sea, solo estoy pidiendo un poco de tiempo para estar solo. Y que nadie se me acerque porque no sé qué luces pasa conmigo. ¿Es tan egoísta eso? —«¿Acaso querrías quedarte aquí a hacerme compañía? No, pues claro que no».
—Lo han sido otras cosas —respondió con franqueza, pero sin reproche. Aquella noche incluso ella se podía permitir decir lo que pensaba—. Pero no, lo que me preocupaba era si estarías bien. Ninguno ha dicho que no debas subir. Pero si es lo que quieres, quédate. Si cambias de opinión, ven, y si necesitas algo, aunque solo sea hablar, llámame.
Su voz se había ido apagando tanto que casi no se escuchaba por encima del aullido del viento. Él asintió en silencio, dando por zanjada la discusión, y a Eara empezó a remorderle la conciencia por no haber conseguido hacer sentir mejor a su edeel. Incluso se sentía culpable por no haber cambiado ni una pizca.
Según rodeaba el salón para dirigirse a las escaleras, dejó que la manta se deslizase por sus hombros y la recogió antes de que tocase el suelo. Se acercó a Ayne por su espalda y la dejó caer sobre su regazo. Allá abajo no había nada con que taparse para pasar la noche, y podían ser muy largas si uno las pasaba tiritando. Notó que no pasaba nada en especial por acercarse a su edeel, y alargó una mano para apartarle un mechón de pelo de la cara. Quería averiguar si su tacto era frío o cálido, si su carne era tan blanda como transparente, pero también demostrarle que no la repelía por su nuevo aspecto.
Cuando él se giró, extrañado, ella se retiró hacia las escaleras, temiendo una mala respuesta por haberse acercado a pesar de lo que él había pedido. Volvió directa a la habitación, y se sintió vacía cuando cerraron la puerta. Faltando tres personas, el grupo era diminuto, y habían sido doce cuando llegaron al torreón. No quería ni pensar en números. Prefirió mantener su mente ocupada transmitiéndole lo más importante a Samika. No se sentía capaz de participar en la conversación.
Abajo, Ayne se envolvió en la manta y subió los pies al sofá. Se quedó mirando los huesos de estos mientras movía los dedos, y luego los ocultó bajo la manta, en la que también hundió la cara. Nada iba a volver a ser igual nunca más.
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