Torreón Maciel (Archivo VII)
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- Rocavarancolia Rol
Torreón Maciel (Archivo VII)
05/08/13, 03:48 am
Recuerdo del primer mensaje :
Torreón de cuatro plantas de piedra azulada, cuya azotea y última planta fueron destrozadas por una ballena, de la que ya solo queda el esqueleto. Allí anidan las estirges. Se accede por un puende levadizo y un portón. El corredor de la entrada está plagado de pintadas y mensajes y termina en una reja llena de púas. El patio, donde se reparten algunas vértebras del animal del techo, está rodeado de un muro coronado con cristales, y en el centro de éste hay una estatua de gran pájaro negro con el pico serrado en cuya base está apoyado el reloj robado del torreón Margalar.
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- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
01/07/15, 07:48 pm
Para Ayne fue un alivio que el intruso no se fijase en Eara, pero para ella era frustrante no conseguir sacar nada en claro, y por si fuera poco, las cosas iban cada vez peor. Pronto volaron proyectiles y hechizos, augurando un mal final para todo aquello, y la propia aurva se vio envuelta en el intercambio sin pretenderlo. Su cara se quedó congelada en el inicio de una expresión aterrorizada y Ayne se paralizó durante un instante a su vez. Él no tenía ni idea de qué le habían hecho, o siquiera si era temporal, y estaba verdaderamente furioso. Cruzó la habitación en un impulso, en pocas zancadas, para situarse frente a Eara, aprovechando que ahora el intruso estaba en el aire. «Bien, acabas de alejarte de la única ruta de escape» se le vino a la cabeza, con amargura, «aunque, ¿qué importa? Los hechizos son más rápidos que las piernas».
A pesar de que eran más, muchos más, en ningún momento se le pasó por la cabeza al edeel que podrían ser suficientes para echar al intruso del torreón, tal vez por el terror que el monstruo infundía. Tampoco se le ocurrió apelar a la lógica. El monstruo era un monstruo, no importaba si hablaba o no.
—¡Lárgate de una vez, luces! ¡Sal a buscar otro público al que le guste tu dichoso espectáculo! —El enfado de Ayne no solo iba dirigido contra el intruso, sino también con Hal y Kirés, porque no se le había escapado su participación en la ruta del hechizo, aunque no entendiese del todo qué había sucedido. Simplemente aquel no era el momento para encararse a ellos, y en cambio acabó haciéndolo con el monstruo. Al terminar de decir la última palabra se arrepintió tremendamente de haber abierto la boca. Estaba aterrado, después de todo.
A pesar de que eran más, muchos más, en ningún momento se le pasó por la cabeza al edeel que podrían ser suficientes para echar al intruso del torreón, tal vez por el terror que el monstruo infundía. Tampoco se le ocurrió apelar a la lógica. El monstruo era un monstruo, no importaba si hablaba o no.
—¡Lárgate de una vez, luces! ¡Sal a buscar otro público al que le guste tu dichoso espectáculo! —El enfado de Ayne no solo iba dirigido contra el intruso, sino también con Hal y Kirés, porque no se le había escapado su participación en la ruta del hechizo, aunque no entendiese del todo qué había sucedido. Simplemente aquel no era el momento para encararse a ellos, y en cambio acabó haciéndolo con el monstruo. Al terminar de decir la última palabra se arrepintió tremendamente de haber abierto la boca. Estaba aterrado, después de todo.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
02/07/15, 12:09 am
El Duende permaneció en silencio los segundos que subsiguieron a la realización de su hechizo, desde la conjuración del desvío por parte de los dos cosechados hasta la trayectoria que este siguió debido al choque de ambos. Observó a la sinhadre paralizarse por encima de su hombro desde su posición elevada y una vez más se deshizo en carcajadas.
—Mirad lo que habéis conseguido con vuestro afán por sabotear el espectáculo. No era ella quien merecía un correctivo. Era una chica educada, incluso quería negociar —se burló sin ocultar este hecho en su tono jocoso—. Reflexionad sobre lo que le habéis hecho a vuestra compañera.
Por supuesto, no mencionó el hecho de que podía deshacer la parálisis si quisiera.
Mientras hablaba había descendido hasta el suelo, donde deshizo el hechizo de levitación. La humana que le había pedido que se fuera en un principio volvió a hacerlo, y el Jack-o'-lantern volvió a dejar escapar una risotada.
—No sois tan buen público como creía, sois demasiado impacientes.
Como para corroborar sus palabras, el muchacho sinhadre se sumó a las peticiones de que se fuera, aunque de forma más agresiva que su compañera humana. Volvió su cabeza sin rostro hacia él y se acercó lentamente avivando el fuego de su cabeza poco a poco... Hasta simultáneamente sacó dos cuchillos del interior de sus ropas, dio un salto hacia atrás y aumentó la potencia de sus llamas ilusorias mientras aterrizaba sobre un mueble en el centro del torreón.
—¿Qué modales son estos? Os lo voy a advertir una única vez. No volváis a amenazarme y mucho menos a dispararme o el próximo espectáculo será el del lanzador de cuchillos. Requiere de la colaboración del público —su tono se había vuelto cortante y enarbolaba las armas de forma amenazante, sin perder de vista las acciones del pajarraco que le había atacado—. Y ahora...
Su discurso, así como la ilusión del fuego de su cabeza, fueron interrumpidos bruscamente. Lo siguiente que cambió fue el ambiente alrededor del Duende: de pronto ya no les inspiraba aquel temor irracional y tan solo el miedo que pudieran tenerle a su presencia en sí permanecería.
>>Mierda —masculló entre dientes—. Parece que ha habido una cancelación de última hora del espectáculo. Os recordaré como el buen público que fuisteis antes de que se os ocurriera lanzarme un cuchillo y un ballestazo —les dijo con sorna justo antes de bajar al suelo de un salto y empezar a conjurar un nuevo hechizo—. Hasta nunca... O quizás hasta otra —se despidió en tono poco tranquilizador mientras se volvía intangible y atravesaba la pared del torreón.
Los macieleros no llegarían a saberlo, pero el Duende había recibido un aviso telepático en su mente para que abandonase el torreón. Temiendo que lo condenasen por violación de la ley de no intervención debido al uso de su habilidad pasiva para infundir pánico, la había contenido inmediatamente en cuanto que la primera palabra llegó a su mente. Mientras se dirigía hacia el lugar que le habían indicado lo hizo aparentando la más absoluta tranquilidad: en realidad no les había tocado un solo pelo, pero sabía que si querían podían utilizar en su contra cualquier detalle estúpido como el uso de miedo o del hechizo de parálisis. En cualquier caso, no pensaba agachar la cabeza frente a los carcamales del Consejo.
—Mirad lo que habéis conseguido con vuestro afán por sabotear el espectáculo. No era ella quien merecía un correctivo. Era una chica educada, incluso quería negociar —se burló sin ocultar este hecho en su tono jocoso—. Reflexionad sobre lo que le habéis hecho a vuestra compañera.
Por supuesto, no mencionó el hecho de que podía deshacer la parálisis si quisiera.
Mientras hablaba había descendido hasta el suelo, donde deshizo el hechizo de levitación. La humana que le había pedido que se fuera en un principio volvió a hacerlo, y el Jack-o'-lantern volvió a dejar escapar una risotada.
—No sois tan buen público como creía, sois demasiado impacientes.
Como para corroborar sus palabras, el muchacho sinhadre se sumó a las peticiones de que se fuera, aunque de forma más agresiva que su compañera humana. Volvió su cabeza sin rostro hacia él y se acercó lentamente avivando el fuego de su cabeza poco a poco... Hasta simultáneamente sacó dos cuchillos del interior de sus ropas, dio un salto hacia atrás y aumentó la potencia de sus llamas ilusorias mientras aterrizaba sobre un mueble en el centro del torreón.
—¿Qué modales son estos? Os lo voy a advertir una única vez. No volváis a amenazarme y mucho menos a dispararme o el próximo espectáculo será el del lanzador de cuchillos. Requiere de la colaboración del público —su tono se había vuelto cortante y enarbolaba las armas de forma amenazante, sin perder de vista las acciones del pajarraco que le había atacado—. Y ahora...
Su discurso, así como la ilusión del fuego de su cabeza, fueron interrumpidos bruscamente. Lo siguiente que cambió fue el ambiente alrededor del Duende: de pronto ya no les inspiraba aquel temor irracional y tan solo el miedo que pudieran tenerle a su presencia en sí permanecería.
>>Mierda —masculló entre dientes—. Parece que ha habido una cancelación de última hora del espectáculo. Os recordaré como el buen público que fuisteis antes de que se os ocurriera lanzarme un cuchillo y un ballestazo —les dijo con sorna justo antes de bajar al suelo de un salto y empezar a conjurar un nuevo hechizo—. Hasta nunca... O quizás hasta otra —se despidió en tono poco tranquilizador mientras se volvía intangible y atravesaba la pared del torreón.
Los macieleros no llegarían a saberlo, pero el Duende había recibido un aviso telepático en su mente para que abandonase el torreón. Temiendo que lo condenasen por violación de la ley de no intervención debido al uso de su habilidad pasiva para infundir pánico, la había contenido inmediatamente en cuanto que la primera palabra llegó a su mente. Mientras se dirigía hacia el lugar que le habían indicado lo hizo aparentando la más absoluta tranquilidad: en realidad no les había tocado un solo pelo, pero sabía que si querían podían utilizar en su contra cualquier detalle estúpido como el uso de miedo o del hechizo de parálisis. En cualquier caso, no pensaba agachar la cabeza frente a los carcamales del Consejo.
- Poblo
Ficha de cosechado
Nombre: Alyssa
Especie: Humana
Habilidades: Orientación, memoria y reflejos.
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
02/07/15, 01:19 am
Se arrepintió de sus acciones incluso antes de que el proyectil alcanzara a su objetivo. Debido al miedo había pasado a la ofensiva demasiado pronto, sin tener suficiente información como para saber hasta qué punto ponía en peligro tanto al resto como a sí mismos, algo que en el peor de los casos podía costarle la vida a alguien como bien sabía por las propias experiencias de su mundo. Así el Enderth contempló los resultados de su error en primera fila: desde la inutilidad de su propio ataque hasta las posteriores consecuencias por no prestar atención a lo que hacían sus compañeros.
A pesar del miedo, o quizás precisamente gracias a este, no había desviado la atención del intruso en ningún momento. Aquello le permitió ver e identificar el hechizo que estaba conjurando, como la certeza de que iba dirigido hacia él, y con la precisión que le daban días de práctica y su propia obsesión con que no había espacio para los errores respondió con un desvío que sin duda le protegería eficazmente del ataque. Lo que no calculó fue que Hal también había visto y actuado como lo había hecho él, y no fue un solo desvío el que se conjuró en aquel momento sino dos.
El choque de los tres hechizos fue catastrófico, y en lugar de desviarse hacia alguna pared de forma inofensiva lo hizo hacia su compañera sinhadre: Eara. Dos errores, dos fallos consecutivos ahora lo recibían como un jarro de agua fría. “Fracaso, impotencia, derrota” Aquellos sentimientos le golpeaban sin piedad, despertando recuerdos de sus vivencias más terribles durante su vida como cazador. Quizás en circunstancias normales el ave habría sido capaz de mantener sus emociones bajo control aun con estas, pero el miedo irracional fruto de la influencia del intruso se encargó de desestabilizar aquello. Por primera vez desde antes incluso de ser cosechado, Kirés perdió la compostura, retrocedió torpemente hacia atrás y cayó en cuanto sus pies tropezaron. Eso fue todo, ahí simplemente se quedó parado fijo sobre su atacante, sin ideas sin moverse. “Acabado, muerto”
Pero no fue el fin. Algo pasó, algo que hizo retirarse al intruso. Fuera lo que fuera era algo ajeno, algo de fuera. ¿Habría pasado algo que tenía que atender a la fuerza? ¿Un accidente? ¿Y como lo ha sabido? No tenía respuestas a sus preguntas, y de pronto se dio cuenta de que seguía tirado en el suelo. Miró a sus compañeros un segundo con la boca entreabierta, y luego como siendo consciente de lo que le rodeaba una vez más cerró tanto esta como sus ojos un segundo mientras estabilizaba su respiración. Cuando volvió a abrirlos su expresión era la misma de siempre: volvía a ser el Kirés que todos conocían.
Se levantó y se dirigió hacia donde estaba Eara. No corría peligro, pero lo ideal sería moverla a un sofá hasta que se le pasaran los efectos del hechizo. Ayne se unió a la tarea, y mientras lo hacían el Enderth le dirigió una mirada. Su preocupación era exageradamente evidente, lo mejor sería tranquizarlo cuanto antes asegurándole que su aruva no corría peligro, y eso hizo. –Solo está paralizada, debería recuperarse completamente en media hora aproximadamente.
Tras haber acomodado a la Sinhadre Kirés hizo una última cosa. Se plantó delante de todos y tras llevarse el puño derecho al hombro izquierdo inclinó su cabeza y torso en una ligera reverencia. –Pido disculpas por mi comportamiento de hoy. El miedo me hizo ser impulsivo y atacar sin plantearme las consecuencias. Además por la misma razón no presté atención a las acciones del resto, no viendo que Hal había actuado y provocando el accidente de nuestra compañera: Dos errores que hoy han estado a punto de costarnos muy caros –Deshizo la reverencia y miró al grupo tan directamente como era posible. –No volverá a suceder.
Lo decía completamente en serio por supuesto, pero había algo más en su mirada, algo que aquellos que se fijaran probablemente distinguirían: Furia. Kirés era un enderth, y aunque priorizaría su supervivencia y la de los suyos por encima de cualquier emoción o deseo había algo que conservaba de su raza, la raza que había sido la más poderosa de su mundo. quisiera o no: el orgullo. “Esta es la segunda vez que ese ser nos hace esto. Se ha convertido en una amenaza y no parece que podamos huir de ella. Acabar con ella es la mejor decisión” Un razonamiento que seguía las enseñanzas clinger sin romperlas, pero que en realidad era una máscara que sin darse cuenta había creado para ocultarse a sí mismo lo que realmente quería: Venganza.
A pesar del miedo, o quizás precisamente gracias a este, no había desviado la atención del intruso en ningún momento. Aquello le permitió ver e identificar el hechizo que estaba conjurando, como la certeza de que iba dirigido hacia él, y con la precisión que le daban días de práctica y su propia obsesión con que no había espacio para los errores respondió con un desvío que sin duda le protegería eficazmente del ataque. Lo que no calculó fue que Hal también había visto y actuado como lo había hecho él, y no fue un solo desvío el que se conjuró en aquel momento sino dos.
El choque de los tres hechizos fue catastrófico, y en lugar de desviarse hacia alguna pared de forma inofensiva lo hizo hacia su compañera sinhadre: Eara. Dos errores, dos fallos consecutivos ahora lo recibían como un jarro de agua fría. “Fracaso, impotencia, derrota” Aquellos sentimientos le golpeaban sin piedad, despertando recuerdos de sus vivencias más terribles durante su vida como cazador. Quizás en circunstancias normales el ave habría sido capaz de mantener sus emociones bajo control aun con estas, pero el miedo irracional fruto de la influencia del intruso se encargó de desestabilizar aquello. Por primera vez desde antes incluso de ser cosechado, Kirés perdió la compostura, retrocedió torpemente hacia atrás y cayó en cuanto sus pies tropezaron. Eso fue todo, ahí simplemente se quedó parado fijo sobre su atacante, sin ideas sin moverse. “Acabado, muerto”
Pero no fue el fin. Algo pasó, algo que hizo retirarse al intruso. Fuera lo que fuera era algo ajeno, algo de fuera. ¿Habría pasado algo que tenía que atender a la fuerza? ¿Un accidente? ¿Y como lo ha sabido? No tenía respuestas a sus preguntas, y de pronto se dio cuenta de que seguía tirado en el suelo. Miró a sus compañeros un segundo con la boca entreabierta, y luego como siendo consciente de lo que le rodeaba una vez más cerró tanto esta como sus ojos un segundo mientras estabilizaba su respiración. Cuando volvió a abrirlos su expresión era la misma de siempre: volvía a ser el Kirés que todos conocían.
Se levantó y se dirigió hacia donde estaba Eara. No corría peligro, pero lo ideal sería moverla a un sofá hasta que se le pasaran los efectos del hechizo. Ayne se unió a la tarea, y mientras lo hacían el Enderth le dirigió una mirada. Su preocupación era exageradamente evidente, lo mejor sería tranquizarlo cuanto antes asegurándole que su aruva no corría peligro, y eso hizo. –Solo está paralizada, debería recuperarse completamente en media hora aproximadamente.
Tras haber acomodado a la Sinhadre Kirés hizo una última cosa. Se plantó delante de todos y tras llevarse el puño derecho al hombro izquierdo inclinó su cabeza y torso en una ligera reverencia. –Pido disculpas por mi comportamiento de hoy. El miedo me hizo ser impulsivo y atacar sin plantearme las consecuencias. Además por la misma razón no presté atención a las acciones del resto, no viendo que Hal había actuado y provocando el accidente de nuestra compañera: Dos errores que hoy han estado a punto de costarnos muy caros –Deshizo la reverencia y miró al grupo tan directamente como era posible. –No volverá a suceder.
Lo decía completamente en serio por supuesto, pero había algo más en su mirada, algo que aquellos que se fijaran probablemente distinguirían: Furia. Kirés era un enderth, y aunque priorizaría su supervivencia y la de los suyos por encima de cualquier emoción o deseo había algo que conservaba de su raza, la raza que había sido la más poderosa de su mundo. quisiera o no: el orgullo. “Esta es la segunda vez que ese ser nos hace esto. Se ha convertido en una amenaza y no parece que podamos huir de ella. Acabar con ella es la mejor decisión” Un razonamiento que seguía las enseñanzas clinger sin romperlas, pero que en realidad era una máscara que sin darse cuenta había creado para ocultarse a sí mismo lo que realmente quería: Venganza.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
04/07/15, 03:58 pm
No recordaba como, pero Twixy's había acabado de rodillas en el suelo, temblando. Todo había ocurrido muy deprisa; el cuchillo, los hechizos fallidos, la amenaza de aquel monstruo. Sus intentos de echar a la criatura del torreón habían fallado de una forma ridícula, aun así, era consciente de que ella no tenía ningún derecho a echarles nada en cara, pues no había sido capaz de hacer nada al respecto.
El monstruo se fue, como acudiendo a una llamada y con despedidas apresuradas. A la frivy no se le escapó la interrupción repentina del sentimiento de terror irracional que les infundía. Tal vez había hecho uso de un hechizo que no conocían, puede que fuera un poder temporal, que se le había gastado a medio ''espectáculo''.
Miró a Eara paralizada, y como la llevaban al sofá. Ni siquiera le había salido la voz para gritar cuando el hechizo impactó en su compañera. << Soy inútil>> pensó amargamente. Aun con las piernas algo inestables, se puso en pie. Buscó los libros de hechizos, todos los que tenían, y se sentó en un rincón, abriéndolos todos a su alrededor, sumida en el más absoluto silencio. El libro que tenía en las manos en ese momento le cubría la cara, ocultando las lágrimas que le caían por las mejillas. Se sentía rabiosa, impotente. Habían estado a merced de una abominación y solo se habían salvado porque al bicho se le habían ''agotado las pilas''. La posibilidad de la muerte se cernía sobre ella como un manto negro que trataba de ignorar con todas sus fuerzas.
No pensaba ser más una carga, iba a estudiar magia en serio, iba a ser capaz de hacer algo sin tener que lloriquearle a un crio de 14 años. Se mordió el labio. Si había sobrevivido al mundo de la moda de Frivowaldany, iba a sobrevivir a Rocavarancolia,
El monstruo se fue, como acudiendo a una llamada y con despedidas apresuradas. A la frivy no se le escapó la interrupción repentina del sentimiento de terror irracional que les infundía. Tal vez había hecho uso de un hechizo que no conocían, puede que fuera un poder temporal, que se le había gastado a medio ''espectáculo''.
Miró a Eara paralizada, y como la llevaban al sofá. Ni siquiera le había salido la voz para gritar cuando el hechizo impactó en su compañera. << Soy inútil>> pensó amargamente. Aun con las piernas algo inestables, se puso en pie. Buscó los libros de hechizos, todos los que tenían, y se sentó en un rincón, abriéndolos todos a su alrededor, sumida en el más absoluto silencio. El libro que tenía en las manos en ese momento le cubría la cara, ocultando las lágrimas que le caían por las mejillas. Se sentía rabiosa, impotente. Habían estado a merced de una abominación y solo se habían salvado porque al bicho se le habían ''agotado las pilas''. La posibilidad de la muerte se cernía sobre ella como un manto negro que trataba de ignorar con todas sus fuerzas.
No pensaba ser más una carga, iba a estudiar magia en serio, iba a ser capaz de hacer algo sin tener que lloriquearle a un crio de 14 años. Se mordió el labio. Si había sobrevivido al mundo de la moda de Frivowaldany, iba a sobrevivir a Rocavarancolia,
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astucia
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
05/07/15, 01:02 am
Todo sucedió bastante deprisa, tras los gritos de Ayne contra aquel ser, que respondió de forma mas burlona y hostil que las anteriores, en un clara amenaza velada. Pero eso solo acabo en eso, en una amenaza, porque si igual que si hubiese quedado sin baterías de repente, el esqueleto parlante freno en seco y con ello también ceso ese miedo que la había paralizado desde su llegada, haciéndole incapaz de enfrentarle mas que con palabras. Evidentemente aquello la desconcertó y el pensamiento de que ese terror podía ser provocado por algo mas que simplemente miedo, algún tipo de hechizo tal vez, surco su mente por unos momentos.
Y este como si lo que acabara de hacer no fuese algo demente se despidió, tras todos sus intentos de que se fuera, este tan solo decidía irse de repente, como si alguien hubiese pulsado un interruptor para apagar ese inquietante lado juguetón. Samika no se quejaba desde luego, agradecía lo que sea que hubiese provocado que este desistiera de seguir con su espectáculo. Cosa que esperaba durara en el futuro para que no se le ocurriera volver, tal y como les había advertido.
Samika por fin pudo respirar de alivio al verlo atravesar la pared del torreón, saliendo por fin, volcándose su atención en la paralizada Eara a la que acomodaron en un sofá, donde Ayne se mantenía cerca. No podía verle bien la cara a pesar de la corta distancia, seguramente ya estaba apunto de anochecer a juzgar por su mala visión, pero no tenía necesidad de verlo para saber cuan preocupado estaba.
Fue a decirle algo para intentar aliviar su preocupación pero la voz de Kires atrajo su atención. Samika se mordió el labio inferior al escuchar su disculpa cargada de culpabilidad por lo ocurrido y ella no sabía que responder al respecto, por lo que tan solo dijo como se sentía.
-Has sido realmente temerario el atacar de esa forma, aunque entiendo bastante bien que lo hicieras-respondió siendo honesta en eso,pues de no haber estado ella misma tan asustada, a saber sino habría intentado hacer algo similar-Ese miedo que provocaba no era nada normal, era escalofriante al punto de ni siquiera era capaz de pensar con claridad. Supongo también os paso a ustedes -añadió dirigiendo su ciega visión a las sombras oscuras del grupo- Con esto solo averiguamos que necesitamos aprender mucho mas, así que deja de culparte Kires. Era una situación demasiado surrealista para poder procesarla y actuar con normalidad, debemos hacernos a la idea de que ocurran mas cosas raras de este estilo para poder reaccionar mejor en el futuro. Así todos, y no solo tu, podremos evitar accidentes -añadió con un suspiro, agotada física y mentalmente, ni siquiera tenía claro de donde sacaba las fuerzas para hablar, la cosa era que todos ellos se volvieran mas fuertes para no acabar como ese día, sin poder hacer nada. Y dicho eso miro a Ayne ahí junto a Eara y decidió tranquilizarlo un poco, suponiendo ya que el no había prestado tanto atención a la magia como ella. Por suerte era un hechizo de los que conocía.
-Eara solo esta paralizada, volverá a la normalidad en un rato. Sólo hay que tenerla en una cómoda posición mientras se pasa el efecto -añadió con una voz suave intentando transmitirle un poco de calma al sinhadre, estaban todos aun demasiado tensos por lo ocurrido y para ella no era la excepción. Aquellas palabras no solo pretendían calmar al resto, sino también a si misma. Solo había podido hablarle a aquel ser, no había conseguido que se fuera, no había podido atacarle y en cuestiones de magia siempre le tocaría depender de aquellos que tenían el don, necesitaba hacerse mas fuerte para que el no poseer magia no fuese una total debilidad.
Y este como si lo que acabara de hacer no fuese algo demente se despidió, tras todos sus intentos de que se fuera, este tan solo decidía irse de repente, como si alguien hubiese pulsado un interruptor para apagar ese inquietante lado juguetón. Samika no se quejaba desde luego, agradecía lo que sea que hubiese provocado que este desistiera de seguir con su espectáculo. Cosa que esperaba durara en el futuro para que no se le ocurriera volver, tal y como les había advertido.
Samika por fin pudo respirar de alivio al verlo atravesar la pared del torreón, saliendo por fin, volcándose su atención en la paralizada Eara a la que acomodaron en un sofá, donde Ayne se mantenía cerca. No podía verle bien la cara a pesar de la corta distancia, seguramente ya estaba apunto de anochecer a juzgar por su mala visión, pero no tenía necesidad de verlo para saber cuan preocupado estaba.
Fue a decirle algo para intentar aliviar su preocupación pero la voz de Kires atrajo su atención. Samika se mordió el labio inferior al escuchar su disculpa cargada de culpabilidad por lo ocurrido y ella no sabía que responder al respecto, por lo que tan solo dijo como se sentía.
-Has sido realmente temerario el atacar de esa forma, aunque entiendo bastante bien que lo hicieras-respondió siendo honesta en eso,pues de no haber estado ella misma tan asustada, a saber sino habría intentado hacer algo similar-Ese miedo que provocaba no era nada normal, era escalofriante al punto de ni siquiera era capaz de pensar con claridad. Supongo también os paso a ustedes -añadió dirigiendo su ciega visión a las sombras oscuras del grupo- Con esto solo averiguamos que necesitamos aprender mucho mas, así que deja de culparte Kires. Era una situación demasiado surrealista para poder procesarla y actuar con normalidad, debemos hacernos a la idea de que ocurran mas cosas raras de este estilo para poder reaccionar mejor en el futuro. Así todos, y no solo tu, podremos evitar accidentes -añadió con un suspiro, agotada física y mentalmente, ni siquiera tenía claro de donde sacaba las fuerzas para hablar, la cosa era que todos ellos se volvieran mas fuertes para no acabar como ese día, sin poder hacer nada. Y dicho eso miro a Ayne ahí junto a Eara y decidió tranquilizarlo un poco, suponiendo ya que el no había prestado tanto atención a la magia como ella. Por suerte era un hechizo de los que conocía.
-Eara solo esta paralizada, volverá a la normalidad en un rato. Sólo hay que tenerla en una cómoda posición mientras se pasa el efecto -añadió con una voz suave intentando transmitirle un poco de calma al sinhadre, estaban todos aun demasiado tensos por lo ocurrido y para ella no era la excepción. Aquellas palabras no solo pretendían calmar al resto, sino también a si misma. Solo había podido hablarle a aquel ser, no había conseguido que se fuera, no había podido atacarle y en cuestiones de magia siempre le tocaría depender de aquellos que tenían el don, necesitaba hacerse mas fuerte para que el no poseer magia no fuese una total debilidad.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
05/07/15, 01:25 am
Los instantes que siguieron a las palabras que se le habían escapado a Ayne fueron tan tensos para él que pensó que se le saldría el corazón por la boca. Estaba convencido de que no vería un nuevo día salvo que se obrase un milagro. Y sorprendentemente se obró, pero no vino de donde esperaba, sino que el propio monstruo decidió irse de forma tan repentina como había llegado. Por un momento, aunque siguiese en el torreón, la tensión y el peligro que se leían en el ambiente se habían relajado, y ni siquiera entendía muy bien por qué. Después por fin desapareció, dejando el cuerpo del sinhadre cubierto de sudor frío.
Ya no tenía ganas siquiera de gritarle a nadie, aunque seguía sintiendo un montón de cosas mezcladas. Pensaba más por las líneas de qué pasaría a partir de ese día. ¿Regresaría el intruso? ¿Habría otros intrusos? ¿Existía algún sitio seguro?
No había movido todavía un solo músculo cuando ya se acercaba Kirés para trasladar a Eara del medio del salón. Se puso a echarle una mano sin pensarlo, respondiendo más a un impulso de querer hacerlo él mismo que de ayudarle realmente. Había sido en parte culpa del enderth, después de todo, pero al menos se apresuró a dar explicaciones, aunque no lo tranquilizaron del todo.
—¿Media hora? —gruñó, y fue todo lo que dijo. Luego se acomodó al lado de Eara, dispuesto a esperar allí hasta que volviese a la normalidad.
De algún modo, le chocaron mucho las disculpas de Kirés. Quizá por la forma de expresarlas que había escogido, tan formales y que dejaban claro que se exigía mucho por el bien del grupo. Casi habían conseguido diluir un poco el enfado de Ayne, pero no pensaba dejarlo ir hasta que viese a Eara moviéndose y perfectamente sana con sus propios ojos. Lo cierto era que Samika tenía razón, y el sinhadre solo añadió, sin alzar mucho la voz:
—Al menos has intentado algo. —No se podía perdonar a sí mismo no tener ninguna habilidad útil para salir de situaciones como aquella. Quizá, de tenerla, él también hubiera metido la pata.
Había pasado un rato, no sabría decir cuánto, pero Kirés debía estar en lo cierto al respecto, cuando Eara tembló por primera vez. Poco a poco se despertó y su edeel estuvo con ella, tranquilizándola. Intentó explicarle lo que había pasado, pero ella negó con la cabeza y le dijo, con voz temblorosa, que lo había visto todo. La sinhadre había estado más aterrada que nunca en su vida, siendo consciente del peligro y sin poder mover ni un dedo. Incluso Ayne se dio cuenta enseguida de lo terriblemente que lo debía haber pasado y le dio un abrazo. Eara no dijo ni hizo nada; las ganas de llorar se le habían pasado hacía rato, se sentía tan vacía como asustada.
Ya no tenía ganas siquiera de gritarle a nadie, aunque seguía sintiendo un montón de cosas mezcladas. Pensaba más por las líneas de qué pasaría a partir de ese día. ¿Regresaría el intruso? ¿Habría otros intrusos? ¿Existía algún sitio seguro?
No había movido todavía un solo músculo cuando ya se acercaba Kirés para trasladar a Eara del medio del salón. Se puso a echarle una mano sin pensarlo, respondiendo más a un impulso de querer hacerlo él mismo que de ayudarle realmente. Había sido en parte culpa del enderth, después de todo, pero al menos se apresuró a dar explicaciones, aunque no lo tranquilizaron del todo.
—¿Media hora? —gruñó, y fue todo lo que dijo. Luego se acomodó al lado de Eara, dispuesto a esperar allí hasta que volviese a la normalidad.
De algún modo, le chocaron mucho las disculpas de Kirés. Quizá por la forma de expresarlas que había escogido, tan formales y que dejaban claro que se exigía mucho por el bien del grupo. Casi habían conseguido diluir un poco el enfado de Ayne, pero no pensaba dejarlo ir hasta que viese a Eara moviéndose y perfectamente sana con sus propios ojos. Lo cierto era que Samika tenía razón, y el sinhadre solo añadió, sin alzar mucho la voz:
—Al menos has intentado algo. —No se podía perdonar a sí mismo no tener ninguna habilidad útil para salir de situaciones como aquella. Quizá, de tenerla, él también hubiera metido la pata.
Había pasado un rato, no sabría decir cuánto, pero Kirés debía estar en lo cierto al respecto, cuando Eara tembló por primera vez. Poco a poco se despertó y su edeel estuvo con ella, tranquilizándola. Intentó explicarle lo que había pasado, pero ella negó con la cabeza y le dijo, con voz temblorosa, que lo había visto todo. La sinhadre había estado más aterrada que nunca en su vida, siendo consciente del peligro y sin poder mover ni un dedo. Incluso Ayne se dio cuenta enseguida de lo terriblemente que lo debía haber pasado y le dio un abrazo. Eara no dijo ni hizo nada; las ganas de llorar se le habían pasado hacía rato, se sentía tan vacía como asustada.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
12/07/15, 12:08 am
Cuando Eara despertó, Twixy's no reaccionó apenas, si acaso alzó un poco la vista de su libro para comprobar el estado de la chica. Después, siguió con su estudio. Había dado con el hechizo que había sufrido la sinhadre en sus carnes, y estaba intentando memorizas ávidamente todos sus pasos. Sus ojos pasaban febriles por las líneas y dibujos una y otra vez.
Aquella era la única forma a su alcance para evadirse. La visita del intruso le había arrebatado el hambre, y su cansancio por la excursión se había transformado en una tensión permanente, como una necesidad de estar permanentemente alerta. Aunque su concentración no le permitía expresarlo, cada sonido o movimiento a su alrededor era un pequeño sobresalto mental. Su cerebro luchaba con todas sus fuerzas para contener la avalancha de pensamientos oscuros, los sentimientos desconocidos y desagradables que le corrían bajo la piel, provocándole escalofríos.
No quiso responder ninguna pregunta, e ignoró al resto de sus compañeros de una forma incluso descarada. Había pensado en huir de ellos y encerrarse en algún estudio, pero la idea de quedarse sola en una habitación cerrada le aterraba más de lo que estaba dispuesta a reconocer. Necesitaba estar rodeada de gente, y al mismo tiempo no quería interactuar con nadie. Quería que la dejasen en paz.
Siguió al grueso del grupo cuando decidieron irse a dormir, pero se aprovechó de la luz que dejaba Samika para continuar leyendo. Sabía que si cerraba los ojos, lo primero que vería sería la calavera en llamas del monstruo. Pasó la noche en vela, leyendo hechizos, hasta que los ojos le empezaron a doler. Pasadas unas horas ni siquiera comprendía lo que estaba leyendo, aun así continuaba pasando las páginas para no dormirse. De vez en cuando, sus ojos buscaban en las sombras de los rincones.
Aquella era la única forma a su alcance para evadirse. La visita del intruso le había arrebatado el hambre, y su cansancio por la excursión se había transformado en una tensión permanente, como una necesidad de estar permanentemente alerta. Aunque su concentración no le permitía expresarlo, cada sonido o movimiento a su alrededor era un pequeño sobresalto mental. Su cerebro luchaba con todas sus fuerzas para contener la avalancha de pensamientos oscuros, los sentimientos desconocidos y desagradables que le corrían bajo la piel, provocándole escalofríos.
No quiso responder ninguna pregunta, e ignoró al resto de sus compañeros de una forma incluso descarada. Había pensado en huir de ellos y encerrarse en algún estudio, pero la idea de quedarse sola en una habitación cerrada le aterraba más de lo que estaba dispuesta a reconocer. Necesitaba estar rodeada de gente, y al mismo tiempo no quería interactuar con nadie. Quería que la dejasen en paz.
Siguió al grueso del grupo cuando decidieron irse a dormir, pero se aprovechó de la luz que dejaba Samika para continuar leyendo. Sabía que si cerraba los ojos, lo primero que vería sería la calavera en llamas del monstruo. Pasó la noche en vela, leyendo hechizos, hasta que los ojos le empezaron a doler. Pasadas unas horas ni siquiera comprendía lo que estaba leyendo, aun así continuaba pasando las páginas para no dormirse. De vez en cuando, sus ojos buscaban en las sombras de los rincones.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
22/07/15, 05:04 pm
Aquella visita indeseada tuvo profundas consecuencias en el ánimo del grupo. Costaba hacerse a la idea de lo realmente vulnerables que eran. El torreón podía esconderlos de escarabajos gigantes, pero no de seres inteligentes, y menos si eran magos. Todo el mundo se estaba esforzando más que nunca en ser útil, y los sinhadres lo pasaron tan mal como los demás. Ayne solo podía confiarse a los entrenamientos físicos, y no eran santo de su devoción; resultaban hasta entretenidos en su justa medida, pero esforzarse por encima de sus posibilidades lo dejaba completamente agotado. Eara, por su parte, se obcecó más con la magia a pesar de no ser tan eficiente como los más hábiles. Les pedía ayuda en ocasiones, pero ella prefería centrarse en los hechizos de curación para poder atender las heridas del grupo.
En cuanto a los otros magos del torreón, Eara se preocupaba con mucha frecuencia por ellos. Sabía lo que era agotarse con la magia, pero la obsesión que llegaban a demostrar estudiando era preocupante. Desde lo que había dicho Kirés tras la aparición del monstruo en llamas, Eara lo vigilaba más de cerca. Por supuesto, también le había dicho aquel día, antes de irse a dormir, que no se culpara por lo sucedido porque, a fin de cuentas, todos estaban bien.
Hal tampoco se quedaba fuera de aquella preocupación, ni nadie, pero el carabés ya le había mostrado una vez que no eran tan fuerte como aparentaba, por no decir que estaba entre los más jóvenes del torreón. Y esas atenciones que prestaba Eara a todo el mundo eran una de las cosas que más ponía a Ayne de mal humor. Un humor que ya no era bueno de por sí, gracias al hecho de vivir con miedo. Lo cierto era que, sin embargo, no volvieron a ser visitados por ningún monstruo, aunque ya no había falsa sensación de seguridad en ello. Tampoco Tesón se dejó ver en todo ese tiempo.
Pese a lo desalentador que era, no ocultaron a los letarguinos lo que había pasado. Tenían derecho a estar preparados ante una eventualidad semejante. De ellos les llegó también una mala noticia: habían perdido a su enderth, aunque había sido él mismo quien se había arriesgado a morir. Con ello habían descubierto un peligro inquietante de la ciudad, cosa de magia de la peor calaña, pero también cómo no acercarse a él. Los letarguinos habían tenido la amabilidad de señalizar peligros en el mapa, y a cambio los macieleros prometieron notificar cualquier otra zona peliaguda que encontrasen.
No hubo nada que notificar hasta que no empezaron a tomar algo de confianza de nuevo para aventurarse más allá de las cestas. Y, si salían, nunca dejaban el torreón indefenso, por eso las expediciones eran de menos personas que de costumbre. El primer lugar al que quisieron intentar llegar fue la bahía, tal como habían sugerido hacía ya tantos días en las montañas. La bahía era extensa, y podían llegar a ella desde muchos puntos de la ciudad. El primer intento fue por la ruta más corta, pero no alcanzaron a ver siquiera el mar en el horizonte. En aquellas calles anidaban unos animales grotescos, mezcla de felino y serpiente, tremendamente territoriales y, por supuesto, agresivos. Más de una vez habían regresado al torreón con un buen mordisco. Se los toparon todas y cada una de las veces que pisaban esa zona de la ciudad, hasta que decidieron que debían intentar acceder un poco más al norte.
En esa ocasión lo que les detuvo fueron los edificios derruidos. Las calles que transitaban no figuraban en el mapa como montañas de escombro, pero era exactamente lo que tenían delante. Dando un rodeo pudieron acercarse a los acantilados, pero no había modo de descender al nivel del mar. A Ayne aquello ya le servía para deleitar la vista, pero varios de sus compañeros querían acercarse a la masa de barcos encallados. El sinhadre no podía decir que no le interesasen, pero aquella inmensidad de agua lograba incluso marearlo un poco.
Como se hacía tarde, regresaron al torreón, dando por zanjada la salida de ese día. «A la próxima seguro que ya lo conseguimos». Ayne llegó deseando contarle a Eara que habían visto el mar, pero se la encontró tan concentrada en el libro de magia que simplemente se sentó a su lado, esperando a que se diera cuenta de que quería hablar.
La sinhadre estaba memorizando un hechizo nuevo. Rara vez podía realizarlos, pero cuando daba con uno lo marcaba, y si le gustaba lo empezaba a practicar hasta agotarse. Los demás trataba de memorizarlos para cuando pudiese practicarlos. Debía seguir una lista de prioridades dada su escasa capacidad, por lo que prácticamente había aparcado la levitación desde sus primeras pruebas con ella, y se había centrado en el hechizo vigorizante y el de luz mágica, para no consumir todas las velas que quedaban. Esos se habían sumado a la pequeña lista de conjuros que dominaba, pero a Eara también se le había antojado un hechizo para emergencias: el de corte. Solo que su capacidad era insignificante comparada con otros de sus compañeros, y le avergonzaba un poco practicarlo.
Saludó a su Edeel, dejando de lado el libro, y escuchó todo lo que tenía que contarle. Se preguntaba cuándo llegaría el día en que ella misma podría ver todo eso, y le tentaba preguntar si podría salir con ellos al día siguiente. Ya casi tenían una ruta segura hasta el mar. «Mañana… Lo pensaré mañana. Depende de las circunstancias» se dijo.
En cuanto a los otros magos del torreón, Eara se preocupaba con mucha frecuencia por ellos. Sabía lo que era agotarse con la magia, pero la obsesión que llegaban a demostrar estudiando era preocupante. Desde lo que había dicho Kirés tras la aparición del monstruo en llamas, Eara lo vigilaba más de cerca. Por supuesto, también le había dicho aquel día, antes de irse a dormir, que no se culpara por lo sucedido porque, a fin de cuentas, todos estaban bien.
Hal tampoco se quedaba fuera de aquella preocupación, ni nadie, pero el carabés ya le había mostrado una vez que no eran tan fuerte como aparentaba, por no decir que estaba entre los más jóvenes del torreón. Y esas atenciones que prestaba Eara a todo el mundo eran una de las cosas que más ponía a Ayne de mal humor. Un humor que ya no era bueno de por sí, gracias al hecho de vivir con miedo. Lo cierto era que, sin embargo, no volvieron a ser visitados por ningún monstruo, aunque ya no había falsa sensación de seguridad en ello. Tampoco Tesón se dejó ver en todo ese tiempo.
Pese a lo desalentador que era, no ocultaron a los letarguinos lo que había pasado. Tenían derecho a estar preparados ante una eventualidad semejante. De ellos les llegó también una mala noticia: habían perdido a su enderth, aunque había sido él mismo quien se había arriesgado a morir. Con ello habían descubierto un peligro inquietante de la ciudad, cosa de magia de la peor calaña, pero también cómo no acercarse a él. Los letarguinos habían tenido la amabilidad de señalizar peligros en el mapa, y a cambio los macieleros prometieron notificar cualquier otra zona peliaguda que encontrasen.
No hubo nada que notificar hasta que no empezaron a tomar algo de confianza de nuevo para aventurarse más allá de las cestas. Y, si salían, nunca dejaban el torreón indefenso, por eso las expediciones eran de menos personas que de costumbre. El primer lugar al que quisieron intentar llegar fue la bahía, tal como habían sugerido hacía ya tantos días en las montañas. La bahía era extensa, y podían llegar a ella desde muchos puntos de la ciudad. El primer intento fue por la ruta más corta, pero no alcanzaron a ver siquiera el mar en el horizonte. En aquellas calles anidaban unos animales grotescos, mezcla de felino y serpiente, tremendamente territoriales y, por supuesto, agresivos. Más de una vez habían regresado al torreón con un buen mordisco. Se los toparon todas y cada una de las veces que pisaban esa zona de la ciudad, hasta que decidieron que debían intentar acceder un poco más al norte.
En esa ocasión lo que les detuvo fueron los edificios derruidos. Las calles que transitaban no figuraban en el mapa como montañas de escombro, pero era exactamente lo que tenían delante. Dando un rodeo pudieron acercarse a los acantilados, pero no había modo de descender al nivel del mar. A Ayne aquello ya le servía para deleitar la vista, pero varios de sus compañeros querían acercarse a la masa de barcos encallados. El sinhadre no podía decir que no le interesasen, pero aquella inmensidad de agua lograba incluso marearlo un poco.
Como se hacía tarde, regresaron al torreón, dando por zanjada la salida de ese día. «A la próxima seguro que ya lo conseguimos». Ayne llegó deseando contarle a Eara que habían visto el mar, pero se la encontró tan concentrada en el libro de magia que simplemente se sentó a su lado, esperando a que se diera cuenta de que quería hablar.
La sinhadre estaba memorizando un hechizo nuevo. Rara vez podía realizarlos, pero cuando daba con uno lo marcaba, y si le gustaba lo empezaba a practicar hasta agotarse. Los demás trataba de memorizarlos para cuando pudiese practicarlos. Debía seguir una lista de prioridades dada su escasa capacidad, por lo que prácticamente había aparcado la levitación desde sus primeras pruebas con ella, y se había centrado en el hechizo vigorizante y el de luz mágica, para no consumir todas las velas que quedaban. Esos se habían sumado a la pequeña lista de conjuros que dominaba, pero a Eara también se le había antojado un hechizo para emergencias: el de corte. Solo que su capacidad era insignificante comparada con otros de sus compañeros, y le avergonzaba un poco practicarlo.
Saludó a su Edeel, dejando de lado el libro, y escuchó todo lo que tenía que contarle. Se preguntaba cuándo llegaría el día en que ella misma podría ver todo eso, y le tentaba preguntar si podría salir con ellos al día siguiente. Ya casi tenían una ruta segura hasta el mar. «Mañana… Lo pensaré mañana. Depende de las circunstancias» se dijo.
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astuciaPersonajes :- DL/Dédalo: Cambiante, foner
- Dhelian/Evelhan Kaw: Brugho, daeliciano
- Samika: Evaki, humana
- Pelusa (Pam): Spriggan, Mona del queso.
- Rua: Unicornio Humana, Sueca. 1,76 sin plataformas.
Armas :- DL/Dédalo: Espada, magia y sus cambios
- Dhelian/Evelhan Kaw: Magia y estirges
- Samika: Puñetazos y patadas
- Pelusa (Pam): Cuchillo pelapapas y una honda con piedras
- DL/Dédalo: Cambiante, foner
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
22/07/15, 06:01 pm
El animo no estaba para mas charlas, todos aun tenía el miedo en el cuerpo por lo sucedido. Samika también se sentía frustrada, habían tenido un peligro inmediato en el torreón y nada había podido hacer nada contra el. Ya era la segunda vez que no se sentía protegida en aquel refugio de piedra y no le gustaba ni un pelo.
No comió apenas, el estomago se le había cerrado contrario al hambre que había sentido en el trayecto de vuelta. Ni siquiera tuvo ánimos de pedirle a los que hacían magia que calentaran en el agua para darse un baño. Por primera vez desde que habían descubierto la magia se baño con agua fría. Necesitaba enfriar la cabeza y despejarse. Y ni con todo eso logró tener un sueño tranquilo.
La visión de calaveras en llamas y sus amigos siendo asesinados poblaron sus pesadillas.
Aquel suceso le enseñó que debía volverse mas fuerte, que la falta de magia no era un impedimento para entrenar y se lo tomó a rajatabla. Debía aprender a usar las dagas y el escudo como si fueran parte de su propio cuerpo. Durante las mañanas siguió el entrenamiento matutino con Twixy's, que dejo de apuntarse al de las tardes volviéndose mas centrada en los libros de magia y luciendo menos sociable de lo común en ella.No fue la única que empezó a concentrarse en la magia, para todos había sido un buen golpe saberse tan desprotegidos contra ataques mágicos.
Por las tardes dividía su tiempo en aprender magia y en entrenar con sus armas y cuerpo a cuerpo contra cualquiera de sus compañeros, aumentando su resistencia y u tiempo de reacción cada día un poco. Incluso llegó a entrenar con los ojos cerrados fiándose únicamente de su oído y de su propio entrenamiento en artes marciales.
Se ganaba mucho golpes y se ralentizaba bastante, pero la oscuridad era su punto débil. Sino podía pelear cuando el sol desapareciera del cielo sería una presa fácil, por lo que en esos casos debía adaptarse a hacerlo aun sin ver. Aunque eso supusiera enfrentarse contra su propio miedo a la oscuridad.
También se puso bastante seria con la magia, estudiándola junto a Hal y de paso asegurándose que el menor del grupo no estuviera demasiado tiempo solo,que a saber que se le podría meter en la cabeza tras el desastre de la calavera. Le interesaba saberse cada hechizo que se estudiara en el torreón, cada palabra y entonación, cada gesto. Tenía una memoria bastante útil para estos casos. Aprendió junto con ellos y con el pasar de los días y las semanas fue capaz de averiguar que clase de hechizo lanzarían solo con escuchar las primeras palabras de invocación, lo que le permitió empezar acostumbrarse. Aun no lograba gran mejoría en el tiempo de reacción, pero con el tiempo esperaba poder reaccionar a un hechizo, al menos uno que conociera, antes de que este fuese lanzado.
A pesar de todo eso no se distrajo del detalle primordial por el que se había tomado tan en serio entrenar, por lo que cuando se propuso hacer una visita a Letargo, no dudó en ir.
No fueron los únicos en dar malas noticias. En letargo habían tenido su primera muerte. Según les dijeron, el enderth había huido voluntariamente de allí para terminar suicidándose en un inquietante abismo que te hablaba, invitándote a hacer lo mismo.
Si Samika ya pensaba que aquella ciudad era un lugar infernal y aterrador, escuchar aquello solo se lo confirmó sin lugar a dudas. ¿Como te enfrentabas a algo invisible que te susurra palabras malintencionadas al oído? No había manera. Bastante tenía uno ya peleándose con las putadas que tu propia mente pudiera jugarte, como para tener que lidiar con una voz instigando a que te suicides.
En esta ocasión Samika no lloró, no había conocido a enderth demasiado, pero aun así lamentaba su muerte. Nunca lograría acostumbrarse pero ya tampoco le sorprendía. Tan solo esperaba que aquella condenada ciudad, que parecía una maldita nazi matando solo pájaros, no decidiera cobrarse también la vida de la única ave que les quedaba. O mejor, que no se cobrase la de nadie mas.
No dudo en mantener un ojo sobre Kires, mas tras la culpabilidad que siempre mostraba cuando ocurría alguna desgracia.
Por otro lado aprovecharon el tiempo no solo en entrenar y aprender, sino también en investigar mas zonas de la ciudad, como fue el caso de la bahía, lugar al que ya planearon ir durante aquella excursión en la montaña. Por desgracia llegar a la bahía no fue tan fácil como escalar la montaña. Encontrar una camino transitable fue un problema para los grupos que realizaban las expediciones, menos numerosos que antes pues se aseguraban siempre de dejar gente en el torreón, entre alimañas agresivas que les atacaban y escombros.
Para Samika la visión de la bahía era lo de menos, de todos modos poco llegaría a ver, tan solo quería sentir un poco el mar como cuando visitaba las playas de Gran Bretaña con su familia. Seguramente no se les parecería en nada, pero un poco nostálgico y le hacia pensar en como estarían.
A pesar d ellos intentos del grupo no conseguían llegar, pero al menos ya estaban mas o menos seguros de como llegar, aunque también fuese un camino no muy transitable.
El día donde intentaría llegar, de forma definitiva a la dichosa bahía, llegó al fin y Samika tras levantarse bien temprano realizo su entrenamiento de la mañana para luego iniciar su desayuno, y preparar algo de comida para llevar, esperando a que el resto fuesen despertándose para salir y ver quienes se quedarían en el torreón.
No comió apenas, el estomago se le había cerrado contrario al hambre que había sentido en el trayecto de vuelta. Ni siquiera tuvo ánimos de pedirle a los que hacían magia que calentaran en el agua para darse un baño. Por primera vez desde que habían descubierto la magia se baño con agua fría. Necesitaba enfriar la cabeza y despejarse. Y ni con todo eso logró tener un sueño tranquilo.
La visión de calaveras en llamas y sus amigos siendo asesinados poblaron sus pesadillas.
Aquel suceso le enseñó que debía volverse mas fuerte, que la falta de magia no era un impedimento para entrenar y se lo tomó a rajatabla. Debía aprender a usar las dagas y el escudo como si fueran parte de su propio cuerpo. Durante las mañanas siguió el entrenamiento matutino con Twixy's, que dejo de apuntarse al de las tardes volviéndose mas centrada en los libros de magia y luciendo menos sociable de lo común en ella.No fue la única que empezó a concentrarse en la magia, para todos había sido un buen golpe saberse tan desprotegidos contra ataques mágicos.
Por las tardes dividía su tiempo en aprender magia y en entrenar con sus armas y cuerpo a cuerpo contra cualquiera de sus compañeros, aumentando su resistencia y u tiempo de reacción cada día un poco. Incluso llegó a entrenar con los ojos cerrados fiándose únicamente de su oído y de su propio entrenamiento en artes marciales.
Se ganaba mucho golpes y se ralentizaba bastante, pero la oscuridad era su punto débil. Sino podía pelear cuando el sol desapareciera del cielo sería una presa fácil, por lo que en esos casos debía adaptarse a hacerlo aun sin ver. Aunque eso supusiera enfrentarse contra su propio miedo a la oscuridad.
También se puso bastante seria con la magia, estudiándola junto a Hal y de paso asegurándose que el menor del grupo no estuviera demasiado tiempo solo,que a saber que se le podría meter en la cabeza tras el desastre de la calavera. Le interesaba saberse cada hechizo que se estudiara en el torreón, cada palabra y entonación, cada gesto. Tenía una memoria bastante útil para estos casos. Aprendió junto con ellos y con el pasar de los días y las semanas fue capaz de averiguar que clase de hechizo lanzarían solo con escuchar las primeras palabras de invocación, lo que le permitió empezar acostumbrarse. Aun no lograba gran mejoría en el tiempo de reacción, pero con el tiempo esperaba poder reaccionar a un hechizo, al menos uno que conociera, antes de que este fuese lanzado.
A pesar de todo eso no se distrajo del detalle primordial por el que se había tomado tan en serio entrenar, por lo que cuando se propuso hacer una visita a Letargo, no dudó en ir.
No fueron los únicos en dar malas noticias. En letargo habían tenido su primera muerte. Según les dijeron, el enderth había huido voluntariamente de allí para terminar suicidándose en un inquietante abismo que te hablaba, invitándote a hacer lo mismo.
Si Samika ya pensaba que aquella ciudad era un lugar infernal y aterrador, escuchar aquello solo se lo confirmó sin lugar a dudas. ¿Como te enfrentabas a algo invisible que te susurra palabras malintencionadas al oído? No había manera. Bastante tenía uno ya peleándose con las putadas que tu propia mente pudiera jugarte, como para tener que lidiar con una voz instigando a que te suicides.
En esta ocasión Samika no lloró, no había conocido a enderth demasiado, pero aun así lamentaba su muerte. Nunca lograría acostumbrarse pero ya tampoco le sorprendía. Tan solo esperaba que aquella condenada ciudad, que parecía una maldita nazi matando solo pájaros, no decidiera cobrarse también la vida de la única ave que les quedaba. O mejor, que no se cobrase la de nadie mas.
No dudo en mantener un ojo sobre Kires, mas tras la culpabilidad que siempre mostraba cuando ocurría alguna desgracia.
Por otro lado aprovecharon el tiempo no solo en entrenar y aprender, sino también en investigar mas zonas de la ciudad, como fue el caso de la bahía, lugar al que ya planearon ir durante aquella excursión en la montaña. Por desgracia llegar a la bahía no fue tan fácil como escalar la montaña. Encontrar una camino transitable fue un problema para los grupos que realizaban las expediciones, menos numerosos que antes pues se aseguraban siempre de dejar gente en el torreón, entre alimañas agresivas que les atacaban y escombros.
Para Samika la visión de la bahía era lo de menos, de todos modos poco llegaría a ver, tan solo quería sentir un poco el mar como cuando visitaba las playas de Gran Bretaña con su familia. Seguramente no se les parecería en nada, pero un poco nostálgico y le hacia pensar en como estarían.
A pesar d ellos intentos del grupo no conseguían llegar, pero al menos ya estaban mas o menos seguros de como llegar, aunque también fuese un camino no muy transitable.
El día donde intentaría llegar, de forma definitiva a la dichosa bahía, llegó al fin y Samika tras levantarse bien temprano realizo su entrenamiento de la mañana para luego iniciar su desayuno, y preparar algo de comida para llevar, esperando a que el resto fuesen despertándose para salir y ver quienes se quedarían en el torreón.
Invitado, sueñas con un mundo perfecto...
...tu paraíso personal...
...donde lloras tu imperfecta realidad
- Spoiler:
- Rua habla = #9932CC
Rua piensa = #CD5C5C
Dédalo piensa = #FFFAFA
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
23/07/15, 03:24 am
Tuvo sueños desagradables durante días.
La decisión más importante que Twixy's tomó durante ese mes fue reducir sus entrenamientos físicos a un mínimo para tener aun más tiempo para estudiar magia. Por supuesto siguió haciendo sus ejercicios matutinos con Samika todos los días, no sería capaz de funcionar de forma normal sin ellos.
Estudiaba en el salón, rodeada de gente. Era algo que necesitaba para concentrarse, el tener ruido a su alrededor, aunque dejaba claro que aunque estuviera allí no quería que la interrumpiesen mientras estudiaba. A veces se unía a los demás usuarios de magia del torreón cuando estudiar sola le aburría, pero lo cierto es que sus interacciones sociales se redujeron bastante, o al menos bastante en estándares frivys. Se centró principalmente en hechizos ofensivos, en un intento de compensar su vergonzosa actuación durante el ataque del monstruo, sin embargo muchos de los que le interesaban estaban al parecer fuera del alcance de sus capacidades. Muchas tardes acabó teniendo rabietas por la frustración que le producía no conseguir realizar un hechizo correctamente, aunque para alivio de sus compañeros duraban poco, y un hechizo menor muy sencillo o repetir alguno que sí le salía solía ser suficiente para apaciguarla. Aparte de los pocos ofensivos que pudo aprender, se centró en estudiar solo hechizos prácticos. Uno de curación básica por si las moscas, y todos los demás que pudiesen serles útiles en situaciones de riesgo. Más de una vez fue a consultar a Kirés sobre esto, buscando una excusa para estudiar algún hechizo que le hubiese llamado la atención.
El único capricho que se concedió en todo el meso fue el conjuro reflectante, y secretamente fue el que más disfrutó de todos los hechizos que aprendió, sobretodo cuando descubrió la forma de anclarlo. Se hizo un espejo de cuerpo entero detrás de la puerta de la habitación donde guardaban la ropa, así como uno en una viga del baño y otro tamaño portátil aprovechando su móvil inservible. Si le hubiesen dejado, habría llenado el torreón de espejos, o más bien si al mirarse y remirarse no se hubiese dado cuenta de lo mucho que había empeorado su aspecto desde que llegó a la ciudad. Había engordado, pero de forma muy irregular. Su estricta dieta se había ido al garete y también estaba perdiendo masa muscular. Su cara, por el contrario, estaba chupada y le habían salido bolsas bajo los ojos. Su piel no estaba ni por asomo tan bien cuidada como en frivo, y su pelo parecía un estropajo.
El día que se redescubrió tuvo ganas de llorar, y a punto estuvo de rechazar ir a Letargo para avisarles del monstruo. Pero la autoestima de Twixy's no era algo que se quebrase fácilmente, y solo necesitó un exagerado escote y un hechizo de olor falso (aprendido gracias a una rebuscada excusa que logró sacarle a Kirés) para recuperarse.
No pudo lucirse todo lo que le hubiese gustado, pues en Letargo no estaba de ánimos para eso. Uno de sus compañeros había muerto, de una forma que a la frivy se le antojó... extraña. La posibilidad del suicidio fue todo un descubrimiento para ella. La muerte ya de por si era un fantasma desconocido que acechaba en cada rincón de la ciudad, un espectro sin rostro del que siempre trataba de evitar hablar, o pensar, pero que pudieras acudir a su encuentro, que alguien encontrase razones o motivación para querer experimentar la atrocidad voluntariamente... le daba miedo. Y al mismo tiempo le intrigaba. Salió del torreón con un nudo en la garganta, y esa noche volvió a tener pesadillas.
Pasó otros tantos días taciturna y centrada en sus estudios como forma de evasión. No fue a las primeras excursiones que buscaban la forma de llegar a la bahía, a pesar de las ganas que había tenido de ir en un principio, aunque los resultados que obtuvieron los que sí fueron le hicieron sentirse un poco menos mal. Se decidió en la útima salida, en la que al fin tuvieron la oportunidad de ver el mar. Aquella pequeña victoria le subió el ánimo más que ninguno de sus logros en varias semanas. Por una vez no iban a ser monstruos ni correr de aquí para allá. Durmió de un tirón y se levantó con el sol, preparada para hacer con Samika sus ejercicios. Cuando bajó a desayunar después de asearse un poco, iba a medio vestir y traía algunas prendas entre los brazos.
-¿Hiperdeberíamos llevarnos bañador?- preguntó.
Tenía la ligera impresión de que era una pregunta estúpida.
La decisión más importante que Twixy's tomó durante ese mes fue reducir sus entrenamientos físicos a un mínimo para tener aun más tiempo para estudiar magia. Por supuesto siguió haciendo sus ejercicios matutinos con Samika todos los días, no sería capaz de funcionar de forma normal sin ellos.
Estudiaba en el salón, rodeada de gente. Era algo que necesitaba para concentrarse, el tener ruido a su alrededor, aunque dejaba claro que aunque estuviera allí no quería que la interrumpiesen mientras estudiaba. A veces se unía a los demás usuarios de magia del torreón cuando estudiar sola le aburría, pero lo cierto es que sus interacciones sociales se redujeron bastante, o al menos bastante en estándares frivys. Se centró principalmente en hechizos ofensivos, en un intento de compensar su vergonzosa actuación durante el ataque del monstruo, sin embargo muchos de los que le interesaban estaban al parecer fuera del alcance de sus capacidades. Muchas tardes acabó teniendo rabietas por la frustración que le producía no conseguir realizar un hechizo correctamente, aunque para alivio de sus compañeros duraban poco, y un hechizo menor muy sencillo o repetir alguno que sí le salía solía ser suficiente para apaciguarla. Aparte de los pocos ofensivos que pudo aprender, se centró en estudiar solo hechizos prácticos. Uno de curación básica por si las moscas, y todos los demás que pudiesen serles útiles en situaciones de riesgo. Más de una vez fue a consultar a Kirés sobre esto, buscando una excusa para estudiar algún hechizo que le hubiese llamado la atención.
El único capricho que se concedió en todo el meso fue el conjuro reflectante, y secretamente fue el que más disfrutó de todos los hechizos que aprendió, sobretodo cuando descubrió la forma de anclarlo. Se hizo un espejo de cuerpo entero detrás de la puerta de la habitación donde guardaban la ropa, así como uno en una viga del baño y otro tamaño portátil aprovechando su móvil inservible. Si le hubiesen dejado, habría llenado el torreón de espejos, o más bien si al mirarse y remirarse no se hubiese dado cuenta de lo mucho que había empeorado su aspecto desde que llegó a la ciudad. Había engordado, pero de forma muy irregular. Su estricta dieta se había ido al garete y también estaba perdiendo masa muscular. Su cara, por el contrario, estaba chupada y le habían salido bolsas bajo los ojos. Su piel no estaba ni por asomo tan bien cuidada como en frivo, y su pelo parecía un estropajo.
El día que se redescubrió tuvo ganas de llorar, y a punto estuvo de rechazar ir a Letargo para avisarles del monstruo. Pero la autoestima de Twixy's no era algo que se quebrase fácilmente, y solo necesitó un exagerado escote y un hechizo de olor falso (aprendido gracias a una rebuscada excusa que logró sacarle a Kirés) para recuperarse.
No pudo lucirse todo lo que le hubiese gustado, pues en Letargo no estaba de ánimos para eso. Uno de sus compañeros había muerto, de una forma que a la frivy se le antojó... extraña. La posibilidad del suicidio fue todo un descubrimiento para ella. La muerte ya de por si era un fantasma desconocido que acechaba en cada rincón de la ciudad, un espectro sin rostro del que siempre trataba de evitar hablar, o pensar, pero que pudieras acudir a su encuentro, que alguien encontrase razones o motivación para querer experimentar la atrocidad voluntariamente... le daba miedo. Y al mismo tiempo le intrigaba. Salió del torreón con un nudo en la garganta, y esa noche volvió a tener pesadillas.
Pasó otros tantos días taciturna y centrada en sus estudios como forma de evasión. No fue a las primeras excursiones que buscaban la forma de llegar a la bahía, a pesar de las ganas que había tenido de ir en un principio, aunque los resultados que obtuvieron los que sí fueron le hicieron sentirse un poco menos mal. Se decidió en la útima salida, en la que al fin tuvieron la oportunidad de ver el mar. Aquella pequeña victoria le subió el ánimo más que ninguno de sus logros en varias semanas. Por una vez no iban a ser monstruos ni correr de aquí para allá. Durmió de un tirón y se levantó con el sol, preparada para hacer con Samika sus ejercicios. Cuando bajó a desayunar después de asearse un poco, iba a medio vestir y traía algunas prendas entre los brazos.
-¿Hiperdeberíamos llevarnos bañador?- preguntó.
Tenía la ligera impresión de que era una pregunta estúpida.
- Merodeador
Ficha de cosechado
Nombre: Nadzieja Sikorski.
Especie: Humana.
Habilidades: Resistencia, oído musical e imaginación.
Personajes :- ● Ergot: -Véspido Soldado Repobladoril-
● Nadzieja: -Escoria Cosechada HomoSapiens-
Status : Las dudas son como los muertos, siempre acaban saliendo a flote.
Humor : Epístola de San Pablo a los adefesios: "Sois feos de cojones."
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
26/07/15, 11:46 pm
En cuanto el indeseado invitado desapareció, Ergot intento hacerse aun más pequeño si cabe. Trato de pasar desapercibido hasta que se refugió en su nido bajo el sofá en el que habían colocado a Eara. Desde su escondite que no lo era tanto, escuchó con angustia las palabras de Kires y con alivio el despertar de Eara pero no salió. No se atrevía. Y durante las horas siguientes soñaría con pesadillas de fuego y huesos bailarines de sonrisas crueles, unas visiones que le acompañarían durante sus horas nocturnas las próximas semanas.
Tardo dos días hasta que volvió a salir de su nido.
Los primeros días Ergot no salió del torreón a las exploraciones propuestas por sus compañeros, ni si quiera la idea de ver eso que llamaban mar le atraía en esos días. Tenía la impresión de que se encontraría con el engendro de fuego en cada esquina o sombra. Aveces le daba miedo que apareciese en su nido bajo el sofá, esos eran los peores momentos para él, pues se sentía del mismo modo que lo hace un niño pequeño el cual se siente observado por un monstruo y que tiene demasiado para comprobar que esta ahí, porque tiene la certeza de que lo está.
Pero a partir de la visita a Letargo (la que no se perdería por nada del mundo, ni siquiera por un indeseado invitado cuyo nombre no sabe y que si supiese no querría recordar) empezó a apuntarse nuevamente a todas las exploraciones.
En la visita a Letargo mientras se agarraba a las paredes de hiedra pudo oír la terrible noticia sobre la pérdida de otra vida más a manos de Rocavarancolia. La muerte en si no le afecto demasiado fue el hecho de que respaldase una de sus teorías lo que le preocupó, las estadísticas hablaban por si solas, las aves o las cosas con plumas estaban condenadas, Kires tenía muchas probabilidades de ser el siguiente y eso si le tenía apabullado.
Desde la marcha del engendro Ergot no había practicado mucha magia excepto la que ya conocía aunque si había intentado aprender el de levitación sin mucho éxito. Se cansaba demasiado rápido y aunque se había convertido en un experto en curar cosas pequeñas y en calentar cubos de agua para quien quisiera aun necesitaba aprender a leer "realmente bien" para poder hacer algo de provecho con la magia por lo que decidió concentrarse en eso y cuando no trabajaba con las horripilantes combinaciones de letras y signos, saltaba o practicaba su puntería.
También hubo un ligero cambio en su conducta en cuestión del sexo de sus compañeros. Ergot empezó a apegarse a las criaturas de sexo femenino con la excepción de Emmit. Las encontraba más dulces y amables, más sensatas en otros casos,... Se sentía cómodo a su alrededor y mucho más tranquilo, menos impulsivo. En todo caso lo que ocurrió de manera inconsciente fue que el tiempo que no estaba con Emmit y no quisiese estar solo, Ergot lo pasaba en compañía de Eara o Samika o Twixy's.
Pero también había un pequeño problema que molestaba al repoblador y aquella mañana, después de un mes tras la visita del duende, se confirmó. Ergot despertó al escuchar los ruidos mañaneros del torreón y su intención había sido la de aparecer inmediatamente pero en los últimos tiempos (días) había tenido un ligero problema: no cabía. Siempre había estado su nido en un hueco estrecho, bajo el sofá siempre se arrastraba o iba a gatas pero ahora se sentía más "comprimido". Y mientras la frivy preguntaba sobre no se que bañadores el repoblador se enfrentaba al hecho de que su cabeza y su cuerpo se habían quedado encajados en el lateral del sofá. Tras varios minutos de ardua batalla entre su cuerpo y el mueble de salón, el repoblador consiguió salir. Y teniendo en cuenta que comparado con sus compañeros siempre era pequeño, no pudo darse cuenta de que sus cambios eran hacia lo alto, por lo que llegó a una conclusión asombrosa, nunca había conocido a un repoblador con una preocupación semejante pero su mente se la grito de todas formas "¿¡Estoy engordando!?"
Tardo dos días hasta que volvió a salir de su nido.
Los primeros días Ergot no salió del torreón a las exploraciones propuestas por sus compañeros, ni si quiera la idea de ver eso que llamaban mar le atraía en esos días. Tenía la impresión de que se encontraría con el engendro de fuego en cada esquina o sombra. Aveces le daba miedo que apareciese en su nido bajo el sofá, esos eran los peores momentos para él, pues se sentía del mismo modo que lo hace un niño pequeño el cual se siente observado por un monstruo y que tiene demasiado para comprobar que esta ahí, porque tiene la certeza de que lo está.
Pero a partir de la visita a Letargo (la que no se perdería por nada del mundo, ni siquiera por un indeseado invitado cuyo nombre no sabe y que si supiese no querría recordar) empezó a apuntarse nuevamente a todas las exploraciones.
En la visita a Letargo mientras se agarraba a las paredes de hiedra pudo oír la terrible noticia sobre la pérdida de otra vida más a manos de Rocavarancolia. La muerte en si no le afecto demasiado fue el hecho de que respaldase una de sus teorías lo que le preocupó, las estadísticas hablaban por si solas, las aves o las cosas con plumas estaban condenadas, Kires tenía muchas probabilidades de ser el siguiente y eso si le tenía apabullado.
Desde la marcha del engendro Ergot no había practicado mucha magia excepto la que ya conocía aunque si había intentado aprender el de levitación sin mucho éxito. Se cansaba demasiado rápido y aunque se había convertido en un experto en curar cosas pequeñas y en calentar cubos de agua para quien quisiera aun necesitaba aprender a leer "realmente bien" para poder hacer algo de provecho con la magia por lo que decidió concentrarse en eso y cuando no trabajaba con las horripilantes combinaciones de letras y signos, saltaba o practicaba su puntería.
También hubo un ligero cambio en su conducta en cuestión del sexo de sus compañeros. Ergot empezó a apegarse a las criaturas de sexo femenino con la excepción de Emmit. Las encontraba más dulces y amables, más sensatas en otros casos,... Se sentía cómodo a su alrededor y mucho más tranquilo, menos impulsivo. En todo caso lo que ocurrió de manera inconsciente fue que el tiempo que no estaba con Emmit y no quisiese estar solo, Ergot lo pasaba en compañía de Eara o Samika o Twixy's.
Pero también había un pequeño problema que molestaba al repoblador y aquella mañana, después de un mes tras la visita del duende, se confirmó. Ergot despertó al escuchar los ruidos mañaneros del torreón y su intención había sido la de aparecer inmediatamente pero en los últimos tiempos (días) había tenido un ligero problema: no cabía. Siempre había estado su nido en un hueco estrecho, bajo el sofá siempre se arrastraba o iba a gatas pero ahora se sentía más "comprimido". Y mientras la frivy preguntaba sobre no se que bañadores el repoblador se enfrentaba al hecho de que su cabeza y su cuerpo se habían quedado encajados en el lateral del sofá. Tras varios minutos de ardua batalla entre su cuerpo y el mueble de salón, el repoblador consiguió salir. Y teniendo en cuenta que comparado con sus compañeros siempre era pequeño, no pudo darse cuenta de que sus cambios eran hacia lo alto, por lo que llegó a una conclusión asombrosa, nunca había conocido a un repoblador con una preocupación semejante pero su mente se la grito de todas formas "¿¡Estoy engordando!?"
"Mientras no tengan conciencia de su fuerza no se rebelarán, y hasta después de haberse rebelado no serán conscientes. Éste es el problema." G.O.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
28/07/15, 04:06 pm
Los sinhadres se despertaron cuando la luz empezaba a hacer clarear la noche. «Cada vez más tarde» solían pensar cuando se percataban de ello. Eara esa mañana parecía un poco más despistada de lo normal, pero su edeel no prestó demasiada atención al hecho. Lo que le pasaba a la sinhadre era que estaba buscando el mejor momento para manifestar su deseo de salir del torreón, delante de todos. Pero se sentía egoísta, porque ella no había ayudado a encontrar la ruta y no era la única a la que le hacía ilusión ir. Solo esperaba que varios de sus compañeros renunciasen a la salida y apareciese de repente un hueco para ella.
Por supuesto, no fue así. La sinhadre sonrió tristemente para sí misma un instante cuando el grupo para la salida estuvo formado y después continuó limpiando los restos del desayuno con la energía y seriedad habituales. Les preparó un hatillo de comida sencilla por si tardaban en regresar y les deseó toda la suerte del mundo.
Entre tanto, Ayne hablaba con Twixy’s, sorprendido porque realmente pensase en meterse en el agua de la bahía.
—¿Cómo sabes que no viven monstruos también en el agua? ¿Eh? Como peces de dientes serrados, por ejemplo —por una vez hablaba del peligro de forma completamente bromista. El agua era un riesgo al que no se veían obligados a exponerse. Por otro lado, habiendo aceptado la posición en que estaban, bromear era parte de adaptarse a la nueva vida—. Y a todo esto, ¿bañador? ¿Dónde hay de eso aquí?
En una salida anterior había aprendido de los humanos que para nadar en aquellos mares como el que buscaban se utilizaban trajes de baño.
Por supuesto, no fue así. La sinhadre sonrió tristemente para sí misma un instante cuando el grupo para la salida estuvo formado y después continuó limpiando los restos del desayuno con la energía y seriedad habituales. Les preparó un hatillo de comida sencilla por si tardaban en regresar y les deseó toda la suerte del mundo.
Entre tanto, Ayne hablaba con Twixy’s, sorprendido porque realmente pensase en meterse en el agua de la bahía.
—¿Cómo sabes que no viven monstruos también en el agua? ¿Eh? Como peces de dientes serrados, por ejemplo —por una vez hablaba del peligro de forma completamente bromista. El agua era un riesgo al que no se veían obligados a exponerse. Por otro lado, habiendo aceptado la posición en que estaban, bromear era parte de adaptarse a la nueva vida—. Y a todo esto, ¿bañador? ¿Dónde hay de eso aquí?
En una salida anterior había aprendido de los humanos que para nadar en aquellos mares como el que buscaban se utilizaban trajes de baño.
- Merodeador
Ficha de cosechado
Nombre: Nadzieja Sikorski.
Especie: Humana.
Habilidades: Resistencia, oído musical e imaginación.Personajes :- ● Ergot: -Véspido Soldado Repobladoril-
● Nadzieja: -Escoria Cosechada HomoSapiens-
Status : Las dudas son como los muertos, siempre acaban saliendo a flote.
Humor : Epístola de San Pablo a los adefesios: "Sois feos de cojones."
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
28/07/15, 11:13 pm
Ergot perdido en pensamientos sobre sus medidas corporales y posibles sensaciones que le resultarán diferentes de un pasado cercano, no estaba muy puesto en la labor cuando saltó a los hombros de Samika pero aun así tuvo la decencia de avisarla una vez ya aterrizado y bien sentado y colocado en su hombro:
-Hola, soy Ergot. No te asustes.-
No presto atención alguna a la conversación que se desarrollaba entre el sinhadre y la frivy pero si que se quedo con palabras sueltas como la de los peces de dientes serrados. Observó a sus compañeros expectante a la espera de que alguno de ellos diese el visto bueno para dar comienzo a la excursión del día, al mismo tiempo que hacía diversos gestos a modo de saludo para aquellos que se quedaban a cargo del torreón como Emmit y Eara, con ellos dos sus gestos siempre eran más efusivos y exagerados en comparación con el resto. Pero una vez hubo terminado de despedirse de Eara por tercera vez decidió que tal vez debería impulsar un poco las cosas sutilmente con un:
-¿Nos vamos ya?-
-Hola, soy Ergot. No te asustes.-
No presto atención alguna a la conversación que se desarrollaba entre el sinhadre y la frivy pero si que se quedo con palabras sueltas como la de los peces de dientes serrados. Observó a sus compañeros expectante a la espera de que alguno de ellos diese el visto bueno para dar comienzo a la excursión del día, al mismo tiempo que hacía diversos gestos a modo de saludo para aquellos que se quedaban a cargo del torreón como Emmit y Eara, con ellos dos sus gestos siempre eran más efusivos y exagerados en comparación con el resto. Pero una vez hubo terminado de despedirse de Eara por tercera vez decidió que tal vez debería impulsar un poco las cosas sutilmente con un:
-¿Nos vamos ya?-
"Mientras no tengan conciencia de su fuerza no se rebelarán, y hasta después de haberse rebelado no serán conscientes. Éste es el problema." G.O.
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astuciaPersonajes :- DL/Dédalo: Cambiante, foner
- Dhelian/Evelhan Kaw: Brugho, daeliciano
- Samika: Evaki, humana
- Pelusa (Pam): Spriggan, Mona del queso.
- Rua: Unicornio Humana, Sueca. 1,76 sin plataformas.
Armas :- DL/Dédalo: Espada, magia y sus cambios
- Dhelian/Evelhan Kaw: Magia y estirges
- Samika: Puñetazos y patadas
- Pelusa (Pam): Cuchillo pelapapas y una honda con piedras
- DL/Dédalo: Cambiante, foner
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
29/07/15, 02:14 am
La pregunta de Twixy’s le extraño un poco y le dio cierta nostalgia. Lo que daría por poder bañarse en una playa donde no existiera peligro de ser comido.
-Solo hay que recordar el pez que casi se come a Ergot en el rio, a saber lo que hay en el mar – añadió estando de de acuerdo con Ayne en que no era buena idea. Aunque también era una lástima tener playa y no poder usarla. Ese sitio no era para disfrutarlo, no al menos que te guste el peligro inminente o deseas morir-Y Ayne…dudo que haya bañadores, pero también sirve la ropa interior o incluso desnudos. Hay playas nudistas en la tierra -añadió como simple dato, encogiéndose un poco de hombros y sobresaltándose momentáneamente al notar algo sobre este.
Desde que había ocurrido lo de Teson fantasma y la calavera en llamas estaba un poco más sensible a los acercamientos repentinos. Ergot se libro por los pelos de recibir un golpe que lo tiraría al suelo, pues nada mas notar el contacto levanto la mano para sacárselo de encima.
-Casi te golpeo por error – suspiro Samika disculpándose con cierto reproche, pero no le dio mayor importancia. No tardaron en organizarse para salir. En esa ocasión Lemus no iría con ellos así que Samika se dirigió a Ergot aun sobre su hombro, podía moverse bien sola pero dado que iban a una zona un poco desconocida le vendría bien tener unos ojos buenos- Ergot, ¿podrías ser mis ojos? No me molesta que me vayas contando todo lo que veas, me vendrá incluso bien- añadió sonriendo cuando por fin estuvieron todos listos. Samika agradeció a Eara la comida y antes de irse se acerco a ella para susurrarle, pues no estaba segura de si a Ayne le gustaría la idea.
-Si vemos que no hay peligro la próxima vez vienes con nosotros, que siempre te quedas aquí- dijo Samika con una sonrisa. No sabía si la sinhadre querría o no, pero era un poco triste quedarse siempre en el torreón. Tal vez fuese más seguro, aunque ya dudaba de eso con todo lo ocurrido entre esas paredes, tras decir aquello se reunión con los demás para poder salir en dirección a la bahía. Esperaba que esta vez sí dieran con el camino correcto sin ningún percance.
https://www.rocavarancoliarol.com/t21p372-bahia-de-los-naufragios
-Solo hay que recordar el pez que casi se come a Ergot en el rio, a saber lo que hay en el mar – añadió estando de de acuerdo con Ayne en que no era buena idea. Aunque también era una lástima tener playa y no poder usarla. Ese sitio no era para disfrutarlo, no al menos que te guste el peligro inminente o deseas morir-Y Ayne…dudo que haya bañadores, pero también sirve la ropa interior o incluso desnudos. Hay playas nudistas en la tierra -añadió como simple dato, encogiéndose un poco de hombros y sobresaltándose momentáneamente al notar algo sobre este.
Desde que había ocurrido lo de Teson fantasma y la calavera en llamas estaba un poco más sensible a los acercamientos repentinos. Ergot se libro por los pelos de recibir un golpe que lo tiraría al suelo, pues nada mas notar el contacto levanto la mano para sacárselo de encima.
-Casi te golpeo por error – suspiro Samika disculpándose con cierto reproche, pero no le dio mayor importancia. No tardaron en organizarse para salir. En esa ocasión Lemus no iría con ellos así que Samika se dirigió a Ergot aun sobre su hombro, podía moverse bien sola pero dado que iban a una zona un poco desconocida le vendría bien tener unos ojos buenos- Ergot, ¿podrías ser mis ojos? No me molesta que me vayas contando todo lo que veas, me vendrá incluso bien- añadió sonriendo cuando por fin estuvieron todos listos. Samika agradeció a Eara la comida y antes de irse se acerco a ella para susurrarle, pues no estaba segura de si a Ayne le gustaría la idea.
-Si vemos que no hay peligro la próxima vez vienes con nosotros, que siempre te quedas aquí- dijo Samika con una sonrisa. No sabía si la sinhadre querría o no, pero era un poco triste quedarse siempre en el torreón. Tal vez fuese más seguro, aunque ya dudaba de eso con todo lo ocurrido entre esas paredes, tras decir aquello se reunión con los demás para poder salir en dirección a la bahía. Esperaba que esta vez sí dieran con el camino correcto sin ningún percance.
https://www.rocavarancoliarol.com/t21p372-bahia-de-los-naufragios
Invitado, sueñas con un mundo perfecto...
...tu paraíso personal...
...donde lloras tu imperfecta realidad
- Spoiler:
- Rua habla = #9932CC
Rua piensa = #CD5C5C
Dédalo piensa = #FFFAFA
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astuciaPersonajes :- DL/Dédalo: Cambiante, foner
- Dhelian/Evelhan Kaw: Brugho, daeliciano
- Samika: Evaki, humana
- Pelusa (Pam): Spriggan, Mona del queso.
- Rua: Unicornio Humana, Sueca. 1,76 sin plataformas.
Armas :- DL/Dédalo: Espada, magia y sus cambios
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- Samika: Puñetazos y patadas
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Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
19/08/15, 12:59 am
Siempre que Teson daba acto de presencia había caos y aquella vez no fue la excepción. Pero el caos que el fantasma pudiera provocar se vio minimizado por el sonido del agua. Samika no supo mucho mas, tan solo sintió que Twiy's tiraba de ella, gritaba y el simple comentario de Ayne hizo que moviera sus piernas todo lo posible asegurándose que en la carrera a Ergot no saliera despedido.
Fue un carrera llena de tropiezos, atravesar aquel dichoso pasillo que antes usaron para llegar a la bahía no ayudaba a mucho, pero consiguieron llegar enteros y fatigados al torreón. Samika no soltó en ningún momento a Twixy's, temiendo perderse y cuando llegaron al portón fue la que llamo para que les abrieran la puerta.
-Joder...¿no podemos tener ninguna salida sin accidentes o monstruos? -se quejo casi sin aliento ya en la seguridad del torreón, acercándose al sofá para sentarse, recobrando el aliento y dejando a cualquiera de sus amigos contar lo que había pasado pues ella poco sabia realmente. No había salido heridos ni nada, pero el susto no se los quitaba nadie. Realizo un vistazo alrededor contando las sombras presentes, calmándose al notar que estaban todos.
Lo único que no sabia es si Teson había llegado a seguirles. No es que le preocupara del todo, total el no podía ser herido, pero no saber a ciencia cierta si lo tenia frente a las narices o no le ponía un poco nerviosa.
-¿Tesón se quedó allí? -preguntó a sus compañeros pues por mas que quisiera no podría verlo de estar este allí.
Fue un carrera llena de tropiezos, atravesar aquel dichoso pasillo que antes usaron para llegar a la bahía no ayudaba a mucho, pero consiguieron llegar enteros y fatigados al torreón. Samika no soltó en ningún momento a Twixy's, temiendo perderse y cuando llegaron al portón fue la que llamo para que les abrieran la puerta.
-Joder...¿no podemos tener ninguna salida sin accidentes o monstruos? -se quejo casi sin aliento ya en la seguridad del torreón, acercándose al sofá para sentarse, recobrando el aliento y dejando a cualquiera de sus amigos contar lo que había pasado pues ella poco sabia realmente. No había salido heridos ni nada, pero el susto no se los quitaba nadie. Realizo un vistazo alrededor contando las sombras presentes, calmándose al notar que estaban todos.
Lo único que no sabia es si Teson había llegado a seguirles. No es que le preocupara del todo, total el no podía ser herido, pero no saber a ciencia cierta si lo tenia frente a las narices o no le ponía un poco nerviosa.
-¿Tesón se quedó allí? -preguntó a sus compañeros pues por mas que quisiera no podría verlo de estar este allí.
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Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
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Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
19/08/15, 07:15 pm
Una vez dejaron la bahía atrás y estuvieron de nuevo en las calles pudieron tomar aire para continuar. Por algún motivo Tesón no los había seguido, pero al fin y al cabo no había necesidad de preocuparse por su vida. «En realidad incluso me alegro de haberlo perdido de vista, pero probablemente aparezca por el torreón tarde o temprano».
En parte por el miedo, y en parte porque a lo mejor Tesón ya se les había adelantado e iba hacia el torreón, retomaron el paso para volver directamente al refugio. Hubo suerte, y la vuelta fue tranquila.
Nadie en el torreón esperaba que regresasen tan pronto de la bahía. Se miraron unos a otros con preocupación, con la excepción de Lemus, que desapareció por las escaleras del sótano para bajar el puente. Las voces no transmitían urgencia, pero sí cansancio.
Eara abrió la puerta, preguntando qué había pasado. La gente entró y Arik se asomó a la escalera para pedir a Lemus que subiese ya el puente. Ayne se quedó parado al lado de su aurva y resopló con cansancio a modo de respuesta. En ese momento Samika habló.
—¿Tesón? ¿Le habéis visto? —A Eara la mención al roquense la cogió por sorpresa. Se preguntó si la carrera tenía que ver con él, pero luego recordó que era imposible adelantarle si él no quería que lo hicieras.
—Sí, ahora lo contamos —le dijo a Eara. Luego se volvió hacia Samika—. No está aquí. Estaba convencido de que se nos había adelantado. En fin, tampoco es que me preocupe su salud precisamente.
Ayne se encogió de hombros, y al ver aparecer a Lemus por las escaleras empezó a resumir lo que había sucedido en la bahía, con aportaciones de sus compañeros.
Eara se horrorizó al pensar en lo que podría haber pasado si alguien se hubiese acercado demasiado al agua en el momento equivocado. En cuanto a Tesón, estaba convencida de que lo volverían a ver pronto. No sabía hasta qué punto tenía interés en saber de él o cuánto temía su regreso. Por lo que habían contado los excursionistas, no había cambiado ni un poco, y aunque pareciese querer ayudarles no ponía nada de su parte para evitar conflictos innecesarios.
En parte por el miedo, y en parte porque a lo mejor Tesón ya se les había adelantado e iba hacia el torreón, retomaron el paso para volver directamente al refugio. Hubo suerte, y la vuelta fue tranquila.
Nadie en el torreón esperaba que regresasen tan pronto de la bahía. Se miraron unos a otros con preocupación, con la excepción de Lemus, que desapareció por las escaleras del sótano para bajar el puente. Las voces no transmitían urgencia, pero sí cansancio.
Eara abrió la puerta, preguntando qué había pasado. La gente entró y Arik se asomó a la escalera para pedir a Lemus que subiese ya el puente. Ayne se quedó parado al lado de su aurva y resopló con cansancio a modo de respuesta. En ese momento Samika habló.
—¿Tesón? ¿Le habéis visto? —A Eara la mención al roquense la cogió por sorpresa. Se preguntó si la carrera tenía que ver con él, pero luego recordó que era imposible adelantarle si él no quería que lo hicieras.
—Sí, ahora lo contamos —le dijo a Eara. Luego se volvió hacia Samika—. No está aquí. Estaba convencido de que se nos había adelantado. En fin, tampoco es que me preocupe su salud precisamente.
Ayne se encogió de hombros, y al ver aparecer a Lemus por las escaleras empezó a resumir lo que había sucedido en la bahía, con aportaciones de sus compañeros.
Eara se horrorizó al pensar en lo que podría haber pasado si alguien se hubiese acercado demasiado al agua en el momento equivocado. En cuanto a Tesón, estaba convencida de que lo volverían a ver pronto. No sabía hasta qué punto tenía interés en saber de él o cuánto temía su regreso. Por lo que habían contado los excursionistas, no había cambiado ni un poco, y aunque pareciese querer ayudarles no ponía nada de su parte para evitar conflictos innecesarios.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Maciel (Archivo VII)
19/08/15, 08:45 pm
No corrieron a toda velocidad todo el camino, por suerte no les hizo falta. Aun así se dieron toda la prisa que pudieron en llegar al torreón. En cuanto Twix cruzó la puerta lanzó su escudo al suelo y le dio una patada.
-¿Y a quién le superimporta?- le escupió a Samika- ¡Todo megaera perfecto hasta que llegó! ¿Es que no podemos tener un.día.normal?
Con cada pausa una nueva patada al escudo, hasta que ya empezó a hacerse daño y se fue a gritar con la cara pegada a un cojín.
Realmente deseaba con todas sus fuerzas que Tesón no volviera a aparecer, pero no estaba enfadada solo con él, sino también consigo misma. Habían bajado la guardia, y podría haberles costado muy caro. Parecía que sus compañeros tenían más capacidad para mantener la atención en una cosa ''importante'' que ella y eso le fastidiaba. Se quitó las botas a tirones y se quedó boca arriba en el sofá, aun con el cojín sobre la cara.
-¿Y ahora qué superhacemos?
-¿Y a quién le superimporta?- le escupió a Samika- ¡Todo megaera perfecto hasta que llegó! ¿Es que no podemos tener un.día.normal?
Con cada pausa una nueva patada al escudo, hasta que ya empezó a hacerse daño y se fue a gritar con la cara pegada a un cojín.
Realmente deseaba con todas sus fuerzas que Tesón no volviera a aparecer, pero no estaba enfadada solo con él, sino también consigo misma. Habían bajado la guardia, y podría haberles costado muy caro. Parecía que sus compañeros tenían más capacidad para mantener la atención en una cosa ''importante'' que ella y eso le fastidiaba. Se quitó las botas a tirones y se quedó boca arriba en el sofá, aun con el cojín sobre la cara.
-¿Y ahora qué superhacemos?
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