Torreón Maciel (Archivo VII)

Ayne escuchó la historia sin apenas cambiar su expresión facial, pero estaba dándole muchas vueltas a lo que oía. ¿Cómo había podido dejarse caer Tesón? Y con el libro. Creía que el libro debía tener bastante que ver con su caída, ya fuese intentando arrojarlo o dejándolo caer por accidente, debía haber ido detrás… y quizá se agarró inútilmente a la cuerda del cubo. Pero el cómo no era tan importante como el resultado que tenían delante de sus narices, y decidió que daba igual. Notaba que Eara parecía más tranquila entre sus brazos, ya no sollozaba y había aflojado la presión de su abrazo. La notó cerrar los puños con más fuerza agarrando la camiseta de Ayne, pero se debía a la frustración que le causaba lo que quería decir.
—No pude hacer nada… nada. Nadie. Fue todo inútil. —«Y le he escuchado agonizar». Eara se sentía fatal por ser tan débil, por haber resultado inútil. No terminaba de asumir del todo la muerte de Tesón, porque lo que más la había horrorizado era el suceso en sí. Era muy consciente de quién era Tesón, de cómo era, y lo que significaba para ella. Pero era una criatura con sentimientos, que el día anterior se había estado esforzando por atender a alguien a quien apreciaba dejando el miedo de lado. Pensar que había estado vivo, pero ya no, era desolador sin importar de quién se tratase. Solo al lograr calmarse se dio cuenta de que podría asumirlo con un poco de tiempo, aunque su humor seguiría viéndose afectado una temporada.

Ayne no respondió a sus palabras pero le acarició la espalda de forma tranquilizadora.
—¿Ritos? —le respondió a Samika—. Para respetar sus costumbres tendríamos que preguntar a Armonía, y no estoy seguro de querer hacerle preguntas. Tampoco creo que tengamos muchas opciones aquí.
Mientras hablaba, Kirés decidió ser más práctico, y Ayne agradecía la iniciativa. Eara, sin embargo, deshizo el abrazo y escrutó al enderth. Quería preguntar a dónde lo llevaba, pero sabiendo lo limitadas que eran sus posibilidades, en el fondo prefería no saberlo.
—¿Por qué no vas con ellos? —le susurró a su edeel. Él abrió la boca para protestar, pero ella no le dejó. Tal vez si le permitía replicar luego no podría defender su postura—. Hacen falta por lo menos dos para cargarlo, y Samika no ve bien. Si algo los ataca mientras lo cargan… —La preocupación con la que lo miraba hizo que Ayne chasquease la lengua.
—Está bien. Pero, ¿y tú? ¿vas a estar bien? —Parecía dudarlo seriamente. Eara era consciente de que había tenido un momento de debilidad, pero habría agradecido que su edeel reconociese que solía ser fuerte y de confianza en momentos críticos. Aunque también era muy consciente de su afán sobreprotector.
—Sí, estoy perfectamente. Por favor. Lo último que quiero son más problemas.
Él asintió de mala gana, le dio un beso en la frente, y desapareció en el interior del torreón, siguiendo a Kirés, Lemus y Samika. Ver el cadáver avanzar delante de él provocó que empezase a sentir un malestar creciente. No era insensible a la muerte de un ser como Tesón, pero no sentía exactamente tristeza. Sí muchas otras cosas, varias de ellas relacionadas con la seguridad de todo el grupo en aquella ciudad.

El patio se quedó en silencio, con la única excepción de los graznidos de las estirges. Eara empezó a pellizcarse distraídamente la piel del codo mientras procesaba qué debería hacer en primer lugar. Después fue consciente de la presencia de Hal dándole la espalda al patio. Parecía todavía en trance, y Eara recordó que a él nadie lo había confortado. Dubitativa, avanzó hacia él y le puso la mano en el hombro con suavidad.
—Ya se han ido. Ya no está aquí —supuso que sabía a qué se refería sin nombrar el tabú—. ¿Te encuentras bien?

La mano en el hombro lo sacó de su ensimismamiento, haciéndole dar un pequeño respingo. Giró la cabeza hacia atrás y, al ver quien era, se volvió, más lentamente. Arrastraba los pies y, con las manos en los bolsillos, se encogía. En aquellos momentos era más evidente que nunca que era de los más jóvenes del grupo.

La pregunta de Eara hizo que Hal se mordiera el labio. Sus ojos seguían tan secos como un desierto, y eso le molestaba porque sentía un nudo en la garganta. Abrió y cerró varias veces la boca, para terminar mirando a los ojos de la aurva.

—P-pues... No sé —confesó, trabándose—. ¿Cómo... cómo debería sentirme cu... cuando alguien a quien despreciaba ha muerto por... mi culpa?

Le pareció casi telenovelero lo que acaba de decir, y de haber tenido energías suficientes se habría despreciado por ello. Pero no las tenía. En aquello momentos lo único que sentía era un gigantesco vórtice de la más profunda apatía.

—Me dijo que estudiáramos juntos —mencionó, vueltos otra vez los ojos al suelo—. Si yo hubiera aceptado...

Lo dejó en el aire, sin completarlo. «Si yo hubiera aceptado esto no habría sucedido» se dijo. El nudo de su garganta se hizo más fuerte, las lágrimas comenzaron a llegar a sus ojos. Por un momento se imaginó con el otro grupo recién llegado, algunos preparando la comida, Tesón sacándoles de sus casillas, y él ya sin paciencia. Una escena que, según pensaba, podría haberse dado si hubiera accedido a compartir el libro con Tesón. Pero eso ya no volvería a suceder.

El chico tenía un aspecto horrible. Parecía costarle incluso arrancar a hablar y a Eara le conmovió. Ni siquiera ella se sentía recuperada del todo, pero no podía evitar querer reconfortar a Hal. O quizá el hecho de que él se veía peor le daba fuerzas para sobreponerse y actuar con sensatez.

Cuando el carabés habló por fin, la dejó tremendamente confusa. Solo entendió a qué se refería cuando hizo una aclaración, y automáticamente abrió la boca para replicar.
—No, no, no. Eso no es así, Hal… —Necesitó unos segundos para buscar la mejor forma de decirlo. Entre tanto en ningún momento dejó de apretarle el hombro; le habría abrazado incluso de haber tenido mayor confianza con él, pero ni el chico ni ella eran muy sociables, y Eara temía incomodarlo—. Tampoco habría pasado esto si hubiésemos intervenido en la discusión, si hubiésemos llegado antes, o desatado la cuerda más rápido, si supiésemos más hechizos… Hal, no tiene sentido que te culpes. A lo mejor todos tenemos parte de culpa, o ninguno, porque ni siquiera sabemos qué ha pasado.

Solo habían transcurrido escasos minutos desde sus propios lamentos de culpabilidad, pero al ser ella quien debía forzar la sensatez en otro, recuperaba la propia rápidamente. Empezó incluso a creerse sus palabras, aunque el remordimiento era algo que difícilmente iba a desaparecer.

—Y eso es lo peor...

Se fue acercando al pozo, compungido, aguantándose las lágrimas.

—Si lo supiéramos, o, o si hubiera sido algo —la miró, con ojos humedecidos, haciendo algún aspaviento que intentaba abarcar todas las ruinas que les rodeaban—, no sé, algún engendro de los que pululan por esta ciudad arruinada, pero... No —estaba algo más calmado cuando comenzó a acariciar la piedra del pozo, mirando al fondo. Entonces comenzó el llanto—. Ha sido un accidente, un estú-estúpido acciden co-como po-dría haber pasado e-en cualquier lugar, aquí, o en Carabás o...

Sorbió con la nariz y volvió a forzarse a no llorar, mirando al suelo. Cualquier otra cosa habría pensamientos liberadores como "debo entrenar más" o "maldita ciudad, ha sido tu culpa". Pero de este suceso no se podía culpar a nadie. Y, por tanto, había que cargar con la pena íntegra. Por el suceso y por no haber estado con él cuando salió al patio.

Eara no pudo evitar seguir al chico hasta el pozo. Sin darse cuenta todavía, había desarrollado miedo al pozo, a que alguien cayera de nuevo. El mero hecho de que alguien se asomase iba a ponerla alerta todas las veces.
—Pu… pues es lo que dices, un accidente. No es culpa de nadie —le respondió. Sus ojos empezaban a humedecerse de nuevo a la vez que los del carabés, pero peleaba para que no volviesen a brotar las lágrimas.
—Vamos adentro, Hal. Ya no hay nada que hacer aquí fuera. —Era mentira, porque la ropa seguía tirada por el suelo, y había que volver a colocar la cuerda en el pozo, pero nada de eso tenía por qué ser responsabilidad de Hal. Pensó que quizá ayudaría dejar de ver el lugar donde habían encontrado a Tesón—. Puedo calentar leche y nos sentamos en el sofá hasta que nos tranquilicemos, mientras no vienen los demás.
Lo intentó agarrar de la mano para tirar de él hacia el interior del torreón con suavidad.

Se djó guiar hacia dentro todavía muy compungido. Casi parecía un muerto viviente, y tuvo que reprimir un escalofrío al imaginarse así. Le vino a la cabeza el recuerdo del engendro nigromántico de la plaza de la Fuente y sintió la necesidad de salir fuera. Era posible que lo que una vez fuera Tesón acabara así, con su cadáver robado por un mago despiadado. Por desgracia sabía que sólo era un impulso. A aquellas alturas ya no sería posible alcanzar al otro grupo y convencerles de incinerar el cadáver. Bajó la cabeza, sintiéndose desdichado.

Sorbió del vaso de leche, con las manos levemente temblorosas. El silencio estaba instalado en Maciel, y su presencia no era apaciguadora. Antes al contrario, invadía todos los rincones, sepultaba y asfixiaba. El silencio y la calma, no eran de ayuda en aquel momento, puesto que no hacer nada por fuera le obligaban a trabajar por dentro. Y eso sólo hacía que reviviera los desafortunados sucesos de aquella tarde. El carabés lamentó entonces no tener nada sobre lo que dibujar. Añoraba aquella práctica, y bien era posible que pudiera ayudarle a sacarse algo de su malestar interno.

—E-Eara —musitó, sintiéndose algo avergonzado de repente. Su cara cobró un color mínimo debido a la subida de sangre, aunque sus ojos seguían mirando hacia abajo. Algo más inexpresivos, eso sí, que momentos antes—. Y-yo... Necesito hacer algo. Alguna cosa que no permita pens—.

Un grito le interrumpió. El resto del grupo había vuelto. Y, con horror, se dio cuenta que por el tono de las voces tenían mucha prisa en entrar.

No pudo ver a quien apuntaba Kires, pero esa reacción provoco que todas sus alarmas se activaran. El enderth no atacaba nunca por atacar ni amenazaba a no ser que notara algo perjudicial o que no entendiera. Ella no veía a ese supuesto Tesón y solo había catalogado como fantasma por las palabras de Lemus, siendo seguramente lo mas cercano a algo similar que pudieran conocer. Peor tal vez no fuese eso. No en una ciudad de monstruos como esa. Gente rara los había llevado a esa ciudad bajo engaños ¿no era normal pensar que existía mas engaños camuflados en ese lugar? 

El grito de Ayne la espabiló y tan solo reacciono a tiempo para correr, siendo casi llevada en volandillas por Lemus, sintiéndose mas bolso que nunca, agradeció que el humano no la soltara, pues la repentina velocidad le había pillado por sorpresa. Corrió, sin pensar en nada mas que en llegar al torreón y escapar de ese 'tesón' y en cuanto lo hicieron llamo a la puerta agradeciendo su resistencia física o estaría expulsando el corazón por la boca.

Fue Emmit el que abrió y entraron apresuradamente, cerrando la puerta tras de si. Como si eso fuese a valer contra alguien que atravesaba paredes.

-Ahí afuera, trampa...o fantasma de tesón. Algo...raro acaba de pasar -dijo recobrando el aliento no sabiendo como explicar lo que había oído sin que sonara a locura de las grandes. Así que dejó los detalles a alguno de sus compañeros que si que habían visto lo sucedido. Inspiro y expiro profundamente, intentando calmar sus latidos- ¡Este lugar es una locura! Se nos ha presentado un supuesto Tesón tras que dejáramos su cuerpo en la cicatriz.- añadió un poco nerviosa, pues incluso decirlo en voz alta sonaba ridículo-  ¿No nos siguió verdad? -pregunto preocupada a sus compañeros, pues si lo había hecho o no, no podía saberlo.

Twixy's estaba tumbada boca arriba en su cama, descalza, y con el libro de magia abierto sobre su vientre. Una gema agrietada y de color verde sucio flotaba a un palmo de su cabeza, dando vueltas sobre sí misma. La frivy la había encontrado en un baúl de la armería hacía ya unos días, (posiblemente antes perteneciera a algún talismán) con la esperanza de que si le sacaba brillo podría usarla como adorno, pero era igual de fea que cuando la encontró. Le había encontrado por fin uso para practicar el hechizo de levitación, pues era ligera y si se caía al suelo y se rompía poco iba a llorar por ella.

Había tardado unos pocos intentos en lograr el hechizo, y lo estaba manteniendo para comprobar su aguante. Había empezado a notar los efectos del drenaje de magia, y se estaba adormilando con el vaivén de la gema, aun así sentía que podía seguir aguantando un buen rato. El grito de los recién llegados rompió su concentración. El hechizo se rompió y la gema le cayó en la frente.

-¡Auchy!- se quejó, incorporándose rápidamente y llevándose la mano al golpe. Había sido más el susto que otra cosa, pues la gema era bastante pequeña y no tenía ningún borde afilado.

Dejó el libro a un lado y dejó el cuarto, sin molestarse en calzarse. Había revuelo abajo, no esperaba que sus compañeros volviesen precisamente contentos pero tampoco con esa... urgencia, en la voz. Cuando llegó al final de la escalera Samika estaba terminando su explicación.

-¿Superqué no os ha seguido?- preguntó con preocupación. No necesitaban que el día fuese aún más desagradable.

El repoblador sabía que a su alrededor todos sobrellevaban el pesar lo mejor que podían pero en cierto modo le molestaba toda esa pasividad ante un hecho inherente a la vida misma, le daba rabia encontrarse cohibido e impotente por el dolor y le  enfurecía aún más ver el dolor en el rostro de los demás “¿Qué derecho tenemos a estar de luto después de todos los altercados que hemos tenido con él? ¿De verdad sentimos todos el mismo dolor por su perdida?” Una voz en su interior le decía que todo esto estaba mal, muy mal, y que la mayoría de esos sollozos no eran por el que faltaba sino por el shock de ver la muerte tan de cerca y esto, hacía que le hirviese la sangre y el dolor y la culpabilidad aumentasen vertiginosamente. Pero no se movió de su sitio.

Ergot hizo caso omiso al regreso de los sepultureros, su mente y su cuerpo aún estaban haciéndose a la idea de la perdida y lo último que quería era entablar conversación con alguno de sus compañeros pero el tono de alarma y la voz impregnada de terror de Samika le impulso a salir de debajo del sofá en un suspiro mientras que se perjuraba así mismo que no tenía nada que ver con el hecho de haber escuchado el nombre de Tesón en las palabras de saludo de la humana.

Así que se colocó ante los recién llegados dirigiéndole una mirada de soslayo y aprobación a Twixy’s por su pregunta, sus extremidades aun temblaban y estaban lejos de recuperar su estado normal, su voz oscilaba cuando habló:

- A qué… ¿A qué te refieres con una trampa? ¿Y a no sé qué fantasma?- Tragó la saliva que no tenía, su garganta estaba reseca pero lo último que quería hacer en esos momentos era ir al pozo, por lo que siguió hablando, haciendo eco de la pregunta de la frivy, mientras aumentaba sin poder evitarlo el tembleque de su voz y de su cuerpo: -¿Qué os ha seguido? ¿El cuerpo de tesón os ha seguido? ¿O su espíritu? ¿O un monstruo? ¿O una alucinación?... ¡AAAAAAAARGH! Esto nos va a volver locos… ¡Tesón se ha muerto! ¡Ya esta no hay nada más que hacer! ¡Y si un monstruo os persigue o lo que sea habrá que hacerle frente! No tenemos opción, nunca la hemos tenido… -Parecía intentar convencerse más así mismo que al resto pero conforme hablaba su discurso cogía fuerza contrariamente a su cuerpo que le traicionaba: -No podemos quedarnos quietos, tenemos que continuar, hacer lo de todos los días, deberíamos preparar la comida y entrenar y pasearnos por el torreón, se ha muerto pero no es el único, en este momento aquí o en cualquiera de nuestros mundos se está muriendo alguien, y ni el tiempo ni Rocavarancolia nos va a esperar… Eara o Samika o Hal o cualquiera o quien sea ayudadme a hacer la comida, no nos podemos quedar así. Esto es enfermizo.- Y de este modo, los nervios del repoblador explotaron.

Negó con la cabeza y se alejó del resto hasta llegar a las cestas, sin esperar una respuesta y sin querer saber si alguien le seguía, iba a ser un día muy largo para todos y ya lo que pensasen de él le importaba un rábano, que le tomasen por un loco era la menor de sus preocupaciones por el momento. Y sin saber muy bien que hacer, empezó a sacar cosas que reconocía y se dispuso a hacer una ensalada, pues era cierto que estaba determinado a hacer la comida pero eso no implicaba acercarse al jorno infernal.

Eara cumplió lo dicho y retiró la olla con agua del fuego, cambiándola por un cazo con leche. Echo de más por si alguien, aparte de Hal y ella, quería un vaso de algo caliente. La comida estaba a medio hacer, pero no pensó siquiera en retomarla por el momento. Cuando se sentó, tendiéndole al carabés un vaso, no quiso romper el silencio a menos que lo hiciese él, pero al sentarse a su lado le dio un apretón en la mano. El ambiente era lúgubre y ella era incapaz de cambiar eso. También tenía mucho en qué pensar.

Cuando Hal por fin volvió a hablar, Eara levantó la mirada y le observó, aliviada porque se hubiese decidido a abrirse un poco. Pero no pudo llegar a contestarle porque los interrumpió la urgencia de las voces al otro lado del foso. Eara se levantó como si tuviera un resorte y fue hacia la puerta mientras Emmit bajaba a toda prisa por las escaleras para bajar el puente.

Al lograr pisar el torreón, Ayne le dio unas palmadas en el pecho a Emmit, que acababa de reaparecer por las escaleras.
—Sube otra vez el puente.
Luego se inclinó, apoyándose en las rodillas, para tomar resuello. La petición respondía más a un impulso supersticioso que a la lógica. No tenía ni idea de qué había visto, pero la sensación de seguridad se incrementaba siempre que el puente impedía el paso desde el exterior.

Entre tanto Samika ya había dado las noticias, pero Ayne no se irguió para verle las caras al recibirlas. Salvo cuando escuchó la exclamación de sorpresa de Eara. Levantó la vista y la vio a través del flequillo llevándose la mano a la boca con los ojos muy abiertos. «Opino lo mismo».

Si alguien iba a abrir la boca para responderle a Twix, no llegaron a hacerlo, porque Ergot salió de la nada y empezó a hablar y sermonearlos. Como era habitual, el pequeño se tomaba las cosas a su manera. Ayne se preguntaba si el repoblador creía que habían alucinado aquella cosa con aspecto de Tesón. «Como si pudiésemos alucinar con lo mismo los cuatro a la vez. Tiene que ser cosa de magia».

Eara sí entendía qué motivaba a Ergot a decir todo aquello. Momentos antes habría tenido todo el sentido del mundo, pero en ese momento quería saber más de aquel encuentro con un Tesón falso. Estaba muy preocupada por lo que pudiera haber sido. Por otro lado, se dio cuenta por fin de lo afectado que estaba también Ergot, y decidió ir tras él solo para que el repoblador pudiera distraerse. Pensaba seguir escuchando todo lo que tuvieran que contar los recién llegados desde la cocina.

—Tesón, Twix —aclaró Ayne, que ya había recuperado la posición vertical—. Algo… mágico, o lo que sea. Ya no teníamos el cuerpo, y apareció levitando. Levitando, luces, y después atravesó a Kirés. Hablaba como él, era él. —Se giró hacia Hal, buscando respuestas—. ¿Qué clase de magia era eso?

La entrada del grupo mantuvo en tensión a Hal, en especial ante la urgencia que, al parecer, había en levantar el puente. Por suerte no se escuchaba ningún ruido cercano, lo cual indicaba que, si algo les había seguido, había perdido el rastro antes de llegar al torreón. Por la mente del carabés pasó el recuerdo de su primer día y del escarabajo que dividió a ambos grupos. Lo borró con rapidez de su memoria, y respiró de alivio cuando Emmit cumplió.

Las palabras de Samika lo dejaron como la cal, o lo hubiera hecho si no hubiera sido ya tan pálido de forma natural. Sus puños se apretaron con fuerza en el cojín del sofá, mientras su mente entraba en crisis ante la declaración de la humana. La pataleta de Ergot, al interrumpirle sus pensamientos, le hizo soltar un pequeño suspiro de frustración. Pellizcándose el puente de la nariz intentó solucionar de alguna manera la pizarra en blanco en la que se había convertido su mente, pero no encontró la forma.

Las palabras de Ayne confirmaron sus sospechas e hicieron que se mordiera el labio con preocupación. Aquello cambiaría mucho las cosas, que con toda probabilidad serían ahora más difíciles.

—Pues... Pues tiene pinta de que era el fantasma de Tesón —respondió, con una cara que desvelaba en parte una incipiente y desesperada preocupación. El shock de la muerte y del nuevo estado de su compañero se veía mitigado por las infinitas y aterradoras posibilidades que tenía un Tesón que ni comía ni dormía.

–No nos ha seguido –Fue lo que respondió Kirés a la pregunta de samika en cuanto pudo hacerlo. –Al principio ni siquiera nos siguió, para cuando lo perdí de vista se hundía en el suelo.

El propio enderth no tenía muy claro qué era lo que había sucedido allí atrás, simplemente había reaccionado deprisa y analizado lo que pasaba a su alrededor con las explicaciones más lógicas y con más sentido que pudo sacar, para finalmente tomar la decisión más lógica ante una amenaza desconocida: Salir de allí. Lo espiritual no existía en su cultura, y cualquier existencia posterior a la mente era inconcebible, de modo que había deducido que sería algún tipo de ilusión, considerado que la estaría creando un depredador camuflado (si podía crear ilusiones podría enmascarar su presencia).

Como empezaba a ser costumbre, el repoblador reaccionó de una forma que no terminaba de entender del todo, y como también empezaba a ser costumbre: decidió ignorarlo. Ya más adelante las palabras de Hal atrajeron su atención. Parecía que el carabés tenía alguna idea de lo que había pasado.

–¿Qué es un fantasma? Nunca había escuchado nada al respecto.

La reacción alrededor no se hizo esperar, primero Twixy's que no sabía que ocurría y luego la explosiva reacción de Ergot cuya línea de pensamiento le resulto algo confusa en esos instante donde su mente intenta racionalizar lo ocurrido de la forma más eficaz para no volverse loca.
 
El que Hal confirmara la posibilidad de que fuese un fantasma, tras la descripción dada por Ayne, le hacía sentir inquieta. Una ilusión o trampa no es que fuese algo positivo, pero al menos sería algo que quedaría fuera de aquellas paredes, un fantasma era...en pocas palabras, un gran problema. Un muerto no puede matarse de nuevo, ni herirse, ni callarlo, ni nada de nada y tener a un fantasma de Tesón pudiendo rondando cerca no era nada tranquilizador. De por sí que hubiese un fantasma, en general, no era tranquilizador. Era una locura.
 
Por suerte Kires le confirmó que Tesón no les había seguido y pudo respirar aliviada, el no poder verlo le daba aun más miedo. Pues era ajena a si podía estar al lado suyo, mirándola, haciéndole muecas, intentando tocarla, pues para ella la única existencia real de Tesón, era su voz. Y escuchar algo que para nada puedes ver por mucho que te esfuerces, daba mucho miedo.
 
-Los fantasmas...-murmuró decidida a responderle a Kires, pues no parecía ser el único que no tenía idea de lo que era un fantasma, al parecer la excepciones podían contarse entre los humanos del grupo y Hal, en inicio. Así que decidió dar una explicación lo más neutral posible. Así que intento calmarse un poco, antes de continuar- Son las almas de los muertos. Se cree que la persona tienen un cuerpo espiritual y un cuerpo físico y al morir el cuerpo físico el cuerpo espiritual sale. - añadió suspirando contar aquello era problemático, pues en su mundo era algo bastante discutido y nadie llegaba a una respuesta sobre lo que pasaba con la gente que moría o si lo de los espíritus era real o simple cuentos de vieja para asustar a los niños. Solo se centraría en lo que sabía de ellos según lo que se contaba, sin ahondar en religiones

-Ese espíritu es lo que llamamos fantasma, se les dice a aquellos que han muerto de forma trágica o que han dejado asuntos pendientes sin realizar antes de morir. Normalmente nadie puede verlos, solo personas con ciertos dones pueden -dijo Samika un poco incomoda pues como decía eran cosas que se contaban y que ella no podía asegurar eran verdad o no.- El que aquí sea visible tal vez es por cosa de la propia ciudad y no de si nosotros tenemos un "don" como el que mencione antes -añadió intentando explicarse lo mejor posible y viendo a un lado a Hal por si quería añadir algo, no sabía bien como era la cosa en su mundo. Ella sabía porque no podía verlo, no era cosa de si tenía magia o no. Lemus no tenía y lo había visto, solo era cosa de su ceguera.
 
- Creedme que en la vida habría pensado hablar con uno y mucho menos estar contando sobre ellos tan en serio -murmuro subiendo las piernas sobre el sofá para abrazarlas. Esa tensión era insoportable.
 
-Solo tened algo seguro, si es un fantasma, estamos jodidos. No se le puede parar, ni tampoco callar, no puede comer, ni necesitan dormir. Y a no ser que la magia le haga efecto, tendríamos alguien prácticamente intocable rondando alrededor. Es una existencia realmente triste para el y agotadora para nosotros -murmuro con un suave suspiro pues ni siquiera al ave le deseaba ese tipo de existencia. Tesón era complicado de tratar vivo, no quería imaginarlo en aquel estado, donde seguramente les odiaría por no salvarlo ¿porque había vuelto y no había podido descansar?. Así que aunque sonara un poco cruel, ojala no encontrara el camino de vuelta o no habría forma de vivir en paz allí. 

Definitivamente aquello era una autentica mierda, una pesadilla y una locura. O enloquecía antes o moría de un infarto por la presión, lo que llegara primero. Ademas, de por si vivir con un fantasma no podía catalogarse de normal y cotidiano, de ninguna manera. "Ya tan solo estar pensando seriamente en ello me hace plantearme el esta actual de mi cordura" pensó Samika realmente agotada por todo lo de ese día. No daba mas de si.

-Shhh, superdeja de chillar- susurró Twixy's en respuesta al ataque de nervios del repoblador.

Su mente intentaba procesar lo que acababa de ocurrir. Primero Tesón no estaba, y ahora de alguna forma había vuelto, y podía atravesar paredes y personas. El macanismo cerebral que había empezado a borrar los recuerdos del roquense se detuvo en seco, la frivy empezó a temblar de la misma forma en que lo había hecho Ergot. El suelo bajo sus pies desapareció, y su escaso desayuno empezó a treparle por el esófago.

-Creo... que no me hiperencuentro muy bien.

Las palabras de sus compañeros no le inspiraban más miedo que el del mismo desconocimiento. Ya le resultaba bastante difícil enfrentarse a una realidad que ignoraba por completo, algo que su cultura le había enseñado a evitar desde su más tierna infancia, para encima añadirle más información desagradable. Quería que todo el mundo se cayase, que dejasen de hablar de Tesón y de fantasmas y de lo que fuera. Quería que toda la ciudad desapareciese, volver a su mundo donde no necesitaba comerse tanto la cabeza con estupideces como la muerte. Ya no siquiera recordaba su objetivo original en aquella ciudad.

Retrocedió hasta la escaera y se dejó caer sentada en uno de los primeros escalones. Temblaba violentamente, por lo que entrelazó las manos para intentar detenerlo. Decidió olvidarse del mundo por un instante, apoyando la cabeza contra el muro de piedra y entrecerrando los ojos. ¿Por qué tenía que ser todo tan complicado? No se percató de cuando Lemus le rodeó los hombros con los brazos ni como la condujo a uno de los sofás.

El repoblador agradeció sinceramente no ser el único que no entendió eso de “fantasma” por lo que estuvo atento, aunque fingía ignorarles, tanto a la pregunta de Kires como a la respuesta de Samika. La explicación de lo que era un fantasma le dio más terror que alivio y decidió que lo mejor hubiese sido no averiguar nada, no ser un cotilla y llevarse mejor la desagradable sorpresa de golpe. Estar en tensión a la espera de algo que puede aparecer en cualquier momento sin saber por dónde viene, no era uno de sus estados de ánimo favoritos y le traía muy malos recuerdos, era la sensación de una presa ante un depredador y el entendía mucho de eso ya que casi cualquier criatura se lo puede comer, está en los puestos más bajos de la pirámide alimenticia. En todo caso, se dijo así mismo que lo mejor que podría pasarles es que esa visión de espíritu Tesoniano no fuese más que una alucinación provocada por la ciudad.

Hizo la comida con Eara sin cruzar apenas palabra, solo las justas y necesarias. Su atención estaba puesta en cortar, pelar y comerse las mondas de verduras sobrantes mientras dirigía miradas de soslayo a sus compañeros de torreón, en sus rostros y en sus expresiones. No podía evitar pararse un par de segundos más en la figura temblorosa de Twixy’s para el repoblador era como ver derrumbarse a un árbol milenario, siempre tienes la impresión de que se va a mantener en pie y cuando cae uno se empieza a replantear todo.

Al fin terminaron de preparar la comida sin incidentes y percances notables.

Luego llego la comida que al menos para el repoblador fue uno de los momentos más tensos e incómodos de toda su vida. Pero se dijo así mismo que solo era una impresión suya. Al terminar y al levantarse todos de la mesa, el pequeño bicho decidió que lo mejor era intentar cambiar un poco el ambiente, por lo que sin muchas ganas y sin estar del todo convencido de que eso fuese lo correcto se puso a saltar sobre uno de los sillones, mientras esperaba a ver si se derrumbaba alguien más o lo peor que apareciese lo que esperaba que no existiese.

¡Torreón a la vista! <<Por fin. ¡No se van a creer las cosas que he visto! Aunque... Bueno, si esos herejes locos les han contado lo mismo que me dijeron a mí... Primero tendrán que creerse que estoy vivo y aleteando>> Y fue al pensar eso cuando cayó en la cuenta de algo que le habría dado cierto brillo de emoción a sus ojos de haber estado vivo. ¡Ya no necesitaba sus alas maltrechas para volar! Sería el primer roquense en estar en ese estado, además. Tenía que volver a casa, pero a la de verdad, no a ese edificio asqueroso sobre cuyo foso se encontraba flotando.

—¡Soy Tesón! ¡Voy a entrar, ya os habrán dicho que atravieso paredes así que no os asustéis! —avisó antes de seguir.

Había pasado días temiendo que se hartaran de él y le echaran. Había tenido al foso y al puente, insuperable e impenetrable. Pero ahora que atravesaba cosas y gente, ¿qué debía temer de esos pobres herejes? <<Soy libre. Ahora son ellos los que se deben andar con cuidado>> Terminó de cruzar el foso, atravesó el puente levadizo y apareció al otro lado de la pared y puerta.

—¡Pero si son mis herejes favoritos! —saludó a voces y con los brazos extendidos—. Veamos. Si Kirés  os ha contado alguna tontería, ni caso. Soy yo, el de siempre, solo que la Voz escuchó mis plegarias y ahora soy libre. Mucho más que vosotros. Para que luego digáis. Y no, no estoy muerto, pero parece que me queréis muerto con tanta insistencia, ¿eh? —les increpó. Durante su pequeño monólogo había estado flotando por el salón y la cocina, buscando que todos los presentes pudieran verle bien. Que vieran que no podrían ni dispararle ni golpearle ni nada.

>>Y a ver, los excursionistas, ¿por qué desperté cerca de esa brecha de huesos y luego os vi por la zona? No recuerdo nada antes de eso así que ya podéis explicar qué pasa —acabó el fantasma mientras se cruzaba de brazos.

Fantasmas. Aquella posibilidad para los sinhadres no tenía nombre pero sí se les había pasado por la cabeza. Asuntos pendientes, el alma… daba mucho para pensar, pero lo cierto era que nunca lo habían escuchado ni vivido. En sinhdro no había fantasmas, o eso creían ambos. Pero entonces, mientras terminaban de preparar la comida, aquello había sido solo una teoría más.

Los ánimos estaban por los suelos, y la comida se sirvió más por costumbre que por petición de los estómagos de los macieleros. Para cuando sonó la voz de Tesón al otro lado del puente, los platos estaban aún apilados sobre la mesa y algunas personas continuaban sentadas, entre ellas los sinhadres. Eara dio un respingo y se echó hacia atrás en la silla. Había querido creer que las cosas seguirían en calma, pero sabía desde buen principio que era un deseo demasiado optimista por su parte.
—No puede ser —murmuró por lo bajo Ayne al mismo tiempo, apretando los dedos contra la mesa hasta que se quedaron blancos.

Y lo que fuese aquello entró. Estaba de un humor excelente, convencido de que continuaba con vida. Pero no podía estarlo. Su cuerpo ahora no era más que huesos o quizá ni eso, ¿sería posible vivir sin cuerpo?
—¿Eres… eres capaz de tocar algo? —preguntó Eara, impresionada por su demostración de intangibilidad. Había algo que le preocupaba y es que si aquello era Tesón de verdad, y si se creía a pies juntillas lo que acababa de decir, ¿cómo reaccionaría si le explicaban que había muerto?

Ayne se preguntaba algo parecido, por eso quiso evitar la palabra muerte cuando trató de darle una respuesta, haciendo de esta algo muy impreciso.
—¿Recuerdas lo que pasó en el pozo? Ya no tienes cuerpo al que volver, Tesón —explicó—. ¿Qué es lo que eres, entonces?