Cicatriz de Arax

Wen avanzó con el arco cargando, aunque agachado, alerta a todo movimiento proveniente de la ciudad. A pesar de haber escuchado los pasos de Matt, le sorprendió que este le comenzara a hablar. Wen no quiso permitirse distraerse, por lo que, aunque le escuchaba, ni le miró ni dio indicios de estar haciéndole caso, seguía con sus sentidos puestos en la calle. El chico le estaba dando las gracias. “¿¡las gracias!? ¿Cuándo fue la última vez que me dieron las gracias por algo? ¿Cuándo fue la última vez que hice algo que mereciera que me las dieran?” se preguntó a sí misma. Además, el norteamericano le estaba dando explicaciones. Ella ni se las había pedido ni las esperaba. A decir verdad, Wen nunca había dado explicaciones a nadie y no entendía de donde había salido la necesidad de Matt por dárselas. “Es de Estado Unidos, de donde son todos los héroes.” Se contestó para sí misma bufando.

Cuando Matt le ofreció las flechas, Wen se permitió por un momento quitar los ojos de la calle y posarlos en el chico. Llevaba el pelo mojado y una sombra de barba enmarcando una amplia sonrisa. “Sexy.” Pensó para su asombro. Enfadada consigo misma por esa inútil distracción, le arrebató las flechas de las manos y las puso en su carcaj con un movimiento rápido antes de volver a concentrarse en el camino.

- A ver si es verdad y los utilizas, porque, de ahora en adelante, mi par de piernas correrán solas, y no te imaginas lo rápidas que pueden llegar a ser. - le contestó a su comentario sin mirarle, con ese tono seco y sarcástico que le salía por defecto.

Anduvieron sin rumbo fijo durante demasiado tiempo. No tenían ni idea de a donde se dirigían, pero no por ello bajaban el ritmo. Eran conscientes de que habían perdido un par de veces, la única parte que conocían de la ciudad se encontraba en dirección contraria a la que ellos caminaban. Sin apenas darse cuenta a penas, llegaron por fin a un lugar diferente. No era exactamente como un cañón o una garganta, era más bien como si el suelo se hubiera resquebrajado y separado, como si fuera una cicatriz en el terreno. “Está llena de, ¿huesos?” a pesar de su pregunta mental, no se sorprendió por el contenido del desfiladero y más aun teniendo en cuenta que formaba parte de esa ciudad y tampoco vió la necesidad de detenerse en investigarlo, no parecía que fuera a darles mucha información.

Rápidamente, su vista dio con un estrecho y, aparentemente, inestable puente. Miró a Matt, Enna y Tsusu respectivamente, no parecía que ni la niña ni la planta pudieran hacer nada por vigilar mientras ellas pasaba, por lo que se dirigió a Matt.

- Yankee, cúbreme. Vigila toda la calle y ambas orillas mientras paso. No voy a poder estar atenta a todo eso y, además, procurar no hacerles compañía a esos huesos.- le ordenó, acompañando el mandato con una mirada seria. No le hacía ninguna gracia dejar su vida en manos de nadie que no fuera ella misma, pero tenía que admitir que la situación lo requería. Aunque llevaban mucho tiempo andando y no había habido ningún percance, no iba a confiarse.

Una vez segura de que el puente soportaría su peso, cruzó lo más rápido que su equilibrio y su velocidad se lo permitieron para volver a tener el control de la situación y espero vigilante a que pasara el resto.

Todavía no habían encontrado un edificio que no fuera sospechoso y Wen comenzaba a perder los nervios.

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Wedn parece estar distraída mientras le hablo, solo se gira hacia mi cuando le doy las flechas. Me mira a los ojos y algo dentro de mi hace que me ponga algo tenso. “Bonitos ojos tiene la señorita”

Andando durante un buen rato llegamos a una especie de grieta enorme bastante profunda. Me acerco al borde y miro el fondo. -Son...¿Huesos?- Efectivamente, son huesos enormes. Costillares enteros y cráneos enormes. “Espero que todos estos bichos estén extintos por que joder son enooormes” -¿Habéis visto el tamaño de ese cráneo? Joder... menudo bicho tenia que ser- Digo con cierto asombro.

Wedn me pide que le ayude y vigile los bordes de la cicatriz. Saco el arco y coloco una flecha. Tenso y destenso el arco como si jugase pero en realidad estoy vigilando cualquier movimiento a mi alrededor. Del fondo de la grieta escucho un pequeño traqueteo y al fijarme de donde provenía el sonido solo veo huesos. -Tss, hay abajo todo esta muerto, me imagino que será una especie de cementerio. Viendo el panorama, no creo que tengan mucho respeto por los muertos.- “Espero que nunca tenga que venir para formar parte de esos huesos”

Wedn pasa el puente. “Por lo que veo, es mas seguro de lo que parece.” Cruzo el puente rápido con el arco en las manos y espero a los demás hasta que crucen continuamos andando hasta ver un edifico que por fin me llama la atención. “Este edificio parece estar en mejores condiciones que el resto.

-Señores, ¿Por que no miramos dentro? Este sitio me gusta, me da buenas vibraciones- Digo con una sonrisa de oreja a oreja intentando suavizar mis nervios. “ En realidad nada de por aqui me da buenas vibraciones, pero este edificio parece estar en mejor estado. Matt que ni se te pasé por la cabeza entrar primero, esperaré a que alguien entre y ya después entrare yo. Si algo se tiene que comer a alguien, que no sea a mi.” Una extraña sonrisa algo macabra se dibuja en mi cara. Me adelanto hasta la puerta del edificio y me coloco a un lado de ella.

-Las damas primero- Digo mientras hago una ensayada reverencia algo cómica.

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Tras andar durante un buen rato, el pequeño grupo había llegado a lo que parecía un foso lleno de huesos, espadas, cascostes, cadaveres, palos, escudos, armaduras... Enna miró con detenimiento el lugar. ¿Cuantas personas habrían abrazado al demiurgo en aquella brecha negruzca que cruzaba la ciudad? ¿Cuantas personas habrían lanzado su ultimo aliento desde aquella montaña de huesos?

Enna se quedó completamente asombrada. Nunca había visto tanta muerte junta.
Escuchó a Matt y a Wed hablar, pero no prestó ninguna atenció a sus palabras. Solo salió de aquel extraño trance cuando vio que estos se alejaban por un puente que cruzaba aquel rio de pesadillas... o de maravillas.

La chica corrió hacia ellos y pasó justo despues que Matt. Lo hizo con cuidado, equilibrandose con las espadas enganchadas que sostenía en sus manos a modo de vara de funambulista. Tenía la sensacion de que caerse ahí, por muchas ganas que tuviese de nadar entre el amarillento marfil que relucía bajo el sol, no traería nada bueno para ella... no al menos si quería seguir viva para descubrir todos los portentos que esa ciudad prometía mostrarle a cada paso que daba.

Continuaron andando durante un rato hasta que dieron con un edificio al que Matt tenía ganas de entrar. Enna quería seguir investigando la ciudad. El hecho de volver a entrar a un edificio no le hacía gracia, pero no dijo nada. Dejó que Wed pasase delante.



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Como habían vuelto por una calle distinta de la que habían tomado para ir, tuvieron que andar varios metros por el borde de aquella grotesca cicatriz. Enna volvió a admirarla bajo los escasos rayos de luz que se reflejaba nen los huesos blancos y amarillentos. Le gustaba. Le parecía una obra de arte a escala monumental, algo por lo que el demiurgo debería de estar orgulloso. Por unos segundos, Enna se preguntó si el Demiurgo también habría creado Rocavarancolia... ¿Por que no? ¿Por que solo debía de existir un único mundo anterior? A lo mejor Rocavarancolia también estaba hecho como modelo de un mundo anterior y mas perfecto, un mundo para ella, donde realmente se apreciase la belleza de lo prohibido... ¿Por que no...?

Llegaron al puente y pasaron por encima de el casi a tientas... Enna volvió la vista atrás durante un segundo para mirar de nuevo aquel imponente cementerio "¿De que color sería su sangre...?" pensó antes de perderse de nuevo entre las casas...


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Con mi estaca de madera y un artefacto de cristal brillando voy el grupo a traves de las calles y de los callejones sin rumbo fijo.

No se de que están hablando, pero parecen estar pasándoselo muy bien; uno se alerta, otro se ofende... es divertido ver como los sepalians discuten entre ellos. Yo por mi parte sigo sin ver nada que no sea piedra o roca, ni un maldito punto verde en el cual puede germinar la vida...

Espera, dije piedra o roca solamente? quería decir tambien hueso; en frente nuestro se abre un acantilado lleno de huesos, craneos... es tan blanco y calcáreo que parece que brilla. El brillo de la muerte. Desde luego no creo que ahí pueda crecer un árbol...

- ¿Que habrá podido pasar aquí para que haya tanto ser junto?

Pero no me oyeron; como fuese.

Hay un pequeño puente... o un intento de puente cerca de aquí; y como no tenemos nada mejor que hacer ni nada más inteligente, pues lo cruzamos; es un poco estrecho, pero lo pasamos sin problemas, y como no, soltando cada uno de nosotros un comentario sobre lo estrecho que es y el mal rollo que daría caer por ese supuesto precipicio.

Tras cruzar el puente, a mi amigo Matt le da por entrar a un edificio; y junto a el; entramos todos.

- Igual aquí hay algo verde y vivo! Suelto una risilla tonta y les sigo.

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Recorrieron el camino con pasos rápidos, pero sin llegar a correr. No querían estar más tiempo del debido fuera del torreón, a pesar de que a Wen le hubiera gustado explorar un poco más la ciudad. Si, en un sitio como ese, había una biblioteca, ¿Qué más cosas podrían encontrar? Pero ahora lo inteligente era volver. “Si llegamos pronto, aun podré aprovechar los últimos rayos de luz para leer.” Se dijo para apretar el paso.

Caminaron por el borde de la cicatriz, sin peligro a resbalarse, pero lo suficientemente cerca como para poder asomarse a ella. “Millones de monstruos, humanos y otros seres ahí abajo. Quizás alguno de nosotros acabe ahí en el futuro. Un cementerio horrible para una ciudad que te pone constantemente a prueba.” Reflexionó con una leve sonrisa mientras cruzaba el puente alerta, con el arco cargado entre manos. Un montón de huesos no iban a asustarla tan fácilmente.

Ignorando las palabras de Matt, cruzó la cicatriz sin complicaciones. Lo primero era llegar, luego ya tendrían tiempo de ver los libros que cada uno había cogido.

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Pasamos por la cicatriz hasta llegar al pequeño paso por el que cruzamos antes.

"Adelante señoras y pequeñín." Al pasar por el pequeño mini puente me fijo de nuevo en el fondo. Ahora se ve mas oscuro que antes por la luz por lo que un escalofrió recorre mi espalda. "Me niego a acabar aquí." En el fondo veo espadas, armaduras enormes y huesos, millones de huesos.

- Este sitio es muy extraño. ¿Cómo habrá acabado esto así? ¿Son como nosotros? ¿ Así vamos a terminar todos?- No me gusta decir esto en alto la verdad pero necesitaba saca esas preguntas de mi cabeza. Sin esperar respuesta alguna me encamino de nuevo hacia el torreón.

"Quedan pocas horas de luz así que será mejor darme prisa. Paso de que a nuestros amigos bichos les entre el hambre y vengan a comer" Pienso mientras veo el bestiario que me prestó el bibliotecario.

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Volvemos a pasar por la brecha que había en el terreno... Sigue dando miedo este lugar con tantos huesos, tanta roña... ugh, da miedo pensar la clase de gigantes que pudieron ser los dueños de esos huesos...

Cruzamos el puentecito y ya estamos de nuevo en la otra parte de la brecha...

Cada cual lleva un libro; uno es enorme, otro es... normal; y el mío tiene una tapa muy bonita. Me pregunto que clase de tema tratará el libro... bueno, mañana será otro día.


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Después de asentir a Nasher, comenzó a andar por la calle, siguiendo el camino marcado en su mente como el correcto. Que ella abriera el paso no fue nada extraño, el día anterior también había sido así, así que tampoco se preocupó de que le siguieran. “Yo conozco el camino correcto. Es vuestro problema si no me seguís.” Les dijo en su mente.

Avanzaba por las calles como el día anterior, atenta a cualquier movimiento y peligro que pudiera haber. No tardaron mucho en llegar a la cicatriz, pero, para su desilusión, Wen se dio cuenta que tendrían que andar un rato paralelos a la misma hasta dar con el puente. “Estúpido libro con mapas viejos. ¿Cuándo habrá pasado esto? Tiene que ser reciente.” Maldijo en su interior.

Cuando llegaron, la morena no dudó en pasar la primera y esperar a que los demás pasaran repasando mentalmente el mapa, para volver a montar el recorrido en su cabeza y así encontrar el camino más corto a la biblioteca.

Una vez definido el recorrido en su cabeza, volvió a abrir la marcha, sin percatarse siquiera de si todos habían pasado.


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Siguieron a Wen que se movía con seguridad por las calles. Al final de una avenida, un gran foso en el suelo, como un río blanco y resplandeciente se abrió ante ellos, y Nasher corrió a asomarse. No se acercó demasiado, por si acaso no era seguro, pero sí lo bastante como para poder admirar el macarbo espectáculo. Era desconcertante, impresionante y... también daba un poco de miedo también. Los huesos implicaban cadáveres, y los cadáveres personas que antes estuvieron vivas. ¿Habrían puerto en paz o de forma violenta? ¿Era así como conservaban sus almas en esa ciudad? Nasher se hizo todas estas preguntas conforme avanzaban paralelos a la grieta en busca de una forma de cruzar.

Por fin dieron con un puente, y Wen cruzó de forma segura. Nasher... no tan seguro. No le desagradaban las alturas y tenían un equilibrio decente, pero no le agradaba la idea de pasar por encima de una tumba, era como si todos aquellos cráneos le estuviesen mirando de forma desaprobatoria. Al fin en el otro lado, se puso de puntillas para ojear el mapa de Wen por encima de su hombro, miró atrás para asegurarse de que todos sus compañeros cruzaban sin problemas y continuó su camino, no sin fijarse en el brillo que desprendían los ojos de Enna cuando miraba los huesos de la grieta.

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Seguimos a Wedn por los caminos y las calles hasta llegar a la grieta con los huesos. -Bueno, pues volvemos a vernos.- Digo mirando dentro del foso infestado de huesos. -Me da escalofríos enserio.-

Continuamos andando bordeando la grieta hasta llegar al puente. Paso el puente lo mas rápido posible y continuamos andando hasta llegar a la puerta de la biblioteca.


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Kestel no les facilitó nada la vuelta. Encima de que tenían que darse prisa y mantenerse alerta por si les atacaban, el chico tiraba de ellos, se escabullía y se quejaba para que le dejasen volver a Gamides. Nasher se preguntó una y otra vez porqué no le dejaban simplemente que se fuera y ellos volvían a Maciel, pero no podían simplemente abandonarlo en su obsesivo deseo. A lo mejor se negaba a salir y moría de hambre, o era atacado por algo... Aunque luego Nasher pensó que había sido preferible eso a lo que le esperaba...

Llegaron a la descomunal fosa de huesos, y tras mucho andar no encontraron ningún puente mejor que un tablón de madera. No parecía muy seguro, así que le pidieron a Kestel que pasase sin dar problemas, pero no hubo manera de convencerlo. En medio de un forcejeo, cuando trataban de hacerle pasar al otro lado, el chico resbaló y cayó al vacío.

-No!

Aterrizó mas o menos indemne en un montículo de huesos y casi parecía que se salvaría... hasta que unas fauces salieron de la nada y lo engulleron.

- ¡No, Kestel! - gritó alargando la mano instintivamente en un gesto inútil por salvar al libense, pero supo que todo había sido demasiado tarde cuando el gusano se tragó a su compañero.- ¡Mierda! - gritó frustrada.

Hasta hacía tan solo unos minutos le había parecido gracioso como el niño se revolvía en su hombro intentando volver a Gamides. “Quizás deberíamos haberle dejado volver.” Pensó, pero al instante cambio de idea. “Iba a morir de todas maneras, daba igual donde lo dejaran.” Parecía que ese sería el destino para todos, uno tras otro, muertos todos. “No, no permitiré que la ciudad gane, no vamos a caer ninguno más.” Se dijo enfadada.

- ¡Nasher! - le gritó la morena al lagarto, arrastrándole lejos del borde y mirándole fijamente.- No te automortifiques, no pienses, no hables. ¿Me entiendes? Ni se te ocurra llorar ni lamentarte, ¿Me estás oyendo? No me obligues a golpearte, porque lo haré. Tenemos que volver. Kaethe, Tsu y Matt confían en que volvamos vivos. Esto es una lucha contra la ciudad, Kestel ha perdido, pero tú aun puedes ganar: por él, por Cira, por Lief y por todos los que han muerto aquí. Si no sobrevives por ti, hazlo por ellos. Llora y laméntate si quieres, pero en Maciel, entre los muros seguros del torreón. Ten por seguro que no voy a tolerar una muerte más. ¿Queda claro? - le gritó sujetándole la cara entre sus manos y mirándola fijamente.

Rápidamente, Wen soltó a Nasher y dio unas cuantas vueltas en círculo buscando cualquier amenaza que pudiera haber. Al comprobar que el terreno estaba despejado, tiró del brazo de Nasher para levantarlo del suelo y con un “Vámonos” marchó en dirección al torreón.


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Nasher se quedó completamente inmóvil, viendo al gusano hundirse de nuevo entre los huesos. ¿Qué debía hacer ahora? No tenía ya lágrimas para llorar, ningún pensamiento cruzaba su cabeza. Aquello no tenía ningun sentido, acababan de perder a dos compañeros, acababan de ser traicionados, acababan de... No, no tenía sentido, aquello no podía ser verdad, estaban muriendo uno tras otro. << ¿Y si yo soy el siguiente?>>

Wen lo agarró y empezó a gritarle. Al principio Nasher estaba demasiado impactado por la reciente muerte como para comprender una palabra de lo que la chica le decía, pero luego fue entendiendo. Se limitó a asentir y a seguirla a la carrera, de vuelta al torreón.

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Tsusu se paró pensando en lo emocionante que sería atravesar la cicatriz volando... se sentía algo nervioso, pero recordó el golpe que se metió y desistió de su intento.

Tsusu se había percatado de lo rápido que era ahora comparado con antes. Era más rápido que la inmensa mayoría de los repobladores. Sonrió.

Atravesó corriendo el tablón sin mirar abajo y ya en la otra orilla se sintió aliviado, incluso eufórico, siempre le daba miedo pasar por ese lado. Sus alas y su cola se iluminaron de un color más brillante. No tardó en darse cuenta de que eso era un camuflaje nefasto.

El pequeño ser con alas luminosas estaba al lado de la biblioteca. seguía ileso y tenía consigo el libro y el garrote todavía. Sonreía.

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Tsusu volvía al torreón con su libro de magia en idiomas que el no sabía que existían. Tenía que volver a atravesar esa laaaaaarga hendidura en el suelo a traves de ese tablón.

No se lo pensó dos veces y lo atravesó corriendo. No quería arriesgarse a caerse a ese pozo de criaturas asesinas de la muerte con forma de gusanos óseos.

Se reía de la sola posibilidad de atravesar ahora ese lugar volando, visto como dominaba sus alas en la biblioteca.

Se fue riendo hacia el Torreón.


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Cuando llegó a la cicatriz Nasher se quedó de piedra. Había pasado cientos de veces por allí pero después de la carrera, de ver a los monstruosos vecinos que tenía y de encontrarse solo y desprotegido bajo la inmensidad de la Luna, Nasher sintió miedo... Recordó el día que Kestel cayó a la grieta y fue devorado por los gusanos. Tenía que tener cuidado, no podía correr por la ciudad como un loco... << Bien Nash... No seas idiota, has recorrido esta ciudad muchas veces, conoces este camino... >> Pero la había recorrido sin dolores, y sin lucecitas vistosas que llamaban la atención sobre su persona de prácticamente media ciudad. << Muy bien, Nasher, es hora de correr como si te fuese la vida en ello>> Y ciertamente la vida le iba en ello. Agarró un cuchillo en cada mano y cruzó el puente en segundos, tomando de nuevo una ruta conocida al unico lugar de la ciudad que el relacionaba con silencio y tranquilidad. Y que además le proporcionaría información, con suerte...

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Al llegar a la cicatriz no puedo evitar soltar una sonrisa. "Abajo también hay arena. Puedo sentirla. Puedo notar como me llama, me atrae." Por un momento incluso hago el amago de intentar bajar pero un movimiento de esqueletos en el fondo de la cicatriz me hace recordar a las bestias que se merendaron al chico albino que me odiaba por lo que me siento en el borde y respiro hondo.

"Tengo todo el tiempo del mundo. Ya iré a la biblioteca mas tarde. Aun hay tiempo. Siempre hay tiempo para todo." Miro mi mano que ha vuelto a ser solo hueso y una mueca de asco se dibuja en mi cara. -¿Esto es lo que soy en realidad? ¿Donde está el niño que vino a rocavarancolia...? Nah.. Matt no seas idiota. Sigo siendo yo... Ahora soy yo mismo por fin. Esa luna me ha mostrado tal y como soy al mundo. He de aceptarme. Wed es una serpiente enorme, Naser... Nasher no ha cambiado mucho. Sin contar con sus cambios cromáticos claro está. Kaethe ahora es un ghoul que se descompone por momentos y Tsusu... Tsusu ahora es un mosquito brillante.- Extiendo mi mano sobre la cicatriz y me concentro cerrando los ojos.-Venga Matt... Puedes hacerlo... ven.... ven hacia mi....- Abro un ojo y comienzo a reírme descontroladamente. -¿Enserio creías que funcionaria?- Niego con la cabeza y me levanto. -Es una perdida de tiempo- Busco el puente por el que cruzamos siempre pero el nuevo camino que tuve que coger para evitar el edificio me ha dejado bastante alejado del minipuente improvisado.

Camino en dirección al puente mientras observo mi mano desnuda. El hueso completamente blanco esta teñido de rojo por la luz al igual que los cientos de esqueletos que me observan con las cuencas vacías pasar por encima suya. -¿Quien me lo hubiese dicho? Al final no seriamos tan diferentes chicos.- Digo mirando la mirada perdida de un cráneo enorme. Casi sin darme cuenta he llegado al puente y lo cruzo rápidamente.

Me encamino de nuevo jugueteando con la arena que se desprende de mi cuerpo y revolotea a mi alrededor. La arena me hipnotiza por su manera de fluir por el aire sin prisa. Su recorrido es casi igual de inexorable como el fluir del tiempo. Es algo maravilloso para mi. Fluye y gira como si de un río grumoso se tratase. Al alzar la mirada he llegado a la puerta de la biblioteca.

-Bueno... adelante.-

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RR había estado deambulando por la ciudad a buen ritmo, recorriendo las laberínticas arterias polvorientas con el mapa de DL en mente y usando su memoria cómo herramienta para llegar sanos y salvos al torreón.

Supo que andaba por buen camino cuando divisó el puente de la cicatriz, aquella llaga ósea llena de cenicientos y alargados carroñeros que recorrían el aparentemente clamo mar de huesos. Allá estaba el puente, y si no habían tenido que recorrer la brecha para encontrarlo, es que habían seguido el camino correcto.

-Recordad no mirar abajo.- dijo simplemente antes de cruzarlo, a buena velocidad pero con cautela. No tenía especial interés en que aquella carcomida y quejumbrosa estructura cediese bajo su peso y lo precipitase a una muerte de dientes y tubos digestivos.

Cuando finalmente se halló en el lado correcto, esperó a que sus otros compañeros lo siguieran antes de internarse de nuevo en el otro lado de la silenciosa ciudad.

Sigue en el Rio.