Subterráneos

Cuando el trozo vibró y cambio de forma el irrense dio un respingo, volviendo bruscamente a la realidad. Apenas si notó que el resto del cobre de la habitación reaccionaba al mismo tiempo, pues la realidad lo empezaba a estrangular con fuerza, y el nudo que sentía en la garganta amenazaba con asfixiarlo.
—¿Qué cojones estoy haciendo aquí? —le preguntó al aire, segundos antes de que una fuerte sacudida lo derribara en el suelo.

Aterrorizado ante la posibilidad de acabar sepultado como su padre el norteño se puso en pie todo lo rápido que pudo y echó a correr sin mirar atrás, enfilando el túnel con el pánico pintado en el rostro. No veía nada extraordinario en su situación actual, pues temía por su vida y por la seguridad de los compañeros a los que había abandonado a su suerte guiado por un impulso egoísta, y lo que ahora le movía era la necesidad de regresar con ellos.
—Joder... —murmuró para si, conteniendo las lágrimas que amenazaban con desbordarle los ojos de pura impotencia. ¿A qué clase de destino les habría condenado la Luna Roja?

No era consciente de que la bola de cobre le perseguía, pues su atención fue acaparada momentáneamente por los gruñidos que surgían de las profundidades de los subterráneos, y para cuando consiguió salir de aquel túnel casi derrapando la tormenta rugía en todo su esplendor.

Milo no se detuvo a admirarla, sin embargo, y continuó corriendo desbocado mientras el agua le calaba hasta los huesos. Veía monstruos en todas las sombras, peligros que le acechaban en los destellos de los rayos, y cuando los truenos retumbaban sobre la ciudad los dientes le castañeaban.
—Por favor, por favor, por favor. —rogaba una y otra vez, buscando desesperadamente la familiar silueta del torreón tras la cortina de lluvia rojiza que parecía haber cubierto el mundo.

Continúa en el Torreón Letargo.

Accedieron a los subterráneos mediante una entrada cercana al lugar donde la vouivre estaba construyendo su futuro negocio y los condujo a través de la galería hasta llegar a la correcta. Wen necesitaba aquella zona lo más limpia posible de obstáculos y de criaturas que, aunque sin duda volverían una vez la construcción estuviese terminada y harían falta sistemas defensivos, no se podía comenzar sin encargarse de las que ya habían hecho de aquella sala en particular su vivienda.  No era un trabajo nuevo para ellos y de hecho para la bodega de Jack habían tenido que hacer lo mismo, pero uno nunca podía subestimar lo que podía aparecer en la parte inhabitada y más inhóspita, tal vez tras el desierto para su criterio, de la ciudad. En cualquier caso seguro que era una buena forma de dejar que el vampiro se sintiese útil y se desmelenase un poco… o eso esperaba.

El draco llevaba un pico, ya que para partir piedras no pensaba destrozar su hacha y probablemente si necesitaban realizar un buen derroche de magia para aquella tarea sería mejor que se lo dejase a sus amigos de mayor capacidad. Nunca estaba de más ser precavido en aquel lugar y pudiera ser que necesitase su energía mágica para otros menesteres.
—Bueno, ¿quién quiere jugar a Minecraft? —dijo en tono sarcástico mientras comenzaba a destrozar una roca—. Aquí no se hace de día por mucho que durmamos, así que a currar. De todas formas no creo que a nuestra sanguijuela particular le apeteciese más luchar bajo el sol que aquí —bromeó.

El trabajo era literal. Despejar una zona de los Subterráneos, pero "despejar" de picar y reventar piedra. El vampiro se había comprado un pico y guantes para manejarlo mejor. Le habían tentado con explosivos en el Mercado, pero por el bien de la superficie y de las termas descartó la oferta. Se había reunido con los demás y llegaron después al sitio indicado. Y cómo no, para la ocasión iba ataviado con un chándal con refuerzos de cuero y protecciones mágicas.

Lo sacó de la bolsa sin fondo cuando se plantaron allí. No se atrevía a liarse con hechizos allí debajo, que se encargara otro con más cabeza. Pero le hacía gracia verse con picos. ¡Picos!
—Si os hubieran dicho hace años que os iban a llevar a una ciudad de milagros para picar piedra... Yo no me veo firmando, ni pipa ni hostias —bromeó mientras se rascaba la perilla—. Y calla, calla, que estos sitios son un agobio para buscar pelea. Vamos a picar rápido a ver si sale diamante o algún bicho y así "descansamos" —le respondió al draco. El rubio no era claustrofóbico, a ver, pero solo podías ir hacia atrás o hacia delante y había túneles realmente estrechos.

Gael escogió un cuerpo fuerte para la tarea. Se trataba de una criatura bípeda que había creado a partir de trozos, mayormente humanoides. Podría hacer magia, pero también tendría fuerza para cavar, y suficiente movilidad para enfrentarse a lo que pudiera surgirles en los subterráneos. Él llevaba una pala de gran tamaño sobre su hombro, aunque no sabía hasta qué punto usaría más la herramienta o los hechizos de moldeado y abrasión. Lo que más le preocupaba era que pudiesen alterar la estabilidad del túnel, pero para eso tendrían que dejar la zona bien cimentada con la ayuda de la magia.

Cuando empezaron a picar se dio cuenta de que Noel estaba haciendo referencia a un videojuego y, aunque no sabía muy bien en qué consistía, se rio, también debido al comentario del vampiro.
—¿Para ser un juego no tendría que haber enemigos? Como tarden mucho en sentirnos las alimañas esto solo va a parecer “Imagina ser minero” —dijo tras Jack.
Pero todos sabían que las criaturas de los subterráneos no tardarían en aparecer ahora que el sonido y la vibración de los picos resonaban por las galerías.

Giz se había ataviado para la ocasión con un mono de trabajo azul que se había encontrado en el mercado a muy buen precio (con un agujero abierto para la cola) y unas deportivas blancas. Además, se había cubierto de protecciones y se movía con la gola abierta, dispuesto a identificar cualquier peligro sin miedo de sufrir daños por algún rescoldo maligno. Al contrario que sus compañeros, no podía aportar fuerza física, así que se mantendría alerta y utilizaría su magia de la forma más precisa que podía. Además, aprovecharía los hechizos que vertieran entre todos para recuperar parte del gasto energético.

—Si me explicáis cómo se juega, yo me apunto —bromeó, aunque parecía que hablaban de videojuegos. Ahora le resultaba más fácil detectarlo y diferenciarlo de cualquier otro tipo de juegos, pero las bromas no se las quitaba nadie. Luego añadió—: Por cierto, si véis algún bicho llamativo, matadlo solo un poco.

Si encontraba algo interesante para su laboratorio, pues un plus que se llevaba.

Pues vamos allá, toca picar piedra hoy. No sé yo, no parece que vaya a ser el trabajo más divertido que hemos hecho nunca. Aunque pensándolo bien al menos es un cambio. Pero para cambio esta ropa que toca llevar… Joder Adara, no creo que quieras arruinar ninguna de las otras prendas. Esta birria de mono no es ni cómodo, menuda basura. Y ya veremos qué tal con el pico y la pala, espero que aguanten o me liaré a reventar cosas. Hablando de eso…

—¿Enemigos? Que vengan si tienen pelotas, que van a salir con unos agujeros de más. —No es para fliparse en los subterráneos, pero no estamos tan abajo tampoco—. Pero bueno, ¿nos ponemos con esto o qué?

Igual no debería empezar a picar con tanta energía…

Wen sonrió con el cachondeo general sobre picar que llevaban sus amigos. Antes de entrar en los subterráneos les había repartido mapas sobre la zona en la que iban a trabajar, qué partes debían tirarse abajo, cuáles mantenerse en pie y que zonas sería conveniente reforzar; por lo que no estaba preocupada y confiaba en que todos tuvieran claro el plan. Además, aquella parte iba a ser menos trabajo de obra e ingeniería y más divertirse tirando paredes al suelo y con suerte matando a alguna alimaña competente.

- Por supuesto, Jack. Seguro que te sentías mucho más cómodo y menos agobiado trabajando en el desierto en pleno día. Las vacaciones ideales para el vampiro más sibarita - se mofó Wen mientras comenzaba a trabajar en el primer muro que necesitaba que fuera derruido.

Reía con las bromas que surgieron a raíz de la suya propia, ya habiendo empezado con la faena.
—Bueno, si estamos jugando a Minecraft solo deberían salir enemigos por la noche. Aunque estamos bajo tierra así que probablemente vendrán igual —le respondió a Gael—. Sobre eso habla con Adara, Giz. Que es a la que no le gusta dejarlos solamente agonizando —dijo a Giz sonriendo con jocosidad.
Continuaron durante un rato tan solo picando piedra, moviendo escombros e intercambiando bromas, hasta que el draco detectó un sonido procedente de las galerías cercanas.

—Atentos: creo que se acerca algo. No sé si va a venir hacia aquí o va a pasar de largo, pero dejad las herramientas por el momento.
El sueco hizo lo propio y prestó más atención al sonido. Frunció el ceño según este se encontraba más cerca: parecía como si algo se arrastrase, pero había una disonancia que no comprendía.
>>Es… algo rodando, ¿creo?
Como respondiendo a su pregunta, poco después una enorme bola de, literalmente, mierda, llegó rodando por la entrada a la cueva donde se encontraban. El sueco reaccionó lanzándose hacia un lado para evitar que se lo llevase por delante. A quien se llevó él por delante fue a Giz, no obstante,  que estaba trabajando cerca de él.

La bola se estampó contra la pared, dejando un olor nauseabundo en el lugar. Componiendo una mueca de asco, el sueco se incorporó y ayudó al goliat a hacer lo propio. A continuación invocó su arma.
—Ahí viene el dueño de esa mierda. —Literalmente—. Creo que busca que le demos nuestra opinión.
El sonido de las patas del escarabajo pelotero no había sido muy perceptible para el draco hasta que se acercó más y dejó de mezclarse con el de la bola rodando, pero tal y como había dicho el enorme insecto pronto se dejó ver. Se detuvo a la entrada de la caverna y los observó con sus enormes ojos compuestos antes de colocarse a cuatro patas y correr en su dirección.

El vampiro no pudo aguantarse las risas con algunas ocurrencias de sus amigos, y menos aún la carcajada con lo de Wen.
—En el desierto no, por favor, que no quiero montar otro negocio. ¿Qué haría yo sin tu sabiduría allá tan lejos?

¡Cuánto dramatismo! Le encantaban esos intercambios. También le gustaba lo que escuchó más adelante, y esto sí que lo echaba de menos.

Obedeció a Noel y guardó silencio. Era cierto, algo se movía o se deslizaba muy cerca. Parecía rodar, como decía el draco, así que descartó sus pesadillas con poseídos. Intentó captar algo en el aire pero cuando lo hizo se asqueó.

Había abierto la boca para quejarse del olor, pero en su lugar solo salió humo. Todo él se difuminó en el aire cuando aquella tremenda cagada rodante pasó a través del grupo.

El rubio volvió a su forma poco después, asqueado. Apestaba, pero, como sospechaba por cierto peso añadido, eso no era lo peor. En efecto, el humo se había llevado algo más que el olor y había manchas y más en su ropa. Se miró las extremidades y el torso como quien se mira la ropa después de caer en un charco y se echó a reír sin creérselo. «¡¿Pero será posible?!» Se limpió todo lo rápido que pudo con un hechizo e invocó sus dos espadas a continuación. Al menos no necesitaba respirar y se libraba del mal olor, pero lo hizo para quejarse unos segundos.
—Me cago en tu vida, escarabajo gigante de mierda, que me has jodido el examen.

Seriedad, por favor, que el insecto gigante se les echaba encima y no quería subestimarlo. Pero es que habría reaccionado igual aunque la bola de mierda se la hubiera tirado la mismísima Luna Roja.

Gael se divertía con las bromas de sus compañeros. No tenían motivos reales para estar asustados, aunque no eran tan estúpidos como para bajar la guardia por completo. En aquellos subterráneos seguía habiendo criaturas que desconocían y podían ser muy peligrosas.

Por eso paró y se puso a escuchar en cuanto Noel los alertó de que algo se acercaba. Él tardó más en poder oír a qué se refería y, cuando vio la enorme pelota dirigiéndose hacia ellos, lo único en lo que pudo pensar fue que por fin entendía cómo se había sentido Indiana Jones durante la famosa escena de la persecución de la roca.

Se hizo a un lado igual que los demás, poco preocupado por el olor que desprendía aquella cosa al no estar ocupando su propio cuerpo. Mientras se incorporaba, se dirigió a Adara alzando la voz para protestar.
—Tenías que decirles que vengan si tienen pelotas, ¿no? Te ha tomado la palabra al pie de la letra.

El escarabajo pelotero que había hecho aquella obra de arte inmunda no había tardado en asomarse a la galería, lo que quería decir que no era buena idea perder el tiempo quejándose de la suciedad o el olor, y mucho menos bromeando.

El bicho se dirigía a ellos y, aunque era improbable que tuviese alguna defensa mágica, al menos sí aparentaba tener una coraza muy dura. Gael conjuró rápidamente un campo de fuerza para interponer entre el escarabajo y ellos, algo con lo que pretendía ganar tiempo para que pudiesen conjurar hechizos más complejos y buscar los puntos débiles de su armadura de quitina.

Giz se rió con los comentarios de sus amigos y estuvo a punto de seguirle el juego a Noel, pidiéndole a Adara que evitara matar a cualquier bicho interesante, pero el draco les alertó de que algo se aproximaba hacia ellos. Algo que rodaba. Gola abierta y cubierto de protecciones, buscó cualquier atisbo de magia que pudiera preocuparle. No percibió nada, pero el misterio se resolvió a la vez que una bola de.... ¿Mierda? se abalanzaba sobre ellos.

Noel se echó a un lado para salir del camino y se llevó al Goliat por delante, que cayó de culo pero a salvo de embadurnarse con aquella bola de excrementos. Las defensas amortiguaron el golpe y Giz se sirvió de la mano que le tendía Noel para levantarse.

—Gracias —le dijo entre risas, antes de que el dueño de tremenda mierda asomara por los túneles.

Lo cierto es que el goliat quedó, en parte, cautivado por aquella criatura. Después de su trabajo con la ballena sabía lo que costaba que un ser gigante no sucumbiera a la gravedad, por lo que el escarabajo debía tener, o bien una fisiología fascinante, o bien un trabajo de magia detrás de su existencia. Fuera como fuese quería guardar sus genes.

—Pues ha hecho un trabajo arrollador, pero no me gusta cómo huele —respondió al draco, contagiado del buen humor del resto de comentarios—. Dejad aunque sea una pata para la ciencia, chicos.

Intentando llevar su petición al extremo, tanteó la resistencia del animal utilizando un hechizo de corte dirigido al nacimiento de una de sus patas. Lo reforzó tan solo una vez. Al fin y al cabo no tenían prisa y el insecto gigante no se movería de ahí gracias a Gael.

—No es mi problema —respondo al comentario de Noel—. Si están muertos no arman jaleo.

Esta mierda es un cacho repetitiva, aunque tengo que decir que avanzamos bastante rápido. Pero es que joder, ¿qué coño me esperaba? Si es que estamos mamadísimos. ¿Cómo se llamaba la idiota esa que conocí en Río? La tipa que estaba tan flipada con el gimnasio y la capoeira… Sí, que estaba en el grupo al que iba… Buah, yo que sé, debe hacer como diez años de esa mierda. Se le iba la olla a esa pava. Pero vamos, que si nos viera ahora yo creo que se retiraba y se daba a la bebida.

Pero bueno, ahora se supone que viene algo. ¡Acabamos de empezar! Pero pfff, pues que venga. Aquí le esp… ¿Una pelota? ¿Es eso ba-? No… No puede ser… Como no tengo que apartarme ni nada puedo ver el resto, sentir el olor… ¡Agh agh AHG AHGGG!

—Chicos dadme un mom-

Primera arcada. Aquí viene. Holy shit this fucking smell this is gonna kill me please stop it I cannot fight back I cannot… This fucking arsehole I’m just gonna puke until everything… Inside me and then my bloody soul as a consolation gift.

El grupo continuó picando durante un rato antes de que Noel avisara a todos de que algo se acercaba. Wen dejó el pico en el suelo y esperó atenta a lo que pudiera ocurrir. Efectivamente, no tardó en escucharse algo rodando aproximarse y pronto tuvieron la respuesta al ver una gran bola de mierda acercarse hacia ellos. Wen, como sus compañeros, se echó a un lado fuera de la trayectoria de dicha bola, pero eso no evitó que el olor le llegara enseguida a sus fosas nasales. Con un gemido de asco, la vouivre se levantó de donde había caído en invocó su arco y carcaj con la intención de atacar primero a la distancia antes de comenzar con el cuerpo a cuerpo.

- Bueno, pensando en positivo ella ha dicho "pelotas" y este agradable sujeto solo nos ha traído una - contestó a Gael al ver aparecer al escarabajo.

Rápidamente, Wen se tumbó en el suelo y cargó el arco buscando el mejor ángulo para ensartarle al bicho una flecha por debajo del caparazón antes de que este pudiera llegar a ellos. La británica sabía que no le mataría, pero seguramente le retrasaría lo suficiente como para permitirles encontrar otras formas de romper la coraza.

- No te preocupes, Giz, la primera pata que corte te la envolveré en papel de regalo por tu cumpleaños.

El draco no sabía si reír o no, porque al hacerlo el olor le llegaba con más facilidad. Podía decir que tanto él como Adara lo estaban pasando especialmente mal: los sentidos aumentados no eran una ventaja en aquel momento. Decidió conjurar él mismo el hechizo de olor falso que pronto inundó la zona: un olor floral lo suficientemente intenso como para que dejase de oler a mierda.
—Lo siento: es olor a colonia de flores excesiva pero no podía hacer nada mejor sin pensarlo bien.
A continuación se preparó para recibir la embestida del insecto y sumó a los esfuerzos de sus compañeros erigiendo un enorme campo de fuerza justo en su trayectoria, buscando que al darse un golpe contra ella el escarabajo no solo se detuviera, si no que se desestabilizase lo suficiente para que el hechizo de alguno de sus compañeros pudiera hacer que se cayese de espalda.
>>Mejor no tentar a la suerte —comentó tras Wen—. No vayamos a meternos en un embolado.

Aparentemente, por lo que decía el draco había conjurado un hechizo de olor falso y el vampiro se permitió unos segundos. Arrugó el ceño ante el nuevo.
—El pobre bicho debe estar pensando que quieres envenenarlo, Noel —bromeó.

Cuando llegó la hora de actuar, se fijó en lo que hacían sus amigos para deducir sus intenciones. El insecto era gigante pero el espacio era reducido. Era lento pero parecía bien acorazado. Los demás, si no se equivocaba, intentaban inmovilizarlo y buscar puntos débiles. Así que se unió como mejor supo.

Preparó varios hechizos de impacto para frenarle o ayudar en tumbarlo. Primero los apuntó hacia las patas, pero al ver a Wen cambió de idea y en su lugar los dirigió a la cabeza del escarabajo. Le habría fastidiado el disparo si hubiera derribado al insecto, así que menos mal. Después pensó que podría haberle saltado encima y buscado aberturas en la coraza de la cabeza para atravesar una de sus espadas, pero no se veía haciendo esas cabriolas. Quizá calculara mal y el bicho le lanzara contra el techo, o quizá podría acabar de mil formas que no sirvieran para nada. Mejor de momento inmovilizarlo y ver el siguiente paso.

Las bromas de sus compañeros le daban ganas de reír, y eso sumado a que el escarabajo no le imponía lo más mínimo, consiguió retrasarlo a la hora de conjurar su siguiente hechizo.
—Pues nada, habrá que devolverle la pelota —añadió él, riendo.

El resto habían actuado, ya fuese contra sus patas o su cabeza, y el escarabajo estaba tratando de emprender la huida al ver que se golpeaba contra una pared invisible. Como Noel se estaba haciendo cargo también de la barrera, dejó que fuese él quien se ocupara si el escarabajo conseguía voltearse en el túnel para cortarle la huida, y comenzó a conjurar un hechizo que usaba casi a diario: el moldeado de materia orgánica, aunque en la variante que no requería contacto. Con ello pretendía reblandecer las partes del exoesqueleto que se entrometían entre sus ataques y los puntos vitales del insecto, empezando por su cabeza, para ayudar a que los golpes de Jack fuesen más efectivos.

El escarabajo habría resultado amenazador hace unos años, pero estaba claro que ahora se estaban divirtiendo a su costa. Giz le alzó el pulgar a Wen y soltó una carcajada, algo poco usual en él. A la comedia de aquel momento se le había unido la recepción de magia por los rescoldos del resto de hechizos y el goliat se sentía hirviendo de vida en aquel instante.

—La espero con muchas ganas.

Tras un trabajo combinado de todos, el animal quedó bocarriba y reblandecido, pataleando probablemente de puro terror. Giz debería sentir pena, pero no lo hacía.

—Lo hemos dejado escararriba —bromeó. Para que el animal tuviera aún más problemas de movilidad, conjuró una barrera de inercia en torno a él. El goliat no sabía si debía arrancar una pata o si debía dejarle el honor a la vouivre. O…—. Gael, ¿querrás el cuerpo?