Subterráneos

Samika sonrió ante la sugerencia de Silente, que realmente parecía ser dicha con buenas intenciones. Bueno, no negaba que tenía un punto de razonamiento. No todos reaccionaria tan bien como el de recibir esas muestras afectivas repentinas. << Es bueno saber que no es del tipo de personas enojonas por nada...ya pelee mucho >> pensó momentos antes de ser transportados afuera.

El cambio de aire y luminosidad la mareo momentáneamente haciéndole fruncir el ceño y parpadear, pues ahora con mas luz podía ver un poco mejor, dentro de sus estándares claro.

-Hasta lu...se fue- dijo Samika parpadeando cuando la figura borrosa de este a la luz desapareció por completo-Me pregunto si es usual en el dejar a la gente con la palabra en la boca...y a cuantos se lo ha hecho- murmuro Samika de forma distraída, sonriendo aun felizmente por todo, aspiro el aire libre fuera de los benditos subterráneos y percatándose que había perdido sus dagas allí abajo pues no le había dado tiempo de recogerlas- Aich...tengo que buscar una forma de luchar que no me haga perder armas o alguna forma de poder recuperarlas rápidamente, sin tener que buscarlas como si intentara ponerle la cola al burro- murmuro Samika, toqueteando su costado sintiendo el corte de la ropa bajo sus dedos y la herida.

No era profunda y la sangre estaba ya casi seca, pero escocia igualmente y seguramente dejaría una leve marca. No le importaba especialmente, sería como un muestra de que había pasado esa prueba dándolo todo, mas simbologica que otra cosa.

-Debo ir donde Rasqa, seguro ya termino- dijo recordando que había quedado en encontrarse en la avenida estatuada, donde había estado entrenando para contarse sus resultados, así que pensando en ello y sonriendo alegremente desplegó sus alas batiendo con fuerza y precisión sus brazos un par de veces hasta conseguir impulsarse, usando su ecolocalización a para esquivar los edificios rumbo a la avenida.

Sigue en Avenida Estatuada

Kirés:

En alguna de las numerosas grutas de los subterráneos Kirés avanzaba en silencio y sin ser detectado, debido principalmente a que estaba envuelto tanto por una burbuja de silencio como por un hechizo de opacidad. No obstante no se hacía ilusiones y sabía que había criaturas allí abajo que podían encontrarle a pesar de todo. Si eso ocurría estaría preparado.
La razón por la que se encontraba allí abajo era por trabajo. Un alquimista de la ciudad bastante animado y, en la opinión del paladín, algo excéntrico había contratado sus servicios como cazador para abatir una quimera que se encontraba por aquella zona para luego traerle, intacto, el estómago con todo su contenido sin que se perdiera ni una gota a ser posible. Desconocía para qué querría aquel alquimista algo tan… particular, pero sus razones eran suyas y él cumpliría su parte. Ni que decir tiene que el enderth no sabía nada de alquimia.

Esperaba tener que adentrarse más en los subterráneos antes de encontrar algún rastro que le llevara hasta su objetivo, pero al final su presa le había encontrado primero. Suspiró, al parecer la ironía que tenía aquella ciudad de intercambiar los papeles de sus habitantes con los de sus víctimas era tan molesta como la de Dryfus. Al menos había encontrado a la quimera pronto.

El ruido del trote, unido al ataque frontal dieron al enderth antelación más que suficiente para poder prepararse. Esquivó la embestida hacia la derecha y alzó su brazo izquierdo, en el que tenía un guantelete invocado, en previsión de un posible ataque de la cola. Su siguiente movimiento sería disparar un hechizo desmayo sobre la cabeza de carnero. Solo conocía las habilidades de su oponente de forma superficia, pero si le salía bien habría acabado con la cabeza que el paladín consideraba la más peligrosa y si no... bueno... al menos habría gastado menos magia que intentando paralizar todo el cuerpo del monstruo o algo por el estilo.

El paladín entrecerró los ojos con disgusto al ver su hechizo desviado. Mientras bloqueaba los ataques de la cola respondió en la misma medida con la lanza, pero no consiguió golpearla y el intercambio de golpes terminó en una especie de empate al no haber logrado ninguno alcanzar al otro. Para complicar más la situación su oponente estaba siendo cauteloso y mantenía las distancias, lo que limitaba sus opciones.
Algo frustrante para el enderth de aquella pelea estaba siendo el hecho de que además de abatir a su presa tenía que tener cuidado de no dañarla demasiado o corría el riesgo de destruir el estómago que le habían pedido recoger. Lo peor sin embargo era que, debido a la naturaleza del lugar donde se encontraban, no podía recurrir a habilidades demasiado llamativas o se arriesgaba a atraer otras criaturas a la zona. 

Tras bloquear un último ataque de la cabeza de serpiente aprovechó el impulso del golpe sobre su guantelete para alejarse fuera de su alcance y desde allí lanzó un hechizo de corte para intentar librarse de ella mientras seguía observando de reojo las otras dos cabezas, especialmente la del carnero. Tenía más protecciones además de su guantelete, pero cuanto más daño pudiera evitar mejor

Además de las protecciones clásicas que cualquier transformado con magia solía llevar ancladas a su cuerpo para protegerse, Kirés incluía dos más en casi cualquier pelea en la que participaba:
La primera era el guantelete invocado para lidiar con ataques físicos. La segunda era su capa, que estaba encantada para bloquear los ataques mágicos que impactaran sobre ella.

Al ver la naturaleza caótica del hechizo se olió que iba a ser solo una distracción para encubrir el verdadero ataque. Estaba viendo en la oscuridad gracias a niebla mágica, de modo que los destellos no le impidieron ver como su oponente se disponía a saltar sobre él.
Esquivó el ataque con su propio salto hacia atrás. En cuanto a las centellas ambarinas, el paladín usaría un hechizo de desvío para enviar la primera centella que viniera hacia él en la dirección general donde se encontraba la quimera, y a partir de ahí usaría su capa para bloquear las demás que pudieran venir, confiando en que los encantamientos defensivos que le había anclado bastaran.

Esquivar hacia atrás por segunda vez consecutiva agotó su espacio para maniobrar y ahora las paredes de la caverna se encontraban justo a su espalda. Aquello limitaba sus opciones pero, por otra parte la propia quimera había echado al traste el plan del ave de mantener una pelea que llamara poco la atención así que…
“Supongo que se acabaron las sutilezas”
Mientras seguía a cubierto tras su capa contraatacó con un hechizo de luz ochroria. Lo siguiente sería usar la confusión para volver a intentar dormir al carnero y, si además dejaba a la quimera expuesta a ataques, iría con su lanza a perforar la cabeza de león

Los rugidos de dolor de la quimera sirvieron a Kirés como señal de que había conseguido asestarle un golpe.
“Por fin”
Sin embargo aquella fue la única buena noticia ya que, como era de esperar, tras el espectáculo de luces varias criaturas habían decidido unirse sin permiso a la pelea, y con la mala suerte de que una de ellas recibió su hechizo en lugar de su objetivo.
El enderth suspiró. Nunca había creído en la existencia de ningún poder superior, pero no podía negar que parecía como si algún tipo de fuerza no quisiera que durmiera al carnero.

Volviendo a su propia pelea contra la quimera: Acababa de herirla asi que se esperaba un contraataque pero la velocidad de aquellas zarpas fue mayor de lo que había pensado.
En cuanto las vio moverse buscando su carne supo que no podría esquivar a tiempo y decidió bloquear con el guantelete. Funcionó y el ataque en sí no le causó daño, pero la fuerza del impacto había sido considerable y el enderth no pesaba mucho asi que el impacto lo mandó volando por los aires.

Chocó de espaldas contra la pared de la gruta, golpe que por suerte fue absorbido por las protecciones básicas de su cuerpo, aun así los problemas distaban de terminar ahí.
Aterrizó de pie en el suelo justo para encontrarse uno de los vlakais yendo en su dirección y su lanza en el suelo a poca distancia.
Aprovechando que aún no lo tenía encima alcanzó su lanza y la lanzó contra el mamífero volador. Incluso si la esquivaba probablemente le daría a la quimera, que estaba detrás. Luego desenvainó su espada preparado para su siguiente movimiento. Si no le daba empezaría un combate frontal contra la alimaña, lanzando varios tajos con el objetivo de cortar o dañar las alas de la criatura. Y si le daba y el vlakai quedaba fuera de combate atacaría a la quimera con un nuevo hechizo de desmayo.
Alguna vez eso tendría que funcionar… o quizás no.

Kirés no tenía la intención de mantenerse cerca, pues sabía que no tenía posibilidades de ganar en una pelea frontal contra aquel ser. En cuanto consiguió dejar el ala inservible apartó la espada y retrocedió a la vez que soltaba un golpe con el guantelete.
No se le había escapado lo que estaba haciendo la cabra y una vez puso distancia con vlakai el paladín maniobró para posicionarse de forma que su oponente estuviera en la trayectoria del hechizo. Tras eso conjuró un hechizo de impulso reforzado sobre el monstruo, con la intención de mandarlo volando hacia la quimera. Cuanto más se mataran entre ellos mejor para el enderth.

Kirés salió corriendo hacia la cabeza de serpiente para ir a por su lanza inmediatamente después de lanzar volando a su anterior oponente. Inicialmente planeaba recuperarla y atacar a la quimera, pero cambió de plan a medio camino al ver que el murciélago de la cola empezaba a destriparla. No podía permitir destrozos innecesarios en la quimera o fallaría en su contrato. Mientras terminaba de recorrer la distancia que los separaba lanzó un hechizo de inmovilización sobre el vlakai. Luego su plan era arrancar su lanza de la serpiente y rematar a la alimaña inmovilizada.
En esa posición no estaría en condiciones de detener un hechizo de la cabra, pero la capa o sus defensas deberían ser capaces de mitigar lo que se le viniera encima.

El hechizo que habían disparado contra el paladín fue bloqueado por su capa pero, tras hacerlo, varios jirones de tela salieron de ella. Entrecerró los ojos molesto. Si la capa había sufrido daños significaba que las protecciones mágicas que tenía la prenda se habían agotado. Eso solo le dejaba las ancladas a su cuerpo, que según sus cálculos resistirían como mucho un hechizo más, quizás dos si tenía suerte. En cualquier caso ya no volvería a ignorar a la cabra.

La buena noticia era que ahora que todos los vlakai habían muerto y que el combate volvía a ser un uno contra uno ya no tenía que preocuparse de terceros que pudieran destruir el cuerpo de su objetivo. Kirés fue a rematar a la serpiente con su lanza. Luego, desde un costado, iniciaría una sucesión de hechizos de corte y tajos con su espada dirigidos a las patas traseras de la quimera, pero retrocedería si se le ponía de frente. No volvería a subestimar las garras de aquel ser, pero todavía menos a la cabra. En cuanto empezara a conjurar dejaría lo que estaba haciendo y trataría de rebotarle su hechizo con un desvío, ya que todavía podía permitirse el lujo de recibir ataques físicos si hacía falta, pero no tanto con la magia.