Torreón Letargo (Archivo V)

Roaxen Tenvrai

Al parecer la mutante habia tenido la osadia de malgastar la comida de todos en su proceso de contaminación al cual se habia referido como a "preparar la comida". Ante tal mención, el pelo del ulterano se tensó, como si hubiese sufrido una descarga eléctrica y su nariz se arrugó por una fracción de segundo, con amplio desagrado. Sin embargo, logró volver en si cuando decidió optar por una via más nihilista de tratar con aquel engendro a partes y ignoró todo lo que hizo y dijo de aquel momento en adelante, mientras pudiera aguantar semejane herejia andante.

La parodia enfermiza de los primeros de Ul preguntó sobre cual iba a ser los planes de aquel momento en adelante y el ulterano sacudió su cabellera con cierta impaciencia, dejando a otros que hablase, visiblemente molesto de que la notificación de su rango y relevancia no les hubiera hecho cambiar ni un ápice su trato y deferencia hacia él.

Sin más, tomó la decisión de subir a la azotea al oir a los espantapajaros repetir su retahila infecta de las promesas pútridas que les deparaban las cestas. Desde ahi pudo observar a los dirigibles, y, con un mejor vistazo, sus direcciones. No les quedaba otra que volver al mismo barrio en el que ya habian estado, donde las artes oscuras proyectaban horrores en ilusión, ocultando su verdadera naturaleza como trampa.
Ajustó el sable a la faja y bajó por las escaleras, y con ciertos aires de grandeza, habló.

-Es habitual en los mutantes y las aberraciones los comportamientos repetitivos. Lo he visto con mis propios ojos: Un dirigible surca los cielos en este instante en dirección al mismo barrio de las trampas oscuras y otro hacia la gran brecha de cadáveres, de donde ya comprobamos que es inaccesible, una trampa más.-con teatralidad, hizo resonar el taco de sus botas, añadiendo énfasis a lo que bien podria interpretarse como una arrenga o un consejo.-Damas y Caballeros, si deseamos alcanzarlo antes que cualquier otra criatura, deberiamos mostrar celeridad ahora.-

Dicho esto, el capellán marchó hacia la puerta del torreón letargo, descansando una mano en el mango del sable, mientras con la otra se reajustaba la ballesta a la espalda.

Sus ojos me miran destructores y con ira, esos iris de color rojos se posan en mí y me desprecian totalmente. >>¿Qué pasa?, he dicho algo malo?<<. Parpadeo varias veces un poco confusa, y resoplo fuerte despejándome el flequillo del rostro. >>¿Le habrá  molestado?, sé que no es su intención, pero solo pretendía que no se volviese a sacar el tema de nuevo. Él tiene el mismo derecho a saber que ha ocurrido, también va a convivir, quizás he sido muy brusc...<<.

Mientras se sigue debatiendo quienes nos ayudarán a defendernos y quienes no saben nada resuena una voz irritable para mis oídos. Es el espantapájaros otra vez, recitando toda clase de asquerosidades como hizo la última vez. >>¿Pero qué se propone?, la comida es normal, no comprendo el por qué de esas palabras, quizás para él nuestros alimentos sean asquerosos, o solo intenta ahuyentarnos<<.
Deben de haberse situado en el mismo lugar que antes, no creo que paren en lugares diferentes, sería casi imposible encontrar las bañeras cada vez un una ubicación diferente, y compitiendo con alimañas o Dios sabe qué. De hecho Roaxen lo confirma desde arriba.

La velocidad en este caso apremia, no podemos quedarnos de brazos cruzados, hay que ir ya, o nos moriremos aquí de asco. Roaxen Tenvrai ya se ha situado en la puerta recargando su ballesta. >>Parece que sabe lo que se hace<<. Cuando Roaxen y Kimbra nos informaron con sus habilidades de lucha no pude evitar pensar en la clase de vida que les ha hecho formarse así, o por qué saben cazar, deben tener vidas duras y diferentes a los humanos, un ejemplo claro es el horario de comida, tal y como acaba de explicar antes Kimbra.

Con rapidez y verdadera habilidad me hago una trenza dejándola caer sobre mi hombro derecho pero dejando como siempre el flequillo sobre la frente, me ajusto el pantalón y las sandalias, preparada en sí para salir.
Con destreza y en poco tiempo llego a la palanca que nos abrirá el puente, tiro de ella con furia y miedo a la vez por la incertidumbre de si nos espera algo fuera.
>>Si esta vez, nos encontramos con una monstruosidad, no sabría decir si todos volveríamos de una pieza, mejor no pensarlo.<<

Me sitúo ahora al lado de Roaxen intentando averiguar quien nos acompañará por la comida. >>Ahora que me he dado cuenta no les he preguntado si les parece bien que vaya, pero de todas formas no iba a cambiar de opinión, tengo que salir, esto es asfixiante<<.

Ya estoy preparada y dispuesta. >>No, aún falta algo<<. Sin dar explicaciones descendiendo a la armería y sin más dilaciones me decanto momentáneamente con una daga bastante pequeña y poco pesada. >>Ya ya, no voy a matar con esto pero me hace sentir segura, y cualquier cosa en este lugar que aporte confianza me resultará útil.<<

-Perdonadme-digo un poco sonrojada al volver,- no puedo ir con las manos vacías.

Miro al exterior con temor, con ira. Ladeo la cabeza a ambos lados para crujir un poco el cuello y quitar tensión acumulada. Salto un poco en el sitio y muevo las manos adquiriendo fuerza, y eliminado todo nervio. Mi corazón se acelera con cada paso que da hacia el peligro. Hasta que pongo un pie fuera.

Yo también veo bien entrenar antes de salir al exterior, pero el griterío del espantapájaros me pone en tensión. Este lugar más macabro no puede ser, ese Doce Punto me mintió aunque dijo que no podia, pues bien, voy a sobrevivir y entonces le encontrare.

El sonido desgarrador del espantapájaros me pone la piel de gallina, Roaxen sube las escaleras y confirma el lugar adonde va la bañera.....¿Al barrio de las trampas oscuras? ¿ A que lugar fueron? Pronto lo averiguaré, pienso salir ahí fuera, ayudar al grupo.

-Bien, pues yo voy, no quiero estar aquí sin hace nada-. Declaro dejando claras mis intenciones. Si voy a tener que vivir aquí lo haré de la forma mas merecida posible, nada de holgazanear. Aprieto la lanza con fuerza. He de admitir que tengo demasiado miedo, pero ni se lo voy a demostrar al grupo ni eso va a echarme para atrás....

Antes de irnos a Ruth se le olvida coger un arma, en mi opinión una daga no ayuda mucho, pero mejor que a puñetazos limpios.

Salimos al exterior, a Rocavarancolia, salimos del paraiso, de ese torreon que es salir y ya lo echo de menos. Me envalentono, los miro a todos con aire de seriedad y después al cielo.
Tengo la idea de que el primero bicho que me salte encima lo ensartare con la lanza, no pienso morir ni menos en mi primera excursión.
-Estemos alerta, seguro que algún monstruo nos acecha. Por cierto,¿ visteis alguno  cuando salisteis la primera vez? Por curiosidad a lo que podamos enfrentarnos-. Añado. Mientras espero que alguien me conteste empiezo a observar detenidamente la lanza, no parece nueva, pero tampoco esta totalmente desgastada, creo que me servirá para casi todo el año.

Varsai observó con tranquilidad como el resto hablaban y como más tarde dijeron de ir a ver si la comida se entregaba todos los días. La niña quería apuntarse aunque solo fuese por ver algo más de la ciudad y lo cierto es que sentía curiosidad por ver si había algún lugar más con plantas. No le gustó la alusión que hizo Roaxen a unas trampas y decidió preguntarle a Irianna.

"¿Qué ha querido decir Roaxen con eso de trampas oscuras?"

La niña también observó como el resto cogía algunas armas. Ella decidió no llevar ninguna, si aparecía algo como el escarabajo correría tanto como pudiese, pero tenía claro que si llevaba algo así sin saber manejarlo sólo conseguiría hacerse daño.

En un primer momento, le sorprendió el agradecimiento de Ruth. Kimbra no había hecho nada más que su trabajo y que le agradecieran era del todo innecesario y fuera de lugar a su entender, pero no dio muestras de verse extrañada. Ekatechs le había explicado que se agradecía a una persona cuando esta hacía algo de forma desinteresada y sin ser una obligación. Puesto no se había asignado cocinero en el torreón, quizás la chica había tomado su acto como una acción fuera de sus obligaciones. “Quizás, más adelante, se especifiquen las obligaciones de cada uno y así evitar estos malentendidos.” Se dijo.

En cierto momento, la chica que nunca hablaba le mostró una hoja de su cuaderno que contenía garabatos indescifrables para ella. La Hija de Lunas supuso que se trataba de escritura, pues no identificada en ellos ningún dibujo representativo de nada que conociera. Ekatechs también le había hablado de la escritura como otro tipo de arte, pero nunca como forma alternativa de comunicación. “Quizás en su mundo no saben hablar y es la única forma de comunicarse que tienen.” Pensó la engendro en referencia a la chica de orejas picudas.

- Lamento la confusión- se disculpó con Irianna cuando esta le dijo que calentarían la comida más tarde al entender en ese momento que no contaban con la primera comida del día como ella había sospechado-. En Krabelin solo contamos con una comida que se sirve a primera hora de la mañana y es, en conjunto y al parecer, la suma de las comidas que vosotros hacéis a lo largo del día- terminó explicando.

Al ver que ninguno de sus compañeros parecía dispuesto a acompañarla en su alimentación, se sirvió su ración correspondiente y procedió a comer como acostumbraba: con las manos y ayudada de su daga. La krabelinense no había olvidado el funcionamiento y uso de los cubiertos que había aprendido el día anterior, sino que había asimilado que era la forma adecuada de comer ese tipo de comida y no la suya. Cuando terminó, tuvo que prepararse rápidamente para salir, ya que mientras estaba comiendo se habían escuchado de nuevo los gritos del extraño ser que les había suministrado los alimentos el día anterior y el grupo había decidido volver a por más. Kimbra no tardó mucho en estar lista, pues sus armas ya se encontraban a su espalda y no tenía la necesidad de ponerse ni la banda para cubrir los ojos ni la capa, puesto que el clima exterior no era nada semejante al de su mundo.

Aunque la decisión se había tomado antes de que la engendro terminara su comida, el grueso del grupo la había esperado para salir, incluyendo a Roaxen, aunque este no en la estancia principal sino en el exterior.

Sigue en Avenida de las Casas Carnívoras.

La perorata de Roaxen hizo que tuviese que contenerse para no rodar los ojos. ¿Le había llamado “dirigibles” a las bañeras de los espantapájaros? La idrina no creía que eso pudiera calificarse ni como comparación, pero por supuesto evitó hacer comentario alguno al respecto ni sobre el resto de su discurso.

—¿Coméis tanto de una sola vez? ¿Y no os sienta mal? —inquirió a Kimbra cuando le explicó acerca de las costumbres alimenticias en su sociedad—. Supongo que vuestro metabolismo debe de ser muy diferente al nuestro…
Irianna se llevó distraídamente una mano al estómago en aquel momento, pues desde hacía unos minutos había empezado a notar un ligero malestar que parecía ir en aumento y hablar sobre comida en aquellos instantes no era lo que más le apetecía.

La hija de lunas pidió que le permitiesen comer antes de salir, petición a la que la idrina accedió enseguida y que, por suerte, no tuvo que discutir con nadie por ello. O para ser precisos no tuvo que enzarzarse en otro desacuerdo con Roaxen, aunque el pelimorado anunció que esperaría fuera. Tanto Devoss como Varsai preguntaron entonces por los peligros del día anterior e Irianna se sentó de nuevo al lado de la varmana antes de responderles.
—No nos atacó ninguna otra criatura pero en el lugar donde aterrizaron las provisiones fuimos engañados por unos… edificios. Nos mostraron ilusiones para provocar que nos acercásemos a ellos y una larga lengua intentó atraparnos —explicó con una mueca. Irianna no sabía si en aquel momento le molestaba más el dolor de estómago o el recuerdo de su propia estupidez—. Así que no hagáis caso de nada de lo que veáis cuando lleguemos allí. Cogeremos las cestas y nos iremos —concluyó dedicándoles una mirada firme a los tres que habían manifestado su intención de salir pero que no habían estado en el grupo el día anterior.

Una vez les hubo puesto sobre aviso, la chica les comunicó al resto de los presentes que mientras la krabelinense comía ella iría en busca de un calzado más adecuado que sus botas. Irianna se perdió escaleras arriba, permitiéndose fruncir el ceño una vez se encontró de espaldas a los demás debido al malestar que no parecía querer abandonarla. Estaba segura de que todavía no le tocaba tener el período y se preguntó si le habrían sentado mal alguno de los alimentos desconocidos que ingirió durante el desayuno. El día anterior había comido pescado ulterano y no le había pasado nada…

Dio con unas botas que parecían tener una suela más adecuada para caminar que las suyas propias y las apartó junto al resto de sus prendas. No obstante no se las puso y regresó a la planta baja.
—Creo que es mejor que no os acompañe, no deberíamos abandonar el torreón tantos a la vez. Tened cuidado —volvió a advertirles mientras atravesaba la cocina y después el salón en dirección al patio.
Aunque era cierto que creía que no era conveniente que Sekkeh y Vorela se quedasen solos en el refugio, los insistentes retortijones en su estómago la habían decidido por completo. De camino a las letrinas tuvo que detenerse para contener alguna que otra náusea.

Sekkeh propuso ir a buscar la posible comida, cuya existencia se confirmó al oír la retahíla de los espantapájaros. Su cuerpo se tensó al instante, estaba impaciente por salir de aquel asqueroso medio castillo medieval. Pensó en Doce Punto. Podía llegar a perdonarle lo del escarabajo; se había encargado de la mitad del grupo, la ciega entre ellos. Pero no contar con agua ni cañerías se lo iba a hacer pagar caro…

Tras escuchar a Roaxen, frunció el ceño. <<¿pero es que tiene que sonar siempre tan rimbombante?>>. Parecía un niño pequeño siempre en busca de atención… <<¿trampas?>>. Devoss y Varsai preguntaron por él. Al parecer, unas casas les mostraban imágenes que les atraían a su interior con la intención de comérselos. Definitivamente, Doce Punto no iba a vivir mucho tiempo más. Al menos, el inútil iba con él, lo que significaba que ante el peligro, podría ofrecerlo como aperitivo.

Agarró la daga, acarició los puñales que guardaba en uno de los bolsillos de su abrigo y se puso las gafas. Se las ingenió para ponerse en el centro del grupo, de tal manera que los monstruos no le podrían sorprender, y les siguió.

Roaxen Tenvrai

Chasqueó con la lengua una vez, mientras empujaba el puente de las gafas contra su cara.
-Oh por las lágrimas de...-gruñó en voz baja cuando varios de los xenos se pusieron a gritar enajenados o a llorar. Incluso cuando habian sido avisados de la treta, habian caido presa de ella. Su estupidez era inmesurable. Harto como estaba, ni se molestó en intentar sacarles de su confusión. Anotó mentalmente que los xenos caerian una y otra vez en todas las trampas de la ciudad y, de ser esta una menor, todos estarian muertos para la siguiente semana.

Anduvo hacia las cestas ignorando las nefarias, humillantes, odiosas y obscenas escenas que se abrian ante él y cogió una de las cestas cargadas de alimentos. Planeó en coger dos, pero aquello le ralentizaria demasiado si fuese necesario el correr y que, de serie, habia manos de sobra para llevar. Así que encomió al resto de xenoides el emplear la sucia fuerza bruta mientras él tan solo cometia con el grupo.

Y así que volvieron al torreón Letargo. El ulterano tenia claro que aquel edificio tan dejado de buena mano de obra (y de jardineria) iba a ser la única fortaleza de la que podrian hacer uso en aquella situación. Por eso que cuando cruzó la puerta y dejó su cesta en la cocina con las demás, su mente se puso a trabajar de inmediato y, como si algo le hubiera dado un calambre.

-Necesito de dos a cinco voluntarios.-anunció al grupo antes de que se esparciera.

No consideró pedir la ayuda de los que habian quedado, bajo la suposición de que si no habian querido salir de primeras, lo que estaba por proponer les iba a hacer gracia.

Cogito Ergo Sum escribió:♚ ¿Dónde queda la gallardia de estos xenos? ¿Aceptarán mi consejo y sabiduria superior o simplemente seré desdeñado a un lado como una mente prodigiosa en mitad de un rebaño lobotomizado? Está por ver...

El grupo se mostró de acuerdo en general con la idea de ir a comprobar la avenida de las casas carnívoras y, cuando la voz de los espantapájaros les confirmó que los suministros se entregarían de forma diaria, la mayor parte de sus compañeros se juntó en la entrada con intención de salir. Sekk decidió quedarse después de hacer cuentas mentalmente, considerando que no era buena idea dejar el único refugio que habían encontrado sin vigilancia. Vorela también expresó su deseo de quedarse, seguida unos instantes después por Irianna. Siendo tres se las apañarían bien hasta que los demás regresaran.

El ulterano bajó al sótano a subir el puente en cuanto el grupo de expedición partió, y luego cogió sus armas para practicar un poco. Quería comprobar como estaba su puntería, y el muñeco de paja de la tercera planta era idóneo. No se cruzó con ninguna de las dos chicas de camino a las escaleras, pero supuso que andarían en el patio o en alguna de las habitaciones y no le dio demasiada importancia.

Lo que el intara sacó en claro de aquel entrenamiento fue que necesitaba muchos mas, pues aunque no era un completo desastre y muchas de las flechas se habían clavado en el muñeco, otras tantas se habían desviado por mucho y habían acabado por el suelo. Apuntar con aquel arma era mucho mas complicado que hacerlo con una de fuego, pero si quería sobrevivir tendría que apañárselas.

Dejó todo recogido y bajo de nuevo al salón poco antes de que llegaran los excursionistas, encontrándose a una idrina un tanto pálida. <<Con ese color de piel no estoy seguro, pero si que parece un poco indispuesta>> pensó el ulterano, sopesando si preguntar al respecto.
—Oye Irianna, ¿te encuentras bien? —inquirió al final, modulando su tono de voz para no sobresaltarla.

En ese momento sus compañeros regresaron y les llamaron para que les franquearan el paso, así que Sekk se disculpó con la mirada, indicando que esperaba una respuesta cuando regresara, y bajó a las mazmorras a activar el mecanismo del puente. Aprovechó el viaje y guardó las armas que había utilizado durante la práctica en su sitio, dejándolas listas por si tenía que salir del torreón con prisas antes de recorrer el camino de vuelta para reunirse con la idrina.

Tras haber vaciado parte de su contenido estomacal involuntariamente, Irianna permaneció unos instantes apoyada en la puerta de la letrina tratando de asentarse. Sin duda se encontraba mucho mejor después de vomitar, pero todavía seguía notando cierto malestar. Tardó un par de minutos en abandonar cautelosamente el servicio de aspecto poco salubre que era aquella letrina y a continuación, tras asegurarse de que no había nadie más en el patio, se acercó al pozo para lavarse un poco y refrescarse.

Volvió al interior pensando en qué ocupar su tiempo hasta que el resto volviese y, tras permanecer pensativa unos segundos de pie en la cocina, la idrina decidió echar un vistazo más a fondo a la armería del torreón por fin. Antorcha en mano descendió al sótano y entró en la desordenada estancia que contenía aquel arsenal de armas en diversos estados, comprobando que la mayoría no presentaba muy buen aspecto.
>>El óxido carcomía el metal de unos filos que abarrotaban la estancia de forma tan caótica como la batalla en la que parecían haber participado dado su deterioro.

Había hachas, lanzas, espadas, algunas piezas de armadura incluso… Una buena parte inusable, ya fuese por su avanzado desgaste o porque eran demasiado pesadas o difíciles de manejar para ella. El primer arco con el que se topó le recordó la afirmación de Kimbra sobre su habilidad con aquella arma y, movida por un impulso, Irianna sostuvo el arma en su mano derecha, examinándolo más de cerca. Parecía usable, aunque era posible que la cuerda no estuviese correctamente tensada o algo por estilo: a la chica no le suponía ningún problema reconocer que su desconocimiento sobre el tema era casi absoluto. Aún así, los siguientes arcos que observó estaban en evidente peor estado y algunos eran demasiado grandes para ella, o tenían formas extrañas que le hacían dudar de si se podrían utilizar. Cuando volviese Kimbra le preguntaría al respecto.

Localizó también un carcaj y flechas, no necesariamente dentro de este, y por último decidió que por el momento tan solo llevaría encima una simple daga como arma de corta distancia. No sabía manejar nada e Irianna consideraba mucho más probable el tener un aparatoso accidente al intentar blandir alguna de aquellas armas que el que le sirviese de algo en caso de peligro.

Cuando escucharon a los demás ya estaba de vuelta en la planta baja, tras haber subido previamente a guardar la daga que había elegido en el armario donde había metido parte de su ropa, y justo antes de eso Sekkeh le había hecho una pregunta ante la que tan solo tuvo tiempo de abrir la boca con intención de responder. Hubiese preferido que nadie lo notase, pero en realidad sí que podría ser conveniente saber si ella era la única afectada. Todavía no estaba segura de por qué se había sentido tan indispuesta, aunque la idrina no descartaba que se tratase simplemente de una tensión que ni siquiera sabía que tenía. No la suficiente como para provocarle aquel malestar, al menos.
—Estoy bien —le respondió escuetamente al ulterano cuando volvió. El resto del grupo ya entraba en la cocina en aquel momento y no le apetecía hablar sobre ello delante de todos. No era mentira después de todo: tras vomitar el dolor de su estómago había desaparecido.

—¿Todo ha ido bien? —Se dirigió entonces a los excursionistas mientras se acercaba a las cestas que iban dejando en la cocina para echar un vistazo a su contenido—. Parece que no han variado las provisiones…
El que la cantidad no lo hubiera hecho era, sin duda, una buena señal. No podían estar seguros de que fuese a repetirse lo mismo todos los días, pero se podían permitir ser optimistas al respecto.
>>¿De qué se trata? —Inquirió a Roaxen cuando este pidió ayuda de forma genérica.

Roaxen Tenvrai

El ulterano ladeó la cabeza ligeramente al oir la voz de Irianna y fue entonces que la localizó. Por su mirada podia deducirse que tenia cierta expectación por lo que iba a proponer, pero quizás un ulterano podia leer en su pelo que tramaba algo, debido a pequeños tics en el vaiven de su melena.

-Ah Irianna, no iba a contar contigo, pero bien eres recibida de apuntarte si lo crees oportuno.-dijo con toda la educación que el tono arrogante del capellán le permitia.-En fin, lo que busco es simple. Tan simple que con el numero de susodichos voluntarios puede realizarse rápidamente y quitarnos un peso importante de encima.-se cruzó de brazos con cierto dramatismo, antes de empujarse las gafas contra el entrecejo.-Creemos este torreón seguro por sus altas paredes y sus... bueno, tener tiene muros, pero no se si apelar de ellos como "robustos". Y sin embargo no conocemos ni un ápice de los edificios abandonados que nos rodean.-calló entonces, como paladeando sus propias palabras, eligiendo las oportunas antes de emplearlas.-Seria sabio registrar las proximidades y hacer una evaluación de los peligros y riesgos que encontremos. Quizás este lugar no sea tan seguro como hasta el momento creemos. Ni la fortaleza más resistente con la mejor guardia puede hacer frente a un volcán cercano.-terminó citando a la Leyenda de Ultramar.

Su mirada entonces viajó entre los presentes, pero solo se detuvo unos instantes ante dos figuras antes de seguir su camino: Ruth, Devos y Varsai. Aun de proponerse alguno de ellos mismos como voluntarios, el capellán se negaria en rotundo a llevarles con él. No cargaria con la muerte de la xenoide idiotica, el macaco temerario y mucho menos de la mascota, que no sabia ni hablar.

La niña agradeció el abrazo de la humana pero para ella era un pobre consuelo que le dijeran que no era real, lo único que quería era volver a su casa, que Gralo le diese un abrazo o le hiciese cosquillas, que Nete la regañase cariñosamente por levantarse tarde y que le hiciese el desayuno, que sus padres llegasen tarde del trabajo y se sentasen todos a conversar al final del día. La perspectiva de estar un año sin nada de eso y entre gente desconocida, aunque la mayoría pareciese amable, la desalentaba y entristecía.

Tardó un poco en calmarse, se secó las lágrimas y se encaminó hacia el torreón arrastrando los pies. Una vez en el torreón ignoró las palabras del ulterano, no quería saber nada de salir de él muy pronto. La niña subió con sus cosas a la azotea, y examinó desde lo alto algunos lugares que quedaban cerca. Un edificio que estaba relativamente cerca le llamó la atención, a lo lejos parecía estar en buen estado, al menos comparándolo con muchos edificios de sus alrededores.

Pasando las páginas y sacando sus pinturas se puso a dibujar lo que veía. Varsai necesitaba olvidarse un rato de lo que había pasado y eso sólo lo conseguiría pintando algo.

A pesar de que Devoss nos indica que nos levantemos le hago caso omiso. >>¿Qué lo hemos superado?. Que hable por él.<<. Bufo frustrada a punto de decir mil y una barbaridades contra el holandés pero simplemente cierro el puño conteniendo mis verdaderos sentimientos. >>Ya está bien de que me vean llorar, no puedo hacerlo delante de ellos. No quiero ser considerada la débil o quejica del grupo. No puedo consentirlo.<<
Me incorporo sacudiéndome el polvo de las rodillas que se me ha adherido por la suciedad del lugar y busco con la mirada mi pequeña arma.
Mi cabreo aumenta más al descubrir que está demasiado cerca de la casa. >>Es demasiado peligroso.<<.
-Maldición...-susurro por lo bajo.
>>No puedo perder el armamento así como así, debo andar con cuidado.<<

Sin fijarme lo más mínimo en en el resto me dirijo hacia las bañeras y con coraje por lo sucedido cojo una cesta pesada haciendo acopio de todas mis fuerzas. Justo cuando voy a marcharme recojo otras dos más pequeñas para quedarme finalmente satisfecha.

El regreso se me hace largo, deambulo apenada y con el alma realmente rasgada. No comprendo el por qué de mi situación, no logro entender por que acepté ni por que quisieron que aceptara. >>¿Qué tengo de especial?. Nada. Doce es un fraude junto con su asqueroso mundo. Por lo que se demuestra que todas sus palabras eran mentiras. Ni yo soy especial ni esta ciudad es una maravilla. En lo único que acertó fue en la nueva vida, en eso no se equivocaba. Aquí todo es diferente, pero puede que me lleve a una muerte más temprana y diferente que la de La Tierra.<<.
Dejo las cestas en la mesa de la cocina y al ver que nadie tiene el detalle de responder a Irianna lo hago yo por un mínimo de educación:
-Todo bien- susurro con la voz temblorosa y rota, una nueva lágrima aflora en mi rostro pero me la limpio en seguida.- Gracias, Irianna.

Varsai desaparece escaleras arriba. >>Nunca lo dudaré, y sé que solo la conozco de poco tiempo pero las situaciones me han hecho pensar que esa chica es...fuerte. La admiro en ese punto, ese temple con el que se mantiene es magnífico a mi gusto. Y no creo que haya nada malo en que las dos nos hayamos desahogado, a veces y solo a veces, es mejor llorar para sanar una herida que  reprimir el sentimiento que te corroe por dentro.<<.
La propuesta de Roaxen me hace revolverme el estómago. >>Ni por todo el oro del mundo salgo yo  hoy fuera, aunque me guste la oferta de asegurarnos de nuestra propia fortaleza.<<.

En silencio me dirijo al pozo y con un cubo de agua me refresco la cara.

-Nunca más voy a dedicarte una lágrima más por tus trampas o bestias Doce.- anuncio en tono bajo y frío, aún sabiendo y presintiendo que es mentira. Con un vistazo desde el patio analizo al resto de compañeros. Unos más fuertes, otros más inteligentes, el caso es que es una buena unión.-No nos derrumbarás a todos.

Llego al torreón un poco triste, las ilusiones de la casa me han recordado el ambiente de mi hogar y a mi familia. Lo único que deseo es que pase el maldito año, va a ser el peor de nuestras vidas, aunque si emocionante.
Entramos y soltamos las cestas, la abundancia es la misma, espero que sea así todo el año....
Aunque estoy acostumbrado a no comer mucho.

-No pasó nada terrible ahí fuera Irianna, aunque si nos ocurrió lo que nos explicaste de las casas, gracias por informarnos-. Le digo a la idrina agradecido.- Ah, y también a ti Ruth, al verte gritarle a la casa salí del embrujo....-

Escucho atentamente lo que dice Roaxen, es cierto que puede que no estemos tan protegidos y debamos explorar, pero por otra parte lo veo una tontería, seria como: “Puede que estemos en peligro, vayamos a buscarlo”. Esta última opinión es la que pienso, pero convencido de que los demás prefieren saber el peligro le digo a todos secamente:

-Yo iré, para mí lo más prudente es quedarse aquí, pero por una exploración no creo que pase nada-.
Me dirijo a Roaxen con el mismo tono: - Sé que tenemos nuestras diferencias, no nos vamos a llevar bien, discutiremos mucho, al menos por mi parte, pero con todo eso sugiero que lo dejemos de lado en momentos cruciales, como explorar en este caso-. No espero que lo entienda, si acepta cumpliré mi promesa al cien por cien, y si no solo tengo que ignorarlo o discutir cuando lo vea oportuno.

Irianna notaba en los gestos de la mayoría de los excursionistas que algo no había ido bien, pero no parecía haber nada que lamentar. Todo el grupo había regresado sin un solo rasguño, por lo que el estado de ánimo tenía que deberse a lo que las ilusiones de aquellos edificios les hubiesen mostrado. La idrina necesitó recordar la escena que había protagonizado Roaxen el día anterior para imaginarse qué clase de imágenes podrían haber visto sus compañeros, ya que para ella el engaño había sido de una naturaleza muy diferente. Pero era obvio, ¿qué iban a enseñarle de lo que había dejado atrás aquellos seres que la tentase a acercarse? Como no le mostrase el árbol con los pájaros… No, sin duda la imagen que había visto cumplía mucho mejor la función de cebo si lo que querían los edificios era que se acercase como una idiota al engaño preparado especialmente para ella.

Suspiró internamente mientras abandonaba sus pensamientos recriminatorios a tiempo para escuchar el agradecimiento de Ruth, quien era evidente que no se encontraba tan bien como había expresado. Asintió a Devoss a continuación, mientras seguía preguntándose qué les podría haber alterado tanto. Una parte de ella frunció el ceño, le daba la impresión de que no habían hecho tanto caso a su advertencia como el holandés sugería.
—No sé qué habréis visto pero nada era real —dijo entonces, cruzándose de brazos—. No perdáis el ánimo por causa de unas visiones. Nuestra realidad ya es lo suficientemente preocupante como para añadir problemas imaginarios —añadió justo antes de que la humana se perdiese en el patio, asegurándose de que la escuchaba.

Atendió entonces a la petición del pelimorado, decidiendo pasar por alto la afirmación de que no iba a contar con ella a pesar de que no comprendía por qué lo remarcaba. Irianna meditó un instante su, en cierta medida, agorera exposición y enseguida decidió que tenía bastante sentido.
—De acuerdo, esta vez os acompañaré ya que se quedan más personas en el torreón —<<Y ya no siento como si me estuviesen retorciendo las entrañas>>— Disculpadme unos instantes, enseguida bajo.
La chica no tardó mucho en regresar, calzada con las botas que había encontrado mientras Kimbra comía y con la daga que había elegido en la armería sujeta a la cintura. Llevaba su lazo del cuello en las manos y una vez puso pie en la planta baja se recogió el pelo en una coleta alta utilizándolo.
—¿Vamos?

Volvió al torreón con el corazón latiéndole con fuerza. Si bien les habían advertido, no había podido evitar quedarse quieto, mirando una de las casas, presa de su influjo. En la imagen, su padre estaba ebrio y caído en el suelo, inconsciente; el imbécil de su hermano se había quedado atrapado con algo en la casa, pero no podía distinguir con qué. Además, la miopía no ayudaba. Y su hermano le había chillado que le ayudase, con esa voz que tenía cuando entraba en pánico. Y, sobre la encimera de la cocina, su padre se había dejado uno de los cuchillos para cortar la carne. Sigrún miraba el cuchillo, que brillaba, tentándolo. Ragnar no podía defenderse y sería fácil acabar con su padre. Se preguntó a cuál mataría primero… o más rápido.

<<Sig, ayúdame. Eres mi hermano. Lo siento todo, pero por favor, ayúdame>>.

A Sigrún le brillaban los ojos cuando respondió:

-Claro que sí, hermano. Voy a ayudarte. A morir.

Y justo cuando se disponía a entrar en la casa, el grito de Ruth lo despertó. Más pálido de lo que ya era de por sí, miró en derredor y vio a las chicas abrazadas a un lado y las cestas al otro. Sigrún escogió una y, aunque las chicas le habían dicho que se fuera, esperó hasta que llegaron a su altura para continuar. Al fin y al cabo, la israelí acababa de salvarle la vida y la gatita era la gatita.

―Creo que Ruth nos ha salvado a más de uno― añadió después de que Devoss hablara. Esperaba contestar así a la pregunta de Irianna.

Sigrún titubeó ante la petición de Roaxen, y finalmente declinó su oferta. No le había pasado desapercibido que Varsai había subido escaleras arriba. Necesitaba un rato a solas, así que despidió de los otros y subió a la azotea. La gatita estaba ahí, pintando. Llamó su atención de inmediato. Parecía haber buscado la soledad, al igual que él, pero tal vez era una oportunidad para hablar con ella. La saludó y se sentó en el lado opuesto, dejándola espacio.

Apoyó los brazos en las rodillas. Que la visión no hubiese sido real le había molestado sobremanera. Habría disfrutado tanto… pero otra vez sería. Tenía un año por delante para endurecerse y preparar sus muertes.

Roaxen Tenvrai

No dió más que cuatro segundos por cabeza a los comentarios de los xenoides que habia tachado de "no dispuestos a colaborar". Y en cada uno de los cuatro segundos esperó las respuestas pertinentes. Cuando Devoss se dirigió a él, le dió uso a sus cuatro segundos y, cuando estos se acabaron, acompañado de un parpadeo, el capellán sin decir una palabra, dejó de enfocar al humano ignorandole abiertamente y pasó a centrarse en los otros que aun quedaban por responder.

Tras la criba, la confirmación de Irianna, Sekk y la mutante fueron los resultados de su llamada al deber. Lejos de sentirse decepcionado, el capellán suspiró internamente.

Cogito Ergo Sum escribió:♚ Era de esperar de estos xenos...

Aunque Devoss habia accedido a ir, el ulterano no estaba al tanto de lo que habia dicho fuera de los cuatro segundos que le habia dado, así que contaba con Irianna y con Sekk en su mente, pues además, Kimbra no iba a ser apelada como "persona".
-Seamos tres, entonces.-anunció, sin más al grupo.-Sekkeh Reikayame, Irianna... Será mejor que partamos con prisa. Cuanto antes terminemos, antes podremos asegurar nuestra posición en este torreón.-
Dicho esto, las botas del militar resonaron sobre el suelo cuando una vez más se acercaba a la puerta de acceso al exterior, dispuesto a salir.