Torreón Letargo (Archivo V)

Varsai atendió a las palabras del ulterano sin perderse ni una sola. Entendía lo que sentía el ulterano, aunque no fuese por el mismo motivo. En su caso temía probar y que no saliese, en el caso de Varsai ya no sólo era eso, si no que quizás ni siquiera pudiese probar, y si Irianna encontraba un hechizo que no necesitase palabras además estaba lo que había mencionado Sekkeh.

"Tranquilo, no eres el único.
A mi me gustaría intentarlo y conseguirlo, supongo que me gustaría sentirme especial después de estos días.
Aún no te he dado las gracias apropiadamente por lo del otro día.
¿Qué tal tu brazo? ¿Se cura bien?"

Tardó un poco en escribirlo todo y esperaba que al ulterano no le molestase esperar.

Siguiendo las órdenes de la idrina, Rasqa y yo repetimos los pasos, los hacemos a la perfección, pero... nada. No me siento nada mágico, no creo que pueda hacer hechizos ni ahora ni nunca.
Bufo visiblemente contrariado. -Gracias de todas formar Irianna, aunque creo que será en vano lo seguiré intentando-. Le respondo. Estoy bastante enfadado, pero no con alguien, sino conmigo mismo.

¿Por qué otros tienen magia y yo no? ¿ Será que necesito más tiempo de práctica? ¿ O es que seré incapaz de producir la más mínima chispita permanentemente?

Ruth me pregunta si he dormido bien. No lo había pensado de ese modo, quizás es porque estoy cansado. -La verdad es que no he dormido muy bien, podría ser eso.- Le contesto a la israelita.

Mi enfado sigue permanente, es injusto que algunos obtengan resultados y otros no. Pero entonces hay algo que me enfurece mucho más. Kimbra vuelve del torreón Maciel, estaba intentando sanar a Armonía, a ese monstruo que intentó matar a Varsai. Y encima Irianna también quiere que se recupere.

Rasqa opinaba que le quedaban dos soles. Ojalá no le quede ni medio, si le pasa eso se lo tiene merecido, por lo que intentó hacer y por lo que podría hacer hecho. No logro comprender como se preocupan por ella. Casi asesina, deberían estar satisfechos con que le ocurra eso. Como lo estoy yo.

Mi personalidad natural me dice que exprese lo que pienso, pero se que acabaríamos discutiendo, y no quiero problemas, demasiado tenemos ya con todo lo que está sucediendo. Así que como no aguanto la situación me voy, no quiero estar allí mientras hablan de ella, queriendo que se cure. Me dirijo a la azotea y allí me quedo, mirando el vacío. Me estoy acostumbrando a eso de otear el horizonte.

Como si estuviera buscando alguna esperanza en este infierno, alguna solución a los problemas que llegan pero no se van. Algo, lo que sea, para poder vivir al final del año.

Anteriormente, ya fuera por la rabia o ira, deseaba a ciencia cierta un buen castigo para Armonía, a pesar de haber advertido a Roaxen y Ergot en su momento. Sabía que lo que hizo estaba muy mal, y de echo no tardé en sacar mi daga con velocidad, fue cuando descubrí una nueva faceta de mí misma.
Pero ahora, en frío, no sé que pensar. >>¿De veras deseo su muerte?. ¿Si...la palmara, me alegraría, me encontraría indiferente, o lamentaría su muerte.?<<

A medida que Kimbra avanza su explicación mi mirada se ensombrece, y acabo con la cabeza totalmente gacha, desviando la mirada y chasqueando la lengua al final.
-No se puede decir que no lo has intentado, Kimbra. -contesto con tono neutral, demasiado mecánico y frío, recalcando con seguridad mi opinión sobre Armonía, aportando quizás un tono demasiado diferente a la actitud de antes. Y es que, aunque en el fondo no deseo que muera, prefiero asumir un papel duro, no voy a cambiar mi postura respecto a ella tan rápido, y menos delante del resto.
No diré un “ojalá se recupere” porque también sería mentir.
De modo que decido no comentar nada más al resto.

“Dos soles”. Que expresión mas extraña, de hecho me trae un recuerdo vago sobre mi pequeña investigación respecto a lo que se referían con Luna Roja.
-Vamos -susurro con los ojos perdidos en el suelo- que le quedan dos telediarios.

Mientras la niña escribía su respuesta, Sekk aprovechó para recoger un poco sus cosas, dejando la zona despejada del material de entrenamiento en apenas unos segundos. Con el parón para conversar el ulterano se había enfriado, pero no le importaba demasiado, y en cuanto terminara de hablar con Varsai iría a darse un baño.
—Tiene que haber una forma de hacer magia sin hablar, ¿no crees? —preguntó tras echarle un vistazo a la libreta—. Sería raro que no la hubiera en la ciudad de los milagros y los portentos —añadió en tono grandilocuente.

La preocupación por el estado de su brazo le arrancó una sonrisa y, tras revolver el cabello de la muchacha con la mano izquierda, le restó importancia con un gesto vago.
—Estoy bien, de verdad, Kimbra hizo un gran trabajo y apenas siento la herida —respondió, echando un vistazo distraído al vendaje—. Gracias por preguntar, de todos modos —le agradeció.

—Eh... —Rasqa arrugó las fosas nasales y miro confuso a los humanos—. ¿Supongo? —no tenía ni idea de a qué se referían con telediarios y se preguntaba qué serían o si habría telenocturnos—. ¿Qué es eso? ¿Llamáis así al sol o cómo? —preguntó directamente a Ruth.

El dragoncillo bostezó algo aburrido y se aovilló en el suelo mientras esperaba respuesta. No había muchos motivos para darle más vueltas al estado de la roquense.

Kimbra escuchó las contestaciones y reacciones a su explicación sin dejar de preparar su alimento. No comprendió algunos de los comentarios y otros le parecieron irrelevantes o absurdos, así que únicamente asintió y se dispuso a comer, como tenía planeado. Tenía bastante hambre, ya que no estaba acostumbrada a comer tan tarde, por lo que en seguida hubo terminado con su alimentación. Una vez recogidos todos los utensilios utilizados, se dispuso a salir al patio, donde el huerto que había puesto en funcionamiento junto a Sekkeh le esperaba para cumplir con su rutina de cuidados diarios.

Irianna podía comprender que la expresión “dos soles” de Rasqa se refería a un ciclo de tiempo, pero la de Ruth la desconcierto casi tanto como al parqio, aunque ella estaba bastante segura de que la humana no hacía referencia a ninguna estrella sino a algún concepto humano. Las idas y venidas de Kimbra la distrajeron de aquella conversación, pues al ver a la hija de lunas y dedicar un vistazo al libro de magia de reojo, la lacustre tomó una decisión. Sabía que la krabelinense tenía falta de iniciativa para todo aquello que no encajase con su rutina y labores que parecía llevar grabadas en su cabeza. Los demás tenían la capacidad de decidir por sí mismos si querían probar suerte con la magia y de hecho ya se lo había ofrecido a todos los presentes, pero a aquellas alturas ya sabía que con Kimbra tendría que ser más directa.

—Oye, Kimbra, ¿estás muy ocupada ahora? —le inquirió mientras se acercaba a ella—. Verás, hoy hemos descubierto cómo hacer magia, Ruth y yo de hecho hemos podido llevar a cabo unos hechizos… La magia nos será muy útil y lo mejor sería que aprendiésemos a utilizarla todos. ¿Estás dispuesta a intentarlo? Yo te puedo explicar todo lo que tienes que hacer, ya que necesitarías saber leer con más fluidez para poder intentarlo por tu cuenta y ya que he estado ayudando al resto creo que es un buen momento.

Kimbra se encontraba comprobado la humedad de la tierra cuando Irianna se le acercó preguntándole si estaba ocupada y si quería llevar a cabo una acción denominada “magia” que por lo visto ella había aprendido a llevar a cabo junto Ruth y que hipotéticamente resultaría útil. La engendro desconocía el concepto de “magia” y así se lo hizo saber a la idrina, además de preguntarle cuál sería esa utilidad de la que hablaba. Kimbra era un ser practico y solía considerar las cuestiones útiles como las únicas merecedoras de invertir tiempo en ellas, consideración que había generado las primeras y únicas discusiones en su vida, siendo Ekatechs su interlocutor en todas ellas. Teniendo en cuenta esto, la Hija de Lunas deseaba conocer dicha acción, pero también era consciente que su concepto de utilidad discernía o podía discernir con el de sus compañeros, puesto que ya había sucedido en alguna ocasión.

Contrario a lo que la engendro pensaba, Irianna le dio una definición de magia muy similar a la que ella misma tenía sobre la energía superior y comenzó a explicarle todo lo que con ella podían llegar a realizar si disponían de ella. Kimbra estaba sorprendida y más aun lo estuvo cuando la idrina realizó uno de los llamados hechizos frente a ella creando luz de la nada.

- Los Seguidores de Lakra llaman a este hecho energía superior. El amuleto la tiene, pero no se conoce de ningún ser, más allá de las lunas, que pueda o haya podido dominarla. Aunque algunos nombrados especulan sobre la posibilidad de que Lakra fuera un domador de energía superior- explicó Kimbra antes de recordar un dato importante-. Dama Diurna, la extraña kepryna, a falta de una mejor descripción, que me trajo aquí me prometió el posible dominio de la energía superior entre otras cosas, pero nunca afirmó que esta podía llevarse a cabo sin un amuleto.

Kimbra, dada la información que Ekatechs le había proporcionado sobre la energía superior y al ver a dama Diurna hacer uso de ella portando un amuleto, siempre creyó que esta solo podía llevarse a cabo con la ayuda de uno, por lo que aquella nueva forma le desconcertaba.

Atendió con interés a las palabras de Kimbra, quien estaba aportando datos realmente interesantes acerca de la cultura de Krabelin. Había elementos clave en ellos que apuntaban a que aquella “energía superior” era algún tipo de magia. La idrina estaba convencida de que los hechizos descritos en el libro rocavarancolés no eran iguales a aquellos que todavía se investigaban en Idris, por lo que era muy posible que la “energía superior” fuese similar.
—Amuletos… Tengo entendido que están relacionados con el uso de la magia de alguna forma, igual que los cristales que encontramos en el torreón y que se iluminan al contacto con la sangre. Creo haber entendido en el libro que son como una especie de contenedor de energía mágica, aunque todavía no comprendo bien el concepto. Tal vez el amuleto del que hablas sea algo parecido —teorizó—. En cualquier caso, solo necesitas utilizar uno de esos cristales y tal vez ni siquiera sean completamente necesarios. Todavía queda alguno cargado, de todos modos. ¿Lo intentarás, entonces? —dijo imprimiendo un tono de interés a su pregunta.

- No conozco amuletos que tengan esas características- comenzó a explicar la Hija de Lunas-. El amuleto de Lakra encierra conocimiento y saber, liberando dicho conocimiento en la mente de su portador y permitiendo que este lo conserve una vez se haya desprendido de dicho amuleto. Según tengo entendido, se necesita un periodo de asimilación antes de poder disponer sin problemas o malestares de dicho conocimiento, pero solo conozco la teoría, pues nunca llegué a tener mi Iniciación-. Kimbra guardó silencio unos segundos-. A pesar de esto, el único amuleto que he podido observar es el que dama Diurna llevaba colgado del cuello cuando habló conmigo y la única demostración de energía superior de la que fui consciente fue cuando se elevó del suelo sin poseer alas- terminó de explicar y luego asintió a la pregunta de Irianna.

La idrina comenzó a mostrarle los gestos que debía imitar y las palabras que debía repetir. Kimbra observó atentamente a su compañera memorizando los pasos y las silabas sin permitirse fallo alguno. Aun así, pidió dos veces más a la idrina que lo repitiera para asegurarse de haberlo asimilado.

Kimbra no vaciló al comenzar a recitar las palabras y repetir los gestos de forma eficaz y precisa. La engendro tenía dudas sobre los resultados que iba a obtener, ya que tenía un conflicto en cuanto a su idea sobre la dificultad de hacer uso de la energía superior. Por un lado, en su mundo, aunque existía, no estaba demostrado que nadie hubiera podido hacer uso de ella, y no porque no lo intentaran. Por otro lado, Irianna acababa de hacer lo que ella llamaba un hechizo de forma fácil y sencilla frente a sus ojos y asegurando que había aprendido esa misma mañana. Al terminar el corto proceso de conjuración se decepcionó al ver que nada pasaba y le pidió a Irianna de nuevo que repitiera los pasos por si se había confundido en alguno. Al finalizar su segundo intento sintió como sus manos picaban y pudo ver, no sin asombro, como de su mano brotaba una pequeña llama que se extinguió enseguida debió a que, por la sorpresa, la krabelinense había perdido la concentración.

La explicación de la krabelinense acerca del amuleto la sorprendió. Su primer pensamiento al respecto fue que tal vez aquello no fuese más que alguna clase de creencia, pero no tardó en recordar que había perdido el lenguaje idrino y aprendido como si fuese su lengua materna un idioma por haber bebido un poco de agua de una fuente y lo que Kimbra describía empezó a resultarle menos descabellado. Así pues, todo parecía indicar que efectivamente en el mundo de la hija de lunas se tenía conocimiento práctico de la magia.
—Miseria Nombre, el hombre que apareció frente a mí en Idris para traerme aquí en mi caso, estaba rodeado por unas máscaras flotantes —le contó a su vez cuando le relató el prodigio que había llevado acabo la enviada de Rocavarancolia en Krabelin—. Me pregunto si nosotros también seremos capaces de hacer volar cosas o a nosotros mismos si continuamos investigando la magia… —comentó con ojos brillantes.

La idrina animó a Kimbra a realizar una segunda prueba cuando falló el primer intento de realizar el hechizo de iluminación, asegurándole que Ruth no lo había conseguido a la primera pero finalmente lo había logrado. La lacustre fue plenamente consciente de que de entre todos a los que había enseñado los gestos necesarios, la krabelinense era, de lejos, la que más facilidad parecía tener para imitarlos. Ello se hizo patente en cuanto consiguió realizar el hechizo con éxito con prontitud, aunque la llama desapareció enseguida, probablemente debido al asombro que había detectado en la krabelinense. La chica esbozó una sonrisa.
—Estupendo —celebró en conjunción con un discreto gesto que denotaba su alegría—. La próxima vez te saldrá mejor. ¿Notas cansancio? Yo me encuentro bastante débil de pronto, desde que hice los hechizos. Tal vez no debería intentarlo más hasta que me recupere, aunque puedo continuar descifrando el libro para tratar de encontrar cómo volar —comentó en tono desenfadado, a pesar de que no hablaba completamente en broma.

Kimbra reflexionó sobre la posibilidad de que el uso de la energía superior implicara un gasto de energía propia similar al de una actividad física, lo que supuso que estaría más relacionado con la dificultad y el nivel del hechizo que con los movimientos que había que realizar para llevarlo a cabo. La krabelinense asintió cuando la idrina dijo que pretendía continuar descifrando el libro del que había sacado el hechizo que habían realizado, titubeando durante un segundo cuando el pensamiento de querer seguir practicando o de ayudar a la idrina a descifrar el libro a la vez que practicaba la lectura le asaltó la mente, pero dándose la vuelta enseguida para seguir con su trabajo de jardinería, ya que, por las palabras de la idrina, había deducido que su conversación podía darse por finalizada.

La idrina continuó observando a Kimbra mientras esta regresaba a su labor con el huerto tras la escueta respuesta en forma de asentimiento que había recibido. Irianna se había preguntado más de una vez si la krabelinense tomaba alguna decisión por su cuenta más allá de aquellas tareas rutinarias, ya fuesen traídas de su propia cosecha o porque se las hubiera propuesto alguno de ellos como era el caso de aprender a leer. Cada vez que la hija de lunas decía algo sin que se le hablase directamente, siempre se trataba de una observación objetiva a un hecho o, a lo sumo y tras haber iniciado otra persona la interacción, una pregunta sobre algo que no comprendía o para explicar alguna costumbre de su sociedad que los demás no compartían.
—Perdona si te distraigo de tu labor —volvió a hablarle acercándose de nuevo a la chica—, que por cierto Sekkeh y tú estáis haciendo un gran trabajo, el huerto ya tiene otro aspecto totalmente diferente —la alabó al examinar de cerca los frutos de sus compañeros con lo que parecía ser la única parcela de tierra fértil en toda la ciudad, o al menos que hubiera visto—. Bueno, lo que te quería comentar… Me he fijado en que nunca das tu opinión respecto a nada y… Perdona si me estoy metiendo donde no me llaman —se excusó rápidamente, aunque continuó—. ¿Hay alguna razón para ello?

Kimbra se levantó de nuevo encarando a la idrina cuando esta comenzó a hablarle, ya que, a diferencia de lo que ella pensaba, su conversación no había terminado, aunque si había variado. La engendro asintió a modo de agradecimiento cuando Irianna le hizo un alago en reconocimiento a su trabajo y atendió a lo que esta quería decirle. Cuando terminó, Kimbra no pudo más que parpadear confundida, inclinar la cabeza y fruncir el ceño, para luego volver la cabeza a su posición original. Las frases en esencia no contaban con ningún concepto que la krabelinense desconociera, pero había algo en lo que la idrina quería comunicarle que escapaba a su comprensión. “¿Mi… opinión?”

- Bueno… eh…- titubeó confusa-. Mi visión sobre ciertas cuestiones no tiene relevancia a no ser que un tercero quiera dársela y, siendo ese el caso, seré cuestionada sobre ello.

Al igual que había hecho Kimbra, Irianna también frunció el ceño ante la respuesta de su interlocutora, aunque tan solo durante un instante. La idrina repitió las palabras en su mente, pues en un principio creía que habría entendido mal el significado de estas debido a la elección de términos que solía emplear la krabelinense, pero no era así. Lo que la hija de lunas estaba diciendo, en resumidas cuentas, implicaba que le habían enseñado que su opinión no importaba.
—Eso no es así —se apresuró a decir, casi sin pensar. Al momento se dio cuenta de que tal vez había hablado demasiado rápido y quizás no de la forma más educada, pero no podía evitar sentir indignación ante lo que se podía concluir de aquello—. A ver… —la lacustre se apartó el pelo de una oreja, insegura acerca de cómo explicar un concepto que había dado por hecho siempre como un pensamiento generalizado—. Todos tenemos derecho a tener una opinión y por lo general ninguna es más importante que otra. Pretender lo contrario es discriminatorio, es… Lo siento, supongo que lo estoy enfocando totalmente desde una visión idrina, pero incluso aunque se trate de algo cultural no puedo verlo como positivo de ninguna manera —negó con la cabeza, insegura de si estaba haciéndose entender adecuadamente—. Aquí puedes dar tu opinión siempre que te apetezca, Kimbra. Diversos puntos de vista siempre son enriquecedores para todos, y más teniendo en cuenta que provenimos de sociedades muy dispares.

Kimbra volvió a fruncir el ceño ante la afirmación de Irianna. “Todos tenemos ¿derecho?” Se preguntó confusa. La engendro había deducido, dado el comportamiento de sus compañeros, que se trataban de individuos pertenecientes a razas dominantes o superiores o a sociedades similares a la de los Nombrados, pero teniendo en cuenta de lo que acababa de ser informada, posiblemente se tratara de una costumbre más bien global.

- Tengo conocimiento de que entre los Nombrados el intercambio de opiniones por igual es algo habitual, pero en la ciudad Kievek la cuestión es más compleja. Soy una Hija de Lunas, por lo que mi opinión en general no tiene relevancia. Los Hijos de Lunas suelen intercambiar opiniones en sus círculos de confianza, pero yo nunca he pertenecido a uno.

Con el tiempo, Kimbra había aprendido a no tener opinión de ningún tipo sobre lo que le rodeaba y mucho menos a exponerla en caso de tenerla, por lo que, si lo que afirmaba Irianna era cierto y entre sus compañeros su opinión era relevante, le iba a resultar difícil comenzar a reflexionarla y exponerla sin que se le haya preguntado sobre ella con anterioridad.

Aunque no era difícil extraer aquella conclusión de lo que la krabelinense había ido contando sobre su mundo a lo largo de los días, la explicación confirmó el hecho de que Kimbra provenía de una sociedad desigualitaria y en la que ella pertenecía a una casta baja, tal vez la más baja de todas.
—Eso es injusto —dijo mientras negaba con la cabeza—. No eres menos válida por ser una hija de lunas, por lo tanto tampoco lo es tu opinión —le aseguró—. Al menos no en este torreón. A mí me interesa conocer tu visión de las cosas siempre que desees compartirla. Creo que al menos deberías intentarlo, al fin y al cabo ya no estás en Krabelin y no es aconsejable dejarse pisotear en este lugar —añadió con un ligero tono malhumorado que suavizó al darse cuenta de que lo estaba imprimiendo a sus palabras.
La lacustre únicamente se refería a individuos como Roaxen o Tesón, pues desconocía la magnitud que abarcaba su afirmación en una ciudad como Rocavarancolia.