Torreón Letargo (Archivo V)

Irianna observaba a Rasqa con una leve sonrisa mientras este examinaba el vaso con su morro en la mesa sobre la que lo había apoyado poco antes cuando empezó a congregarse más gente de la que le gustaría a su alrededor. La primera en llegar fue Ruth, a quien apenas pudo empezar a tratar de responderle cuando Sigrún y Devoss también se unieron a la contemplación del acontecimiento. No podía culparlos: había hecho magia, al fin y al cabo. Sekkeh se encargó de responder al albino, aunque solo en parte, pero antes de que pudiera coger el relevo del ulterano, el sonido de la cerámica impactando contra el suelo y rompiendo en mil pedazos la sobresaltó y le hizo mirar en dirección al holandés mientras componía una mueca. Se recompuso mientras se recogía el pelo tras la oreja y dejó escapar un leve suspiro.
—No, me temo que al menos de momento esto es lo único que sé hacer —le respondió al humano menor señalando el vaso con una sonrisa cansada—. No pasa nada, recoge todo lo que puedas pero ten cuidado de no cortarte —le advirtió—. En cuanto al milagro del vaso… Bueno, he seguido los pasos que indica aquí —acercó el libro de magia, que había apoyado en el sillón a su lado, a la mesa y señaló el párrafo—. No fue fácil descifrar la terrible caligrafía de la persona que al menos se tomó la molestia de dejar algunas notas de traducción y tardé en comprender la parte que explicaba en qué orden debían ejecutarse los gestos pero… Bien, ya veis el resultado, ahora sí ha funcionado. Si alguien quiere probar le explico lo que tiene que hacer, la parte más complicada ya os la he ahorrado —bromeó dejando escapar una leve risa.

Y más gente llega al pequeño espectáculo que se cierne por la mañana. El suceso mágico también ha llamado la atención del resto de humanos. Emito una pequeña risa ante el careto de Sigrún, una situación extraña para aquel que no se ha dado cuenta de lo que pasa.
Segundos más tarde es Devoss quien llega, destrozando un vaso por el asombro, me sobresalto por el estruendoso ruido. >>Y eso que antes he intentado no despertar a nadie<<.

La explicación de Irianna me es bastante clara, me enternezco un poco al pensar que ella sola ha descifrado lo que ponía en su libro, ye he observado que las pocas traducciones que se encuentran escritas son casi incomprensibles por no decir del todo ilegible, y eso que el tema era botánica. Imagino que en el tema de la magia debe de ser mucho más complicado, por lo desconocido que nos resulta.
-No tienes por qué interpretarlo tú sola. Si necesitas ayuda, puedes pedirla, al fin al cabo debe de haber sido un poco difícil, gracias por hacerlo esta vez tú sola. -presto mi mano, intentando ser lo más amable posible, y aún excitada mirando el vaso.

Y al fin soy tentada, un nuevo hormigueo en la barriga, como mariposas en el interior que revolotean en un afán de hacerme potar de tanta admiración. Aquí lo real no lo es tanto, así que seguir pensado que esto es una ilusión sería un error.
Cualquier cosa podría pasar si al final decido dejarme probar, pero...>>¿Por qué no intentarlo?. Que yo sepa no pierdo nada hasta el momento, y aún me es desconocido los intentos de la idrina, pero no creo que lo haya intentado muchas veces.<<

Con expresión alegre y vivaz doy a conocer mi deseo.
-Bien, no quiero molestar, porque sé que tiene que ser agotador desentrañar estos jeroglíficos- recalco la palabra y hago el signo de entre comillas con las manos, con una sonrisa prosigo- y ahora tener que enseñar a una torpe como yo es un rollo, díselo a mi profe de mates..., en fin, con lo que iba. ¿Podrías ayudarme por favor?. Prometo intentar captarlo todo.
No llegué a tiempo para ver que fue exactamente lo que ella hizo para realizar el hechizo, pero puede que esté quedando totalmente en ridículo, y, se trate de un simple gesto.
- Aunque conociéndome -carraspeo, y continuo con tono fanfarrón, pero con un ojo giñado, indicando así, que evidentemente, estoy de broma.- problablemente no es algo que Ruth, no pueda superar, compañeros.

La niña observó marchar a los chicos de Maciel junto a Kimbra, le daba un poco de pena que la chica se tuviera que ir pero entendía que se tenía que ir para poder ayudar a la chica pájaro.

Varsai se pasó el día dibujando y leyendo el libro de dragones. Comió y cenó junto al resto y después terminó el dibujo de Irianna antes de acostarse, al día siguiente quería enseñárselo y como no parecía el momento para molestarla se acostó pensando en enseñárselo al día siguiente.

Al día se despertó tarde y sonrió al ver que sus sueños no habían sido nada raros. Bajó las escaleras a tiempo para escuchar las palabras de Irianna, curiosa la varmana se acercó a ver de que hablaban. Vio el libro de magia y preguntó.

"¿Qué es lo que pasa? ¿Habéis roto un vaso?"

La chica se sienta al lado de Irianna y le pasa su cuaderno indicándole la página en la que estaba el dibujo, era un fiel reflejo de Irianna sentada en el sillón concentrada en su cuaderno.

Una vez hubo puesto al día al albino, Irianna se ofreció a ayudar a quien quiera que quisiese probar con la magia, aclarando que les explicaría los gestos y palabras que tanto le había costado descifrar si tenían algún problema. Una vez más el ulterano tuvo que reprimir el impulso de adelantarse para probarse a sí mismo, pues por mucho que quisiera intentarlo seguía sin sentirse cómodo. Devoss acababa de aparecer rompiendo un vaso, seguido muy de cerca por Varsai, y a ojos del rubio aquel salón empezaba a estar muy concurrido.

Cuando Ruth empezó a hablar, declarando que quería intentarlo, Sekk escuchó con atención, no pudiendo evitar poner los ojos en blanco con la última afirmación de la muchacha. En realidad resultaba chocante que fuera capaz de bromear, pues hasta el momento se había mantenido bastante seria.
—Esto tengo que verlo —comentó para sí mismo, cruzándose de brazos y reclinándose en su asiento. Quería alejarse del barullo y tenía intención de subir a la última planta para lograrlo, alegando que tenía que entrenar si alguien le preguntaba, pero esperaría un poco mas. Sentía curiosidad por la capacidad mágica de sus compañeros ya que, si resultaba que al final era incapaz de hacer algún hechizo, estaría bien saber de que disponía en caso de apuro.

Cuando Ruth le dijo que no tenía por qué hacer todo el trabajo ella sola le preocupó no haber sido lo suficientemente clara dejando ver que era una broma y por ello desvió su atención por completo del tema central para aclarar un posible malentendido incómodo.
—Tan solo bromeaba, descuida. No me molesta hacerlo yo sola, pero la ayuda es bienvenida. Además podéis coger el libro cuando queráis cuando no lo esté usando —aclaró por si acaso—. Únicamente pido el mismo favor a cambio… Y que seáis muy cuidadosos con él, claro —añadió con una leve risa cansada al recordar las palabras del bibliotecario.

La llegada de Varsai la previno de empezar a explicarle a Ruth el proceso y le hizo un gesto para quitarle importancia al asunto cuando leyó su pregunta sobre el vaso roto.
—Lo importante es que he conseguido hacer magia, mira.
Con una sonrisa, le mostró a Varsai el vaso, alzándolo en el aire boca abajo para que comprobase el efecto en todo su esplendor.
A cambio la balera le mostró un dibujo que había hecho ella misma, cuyo contenido sorprendió a la idrina.
>>¡Vaya! ¿Cuándo me has dibujado? Ni siquiera me enteré —admitió mientras sonreía afectuosamente—. Bueno, en realidad creo que lo puedo deducir por lo que veo en el propio dibujo —rió levemente, consciente de su propio estado de abstracción que adquiría cuando escribía—. Me gusta mucho.

Retomó la conversación sobre magia en cuanto pudo, dirigiéndose todavía a la varmana al principio ya que había llegado más tarde.
—Estaba a punto de explicarle a Ruth los pasos a seguir, pero… —La idrina permaneció pensativa unos instantes ya que se había dado cuenta de un detalle mientras hablaba— Si alguno de los que estáis más cerca de la cocina podéis recoger un vaso y salir a llenarlo de agua por la mitad os lo agradecería. No tengo ni idea todavía de cómo anular el efecto del hechizo, me temo —aclaró dejando escapar una leve risa nerviosa.
<<Menos mal que solo ha sido ponerle un tapón a un vaso. Muy bien, Irianna, solo a ti se te ocurre lanzar un hechizo sin saber cómo revertirlo>> se recriminó. Se había dejado llevar por completo por la emoción del momento y ni siquiera había pensado en ello.
En cuanto alguien llevase otro vaso con agua, la lacustre le explicaría tantas veces como fuera necesario los gestos que tenía que hacer y le escribiría en una hoja

Por desgracia la idrina no sabe como arreglar vasos rotos, asi que le hago caso y recojo los pedazos con mucho cuidado, al igual que Ruth estoy ansioso por intentar hacer magia. El simple hecho de que la magia sea real y la posibilidad de producirla es asombroso. No entiendo como Irianna puede estar tan tranquila cuando ha conseguido hacer magia, yo estaría dando saltos de alegría.

Me froto los ojos fuertemente a la vez que bostezo, por muy bien que haya dormido el cansancio no se me pasa. Después de recogerlo todo me introduzco otra vez en la conversación y escucho atentamente todo lo que se dice. - Pues a mi también me gustaría intentarlo, después de Ruth claro, quiero ver si todos podemos hacer magia, nos serviría mucho para sobrevivir en este lugar.-


Cuando Irianna pidió un vaso de agua nuevo, rápidamente fui a cogerlo, de camino cogí otro para mi, ya que ella no sabía como revertir el proceso. Se lo entrego con sumo cuidado por si se me cae otro vaso. Doy un paso atrás, nervioso por ver si la israelita será capaz de hacer el segundo milagro del día.

Si, es cierto, este mundo es cruel y despiadado, asqueroso y repugnante, pero hasta los peores sitios contienen algo maravilloso y magnifico...¿ Y que mejor ejemplo que esta ciudad que todos llamamos: Rocavarancolia?

Varsai abrió los ojos cuando la idrina le dijo que había conseguido hacer magia y los abrió aún más cuando se fijó en e vaso boca abajo y cómo de éste no cayó ni una gota.

Aplaudió al contemplar lo conseguido con el esfuerzo de la chica.

"Quiero intentarlo pero... ¿hay algún hechizo que no requiera hablar?
Si no lo hay me temo que no podré intentarlo siquiera."

La niña sonrió ante el elogio pero negó con la cabeza y la apoyó en el hombro de Irianna mientras escribía.

"No ha sido nada, sólo quería darte una sopresa."

Sonrío ante el dibujo de Varsai, y me quedo bastante sorprendida con la similitud de este e Irianna, realmente, aún me pregunto cómo esa chica habrá aprendido a dibujar con tan buena mano, es increíble.
Devoss recoge su estropicio y trae dos vasos más para las pruebas, por un momento pienso que puede ser una situación un tanto pesada para la idrina, puede ser que no le apetezca, así que estoy a punto de replicarle al holandés para que él lo hiciese en otro momento. Pero me detengo y al final no digo nada, no soy nadie para decírselo, tampoco sé con certeza lo que Irianna piensa y lo que no, si está cansada, lo dirá.

-Gracias, Devoss, ojalá sea como tú dices, espero no cagarla demasiado. -le digo con una media sonrisa.
Acto seguido me giro hacia mi maestra, y colocándome a su lado intento poner todos mis sentidos en su explicación.
Al principio el nerviosismo es enorme, saber que tengo clavado varios ojos en la nuca es es estresante, y los temblores empiezan a venir de pronto, en las piernas. >>Tranquila, tú escuchála a ella.<<.
Suspiro y me llevo la mano a la frente para limpiar la aglomeración de pequeñas perlas de sudor que se están uniendo ahí.
Y cuando me doy cuenta ya ha finalizado, parpadeo varias veces confusa.
El miedo a fallar me desvía de la concentración varias veces, y me veo obligada en más de una ocasión a pedirle que repita algún gesto, o alguna palabra.
Y lo intento por primera vez.
Con el ceño fruncido me dedico a imitar con la máxima precisión posible todo, al tiempo que mi mirada salta de un presente a otro con gran rapidez.
No noto nada, absolutamente nada, ni siquiera un ápice de magia, ni  una chispa siquiera, ni un temblor, ni un cosquilleo, ninguna sensación fuera de lo normal.
-¿Lo he hecho mal? -pregunto acercando la cara al vaso e inclinando este con cuidado, comprobando que si lo ladeo más el agua caería.

Me acaricio la barbilla, pensativa. Y me debato entre dejarle intentar a Devoss o no, pero las ganas de que funcione no disminuyen, así que sin mediar palabra vuelvo a realizarlo, con un gran acaloramiento por la inquietud, esforzándome en no mirar al resto, en no prestarles atención. Pero de nuevo, nada.
-Lo sé soy un desastre, pero por favor, dejarme intentarlo una vez más. -les digo con tono suplicante, y tejiéndome una nueva trenza.
>>¡Está bien Ruth, tú puedes, venga, ánimo!<<
Ahora sí que sí, anulo todo entorno a mi alrededor, logro que mi corazón se tranquilice y normalizo la agitada respiración, me calmo. Relajo los músculos, y, esta vez, con mucha más lentidud hago los gestos, y pronuncio las palabras con cuidado, con entonación, y con la mente en el propósito
Rezo incluso para que me salga.
Y de pronto, de la palma de la mano surge algo, no lo logro ver porque mantengo los ojos cerrados, pero lo noto, como una sensación placentera y extraña, y al mismo tiempo, casi imperceptible, como si realmente no hubiera pasado y fuera producto de mi imaginación.
De modo que abro los párpados con entusiasmo y duda.
E inclino el objeto con cautela, el agua se desliza lentamente hasta casi salir, el corazón ruge por salir del pecho, pues parece que va a precipitarse de nuevo, y justo cuando doy por perdidas todas mis esperanzas la magia hace su efecto.
No me lo creo, ladeo la cabeza para cambiar de ángulo, pero desde cualquier posición, de cualquier forma que enfoque la vista el agua se mantiene quieta, inmóvil por lo que parece ser una pequeña tapa invisible.
Sonrío con amplitud, y logro contener la emoción, por poco, pues casi le doy un enorme abrazo a Irianna.
-¡¿Dios mío...ha funcionado?¡ ¡¿He hecho magia?¡. -levanto el tono, notablemente excitada.
Ahora la base del vaso apunta directamente hacia el techo, y con alegría asiento al ver que realmente lo hice.
-¡Dios santo.¡ ¡Lo he hecho¡ -ahora miro al holandés, reprimiendo las increíbles ganas de seguir gritando.- ¡¿Sabes que significa esto Devoss?¡ ¡Los humanos podemos hacer magia, puedo hacer magia¡. ¿No es increíble?.
Ahora es hacia Irianna, y con teatralidad le regalo una inclinación como si se tratase de una majestad.
-Gracias, de verdad, muchísimas gracias. -hablo mostrando gratitud.

>>A la tercera va la vencida<<  >>Magia, nunca pensé que existiera de verdad, y aún menos, que una chica simple como yo pudiera hacerla.<<.
-Fascinante...fascinante- murmuro.

Sigrún tenía curiosidad por el reciente descubrimiento sobre magia, por supuesto, pero antes de que pudiera interrogar a Irianna para descubrir el procedimiento del hechizo, Ruth se le adelantó con la intención de probar suerte. No pudo evitar arquear las cejas ante el comentario de excesiva confianza de la chica.

Sigrún sentía bastante curiosidad e interés por intentarlo, pero no quería fracasar delante de los otros. Tal vez a sus otros vecinos de mundo no les importara hacer el ridículo o llamar en exceso la atención, pero él no compartía esa actitud. Finalmente, tal y como esperaba, el holandés también pidió probar, además de la gatita.

Él también tenía ganas, pero terminó mordiéndose el labio inferior. Ya le pediría a Irianna que lo aleccionase cuando no estuvieran los demás mirando.

Irianna hizo un gesto con las manos cuando varios de sus compañeros comenzaron a solicitar su ayuda para probar.
—Podéis intentarlo todos, os ayudaré a todos los que queráis —aseguró—. Prestad atención cuando se lo explique a Ruth y ahorraremos tiempo. Pero me temo que no sé si hay algún hechizo que no requiera hablar, Varsai. —Se giró hacia la varmana  con expresión consternada—. No he visto ninguno, lo siento. Si encuentro alguno te lo haré saber.

A continuación, una vez Devoss les trajo el vaso que había pedido, se centró en explicarle con toda la claridad que pudo los pasos a seguir para ejecutar el hechizo.
—Has cometido un error gesticulando, presta mucha atención al movimiento de mis manos —le indicó cuando falló la primera vez.
Los pasos para aquel sortilegio, no obstante, eran bastante sencillos, motivo por el cual lo había elegido además de por ser aparentemente inocuo, y la humana lo consiguió tras dos nuevos intentos. El abrazo la cogió por sorpresa, pero no tardó en recomponerse, sonreír y devolvérselo.

—Tal vez sería mejor que utilizásemos otro hechizo para probar que no requiera taponar todos nuestros vasos… Y que investigue sobre cómo se deshace este, ya de paso —les dijo a todos dedicándoles una mirada de disculpa—. Algunos ni siquiera habéis desayunado, ¿verdad? Tenéis tiempo para comer mientras descifro lo que necesitamos.
La lacustre agradeció que la mayoría tuviese algo con lo que ocuparse mientras ella se volvía a sumergir entre las páginas del libro, dejándole un espacio personal que comenzaba a echar de menos desde que más de dos personas se habían congregado a su alrededor.

Por suerte la idrina había comenzado a acostumbrarse a la terrible caligrafía de la persona que había dejado las notas de traducción y podía trabajar mucho más rápido que la primera vez que contempló aquel destrozo del arte de la escritura. Para cuando los que todavía seguían interesados en el acontecimiento regresaron para comprobar los progresos, la lacustre seguía leyendo mientras se mordía el labio inferior.
—Los vasos deberían volver solos a la normalidad dentro de unos minutos, según lo que he conseguido descifrar —les comunicó sin levantar la vista del tomo—. Y creo que he encontrado un hechizo que nos puede servir, aunque quiero asegurarme de que no es nada peligroso.

El hechizo que tenía frente a sus ojos parecía tratarse de una simple llama de iluminación. Había algo que confundía a Irianna, no obstante.
—Según dice nuestro caótico traductor, este hechizo de llama no quema ni da calor. Pero estoy bastante segura de que aquí pone “explosión”, por lo que… —Dejó la frase en el aire, frunciendo el ceño mientras volvía a centrarse en descifrar la frase.
>>Oh —dijo al cabo de un rato mientras dejaba el libro sobre la mesa—. Al parecer se refiere a un efecto secundario del hechizo si existe una “sobrecarga mágica en el aire”, consiguiendo que sea más eficaz. O eso me ha parecido entender. Si explota el torreón es su culpa —bromeó señalando el libro y se echó a reír levemente—. En realidad veo muy poco probable que un hechizo de tan poca complejidad puediera tener un efecto tan demoledor, pienso que es perfectamente seguro. Voy a intentarlo si me permitís…

La idrina repitió mentalmente las sílabas que debía pronunciar mientras ejecutaba los gestos indicados, repasando varias veces las cortas secuencias antes de intentarlo en voz alta. La primera vez notó una especie de cosquilleo en las puntas de sus dedos y podría haber jurado que había visto una leve chispa en el aire que desapareció tan súbitamente como había aparecido, pero no estaba segura de no habérsela imaginado. No obstante, un intento después, Irianna abrió los ojos frente a la tenue llama que ahora surgía de las puntas de los dedos de su mano derecha. Con cautela, tras dedicar una sonrisa al resto, acercó su índice izquierdo a la llama.
—No quema —constató—. Aunque tampoco parece que sirva demasiado como fuente de iluminación… Tal vez no lo he hecho del todo bien. ¿Quién quiere probar? Este se puede deshacer fácilmente, observad.
En cuanto hubo extinguido la primera llama y mientras alguien más se decidía a intentarlo, la idrina volvió a repasar los pasos, convencida de que el resultado podía ser mejor y lo volvería a hacer efectivo cuando tuviera que enseñarles al resto cómo llevarlo a cabo. En aquella segunda ocasión, la llama sería más consistente y se acentuarían las tenues sombras de la planta baja.

El dragoncillo se había olvidado del hambre que había tenido esa mañana y los últimos bocados de su filete crudo se habían quedado desperdigados por el suelo. Ahora su atención tenía un dueño diferente. Observó en silencio los gestos que Irianna les enseñaba y trató de memorizar las palabras que les acompañaban. No quería intentarlo el primero, pero no quería no intentarlo nunca. Dejó que Ruth tomara la iniciativa entre los alumnos espontáneos que le habían salido a la idrina y, una vez vio que ella también podía, Rasqa decidió intentarlo por fin. Fue a la cocina tan rápido como pudo, salió al patio para llenarlo y no quiso ni esperar.

Allí mismo, se puso a dos patas usando el peso de la cola para no caerse, agitó las patas delanteras tal y como había aprendido y recitó el ensalmo que hacía pareja con aquellos movimientos. El parqio no sintió nada. No había ni cosquillas, ni chispas mágicas, ni sustancias etéreas ni nada que se le pareciera minimamente.

Dos intentos más tarde, Rasqa resopló malhumorado, metió el morro en el vaso para dar un par de lengüetazos al agua y acto seguido lo agarró con los dientes y lo pasó al salón, donde se encontraba la gran mayoría de sus compañeros de torre. Entró justo a tiempo de ver cómo Irianna convocaba la segunda llama y el dragoncillo sintió una punzada de pena y se hizo un ovillo junto a los restos abandonados de su desayuno.

—A mí no me sale —la decepción casi se podía palpar en su voz ronca, antes de que se llenara de nuevo la boca de carne cruda.

>>Así que, ¿De esto soy capaz?. Sí, y puede que incluso de mucho más.<<
El entusiasmo crece en mi interior, una nueva ilusión, una pequeña y miserable esperanza que aumenta en mí a medida que ojeo el vaso con el ceño fruncido por la concentración. >>Un...un...nuevo sueño<<.
>>Un nuevo Hobby<<.
Sí, eso es, la magia, ¡La Magia!. ¡Alucinante, increíble!. Verdaderamente sorprendente, quién iba a pensarlo, que yo, la misma inútil de siempre, la sencilla marginada fuese capaz de realizar tal proeza, por pequeña que fuera, por diminuto que haya sido el hechizo, pues imagino que habrá más complicados, esto me ha servido para alegrarme la estancia aquí.
Encerrada en otro planeta, con desconocidos que cada vez lo van siendo menos, separada por mi propio pie de mi hermana, sin saber si volveré a verla, pero...al fin y al cabo, con esto.
Con una sonrisa torcida observo de reojo el libro, me libro de la tensión de mi cuello con un movimiento circular, alzo ambas palmas de las manos y vuelvo a sonreír con orgullo al verlas.
>>¿Hasta donde alcanzan mis posibilidades?.  ¿Seré una ingenua que solo puede mantener agua en un vaso o...podré hacer más.?<<.
Las ganas de experimentar, de probarme a mí misma, de tener la certeza de que puedo servir para algo más que para estorbar, de que puedo ser útil, de convertirme en ayuda. Todo, me proporcionan unas fuerzas y autoestima milagrosas.
-Positividad... -murmuro con la cabeza gacha- ¿Dónde te habías metido todos estos años?.
En cierto modo la había perdido, pero parece ser que ha vuelto a mí, y de que forma tan fantástica.
No soy tonta. No me engaño, sé que mañana puedo encontrarme con algo mucho peor que lo que nos separó de los de Maciel, y que tan solo he hechizado un vaso, pero, es tan grande la satisfacción, que por una vez:
Me permito sonreír de verdad.

-Estupendo, eso nos ahorrará trabajo. -le contesto a Irianna sobre su nuevo descubrimiento, albergo la esperanza de que cualquier hechizo detallado en ese libro desaparezca con el tiempo, o tardaríamos el doble de tiempo en aprenderlos todos, ya que supongo, que sería necesario ser conscientes de su anulación.
Por un momento, ante la afirmación de que es un fuego que no quema casi estoy a punto de deslizar el dedo por la pequeña llama, pero me contengo.
-¡Vaya, lo haces bastante bien! -alago a la Idrina. -y aunque me muero de ganas por probar, ¿Qué tal si lo intentáis alguno de vosotros.? -finalizo mirando al resto con excitados ojos.

A penas advierto la presencia de Rasqa en la habitación, pero una vez detectada su posición le lanzo una mirada tranquilizadora.
-Tranquilo, seguro que se nos ha pasado algo.

Las palabras de Irianna y el hecho de que Ruth fue capaz de conseguir hacer magia provocaron sentimientos encontrados en la niña. Por un lado se alegraba por la humana y quería probar la magia e intentar hacerla cuanto antes, por otra el desánimo la invadió al pensar que la mayoría de hechizos parecían tener un componente verbal que ella no poseía.

Excusándose la niña subió al tejado con ganas de estar un rato sola. Se dedicó un rato a dibujar de forma mecánica mientras sus pensamientos se iban por otros derroteros. En muy poco tiempo se había hecho ilusiones sobre la magia, y el pensar que quizás ahora no fuese capaz de hacerla por ser muda la desanimaba. Entre otras cosas le preocupaba que la viesen como una carga si no podía ayudar con magia.

Al tener ese pensamiento se levantó y fue corriendo a la sala de entrenamiento, cogió su arco y se dedicó a practicar lo que le había enseñado Kimbra. Si no podía ayudar con magia ayudaría con algo y así ya no podrían considerarla una carga en ningún momento.

Sekk observaba en silencio, atento a los progresos de la humana y al segundo hechizo que llevó a cabo la idrina. La magia lo tenía fascinado, como a todos los demás, y los dedos le cosquilleaban, instándole a que también lo intentara, pero seguía clavado en el sitio. El desánimo que pintaba el rostro de Varsai cuando abandonó la sala y la decepción que teñía la voz de Rasqa cuando anunció que no le salía no ayudaban en absoluto, pues se imaginaba en aquella situación y no tenía prisa alguna por experimentarla.
—Enhorabuena —felicitó a Ruth con una sonrisa, poniéndose por fin en pie y acercándose a Irianna para pasar los dedos con cuidado por la llama que la lacustre había conjurado—. Si que se te da bien —coincidió con la israelí, dando un paso atrás para no atosigar a la albina.

La excitación en los ojos de la humana cuando propuso que lo intentara los demás le incomodó ligeramente, pero no se llegó a reflejar en su rostro, si acaso un poco en su postura tensa.
—Creo que iré a avisar a los demás. Seguro que aún están durmiendo —se excusó con una ligera sonrisa, escabulléndose del salón y accediendo a las plantas superiores.

Ignoró la puerta del estudio deliberadamente y llamó a la habitación de las chicas. Abrió la puerta unos segundos después una Vorela completamente despeinada, imagen que le arrancó una ligera risa al rubio. La muchacha hizo amago de arrearle un golpe en el hombro, ligeramente ofendida, pero el intara lo esquivó con fluidez y le dió los buenos días aún sonriente. La puso al tanto de lo que estaba sucediendo en el salón con un breve resumen y, tras despedirse de ella, se encaminó hacia la habitación de los chicos. Jace era el único que aún dormía, por lo que se acercó a su cama y la agitó un poco para despertarlo.
—Despierta bella durmiente —le llamó, utilizando una expresión que había oído usar a los humanos—, creo que abajo se les está yendo la mano con las tapas de los vasos y estaría bien ir a echar un vistazo —comentó con una sonrisa antes de abandonar la estancia sin aclarar nada más, retirándose estratégicamente por si acaso el moreno tenía un mal despertar.

A Ziack no le encontró por ningún lado, así que supuso que estaría ya al tanto de lo que estaba pasando. No le apetecía regresar, no obstante, así que continúo ascendiendo por las escaleras hasta la última planta y allí retomó su entrenamiento. El ejercicio le ayudaría a despejar las ideas y luego se daría un baño, postergando de esta forma el momento de hacer frente a la magia.

De no haber sido por Sekk, Jace quizás se habría ahogado en su propia saliva. Al haber dormido bocabajo y apoyado en una de sus manos, ahora se encontraba con esta entera mojada y limpiarse la cara con ella no había sido mejor.
Por fin podía decir con orgullo que se había acostumbrado a su torreón y la vida en este, y ahora era capaz de dormir a pierna suelta sin problemas. ¡Incluso había vuelto a roncar de vez en cuando!
Su única condición parecía acostarse a las 4 de la mañana de la hora rocavarancoliense, pero no parecía que a nadie le molestase que se levantara a las mil y una del día. Si por él fuera, habría seguido durmiendo cuatro horas más, pero el rubio tenía otros planes para él.

—¡Joder macho!—se apartó las babas de la cara con la mano que tenía limpia. Luego, lanzó hacia el intara a ciegas el primer objeto que encontró, que en este caso era su propia camiseta. La prenda no fue demasiado lejos, es más, se limitó a caer 30 centímetros delante de sus narices.— No me des estos sustos, me van a salir canas por tu culpa y... ¿tapas de los vasos?

Para cuando se sentó en su cama, no había rastro del otro chico, cosa que dejó a Jace un margen de tiempo para arreglarse a solas. Por lo visto, su propia saliva era mejor que ninguna gomina terrestre, porque no había manera de hacer que su pelo adoptase una forma normal. Recogió el intento fallido de arma arrojadiza y quitó distraidamente las arrugas de esta, bajando de dos en dos las escaleras mientras se frotaba los ojos.

—Buenas días... O tardes. O yo que sé.— al no prestar atención e ir descalzo, poco le faltó por pisar un trozo perdido de cerámica en el suelo.— Sekk dijo algo de unas tapas de vasos, ¿qué ha...?

Los vasos pasaron a un segundo plano. Vio fuego, solo unos segundos, a lo que no pudo evitar acercarse apresuradamente.
—¡QUE FUERTE, HARRY POTTER NO MENTÍA! ¡Hazlo otra vez, hazlo otra vez! O mejor... —rebuscó en los bolsillos de su pantalón hasta dar con una magullada caja de cigarrillos. Sacó uno y lo movió como una batuta en el aire.— ¿Se puede encender esto? ¡No sé cuanto me va a durar el mechero y no sé hacer fuego con piedras!

Sonrió con la ilusión de un niño, olvidando por unos instantes que Irianna había estado evitándolo. Era más fácil fingir que no se había dado cuenta, pero mirarla a los ojos resultaba incluso incómodo.

Al cabo de un rato disparando flechas Varsai se dio cuenta de que no estaba sola en la sala. Había estado tan enfocada en lo suyo y tan perdida en sus pensamientos que no se había fijado en que Sekkeh también entrenaba por su cuenta.

La niña dejó el arco en el suelo y recogió su libretita junto al lápiz que usaba para escribir y se acercó al ulterano dispuesta a entablar una conversación con él.

"Perdona que no te saludase antes Sekkeh, no me di cuenta de que estabas aquí.
¿Has probado tú también si puedes hacer magia?"

La balera realmente estaba preocupada de que todos pudieran hacer magia y ella se quedase rezagada por ser muda. No creía que Irianna o el propio Sekkeh le fuesen a decir algo por ello, pero la niña ya se sentía bastante mal por el arranque de locura que había tenido la chica pájaro de Maciel.

Kimbra siguió al grupo sin ceremonias. Ellos llevaban el dibujo que les ayudaba a repetir el camino en caso de que lo hubieran olvidado. La engendro, que todavía no había repetido la ruta el suficiente numero de veces como para no necesitar un guía, no objetó ni comentó nada al respecto.

Al llegar al torreón, fue el ser llamado Lemus el que se encargó de informar al grupo del interior del refugio de su presencia alzando el volumen de su voz. Kimbra se giró en su dirección, ya que no entendió muy bien sus palabras y se percató de que, a su lado, se encontraba el pequeño ser herbáceo sobre uno de sus compañeros mirando fijamente el refugio y con la boca abierta. Segundos más tarde, el ser cayó hacia atrás, posiblemente desmayado. “Ciertamente, es un ser, cuanto menos, curioso.” Pensó la Hija de Lunas antes de asentir hacia el grupo a modo de despedida y adentrarse en el torreón, ignorando el estado de la planta parlante.

Una vez en el interior, asintió de nuevo, esta vez hacia sus compañeros a modo de saludo y se encaminó a la estancia en la que se cocinaba dispuesta a alimentarse debidamente.