Torreón Letargo (Archivo V)

No hubo tiempo para una respuesta por parte de Vorela así que la niña decidió dejarlo para un poco más tarde. Varsai no entendía por qué había tanta tensión, si las cosas se iban a solucionar cuando anocheciese ¿por qué tanta preocupación con la comida? La niña tenía hambre, pero por unas horas más que pasase sin comer no se iba a morir. También era posible que eso de la luna roja fuese algo especial y no pasase cada noche, como cuando ambas lunas coincidían llenas en Varmania. La niña no tenía muy claro qué pensar.

Dejó de pensar cuando vio el refugio que había localizado Rasqa. El torreón Letargo se alzaba imponente y cubierto de enredaderas, la varmana se llevó una mano a la boca semiabierta y luego echó a correr dando saltitos de emoción, era la primera cosa verde que veía desde que había llegado a la ciudad, y pensar que era su refugio la alegraba sobre manera. Se abrazó a las enredaderas y empezó a buscar la puerta que estaba un poco escondida entre las plantas.

Los otros iban a irse a buscar la comida y Varsai decidió quedarse pues por el primer vistazo que le había echado al torreon parecía necesitar una buena limpieza. Se acercó al grupo que iba a irse y les despidió deseándoles suerte y un pronto regreso. A Rasqa sin embargo le pidió un abrazo de despedida, el joven parqio receló y preguntó por qué, la niña respondió que era una muestra de afecto y el pequeño dragoncito acabó cediendo. Fue un abrazo breve pero Varsai se sintió mejor sólo por eso. Los observó marchar mientras agitaba la mano en gesto de despedida. <<Bueno, hora de limpiar>>.

La niña entró dentro y se quitó el abrigo que la cubría tirándolo contra uno de los sillones que había en la sala, en el momento en que lo hizo se levantó una nube de polvo que la hizo toser un par de veces. Negando con la cabeza exploró la planta baja y dio con un patio trasero que para su sorpresa tenía un pozo y un pequeño huerto, así como una horrible estatua de una mujer atravesada por estacas.

Varsai revisó el pozo y se alegró al comprobar que no estaba seco, no iban a tener problemas de agua. Había un cubo cerca, la varmana lo limpió un poco y luego lo llenó de agua, para limpiar lo iban a necesitar. Varsai se instaló en la cocina y empezó a limpiarla pero había sitios a los que no llegaba y en vez de coger una silla se acercó al chico pálido que estaba en el torreón.

"¿Me ayudas a limpiar los sitios altos?"

La pequeña esperaba que la ayudase, así terminaría mucho más rápido.

El albino calló y dio un paso atrás para poder observar mejor las expresiones de sus acompañantes. Irianna tomó la palabra; coincidía en buscar primero el refugio y después buscar la comida… pero dudó del nombre del de morado y éste se mostró, en palabras de Sigrún, como un imbécil. << ¿Pero éste que se cree? Ni que perteneciese a la realeza el señor. Si cree que me voy a aprender toda la retahíla lo lleva claro>>. Por suerte, la chica no se amilanaba y le había contestado debidamente.

Encontraron el refugio no mucho más tarde. La gatita entró corriendo, feliz, sin fijarse en quién la seguía. Decidieron quién se quedaba y quién se iba en busca de la comida. En un principio Sigrún pensó en ir, pero había más días y ya había tenido bastante con el escarabajo y los gusanos. Si tenían prisa por morir, allá ellos.

―Yo me quedo―indicó, y entró sin más contemplaciones.

El lugar era igual de deprimente, pero al menos no estaba tan en ruinas y, curiosamente, lo decoraban unas enredaderas de las que decidió no fiarse. Si los insectos ansiaban su sangre, ¿quién le aseguraba que las plantas no?

El lugar estaba bastante sucio y olía a polvo y a cerrado. Necesitaba ventilarse con urgencia. Al fondo parecía que entraba luz, por lo que Sigrún se dirigió hacia allí y se encontró con la gatita en el patio en el que había una estatua macabra, una especie de huerto y un pozo, al que quiso asomarse para mirar si había agua. Efectivamente, la había, pero no estaba seguro de hasta qué punto era potable. Sabía de algún candidato perfecto para probarla. El joven dio media vuelta y entró de nuevo en el torreón, esta vez en algo que podría pasar por cocina, encontrándose con la gatita que, al verle, escribió: "¿Me ayudas a limpiar los sitios altos?".

Efectivamente, sus primeras sospechas eran ciertas.

―Por supuesto, no tienes ni que pedírmelo.

Sigrún la siguió fuera de la estancia, donde percibió que se encontraban el futbolero llamitas y la virgen Fátima. <<El niñato este se empeña en que no le coman… como si tuviera alguna opción>>.

Mientras la gatita cuyo nombre desconocía buscaba algo que pusiera servirles para limpiar, Sigrún vaciló. Le daba asco tocar la mugre, pero por otro lado no quería ensuciar sus guantes, la porquería salía mejor de la piel que de la tela. Con un suspiro, se guardó los guantes y se quitó las gafas, pues el lugar estaba tan oscuro que apenas veía con ellas. Las guardó con cuidado junto con lo demás, envolviéndolas en un guante. También se quitó el abrigo, mostrando un cuerpo menos enclenque de lo que parecía con la gigantesca prenda, y lo dejó al lado del de la gatita.

Se giró hacia los otros humanos restantes, mostrándoles sus ojos rojos.

―No recuerdo muy bien vuestros nombres… ¿podríais repetírmelos, por favor? Tengo mala memoria para estas cosas…―añadió con una sonrisa.

La virgen Fátima se llamaba Ruth, y el futbolero Devoss. La gatita, por otro lado, Varsai. Le recordó vagamente a un grito de guerra de alguna película pero no tuvo mucho tiempo para reflexionar sobre ello, pues ella le puso a trabajar en el acto. Y él, con una sonrisita, se dejó llevar.

Escucho con atención cada palabra del tipo de morado, se ve visiblemente su arrogancia, nos trata como si fuese superior. >>¿En su planeta se muestran respeto llamándose por su nombre completo no? Pues en la Tierra llamar mocoso a alguien que no conoces de nada se considera también una falta de respeto, al menos es lo que yo tengo entendido. Desde luego tiene otra forma de pensar, lástima que no haya sido él la piedra que tiro Sekk al barranco. Hubiese sido mucho más divertido. Para Ruth, concéntrate en el refugio es lo único que importa ahora<<. Es cierto que no sabemos nada del refugio, a lo mejor no es totalmente seguro pero...>>Es lo mejor que tenemos ¿No?, prefiero eso a dividirme en el grupo de la comida<<.

Aún siento miedo en mis entrañas por el susto de la bola de porquería y el escarabajo, casi me muero del sobresalto. Esto no es un juego, es Rocavarancolia...una nueva vida. >>¿Es esto lo que necesito? ¿Una nueva vida? ¿Acaso no estaba mejor con Imre en Madrid?<<. Si me encuentro con otro bicho de esos no puedo dudar en correr, esta ciudad quiero matarnos, no puedo andarme con chiquitas. Pero nadie ha hablado nada del resto del grupo, ni siquiera se han molestado. Los aliens deben de tener sentimientos también, sería triste que carecieran de ello. Pero no me sorprenden ellos sino el resto de humanos. >>¿Es que ni se lo han planteado en sus cabezas? Al fin y al cabo eran humanos también Samika y el de el cigarrillo. Me espanta que Devoss y Sigrún no hayan dicho nada<<. A la larga si nadie interviene he de actuar, odio a la mayoría de humanos que conozco pero tampoco soy una robot, tenemos que encontrarlos, a lo mejor han muerto...

Levanto la cabeza con asombro. Un gran edificio con enredaderas va a ser nuestro refugio. La chica de orejas gatunas entra como si fuese su casa. >>Dios, esta chica no puede ser más positiva<<. Al entrar toso varias veces llevándome la mano al pecho. >>Si querías ensuciarte más el vestido Ruth, ya lo has conseguido<<. Es como un salón con sillones sueltos por aquí y allá, hay bastante polvo, demasiado para mi gusto. También hay cacharros de cocina colgados por todos lados, y encimeras y muebles muy viejos. >>¿Y aquí tenemos que vivir?. Bueno más grande que mi antigua casa es...<<


Entro en otra habitación, hay una bañera parecida a la del espantapájaros en el centro, y palanganas repartidas. Al fondo hay un baúl. Me acerco con cuidado y me arrodillo en el suelo remangándome el vestido. Lo abro, hay ropa usada, >>¿Ha habido más gente aquí? ¿Y dónde están ahora?, no pienso ponerme la ropa de un posible muerto, ni de coña<<. Cojo algunas prendas del baúl y las pongo en una de las palanganas, la transporto con dificultad hasta donde se encuentran Sigrún y Varsai. Él me pregunta mi nombre.
-Ruth- respondo de manera casi automática- y...vengo de Madrid.
>>Tonta, eso a él no le importa, ni siquiera me ha prestado atención a lo último<<.
Pego un bote al ver a Devoss a mi lado y presentarse él también. >>¿Es que no va a dejar de seguirme o qué?<<.

Quieran limpiar, es mejor ponerse manos a la obra pero antes...
-He encontrado muda en un cuarto- digo mostrándosela a los tres, avanzo hacia Varsai y Sigrún. Me sonrojo y dejo la palangana en el suelo.-Por si alguien quiere cambiarse.

Me pongo con ellos ayudando sobre todo a los sitios más altos y mientras tanto reflexiono sobre el acto del resto del grupo. >>Bueno, es decisión suya perderse por ahí, espero que se encuentren con los otros que huyeron, aunque lo dudo<<.

Escucho con atención el borderío del Sr.Gilipollas pero me hago el sordo, cuando estemos a solas ya hablare con él y le cantare las cuarenta. Caminamos juntos por las calles lenta y fatigosamente hasta que vemos un gran edificio hecho de plantas y enredaderas.-¡El refugio!-. Exclamo con gran alegría y admiración, es bastante alto y grande, desde luego es un buen lugar para usar de casa provisional.

Todos excepto la felina y los humanos nos metemos en la casa, los demás se van para buscar la comida.La chica gato sale corriendo y se mete en la casa, yo voy detrás de ella junto con los demás humanos, esta le dice a Sigrún que le ayude a limpiar y automáticamente lo hacemos todos. El sitio este es bastante sucio y asqueroso, es necesario una limpieza,sí, asi que me pongo las manos a la obra y respondo a Sigrún a como me llamo.-Devoss-. Ruth encuentra ropa bastante desgastada.
-Gracias Ruth, pero no creo que me la ponga, al menos hasta que no se desgaste esta.-. Agradezco mientras me doy un rápido vistazo a mis ropajes.

Me dedico a explorar un poco el refugio, hay muchas habitaciones y hasta una bañera¿habrá váter?
No sé si tendrán aquí pero como no haya tendré que cagar en la grieta de antes. Es entonces cuando encuentro una especie de sótano, la puerta está atrancada así que le meto una fuerte patada y la abro del tirón. El sitio está muy oscuro, fuerzo la vista para ver mejor y me encuentro con una buena noticia. Armas. Las observo detenidamente una a una con la pasión en mis ojos. Siempre había soñado con ser un gran caballero y ahí tenia mi sueño cumplido. Dejando de lado estas tonterías subo arriba y de un grito los llamo a todos.-¡Armaaaaas, he encontrado armaas!-. Dicho esto bajo otra vez hacia abajo y cojo una lanza más o menos de mi tamaño>>Ufff, pesa un poco<< Tendré que practicar si de verdad quiero sobrevivir.

Me da lástima que el resto del grupo se haya ido a por la comida y no se llevaran las armas. Me apoyo sobre la lanza y espero a que los demás lleguen,si bajan para abajo a verlas les diré con tono divertido:-Bualá-.

"No gracias, con esta ropa estoy cómoda y aún está limpia."

Sonrió a la humana cuando les ofreció ropa.

Llevaban ya un rato limpiando cuando la voz de Devoss irrumpió la limpieza. La niña dirigió una mirada a Ruth y a Sigrún y siguió al otro humano escaleras abajo y dio con dos puertas, el chico estaba en una sala llena de armas. Varsai no reconocía la mayoría de las cosas que había allí y por eso no le dio mayor importancia.

"Mejor dejar esto de momento y seguir limpiando.
¿Qué os parece si terminamos en la cocina y buscamos si hay un sitio para poder dormir?
Seguro que si hay necesitará limpieza también, ya volveremos cuando aquí cuando estén todos."

La niña volvió a la cocina y mientras quitaba el polvo y la porquería silbaba una nana que le cantaba su hermano a veces. Poco después ya había terminado con los utensilios de comida, así cuando el resto volviera si la comida estaba cruda podrían cocinarla.

"¿Cómo es el lugar del que venís?"

Preguntó para sacar un tema de conversación, con eso la limpieza se haría más amena.

Sigrún declinó educadamente la oferta de Ruth de cambiarse de ropa, aunque posiblemente lo haría más adelante. Al fin y al cabo, era bastante probable que sudase y, de ser así, le gustaría tener ropa en condiciones para cambiarse.

El chaval, Devoss si no recordaba mal, les llamó desde el piso inferior… había encontrado una interesante armería. Sigrún se habría quedado a curiosear, pero la gatita decidió que lo mejor era seguir limpiando y volver cuando estuvieran los demás, por lo que volvieron al piso superior. En la cocina, Varsai preguntó a los humanos cómo era su mundo. Sigrún dudó, pero acabó describiéndole un poco el planeta Tierra, ayudado por los otros dos. Finalmente, acabó hablando un poco de su país natal, Islandia.

―Es una isla no muy grande, algo aislada, situada cerca de Europa, uno de los continentes. Allí hace mucho más frío que aquí, y está parcialmente congelada; además, durante seis meses no llega a anochecer del todo y, los otros seis, no llega a amanecer. Somos muy pocos habitantes, y tenemos los mejores árboles genealógicos porque, allí, cuando nace un niño se le pone el nombre de su padre añadiéndole sufijos que indican el sexo del niño, pero no lo recuerdo muy bien . Aún así no he vivido mucho tiempo en Islandia, me crie en Austria. No está mal, pero prefiero mi país natal.

Después, les preguntó a los otros. Ruth no era árabe como él había creído en un principio, sino israelí y Devoss era de Holanda. Ambos hablaron un poco de sus respectivos países. Para cuando le preguntaron a Varsai por su mundo, ya habían terminado con la cocina y casi también la habitación central con los sillones. Mientras la chica de rasgos felinos escribía, se tomaron una pequeña pausa para descansar. <<Tardan mucho>> se dijo el albino, pensando en los que habían ido a por comida. Si habían muerto tampoco le importaba mucho, estaba bastante a gusto sin el bomboncito con mala leche, el tal Roaxen.

Esperaba que regresasen, al menos unos cuantos. Empezaban a rugirle las tripas.

Me froto con la palma de la mano la frente, el dolor es insoportable. De pequeña sufrí muchas migrañas pero ese problema ya estaba resuelto, no entiendo a que viene este dolor de cabeza. Creo que se debe a este caos, no suelo despertar todos los días en otro planeta a la Tierra. Ni siquiera sabía que podía despertar en otro planeta. >>Ilógico ¿Verdad?. <<

Me desprendo de mis pensamientos con la llamada de Devoss. >>¿Armas? ¿Aquí hay armas de fuego?. Dudo de que una bala pueda vencer a un escarabajo gigante. No entiende por qué nos dejan defendernos. ¿Acaso quieren que sobrevivamos o no las han dejado ellos?. Tampoco entiendo el entusiasmo de Devoss en sus palabras. Que ilusión. Buff<<.

Bajo siguiendo a Varsai y Sigrún, casi pierdo el equilibrio en las escaleras por culpa de mis “perfectas” sandalias. Ahora entiendo, un arma de fuego no puede derrotar a un escarabajo gigante pero...>>¿Por qué no una espada, o lanza o incluso un hacha?, esto es alucinante<<. Todo son armas de diferentes tipos de hoja, peso y longitud. Devoss está en medio portando una lanza a duras penas en su mano. >>Ni siquiera a dudado en cogerla, no ha pensado siquiera en si era una trampa. O al menos, no ha parecido pensarlo<<. Viendo que a él no le ha pasado nada intento coger una espada que hay a mí derecha, pero Varsai ofrece seguir limpiando. Cosa que me parece más aburrida pero útil. Tampoco sé si seguirla, si el grupo que va en busca de alimentos cogen armas, serán las mejores. No puedo permitirme eso, y menos que coja la mejor Roaxen. >>Ese arrogante...<<.

Pero me quedo sola, todos suben de nuevo a realizar su trabajo, y el pánico se apodera de mí una vez más, así que yo no me quedo atrás y ayudo a limpiar los cacharros de cocina. >>Yo no sé cocinar, todo lo hacía Imre<<. Me preguntan mi lugar de origen, es un momento incómodo y los chicos deciden hablar. No veo nada malo en hacerlo yo:

-Yo nací en Israel, pero de recién nacida mi familia y yo nos mudamos a España, un país de Europa que es una península. Yo vivía en Madrid, justo en la capital, nunca he salido de ahí así que no puedo contarte mucho más- intento forzar una sonrisa pero no lo consigo- solo...que hacía mucho calor.

Subo las escaleras y llego a una amplia habitación. Al principio pienso que es demasiada grande para dormir pero luego me entre el polvo logro diferenciar ocho camas. Algunas están en mal estado y compruebo que los armarios estén vacíos de ropa. Está mal, pero...se puede arreglar. La migraña me sacude con fuerza la cabeza y me doy contra la puerta del armario. >>Joder que pase ya<<. Me tumbo en una de las camas con cansancio y permanezco un rato arriba sin avisar al resto. Me gusta estar sola, y aparte si suben probablemente tendremos que limpiar. De modo que me tumbo cerrando los ojos, casi quedándome dormida. Pero es injusto, ellos deben saberlo.

-¡Chicos, aquí están las camas¡-paro después de toser polvo- prefiero limpiar esto que el resto de la casa. Creo que coincidimos en que como una buena cama no hay nada.

Por si acaso los espero en las escaleras y con muestra de afecto le pregunto a Varsai por qué usa la libreta. >>Quizás es esto lo que necesito, a Rocavarancolia, nunca había hablado tanto con otra gente y cuando lo había hecho no me correspondían. En fin, sigue siendo una ciudad horrorosa<<.

Los demás no parecen tan ilusionados como yo y deciden ir para arriba para seguir limpiando, allí Varsai nos pregunta por nuestros hogares, yo le respondo amablemente de mi país:- Holanda es un buen lugar aunque prefiero Países Bajos, es el término correcto. Es un país también perteneciente de Europa, que como ha dicho Sigrún es un continente-.

Después de la respuesta, Ruth se va al piso de arriba, al rato nos llama diciendo que ha encontrado camas. Inmediatamente corro por las escaleras y voy buscando la voz de la chica, al encontrarla apoyo la lanza en la pared y prácticamente me tiro a la cama enfrente de la de Ruth-. Hogar dulce hogar, deberíamos elegir cama antes de que vengan los otros, yo me pido esta de aquí-. Señalo con tono alegre hacia una cama que está casi en la esquina. -Bueno, me voy-. Digo añadiendo una sonrisa a la chica israelita.

Al explorar un poco más encuentro una trampilla en el techo que abro fácilmente, da a una azotea en la que se ve toda la ciudad, las vistas son muy bonitas a pesar de la fealdad de Rocavarancolia, desde ahí no puedo ver al resto del grupo así que bajo y cierro la trampilla. No tengo ganas de informar a los demás de la azotea, ya lo haré cuando estemos todos juntos.

Si es que llegan todos...

Varsai escuchaba con tranquilidad lo que decían almacenando sus palabras, había cosas que no entendía pero que ya peguntaría en su momento. Sigrún le preguntó por su mundo y la niña pensó que se iba a eternizar si tenía que ponerlo todo por escrito.

"Mejor que sigamos limpiando y más tarde os escribo algo de mi ciudad."

Al poco Ruth los llama diciendo que hay camas y la niña sube a verlo, dos habitaciones y ocho camas en cada una. Por espacio iban a estar bien pero iban a tener que limpiarlo por que estaba hecho un asco.

"Soy muda de nacimiento.
¿Tú estás bien? No tienes buena cara"

No pasaron ni dos minutos cuando Varsai escuchó ruido abajo y unas voces que reconocía. La pequeña varmana bajó corriendo las escaleras y se plantó en la planta baja en tiempo récord esperando ver que todos estuvieran bien.

Sekk no volvió a abrir la boca durante el camino de vuelta al torreón Letargo, pues seguía de mal humor y la migraña que le atormentaba desde que se despertara en las mazmorras no ayudaba. La actitud del xolnita no le gustaba nada y apenas había respondido con un bufido a sus palabras de agradecimiento, alargando sus pasos para no tener que conversar con él. Ya le había disgustado su comportamiento con Irianna en la cicatriz y la reprimenda que le había echado por simplemente preguntar su nombre, como si fuera una falta no saberlo e interesarse por conocerlo. Se le notaba a la legua lo que pensaba de los alienígenas y el intara intuía que iba a ser un dolor de cabeza constante el convivir con él.

Apartó aquellos pensamientos de su cabeza cuando avistó Letargo en la distancia y, en cuanto alcanzó la puerta, llamó a los que habían dejado cuidando el refugió para que les abrieran. Entró en cuanto le franquearon el paso, repasando la planta baja del edifico con una mirada y acercándose a la cocina para dejar las cestas con comida. El grupo que se había quedado había hecho un buen trabajo de limpieza, pero aún había cosas que hacer, y antes de echar una mano con el polvo y la mugre acumuladas, el intara decidió preparar la comida.

Alguien le señaló el patio cuando preguntó si había agua corriente y cargó con dos cubos llenos de vuelta a la cocina, y como ya habían dejado los utensilios limpios y colocados, no tuvo problemas para ponerse a trabajar. Antes siquiera de empezar a cocinar, Irianna le preguntó si necesitaba ayuda. Dos pares de manos eran mejor que uno, así que el intara la invitó a unirse, y tras una rápida discusión sobre el menú tras comprobar el contenido de las cestas, se pusieron manos a la obra.

Sekk se encargaría del primer plato mientras la idrina se ocupaba del segundo. Limpiaron y pelaron verdura en común y luego cada uno se centró en una tarea. El ulterano troceó la carne cruda y puso agua a calentar, preparando los ingredientes necesarios para hacer un estofado. La cocina estaba muy silenciosa, algo que se le antojaba extraño al chico al estar acostumbrado a los bulliciosos fogones en alta mar, pero la lacustre apenas había dicho nada desde que se asignaran las tareas.
—Oye, sobre lo que pasó en la avenida... —comenzó el chico, achacando el silencio de Irianna al tirón que había empleado para apartarla de la casa carnívora. No se le había pasado por alto la brusquedad con la que se había alejado de él, pero en su momento no le había dado importancia y a lo mejor la había ofendido—, tal vez fui un poco impulsivo. Siento mi brusquedad —se disculpó, visiblemente incómodo.

Se mantuvo silenciosa durante el camino y dejó que alguno de los que iban más desocupados llamase a la puerta del torreón. La chica con orejas puntiagudas y hocico los recibió en la puerta, por lo que aprovechó para preguntarle su nombre ya que aún no lo sabía y pudo constatar por fin, tras verla rebuscar en su cuaderno y mostrarle una palabra escrita en una de las páginas, que era muda. No obstante ello hacía que fuese más expresiva corporalmente y a Irianna le resultaba más fácil leerla. Era, en gran medida, un alivio el poder interpretar a alguien más adecuadamente del grupo.

Después de enterarse de lo que habían estado haciendo los demás mientras ellos iban a por la comida, la idrina no tardó en ofrecerse a ayudar a Sekkeh en la cocina. Todavía se sentía frustrada por lo sucedido con aquellos edificios trampa, por no hablar de Roaxen, y cocinar la ayudaría a distraer la mente de todo. Tras quitarse los guantes y dejarlos sobre el respaldo de una silla que los demás habían limpiado, ayudó a llevar agua a la cocina desde el pozo, tras preguntar si habían comprobado que no tuviese algún sabor raro.

—Por cierto… —llamó la atención de los que se habían quedado—. ¿Habéis encontrado alguna clase de mecanismo por alguna parte? Ese puente de fuera debería poder elevarse.
Se había fijado en las enormes cadenas metálicas cuyo otro extremo se perdía entre las enredaderas que cubrían el edificio. Preguntó a quien fuese si podía encargarse de buscar el mecanismo mientras cocinaban. Si no subían aquel puente no estarían haciendo uso de toda la protección que les brindaba aquella fortificación y la idrina no estaba muy convencida de que la puerta de madera frenase a criaturas como el escarabajo gigante que los había separado…

La voz del rubio la sacó de su ensimismamiento y la devolvió a una expresión más neutra ya que hasta ese momento se la había podido ver mordiéndose el labio inferior mientras trabajaba automáticamente. Había empezado a trocear y limpiar el pescado y hasta aquel momento tan solo había intercambiado palabra con el chico cuando tuvieron que ponerse de acuerdo sobre la comida. La idrina había procurado mantener cierta distancia entre Sekkeh y ella para trabajar en la encimera, aunque esperaba que lo achacase a la simple practicidad de disponer de más espacio para que cada uno hiciese lo suyo. La voz del chico cuando se dirigió a ella de pronto la sobresaltó, aunque no lo dejó traslucir, e Irianna se apartó el pelo de la oreja en el lado izquierdo. Probablemente el chico la había notado taciturna.

—Ah, no, era comprensible. No te tienes que disculpar —le aseguró. Por un momento pareció que no iba a añadir nada más, pero al cabo de unos instantes Irianna decidió continuar hablando—. Siento no estar resultando muy buena compañía, todavía no me puedo creer mi propia estupidez al dejarme engañar de esa manera —explicó a modo de excusa. No era mentira, aunque tampoco fuese toda la verdad. Se aseguró de que dicha eventualidad no se trasluciese en sus gestos—. Tú eres… eres de Ulterania también, ¿verdad? ¿Siempre os llamáis por los nombres al completo? No es una crítica o una queja —se apresuró a añadir. Por mucho que no le hubiesen gustado las formas del pelimorado, no quería ofender a otra persona. Mucho menos a una más agradable que Roaxen Tenvrai—. Simplemente no quiero meter la pata y en Idris la gente no suele utilizar nombres tan largos.