Primer sueño de Erin
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- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguasPersonajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Primer sueño de Erin
02/04/13, 04:24 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Erin se encontraba durmiendo en su cama de Letargo tras un día más sin haber podido concentrarse en sus libros debido a las constantes discursiones que poblaban el torreón diariamente. Pero ahora por fin el silencio reinaba en la edificación y la chica se había quedado profundamente dormida desde hacía un par de horas. Es entonces cuando una extraña luz aparece a los pies de su cama.
La humana se despierta cuando la luz se acerca a ella. Al principio no distingue nada debido a que la luz le ciega pero esta poco a poco se va volviendo más tenue y una figura conocida se perfila ante sus ojos. Se trata de Macak, o más bien de lo que parece ser su fantasma, pues es completamente transparente y su cuerpo está medio enterrado en la cama de Erin.
-Los odias, ¿verdad? -habla sin más el espíritu de la varmana mientras señala a los letarguinos dormidos en sus camas-. Al igual que me odiabas a mí, tú querías que muriese -la acusó clavando sus incorpóreos ojos en ella.
Erin se encontraba durmiendo en su cama de Letargo tras un día más sin haber podido concentrarse en sus libros debido a las constantes discursiones que poblaban el torreón diariamente. Pero ahora por fin el silencio reinaba en la edificación y la chica se había quedado profundamente dormida desde hacía un par de horas. Es entonces cuando una extraña luz aparece a los pies de su cama.
La humana se despierta cuando la luz se acerca a ella. Al principio no distingue nada debido a que la luz le ciega pero esta poco a poco se va volviendo más tenue y una figura conocida se perfila ante sus ojos. Se trata de Macak, o más bien de lo que parece ser su fantasma, pues es completamente transparente y su cuerpo está medio enterrado en la cama de Erin.
-Los odias, ¿verdad? -habla sin más el espíritu de la varmana mientras señala a los letarguinos dormidos en sus camas-. Al igual que me odiabas a mí, tú querías que muriese -la acusó clavando sus incorpóreos ojos en ella.
- LEC
Ficha de cosechado
Nombre: Kalna, hija de Mánide
Especie: libense, del imperio
Habilidades: Automotivación, nociones de lucha, valor.
Re: Primer sueño de Erin
06/04/13, 01:43 pm
Mientras Erin hablaba, fues tragada por el mapa y ocupando su lugar, apareció un charco de sangre que borboteaba siguiendo una melodía que Erin creyó reconocer casi al instante. Rebusca en su memoria las notas que relacionó con aquel sonido para asegurarse, aunque sabía que era parte de la banda sonora de alguna película. No tardó mucho en reconocerla. << ¿Harry Potter? ¿Qué tiene que ver Harry Potter en todo esto? >>, se preguntó. Aquello era raro, casi tan raro como que un mapa gigante hubiese sustituido el suelo de la habitación o que pudiese librarse de los compañeros que gritaban encerrándoles en un libro. El fantasma del chico volvió a hablar, pero la canadiense estaba tan absorta intentando seguir la melodía que oía que no le escuchó.
Sólo dejó de centrarse en la melodía cuando los libros que había traído con ella a la ciudad aparecieron frente a ella. Ya no podía leer los títulos impresos en las portadas, pero las reconocía sin ningún problema. Extendió el brazo hacia una de ellas, queriendo tocarla y quedarse con ella, pero antes de que sus dedos rozasen el libro, ambas novelas salieron volando para tragarse a la vez a Atol e Yrio. El fantasma del nuevo rió, con una voz que Erin no reconocía por mucho que buscase en su mente un propietario. Fue entonces cuando levantó la vista y volvió a ver a su compañero partido por la mitad y oírle decir que ya quedaba menos claramente. Sus mitades volvieron a iluminarse, lo que hizo que Erin se esperase lo que iba a pasar << Y ahora se transforma en Yrio y Atol, seguro. Esto empieza a ser repetitivo >>, pensó, tranquilamente.
No se sorprendió cuando su teoría se cumple, ni cuando los dos libros se abrieron alrededor suyo como con el que se tragó al nuevo. Escuchó los gritos que procedían de ambos, intentando centrarse de nuevo en la melodía que escuchaba antes sin ningún resultado. Ya no eran solo gritos, además escuchaba un eco que incrementa su incomodidad -¡¿Es que no podéis estar callados ni dos minutos?! –gritó, intentando sin éxito hacer que su voz sonase más alta que los gritos de sus compañeros. Alzó la vista y devolvió la mirada a los fantasmas de Atol e Yrio.
Los trazos carmesíes del mapa se emborronaron y empezaron a cubrir todo el suelo de sangre, haciendo que la canadiense diese un paso hacia atrás algo sorprendida. No se esperaba aquello para nada. Volvía a escuchar la banda sonora de Harry Potter, esta vez con más claridad. Pero aquel paso no importaba demasiado, pues mirase en la dirección en la que mirase había sangre y en cuanto el líquido carmesí empieza a mojarle los pies, todo desapareció y Erin sentía como iba cayendo hacia ninguna parte. Presentía que no había fondo, aunque sólo fuese por la oscuridad que lo rodeaba todo. Y si había fondo, debía estar muy lejos de ella. << ¿Pasamos de Harry Potter a Alicia en el País de las Maravillas? ¡Esto no tiene ningún sentido! Pero bueno, podré conocer al Sombrerero loco… >>, pensó, mientras el libro de mapas se abría y dejaba oír los chillidos del nuevo junto con los de Atol e Yrio. La canadiense se llevó las manos a la cabeza, harta de aquellos gritos. No podía aguantarlos más.
Miró alrededor y vio las camas de los que quedaban cayendo junto a ella, sin que ninguno de sus compañeros se despertase con la caída. Atol e Yrio la miraban, callados, hasta que los libros se cerraron y el silencio volvió a reinar, lo que hace que Erin esboza una media sonrisa. Por fin disfrutaba el silencio de nuevo, aunque no sabía cuánto duraría. Los fantasmas de sus compañeros empiezan a darle razones por las cuales debería soltarlos, pero ella no dice nada. Podría cambiarlos, sí, ¿pero qué ganaba con eso? No podía estar completamente segura de que iban a cumplir la promesa de estar en silencio. “¿Porque no quieres quedarte sin otro libro más, verdad?”, dijo entonces Atol. Aquellas palabras rondaron la mente de la canadiense incluso después de dejar de caer para quedar sumida en una sensación de ingravidez. No miró la niebla hasta que se dio cuenta de que cada vez que un jirón de esta se movía emitía unas notas que, junto a las que producían los demás jirones formaban una melodía que Erin creía conocer. No era la misma de antes, pero la sensación de que la conocía se iba haciendo cada vez mayor.
La canadiense volvió a formularse la pregunta de Atol. No, no quería perder otro libro. Ni siquiera tenía más, pero si le habían prometido que dejarían de hacer ruido y se libraba del inconsciente de Pablo tal vez no sería mala idea cambiarles. –No, no quiero perder otro libro. Está bien, os cambio por Pablo y Tap. ¡Pero más os vale estar en silencio! –contestó a Atol, mientras su mente intentaba adivinar la melodía que la niebla formaba al moverse. No se había dado cuenta hasta entonces, pero cuando vio que los colores de la niebla eran los mismos que los de las portadas de sus libros sonrió. Tenía la sensación de que aquellos colores no eran esos por casualidad.
Sólo dejó de centrarse en la melodía cuando los libros que había traído con ella a la ciudad aparecieron frente a ella. Ya no podía leer los títulos impresos en las portadas, pero las reconocía sin ningún problema. Extendió el brazo hacia una de ellas, queriendo tocarla y quedarse con ella, pero antes de que sus dedos rozasen el libro, ambas novelas salieron volando para tragarse a la vez a Atol e Yrio. El fantasma del nuevo rió, con una voz que Erin no reconocía por mucho que buscase en su mente un propietario. Fue entonces cuando levantó la vista y volvió a ver a su compañero partido por la mitad y oírle decir que ya quedaba menos claramente. Sus mitades volvieron a iluminarse, lo que hizo que Erin se esperase lo que iba a pasar << Y ahora se transforma en Yrio y Atol, seguro. Esto empieza a ser repetitivo >>, pensó, tranquilamente.
No se sorprendió cuando su teoría se cumple, ni cuando los dos libros se abrieron alrededor suyo como con el que se tragó al nuevo. Escuchó los gritos que procedían de ambos, intentando centrarse de nuevo en la melodía que escuchaba antes sin ningún resultado. Ya no eran solo gritos, además escuchaba un eco que incrementa su incomodidad -¡¿Es que no podéis estar callados ni dos minutos?! –gritó, intentando sin éxito hacer que su voz sonase más alta que los gritos de sus compañeros. Alzó la vista y devolvió la mirada a los fantasmas de Atol e Yrio.
Los trazos carmesíes del mapa se emborronaron y empezaron a cubrir todo el suelo de sangre, haciendo que la canadiense diese un paso hacia atrás algo sorprendida. No se esperaba aquello para nada. Volvía a escuchar la banda sonora de Harry Potter, esta vez con más claridad. Pero aquel paso no importaba demasiado, pues mirase en la dirección en la que mirase había sangre y en cuanto el líquido carmesí empieza a mojarle los pies, todo desapareció y Erin sentía como iba cayendo hacia ninguna parte. Presentía que no había fondo, aunque sólo fuese por la oscuridad que lo rodeaba todo. Y si había fondo, debía estar muy lejos de ella. << ¿Pasamos de Harry Potter a Alicia en el País de las Maravillas? ¡Esto no tiene ningún sentido! Pero bueno, podré conocer al Sombrerero loco… >>, pensó, mientras el libro de mapas se abría y dejaba oír los chillidos del nuevo junto con los de Atol e Yrio. La canadiense se llevó las manos a la cabeza, harta de aquellos gritos. No podía aguantarlos más.
Miró alrededor y vio las camas de los que quedaban cayendo junto a ella, sin que ninguno de sus compañeros se despertase con la caída. Atol e Yrio la miraban, callados, hasta que los libros se cerraron y el silencio volvió a reinar, lo que hace que Erin esboza una media sonrisa. Por fin disfrutaba el silencio de nuevo, aunque no sabía cuánto duraría. Los fantasmas de sus compañeros empiezan a darle razones por las cuales debería soltarlos, pero ella no dice nada. Podría cambiarlos, sí, ¿pero qué ganaba con eso? No podía estar completamente segura de que iban a cumplir la promesa de estar en silencio. “¿Porque no quieres quedarte sin otro libro más, verdad?”, dijo entonces Atol. Aquellas palabras rondaron la mente de la canadiense incluso después de dejar de caer para quedar sumida en una sensación de ingravidez. No miró la niebla hasta que se dio cuenta de que cada vez que un jirón de esta se movía emitía unas notas que, junto a las que producían los demás jirones formaban una melodía que Erin creía conocer. No era la misma de antes, pero la sensación de que la conocía se iba haciendo cada vez mayor.
La canadiense volvió a formularse la pregunta de Atol. No, no quería perder otro libro. Ni siquiera tenía más, pero si le habían prometido que dejarían de hacer ruido y se libraba del inconsciente de Pablo tal vez no sería mala idea cambiarles. –No, no quiero perder otro libro. Está bien, os cambio por Pablo y Tap. ¡Pero más os vale estar en silencio! –contestó a Atol, mientras su mente intentaba adivinar la melodía que la niebla formaba al moverse. No se había dado cuenta hasta entonces, pero cuando vio que los colores de la niebla eran los mismos que los de las portadas de sus libros sonrió. Tenía la sensación de que aquellos colores no eran esos por casualidad.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Primer sueño de Erin
06/04/13, 03:24 pm
Los fantasmas del sinhadre y el libense sonríen pérfidamente cuando escuchan las palabras de Erin y los libros no se hacen esperar. Dos nuevos manuscritos irrumpen en el campo de visión de la canadiense. Se tratataban del bestiario que había sacado Pablo de la biblioteca, acompañado por el herbolario de Tap. Al tiempo que hacían su trabajo y absorbían a ambos cosechados (por algún motivo el repoblador se encontraba durmiendo sobre la cabeza de Pablo en vez de en su lugar habitual en el huerto), las novelas que pertenecían a Erin se abren y realizan el proceso inverso con Atol e Yrio. Ambos chicos reaparecen del interior de las páginas y caen sobre la niebla junto con los libros. Al caer provocan que varios jirones de niebla se levanten violentamente como si se tratase de una nube de polvo, y la melodía se oye con mayor intensidad y el tempo más rápido durante unos instantes. Los fantasmas, a su vez, se habían iluminado durante el proceso y por ahora eran indistinguibles.
Los libros de Erin se habían caído abiertos por la mitad produciendo extrañamente un tintineo que se había apagado nada más tocar la niebla. Aquellas páginas estaban en blanco, y si Erin comprobase el resto vería que todo rastro de escritura había desaparecido. Los libros no eran lo único que no estaba como siempre. Los cuerpos de Yrio y Atol estaban cubiertos por manchas negras. Palabras. La canadiense no podía leerlas, pero precisamente por eso era fácil deducir de que se trataba.
Los fantasmas de Pablo y Tap no se hacen esperar más y se colocan frente a la chica, flotando a varios centímetros del libense y el sinhadre.
-Te han engañado, Erin -le reprocha Pablo.
-Yo que creía que eras una de las pocas gigantas sensatas -apostilla Tap con su habitual tono.
-Una vez entran en el libro no deberían salir de nuevo, ya has visto lo que pasa... -el humano hace un gesto hacia los cuerpos de sus compañeros-. Además están muertos. ¿O por qué te creías que somos fantasmas?
El repoblador, sin embargo, tan sólo esboza una extraña sonrisa y los libros que habían atrapado a ambos aparecen frente a Erin y, como siempre, se abren. Del herbolario llegaban los gritos de Pablo y el constante rumor de una melodía cuya única descripción posible era "vegetal". Por su parte, el bestiario teñía el aire de temibles rugidos, chasquidos de dientes y carne desgarrada, mientras de vez en cuando se oía la vocecilla de Tap pidiendo auxilio.
Una vez más Erin no fue consciente de que el escenario había empezado a cambiar hasta que ya se habían producido todos los cambios. Pero cuando se fija en su entorno puede ver que se encuentra en lo que parece una selva tropical con plantas de tamaño desmedido. A lo lejos se puede observar a Pablo atrapado entre las ramas de un árbol que no cesa de zarandearlo. Y mientras tanto, Tap aparece de entre la maleza corriendo todo lo que sus cortas piernas le permiten, siendo perseguido por una especie de oso con melena de león. Ambos se dirigen en la dirección de Erin pero, aunque parecían perfectamente corpóreos, simplemente la atraviesan para seguir su camino y perderse en la frondosidad de la selva.
Los gritos de ambos letarguinos se seguían oyendo, pero entonces los libros se cierran de golpe y todo sonido procedente de los ellos se silencia. Podía seguir viendo a Pablo siendo atacado por las plantas y de vez en cuando el repoblador atravesaba su campo de visión, pero ya no se les oía. El único sonido era el rumor del viento en las hojas. Una vez más el entorno estaba produciendo otra melodía que Erin creía reconocer, sin embargo esta vez por algún motivo le resultaba más molesta.
Los fantasmas de Pablo y Tap simplemente habían permanecido observando a Erin durante todo el proceso y ahora la miraban como esperando que hiciese algo.
Los libros de Erin se habían caído abiertos por la mitad produciendo extrañamente un tintineo que se había apagado nada más tocar la niebla. Aquellas páginas estaban en blanco, y si Erin comprobase el resto vería que todo rastro de escritura había desaparecido. Los libros no eran lo único que no estaba como siempre. Los cuerpos de Yrio y Atol estaban cubiertos por manchas negras. Palabras. La canadiense no podía leerlas, pero precisamente por eso era fácil deducir de que se trataba.
Los fantasmas de Pablo y Tap no se hacen esperar más y se colocan frente a la chica, flotando a varios centímetros del libense y el sinhadre.
-Te han engañado, Erin -le reprocha Pablo.
-Yo que creía que eras una de las pocas gigantas sensatas -apostilla Tap con su habitual tono.
-Una vez entran en el libro no deberían salir de nuevo, ya has visto lo que pasa... -el humano hace un gesto hacia los cuerpos de sus compañeros-. Además están muertos. ¿O por qué te creías que somos fantasmas?
El repoblador, sin embargo, tan sólo esboza una extraña sonrisa y los libros que habían atrapado a ambos aparecen frente a Erin y, como siempre, se abren. Del herbolario llegaban los gritos de Pablo y el constante rumor de una melodía cuya única descripción posible era "vegetal". Por su parte, el bestiario teñía el aire de temibles rugidos, chasquidos de dientes y carne desgarrada, mientras de vez en cuando se oía la vocecilla de Tap pidiendo auxilio.
Una vez más Erin no fue consciente de que el escenario había empezado a cambiar hasta que ya se habían producido todos los cambios. Pero cuando se fija en su entorno puede ver que se encuentra en lo que parece una selva tropical con plantas de tamaño desmedido. A lo lejos se puede observar a Pablo atrapado entre las ramas de un árbol que no cesa de zarandearlo. Y mientras tanto, Tap aparece de entre la maleza corriendo todo lo que sus cortas piernas le permiten, siendo perseguido por una especie de oso con melena de león. Ambos se dirigen en la dirección de Erin pero, aunque parecían perfectamente corpóreos, simplemente la atraviesan para seguir su camino y perderse en la frondosidad de la selva.
Los gritos de ambos letarguinos se seguían oyendo, pero entonces los libros se cierran de golpe y todo sonido procedente de los ellos se silencia. Podía seguir viendo a Pablo siendo atacado por las plantas y de vez en cuando el repoblador atravesaba su campo de visión, pero ya no se les oía. El único sonido era el rumor del viento en las hojas. Una vez más el entorno estaba produciendo otra melodía que Erin creía reconocer, sin embargo esta vez por algún motivo le resultaba más molesta.
Los fantasmas de Pablo y Tap simplemente habían permanecido observando a Erin durante todo el proceso y ahora la miraban como esperando que hiciese algo.
- LEC
Ficha de cosechado
Nombre: Kalna, hija de Mánide
Especie: libense, del imperio
Habilidades: Automotivación, nociones de lucha, valor.
Re: Primer sueño de Erin
07/04/13, 09:37 pm
A Erin no le gustó la sonrisa que esbozaron Yrio y Atol. Frunció el ceño, aunque no estuviese tan enfadada con ellos como con el nuevo. Tenía la sensación de que algo iba mal, aunque no podía decir qué ni por qué. Sin embargo, se olvidó de esa sensación cuando dos nuevos libros aparecieron delante de ella y se tragaron a Pablo y a Tap como habían hecho con sus demás compañeros. Sus libros se abrieron y liberaron a sus otros dos compañeros. Sin tan siquiera mirarles, la canadiense cogió sus libros y observó con una mezcla ente terror y odio la ausencia de palabras. Todas las páginas estaban en blanco. Ni siquiera atendió a los ruidos que la niebla había hecho ni se acordó del detalle de que los libros produjesen notas al caer.
Se giró hacia los chicos con una expresión de odio en la cara y la sanggre ardiéndole en las venas. Pero aquello no era nada. Cuando vio a ambos cubiertos de manchas negras que no podía leer, pero que en seguida identificó como palabras se olvidó por un momento de la tristeza que había sentido cuando se dio cuenta de que se habían cargado sus libros. - ¡¡ESTÚPIDOS!! LOS DOS SOIS UNOS ESTÚPIDOS, HABÉIS DESTROZADO DOS LIBROS –les gritó, mientras sentía como un par de lágrimas de odio e impotencia le resbalaban por las mejillas. Respiró profundamente y se secó las lágrimas - . Merecéis una muerte lenta y dolorosa.
Parecía haberse calmado un poco tras haberles dicho todo aquello, aunque temía que también fuesen a destrozar las portadas o el papel de las páginas, por lo que abrazó con fuerza ambos libros, intentando protegerles de un mal que podría considerarse imaginario. Al fin y al cabo, si se lo querían llevar ya lo habrían hecho, como había pasado con las palabras. Los fantasmas de los dos nuevos encerrados surgieron cerca de los de Atol e Yrio y comenzaron a hablar. La canadiense casi se arrepintió de escucharles. –Ya lo sé, ya sé que me han engañado. Son estúpidos, han destrozado dos libros… No necesito que me lo recordéis.
Estaban muertos, o eso decía Pablo. Pero Erin no se lo creía. << Si estuviesen muertos no hablarían. Si estuviesen muertos no habrían destrozado dos libros. Y si estuviesen muertos podría vivir tranquila >> , pensó, aunque ni siquiera sus pensamientos lograban quitarse de la mente aquellas palabras. Sólo consiguió eliminarlas cuando los libros se abren delante de ella. Aquel ruido que ella misma habría calificado como “ensordecedor”, debido al relativo silencio en el que había vivido hasta ahora. Gritos, rugidos y otros sonidos poco agradables que se mezclaban con una melodía que le recordó fugazmente a una de aquellas piezas clásicas que se componían intentando imitar los sonidos de la naturaleza.
Cuando no pudo soportar más el ruido que salía de los libros, se tapó los oídos con ambas manos, dejando caer sus libros y cerró los ojos con fuerza, como si así fuese a desaparecer aquel molesto ruido que se negaba a irse. Cuando abrió los ojos de nuevo, se encontró en otro sitio completamente distinto. Las plantas eran enormes, lo que sumado a su poca altura, le hacía plantearse si no habría encogido ella. Se entretuvo unos segundos mirando hacia arriba, intentado distinguir las copas de las plantas que le parecían casi interminables. Después mira en derredor, en busca de algún conocido o simplemente de sus libros vacíos, sin palabras. Hasta que Yrio y Atol se los cargaron, no había perdido la esperanza de volver a leerlos. Vio a Pablo siendo zarandeado por un árbol y a Tap corriendo perseguido por un animal que le hizo pensar de nuevo en los Juegos del Hambre y su peculiar mundo << ¿Un muto? ¿Pero esto no era el País de las Maravillas? Aunque antes tenía la banda sonora de Harry Potter ¡Este sitio lo confunde todo! Ya solo falta que aparezca un cuervo de tres ojos y Gandalf >> , pensó antes de darse cuenta de que ambos letarguinos se dirigían hacia ella, intentó apartarse de su camino, pero ellos le alcanzaron antes.
Cerró los ojos preparándose para el choque, que nunca ocurrió. Tap y el animal que le perseguía la habían atravesado y seguían su camino hasta perderse en aquella selva gigante, aunque sus gritos se seguían oyendo. Entonces, los libros se cerraron y todo sonido, salvo el del viento moviendo las hojas, desapareció. La canadiense agradeció aquel silencio, aunque siguiese viendo a Pablo siendo atacado por alguna planta o a Tap escapar del animal aquel. Tampoco importaba tanto como aquel silencio que disfrutaba y que no duró mucho. Otra melodía que llegó con la misma sensación de que Erin la conocía, aunque no lograba relacionar con ninguna película o canción de la Tierra. Pero esta vez hubo un cambio: la música le molestaba. No era una molestia tan grande como los gritos de sus compañeros, pero le incordiaba tener que escuchar aquello.
Los fantasmas de Tap y Pablo se le habían quedado mirando fijamente, casi pidiéndole que hiciese algo. La canadiense se encogió de hombros. ¿Qué podía hacer? ¿Es que acaso podía volver a encerrar a Yrio y Atol? Porque lo que tenía claro es que no iba a sacar a nadie más de un libro. Ya había perdido dos y no estaba dispuesta a cargarse otro. - ¿Puedo devolverles a los libros? –preguntó, aunque continuó hablando sin esperar una respuesta - Entonces que vuelvan a los libros –sentenció.
Se giró hacia los chicos con una expresión de odio en la cara y la sanggre ardiéndole en las venas. Pero aquello no era nada. Cuando vio a ambos cubiertos de manchas negras que no podía leer, pero que en seguida identificó como palabras se olvidó por un momento de la tristeza que había sentido cuando se dio cuenta de que se habían cargado sus libros. - ¡¡ESTÚPIDOS!! LOS DOS SOIS UNOS ESTÚPIDOS, HABÉIS DESTROZADO DOS LIBROS –les gritó, mientras sentía como un par de lágrimas de odio e impotencia le resbalaban por las mejillas. Respiró profundamente y se secó las lágrimas - . Merecéis una muerte lenta y dolorosa.
Parecía haberse calmado un poco tras haberles dicho todo aquello, aunque temía que también fuesen a destrozar las portadas o el papel de las páginas, por lo que abrazó con fuerza ambos libros, intentando protegerles de un mal que podría considerarse imaginario. Al fin y al cabo, si se lo querían llevar ya lo habrían hecho, como había pasado con las palabras. Los fantasmas de los dos nuevos encerrados surgieron cerca de los de Atol e Yrio y comenzaron a hablar. La canadiense casi se arrepintió de escucharles. –Ya lo sé, ya sé que me han engañado. Son estúpidos, han destrozado dos libros… No necesito que me lo recordéis.
Estaban muertos, o eso decía Pablo. Pero Erin no se lo creía. << Si estuviesen muertos no hablarían. Si estuviesen muertos no habrían destrozado dos libros. Y si estuviesen muertos podría vivir tranquila >> , pensó, aunque ni siquiera sus pensamientos lograban quitarse de la mente aquellas palabras. Sólo consiguió eliminarlas cuando los libros se abren delante de ella. Aquel ruido que ella misma habría calificado como “ensordecedor”, debido al relativo silencio en el que había vivido hasta ahora. Gritos, rugidos y otros sonidos poco agradables que se mezclaban con una melodía que le recordó fugazmente a una de aquellas piezas clásicas que se componían intentando imitar los sonidos de la naturaleza.
Cuando no pudo soportar más el ruido que salía de los libros, se tapó los oídos con ambas manos, dejando caer sus libros y cerró los ojos con fuerza, como si así fuese a desaparecer aquel molesto ruido que se negaba a irse. Cuando abrió los ojos de nuevo, se encontró en otro sitio completamente distinto. Las plantas eran enormes, lo que sumado a su poca altura, le hacía plantearse si no habría encogido ella. Se entretuvo unos segundos mirando hacia arriba, intentado distinguir las copas de las plantas que le parecían casi interminables. Después mira en derredor, en busca de algún conocido o simplemente de sus libros vacíos, sin palabras. Hasta que Yrio y Atol se los cargaron, no había perdido la esperanza de volver a leerlos. Vio a Pablo siendo zarandeado por un árbol y a Tap corriendo perseguido por un animal que le hizo pensar de nuevo en los Juegos del Hambre y su peculiar mundo << ¿Un muto? ¿Pero esto no era el País de las Maravillas? Aunque antes tenía la banda sonora de Harry Potter ¡Este sitio lo confunde todo! Ya solo falta que aparezca un cuervo de tres ojos y Gandalf >> , pensó antes de darse cuenta de que ambos letarguinos se dirigían hacia ella, intentó apartarse de su camino, pero ellos le alcanzaron antes.
Cerró los ojos preparándose para el choque, que nunca ocurrió. Tap y el animal que le perseguía la habían atravesado y seguían su camino hasta perderse en aquella selva gigante, aunque sus gritos se seguían oyendo. Entonces, los libros se cerraron y todo sonido, salvo el del viento moviendo las hojas, desapareció. La canadiense agradeció aquel silencio, aunque siguiese viendo a Pablo siendo atacado por alguna planta o a Tap escapar del animal aquel. Tampoco importaba tanto como aquel silencio que disfrutaba y que no duró mucho. Otra melodía que llegó con la misma sensación de que Erin la conocía, aunque no lograba relacionar con ninguna película o canción de la Tierra. Pero esta vez hubo un cambio: la música le molestaba. No era una molestia tan grande como los gritos de sus compañeros, pero le incordiaba tener que escuchar aquello.
Los fantasmas de Tap y Pablo se le habían quedado mirando fijamente, casi pidiéndole que hiciese algo. La canadiense se encogió de hombros. ¿Qué podía hacer? ¿Es que acaso podía volver a encerrar a Yrio y Atol? Porque lo que tenía claro es que no iba a sacar a nadie más de un libro. Ya había perdido dos y no estaba dispuesta a cargarse otro. - ¿Puedo devolverles a los libros? –preguntó, aunque continuó hablando sin esperar una respuesta - Entonces que vuelvan a los libros –sentenció.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Primer sueño de Erin
07/04/13, 11:42 pm
Los fantasmas de Pablo y de Tap sonríen maliciosamente cuando Erin dice que quiere devolver a Yrio y Atol a los libros.
-Sabía que tomarías la decisión adecuada, niña.
Ambos fantasmas hablan a la vez, o eso parecía por el movimiento de sus labios. La voz que pronuncia la frase, sin embargo, es única y la canadiense la había escuchado anteriormente, cuando el fantasma de Stefan habló con una voz que no era la suya. Era una voz profunda y firme, pero que tenía una cierta musicalidad que inquietaba a la chica.
Los libros absorben de nuevo a Yrio y Atol, que con el cambio de escenario habían vuelto a sus camas, y tan pronto sucede eso, los libros se vuelven locos. Cinco libros en total comienzan a aletear alrededor de Erin, abriéndose y cerrándose acompasadamente. La chica pudo distinguir que sus dos novelas volvían a contener texto, pero también habían vuelto a contener los gritos del sinhadre y el libense que se oían cuando los libros se abrían, al igual que ocurría con el resto de sus compañeros y los otros manuscritos. La intensidad de los diversos sonidos y gritos procedentes de los libros aumenta cada vez, formando un ominoso eco que inunda el ambiente.
Los fantasmas mientras tanto se habían vuelto a unir y a iluminarse. Esta vez no tarda en aparecer la nueva figura, bien definida y menos incorpórea que el resto de fantasmas. Pero si Erin esperaba ver de nuevo a Yrio o a Atol se equivocaba. Frente a ella, la recia figura de un hombre mayor con el pelo canoso y ligeramente largo, vestido con un traje negro y camisa blanca, la observa con intensidad. La sonrisa pérfida que había podido ver en el resto de fantasmas se forma en su boca antes de elevar un brazo con un movimiento ensayado. Llevaba una batuta y la parábola que describe con ella provocan que, a una, los libros salgan volando en todas direcciónes, mientras que otros nuevos entran en escena. El libro de magia, el libro sobre la Luna Roja... Erin puede reconocerlos según pasan haciendo vibrar el aire frente a ella. Al mismo tiempo la selva se había ido atenuando cada vez más hasta regresar a la completa oscuridad.
Durante el cambio de escenario, los nuevos libros se acercan a las camas donde todavía quedan letarguinos durmiendo y los absorben uno a uno. El hombre, mientras tanto, seguía describiendo movimientos con su batuta.
Finalmente todos los letarguinos estaban encerrados en libros, manuscritos que ahora se encuentran levitando en círculos alrededor del anciano.
-Ha sido tu voluntad -le dice a Erin sin ni siquiera mirarla mientras no cesa de mover la batuta-. Debo darte las gracias por haberme dejado salir. Ahora yo los controlo, y tú lo deseaste.
Todos a una, los libros se paran en el medio del aire y se abren, las páginas pasándose frenéticamente. Se colocan en fila y salen impulsados a un movimiento descrito por el hombre, formando una figura curvilínea. Los sonidos procedentes de estos suenan ahora más fuerte que antes y Erin se sorprende tamborileando con los dedos en el aire, produciendo extrañamente sonido, siguiendo la demencial melodía proveniente de las páginas.
-Sabía que tomarías la decisión adecuada, niña.
Ambos fantasmas hablan a la vez, o eso parecía por el movimiento de sus labios. La voz que pronuncia la frase, sin embargo, es única y la canadiense la había escuchado anteriormente, cuando el fantasma de Stefan habló con una voz que no era la suya. Era una voz profunda y firme, pero que tenía una cierta musicalidad que inquietaba a la chica.
Los libros absorben de nuevo a Yrio y Atol, que con el cambio de escenario habían vuelto a sus camas, y tan pronto sucede eso, los libros se vuelven locos. Cinco libros en total comienzan a aletear alrededor de Erin, abriéndose y cerrándose acompasadamente. La chica pudo distinguir que sus dos novelas volvían a contener texto, pero también habían vuelto a contener los gritos del sinhadre y el libense que se oían cuando los libros se abrían, al igual que ocurría con el resto de sus compañeros y los otros manuscritos. La intensidad de los diversos sonidos y gritos procedentes de los libros aumenta cada vez, formando un ominoso eco que inunda el ambiente.
Los fantasmas mientras tanto se habían vuelto a unir y a iluminarse. Esta vez no tarda en aparecer la nueva figura, bien definida y menos incorpórea que el resto de fantasmas. Pero si Erin esperaba ver de nuevo a Yrio o a Atol se equivocaba. Frente a ella, la recia figura de un hombre mayor con el pelo canoso y ligeramente largo, vestido con un traje negro y camisa blanca, la observa con intensidad. La sonrisa pérfida que había podido ver en el resto de fantasmas se forma en su boca antes de elevar un brazo con un movimiento ensayado. Llevaba una batuta y la parábola que describe con ella provocan que, a una, los libros salgan volando en todas direcciónes, mientras que otros nuevos entran en escena. El libro de magia, el libro sobre la Luna Roja... Erin puede reconocerlos según pasan haciendo vibrar el aire frente a ella. Al mismo tiempo la selva se había ido atenuando cada vez más hasta regresar a la completa oscuridad.
Durante el cambio de escenario, los nuevos libros se acercan a las camas donde todavía quedan letarguinos durmiendo y los absorben uno a uno. El hombre, mientras tanto, seguía describiendo movimientos con su batuta.
Finalmente todos los letarguinos estaban encerrados en libros, manuscritos que ahora se encuentran levitando en círculos alrededor del anciano.
-Ha sido tu voluntad -le dice a Erin sin ni siquiera mirarla mientras no cesa de mover la batuta-. Debo darte las gracias por haberme dejado salir. Ahora yo los controlo, y tú lo deseaste.
Todos a una, los libros se paran en el medio del aire y se abren, las páginas pasándose frenéticamente. Se colocan en fila y salen impulsados a un movimiento descrito por el hombre, formando una figura curvilínea. Los sonidos procedentes de estos suenan ahora más fuerte que antes y Erin se sorprende tamborileando con los dedos en el aire, produciendo extrañamente sonido, siguiendo la demencial melodía proveniente de las páginas.
- LEC
Ficha de cosechado
Nombre: Kalna, hija de Mánide
Especie: libense, del imperio
Habilidades: Automotivación, nociones de lucha, valor.
Re: Primer sueño de Erin
09/04/13, 06:20 pm
Erin volvió a fruncir el ceño con la sonrisa de Pablo y Tal. Todos los fantasmas habían puesto antes o después esa sonrisa, lo que inquietó un tanto a la chica. Sin embargo, su sensación de inquietud se vio realmente reflejada cuando oyó la voz con la que Pablo y Tap parecían haber hablado a la vez. No era su voz y la canadiense creía que la había escuchado antes. ¿Pero dónde? Había sido después de despertarse, estaba segura. Estuvo un minuto que se le hizo eterno pensando hasta dar con ella en su memoria. El fantasma del chico nuevo había hablado con aquella voz, pero seguía sin relacionarla con un rostro.
Era una voz musical que podía haber llegado a agradar a Erin, pero le inquietaba demasiado como para centrarse en eso. Miró fijamente como los libros absorbían de nuevo a sus compañeros manchados con las palabras que antes contenían sus novelas y les dedicó una mirada de odio a cada uno antes de que desapareciesen por completo en los libros.
Entonces los libros parecieron volverse locos. Los cinco comenzaron a aletear alrededor de la canadiense, que los observaba fijamente mientras vea como se abrían y se cerraban rítmicamente. Erin intentó no centrarse en los gritos y ruidos varios que procedían de los libros, sino en sus dos novelas, que volvían a contener texto. La canadiense sonríe al comprobarlo, olvidándose por un momento de los ruidos antes de volver a escucharlos con toda claridad. No sabía exactamente si eran imaginaciones suyas, pero creía que el sonido de los ruidos iba aumentando poco a poco, produciendo un eco constante que la hizo fruncir el ceño. << Es que ni muertos pueden callarse dos minutos… >> , pensó.
Cuando dejó de fijarse en los libros, se dio cuenta de que los fantasmas habían vuelto a unirse e iluminarle. La canadiense pensó que se transformarían en Yrio o en Atol de nuevo, o tal vez incluso en el nuevo, por lo que no le dio demasiada importancia al cambio y continuó quejándose mentalmente de los gritos de sus compañeros. Pero cuando ante ella apareció un hombre de pelo blanco y traje negro, portando una batuta Erin sonrió levemente. – Cuando decía que faltaba Gandalf no me refería a esto –murmuró, para que el hombre no la oyese. Cuando se fijó mejor en él, se dio cuenta de que parecía mucho más corpóreo que los demás, pero no le dio excesiva importancia << Serán cosas mías. A lo mejor se me han ensuciados las gafas >> , pensó, mientras se subía el puente de estas con un dedo.
Antes de poder hacer un movimiento, el hombre sonríe de aquella forma siniestra que todos los fantasmas habían usado alguna vez al hablar con ella. Después comienzóa a mover la batuta, haciendo que los libros se moviesen. Erin observó el movimiento de estos casi hipnotizada y vio como entran nuevos libros en la escena. Los reconoció y vio como absorbían a sus otros compañeros, haciendo vibrar el aire al acercarse a ellos.
Cuando se da cuenta, el escenario había vuelto a cambiar. Ya no estaba en la selva, sino sumida en la más profunda oscuridad de nuevo. Sin embargo, el hombre seguía moviendo su batuta de un lado a otro. Cuando todos los letarguinos estuvieron dentro de un libro, estos comenzaron a girar alrededor de él, que ni se dignó en mirarle cuando hablaba.
- Yo no te he dejado salir, Gand…Eh, señor –se corrigió, aunque en su mente continuaba pensando en el hombre como el mago de El Señor de los Anillos. Y es que no era él, pero aquel sitio confundía todos los libros y podía haber sido un error - . Yo solo deseé que desaparecieran.
Erin continuó mirando fijamente los libros. ¿Ahora los controlaba aquel hombre? ¿Aquello significaba que había perdido sus novelas para siempre? Aquello era casi peor que sus libros se quedasen en blanco. Apenas se dio cuenta de que los libros se habían quedado parados en medio del aire, levitando, y de que todos se abrieron a la vez para dejar que sus páginas se pasasen solas a un ritmo frenético, mientras los sonidos que salían de ellos se volvieron más fuertes. Casi parecía que estuviesen tocando una melodía, lo que molestó a Erin.
<< Otra vez ruido. Y es que no saben ni tocar bien, lo hacen demasiado alto >> , pensó, quejándose del ruido que había. Cuando se dio cuenta de que ella misma seguía la melodía tamborileando con los dedos, que hacían ruido al golpear el aire, se sorprendió bastante. No quería seguir aquella melodía horrible, solo quería disfrutar de un silencio que parecía que nunca llegaría. Pero por mucho que intentase parar de tamborilear, no podía. Se enfadó consigo misma por eso y se agarró los dedos de la mano con la que tamborileaba en el aire con la mano izquierda para obligarse a parar. Miró con odio al hombre, pues estaba segura de que todo era culpa suya, pero no dijo nada.
Era una voz musical que podía haber llegado a agradar a Erin, pero le inquietaba demasiado como para centrarse en eso. Miró fijamente como los libros absorbían de nuevo a sus compañeros manchados con las palabras que antes contenían sus novelas y les dedicó una mirada de odio a cada uno antes de que desapareciesen por completo en los libros.
Entonces los libros parecieron volverse locos. Los cinco comenzaron a aletear alrededor de la canadiense, que los observaba fijamente mientras vea como se abrían y se cerraban rítmicamente. Erin intentó no centrarse en los gritos y ruidos varios que procedían de los libros, sino en sus dos novelas, que volvían a contener texto. La canadiense sonríe al comprobarlo, olvidándose por un momento de los ruidos antes de volver a escucharlos con toda claridad. No sabía exactamente si eran imaginaciones suyas, pero creía que el sonido de los ruidos iba aumentando poco a poco, produciendo un eco constante que la hizo fruncir el ceño. << Es que ni muertos pueden callarse dos minutos… >> , pensó.
Cuando dejó de fijarse en los libros, se dio cuenta de que los fantasmas habían vuelto a unirse e iluminarle. La canadiense pensó que se transformarían en Yrio o en Atol de nuevo, o tal vez incluso en el nuevo, por lo que no le dio demasiada importancia al cambio y continuó quejándose mentalmente de los gritos de sus compañeros. Pero cuando ante ella apareció un hombre de pelo blanco y traje negro, portando una batuta Erin sonrió levemente. – Cuando decía que faltaba Gandalf no me refería a esto –murmuró, para que el hombre no la oyese. Cuando se fijó mejor en él, se dio cuenta de que parecía mucho más corpóreo que los demás, pero no le dio excesiva importancia << Serán cosas mías. A lo mejor se me han ensuciados las gafas >> , pensó, mientras se subía el puente de estas con un dedo.
Antes de poder hacer un movimiento, el hombre sonríe de aquella forma siniestra que todos los fantasmas habían usado alguna vez al hablar con ella. Después comienzóa a mover la batuta, haciendo que los libros se moviesen. Erin observó el movimiento de estos casi hipnotizada y vio como entran nuevos libros en la escena. Los reconoció y vio como absorbían a sus otros compañeros, haciendo vibrar el aire al acercarse a ellos.
Cuando se da cuenta, el escenario había vuelto a cambiar. Ya no estaba en la selva, sino sumida en la más profunda oscuridad de nuevo. Sin embargo, el hombre seguía moviendo su batuta de un lado a otro. Cuando todos los letarguinos estuvieron dentro de un libro, estos comenzaron a girar alrededor de él, que ni se dignó en mirarle cuando hablaba.
- Yo no te he dejado salir, Gand…Eh, señor –se corrigió, aunque en su mente continuaba pensando en el hombre como el mago de El Señor de los Anillos. Y es que no era él, pero aquel sitio confundía todos los libros y podía haber sido un error - . Yo solo deseé que desaparecieran.
Erin continuó mirando fijamente los libros. ¿Ahora los controlaba aquel hombre? ¿Aquello significaba que había perdido sus novelas para siempre? Aquello era casi peor que sus libros se quedasen en blanco. Apenas se dio cuenta de que los libros se habían quedado parados en medio del aire, levitando, y de que todos se abrieron a la vez para dejar que sus páginas se pasasen solas a un ritmo frenético, mientras los sonidos que salían de ellos se volvieron más fuertes. Casi parecía que estuviesen tocando una melodía, lo que molestó a Erin.
<< Otra vez ruido. Y es que no saben ni tocar bien, lo hacen demasiado alto >> , pensó, quejándose del ruido que había. Cuando se dio cuenta de que ella misma seguía la melodía tamborileando con los dedos, que hacían ruido al golpear el aire, se sorprendió bastante. No quería seguir aquella melodía horrible, solo quería disfrutar de un silencio que parecía que nunca llegaría. Pero por mucho que intentase parar de tamborilear, no podía. Se enfadó consigo misma por eso y se agarró los dedos de la mano con la que tamborileaba en el aire con la mano izquierda para obligarse a parar. Miró con odio al hombre, pues estaba segura de que todo era culpa suya, pero no dijo nada.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Primer sueño de Erin
09/04/13, 07:17 pm
A una nueva orden del anciano los libros se cierran todos de golpe y por unos instantes el caos sonoro se silencia. Una luz focal aparece de la nada, iluminando al hombre antes de que se dirija a Erin.
-Sí, sí que lo deseaste, niña. Aunque no seas consciente de ello. Yo habito en tu interior desde siempre, y ahora con tus acciones me has hecho fuerte. Porque yo soy El Director.
Pronuncia las dos últimas palabras con solemnidad, justo antes de enarbolar aquella sonrisa siniestra que tanto había inquietado a la canadiense.
Sin esperar respuesta alguna, el hombre vuelve a dirigir la orquesta demencial de libros, que vuelven a abrirse y a revolotear rítmicamente por toda la estancia. Los gritos de los compañeros de torreón de Erin y el resto de sonidos provenientes del interior de las páginas conforman una última melodía. Un réquiem. Cada vez suena más y más alto, cada vez más ensordecedor. Cada libro es iluminado por un foco al igual que el director, y Erin puede ver perfectamente como de pronto las palabras abandonan las páginas de los libros.
Siguiendo el ritmo de la música, estas comienzan a envolver a Erin en una espiral de negrura propia de la tinta. Pronto la chica no puede ver nada, tan sólo oír el incesante réquiem que sin duda esta dedicado a ella misma. Durante todo el proceso continua tambolireando con los dedos sin poder hacer nada por evitarlo, si intenta agarrarse el brazo, las palabras se lo impiden. Una última imagen, sin embargo, grabada a fuego en su memoria, permanece a pesar de que sus ojos estén completamente cubiertos. La sonrisa siniestra del Director mientras agita su batuta frenéticamente, sintiendo como si siempre hubiese estado ahí controlando toda su vida, preparándose para este único instante.
Erin despierta con el vivo recuerdo de aquella siniestra sonrisa y por unos segundos le parece que el réquiem está sonando en el cuarto hasta que se apaga por completo.
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