La Bodega

—La invención de la bomba atómica como mínimo —le había respondido a Giz ante su comentario sonriendo jocosamente.

La explicación de Matt lo cogió bastante por sorpresa, porque no se esperaba que lo que hubiera averiguado fuese que la daeliciana hubiera muerto. Por otra parte, pensó, quizás fuese mejor así. La muerte de Enna significaba que ninguno de sus amigos tendría que volver a preocuparse por localizarla, por vengarse o por lo qué harían en caso de volver a encontrarse con ella. No podía sentir lástima alguna por alguien a quien ni siquiera había visto y de la que, además, Wen tan solo tenía unos recuerdos tan amargos.

Cuando el brujo dijo que iría a hablar con la vouivre, el draco se quedó pensativo unos segundos. Pero enseguida decidió que no era asunto suyo, eran ellos quiénes debían hablar sobre aquel tema. De todas formas ya hablaría con Wen más tarde, por lo que simplemente asintió.
—Nosotros volvemos al cuchitril, así que podemos acompañarte hasta la puerta del burdel.

Sigue en el Cuchitril.

Shizel vio que la figurilla que ahora era Tap salía de la bodega por el rabillo del ojo, y se resignó definitivamente a preguntarle por los tejemanejes de la telepatía otro día. Quizá fuese mejor así, ya que tendría tiempo de rebuscar en sus apuntes, empaparse de lo básico y estar en posición de plantearle dudas concretas. Eso en el supuesto de que el repoblador estuviera dispuesto a contestarle, lo cual era ya mucho suponer.

La reunión mostraba ya tintes de dispersarse. Finalizada la conversación con Alder el skrýmir se despidió de quien notase su marcha y salió de la bodega, aún paladeando el sabor a vino en los labios.

Sigue dondequiera que se le reclame.

La jornada estaba siendo perfecta. El bar estaba abarrotado, el ambiente pre-torneo era bastante palpable, y la caja se llenaba por momentos. Sencillamente perfecto. O al menos así había sido hasta hace un momento. Como hacía cada rato, estaba haciendo guardia revisando los hechizos de guardia de cada zona... Pero no hizo falta que la continuara pues algo pasó en la bodega en sí y la imagen se me actualizó sola. Al momento vi algo que tiraría la perfección de un golpe si la gente se enteraba. <<Qué demonios...>> Una alimaña había llegado de alguna forma a la bodega en sí y a había abierto uno de los barriles. No había rastro de destrozos en las paredes por las que podría haber entrado, y las criaturas de Matt no se habían percatado de su presencia. <<Hay que fastidiarse...>> Me disculpé un momento en la barra y subí al despacho, donde cogí el comunicador y contacté con el Cuchitril.

—¿Hola, hay alguien? ¿Podríais venir a la bodega a deshaceros de un bicho? ¡Estoy hasta arriba de trabajo, si bajo yo pierdo dinero y si no hago nada el bicho me deja sin barriles! Perdón, estrés. ¿Venís, porfa? Porfa significa que os pagaré bien.

En cuanto dijeron que sí, volví a atender la barra. Un barril de vino de momento no era una gran pérdida. De momento.

—¡Jefe! Acabo de volver de la bodega, hay algo raro ahí abajo.
—Ya lo sé, silencio. Ya vienen a arreglarlo—y, dicho eso, avisé al resto del personal tanto de la situación como de que les dejaran bajar luego a los cuchitrileros.

Cuando recibieron la petición de ayuda de Jack, Noel se encontraba en su habitación practicando con la batería en el interior de un hechizo insonorizador. Sin dejar de practicar mientras escuchaba al vampiro a modo de comprobación de si era capaz de atender a las dos cosas a la vez, dejó que otro se encargase de responder primero y así fue como oyó a Giz preguntando detalles sobre la alimaña en cuestión. El instinto genemágico del asreniano no tardó en sacar a relucir su interés por la criatura y fue entonces cuando el draco aparcó las baquetas para pulsar el botón que activaba el envío de sonido en su aparato para decir que acompañaría al goliat. Al fin y al cabo los demás estaban ocupados en mayor o menor medida y la batería no iba a irse a ningún sitio. O al menos eso creía, pero le lanzó una mirada de advertencia a Odin antes de salir de su habitación y reunirse con Giz en la entrada del cuchitril.

En cuanto llegaron a la bodega hablaron brevemente con el vampiro, ya que se encontraba muy atareado en ese momento y les indicó donde se estaban produciendo los destrozos. Tras hacer algún comentario sarcástico respecto a lo normal que era que a Jack se le colasen cosas en la bodega porque confiaba su seguridad a un montón de arena, Noel y Giz no perdieron más tiempo y accedieron al sótano de almacenaje indicado.

Las botas del sueco chapotearon en un charco de sangre desparramada que bañaba una buena parte del suelo de aquella planta, en la que bien podía parecer que se había llevado a cabo un asesinato múltiple de no ser por los barriles destrozados de los que manaba dicha sustancia. No había nada anormal a la vista. Pero, tal y como no tardó en darse cuenta tras internarse unos pasos en la sala, sí al oído.
—Oigo un sonido muy tenue, como de succión —le comunicó al asreniano—. Viene de… ahí.
El sueco echó a andar hacia el punto al que había señalado, justo al lado de uno de los barriles rotos. Además de intensificarse el sonido a medida que se acercaban, siendo probablemente audible también para el goliat, no tardaron en comprobar que en la superficie del líquido se estaban produciendo unas pequeñas ondas. Había algo allí, algo no visible. Pero por suerte, Giz le había enseñado no hacía mucho la variante del hechizo de niebla mágica que permitía realizar lectura térmica y ambos no tardaron en conjurarlo.
—¿Qué diablos? —dijo cuando vio a aquella criatura que estaba absorbiendo la sangre—. ¿Eso es una sepia?
Como si hubiera reaccionado a sus palabras, el ser dejó de alimentarse instantáneamente y ascendió en el aire. Se empezó a mover como si estuviera nadando en medio del aire y, antes de que pudieran hacer nada más, mostró la boca que tenía bajo los tentáculos. Una boca dentada como la de una sanguijuela y que al parecer consideró que el draco y el goliat eran una fuente de sangre más digna que el suelo y la criatura, que no emitía más sonido que el de su desplazamiento, se lanzó en su dirección.
—Tú eres el experto, ¿pero por qué alguien podría querer cambiar el hábitat de un calamar y además convertirlo en un chupasangre? —le preguntó a Giz mientras disparaba un par de plumas de sus alas en dirección a la cabeza de la criatura a modo de primer ataque—. ¿Lo quieres vivo?
Era una pregunta imprescindible para saber cómo proceder a continuación.

Giz se encontraba en su habitación también cuando recibieron la llamada a las armas, practicaba los movimientos de mano necesarios para realizar la barrera elemental. El torneo se acercaba y quería asegurarse de que tenía ciertos ases en la manga y, si quería poder exhibir a sus criaturas y dar órdenes sin miedo a que le interrumpiesen, una buena barrera era necesaria. En cuanto escuchó a Jack hablar de un bicho, preguntó por él y se puso poncho a la obra: Giz no podía perderse una misión así. Entonces oyó a Noel por el aparato y quedó con él en la puerta. Misión exprés.

Con el poncho puesto y su bolsa sin fondo en el cinturón, ambos se dirigieron a la bodega. El suelo del sótano estaba cubierto de vino, sangre y restos de barriles rotos y Giz alzó una ceja al ver que tendría que pisar sobre todo eso sin calzado. No le daba asco, solo pereza de bañarse en aquel mejunje. El oído del draco fue lo que les guió hasta el animal dentro de aquel pantano artificial. Giz se alegró de nuevo en poco tiempo de conocer la variante térmica de la niebla mágica, porque habían vuelto a dar con un bicho invisible.


—Parece que sí—los ojos de Giz se iluminaron al ver cómo el molusco ascendía en el aire—. Una sepia flotante...— El animal les mostró los dientes y se lanzó hacia ellos. Noel le lanzó un par de plumas, pero el animal los sorprendió a ambos esquivándolas a una velocidad inesperada y virando hacia otro de los barriles. Giz frunció el ceño y respondió a las siguientes preguntas de Noel—. Se me ocurren demasiadas razones —rió—. Será mejor que lo matemos para evitar más destrozos. Ya cogeré las muestras del cadáver.

Acto seguido fue delimitando un campo de inercia que ocupara el pasillo en el que se encontraba la sepia, para impedirle levitar y atacar el barril.

Ambos se sorprendieron de la velocidad de la que hacía gala aquella sepia chupasangre, que logró esquivar incluso un hechizo de parálisis que le lanzaron.
—En fin, el cliente es lo primero —se encogió de hombros tras la afirmación de Giz de que debían evitar que provocase más destrozos.
El asreniano comenzó a conjurar una barrera de inercia, por lo que el draco decidió preparar otro hechizo para lanzarlo en el momento justo. En cuanto la gravedad reclamó a la sepia flotante, un sortilegio de constricción la aprisionó por sorpresa mientras caía. Chorros de sangre salieron disparados del cuerpo del cefalópodo al ser apretado, decorando todavía más el sótano con el fluido, además de a los cuchitrileros. El sueco ignoró las salpicaduras y mantuvo el agarre hasta que la alimaña dejó de moverse y desparramó sus tentáculos por el suelo mientras es volvía visible, muerta de asfixia.
Deshizo el hechizo de niebla mágica y se acercó al cadáver para recogerlo del suelo, sin mucho éxito ya que era resbaladizo y no dejaba de caerse de nuevo sobre el charco de sangre, salpicándolo todo aún más.
—Cualquiera diría que venimos del matadero —comentó mientras retrocedía observando las numerosas salpicaduras que teñían de sangre su piel y su ropa—. Es demasiado resbaladizo, te cedo los honores —le señaló el cadáver al asreniano con un gesto esbozando una leve sonrisa sarcástica.

El goliat no tardó en llevárselo mediante el uso de levitación y en el camino de vuelta, el draco lanzó varios hechizos de limpieza sobre ambos hasta que se libraron de la sangre. Probablemente a Jack no le haría mucha gracia que apareciesen así delante de la clientela. Una vez arriba, se acercaron al vampiro y le mostraron el cuerpo del delito, literalmente.
—¿Quieres que nos ocupemos del desastre o tienes personal para eso? —le preguntó al alemán sin alzar demasiado la voz.

Me desentendí por completo del asunto hasta que uno de los empleados, quien sí estaba atento a los hechizos de vigilancia, avisó de que ya habían acabado. Volví a disculparme y salí del bar a la zona de las escaleras. Qué demonios traían, qué era eso.

—¿Una sepia terrestre? ¿Y era invisible? No hay mal que por bien no venga, ¿no, Giz?—luego hice un ademán despreocupado con la mano y negué con la cabeza—No os molestéis, de eso ya nos encargamos nosotros. Bueno, gracias, si queréis tomar algo, primero dejad al bicho en casa—rematé riendo.

Acordado y efectuado el pago, les acompañé a la salida principal.
—Esto es lo que pasa por intentar probar el mejor vino de la ciudad sin pagar—comenté en voz alta al ver alguna que otra mirada. <<¿Por dónde demonios habrá entrado el bicho?Hay que hacer algo si realmente entró siendo solo invisible...>>

Giz decidió esperar a salir para tomar muestras con tranquilidad fuera de la taberna, razón por la que se contuvo de hacerlo mientras Jack acordaba el pago.

—Todos los males por los que nos contratan nos vienen bien —comentó Giz con su escasa jocosidad desintencionada—. Pero este a mí me viene especialmente bien, sí.

El vampiro les acabó acompañando a la salida trasera y allí se encontraron con una pequeña sorpresa. Pequeña porque era un niño y sorpresa porque les estaba pidiendo el cuerpo del animal para comerselo. El goliat lo estudió con la mirada y no tardó demasiado en identificarlo como un ghoul. No le pareció problemático y decidió concederle aquel almuerzo al chiquillo.

—Supongo que si esperas un momento te lo puedo dar —Giz ya había desviado su atención del niño y había sacado un bisturí y un bote mientras hablaba. Hizo un par de cortes en la piel del molusco y extrajo diferentes muestras del tejido del animal. Cuando creyó que tenía suficientes, hizo que la sepia descendiera hasta ponerse a la altura del niño—. Ahí tienes.

Al goliat ni se le había pasado por la cabeza preguntarle su nombre.

Tras recibir el pago se despidieron de Jack y salieron por la puerta trasera para no llamar la atención mientras el draco tarareaba por lo bajo una canción que prácticamente cualquiera de procedencia terrestre podría reconocer, aunque por desgracia Giz no y por ello se reía él solo.

No llegaron muy lejos, no obstante, porque la vocecilla de un niño haciendo una pregunta un tanto peculiar los detuvo. Cuando se giró, no obstante, todo cobró sentido para el sueco pues no fue difícil adivinar la transformación de aquel nublino que tanto recordaba a Kaethe. Era la primera vez que lo veía, no obstante, pero aunque era muy pequeño debía de tener bastantes más años de los que su apariencia indicaba al tratarse de un no muerto, pues estaba bastante seguro de que no había habido ningún transformado en ghoul en los últimos años aparte de su amiga.
—¿Y tú quién eres? —le preguntó mientras el asreniano tomaba las muestras pertinentes de la alimaña—. ¿Tanta hambre tienes para interesarte por el cadáver de una sepia con complejo de mosquito? No pareces precisamente mal alimentado, en ningún sentido…
Noel no había tardado en preguntarse por la cordura de aquel nublino. Al fin y al cabo solo tenía constancia de la existencia de cuatro vampiros actualmente en la ciudad y dudaba mucho que la maestra de Jack fuese de las que ceden su sangre alegremente.

Giz compartía dudas con Noel en cuanto a quién le brindaba la consciencia, se cuestionaba mucho que el vampiro vendiese sangre de los de su especie en la bodega. Le resultaba curioso también lo joven que había venido a la ciudad. No pudo evitar preguntarse si su desarrollo mental se había quedado estancado o se había acabado de desarrollar a pesar de su aspecto, pero el comportamiento del niño fue toda la respuesta que necesitó. <<Interesante>> se dijo.

—Es para mi laboratorio —respondió escuetamente cuando el niño preguntó por el bote. Sin saber de quién era la sangre que tomaba ni si se la suministraba él solo o dependía de alguien (que dado lo "pequeño" que era, le parecía lo más lógico), no tenía mucha intención de dar detalles. En su lugar lo que hizo fue preguntar— ¿Has venido solo a la bodega o te ha traído alguien?

No sabía muy bien qué clase de conversación podrían sacar de un niño así, pero según la respuesta sabría hasta qué punto merecía la pena descubrirlo, en lugar de volver a casa, guardar el dinero y continuar con sus entrenamientos para el torneo.

El ghoul podría tener bastantes años, pero desde luego se comportaba exactamente igual que un niño.
—Posiblemente alguien de la Tierra —le dijo a Lil’ zombie cuando afirmó no recordar quién le había dado aquel nombre—. Y bien, es cierto que no muere mucha gente, pero ¿no visitas los mundos vinculados? Tenemos una amiga ghoul y así es como se mantiene en buenas condiciones.

La pregunta que le hizo Giz sobre la bodega tal vez arrojase algo de luz acerca de cómo conseguía la sangre de vampiro. Él también estaba bastante seguro de que Jack no la vendería, sería un negocio bastante poco rentable para un vampiro el vender su propia sangre alegremente, incluso por dinero. Si resultaba que sí, al fin y al cabo el ghoul estaba allí, se tendría que empezar a plantear si el alemán se encontraba en sus cabales. <<Menos de lo que es obvio, claro>>.

Ya había arreglado los destrozos, recogiendo todo con un poco de ayuda de Elunin. Estuvimos un rato más ahí abajo porque quería comprobar por dónde habría entrado. Los hechizos de seguridad no habían sido vulnerados, no había entrado de forma intangible, no había agujero alguno en las paredes del sótano, las criaturas de Matt negaron haberse enterado...

—¿Y si entró por fuera?—inquirió el nublino tras el segundo repaso sin éxito.
—Pues por poder, chaval, por poder... A ver qué nos dice el hechizo de localización...

El bicho se lo habían llevado los cuchitrileros, así que recurrí a la versión que cubría un área entera, la Bodega en este caso. En cuanto el hechizo hizo efecto, pude ver el camino desde donde estábamos hasta... No podía ser. La línea acababa en un cliente sentado tranquilamente en una de las mesas <<¡No fastidies! ¿Me cuela un bicho chupasangre y encima se sienta ahí tan tranquilo?>>

—Tenías razón; vino de fuera. Lo trajeron, para ser exactos. El culpable sigue en el bar y todo.
—Vaya... ¿Cómo lo hacemos? ¿Como siempre?

Asentí y ambos volvimos al bar. Antes de nada, busqué su cara en el libro de no admitidos y ahí estaba, con el tachón que indicaba "ladrón". <<Maldito brujo confiado... Ya verás>> Así que miré a Elunin y asentí.

De vez en cuando, más a menudo de noche que de día, en las jornadas de mayor ganancia había sorteos totalmente aleatorios... A veces. En otras ocasiones se recurría a dicho sorteo para sacar por la puerta trasera a algún cliente que no fuera bienvenido. Así que como tantas otras veces, el nublino avisó del evento, los empleados repartieron los números y el ganador, obviamente, fue el que presuntamente había colado a la sepia. Justo entonces, por si fuera poco, una camarera me chistó que el que tenía turno de puerta había desaparecido sin avisar. Se lo agradecí en un siseo y luego yo mismo di una botella de vino al "ganador" sin prestar mucha atención a cual escogía —la iba a recuperar— y después, con la promesa de enseñarle las instalaciones, le conduje hasta la puerta trasera. Semejante sorpresa nos llevamos ambos cuando vimos a los mercenarios ahí mismo, hablando con un chiquillo... un ghoul. <<Me suena...>> Y la sepia. Bueno, lo que quedaba de ella.

—Anda, ¿todavía por aquí? Y hola, chico.
—Eh... ¿Me explica alguien de qué va esto?
—Claro. Verás, aquí estos señores acaban de matar a esa criatura que estaba a sus anchas en mi sótano, destrozando barriles y alimentándose. Te preguntarás qué tiene que ver contigo, ¿no? Pues es bien sencillo: el rastro del bicho me llevó hasta ti. Y, sinceramente, tu ropa apesta a eso.

O era un verdadero actor o realmente le había pillado de sorpresa. Me miró unos segundos, miró a la sepia, miró a los otros dos con cierto temor y aún más al chiquillo. Luego sacudió la cabeza, se miró la chaqueta y volvió a hablar:

—Mira, no tengo ni idea de qué me hablas, no he traído a esa cosa; hasta soy cliente habitual, por favor, pregunta a tus empleados. Pero sí que apesta mi ropa, sí, pero debe haber alguna explicación... Joder...

<<Claro que eres cliente habitual, no hace falta que lo jures>> Iba a responderle, pero entonces le vi mirar fijamente los restos de la criatura con un brillo de reconocimiento en los ojos. Entonces se llevó las manos a la cabeza y chasqueó la lengua. Empezó a reírse pero sólo duró unos segundos.

—Perdón, perdón... Vale, ya sé qué ha pasado... ¡Tranquilidad! Resulta que sí era mía, pero antes de que me intentes matar, te diré qué hacía en tu Bodega: era mi sombrero. Y mi mascota, para ser exactos. Por eso vengo a menudo aquí... Pero hoy se me ha escapado y... creo que el resto ya lo sabes. Pero mira que matarla... vale, lo entiendo...

<<Venga ya...>> Más de cuatro años aquí y la ciudad siempre nos sorprendía con algo más. <<¿Y qué más?>>

—Vaya, hombre, la próxima vez avisa y ten más cuidado. Bueno, qué, ¿abrimos esa botella tuya y arreglamos esto pacíficamente? Vosotros tres estáis invitados a la comida también.
—No creo que sea necesario, realmente... Ya está todo arreglado, ¿no? Ah, no, no, la botella no me la quedo, toma...
—Insisto. Estamos incordiando a estos tres señores, y dentro estaremos mucho más cómodos que en un callejón oscuro y solitario, ¿no?
—Mira, no quiero problemas. Ya os he dicho que fue un accidente, joder... Vale, entremos, aclaremos esto...—ahí se giró para volver a entrar.

Y ahí yo saqué la piedra de su bolsillo que solía usar en estos casos: llevaba una runa de parálisis grabada, de las que se activaban por presión. No llegó a decir nada más. Le estampé la runa en la nuca y, por si acaso, también le estampé el careto contra el marco de piedra de la puerta. Un par de veces. KO. Por suerte, esa zona siempre la tenía insonorizada, por cosas como esta. Elunin abrió entonces y se hizo con el cuerpo.

—Perdón por el espectáculo. Este ya no sale vivo de aquí. Ah, la invitación sigue en pie, sin embargo. Y tú también, jovencito. A Giz le puedo invitar a una copa o algo... No tengo dulces, lo siento—me excusé con una sonrisa. Luego les dediqué una mirada interrogante.

Era un transformado y no podíamos echarlo a perder, así que el nublino lo bajó a la sala de torturas. Me dio cosa por Giz, que o bien tendría que esperar o volver solo, pero bueno.

Noel reprimió una sonrisa e intercambió una mirada con Giz cuando el ghoul mencionó al “otro nigromante”, pues ambos sabían que tenía que estar hablando de Gael. Su respuesta no les aclaro, no obstante, dónde conseguía la sangre de vampiro. Sin embargo, no les dio tiempo a decirle nada más a Lil’ zombie porque de pronto Jack apareció con un desconocido y el sueco alzó una ceja hacia el alemán preguntándose qué se traía entre manos. No tardaron en averiguarlo, ya que la acusación indirecta que le hizo al individuo lo clarificó.

El draco se mantuvo de brazos cruzados y en silencio pero no perdió una sola palabra de la conversación, reprimiendo una risotada cuando el tipo afirmó que aquella sepia era su sombrero, ya que no pudo evitar imaginarse a su presunta mascota chupando la sangre de su cabeza al dueño. <<Al final será una larva de Metroid…>>, pensó divertido sin exteriorizar sus pensamientos debido a que, de todos modos, ninguno de los presentes lo entendería.

Lo que sí entendió el draco a la perfección después de que Jack noquease a su indeseable particular, fue la naturaleza exacta de la invitación del vampiro ante la cual no pudo evitar sonreír con malicia.
—Giz ya ha tenido su paga extra, supongo que esta es la mía —comentó mientras seguía al vampiro al interior—. Pero deberías venir —Se giró hacia el goliat—. Siendo brujo podría darnos alguna clase de problema cuando le devolvamos la consciencia si tiene acceso a su dominio.

Sin duda hubiese sido un completo desperdicio ya que el vampiro pensaba matarlo de todas formas el no aprovechar el caudal mágico que conseguiría de un transformado. No era una oportunidad que se le presentase en demasiadas ocasiones incluso si su trabajo era el que era, ya que normalmente no podía permitirse el lujo de “divertirse” con el objetivo cuando la prioridad era matarlo y por tanto solía ser Adara la que sacaba un mayor provecho de la situación.

Y desde luego lo disfrutó. Vaya que sí disfrutó de los gritos de aquel desgraciado que había tenido la mala suerte de armar una buena en la bodega equivocada. Un tiempo después abrieron la puerta de la sala de torturas de Jack, la cual se había preguntado más de una vez qué pintaba allí pero no en aquel momento, y Noel salió con una expresión satisfecha en la cara para reunirse con el asreniano y el ghoul que esperaban fuera.
—Espero que te aproveche tanto como a nosotros —le dijo a Lil’ zombie señalando con un gesto el cadáver del ladrón.