La Bodega

Giz compartía dudas con Noel en cuanto a quién le brindaba la consciencia, se cuestionaba mucho que el vampiro vendiese sangre de los de su especie en la bodega. Le resultaba curioso también lo joven que había venido a la ciudad. No pudo evitar preguntarse si su desarrollo mental se había quedado estancado o se había acabado de desarrollar a pesar de su aspecto, pero el comportamiento del niño fue toda la respuesta que necesitó. <<Interesante>> se dijo.

—Es para mi laboratorio —respondió escuetamente cuando el niño preguntó por el bote. Sin saber de quién era la sangre que tomaba ni si se la suministraba él solo o dependía de alguien (que dado lo "pequeño" que era, le parecía lo más lógico), no tenía mucha intención de dar detalles. En su lugar lo que hizo fue preguntar— ¿Has venido solo a la bodega o te ha traído alguien?

No sabía muy bien qué clase de conversación podrían sacar de un niño así, pero según la respuesta sabría hasta qué punto merecía la pena descubrirlo, en lugar de volver a casa, guardar el dinero y continuar con sus entrenamientos para el torneo.

El ghoul podría tener bastantes años, pero desde luego se comportaba exactamente igual que un niño.
—Posiblemente alguien de la Tierra —le dijo a Lil’ zombie cuando afirmó no recordar quién le había dado aquel nombre—. Y bien, es cierto que no muere mucha gente, pero ¿no visitas los mundos vinculados? Tenemos una amiga ghoul y así es como se mantiene en buenas condiciones.

La pregunta que le hizo Giz sobre la bodega tal vez arrojase algo de luz acerca de cómo conseguía la sangre de vampiro. Él también estaba bastante seguro de que Jack no la vendería, sería un negocio bastante poco rentable para un vampiro el vender su propia sangre alegremente, incluso por dinero. Si resultaba que sí, al fin y al cabo el ghoul estaba allí, se tendría que empezar a plantear si el alemán se encontraba en sus cabales. <<Menos de lo que es obvio, claro>>.

Ya había arreglado los destrozos, recogiendo todo con un poco de ayuda de Elunin. Estuvimos un rato más ahí abajo porque quería comprobar por dónde habría entrado. Los hechizos de seguridad no habían sido vulnerados, no había entrado de forma intangible, no había agujero alguno en las paredes del sótano, las criaturas de Matt negaron haberse enterado...

—¿Y si entró por fuera?—inquirió el nublino tras el segundo repaso sin éxito.
—Pues por poder, chaval, por poder... A ver qué nos dice el hechizo de localización...

El bicho se lo habían llevado los cuchitrileros, así que recurrí a la versión que cubría un área entera, la Bodega en este caso. En cuanto el hechizo hizo efecto, pude ver el camino desde donde estábamos hasta... No podía ser. La línea acababa en un cliente sentado tranquilamente en una de las mesas <<¡No fastidies! ¿Me cuela un bicho chupasangre y encima se sienta ahí tan tranquilo?>>

—Tenías razón; vino de fuera. Lo trajeron, para ser exactos. El culpable sigue en el bar y todo.
—Vaya... ¿Cómo lo hacemos? ¿Como siempre?

Asentí y ambos volvimos al bar. Antes de nada, busqué su cara en el libro de no admitidos y ahí estaba, con el tachón que indicaba "ladrón". <<Maldito brujo confiado... Ya verás>> Así que miré a Elunin y asentí.

De vez en cuando, más a menudo de noche que de día, en las jornadas de mayor ganancia había sorteos totalmente aleatorios... A veces. En otras ocasiones se recurría a dicho sorteo para sacar por la puerta trasera a algún cliente que no fuera bienvenido. Así que como tantas otras veces, el nublino avisó del evento, los empleados repartieron los números y el ganador, obviamente, fue el que presuntamente había colado a la sepia. Justo entonces, por si fuera poco, una camarera me chistó que el que tenía turno de puerta había desaparecido sin avisar. Se lo agradecí en un siseo y luego yo mismo di una botella de vino al "ganador" sin prestar mucha atención a cual escogía —la iba a recuperar— y después, con la promesa de enseñarle las instalaciones, le conduje hasta la puerta trasera. Semejante sorpresa nos llevamos ambos cuando vimos a los mercenarios ahí mismo, hablando con un chiquillo... un ghoul. <<Me suena...>> Y la sepia. Bueno, lo que quedaba de ella.

—Anda, ¿todavía por aquí? Y hola, chico.
—Eh... ¿Me explica alguien de qué va esto?
—Claro. Verás, aquí estos señores acaban de matar a esa criatura que estaba a sus anchas en mi sótano, destrozando barriles y alimentándose. Te preguntarás qué tiene que ver contigo, ¿no? Pues es bien sencillo: el rastro del bicho me llevó hasta ti. Y, sinceramente, tu ropa apesta a eso.

O era un verdadero actor o realmente le había pillado de sorpresa. Me miró unos segundos, miró a la sepia, miró a los otros dos con cierto temor y aún más al chiquillo. Luego sacudió la cabeza, se miró la chaqueta y volvió a hablar:

—Mira, no tengo ni idea de qué me hablas, no he traído a esa cosa; hasta soy cliente habitual, por favor, pregunta a tus empleados. Pero sí que apesta mi ropa, sí, pero debe haber alguna explicación... Joder...

<<Claro que eres cliente habitual, no hace falta que lo jures>> Iba a responderle, pero entonces le vi mirar fijamente los restos de la criatura con un brillo de reconocimiento en los ojos. Entonces se llevó las manos a la cabeza y chasqueó la lengua. Empezó a reírse pero sólo duró unos segundos.

—Perdón, perdón... Vale, ya sé qué ha pasado... ¡Tranquilidad! Resulta que sí era mía, pero antes de que me intentes matar, te diré qué hacía en tu Bodega: era mi sombrero. Y mi mascota, para ser exactos. Por eso vengo a menudo aquí... Pero hoy se me ha escapado y... creo que el resto ya lo sabes. Pero mira que matarla... vale, lo entiendo...

<<Venga ya...>> Más de cuatro años aquí y la ciudad siempre nos sorprendía con algo más. <<¿Y qué más?>>

—Vaya, hombre, la próxima vez avisa y ten más cuidado. Bueno, qué, ¿abrimos esa botella tuya y arreglamos esto pacíficamente? Vosotros tres estáis invitados a la comida también.
—No creo que sea necesario, realmente... Ya está todo arreglado, ¿no? Ah, no, no, la botella no me la quedo, toma...
—Insisto. Estamos incordiando a estos tres señores, y dentro estaremos mucho más cómodos que en un callejón oscuro y solitario, ¿no?
—Mira, no quiero problemas. Ya os he dicho que fue un accidente, joder... Vale, entremos, aclaremos esto...—ahí se giró para volver a entrar.

Y ahí yo saqué la piedra de su bolsillo que solía usar en estos casos: llevaba una runa de parálisis grabada, de las que se activaban por presión. No llegó a decir nada más. Le estampé la runa en la nuca y, por si acaso, también le estampé el careto contra el marco de piedra de la puerta. Un par de veces. KO. Por suerte, esa zona siempre la tenía insonorizada, por cosas como esta. Elunin abrió entonces y se hizo con el cuerpo.

—Perdón por el espectáculo. Este ya no sale vivo de aquí. Ah, la invitación sigue en pie, sin embargo. Y tú también, jovencito. A Giz le puedo invitar a una copa o algo... No tengo dulces, lo siento—me excusé con una sonrisa. Luego les dediqué una mirada interrogante.

Era un transformado y no podíamos echarlo a perder, así que el nublino lo bajó a la sala de torturas. Me dio cosa por Giz, que o bien tendría que esperar o volver solo, pero bueno.

Noel reprimió una sonrisa e intercambió una mirada con Giz cuando el ghoul mencionó al “otro nigromante”, pues ambos sabían que tenía que estar hablando de Gael. Su respuesta no les aclaro, no obstante, dónde conseguía la sangre de vampiro. Sin embargo, no les dio tiempo a decirle nada más a Lil’ zombie porque de pronto Jack apareció con un desconocido y el sueco alzó una ceja hacia el alemán preguntándose qué se traía entre manos. No tardaron en averiguarlo, ya que la acusación indirecta que le hizo al individuo lo clarificó.

El draco se mantuvo de brazos cruzados y en silencio pero no perdió una sola palabra de la conversación, reprimiendo una risotada cuando el tipo afirmó que aquella sepia era su sombrero, ya que no pudo evitar imaginarse a su presunta mascota chupando la sangre de su cabeza al dueño. <<Al final será una larva de Metroid…>>, pensó divertido sin exteriorizar sus pensamientos debido a que, de todos modos, ninguno de los presentes lo entendería.

Lo que sí entendió el draco a la perfección después de que Jack noquease a su indeseable particular, fue la naturaleza exacta de la invitación del vampiro ante la cual no pudo evitar sonreír con malicia.
—Giz ya ha tenido su paga extra, supongo que esta es la mía —comentó mientras seguía al vampiro al interior—. Pero deberías venir —Se giró hacia el goliat—. Siendo brujo podría darnos alguna clase de problema cuando le devolvamos la consciencia si tiene acceso a su dominio.

Sin duda hubiese sido un completo desperdicio ya que el vampiro pensaba matarlo de todas formas el no aprovechar el caudal mágico que conseguiría de un transformado. No era una oportunidad que se le presentase en demasiadas ocasiones incluso si su trabajo era el que era, ya que normalmente no podía permitirse el lujo de “divertirse” con el objetivo cuando la prioridad era matarlo y por tanto solía ser Adara la que sacaba un mayor provecho de la situación.

Y desde luego lo disfrutó. Vaya que sí disfrutó de los gritos de aquel desgraciado que había tenido la mala suerte de armar una buena en la bodega equivocada. Un tiempo después abrieron la puerta de la sala de torturas de Jack, la cual se había preguntado más de una vez qué pintaba allí pero no en aquel momento, y Noel salió con una expresión satisfecha en la cara para reunirse con el asreniano y el ghoul que esperaban fuera.
—Espero que te aproveche tanto como a nosotros —le dijo a Lil’ zombie señalando con un gesto el cadáver del ladrón.

La gola de Giz le había advertido del hechizo de rastreo que había tenido lugar fuera y, cuando Jack pasó acompañado, no tuvo muchas dudas sobre quién podría ser. Desvió su atención por completo hacia el brujo y el vampiro y su conversación de locos. <<Debería clonar su sombrero y poner un puesto de ropa en el mercado>> pensó divertido. La conversación acabó con un sonoro golpe de pared contra cabeza y lo que vendría después no resultaba muy apetecible para el goliat. Durante unos segundos consideró marcharse para continuar con su estudio, pero Noel lo convenció para retrasarlo un poco más.

Los acompañó a ambos a la sala de torturas y se quedó fuera, con el pequeño ghoul. Salvo que Lil' le hubiera preguntado alguna cosa concreta, Giz se mantuvo callado. Recostado contra la pared, de brazos cruzados y con la gola bien abierta, el  asreniano esperó pacientemente. Miraba al suelo concentrado, pero su cabeza estaba a otras cosas. Al final el brujo no dio problemas y Giz le pudo dedicar todo ese tiempo a sus pensamientos, que giraban en torno al torneo y el laboratorio.


—La sepia solo era el entrante, lil' —bromeó cuando hubieron salido Noel y Jack.

<<¿Tendría que haber aclarado que los dulces eran por Giz? Dita sea>> pensé al oír al ghoul, pero no le dediqué mayor espacio mental al asunto. Pero los negocios eran los negocios, así que le dije:
—Aquí mientras tengas dinero, el bar estará abierto para ti.


Una ocasión como esta no ocurría a menudo, así que mientras Noel hacía su parte, yo hice la mía. Parte de su sangre la conservé como solía con un hechizo anti-coagulante y en petacas reforzadas para resistir caídas. Del resto di buena cuenta durante la "sesión". <<¿Habrá probado ya el novato la sangre de transformado?>> Ya le preguntaría.

Al cabo de un rato todo acabó y le ofrecimos el cuerpo a... como se llamara.
—Buen provecho. Yo por desgracia no puedo comer, así que nope.

Acto seguido les pregunté el nombre y pude confirmar que sí que me sonaba, aunque no recordaba exactamente de qué. En cuanto Lil acabó, me froté las manos y me despedí de los tres.

—Un placer hacer negocios con ustedes, caballeros. Ea, cada loco a su tema, que tengo que limpiar y una barra que atender.

Les acompañé a la salida sin prisas a la puerta, sí, pero luego pretendía volver apresuradamente al ajetreo del bar. Cuando el ghoul desapareció de la vista, el draco me preguntó si Lil venía a la Bodega a por sangre...

—No, claro que no...

Pero me quedé pensando. ¿Quién podría ser? No había muchos vampiros, Xiandra no lo haría, y al novato no le veía cediendo su sangre a un desconocido... <<No me fastidies... ¡Nihil!>> Una burbuja de silencio alrededor de los tres salió de mis labios antes de decirles nada.

—Os vais a reír... No sé si os lo he contado, pero Nihil "raptó" a Pablo la noche de su Luna... Y no estoy del todo seguro, pero me suena que Lil y ella se conocen.—resoplé antes de seguir—Espero equivocarme... pero de ser cierto, ¿sabrá con quién hace negocios? Que no es que me preocupe... bueno, un poco. No es mal chaval, un poco raro, pero no sé...

Noel dejó escapar una risa leve ante la pregunta de Lil’ zombie. <<Este se cree que somos trasgos>>.
—La carne la verdad es que la prefiero asada —le respondió de todas formas con diversión.

Jack los despachó entonces, por lo que se despidieron del ghoul y el vampiro los acompañó a la salida. Antes de irse, no obstante, ahora que Lil no podría oírlos decidió hacerle una pregunta al alemán.
—Por cierto, tú… ¿No estás tan mal de la cabeza como para vender sangre de vampiro, verdad? Lo digo porque ese ghoul tiene mente. La de un niño pequeño, pero la tiene. Y estamos en una bodega donde se vende sangre, pero supongo que no viene aquí para eso.
Realmente no creía que Jack vendiese su propia sangre ni que se la proveyese otro vampiro, pero por asegurarse no perdía nada. No tardó en confirmarles que no, pero eso no fue lo único que dijo.

—¿En serio? —inquirió alzando una ceja ante lo que les estaba contando el vampiro—. Si se lo llevó durante la Luna… sí que podría tratarse de eso. Es evidente que si ha hecho un trato con ella no tiene ni idea de dónde se mete. —El draco negó con la cabeza mientras recordaba cierto episodio relacionado con la súcubo y uno de sus “contratantes” que presenciaron en el Palacete—. Pero no será a mí a quien le quite el sueño —concluyó encogiéndose de hombros. No pensaba preocuparse por alguien que no lo quería ni ver.

Giz se despidió del pequeño y prestó atención a la conversación que vino después, junto a la salida. No estaba muy hablador, como siempre. Por una parte le alegraba saber que Jack no estaba metido en negocios turbios con la secta y por otro le daba pena la poca esperanza de vida que le auguraba al vampiro más novato. <<La luna hace milagros, pero todavía no reparte kits de inteligencia>> pensó. Al igual que Noel, todavía recordaba el numerito del aura oscura en plena fiesta, así como el comportamiento inalterable de Caillech.

—Creo que me pondré a amasar harina en cuanto llegue—le dijo al vampiro con una sonrisa, antes de que se despidieran de él—. Y la culpa es tuya, por mencionar los dulces.

Al final, abandonó la bodega pensando en celebrar aquel recado exprés con cruasanes rellenos de carne o chocolate. Tenía mucho que decidir.

Sigue en el cuchitril, supuestamente.

Tenía varias horas por delante hasta que llegara mi cliente especial del día, así que en cuanto llegué fui a preparar el escenario. El otro llegaría poco antes de abrir, así que tenía tiempo de sobra para ocuparme de él y luego ocuparme de la clientela. Así que me puse manos a la obra, junto con Elunin que me ayudó a prepararlo todo. Hasta que por fin llegó la hora.

El libense llegó puntual. Yo le esperaba tras la barra, preparando las cosas para la hora de abrir. Llegó algo desaliñado para el lugar, pero nadie más que los empleados y yo le veríamos así que no importaba. Se acercó y se dejó caer en uno de los asientos.

—Buenos días. ¿Has descansado bien?
—Hola. Más o menos. No para continuar el Torneo pero sí. ¿Y bien? ¿No será que cuide de Lerka?
—No, no—respondí entre risas, luego salí de la barra y le hice un gesto para que me siguiera—Creo que es mejor que eso. Acompáñame.

Le guié hacia la planta inferior, escaleras abajo, hacia la bodega propiamente dicha. Allí había preparado varios barriles de cerveza con etiquetas de origen falsas de mundos vinculados. A un lado había dos taburetes y varias jarras de distinto tamaño en una balda de madera de la pared.

—Verás, iré al grano. Estoy contratando catadores de distintos mundos y me faltan de Libo. ¿Qué te parece? Ah, por si acaso, todo lo que entra aquí está analizado previamente para que nadie intente envenenarnos, que todos sabemos que hay muchos locos sueltos. ¿Qué me dices?—dicho eso, me senté.
—Hombre, no es mala idea... Cobraría en metálico, ¿no? Vamos, que por mucho que me guste la cerveza de mi mundo, no es ese el pago—cuando me vio asentir, se rascó la barbilla—. Hmmm... ¿De cuántas veces por semana estamos hablando?

Abrí la boca para responderle, pero entonces decidió sentarse. Al tocarla, la runa del taburete se activó y el joven cayó dormido contra la pared.
—Solo serán unas horas, ricura—dije mientras me levantaba y le hacía levitar.

Le llevé a una sala contigua a la de torturas, donde había una silla camilla de hospital terrícola que había pedido tiempo atrás en ell Mercado. Me hacía gracia hacer esto con una de esas precisamente. Visto con ojos terrícolas, parecía una simple donación de sangre. Y realmente es lo que era, aunque sin el componente voluntario, claro. A veces me daba por imaginar vampiros trabajando en eso en la Tierra... Pero entonces recordaba a Xiandra, por ejemplo, y la fantasía se tornaba en masacre. En esta ocasión, bastante más real, no sería para tanto.

Le tumbé, le remangué y comencé la extracción. Al principio casi me costó no lanzarme a su cuello en cuanto vi la sangre circular por el tubo, por lo que tuve que salir unos segundos, pero a la vuelta todo fue sobre ruedas. Por el bien de ambos, debía dejarle la suficiente sangre para que pudiera volver a donde fuera que viviera y volver otro día. Mejor dicho, por mi bien. Sangre de libense transformado tan cerca y tan fácil... No iba a dejarla escapar tan fácilmente. Por supuesto, no le dejaría irse con la mitad de sangre en el cuerpo, así que tenía pensado echarle varios hechizos vigorizantes para que no notara nada al irse.

Mientras tanto, fuera, Elunin se encargó de preparar el escenario en que despertaría el libense al acabar. Ahí lo llevé una vez que hube guardado las bolsitas de sangre resultantes. Le dejé en medio de un barril roto, cerveza pasada y con la sola asa de una jarra en su mano derecha (los restos de la jarra estaban desperdigados por el suelo). Para rematar, quité la runa del taburete y lo tumbé en el suelo. Me alejé de la escena y esperé unos minutos perfectamente calculados. Fui a ponerme la ropa de trabajo, mientras. Al poco escuché al libense despertarse y me acerqué corriendo.

—¡¿Pero qué demonios ha pasado?! ¿Qué has hecho?—le interpelé mientras se incorporaba.

Entre que aún estaba medio dormido por el hechizo y el suelo húmedo, le costó ponerse en pie. Me llevé las manos a la cabeza y luego me las pasé por la cara para mirarle fijamente.

—No entiendo nada... Estaba... aquí, hablando contigo y...
—¿Hablando? De eso hace ya más de una hora. Ya habíamos aclarado el trato, así que te dejé aquí probando las cervezas que te dije. Y ahora me encuentro este estropicio... ¿Qué demonios?
—Yo... no me acuerdo. Quizá sí que estaban envenenadas, ¿no crees? O... o...
—¿O? Está clarito. Mira que te pregunté si habías descansado bien. Es cerveza, alcohol, y son fuertes. Si no ibas a aguantar, haberlo dicho antes de quedarte dormido y pegártela contra el barril—mascullé mientras empezaba a secar la zona.
—Yo... lo siento... No, espera, eso debería hacerlo yo, déjame.
—No te molestes. Mira, vuelve a casa, échate y descansa, que tienes una cara de sueño increíble. Venga, ve. Ya estás seco. Vuelve otro día, anda, y mejor después del Torneo, que no quiero molestar en tus entrenamientos—le fui diciendo, secándole con un hechizo y acompañándole a la salida.
—De verdad que lo siento... No volverá a pasar. Y gracias..., de verdad, podrías contratar a otros...
—A callar, grandullón. Ve y échate. Otro día nos vemos.

Por fin se decidió a irse y cerré. Con tanta disculpa me había tentado a encerrarlo de nuevo sin dormirle, pero me recordé que era una inversión de futuro y que debía dejarle libre. Con un par de palmadas, anuncié el comienzo de una nueva jornada. Ahora tenía hasta después del Torneo para idear otra estratagema: no iba a colarle tantas veces que se había dormido bebiendo. Pero ya habría tiempo para ello. Ahora, y para comenzar el día mejor que en mucho tiempo, volví al despacho —donde guardaría la sangre— y allí serví dos dedos de sangre: un poco para Lerka y otro poco para mí. En ese momento se me ocurrió con quién más podría compartirla, pero debía hacerlo con cuidado.

—Tengo que contárselo a Xiandra... Se volverá loca.

Como traía el cadáver a rastras me llevó más tiempo del que esperaba llegar a la bodega, pero tampoco es que tuviera prisa alguna.

No entraría por la puerta principal  sino por la trasera donde pasaban las mercancías. La diferencia estaba en que por esta no dejaban pasar a nadie que no fuera del personal, así que tendría que llamar, esperar, explicarle para qué venía al que me abriera, y luego esperar a que avisaran a Jack. No tuve problemas, y alguno ya debía conocerme, me dejaron pasar y alguien fue a llamar al vampiro.

Me relajé, ya que haber esperado fuera no habría sido agradable. Aquella puerta daba a un callejón que si bien era medianamente decente también era oscuro. No es que me preocupara la oscuridad, veía perfectamente en ella, pero que uno mismo vea no significa que las alimañas lo sepan, y dado que llevo tanto sangre como un cadáver las probabilidades de ser atacado subían. “Espero que no tarde. Esperar con un cadáver pegado a mi lado no es precisamente mi pasatiempo favorito, aunque solo sea uno.

Despacho, barra, despacho, barra, Elunin, sótano, barra, despacho, Lerka fugado, dormitorio, Lerka de nuevo en su sitio, barra otra vez... Me gustaba ir de un lado para otro, atendiendo, sirviendo a los clientes y charlando con los más asiduos... Desde fuera podía parecer monótono, pero no lo era en absoluto; siempre había algo nuevo, alguna conversación agradable, cualquier detalle interesante...

Y a veces había sorpresas. En esta ocasión esa sorpresa cogió la forma de Pablo, cargado con sangre y un cadáver en el almacén. Mis empleados me avisaron por los comunicadores que había encargado en su momento a Noel y Adara, y me acerqué al momento. Fueran cuales fueran sus intenciones, olía bien lo que traía. Osea, era más o menos obvio: o bien quería sacar tajada de parte de su "mercancía" o bien quería vendérmela toda ella o... No, dudaba mucho de que pretendiera meterme en problemas vendiéndome un muerto "importante". Pero "dudar mucho" no significaba "confianza plena" en él, por lo que con un gesto los mismos que le abrieron se quedaron a mi lado. Así pues, llegué al chico y saludé:

—Buenas. ¿Qué te trae por aquí? Espero que quieras venderme eso, porque huele delicioso. ¿O se trata de otro asunto?

No tardó en aparecer, y cuando lo hizo lo saludé con una sonrisa. No se me había pasado por alto el gesto y su significado, pero no le di importancia. Mi relación con Jack era así: a veces nos llevábamos bien y a veces no, aunque esperaba que en este caso sucediera lo primero.

–No es otro asunto, vengo precisamente a lo que has dicho. – Fui diciéndole. La bodega podría tener mucha sangre disponible, pero sabía que por muy buenos que fueran la sangre de transformados no era algo común, así que esperaba sacar una buena cantidad por ella. –En cuanto al cadáver… lo cierto es que no sé qué hacer con él, y ya que venía pues lo traje por si también lo quieres. Si no… pues ya pensaré algo. – Siempre podía regalárselo a Branniel si nadie más lo quería. Estaba seguro que él no me diría que no.

—Bien, bien. Pues hablemos de negocios.

Me enseñó la sangre, comprobé que no estuviera envenenada o que fuera tóxica o estuviera enferma —no por no fiarme de el vampiro sino por no fiarme del "dueño" anterior—, y fijamos un precio. Sobre el cuerpo...

—Respecto a eso... Lo puedo añadir al menú de esta noche, sí—volvimos a tratar el pago y añadí—¿Zanjado entonces? Pues ya sabes, si consigues más, házmelo saber. ¿Deseas alguna otra cosa más?

Mientras tanto, uno de los empleados se llevó el cuerpo en dirección a la cocina del bar. Por otro lado, el otro se quedó en su sitio, ya que estaba prohibido manejar la sangre de transformado a casi la mayoría de los empleados. Demasiado cara.

Al final todo fue bien. Tras esperar a que comprobaran que todo estaba en buen estado y no había venenos ni nada de por medio solo quedó acordar el precio, o más bien los precios, porque al final  también pude incluir el cadáver en la venta. –Zanjado, eso era todo. Un placer hacer negocios contigo.

Un problema menos. Había logrado acabar con quien me intentaba matar y encima había sacado un buen pellizco por ello, tanto saqueando sus pertenencias como vendiendo el cuerpo y su sangre. Al final había sido una noche productiva.

Sigue en la Sede de los Taumaturgos.

Cinco meses para preparar la visita a la Tierra. De sobra, vaya, contando con que los idiomas ya los teníamos "comprados desde hacía tiempo; que el camuflaje no iba a hacer apenas falta —colmillos, ojos, y la piel que se solucionaba yendo alimentado— y que la ropa también la teníamos lista*: yo llevaría una camisa de manga larga púrpura con una camiseta negra debajo, así como unos pantalones negros y unos zapatos de piel del mismo color; mientras que Erika llevaba un vestido azul celeste con detalles de lazos verdes, un lazo del mismo color al cuello y unos tacones. Ella llevaba unos pendientes, también azules, y yo piercings en ambas orejas.

Lo que sí faltaba —y que rápidamente suplimos— eran mapas sobre las zonas a visitar. Guías turísticas, mapas de carreteras, cosas así. La mayor parte de estos eran sobre Alemania, ya que los dos habíamos vivido prácticamente allí hasta ser cosechados, mientras que el resto eran parte de Europa, parte de Moscú y un poco de todo por si diera tiempo. Si por mí fuera, la visita duraría más de unos días, ya que quería poder ver al menos los puntos clave del planeta, pero más aún por el hecho de querer ir a conciertos, por ejemplo, o al cine. Lo que teníamos bien claro era que no visitaríamos las zonas familiares por nuestras malas infancias en ese ámbito. Pero entre que ella no recordaba apenas nada de Moscú y yo tenía curiosidad, añadimos el sitio a la lista. De Alemania iríamos a Berlín seguramente, aunque la capital a mí me tentaba por otros motivos.

Todo culpa de Erika, que desde nuestras transformaciones me había descubierto la locura del mito del vampirismo en la Tierra y todo en lo que había derivado: libros, música, pintura, películas, fiestas temáticas... De todo. Había gente que hasta fantaseaba con ser mordida, y no solo por querer alcanzar la inmortalidad sino por unos motivos que solo habría esperado de Rocavarancolia, pero por lo visto había "locos" en todas partes. Pero eso me hacía parecer menos monstruo de lo que era... ¿Y esos "vegetarianos" que brillaban? Los terrícolas estaban mal de la cabeza. Tsk.

Así que por supuesto que quería sumergirme en ese "mundillo". Pero no habría tiempo así que descarté esa opción, aunque al supuesto castillo de Drácula sí que iría, solo por curiosidad. Todo lo demás, otra vez sería. Ya habría tiempo para irme solo cuando pudiera permitirme unas vacaciones en la Bodega. Hablando de la Bodega... Con la alianza con Libo, se fueron haciendo varios acercamientos comerciales a los que pude unirme: importación y exportación de vino y licores entre Libo y la Bodega, lo cual era una mejoría de cara a vender productos locales a los libenses de la ciudad. Por otro lado y otras vías menos... oficiales, conseguí establecer cierto comercio de sangre a espaldas de las autoridades. Hacerlo legal iba a ser complicado y se podía volver hasta peligroso, pero éramos rocavarancoleses así que "hacer trampas" no era tan raro. Y digo éramos porque a Xiandra le interesó la idea y participó activamente.

Je... Y aún faltaba un tema por resolver: las apuestas. No habían mencionado nada al respecto en todo este tiempo, así que imaginaba que lo hablaríamos en la visita. Y si no, lo sacaría yo, que me tenían en ascuas. Mejor, ¿por qué no sacar el tema cuando lleguemos al Cuchitril? Era el punto de encuentro y partida y hacia allí íbamos Erika y yo, con todo lo necesario en una bolsa sin fondo para no ir cargando con una mochila. No pegaba con nuestras ropas, sencillamente. Con respecto a una cámara, le pedimos prestada la suya a Vivia con la promesa de hacer muchas, muchas fotos. Promesa que pensaba cumplir.

En cuanto estuvimos listos, salimos.
Sigue en El Cuchitril.

*Ropa*