La Bodega

En cuanto llegué del Castillo, di una vuelta por la zona del Burdel, buscando un edificio en mínimas condiciones y con sitio suficiente. Di con uno al rato y corrí al Burdel a por Elunin y a avisar a Jau para que me ayudase a la mañana siguiente así como a Norou cuando no tuviese turno de vigilancia.

Con el nublino derribamos el balcón del piso intermedio y las paredes entre habitaciones de las plantas superiores, así como las del ático, para amontonar el material resultante.

Al día siguiente, Jau y Norou se encargaron del trabajo más pesado mientras yo ayudaba con magia, como reforzar las paredes y fachada, e incluso nos ahorramos martillos para clavos a la hora de colocar las estacas en el tejado. En el interior adecentamos las habitaciones y el salón, restaurando y comprando mobiliario así como camas y ropa de cama para los futuros ocupantes. La cocina estaba completa y el baño fue desinfectado.

El resultado final fue una cómoda vivienda por dentro, cárcel por fuera. Las ventanas de cristal habían sido encantadas para que sólo yo pudiera abrirlas así como la puerta principal. Faltaban sólo los conjuntos de runas pero primero tendría que hablar con Giz ya que había pensado en runas de parálisis que se activasen con la presencia de los varmanos y necesitaría algo común en su sangre. La puerta tenía un hechizo de guardia y había preparado un perímetro con otro de cordel de alarma.

Y como había acabado cansado, de tanta magia, runas y además de tener que curarnos en varias ocasiones por lastimarnos de mil formas en el trajín de la restauración, cerré el lugar al acabar a mediodía y volvimos al Burdel a descansar y preparar la expedición a Varmania.

Por el camino, breve, fui disfrutando de una nueva sensación, sensación de un proyecto empezado, propio, independiente. Estaba alegre, animado y había cierta ambición en mi interior. Y orgullo, de lograr el éxito. Y otro apunte: sería mi propio jefe.
Sigue en el Burdel de Dama Espasmo.

El día fijado me reuní con los cuchitrileros, Vac, Wen, Norou y Matt. Unas horas antes yo ya había hecho un burdo mapa de los subterráneos que más tarde limpiaríamos y las paredes que derribaríamos. También comenté que, en la forma en que estaba planificado y los que éramos, tardaríamos una semana a lo sumo. El primer punto del plan era este: limpiar los túneles infectados de bestias, derribar las separaciones entre ellos para lograr un espacio común bastante amplio y hacer el mismo proceso hacia arriba, llegando al límite con la superficie.

Y eso hicimos. Fue quizá lo más divertido y sucio de todo el proceso, pero tantos ellos como yo ya habíamos luchado en los túneles con sus moradores y no resultó gran problema (además de que éramos bastantes). Posteriormente derribamos los muros con hechizos de impacto y rodeamos con estos la zona resultante fundiendo los escombros entre sí, levantando también columnas. Y por mera seguridad puse un perímetro de cordel de alarma un poco alejado del muro por si alguna criatura venía a curiosear.

Después tocó abrir el espacio logrado a la superficie, para lo cual conjuramos un campo de contención con forma de cono sobre la zona a excavar. Luego, con ayuda de Giz, siguió un hechizo de explosión localizado que hizo bien su trabajo logrando el boquete sin apenas dañar los muros levantados un tiempo antes. De nuevo tocó limpiar los escombros y amontonarlos para su posterior uso: construir el edificio.

Pero eso sería un proyecto bastante posterior. De momento estaba hecho el sitio donde irían los cimientos y el hueco del edificio. Tenía que buscarme a un arquitecto y a gente especializada en levantar edificios, así que fin del trabajo de los cuchitrileros. Y a soltar pasta y decirles quién puso el encargo...

De camino del Cementerio a casa me desvié del grupo para ir a ver la Bodega tras la noche de locos. Pero claro, antes pasé por el edificio donde vivían los varmanos -ya quedaban muchos menos vivos- y... En fin, ahora quedaban cero vivos y cero edificio. Y sobre la Bodega... ¿De qué bodega estábamos hablando? <<Menos mal que les di el día libre a los arquitectos y obreros...>> pensé, dando un resoplido, ya que del edificio quedaban sólo los restos de madera y piedra, todo astillado y destrozado.

En la zona subterránea más de lo mismo, añadiendo al lote los cadáveres de numerosas alimañas que se amontonaban hasta casi la superficie <<Joder... ¿Tengo que limpiar todo esto y reconstruirlo? Costó un pastón...>>
-¿Y si dejamos el proyecto este para más adelante? No tengo nada para usar la bodega... La idea de sangre era estúpida, la de vino ahora peor, no tengo nada, joder...-mascullo mientras golpeo a un cascote.

<<Mañana terminaré de pagar a estos y cancelaré el proyecto... Asco de todo...>> El siguiente cascote al que golpeo acaba en lo alto de las ruinas de la Bodega, pero no me convence tirarlo todo por la borda... <<Podría reciclarlo... Almacén de algo... O quizá para algo con el vampiro este... Pablo... ¡Agh!>>
Contengo las ganas de pegarle otro patadón a otra piedra y decido regresar al Burdel, harto de estar viendo tanta ruina.

Volví junto al grupo de albañiles y obreros que reconstruirían el sitio mientras montábamos el viñedo en El Macetero. <<Segundas oportunidades para todos>> pensaba con renovada ilusión. Además, horas antes había aprovechado para husmear en el mercado y la taberna mientras Elunin iba a avisar a Dirke para vernos aquí a la tarde. El nublino llegó hace un rato con la confirmación y luego volvió a casa mientras yo aclaraba el papeleo con el personal, el nuevo salario y rehacíamos los planos. Esta vez reforzaría las protecciones mágicas para que no volviera a pasar lo de la pasada Luna Roja, al menos no tanto para quedar en ruinas casi absolutas...

Para cuando se acercaba la hora de la quedada, el vestíbulo había sido despejado de escombros así como el despacho que tenía encima, aunque a este la faltaban la mitad de los pilares y estaba literalmente inclinado sobre el vestíbulo. En previsión de la noche habíamos encendido varias antorchas y cuando detecté a Dirke, le esperé sonriente, de pie ante el edificio, el cual crujía de vez en cuando debido a los trabajos tanto fuera como dentro. Yo iba cubierto de polvo, con un mono de trabajo y cansado del maldito día, pero contento. Y bastante.

-¡Hey, Dirke, por aquí!-le llamé, para que no se desviase y se cayese en alguna de las zanjas que daban a las plantas bajas de la bodega, aunque algunas estaban cubiertas por maderos.

Dirke llegó al lugar más o menos cuando le fue dicho. Para variar, iba totalmente desnudo salvo por las gafas de aviador que le colgaban al cuello. No tenía ni idea de las razones de Jack para hacerle buscar de esa manera, pero la curiosidad casi le producía la misma sensación que cuando cruzaba zonas pobladas de magia. El medio-árbol se moría de ganas por enterarse de qué se cocía.

Consiguió parar la carrera justo a tiempo para no estamparse y saludó a a Jack con un gesto enérgico. El brillo verdoso que emitía le hacía sentir una bombilla, pero las pintas del vampiro eran casi tan graciosas como las suyas.

-¡Sparrow!-pasó un par de dedos por su hombro y le enseñó el polvo-. Sabía que no los vampiros conocían la higiene-dijo confundiendo algún par de aspectos lingüísticos-. Necesitas una aspiradora-bromeo, negando la cabeza-. Pero seramos serios, ¿que es lo que ocurre?-preguntó con toda la curiosidad que había ido arrastrando hasta ahora.

Llegó como casi siempre, y con esa tendencia exhibicionista tan inocente.<<Casi... ¿Y los patines? No suele ir sin ellos... Se le habrán roto o algo>> pensé algo apesadumbrado. Y con esa tendencia exhibicionista tan inocente. Y como casi siempre, paró antes de estamparse para luego chapurrear ese Rocavarancolés tan suyo.

-Sparrow, ¿eh? Capitán Jack Sparrow, el Vampiro Errante.-dije teatralmente.-No te negaré que he pensado varias veces en echarme a la mar, pero esto es mejor.-respondí riendo.-Tengo más polvo que el mismísimo Vac. Seamos serios pues. Ocurre que... Aunque la Bodega esté en ruinas, va a resucitar. O para eso les pago. Tengo planeado montar unos viñedos en El Macetero; Erika y Sepalian trabajarán allí, y había pensado que quizá te podría interesar ya que estuviste allí unos años y te conocerás el sitio. Y por tu afinidad con la naturaleza, de paso.-y en un tono confidencial, medio en broma.-Y por cierto interés económico, si te interesa ganar algo. No, en serio, era para que lo supieras, ya que es un sitio al que sueles ir. Y si quieres echar una rama al asunto, bienvenido. Y así te compras unos patines nuevos que sean la envidia de todos.-acabé, con un sonrisa sincera.

Quitando las escasas lagunas lingüisticas, a Dirke la idea le pareció genial. Bueno, la idea y los patines que se compraría con el dinero. Al acabar la explicación Jack, el chico árbol asintió con energía.

-Trato hacido-dijo con una sonrisa enorme-. Trabajar con viejos compañeros siempre es bien. Bueno, el dinero también es-puso cara de circunstancia y se señaló a los pies-. ¿Cómo sabes que se rompieron, Capitán?-preguntó fingiendo sorpresa. Lo cierto es que debía ser obvio. Se rascó el brazo y perdió la vista unos instantes para mirar la Luna Roja. Seguía pensando que habría sido mucho mejor si el astro mágico fuera un sol rojo o algo así, pero no estaba divagando sobre eso ahora-. Espero que ves bien preparado. Los monigotes del planeta son un dolor a ratos-añadió-. ¿Cuándo empiezamos?

Escuché con júbilo su respuesta y cuando acabó, le revolví el pelo sin poder evitarlo.

-Trabajar con viejos amigos siempre es bien, sin duda. Empezar pues... Sepalian debe estar a punto de ir de expedición, en cuanto vuelva le cuento que te apuntas y ya te cuento todo el plan y lo que sea. Es que ahora solo hay que hacer... Organizarme yo aquí, contactar y contratar a los que falten, y hablar con Sep cuando pueda para empezar. Y luego a pasarlo bien, que seguro que es divertido. Lo de los patines... Una de dos, o se perdieron o se te rompieron.-respondí encogiéndome de hombros.-Capitán... Me gusta. ¿Grumete Dirke? No, mejor... Almirante, que grumete es lo más bajo.-dicho eso, hago el gesto de quitarme el sombrero y añado, con una inclinación de cabeza.-Todo preparado, camarada. Que el viento le sea favorable en sus correrías. Ya te avisaré, hasta luego.

Esperé a que su figura desapareciera en las calles y luego volví a internarme en la restauración... Lo de viejos compañeros me había recordado a alguien: Outhal. <<Se lo comentaré, quizá le interese>> Pero otro día...

Me había costado lo mío levantarme y darme una ducha fría antes de desayunar. La noche no había sido para tanto, pero la falta de costumbre tenía la culpa de mis dolores de cabeza. Pero excepto eso y el cansancio, seguía entero, sin mayores problemas. No había madrugado por lo mismo, pero en cuanto las sábanas empezaron a agobiarme, me lavé, vestí y tras un breve desayuno, salí hacia la Bodega.

En cierta ocasión, Jack me había hablado de un libense que la frecuentaba a menudo, un tal Melodes. El nombre de por sí no era libense, por lo que mis dudas de haberme cambiado el mío decrecieron en ese momento. ¿Por qué ir hoy? Porque estaba cansado y no tenía plan alguno. Además, dado el estado en que se despidieron el vampiro y la chica... era muy dudoso que este madrugase y estuviese hoy en el edificio, por lo que mejor. Eso sí, en Libo nunca se me habría ocurrido ir a una bodega la mañana siguiente de una juerga cervecera... <<Esta ciudad es de locos>>

Había estado sólo una vez en la que el dueño me enseñó el edificio, pero era de noche. Pretendía negociar con Libo en el futuro, pero si pensaba usarme de intermediario era un iluso. <<Parece que la ambientación cambia según si es de día o de noche>> El vestíbulo era todo de piedra pintada en varios tonos de rojo como si la pared la surcasen olas de vino y sangre. Tanto era así, que estas olas acababan en espuma en los esquinazos, como si golpeasen una roca o pared inexistente. Las columnas estaban cubiertas por enredaderas -cortesía de Enredo- surcadas por alguna que otra uva. A un lado había una escalera de caracol, tanto de subida como de bajada, y al fondo la barra. El resto lo ocupaban sillas, mesas, una grotesca fuente de un humanoide con la garganta abierta de la que manaba sangre y otra con una "bacante" semidesnuda -así la había denominado el vampiro- con un racimo de uvas en una mano y en la otra un botijo del cual manaba vino. Según las indicaciones de las fuentes, la bebida cambiaba cada hora. Y, obviamente, estaba bien vigilado su consumo. El resto de la estancia lo decoraban pinturas (sobre las paredes y columnas) de escenas de cosecha, viñedos, ¿sátiros los había llamado? y figuras del estilo. El sitio tenía una buena iluminación de día, pero cuando vine la primera vez fue de noche, y las escenas de las paredes eran algo más lúgubres y sangrientas. A esas horas, la luz provenía de unas lámparas de araña del techo, con velas perfumadas que se cambiaban de vez en cuando. <<A este no sólo le gusta lucirse, le gusta el lujo, ¿eh?>>

Pero una cosa era venir acompañado y otra completamente solo, sin una sóla moneda en mis bolsillos. Los vigilantes, camareros, y el personal de la barra me miraron como si se notara esa ausencia de peso en mi ropa, pero no me amedrenté. Había venido a buscar a alguien. Si daba con él, perfecto, si no, pues otro día. Así que me acerqué a la barra sin pensarlo mucho, llamé la atención del camarero más cercano, y dije:
-Buenas tardes. Jack me dijo que podía encontrar aquí a un tal Melodes, ¿le suena?
-Buenas tardes, bienvenido a... ¿Eh? Ah, eres el de la otra vez... Sí, me suena.-respondió de forma vaga.

<<Pues claro que te suena, tu jefe me dijo que viene a menudo, ¿cómo no va a sonarte? Como intente cobrarme por esa "información", verás...>>
-Sí, el mismo. Necesito hablar con él, ¿podría indicarme dónde está?-pero en voz suficientemente alta por si el susodicho me escuchaba.
-No me compete a mí revelar la identidad de nadie, caballero.-me replicó.-¿Tomará algo el señor?
<<No me jodas>> pensé mientras miraba alrededor, evitando mirar al camarero, buscando algún gesto de alguno de los clientes. <<Ya podría haberme dado Jack una descripción... Aunque no le pregunté, error mío>>

Al poco, alguien se encaminó hacia nosotros y sus rasgos libenses me dieron la razón <<Que te den, camarero>> pensé al desentenderme de este, que se iba esbozando una sonrisa inocente. Miré al individuo detenidamente, sin reparos <<Esa ropa no es libense ni por asomo>> y luego asentí, diciendo:
-Buenas tardes. Sí, habéis oído bien. Perdón, me llamo Skarog. Le buscaba para hablar de Libo y Rocavarancolia.-hice una pausa para pensar, no podía ir tan al grano con alguien tan educado.-Pero no de la alianza ni nada de eso... Es más... Como una transición de Libo a Rocavarancolia, es decir... Adaptarse. Agh. No me estoy explicando...

Entonces me invitó a sentarme a su mesa para poder hablar con más calma, cosa que agradecí en silencio.
-Digamos que en Libo era lo que aquí se conoce por fanático religioso... Ahora llego a esta ciudad de locos, todo en lo que creo se va al traste... pero una parte de mí sigue queriendo sentirse orgullosa de ser libense, pero no puedo. Aquí soy otro totalmente disti... Bueno, no totalmente, pero muy distinto. Y la magia?-solté un bufido.-Toda mi vida pensando que eso era sólo de la época de las Brujas Antiguas, mi cosecha pensando que eso era para mujeres solo, y de pronto me encuentro con magia... Agh... Y la cosa es que sólo conozco a una libense de mi cosecha que ni de lejos está adaptándose a la ciudad como yo... Y ya no hablo de volver a Libo... Créame si le digo que me aterra... Pero... ¿Y usted? Sus ropas no son libenses, su nombre tampoco... Mi nombre en cambio lo cambié... Y mi compañera no creo que lo entienda. ¿Cómo se adaptó a esta ciudad tan dispar de nuestro mundo? No sé para qué sigo hablando si no me estoy explicando.-mascullé finalmente

Mientras hablé, fruncía el entrecejo, me rascaba la cabeza, nervioso y algo confundido: hacía tiempo que no volvía a estos temas. Y exponerlos en voz alta no era tarea sencilla.