La Bodega

Había tardado un rato en en encontrar la Bodega, y el hecho de estar aun medio dormido era seguramente la principal razón de su falta de orientación. Estaba anocheciendo cuando atisbó el edificio en la distancia y enfiló la calle que llevaba hasta su puerta. Estaba empezando a refrescar, pero el norteño no parecía percatarse, acostumbrado a climas mas fríos aquella brisa no era nada del otro mundo. Se frotó los ojos levemente enturbiados y entró al local bostezando, buscando a Alder con la mirada. El destello verdoso que era la cabellera de la sinhadre tras la barra llamó rápidamente su atención, y hacía allí se encaminó, esquivando clientes con la gracilidad de un pato mareado. Tropezó con un par de personas y asestó varios pisotones, estando a punto de derribar unas cuantas copas en el proceso. Para cuando llegó a su objetivo, el idrino podía sentir varias miradas hostiles taladrandole la nuca, pero las ignoró elegantemente y le dedicó a la peliverde una sonrisa encantadora.
-Ese uniforme le hace especialmente guapa, señorita -dijo, aun sonriente-, y ante semejante visión me veo en la obligación de invitarla a dar un paseo bajo la inexistente luz de las estrellas -añadió, la risa chispeando en sus ojos.

Una sombra le tapo la luz en ese momento, y al alzar la mirada se encontró con uno de los caballeros con los que había tropezado mientras se abría paso entre las mesas. Le sacaba al menos dos cabezas, y sus enormes colmillos inferiores le daban un aspecto realmente amenazador. El norteño le dedicó un educado asentimiento de cabeza, pero el individuo le ignoró con un gruñido y se alejó cuando le sirvieron otra copa.
-Por un momento he pensado que también te iba a invitar a salir -comentó, observando detendidamente la espalda del monstruo-, no abría tenido ninguna oportunidad contra esos arrebatadores colmillos -aseguró con fingido tono de preocupación volviéndose hacia su amiga-. ¿Como estas, peliverde? -se interesó, dejándo a un lado las bromas y dedicándole una sonrisa afectuosa.

Habían pasado varias horas y su turno se acercaba a su fin cuando vio a Saren provocando un desastre entre los clientes. Se tapó los ojos con una mano por unos segundos, mientras se le escapaba una risa, y para entonces ya lo tenía delante. Le devolvió el gesto con aire divertido antes de fijarse en el individuo que se había hecho paso hasta alli también. Tratando de prevenir lo que podía  acabar muy mal, le sirvió una copa y se la tendió con una sonrisa.
- Buenas noches, señor. Creo que era esto lo que había pedido, ¿si no recuerdo mal?  Y tú, - dijo volviendo al idrino- ¿habías apostado cuantas copas se pueden romper en un solo paseo? Espero que ese al que me invitas sea menos accidentado. - recogió un par de botellas vacías y se despidió con un gesto amistoso del otro camarero tras la barra.- Pero llegas a tiempo, acabo de terminar. Y no te preocupes, no  le lameré la cara a ningun cliente, por muy atractivos que tenga los colmillos. Es un honor que te reservo.

Se dirigió hacia la salida, y la última pregunta le arrancó una sonrisa desganada.

- He conocido tiempos mejores. Nada especial, de todos modos. Hacía mucho que no te veía.

El muchacho fue mas cuidadoso de camino a la salida, y el comentario sobre lamer caras le arrancó una carcajada. No se le paso por alto la sonrisa desganada de la sinhadre, y ni el ligero cambió en su lenguaje corporal. Aun no sabía que le pasaba, pero tal vez le contara algo si conversaba el tiempo suficiente con ella. Era cierto que hacía tiempo que no la veía, pero la recordaba mucho mas alegre.
-Apenas he salido de la Sede desde la noche de Samhein, viajes esporádicos a la biblioteca y alguna expedición, pero nada remarcable. Estoy por cambiar esto, sin embargo, porque si sigo así me convertiré en un ermitaño -rió con suavidad, saliendo a la calle tras la muchacha-. ¿Como te va a ti?, de momento ya debes tener mas dinero que yo -bromeo-, ¿cuanto tiempo llevas contratada?

El sol había desaparecido del todo y la noche había cubierto la ciudad. Aun se podía ver, sin embargo, y estaba seguro que los ojos sinhadres de Alder ya se habían adaptado en parte a la oscuridad. La noche era agradablemente fresca para el norteño, pero la muchacha peliverde no iba demasiado abrigada, así que se quitó el abrigo y se lo echó por los hombros sin decir nada.
-¿Te apetece un vuelo nocturno? -le preguntó con curiosidad-, las vistas desde ahí arriba son increíbles, seguro que te gustan -afirmó, quitándose también la bufanda y envolviendo la cabeza de la sinhadre entre risas-. Pero hace bastante mas frío que aquí abajo , si te llevó tendrás que estar abrigada, no podría perdonarme que cogieras un resfriado -sonrió, esperando una respuesta.

- Tres semanas, más o menos. Lo haré fijo al terminar el mes, me gusta mi trabajo aunque no me guste mi jefe.

Se dejó abrigar con una sonrisa burlona. Miró hacia arriba agradeciendo la penumbra y la sensación de inicio de jornada que le daba, a pesar de todo el tiempo que llevaba viviendo en la ciudad. Con la oscuridad, toda la imagen blanquecina pasaba a ser nitida y colorida.

- Eres todo un caballero, gorrión. Bueno, si los murcielagos en llamas no me chamuscan, no se me puede ocurrir mejor plan para la noche clara. Seon no me echará de menos, te lo aseguro.

-Fantástico -dijo con una amplia sonrisa, conduciéndola después hasta una calle mas amplia donde poder transformarse con comodidad.
Sin embargo, antes de pasar a su forma de roc trazó un hechizo térmico ligero sobre el abrigo que cubría a Alder, convirtiéndolo en una pequeña estufa que la mantendría caliente en el cielo. El norteño observó la calle a su alrededor, asegurándose de que no había nadie cerca, un gesto de desconfianza que hacía adquirido tras la Luna en todo lo que se refería a su piel. Le costaba incluso mostrársela a sus amigos, pero hizo el esfuerzo y la saco de la bolsa donde la guardaba, echándosela por los hombros a modo de capa emplumada. Dio un par de pasos hacia atrás, le dedicó una última sonrisa a la sinhadre y se caló la capucha, envolviéndose después por completo con la piel.

La transformación fue instantánea, y en el lugar que hacía un segundo ocupaba el el muchacho norteño había ahora un enorme roc de plumaje negro azulado. Su pico era de un color gris metalizado, y sus ojos, del mismo tono que los de su forma idrina, habían ganado en agudeza.
-"¿Está lista, señorita? -le preguntó, agachando la cabeza hasta tenerla a la altura del rostro de la sinhadre y proyectando las palabras en su mente-. Si es así, súbase a mi espalda y procure no arrancar ninguna pluma, gracias -pidió con educación-. Y lo mas importante: recuerde que tiene que sujetarse bien, por desgracia el presupuesto inicial no contemplaba los cinturones de seguridad y el seguro no cubre las caídas " -concluyó en tono burlón, agachándose para que la muchacha pudiera encaramarse con facilidad.

Alder se quedó mirando el pájaro que era Saren. Lo había visto antes pero seguía resultandole impresionante, y solo aquella sensación extraña de oir pensamientos que no eran suyos la sacó de su ensimismamiento.

- Cualquiera diría que con Seon debería estar acostumbrada a tener gente en mi cabeza, pero... sigue siendo extraño. Me sujetaré bien, no te preocupes.- dijo subiendose sobre el lomo con cierta inseguridad. Pasó la mano por el plumaje con suavidad antes de acomodarse del todo, pasando los brazos alrededor del cuello- Estoy lista.

-Son negocios oscuros, truculentos y muy muy nazis.- Respondo en un tono sombróo rematando con una risa malévola en voz baja que queda casi mezclada entre el bullicio del bar. Sonrío ante el comentario de Jack y me alejo un poco de la barra para hacer una reverencia agarrandome el estómago. -Si son tan amables me encantaría poder enseñaros las cosas que he traido.-  Los chicos comienzan a moverse por lo que sonrío y me incorporo para dedicarle a Alder una sonrisa. Cuando la chica me mira le saco la lengua y me coloco la capucha ocultando casi mi rostro por completo para ir en dirección a los tres chicos.

Comenzamos a descender por la escalera de caracol hasta lo mas lo mas profundo del bar. He dejado que los chicos vayan primero quedando yo el último para, en silencio, comenzar a sacar mi primera criatura. Un torrente sale de manera silenciosa de mi bolsa y asciende hasta el techo formando una nube que, de manera casi inaudible, nos sigue desde el techo. Una vez llegamos al fondo carraspeo y entro por la puerta dejandola abierta a propósito mientras que comienzo a hablar andando para sobrepasar a los chicos.

-Antes de nada quiero darte las gracias, Jack, por confiar en mí para salvaguardar con mis juguetes tus dominios.- Digo sonriendo al pasar al lado del vampiro. -Tambien tengo que agradeceros a vosotros dos que hayais venido hoy. Así vamos a tener más de una impresión sobre los productos.- Cuando me he alejado un poco de mis espectadores alzo los brazos y dando un teatral giro me coloco de cara a mis espectadores. - No quiero enrrollarme explicandoos lo orgulloso que estoy de mis niños. Mejor dejo que se presenten ellos solos. ¿Comenzamos?

Sin dar tiempo a responder un enorme torrente de arena sale despedido de mi bolsa surcando el aire a mi alrededor e impactando después contra el suelo formando un cúmulo de arena del que, de pronto, comienzan a brotar tes largas mangas que se comprimen rapidamente serpenteando en el aire. Sin previo aviso brotan del costado dos pares de patas formando cuatro garras que al tomar contacto con el suelo hacen que las tres figuras salgan a correr por toda la sala formando la figura de tres canes que sueltan dentelladas al aire cuando se encuentran cerca las unas de las otras. Una de ellas, la más rezagada, es algo mas grande que las otras dos. A cada dentellada de los perros resuena en la sala un ruido seco propio del crugir de una piedra al romperse. Ambas figuras pasan por entre Gael y Giz sin llegar a tocarlos para pararse en seco frente a Jack quedando mirando fijamente al vampiro. A los pocos segundos el can mayor se pone a la altura de sus compañeros y, al chasquear los dedos, hace una reverencia a Jack seguido de sus hermanos. Mientras todo esto ocurre, de manera silenciosa una maraña de patas ha salido por la parte superior de la puerta y silenciosamente, casi como si de una exalación se tratase, ha trepado a lo alto de las bóvedas quedando sobre las cabezas de los chicos entretenidos con el vaivén de los perros a la espera de una nueva orden.

-Te presento a tus primeros vigías. Ellos se encargarán de custodiar los alrdedores de la zona que tú quieras delimitar como zona segura. Tienen un sistema rúnico de alarma que se activará cuando lo que quiera que pase de la primera defensa tenga la desgracia de continuar andando.- "O con vida"- Te habras fijado que este es algo mayor que los demas. Eso es por que es a él a quien tienes que dar la orden. Lo que órdenes al can mayor será automaticamente procesado como orden a los menores. Si por algún casual el can mayor fuese inutilizado los menores seguiran la última orden asignada al can mayor hasta su completa destrucción. Trabajan en equipo. Si uno tiene que hacer algo, lo harán todos.- Digo mientras me acerco a los chicos y acaricio la cabeza de uno de los canes menores

Los perros:

Mientras escucho un poco las primeras impresiones chisto psra mandar callar a los chicos y continuo hablando mientras me alejo un poco de ellos. -Se que en un momento hablamos de tener un Terro aqui debajo. Pero francamente. Quede bastante decepcionado con el primer modelo. A si que me complace presentaros a tu primer golem.

Tras decir esto de mi bolsa vuelve a salir otro torrente de arena que impacta en el suelo formando poco a poco un huevo de unos dos metros y medio de alto con una piedra lisa en medio que  al completarse se desprnmden dos piernas que elevan el huevo hasta alcanzar los tres metros. Una vez ha llegado a su máxima altura extiendo sus brazos y los hago chocar produciendo un estruendo que intento que parezca amenazante para luego hacer que de un par de pasos y haga una reverencia parecida a la que hace escasos momentos he hecho yo en la parte superior. -Este chiquitin viene con accesorio de regalo. Cortesia de Adara. Sin ella montar estos cabrones me hubiese llevado meses con tanta runa y tanta restricción. Toma.- Le digo al vampiro ofreciendole una piedra lisa igual que la que hace de cara del golem.

El golem:

-Si por algún casual dos de las cuatro figuras principales cayesen se activaría una runa anclada en la piedra del golem que, con suerte, te permitirá ver lo que esta ocurriendo. No sé si con un poco de retraso según la distancia en la que te encuentes en ese momento. Me imagino que si estas arriba lo verás a tiempo real.-

Dejo otro par de segundos para los que los chicos contemplen al golem para, carraspeando de nuevo, volver a hablar. -Este golem es una buena defensa, pero lo que la hace perfecta es su acompañante. - En ese instante un pequeño torrente de arena sale del saco para formar gracilmente la figura de una mujer con curvas desnuda y con un largo pelo liso que le tapa hasta la mitad de su moldeado trasero. -Te presento a la contraparte del grandullón. Esta jovencita puede moverse mas rapido que su hermano y, no es por echarme flores pero... me ha salido mas guapa que el otro. Viene con ambos brazos armados con cuchillas de arena aunque si tienes metal puedo cambiarselo en un salto y no hay problema. Si os fijais es un modelo muy parecido a mi Sandy pero, a diferencia de mi niña, esta viene con autonomía propia. Es un sistema de runas muy parecido al de aquellos tres pero ella trabaja sola. Te acosejo que la vistas con algo bonito. O déjala asi si te hace ilusión.- Le digo mientras le coloco el pelo detras de la oreja a mi creación y me apoyo en su hombro para dirigir la mirada a mis tres anonadados amigos.

-Bueno, ¿qué os parecen las seis figuras? ¿Han quedado pobres? ¿No era esto lo que tenias pensado? Ya se que no hablamos de dos golems al principio pero en el desierto me he sentido inspirado de la hostia.- En mis palabras puede mascarse la emoción de un padre orgulloso de sus hijos. Al ver la cara de los chicos no puedo sino explotar en una carcajada y negar con la cabeza para continuar hablando. -No, no habeis contado mal. Es que la numero seis os lleva observando desde que entrasteis por la puerta. Pero creo que no os habeis fijado.- Digo señalando al techo para llamar la atención sobre la araña de dos metros que se encuentra sobre las cabezas de los chicos.

Al mirar hacia ella hago que esta se descuelgue del techo impactando contra el suelo haciendo que este tiemble. -Te presento a tu último guardián. Es silenciosa como ella sola. Todo lo que puede ser una araña de su tamaño. Lo mas interesante de esta pequeña no es su aspecto, que espero que amedrente a las alimañas del lugar. Si no que viene equipada en su interior con un repelente marca Nia que podria hacer que hasta el propio Toima sintientese algo de miedo al ver a todos estos en acción.- Digo mientras camino hacia la araña y le doy un par de golpes em el lomo mientras hago que se remueva como respuesta.

La araña:

-El repelente esta almacenado en el interior de la araña. Cuando los detectores de la figura noten culaquier presencia no autorizada por ti irá soltando poco a poco pequeñas cantidades del repelente para ahuyentar a las bestias. Si el repelente no surte efecto, descendería desencadenando la activación automática de los perros. Si dos de las cuatro figuras caen ya se activaría el circuito de los golems y si caen todos espero haber conseguido darte tiempo a llegar hasta abajo.- Digo con la mano en el corazón.

-Bueno, ¿lo veis bien entonces?- pregunto mirando a los chicos sonriendo.

El brujo no se hace de rogar y un buen torrente de arena emana de su bolsa, para luego pegarse al techo y esperar nuevas órdenes.

-¿Gracias? Las gracias te las tendría que dar yo, hombre. Comienza, comienza.-respondí, con un brillo de curiosidad en los ojos. <<Conociéndole, verás tú la que nos lía ahora>>

No iba desencaminado. Me mantuve en silencio, con el único movimiento de atusarme el bigote de vez en cuando, mientras desplegaba a sus criaturas y me explicaba el funcionamiento de todas y cada una de ellas. Sin hablar, sí, pero con un motivo poderoso: estaba sin palabras. No esperaba ni de lejos semejante despliegue de autómatas de arena. Ni lo esperaba ni imaginaba poder contar con dichos autómatas para mi uso exclusivo.

Primero los tres canes, majestuosos y visiblemente letales. Atendí a sus palabras sin quitarles los ojos de encima. Cuando hicieron la reverencia, alcé las cejas y y me acerqué para pasar una mano por la cabeza del líder. Algo se movía a nuestra espalda, algo arenoso, pero no miré hacia el origen sino que esperé a que Matt decidiera revelarlo. <<Menos mal que somos amigos todos... Si no, nos tendría en sus garras desde que abrió la bolsa y sacó la arena>> pensé con cierta diversión. <<Adara, ¿eh? Habrá que darle las gracias a domicilio>>

Luego le llegó el turno a, primero, un gólem masculino, y, después, a una versión femenina. Más explicaciones de runas y de hechizos pertinentes, así como un par de bromas.

-Anda, míralo, normal que no te pases nunca por el Burdel con compañía semejante...-dije riendo.-¿Cuchillas de metal? Puedo conseguir unas, en otro momento lo aclaramos. Si es independiente... Podría hasta ser mi guardaespaldas.-aventuré.

El chico volvió a hablar, como dando por finalizada la presentación, pero algo faltaba. Sus cuentas no encajaban. Sabía que algo caminaba por el techo, pero aguanté la impaciencia de revelar la última criatura.

-No, no era lo que tenía pensado. Estoy bastante sorprendido, chaval. Y bastante es poco. En serio. Sin palabras, oye.-respondí, cruzando y relajando los brazos varias veces, un tanto nervioso.-Pero no te hagas de rogar, ¿qué es lo que ronda por ahí?
Por fin, la creación de arena que se había ido desplazando por la sala hizo acto de presencia al descolgarse del techo. Era una araña de unos dos metros, equipada con un repelente para las criaturas que moraban en los Subterráneos. <<¿Cortesía de Nia también? ¡Botellas de vino para todos!>>

Y para rematar, añadió un "¿lo veis bien entonces?"
-Yo te mato. ¿Cómo osas preguntar eso? En serio, Matt, ¿qué quieres que te diga? Gracias es poco, ¿quieres, no sé, cien cajas de vino? Porque... ¿En serio? Por la Luna, sí que te inspira el Desierto, sí. Mira, empecemos con esto y luego me dices qué quieres a cambio o necesitas.-tras eso, le di un buen abrazo y, tras separarme, miré tanto al brujo como a los otros dos.-Menudo día me estáis dando.-dije entre carcajadas.

-"Realmente no estoy en tu cabeza -rió mentalmente-, no es como si pudiera escuchar lo que piensas. Mas bien es unidireccional, solo puedo proyectar mi voz para hacerme entender. Es como si hablar con normalidad, solo que lo que digo te llega directamente sin pasar por los oídos" -concluyó su explicación.
Una vez se aseguró de que la muchacha estaba bien sujeta a su cuello, el roc se inclinó un poco, desplegó las alas y se impulsó hacia el cielo nocturno con fuerza, ascendiendo rápidamente y dejando la ciudad atrás. Volar le hacía olvidar sus problemas, la visión desde las alturas concedía una perspectiva única, y allí arriba los problemas tenían poca importancia.

Cuando hubieron ascendido unos cientos de metros, el norteño estabilizó su vuelvo y se deslizó por las corrientes de aire con suavidad, planeando con las alas extendidas. Hacía bastante frió, pero Alder a su espalda apenas debía notarlo, el hechizo térmico la protegía, y las ropas idrinas eran muy abrigadas. Desde aquella altura se podía ver toda la ciudad, iluminada aquí y allá por pequeños puntos de luz, señales de la presencia de otras personas. Las montañas se alzaban al oeste, y mas allá se podía ver el blanquecino desierto, cuyo fin no alcanzaba la vista del roc. El mar, al este, se extendía de la misma forma, perdiéndose en el horizonte hacia lugares desconocidos. El selkie lanzó un chillido que debió extenderse por toda la ciudad y sacudió ligeramente la cabeza.
-"¿Qué te parece, peliverde? -se interesó-, puedes enderezarte sin temor a caer" -rió con suavidad.

Continúa en el Barrio de los Callejones sin Salida.

Giz dio las gracias a Jack, y bajó tras él, con el vaso en una mano y la botella en la otra. Dejó que Matt comenzara y observó en silencio su exhibición de talento, mientras imaginaba lo que habría tenido que trabajar para acabar haciendo todo eso. En determinado momento creyó que Matt se había olvidado de presentarles una de sus creaciones, que había quedado colgada del techo y por esto, cuando el brujo llegó a la parte de contar, el goliat pensó para sí si no se habría equivocado el propio Matt. Luego entendió que debía de ser un recurso para decorar el discurso y no despegó el pico al respecto. Para cuando acabó, ya no quedaba nada de vino en su vaso.

—Yo lo veo bien—concluyó—. Un buen trabajo, Matt.

Dicho esto, Giz guardó la botella dentro de su bolsa sin fondo y recordó que todavía tenían que seguir por el mercado. Dirigió una mirada interrogante a Gael y se despidió del resto:

—Bueno, chicos, tenemos que hacer un par de recados todavía—explicó—. Cuida bien del gato, Jack, y asegúrate de que no cuenta como peligro para los golems o lo espachurrarán vivo—bromeó—. O muerto. Y eso, ¡nos vemos luego!

Fueron a otro sitio a hablar después de que Matt los incluyese en lo que traía para Jack. Tenía curiosidad por ver qué había creado ahora el brujo. La arena empezó a salir de su bolsa formando las figuras de tres perros rabiosos. Gael silbó admirado, pero enseguida apareció una media sonrisa pícara en su cara.
—No sé si deberías fiarte tanto de Matt… a lo mejor muerden a los clientes —dijo a Jack.
Lo siguiente fue un gólem con mucho mejor aspecto que Terro, y no era el único, porque había otro de aspecto femenino. El brujo debía de haber estado trabajando a destajo «y eso lo excusa por echarse tantas flores». Después de la sorpresa de la sexta figura, una araña bastante grimosa a su juicio –como todas las de su clase, por otra parte–, felicitó al brujo por las figuras y las ideas de aplicar algo más que arena. La mirada de Giz decía que ya era hora de irse y asintió, despidiéndose después de que él lo hiciera.
—¡Hasta la vista! Jack, no tardes tanto en pasarte la próxima vez, o a lo mejor cuando nos encontremos de nuevo ya te has convertido en un daeliciano o en un asreaniano.
Subieron las escaleras de nuevo, Gael de bastante buen humor, y antes de salir se despidió de Alder mandándole también saludos para Seon. Lo siguiente fue ya hacer los recados en el mercado y volver al cuchitril.

Sigue en el Cuchitril.

Rio con las palabras de los chicos sobre mi trabajo sintiendome avergonzado por los alagos y, tras despedir a los desertores, comienzo a dar palmadas mientras hago crugir mi cuello. -Bueno Jack. Queda el último paso. Programarlos para que te obedezcan solo a ti. Si quieres que alguien mas pueda ordenar a las figuras me avisas y haré que sigan sus deseos al igual que a los tuyos.

Mientras termino de programar las figuras me mantengo en silencio, concentrado en hacer mi trabajo. Solo rompo mi silencio para pedir al vampiro que pruebe a las figuras para ver si siguen sus designios. Al programar a la muñeca miro al vampiro entretenido con sus nuevos juguetes. -Jack. Si quieres podemos darnos una vuelta por los subterraneos para que pruebes a los niños. Nunca he bajado tan sumamente bajo en la ciudad. Por lo que os he escuchado estas zonas suelen estar siempre con cosas entretenidas.- Le digo terminando de programar a la chica.

-Listo. Si necesitas cualquier arreglo o ves cualquier fallo no dudes en decirmelo para que le eche un ojo. Tambien puedes sacar a esta a donde quieras y que te acompañe a donde pidas. Es mucho mas versatil que los demas y puede pasar desapercibida si consigues vestirla apropiadamente. Lo que hagas con ellos ya no es asunto mio.- Digo levantando las manos dando mi trabajo por concluido.

Tanto Giz como Gael felicitan al brujo y luego se despiden.
-¡Nos vemos!

Una vez solos, Matt llega a la parte importante del asunto: programarlos. <<Sólo a mí. Van a estar fuera, nadie del interior tendrá acceso a ellos excepto yo. Ni siquiera Erika va a ir por los Subterráneos así que...>>

-Tienen que responder sólo ante mí.

Le observo trabajar y luego me pide que les ordene algo. Al gólem le ordeno que se plante frente a la puerta opuesta a las escaleras, por donde se sale a los Subterráneos, y que los perros se coloquen a su espalda. A la araña y a la chica las pongo juntas entre los perros*.

-¿Salir? Algún día que me aburra me bajaré ahí con un mapa y una linterna, a ver hasta dónde llego.-bromeé.-No estaría mal verlos en acción. Habrá que internarse un poco más, eso sí, ya que hay un perímetro de seguridad amplio más allá del portón.

Tanto las paredes del almacén como las del otro lado del portón eran las originales, aunque un poco más gruesas y protegidas las del interior, de la encrucijada de túneles en que estaba construido este. El almacén era un nido de trampas que se activaba en cuanto yo dejaba de estar ahí. Y por su parte, el portón contaba con varios hechizos para impedir la entrada de cualquier criatura. Entre ellos, y los más costosos (los iba reponiendo o añadiendo cada Luna debido al inmenso gasto que suponían), varios sortilegios sangrientos a ambos lados. Pero todos y cada uno de ellos respondían ante mí, así que me adelanté a abrir, sorteando a las criaturas. A la vez, avisé al brujo de que no tocase ni rozase lo más mínimo la aparentemente inofensiva puerta, ya que no estaba seguro de si corría sangre por sus venas ni quería revelar qué hechizos la protegían. Ordené al gólem que saliera al ritmo en que se abría la puerta, por si acaso, aunque no debería haber nada vivo al otro lado. Una vez "fuera", iluminé el túnel con una palmada.

-Aquí es donde van a vivir tus criaturas. Y aquí es donde empieza lo bueno. ¿Ves hasta dónde aguanta la luz? Pues un poco más allá ya veo a las primeras alimañas... Normalmente no se acercan, pero a veces algunas más grandes y atrevidas lo hacen. O incluso alguna quimeras con magia, qué dolor de cabeza que me dan.

Bestias inteligentes, eso había que concedérselo, ya que los hombres bestia y todas aquellas con sangre utilizable habían aprendido a no acercarse. Para las alimañas solía bastar con reponer las trampas, pero con las mencionadas anteriormente tenía que personarme yo mismo en cuanto me enteraba por los hechizos de vigilancia.
-¿Avanzamos? ¿Necesitas luz para luchar o te apañas a oscuras? ¿Y tus criaturas?-inquirí una vez cerré el portón e invocadas ya mis armas.

Lo siguiente se roleará de forma paralela a los acontecimientos de Maciel. Sigue en los Subterráneos.
*Gólem delante. Detrás: Perro-Chica-Perro-Araña-Perro

-Buenas tardes, en que puedo atenderle?- Alder vaciló cuando se dio cuenta de quien era la persona que tenía delante.- Melodes, ¿verdad? Seon me ha hablado de usted.¿Que puedo servirle?

La segunda vez que pasó por su mesa, botella en mano, se decidió a hablar de nuevo.
- ¿Puedo hacerle una pregunta?- dijo mientras dejaba una copa junto a la botella.- ¿Basta presentar un plan de invasión para quemar un mundo?

Se fiaba de la respuesta que pudiera darle el maestro de Seon, y aquello era algo que la reconcomía desde hacia tiempo. Necesitaba desmentir que su familia y su mundo estaban en peligro.

Declinó la invitación a sentarse con la excusa de estar trabajando. Pero no se sintió del todo tranquila con la contestación.
- Yo no creería que hubiera ningun interés en una guerra con Sinhdro. Pero... lo que quiere decir es que no la van a quemar para invadirla. ¿Y si la quemase un soldado? ¿O si lo quemase cualquiera que fuera de visita? ¿Que lo impide?