La Bodega

Despacho, barra, despacho, barra, Elunin, sótano, barra, despacho, Lerka fugado, dormitorio, Lerka de nuevo en su sitio, barra otra vez... Me gustaba ir de un lado para otro, atendiendo, sirviendo a los clientes y charlando con los más asiduos... Desde fuera podía parecer monótono, pero no lo era en absoluto; siempre había algo nuevo, alguna conversación agradable, cualquier detalle interesante...

Y a veces había sorpresas. En esta ocasión esa sorpresa cogió la forma de Pablo, cargado con sangre y un cadáver en el almacén. Mis empleados me avisaron por los comunicadores que había encargado en su momento a Noel y Adara, y me acerqué al momento. Fueran cuales fueran sus intenciones, olía bien lo que traía. Osea, era más o menos obvio: o bien quería sacar tajada de parte de su "mercancía" o bien quería vendérmela toda ella o... No, dudaba mucho de que pretendiera meterme en problemas vendiéndome un muerto "importante". Pero "dudar mucho" no significaba "confianza plena" en él, por lo que con un gesto los mismos que le abrieron se quedaron a mi lado. Así pues, llegué al chico y saludé:

—Buenas. ¿Qué te trae por aquí? Espero que quieras venderme eso, porque huele delicioso. ¿O se trata de otro asunto?

No tardó en aparecer, y cuando lo hizo lo saludé con una sonrisa. No se me había pasado por alto el gesto y su significado, pero no le di importancia. Mi relación con Jack era así: a veces nos llevábamos bien y a veces no, aunque esperaba que en este caso sucediera lo primero.

–No es otro asunto, vengo precisamente a lo que has dicho. – Fui diciéndole. La bodega podría tener mucha sangre disponible, pero sabía que por muy buenos que fueran la sangre de transformados no era algo común, así que esperaba sacar una buena cantidad por ella. –En cuanto al cadáver… lo cierto es que no sé qué hacer con él, y ya que venía pues lo traje por si también lo quieres. Si no… pues ya pensaré algo. – Siempre podía regalárselo a Branniel si nadie más lo quería. Estaba seguro que él no me diría que no.

—Bien, bien. Pues hablemos de negocios.

Me enseñó la sangre, comprobé que no estuviera envenenada o que fuera tóxica o estuviera enferma —no por no fiarme de el vampiro sino por no fiarme del "dueño" anterior—, y fijamos un precio. Sobre el cuerpo...

—Respecto a eso... Lo puedo añadir al menú de esta noche, sí—volvimos a tratar el pago y añadí—¿Zanjado entonces? Pues ya sabes, si consigues más, házmelo saber. ¿Deseas alguna otra cosa más?

Mientras tanto, uno de los empleados se llevó el cuerpo en dirección a la cocina del bar. Por otro lado, el otro se quedó en su sitio, ya que estaba prohibido manejar la sangre de transformado a casi la mayoría de los empleados. Demasiado cara.

Al final todo fue bien. Tras esperar a que comprobaran que todo estaba en buen estado y no había venenos ni nada de por medio solo quedó acordar el precio, o más bien los precios, porque al final  también pude incluir el cadáver en la venta. –Zanjado, eso era todo. Un placer hacer negocios contigo.

Un problema menos. Había logrado acabar con quien me intentaba matar y encima había sacado un buen pellizco por ello, tanto saqueando sus pertenencias como vendiendo el cuerpo y su sangre. Al final había sido una noche productiva.

Sigue en la Sede de los Taumaturgos.

Cinco meses para preparar la visita a la Tierra. De sobra, vaya, contando con que los idiomas ya los teníamos "comprados desde hacía tiempo; que el camuflaje no iba a hacer apenas falta —colmillos, ojos, y la piel que se solucionaba yendo alimentado— y que la ropa también la teníamos lista*: yo llevaría una camisa de manga larga púrpura con una camiseta negra debajo, así como unos pantalones negros y unos zapatos de piel del mismo color; mientras que Erika llevaba un vestido azul celeste con detalles de lazos verdes, un lazo del mismo color al cuello y unos tacones. Ella llevaba unos pendientes, también azules, y yo piercings en ambas orejas.

Lo que sí faltaba —y que rápidamente suplimos— eran mapas sobre las zonas a visitar. Guías turísticas, mapas de carreteras, cosas así. La mayor parte de estos eran sobre Alemania, ya que los dos habíamos vivido prácticamente allí hasta ser cosechados, mientras que el resto eran parte de Europa, parte de Moscú y un poco de todo por si diera tiempo. Si por mí fuera, la visita duraría más de unos días, ya que quería poder ver al menos los puntos clave del planeta, pero más aún por el hecho de querer ir a conciertos, por ejemplo, o al cine. Lo que teníamos bien claro era que no visitaríamos las zonas familiares por nuestras malas infancias en ese ámbito. Pero entre que ella no recordaba apenas nada de Moscú y yo tenía curiosidad, añadimos el sitio a la lista. De Alemania iríamos a Berlín seguramente, aunque la capital a mí me tentaba por otros motivos.

Todo culpa de Erika, que desde nuestras transformaciones me había descubierto la locura del mito del vampirismo en la Tierra y todo en lo que había derivado: libros, música, pintura, películas, fiestas temáticas... De todo. Había gente que hasta fantaseaba con ser mordida, y no solo por querer alcanzar la inmortalidad sino por unos motivos que solo habría esperado de Rocavarancolia, pero por lo visto había "locos" en todas partes. Pero eso me hacía parecer menos monstruo de lo que era... ¿Y esos "vegetarianos" que brillaban? Los terrícolas estaban mal de la cabeza. Tsk.

Así que por supuesto que quería sumergirme en ese "mundillo". Pero no habría tiempo así que descarté esa opción, aunque al supuesto castillo de Drácula sí que iría, solo por curiosidad. Todo lo demás, otra vez sería. Ya habría tiempo para irme solo cuando pudiera permitirme unas vacaciones en la Bodega. Hablando de la Bodega... Con la alianza con Libo, se fueron haciendo varios acercamientos comerciales a los que pude unirme: importación y exportación de vino y licores entre Libo y la Bodega, lo cual era una mejoría de cara a vender productos locales a los libenses de la ciudad. Por otro lado y otras vías menos... oficiales, conseguí establecer cierto comercio de sangre a espaldas de las autoridades. Hacerlo legal iba a ser complicado y se podía volver hasta peligroso, pero éramos rocavarancoleses así que "hacer trampas" no era tan raro. Y digo éramos porque a Xiandra le interesó la idea y participó activamente.

Je... Y aún faltaba un tema por resolver: las apuestas. No habían mencionado nada al respecto en todo este tiempo, así que imaginaba que lo hablaríamos en la visita. Y si no, lo sacaría yo, que me tenían en ascuas. Mejor, ¿por qué no sacar el tema cuando lleguemos al Cuchitril? Era el punto de encuentro y partida y hacia allí íbamos Erika y yo, con todo lo necesario en una bolsa sin fondo para no ir cargando con una mochila. No pegaba con nuestras ropas, sencillamente. Con respecto a una cámara, le pedimos prestada la suya a Vivia con la promesa de hacer muchas, muchas fotos. Promesa que pensaba cumplir.

En cuanto estuvimos listos, salimos.
Sigue en El Cuchitril.

*Ropa*

El día no tardó en llegar. El sueco había puesto al corriente a grandes rasgos a todos los cuchitrileros, y por supuesto a Wen, de que debían acudir aquella mañana al establecimiento del vampiro. Les explicó que iban a asistir a un día “inusual” en la bodega, pero no dio más detalles. El draco abrió la puerta y echó un vistazo al panorama. La droga debía de estar empezando a hacer efecto, aunque por el momento todo parecía normal allí dentro. Eligió una mesa por el centro de la sala, quería estar a la misma distancia de todos los puntos para estar atento a las idas y venidas de Jack. Como apenas había clientela por el momento, decidió que no pasaría nada si alzaba un poco la voz para llamar al alemán.
—¡Camarero, tienes clientes VIP esperándote! —llamó con jocosidad.
Al otro lado de la sala un tipo que tenía un solo ojo en mitad de la frente, como una especie de cíclope a pequeña escala, levantó la cabeza y gruñó, mientras que el resto de clientes se limitaron a continuar degustando sus copas sin inmutarse.

Era un día de trabajo como otro cualquiera. Eso sí, o había dormido como un diablo o alguna cosecha de sangre había sido excepcional o me había pasado con las mezclas, porque tenía las pilas muy cargadas. Lo único raro fue que los cuchitrileros aparecieron por la puerta, temprano. Era raro si se tenía en cuenta que preferían la Taberna del Mago Tuerto, pero tampoco era tan raro por motivos obvios. Y tenían que dar la nota, cómo no, pero me constaba que muchos clientes de los más usuales estaban acostumbrados. Eran mis amigos a fin de cuentas y si a alguien no le gustaban, era libre de ir a beber a otro sitio.

—Perdonadlos, pues no saben que para eso hay que reservar —dije en voz alta a la clientela en general—. Y al que no le gusten mis amigos, ahí tiene la puerta —añadí "casualmente".

Normalmente no habría dicho nada por miedo a perder un cliente, pero tenía días en que tenía a lengua más suelta y aquel era uno de ellos. Luego, salí de la barra y me acerqué al grupo.

—¿Eso de VIP es de "víboras imposibles y piradas"? ¿Venís de visita o tomaréis algo? —les pregunté al llegar.

Gael estaba realmente intrigado por lo que iba a suceder en la bodega. Trató de dedicarle alguna mirada suplicante a Noel pero en el fondo sabía que llevarse una sorpresa podía ser incluso mejor. Lo único que tenían que hacer era estar atentos.
—¿Reservar? ¿Pero realmente hay zona VIP? —preguntó riendo de cara al grupo. Lo raro fue que Jack añadiese en voz alta para sus propios clientes que podían irse. «¿Tan malos somos?» se preguntó medio en broma. Aunque no era tanto por eso como por el hecho de decirle tal cosa a sus clientes sin más. «Deben ser todos de confianza». Mirando alrededor, poca gente se veía, aunque no era tan raro a aquella hora.

—Qué pregunta. Y qué forma de tratar a los que venimos a dejarnos el aquí el sueldo. Si no quisiésemos tomar nada no habríamos ocupado una mesa —le respondió al vampiro, con fingido tono ofendido, para luego pasar a pedir un vaso de vino tinto. Se moría de ganas de pedir alguna pista al draco en cuanto Jack se alejase hacia la barra. ¿Debían fijar su atención en algún lugar en especial?

Apenas me respondió Gael, hablé a toda velocidad. Fue algo prácticamente inconsciente. Había anotado "vino tinto" en mi libretita de comandas, pero le faltaba algo. Eso no podía quedar así.

—¡Os trato como clientes viperinos, hombre! Y, a ver, señorito... Vino tinto... ¿de dónde? Tenemos de... —ladeé la cabeza y miré al techo, pensativo, y luego recuperé la velocidad—. De la Tierra, de Libo, de... Hay mezclas, también, y algunos que llevan sangre... Tenemos sangre de prácticamente cada mundo con humanoides... o especiados... Las especies son sobre todo del Macetero, que las cosecha el loco de Sepalian... —hice otra pausa pensativa y caí en algo. Me golpeé la frente con fuerza antes de seguir—. ¡Ah! También hay vinos tintos que se sirven calientes... ¿Tú te crees que puedes ir a una tienda de tartas y pedir una tarta sin especificar? No me ofendas, hombre —y luego, sin detenerme un segundo, miré a los demás—. ¿Y el resto qué miráis? Venga, decid, decid.

Gael casi se tragó su propia lengua al escuchar que los llamaba clientes viperinos, de la risa que le provocó. Pero estaba hablando con él, así que tuvo que disimular.
—No, Jack, sin sangre, por favor, y lo sabes. —Y según siguió hablando, lo notaba cada vez más hiperactivo—. ¿Jack? —se le escapó—. Vamos, no te pongas así, siempre te dejo elegir algo nuevo que probar, que yo no tengo ni idea.
A quien miró a continuación fue a Noel. Inquisitivamente.

Vac entró en el local con el ceño fruncido, pero en cuanto vio a sus amigos su expresión se suavizó. Se acercó a la mesa con una sonrisa de oreja a oreja y palmeó la espalda de Jack con fuerza, echando un vistazo a las notas que estaba tomando por encima de su hombro.
—Buenos días, caballeros —saludó con una reverencia burlona, acercándose a continuación a una silla vacía para tomar asiento—. Yo tomare un tinto libense de esa última remesa que te ha llegado y una cerveza negra, y si puedes traerme algo para comer te estaría muy agradecido. Aun no he desayunado y ha sido una noche ajetreada —comentó sin dejar de sonreír, frotando las diminutas grietas que recorrían la piel de sus nudillos de forma inconsciente.

No le había pasado desapercibido el comportamiento levemente hiperactivo del vampiro, pero al no estar al tanto de lo que tenía preparado Noel exactamente no le dio demasiada importancia. Buscó los ojos de su hermano con una pregunta muda en los suyos, tratando de averiguar sin demasiado éxito que estaba tramando el draco.

A Noel le costaba contener la risa. De hecho no lo hizo cuando Jack interpeló a Gael de aquella forma y guardándose para sí el comentario sobre que la única “cliente viperina” presente era Wen. Casi lamentó no haberse encontrado bebiendo algo en aquel instante para poder echarlo fuera y así representar gráficamente lo que le inspiraba la situación.
—Trátanos como Variopintos Inhumanos Peculiares si ves que tal —le respondió a Jack en tono jocoso. A continuación se mesó la barba, como sopesando su pedido—. Sorpréndeme —le indicó finalmente apuntándole con un dedo—. Pero que no contenga sangre, que me enteraría y nos conocemos. Esa la prefiero solo derramada —añadió sonriendo con diversión. Pedirle aquello al vampiro en el estado que empezaba a demostrar podía resultar en cualquier cosa.

El draco saludó a Vac con un gesto cuando llegó, encantado de que llegasen más espectadores a la función. Probablemente aquello solo fuese el inicio, aunque el alemán ya mostraba signos de tener la lengua suelta. Noel le devolvió a Gael una mirada de claramente fingida inocencia y se encogió ligeramente de hombros.

—¿Y cómo sabéis que no os echo sangre muy diluida en las bebidas? Ahora te traigo algo, va.

Luego atendí a Noel.

—Otro que quiere sorpresa. ¿Qué he hecho para ganarme vuestra confianza ciega? —les dije mirando a ambos, divertido. Noel me había dado una idea con lo último.

Entonces llegó Vac. Le saludé levantando ambos brazos y con "hey, chaval" antes de que me palmeara la espalda. Escuché lo que quería y lo anoté rápidamente mientras hablaba.

—¿Veis? Vac sabe a lo que viene. Su paladar tiene más estilo que vosotros, tsk —y me fui chasqueando la lengua, y sin girarme añadí—. ¡El resto pensad lo que queréis o tendré que echaros!


Lo que primero preparé fue lo del hado. Le puse exactamente lo que quería. Noté que los camareros me miraban extrañados, pero Elunin me aseguró que no ocurría nada así que les ignoré: tenía clientes que atender. Les pregunté si tenían ya listo el vino especiado y, tras la respuesta afirmativa, serví un poco para Gael. Solo faltaba lo de Noel, pero eso fue rápido: sidra. Lo puse todo en su bandeja, añadí un cuenco de frutos secos, y volví con ellos. Empecé a repartir las cosas.

—Esto para Vac —le pasé su copa—, esto para ti. Es vino especiado —le di a Gael lo suyo y luego dejé la bandeja en la mesa, saqué una petaca—. Y para Noel... —y la abrí bocabajo sobre el draco. Estaba vacía, obviamente. Chasqueé la lengua como fingiendo disgusto—. Vaya, hombre, no queda "sangre derramada" para el variopinto caballero inhumano... Bueno, te he puesto una sidra a ver si te gusta. Ojo, que me la trajeron de Suecia, para que luego digas.

Finalmente, miré a los demás con los ojos muy abiertos y los brazos en jarras:

—¿Voy a tener que echaros u os habéis decidido ya? Venga, venga, venga, venga.

Wen entró alegremente por la puerta de la bodega acompañando a los cuchitrileros. Aunque no sabía exactamente que iba a ocurrir, el hecho de que Noel les hubiera pedido específicamente que fueran aquel día auguraba diversión segura y la perspectiva de pasar un buen rato en compañía de los amigos. La vouivre se sentó al lado del draco y sonrió socarronamente a Jack cuando este se acercó.

- ¿A quién llamas tu víbora?- preguntó fingiendo indignación.

A la británica, como gran amante del buen vino que era, le costó algo decidirse, pero terminó decantándose por uno de sus favoritos.

- Te pediría tu opinión, pero creo que me voy a ir a lo seguro. ¿Tienes vino de serpiente?- preguntó refiriéndose a aquel vino que había probado en la fiesta del palacete y cuyo nombre provenía de su sabor picante que simulaba el sabor del veneno de serpiente.- Y sí, algo para picar, eso estaría bien, pero que sea algo sencillo, nada demasiado complicado de conseguir. Trufas blancas, caviar,… yo que sé… pudor frivy.

Vac también se había acercado a ver el espectáculo, al parecer, si es que él no era la pieza que faltaba. Gael lo recibió con una sonrisa y continuó observando cómo se desarrollaban los acontecimientos. Estaba un poco alucinado con las prisas que les metía Jack a todos para pedir, al tiempo que apenas les dejaba margen para hablar y hacerlo. Aunque se echó unas risas no mucho después con su broma de la sangre derramada, mientras atraía el vino especiado hacia sí. Lo olió previamente y después probó un primer sorbo. Jack había escogido bien, después de todo, aunque tal como estaba ese día lo había dudado al principio.

Todavía se reía de la broma de Wen cuando levantó el índice para que Jack no se fuera aún.
—Porfa, algo de picar también, que me ha entrado envidia de toda esta gente. Siento no haberme dado cuenta antes, pero como hoy pareces Flash tampoco es fácil pedir de una sentada —rio por lo bajo mientras se llevaba de nuevo la copa a la boca.

—Eso, eso, ¿así es cómo tratas a tus mejores clientes? —increpó a Jack después del comentario de Adara sobre el libro de reclamaciones mientras el alemán se alejaba quejándose de su “falta de paladar”—. La próxima vez me voy a la taberna, allí por lo menos no son tan elitistas y no te cuestionan aunque pidas vino de garrafón.
El draco se divertía enormemente observando el comportamiento claramente alterado por la sustancia que presentaba el vampiro. Sentía curiosidad por cómo le afectaría según pasase el tiempo y el efecto de la droga fuese mayor, y pensó que iba a descubrirlo cuando Jack volvió con sus pedidos y le dio la vuelta a una petaca encima de él. Su primer instinto fue levantarse bruscamente de la silla, pero enseguida comprobó que la petaca estaba vacía.
>>Muy gracioso, sanguijuela —dijo mientras volvía a sentarse—. Pero en realidad lo único que me hubiese preocupado de que me echases sangre encima son tus instintos de chupasangre —bromeó con sarcasmo mientras se servía la sidra que el vampiro había elegido para él—. Te perdono porque con esto sí te has portado bien —añadió señalando su bebida.

A continuación se rio con los comentarios de sus amigos, que todavía seguían pidiéndole cosas a su espectáculo particular y decidió continuar con el símil que había hecho Gael.
—Al menos no es Drácula además de Flash. Podremos sacar la cámara y decir que nos hemos hecho una foto con Flash.