La Bodega

Quitando las escasas lagunas lingüisticas, a Dirke la idea le pareció genial. Bueno, la idea y los patines que se compraría con el dinero. Al acabar la explicación Jack, el chico árbol asintió con energía.

-Trato hacido-dijo con una sonrisa enorme-. Trabajar con viejos compañeros siempre es bien. Bueno, el dinero también es-puso cara de circunstancia y se señaló a los pies-. ¿Cómo sabes que se rompieron, Capitán?-preguntó fingiendo sorpresa. Lo cierto es que debía ser obvio. Se rascó el brazo y perdió la vista unos instantes para mirar la Luna Roja. Seguía pensando que habría sido mucho mejor si el astro mágico fuera un sol rojo o algo así, pero no estaba divagando sobre eso ahora-. Espero que ves bien preparado. Los monigotes del planeta son un dolor a ratos-añadió-. ¿Cuándo empiezamos?

Escuché con júbilo su respuesta y cuando acabó, le revolví el pelo sin poder evitarlo.

-Trabajar con viejos amigos siempre es bien, sin duda. Empezar pues... Sepalian debe estar a punto de ir de expedición, en cuanto vuelva le cuento que te apuntas y ya te cuento todo el plan y lo que sea. Es que ahora solo hay que hacer... Organizarme yo aquí, contactar y contratar a los que falten, y hablar con Sep cuando pueda para empezar. Y luego a pasarlo bien, que seguro que es divertido. Lo de los patines... Una de dos, o se perdieron o se te rompieron.-respondí encogiéndome de hombros.-Capitán... Me gusta. ¿Grumete Dirke? No, mejor... Almirante, que grumete es lo más bajo.-dicho eso, hago el gesto de quitarme el sombrero y añado, con una inclinación de cabeza.-Todo preparado, camarada. Que el viento le sea favorable en sus correrías. Ya te avisaré, hasta luego.

Esperé a que su figura desapareciera en las calles y luego volví a internarme en la restauración... Lo de viejos compañeros me había recordado a alguien: Outhal. <<Se lo comentaré, quizá le interese>> Pero otro día...

Me había costado lo mío levantarme y darme una ducha fría antes de desayunar. La noche no había sido para tanto, pero la falta de costumbre tenía la culpa de mis dolores de cabeza. Pero excepto eso y el cansancio, seguía entero, sin mayores problemas. No había madrugado por lo mismo, pero en cuanto las sábanas empezaron a agobiarme, me lavé, vestí y tras un breve desayuno, salí hacia la Bodega.

En cierta ocasión, Jack me había hablado de un libense que la frecuentaba a menudo, un tal Melodes. El nombre de por sí no era libense, por lo que mis dudas de haberme cambiado el mío decrecieron en ese momento. ¿Por qué ir hoy? Porque estaba cansado y no tenía plan alguno. Además, dado el estado en que se despidieron el vampiro y la chica... era muy dudoso que este madrugase y estuviese hoy en el edificio, por lo que mejor. Eso sí, en Libo nunca se me habría ocurrido ir a una bodega la mañana siguiente de una juerga cervecera... <<Esta ciudad es de locos>>

Había estado sólo una vez en la que el dueño me enseñó el edificio, pero era de noche. Pretendía negociar con Libo en el futuro, pero si pensaba usarme de intermediario era un iluso. <<Parece que la ambientación cambia según si es de día o de noche>> El vestíbulo era todo de piedra pintada en varios tonos de rojo como si la pared la surcasen olas de vino y sangre. Tanto era así, que estas olas acababan en espuma en los esquinazos, como si golpeasen una roca o pared inexistente. Las columnas estaban cubiertas por enredaderas -cortesía de Enredo- surcadas por alguna que otra uva. A un lado había una escalera de caracol, tanto de subida como de bajada, y al fondo la barra. El resto lo ocupaban sillas, mesas, una grotesca fuente de un humanoide con la garganta abierta de la que manaba sangre y otra con una "bacante" semidesnuda -así la había denominado el vampiro- con un racimo de uvas en una mano y en la otra un botijo del cual manaba vino. Según las indicaciones de las fuentes, la bebida cambiaba cada hora. Y, obviamente, estaba bien vigilado su consumo. El resto de la estancia lo decoraban pinturas (sobre las paredes y columnas) de escenas de cosecha, viñedos, ¿sátiros los había llamado? y figuras del estilo. El sitio tenía una buena iluminación de día, pero cuando vine la primera vez fue de noche, y las escenas de las paredes eran algo más lúgubres y sangrientas. A esas horas, la luz provenía de unas lámparas de araña del techo, con velas perfumadas que se cambiaban de vez en cuando. <<A este no sólo le gusta lucirse, le gusta el lujo, ¿eh?>>

Pero una cosa era venir acompañado y otra completamente solo, sin una sóla moneda en mis bolsillos. Los vigilantes, camareros, y el personal de la barra me miraron como si se notara esa ausencia de peso en mi ropa, pero no me amedrenté. Había venido a buscar a alguien. Si daba con él, perfecto, si no, pues otro día. Así que me acerqué a la barra sin pensarlo mucho, llamé la atención del camarero más cercano, y dije:
-Buenas tardes. Jack me dijo que podía encontrar aquí a un tal Melodes, ¿le suena?
-Buenas tardes, bienvenido a... ¿Eh? Ah, eres el de la otra vez... Sí, me suena.-respondió de forma vaga.

<<Pues claro que te suena, tu jefe me dijo que viene a menudo, ¿cómo no va a sonarte? Como intente cobrarme por esa "información", verás...>>
-Sí, el mismo. Necesito hablar con él, ¿podría indicarme dónde está?-pero en voz suficientemente alta por si el susodicho me escuchaba.
-No me compete a mí revelar la identidad de nadie, caballero.-me replicó.-¿Tomará algo el señor?
<<No me jodas>> pensé mientras miraba alrededor, evitando mirar al camarero, buscando algún gesto de alguno de los clientes. <<Ya podría haberme dado Jack una descripción... Aunque no le pregunté, error mío>>

Al poco, alguien se encaminó hacia nosotros y sus rasgos libenses me dieron la razón <<Que te den, camarero>> pensé al desentenderme de este, que se iba esbozando una sonrisa inocente. Miré al individuo detenidamente, sin reparos <<Esa ropa no es libense ni por asomo>> y luego asentí, diciendo:
-Buenas tardes. Sí, habéis oído bien. Perdón, me llamo Skarog. Le buscaba para hablar de Libo y Rocavarancolia.-hice una pausa para pensar, no podía ir tan al grano con alguien tan educado.-Pero no de la alianza ni nada de eso... Es más... Como una transición de Libo a Rocavarancolia, es decir... Adaptarse. Agh. No me estoy explicando...

Entonces me invitó a sentarme a su mesa para poder hablar con más calma, cosa que agradecí en silencio.
-Digamos que en Libo era lo que aquí se conoce por fanático religioso... Ahora llego a esta ciudad de locos, todo en lo que creo se va al traste... pero una parte de mí sigue queriendo sentirse orgullosa de ser libense, pero no puedo. Aquí soy otro totalmente disti... Bueno, no totalmente, pero muy distinto. Y la magia?-solté un bufido.-Toda mi vida pensando que eso era sólo de la época de las Brujas Antiguas, mi cosecha pensando que eso era para mujeres solo, y de pronto me encuentro con magia... Agh... Y la cosa es que sólo conozco a una libense de mi cosecha que ni de lejos está adaptándose a la ciudad como yo... Y ya no hablo de volver a Libo... Créame si le digo que me aterra... Pero... ¿Y usted? Sus ropas no son libenses, su nombre tampoco... Mi nombre en cambio lo cambié... Y mi compañera no creo que lo entienda. ¿Cómo se adaptó a esta ciudad tan dispar de nuestro mundo? No sé para qué sigo hablando si no me estoy explicando.-mascullé finalmente

Mientras hablé, fruncía el entrecejo, me rascaba la cabeza, nervioso y algo confundido: hacía tiempo que no volvía a estos temas. Y exponerlos en voz alta no era tarea sencilla.

Atendí a sus palabras casi sin parpadear, concentrado, pensando y respondiendo mentalmente a lo que iba diciendo. Hasta que acabó preguntando algo que nunca me había preguntado directamente. Le respondí citando parte de sus palabras:

-¿Pero acaso no seguís siendo también el libense que llegó a esta ciudad? En parte... Ideología aparte, sigo siendo el mismo físicamente y siguen gustándome prácticamente las mismas cosas, aunque no les dedique el mismo tiempo que antes... E incluso quiero entrar en el ejército, cosa que habría hecho en Libo tras mis estudios... Luego... Skarog no es para olvidar a Atol... Es un nombre guerrero, que es lo que soy en mayor medida. Es en parte un nombre de un dios del fuego terrícola... Un dios mayor, además.-dije con una risa cansada.-¿Que qué busco? Pues no lo tengo claro. En cuanto a Libo, aceptación, pero dudo muchísimo, ya que no deberían faltar a sus principios, que me acepten. Ya sólo el cambio de nombre dice mucho del por qué de mis dudas. En cuanto a mí, igual que cuando en Libo estudiaba al máximo nuestra cultura y toda la ideología, aquí quiero explotar al máximo lo que se me ha dado: la magia. Y eso significa poder e independencia, y no agachar la cabeza ante nadie, a no ser que lo merezca. Mucho menos aún por su sexo, lo cual me hace volver a la cuestión de Libo. ¿Sabe Libo que aquí hay cambiantes? Hay uno en mi refugio que, a veces, el maldito, se disfraza de la libense de mi cosecha.-dije riendo.-Vaya... Creo que... que sigo siendo el libense que vino... Si no, no me afectaría tanto esto de Libo, ¿no?-rematé, algo sorprendido por mis palabras.

Pero tenía sentido. Era obvio. <<¿Soy tonto o qué?>> Mira que he pensado veces en esto, pero decirlo en voz alta ayuda a descubrir cosas nuevas. En este caso, las últimas frases. Desde que pensaba así, quería olvidar todo lo relacionado con Libo pero no podía. Querer olvidar sólo empeoraba la situación, pero no lo había visto de esta manera -ni de ninguna, en realidad.

Asentí ligeramente cuando habló, manteniéndome en silencio, escuchando. Esto me estaba viniendo mejor de lo esperado. Es más, era incluso mejor hablar con él primero antes de hacerlo con Karime. No me había parado a pensar en Libo como un mundo, cierto... ¿Cómo pretendía ser aceptado, o rechazado, por todos? ¿De quién la pretendía, entonces? <<De Libo como mundo va a ser imposible, de mi familia... Mejor dejarles así y que no se enteren de que no desaparecí sin más...>> Aun entendiendo que no encontraría esa aceptación, seguía con esa espina clavada (aunque ya no tanto) <<Libense rechazado por Libo viviendo en Rocavarancolia... Eso suena a exilio. Aunque no es tan malo>>

Lo que me contó de la forma de actuar de Rocavarancolia era algo totalmente nuevo para mí. Pero tenía sentido, vaya que sí. <<En la guerra vale todo, incluso las alianzas rodeadas de mentiras>> Entonces me ofreció beber algo y lo rechacé con un gesto.
-No, gracias, no se preocupe. Digamos que anoche ya bebí bastante.-respondí riendo.-Bueno, el dueño de esto también pasó por lo mismo y mire ahora lo que tiene... Ya llegarán tiempos mejores.

Entonces volvió al tema de la aceptación. Lo que dijo me gustó -yo aceptaba de sobra lo que era- y sirvió bastante para alejarme de la idea de que me aceptasen donde un día llamé hogar. El único mal que podría causar en Libo sería el creado por su propia ideología, lo que eliminaba cualquier sentimiento de culpa que pudiera albergar.

-Entiendo... Lo cierto es que aquí sí que me aceptan, es decir, tengo amistades de varios tipos. Si en Libo no soy bien recibido, pues qué se le va a hacer, no puedo dejar de ser lo que soy. Estaba pensando en que todo esto suena a exilio.-añadí, riendo.-Pero no se vive tan mal aquí. Y, bueno, gracias, de verdad. Necesitaba esto y ni yo sabía cuánto.

>>Hay una cuestión aparte que me interesaba, sólo por curiosidad: ha dicho que era soñador... ¿Es posible que haya hecho o estado en alguno de mis sueños? O algo menos en primera persona... ¿Conoce a Seon? Es otra soñadora, de la última Luna.-especifiqué.

Sonreí con afecto cuando respondió a lo de Seon. No me sorprendió que fuese su maestro, ya que era el primer soñador "veterano" que conocía. <<Yo que no tengo maestro... Si aparece algún helión en el futuro, que se apañe como me apañé yo, no será algo voluntario por mi parte>> Lo de visitarme en sueños era una mera curiosidad, así que sólo asentí en respuesta. Pero lo último... <<Si tú supieras, si Seon y Alder supieran... Dejémoslo estar>>

-Prácticamente daría mi vida por ella, o ellas, si fuera necesario. Me alegra saber que tiene a alguien como vos de maestro, le irá bien.-ahí me levanté, dispuesto a despedirme.-Bueno, de nuevo, gracias por todo. A ver si hago algo de provecho con lo que queda de día. Encantado de conocerle y hasta otra.-lo rematé con una inclinación de cabeza.

Sin embargo, antes de salir de la Bodega dirigí una mirada asesina al camarero borde de antes. <<Un sitio así debería tener empleados respetuosos hasta con el enemigo a punto de matarte, digo yo>> El otro me miró, sorprendido, pero luego frunció el entrecejo.
-¡Bah!-exclamé, antes de salir riendo, aunque ojo avizor.

Lo que compré aquel día en el Antiguo Mercado ni eran simples joyas ni eran un simple regalo. Eran piezas de manufactura sinhadre, vendidas por un brujo sinhadre y compradas con el propósito de servir para camuflarnos en Sinhdro. Aunque Erika se estaba encargando de los ropajes que llevaríamos, lo que compré haría las veces de disfraz y regalo. Faltaban el idioma y los cambios de color. Yo había pensado en hacernos los tintes en el laboratorio de Erika, pero la chica encontró una serie de hechizos que nos venían de perlas para cambiar el color de pelo a voluntad. Solo faltaba el color de los ojos. Sí, podíamos haber comprado un amuleto de camuflaje y ahorrarnos todo esto, pero era un motivo perfecto para trabajar juntos y divertirnos con los tintes y las nuevas ropas. La única pega era la ausencia de orejas, ¡con lo que nos gustaban las orejas del otro! Pero era un pequeño sacrificio para un bien mayor.

En un principio, ella iba a ser la edeel y yo el aurva..., pero si nos fijábamos en quién tenía más experiencia allí y sabría moverse mejor para no ser descubiertos, y a quién se dirigiría la gente al vernos, quizá sería mejor que lo fuera yo... Pero aún no estaba claro. Siempre podíamos comentarlo con Seon en los sueños o en la vida real mientras preparásemos la visita. Ahora bien, si éramos coherentes, ella era la edeel sin dudar.

Ah, también tuvimos que pensar en los colmillos para Erika y los inferiores para mí. Eso fue lo más barato y sencillo, así como lo más divertido, ya que mejoraba ciertos juegos. Lo más costoso y pesado fue conseguir el idioma sinhadre, comprado a Dama Puente, y acostumbrarnos a su uso continuado. También aprovechamos y no sólo compramos ese sino alemán, ruso e inglés en vistas de la visita a la Tierra. Nos impusimos hablar sólo en sinhadre durante varias semanas hasta que lográsemos automatizar algunas cosas. Seon también ayudaba a ambos en los sueños, sobre todo en temas de etiqueta, protocolo.  En cuanto a practicar los otros tres, sólo los practicábamos un poco con canciones, para poder cantarlas en fiestas con los demás.

La visita tenía tres motivos. El principal era ocio puro y duro ya que era algo así como una escapada romántica. El secundario era ir investigando de primera mano para asegurarme un contrato entre alguna empresa de Sinhdro y la Bodega. El último era aprender a moverme más y mejor por allí para, a la hora de cosechar, hacerlo de forma más natural y relajada. Tanto que, si me lo trabajaba, podrían llegar a creer que otro sinhadre les había cosechado. Y esto, quieras que no, ayudaba a eludir el problema de implicarse, ya que no había sido “Jack el vampiro” sino “Jack el sinhadre” quien les trajo. Una tontería, si lo pensaba dos veces, pero resultaba convincente. También, por otro lado, podría servir para hacer las paces con Alder, mejorar la relación entre ambos y subirle el “rango” dentro de la Bodega. Lo de hacer las paces era secundario al plan ese, pero prioritario en cuanto a mejorar el tratamiento con ella en horas de trabajo, ya que era demasiado frío. Eso sí, su comportamiento con los clientes era ejemplar. <<Al menos fue una buena inversión, problemas aparte>> Volviendo a lo de mejorar su posición en la Bodega, todo para conseguir una forma de mediar con Sinhdro sin tener que ir y venir siempre yo. Pero eso era un proyecto más de futuro que la visita en sí. Para ello, ya había hablado con Erika y le había dado yo sus mil vueltas para ver dónde había metido la pata.

En la Bodega todo marchaba viento en popa y a toda vela. La plantación del Macetero estaba bien, Enredo de vez en cuando la visitaba y me contaba de su estado, y Pablo también hacía sus labores, así que ningún problema por esa parte.

En cuanto a los sueños, se nos ocurrió una variante para el trato de Seon con la que podríamos soñar los dos juntos: compartir el sueño. Teníamos otra opción en mente, pero como, tras hablarlo con la chica, no hubo problemas en compartirlo directamente, genial.

Y, básicamente, aunque no era poco, en preparar eso se nos fueron... ¿Tres semanas? Algo así habíamos contado. Y aún no habíamos acabado, por supuesto, pero el grueso de compras estaba listo. Lo que faltaba teníamos que prepararlo nosotros por nuestra cuenta. La visita seguía sin fecha, pero sería pronto... Eso sí, fueron tres semanas geniales, negocios aparte, para Erika y yo.


En cuanto a los cuchitrileros, durante esas semanas apenas me habían visto el pelo, así que hoy había pensado en hacerles una visita. Y, cómo no, iría con el tinte púrpura y los colmillos a la manera sinhadre. O eso planeaba, ya que, poco antes de salir del despacho, un empleado me avisó de su presencia en la planta principal.
-Llevan una mascota.
-¿Eh? Será de Giz... Bueno, déjales que suban con la mascota, no os preocupéis.
Le pedí que los acompañara hasta aquí y acabé de prepararme y recoger la mesa antes de que entrasen.

El despacho era una sala de base cuadrada, con estanterías en tres de ellas, una mesa en forma de U y mobiliario de madera oscura. De la iluminación se encargaban varios candelabros de forja y velas perfumadas. Cuando entraron, les hablé dándoles la espalda en el sillón giratorio.

-Bienvenidos, mortales. Es todo un lujo para los vivos que Jack deje subir aquí a nadie, más aún cuando el mismo Jack no está.-dicho eso, di la vuelta y observé su reacción a los cambios de aspecto.-¡Hola, hola! ¿Parezco sinhadre?-saludé e inquirí, riendo.- ¿Qué os trae por aquí? Justo estaba pensando en pasarme por el Cuchitril, fíjate.

Para localizar a Jack, Gael y Giz habían tenido que desviarse hacia la bodega. Allí los recibió uno de los empleados y los hizo subir al piso superior. El vampiro olía demasiado a sí mismo como para que Giz confundiera su cambio de aspecto con otra persona y su tono tampoco se prestaba a confusiones. Aún así, Giz reconocía el trabajo bien hecho con el aspecto.

—Te das un buen aire, sí—le concedió—. Si llegamos a saber que irías tú, nos habíamos ahorrado el paseo. Pero bueno, te traigo un regalo—Giz destapó la jaula y sacó al gato. El animal trató de hincarle el diente en el brazo y el goliat le castigó con un manotazo suave en los morros—. Es tu gato vampiro—le informó. Lo soltó en el suelo y dejó que explorara. Se movía con mayor sigilo que un gato normal, con el lomo completamente erizado, y su actitud era la de un depredador frente a sus presas—. Ha olido la sangre—indicó al vampiro, por si quería parar a su nueva mascota antes de que se lanzara contra algún empleado o hiciera algo peor.

Esa vez fueron más allá de la parte conocida de la bodega, donde tampoco se podía decir que hubiera estado muchas veces. Entraron en un despacho con estanterías y una mesa con silla giratoria, donde el vampiro estaba sentado de espaldas a la puerta. La escena tan propia de película que mostró al volverse le hizo soltar un bufido divertido y mirarlo con escepticismo. Pero lo que iba a comentar se le olvidó en el mismo momento en que iba a hacerlo, porque el color de pelo del vampiro lo descolocó.
—¿Sinhadre? —al fijarse era cierto que se había trabajado el disfraz—Pero ¿y esto a qué viene? ¿a qué andas? —le dirigió una mirada de arriba a abajo, que pretendía ser evaluadora, pero enseguida dejó la broma de lado—. Pero bueno, bonito despacho. Apuesto a que los muebles los escogiste solo para hacer la “entrada” de hoy.
Le dedicó una sonrisa significativa al vampiro y después se puso a curiosear el contenido de las estanterías sin ser demasiado evidente, mientras Giz entregaba el gato.
—Por si echabas de menos domar novatos, aquí tienes otro —bromeó.

-Perfecto entonces. Esto viene a que... Erika y yo nos fugamos a Sinhdro. Una escapada romántica, como una luna de miel sin boda.-respondí con ilusión.-Sí, los muebles son por vosotros. Lleváoslos, en serio.-seguí bromeando.

Entonces oí "regalo" y me fijé en Giz. <<¿La mascota era para mí?>> En cuanto apareció la criatura, las piezas del extraño olor encajaron: era un gato de pelaje negro, pero era algo más. ¡Era un gato vampiro! Y bastante sediento, visto el mordisco que intentó arrearle al goliat. Observé caminar a la criatura y, antes de que se fuera hacia la puerta, me deshice en humo y fui a cogerlo.

-¡Oh! ¿Para mí? ¿En serio? ¡Te has acordado! Y mira que lo dije medio en broma, pensando que no sería posible... Veréis cuando lo vea Erika, le va a encan... Eh, bicho, ¡no muerdas tanto!-me interrumpí, avisándole con otro manotazo.-No, Erika me va a matar. ¿Domar novatos? Uf, no me hables, malditos novatos. Pero no, a este lo domaré con mucho cariño, auch, y sangre. Pero mira qué monada, mordiendo a otro vampiro. Que no, bicho, que esta te sentará mal.-reí, dándole otro manotazo suave en el morro.-Pero, pero... Le falta un nombre. Hmm... ¿Mordisquitos? Lo comentaré con Erika... O no, ya veré.

Dicho eso, lo dejé en la mesa y me acerqué a Giz para darle un buen abrazo.
-Te lo iba a dar antes, pero el gato habría estado demasiado cerca de tu cuello y malo sería.

Mientras decía eso, la criatura había bajado de la mesa y estaba intentando abrir uno de los cajones.
-Chico listo. Anda, deja.

Me acerqué, abrí el cajón y saqué lo que el gato había olido: una botella medio llena. Cogí lo primero que se vi (un cenicero) y lo llené con la sangre. Aproveché y manché un dedo.  
-No fumo, ¿eh? Pero hay clientes que sí.-y redirigiendo la atención al gato, dije.-¿A que está rica? Eh, ansioso, tienes el cenicero hasta la mitad, no me muerdas. Oye, el bicho este cuánto puede necesitar al día?-inquirí.

Volví a sentarme, esta vez con el felino en el regazo y el cenicero a su alcance, mientras le acariciaba el pelaje.
-¿Parezco el malo de alguna película?-solté de pronto con una carcajada.[/color]

—Yo lo llamaría más bien Mordiscotes—comentó Giz, ajeno a la realidad tras el nombre que había sugerido Jack. Cuando este le abrazó, el goliat le devolvió el gesto con una sonrisa y unas palmadas suaves en la espalda—. Yo mismo tampoco creía que fuera posible, si te soy sincero. Pero ya ves, parece que infravaloraba mis capacidades.

>>Y sobre su alimentación, ni idea. Estos días le he dado sangre a diario, manteniendo cierta periodicidad, pero parece que la sed no se le calma. Decidí que era mejor que lo comprobaras tú mismo, que te sobra la sangre y sabes más de esto que yo—eso le recordó otro detalle—. Por cierto, mantiene los contras de vampiro, así que estáte seguro de que no le da el sol o morirá. Y... Bueno—comentó con un tono entre la diversión y la curiosidad—, a mí no me pareces demasiado malo, pero creo que me faltan referencias terrestres para entenderte bien.

—¿Por qué? —protestó en broma—. Luna de miel sin boda, ¿no? Para no tener que pagarnos una comida de lujo a los demás.
Después, siguiéndole el chiste al vampiro, hizo ademán de levantar la silla de ruedas, mientras este se quedaba embobado con el minino, pero como no le prestó atención volvió a dejarla en el suelo disimuladamente y se alejó de la mesa esperando que nadie se diese cuenta de lo cutre que había sido una broma sin espectadores.

—¿Mordisquitos? —preguntó riendo al acercarse de nuevo al gato—. No tardar semanas en ponerle nombre está bien, pero piénsatelo bien, que es para siempre.
El animal podía ser fiero, pero era bonito. Le hizo mucha gracia cómo se movía por la mesa buscando comida, y cuando Jack se lo puso en el regazo negó con la cabeza, divertido.
—Gato demasiado pequeño. Y te falta un botón de autodestrucción sobre la mesa —sentenció después de Giz. Lo cierto era que Gael todavía estaba pensando en por qué Jack había aclarado que no fumaba, si aquello debía de ser más que irrelevante para un no muerto como él—. Pero que lo de malo sea solo teatro, que no nos enteremos de que le falta comida o cuidado.