Primer sueño de Alder

Caminó sin rumbo, extrañada por el tacto de lo que parecía arena bajo sus pies, pero que sin embargo no podía ver. El suelo era negro como una noche, y arriba, el cielo tenía los colores calidos de un fuego encendido.
Había algo frente a ella, pero no podía discernir el que ni a que distancia estaba, y aunque forzó la vista, la notaba empañada y poco precisa, y caminó hacia ello. Se detuvo por completo con el ruido de un crujido. Entre el silencio reinante, tenso como un hilo, aquel pequeño instante, aunque lejano, destacaba como el filo de unas tijeras.
Fue un instante de duda, que sacudió de su mente. Continuó andando.

La visión se le aclaró y se mareó, perdiendo el equilibrio. Cayó al suelo sin poderse mantener en pie, y alzando la vista vio por fin a que correspondía la figura. La estatua de Seon estaba tan bien hecha que no le hubiera extrañado verla respirar o moverse. Repasó con la mirada sus rasgos amables y suaves, pero la cabeza le dio mas vueltas y tuvo que dejar de mirar. El suelo parecía incluso inclinarse, y Alder sintió un poco de vértigo. Se levantó, sin embargo.
Las pisadas en la arena sonaban claro, pero de alguna forma, lo encontraba agradable, como un sonido casi relajante. Quiso seguir caminando hacia la estatua, atraída por la imagen de su otra mitad.

Se cansó de andar y alzo la vista, y vio que las nubes se ralentizaban sobre su cabeza. Entonces al mirar a la estatua fue capaz de percibir las primeras palabras de una frase.
"Antes de que..." ¿Antes de qué? Pensó con frustración, porque era ilegible a esa distancia. El crujido sonó otra vez, mas fuerte, y Alder notó de nuevo cierto temor. Era un temor irracional, se dijo, solo era un ruido. Siguió andando con fuerzas renovadas, decidida a leer el pedestal. A cada poco fruncía la vista, intentando descifrar un nuevo fragmento.

El crujido sonó mas fuerte, y un temblor se extendió bajo sus pies. La estatua comenzó a caer hacia ella, sobre su cabeza. Quiso correr, pero le costaba avanzar con los temblores, y no tardó en darse cuenta de que no podía escapar porque aunque corriera en dirección opuesta a la estatua, el suelo parecía llevarla inevitablemente hacia Seon. Viendo su suerte perdida se agachó para recibir el impacto con un grito de terror, que anticipaba el dolor que sentiría.