Torreón Maciel (Archivo IV)

Recuerdo del primer mensaje :

El paseo terminó frente a un edificio de piedra azulada. En el pasado debía de haber tenido cuatro plantas, pero ahora, el edificio estaba coronado por el esqueleto de algún animal marino. El idrino se quedo mirando la estructura, bastante asombrado. Su mirada se posó en una de las cadenas rotas del puente levadizo, y supuso que si hacían de aquel lugar su refugio, habría que arreglarla de alguna manera. El norteño comprobó la estabilidad del puente, y lo atravesó a paso rápido, llegando hasta las puertas, que para su sorpresa, estaban entreabiertas.

Saren entró en el edificio el primero, y mientras recorría el corredor que daba a la planta baja observando las pintadas de los muros en silencio, sus compañeros entraron detrás de él, cerrando las puertas cuando el último miembro del grupo estuvo dentro. El idrino se encontró en una gran estancia que, debido al aire enrarecido y por la capa de polvo intacta, debía de llevar abandonada varias semanas. Una mesa grande, unas cuantas sillas, y varios sillones bastante raídos, eran el principal mobiliario de aquella planta. A un lado de la estancia había una cocina, con una pequeña encimera, un horno de leña, y varios fogones de hierro, ademas de unos armarios de madera, que supuso llenos de algunos cacharros y bastantes telarañas.

Saren dejo la cesta que llevaba en la encimera, y se encaminó a las escaleras, dispuesto a ver que había arriba. No tardó en recorrer las dos plantas superiores, bajando para informar que en la segunda había una especie de estudio con estanterías vacías y un cuarto con barreños de latón para asearse; y que en la tercera había varios cuartos comunales con unas cuantas camas de aspecto cochambroso. No había subido al piso ocupado por el gran esqueleto, pero informo de que había oído algún que otro aleteo a través del techo de la tercera planta. Había baúles y armarios en as habitaciones, pero no había mirado dentro. Un patio de suelo empedrado, en cuyo centro se alzaba la estatua de un pájaro negro con un gran reloj bastante raro a sus pies, completaba el edificio. En él, había un pozo y al fondo, varios retretes.

-Bueno, yo tengo bastante hambre, así que si adecentáis un poco esa mesa -dijo señalándola, tras informar de sus descubrimientos-, yo me pondré con la cena.

El norteño se acercó a la cocina y busco algo para encender la cocina. Encontró una pila bastante escueta, pero suficiente por el momento, de leños polvorientos, que cogió y colocó en el hueco de piedra bajo los fogones. El norteño sacó un poco de yesca, con la que prendió la madera, paradespués cerrar la pequeña puerta de hierro que protegía el fuego. Mientras la cocina se calentaba, Saren procedió a buscar varios cacharros adecuados para cocinar, y unos cuantos platos y cubiertos que dejo a mano para aquel que pusiera la mesa. Les quitó el polvo, y salió al patio a por un poco de agua.

Saren se quitó los mitones y los guardó en uno de los bolsillos del abrigo, que colgó de un gancho en la pared, para cocinar mas cómodo. Se lavó las manos con un poco del agua que había traído y se arremangó la camisola oscura. Sacó algo de carne cruda y unas verduras de las cestas, y lo limpió todo con el agua del pozo que le quedaba, mientras ponía a calentar un par de cacerolas con un poco de la propia grasilla de la carne, esperando que se derritiera. Cuando tuvo los ingredientes listos, preparó un salteado con las verduras, mientras la carne se tostaba en dados con unas pocas hojas rojizas que había encontrado en la cesta. Apartó las cacerolas del fuego, antes de que la verdura se pasara y la carne se hiciera por el centro, y preparo esta última en una bandeja, para meter el recipiente en la pequeña cavidad al lado del fuego que hacia las veces de horno.

Unos minutos después saco la carne del horno y la puso junto con las verduras en una gran fuente, mientras un sabroso olor se extendía por el edificio. El exterior de la carne estaba algo mas churruscante por el asado. En bastante poco tiempo, Saren, haciendo gala de su talento para la cocina, había preparado un plato delicioso con un aroma casero, que algunos de sus compañeros desconocían, y que venía perfecto para reponer fuerzas. Unas piezas de fruta completaban el menú.

-La cena esta lista-anunció con una sonrisa, siempre le había gustado comer bien.

Cuando se apartaron Saren y Shizel de la mesa después de atender a Karime me acerque a esta. Miré el trabajo que habían realizado, la verdad es que era excelente aunque la magia había jugado un papel importante en él. Un tanto más para la lista de utilidades de la magia, si seguía aumentando debería pensarme en vender mi alma…


Aparte un mechón del negro pelo de Karime de su cara colocándoselo detrás de la oreja. Parecía dormir plácidamente, como ajena a todo lo que los pieles plateadas le habían hecho, incluso tenia cara de buena, dormida no daba tanto miedo. Quizás nunca me había acercado tanto a ella, ni tampoco sabría, ya que nunca había hablado con ella, que era una de las personas del torreón a las que más apreciaba ya que era una de las pocas personas que no usaba la magia y aun así era fuerte como la que más… Y ahora también le faltaba uno de sus ojos como una de las estirges alfas del tejado, “Unojo”.


Me quité uno de los collares de plumas de estirges y con sumo cuidado se lo coloqué en uno de sus muñecas dándole varias vueltas sobre ella y cerrándole la mano dejando el sobrante dentro de su puño para luego colocarle su mano en el pecho. La miré por ultima vez y me retiré a una de las paredes de la sala donde me escurrí resoplando para quedarme sentado en el suelo con la espalda apoyada en la pared. Vi que Saren estaba en un sillón leyendo un libro y que por un momento levanto la vista para mirarme desinteresado para volver a sumergirse en su libro. No tardé mucho en caer dormido.




Unas voces me despertaron y me levanté entumecido. Me asomé al patio y seguía lloviendo, por desgracia. Cogí algo que comer y me puse a comerlo en el salón. Hacia tanto que no comía allí que me resultaba raro, aunque más raro debía ser para los demás.

Despertándose con cierta pereza y mas repuesto tras ese sueño reparador, intento situarse por unos momentos recordando todo lo acontecido el día anterior y como se había quedado profundamente dormido tras terminar de hablar. "Espera....¿donde esta Karime?" se pregunto rápidamente recordando que había colocado ala libense sobre su regazo antes de acostarse, viendo que la habían dejado sobre la mesa del salón lo mas cómodamente posible. Junto a ella uno de los tantos amuletos de Wintel. "Tiene mejor aspecto comparándola con ayer" pensó observando a la libense y descubriendo en un rincón de la habitación a Branniel encogido sobre si mismo y hablando solo como si hubiese sufrido un ataque de locura y a Wintel comiendo en otra parte del salón atrayendo su atención, extrañándose de verlo dentro.

-Bran, ¿estas bien? ¿paso algo en la noche? -pregunto rápidamente DL al ver a Branniel en ese estado, entendía que debía estar shoqueado por la muerte de Marina el día anterior, habían pasado meses juntos al fin de cuentas, pero las escasas palabras sueltas que logro escuchar en su monologo le resultaban realmente extrañas. Intento encontrar una explicación alas palabras sueltas que había escuchado del nublino pero aquel repiqueteo contante que escuchaba  y que aprecia provenir de fuera estaban desconcentrandolo- ¿Pero que pasa? - se pregunto el foner sin entender y pensando que tal vez seria algunos de los de los cuartos haciendo a saber que se dispuso a salir al patio por agua. Obviamente no dio ni un paso afuera cuando sintió el agua caerle encima, se erizo como si fuese un gato por el susto, si supiese lo que era un gato claro,  y quitandole todo posible rastro de sueño de encima viendo con horror como del cielo aquel caía agua. Entro de golpe al torreón alejándose de la entrada al patio y sentándose en el sofá cogiendo la manta con la había sido atrapado para echársela encima, cualquiera que lo viera en esos instantes creería que habría enloquecido cubierto con la manta como se cubriese de la muerte o como si esta se tratase de un salvavidas que impediría que el agua entrase al torreón y terminara ahogándolos a todos. Por suerte para DL antes de que le diese un ataque de de nervios paranoicos de niveles insospechados Wintel vino al rescate, explicándole al pobre foner porque demonios caía agua del cielo, que no era dañina al parecer y corroborandole en varias ocasiones que el torreón no iba a ser inundado como DL insistía que podría pasar.

Evidentemente DL no acepto las palabras del nublino hasta largo rato después, peor ni aun así estuvo dispuesto a salir al patio, desconfiado y se mantuvo sentado en el sofá cubierto con la manta ya que tenia la ropa algo mojada. Con la manta y todo cubriéndole fue ala cocina preparase algo de comer antes de volver al salón viendo a Branniel, preguntándose aun que le ocurría exactamente mientras comía haciendo tiempo hasta que todo el mundo despertara y se pudieran poner de acuerdo en lo que les esperaba con la luna en un futuro próximo y lo que harían con RR.

Solté una risita histérica antes de levantarme bajo la caída incesante de la lluvia. Estaba totalmente empapado, aunque el día ya estaba clareando, por lo que decidí meterme dentro. «Qué lástima no saber magia, voy a enfermarme así», pensé, aunque realmente me importaba muy poco aquello. Todo me daba vueltas desde el día anterior en la cabeza y sentía que no podría aguantar mucho más.

Cuando entré en el torreón vi a wintel trasteando con algo. Me apoyé en un rincón y erré los ojos, dispuesto a no dejar pasar a los recuerdos del sueño. Me volvió a pasar todo delante de mí: los cosechados servidos, Wintel obligándome a comer, yo siendo triturado, el monstruo devorándome, los múltiples recuerdos de Sendar. Al recordar los sentimientos d eDahannei cuando vio caer a Brina y escuchar cómo la devoraban no pude sino recordar el destino de Marina. Casi sin darme cuenta, comencé a soltar pequeños golpes en el suelo.

—No se lo merecían joder. Ni Marina ni Brina, no eran más que niñas, no merecían ser devoradas... Ni ninguno se merece sentir eso, ni lo que les va a pasar —me dije, sin darme cuenta en voz alta, al recordar lo que se había juntado para exterminar a los sendarios—. No es justo que tengan que aguantar a esos dos locos, no es justo que unas niñas sufriesen lo que sufrieron, no es justo que...

Sentí unas paabras cercanas, pero no pude decir nada. Me había mordido el labio, intentando no volver a sollozar ni hacer nada impulsivo, como meter a Wintel en un fuego. Tras unos momentos, al levantar la cabeza, vi a DL cerca. Igual que antes, comencé a reír histéricamente, aunque esta vez con un volumen mayor.

—¿Qué me dirías si te dijese que he tenido una pesadilla horrible? No, esa no es la pregunta —dije, pensando en cómo librarme de esta extraña carga—. Más bien, que me dirías si te dijese que he mezclado mi mente con la de una sendaria y... —volví a reír, esta vez bastante más alto. No tenía ningún sentido, nada de esto tenía ningún sentido. Cuando pude controlarme, lo miré, bastante más serio—. No sé cómo, pero tengo algunos de sus recuerdos. No se merecen lo que RR está preparando, DL, puede que nos robasen, que se metiesen con nosotros, que prácticamente nos obligasen a aceptar su paz, como dijo Karime, pero... —aparté la mirada, dubitativo, a la par que me mordía el labio-. Visto desde la otra óptica, entiendo mejor lo que hicieron... No hemos tenido una criba fácil, pero ha sido un paseo de rosas comparado con lo de ellos. Y ayer... Bueno, ya no hay preocuparse por la nublina que nos "amenazó". Digamos que ayer fue un día de provecho para todos los monstruos de la ciudad —otra vez, al igual que cada vez que pensaba en Brina, me llegó un remalazo de dolor, no tan intenso como los propios que sentía por Marina, pero de una naturaleza inconfundiblemente parecida. «No te conozco, Dahannei, pero espero que puedas sobrellevarlo. De verdad»

La explicación que le dio Branniel del porque de su estado cogió un poco desprevenido a DL, que se esperaba algo así como que estaba dolido por la muerte de Marina o que no había dormido muy bien. Pero cuando este menciono lo de una pesadilla le miro con curiosidad, recordando por pura reacción instintiva aquella ocasión en la que el despertó de aquella horrible pesadilla y entendiendo de alguna forma a Bran. Aunque claro al escuchar la siguientes palabras del nublino entendió que esas "pesadillas" de ambos era radicalmente diferentes.

-Espera, espera...a ver si entendí -dijo procesando las palabras de Branniel antes de que lo tomase por loco o el mismo sintiera que su cerebro quería salirse por sus orejas ante lo ridículo y anormal de lo que el nublino le contaba- Has tenido una pesadilla y de algún modo ehm...esa pesadilla se ha mezclado con una de las chicas de Sendar, ¿hasta ahí bien, no?- dijo intentando encontrarle coherencia a aquello, ese lugar se trataba de una ciudad de magia, desgracias y milagros, pero aun así le resultaba medio surrealista el compartir sueños con otra persona que se encontraba a saber donde en que ella ciudad. Por mas que intentaba buscarle una explicación no conseguía encontrarla- Mierda, no lo entiendo ¿me estas diciendo que has "visto" lo que esa chica ha visto y pasado durante su tiempo en la ciudad?- pregunto sin esperar realmente una respuesta pues el mismo se lo había confirmado con sus palabras minutos antes al decirle todo eso de que habían tenido una criba difícil y sobre lo de que no deberían preocuparse por Brina- Bran estabas soñando, ¿no puede ser solo imaginaciones tuyas? No parecías dispuesto del todo a iniciar un enfrentamiento ¿no serán tus deseos de evitar una confrontación  Y sino lo es, dime algo que nosotros no deberíamos saber y se supone los de Sendar si...entiéndeme, no es que desconfié, pero me resulta incomprensible que esto pueda pasar, la magia es una cosa ¿pero compartir sueños y vivencias? Eso no puede ser -respondió DL sacudiendo la cabeza rápidamente, solo de pensar que ni siquiera podría tener un sueño tranquilo sin que vete a saber quien hurgara en sus cabezas o compartiera sus pensamientos o sueños con el, le resultaba realmente incomodo. Estaban todos muy nerviosos y con lo ocurrido el día anterior con Marina tal vez el subsconciente de Branniel le jugaba una mala pasada, o algo así, era la única explicación normal que conseguía encontrar. Eso o lo que decía el nublino era verdad, y esa opción era un tanto aterradora. Porque en el caos de que fuera así, quienes le decía a ello que en esa "conexión de pesadillas" la chica de Sendar no hubiese obtenido información de ellos también.

Rápidamente DL comenzó a responder, bastante sorprendido. Sonreí levemente al ver su cara, ciertamente debía estar teniendo problemas para procesarlo todo. Suspirando al ver que no se lo creía, me levanté cansado. Debería indignarme que me tachase casi de loco, pero con todo lo que tenía en ese momento en la cabeza me daba bastante igual. Al pedirme una prueba de lo que había dicho me quedé parado, pensando en algo, hasta que di con la tecla ideal.

-Sólo tengo fragmentos, pero ayer, de alguna forma, los letarguinos y los sendarios acabaron en algún tipo de trampa mágica, con plataformas estrechas, en cada una había un grupo y estaban suspendidos en el vacío -suspiré al recordar difusos momentos de la caída de Brina y Thras al vacío-. Murieron Thras, por parte de los letarguinos, y Brina, por parte de los sendarios, aunque el resto logró salir sin demasiados problemas -«Bueno, relativamente, porque prácticamente todos los momentos que tengo son de gritos»-. Ahora está lloviendo, pero cuando pare, o cuando sea, puedes ir a Letargo y preguntar por una trampa mágica, por Thras, por Brina y por los sendarios. A ver cómo reaccionan.

Saren despertó con la actividad que había a su alrededor. El libro se le había escurrido de las manos durante la noche y había terminado en el suelo, caído de mala manera. El chico se apresuró a recogerlo apartando la manta que lo cubría y se aseguró de que ninguna de las esquinas del tomo estuviera doblada. No era entrada la mañana, pero tampoco era demasiado pronto, y los únicos que parecían estar despiertos eran Bran, DL y Wintel. En ese momento Bran estaba diciéndole algo al foner, y las palabras que soltó terminaron de despejar al idrino. Con un suspiro se puso en pie y se encaminó a la cocina, donde se hizo con dos piezas de fruta mientras escuchaba las palabras de DL.

-No deberías de dudar de él -le dijo al peliblanco mientras lavaba las dos piezas de fruta y ponía rumbo a la puerta del patio, atraído por el sonido de la lluvia-, cree en lo que dice, y no hay traza de mentira o invención en su palabra -añadió, lanzandole una de las piezas de fruta al nublino, tenía pinta de no haber comido nada en horas.

Se apoyó en el marco de la puerta y observó el patio pensativo, perdiéndose en las formas que las gotas de lluvia trazaban en los charcos. La humedad del aire se agradecía, y el chico suspiro algo mas tranquilo, probando con la mano extendida el contacto de la lluvia. Mientras mordisqueaba la fruta, sus ojos se fijaron en el extraño reloj que había en el patio. Hacia tiempo que había deducido que marcaba una cuenta atrás hacia algún tipo de suceso, y ese suceso podría ser aquella Luna Roja de la que tanto se hablaba si se tenían en cuenta los dibujos de las manecillas.

-Quizás no sea tan descabellado eso de compartir pensamientos -comentó para sus compañeros-, esta ciudad es de todo menos normal, y ademas, podría apostar a que la llegada de esa Luna Roja tiene algo que ver con esto -concluyó, señalando el reloj de forma categórica, quedaba poco para la hora señalada.

Los últimos días habían sido difíciles para los habitantes de Maciel, y eso que Ariv no los había vivido en primera persona. Mientras sus compañeros salían a buscar las cestas o a intentar encontrar pistas sobre RR, la niña se había quedado en el torreón. Tras la muerte de YR, había decidido que tenía que mejorar mucho más para poder defenderse en caso de que fuera necesario. El foner había muerto, sí, pero Ariv no estaba dispuesta a consentir que lo mismo le sucediera a ella. Su cosechador la había llevado a la ciudad para que resistiera, le había dado la oportunidad de vivir que los propios sinhadres le habían negado en su día… Y no estaba dispuesta a desaprovecharla. Por ello, se quedó entrenándose con más ahínco que hasta ese momento y estudiando magia. Si se hubiera visto hacía apenas unos meses, no se lo habría creído. La Ariv que había llegado a Rocavarancolia poco a poco dejaba de existir. El cambio se había ido operando paulatinamente, pero, con la muerte de YR, se había hecho más notorio.

En esos ratos que había pasado en el torreón, Ariv se había dado cuenta de que había también otros cambios que se habían operado en ella. A veces, cuando menos se lo esperaba, se quedaba absorta, con la mirada perdida en el infinito, sin ninguna razón. Aquello la inquietaba, en cierto modo. ¿A qué se debía? ¿Qué le estaba ocurriendo? Jamás le había pasado, y ahora… A eso se unió el hecho de que sus ojos se habían ido aclarando. Al principio, como apenas se notaba, pensaba que era cosa de su imaginación. Sin embargo, a medida que los días pasaban, se dio cuenta de que no era cierto. Su mente no le estaba jugando una mala pasada: el color de su iris no era el mismo. No lo comentó con nadie, aunque suponía que se habrían dado cuenta. De todos modos, prefería evitar el asunto en la medida de lo posible.

A ese temor, que apenas dejaba traslucir, se unió el hecho de que sus compañeros lo tuvieron muy difícil esos días. Primero, el asunto de RR; luego, los muchachos del otro torreón… Y, finalmente, la muerte de Marina, la revelación que les había hecho Branniel, el ojo que perdió K. Casi la impresionó más ver la cuenca vacía de su amiga y su rostro lleno de sangre que la muerte de la chica, con la que había tenido muy poca relación. También la discusión que sobrevino después. Jamás había visto a sus compañeros enfrentarse de aquel modo, y no le gustaba. En esos momentos precisamente todos tenían que estar más unidos que nunca, y la rabia lo único que hacía era distanciarlos. Comprendía lo que sentían todos, la frustración, pero seguía pensando lo mismo. De todos modos, no dijo nada. Quizás lo veía de esa forma porque no había estado con ellos en ninguna de las últimas salidas. Se arrepintió, por una parte, de haberse centrado tanto en sí misma. Había sido egoísta en ese sentido. Sin embargo, esas horas que había pasado entrenándose le servirían para no acabar como YR y Marina en el futuro, y eso atenuaba su sentimiento de culpa.

Ese día, se fue a dormir temprano. Tenía mil cosas en la cabeza, cosas que no había vivido pero a las que daba vueltas igual. Al fin y al cabo, lo que les ocurriera a sus compañeros también le afectaba a ella, en mayor o menor grado. Cuando consiguió conciliar el sueño por fin, las cosas empezaron a ir mal.

Tuvo una pesadilla. Pero no una cualquiera, sino una muy vívida, muy real. Ella estaba en un salón de baile, rodeada de sinhadres que la ignoraban como si no existiera. Sus compañeros, subidos a un escenario, estaban concentrados en tocar una música que no podía oír y tampoco le hacían caso. Sólo había un muchacho que se había percatado de su presencia… Alguien que parecía su edeel… Y todo se torció en ese momento.

Despertó sobresaltada, con un grito de horror. Al verse en la seguridad de su cuarto, se llevó una mano a la frente y cerró los ojos para calmarse.

«Sólo ha sido un sueño», se repetía una y otra vez. No obstante, la inquietud que se había instalado en su interior no se iba de ninguna forma. Había sido demasiado real como para tranquilizarse tan rápido. Decidió que lo lograría si se dedicaba a otras cosas que la distrajeran. Por ello, se levantó rápidamente. Cuanto antes se pusiera manos a la obra, mucho mejor.

Bajó las escaleras con el ceño fruncido. Cuando llegó al salón, vio que allí se encontraban Saren, Branniel, Wintel y DL. Intentó poner la mejor cara posible, aunque no sabía si le estaba saliendo bien. Los saludó con un gesto y con un somero “buenos días”. Lo último que había escuchado le había resultado extraño.

—¿Compartir pensamientos? —inquirió—. ¿A qué os referís?

La aparición de Saren confirmandole con su super poder especial de idrino que Branniel no mentía le tranquilizo a inquieto a partes iguales, que no mintiera, y confiaba en la palabra de Saren en ese aspecto, implicaba que todo eso que dijo había pasado realmente y eso le ponía de los nervios. ¿Porque pasaba todo eso?. Estaba pensando en eso cuando apareció Ariv que tenia una sonrisa algo extraña, o al menos eso noto el confundido DL, que no respondió a su pregunta sino que miro a Saren recordando su comentario sobre la Luna.

-Tal vez si, ya lo dije ayer lo que me dijo ese hombre sobre el trasgo- murmuro el foner incomodo mirando a Branniel, lo del día anterior no se borraba de su mente, pensar en el trasgo le hacia pensar automáticamente en Marina y eso le producía ciertas nauseas. Un reacción en cadena- Tu mismo lo dijiste, cuando llega la luna nos transformaremos y si ese sueño es, no se, ¿como un aviso de que esta se acerca? Puede ser, al fin de cuentas últimamente yo también me he notado un poco raro, no se si los demás también se han sentido así...-añadió observando a sus compañeros antes de suspirar y proseguir pasándose la mano por la nuca- Pero para eso aun queda, espero, nuestra prioridad en estos momentos son RR y Timmy, si lo que dice Branniel es cierto...esos chicos del otro torreón tal vez no se merezcan morir bombardeados, si son unos cabrones algunos no lo niego pero no se, ¡estoy confundido!-dijo DL revolviéndose el pelo con ambas manos, tal vez era cierto sentido de lealtad para un compañero, pero aun así desde el principio había sentido cierta inquina por los sendarios pero no al punto de quererlos verlos muertos- No quiero pelear contra ellos, pero tampoco quiero que RR se muera por un ataque kamikaze completamente loco. Sobre Timmy, ya lo escuchasteis ayer, fue el causante de la muerte de YR- añadió endureciendo la mirada y viendo fijamente a sus compañeros suspiro cansado apoyándose ligeramente en la mesa observando a la libense- No quiero ver mas gente muerta, creo que deberíamos intentar hacerle cambiar de opinión o algo así- añadió esperando a saber lo que ellos opinaban al respecto.

Karime despertó confusa. Parpadeó en un intento de ver más de lo que veía en ese momento. Su vista era clara, pero faltaba la perspectiva izquierda de la misma. Aun recostada en lo que parecía ser una superficie dura, pero cómoda, se tocó su ojo izquierdo. Al encontrar su cuenca vacía todo cobró sentido: el trasgo, Marina, la discusión, su desmayo… todo le embotó la cabeza de golpe. Como acto reflejo se llevó la mano la mano derecha a la frente. Unas plumas rozaron su cara. En la muñeca, enrollada en forma de pulsera, llevaba uno de los collares que Wintel solía llevar hechos con plumas de los pájaros que habitaban la cuarta planta del torreón. Lo miró durante algunos minutos, pensando que sería algún tipo de regalo de alianza. Por primera vez desde que estaba en Rocavarancolia, la líbense vió con buenos ojos a nublino. “Solo es un loco más de todos nosotros.” Se dijo y lo buscó con la mirada por la sala. En ella se encontraban DL, Branniel, Saren y Ariv, además del nublino. Cuando la mirada de Wintel se cruzó con la de la morena, esta asintió seriamente como reconocimiento de su regalo y aceptación de su alianza.

Karime, luego de percatarse de que se encontraba encima de la mesa, oyó como algo repiqueteaba sobre el suelo de fuera. “Lluvia.” Pensó y enseguida saltó de la mesa y cogió su arco y su carcaj. Había perdido un ojo y necesitaba despejarse. No miró a nadie ni dijo nada, simplemente salió por la puerta internándose en el espesor de la lluvia. A los 5 segundos ya estaba empapada. Levantó la cabeza con el ojo cerrado y respiró hondo. Al instante soltó una carcajada ante el pensamiento de que su cuenca podría llenarse de agua. Se acercó al pozo y, ante la paradoja de hacerlo lloviendo, sacó un cubo de agua de este. Lo único que hizo fue mirarse reflejada. Su imagen estaba un tanto distorsionada por la lluvia que caía, pero pudo verse la cuenca al detalle. Al parecer, sus compañeros habían dejado atrás sus diferencias y le habían curado el ojo evitándole infecciones.

En ese momento la líbense pensó que a lo mejor no estaba del todo perdido. Ella había sobrevivido, la ciudad le había dado una lección y ella la había aprendido: no subestimarla. Con decisión y apartándose el pelo chorreante de la cara, se dispuso a disparar con su arco. Sabía que podía hacerlo, podía conseguirlo, la pérdida de un ojo no le haría perder su toque. Lo intento una, otra y otra vez, y no hubo ni un acierto. Hasta la séptima no fue capaz de que la flecha se acercara al blanco y solo en la decima consiguió hacer diana. Era deprimente. Karime sabía que si ponía empeño y esfuerzo podría llegar a conseguir aplacar la deficiencia que en ese momento tenía, pero, tal y como había prometido el día anterior, se iría del torreón. En ese momento no era más que una carga y, después de la discusión del día anterior, no la querrían ver ni en pintura. La líbense sabía que por orgullo había dicho cosas que no pensaba y también sabía que se había sentido profundamente ofendida cuando la habían tratado de suicida y loca. “No soy suicida, soy valiente. No huyo cuando se trata de salvar a un compañero y no me asusta pelear.” Se recordó, reafirmándose en sus principios. Se iría del torreón, dejaría de ser una carga para sus compañeros, aprendería y mejoraría y les demostraría que hasta tuerta puede cumplir su función. “Les demostraré lo que soy.”

Empapada de pies a cabeza, entró en el torreón y sus ojos se toparon por primera vez directamente con Branniel. El nublino había sido el más cercano a Marina y ella no había podido salvarla. Se merecía unas palabras por su parte.

- Branniel.- lo llamó mirándole fijamente.- Ella no sufrió.- le dijo, echando una rápida mirada a DL para que no la desmintiera. Él no tenía por qué saber la verdad y la mentira le ayudaría en su dolor.- Marina no sufrió. Fue todo muy rápido. Ahora estará con los grandes felinos a los que pertenece.

Al terminar y sin mirar a nadie, Karime subió las escaleras del torreón rumbo a su habitación. Era hora de prepararse para la partida. Y apenas acababa de entrar a su habitación cuando alguien tocó la puerta.

Agradecí la ayuda verbal de Saren, que pronto me lanzó una fruta. Volví a recordar el sueño, pero decidiendo que no podía dejar que una pesadilla me matase de hambre, comencé a pegarle pequeños mordiscos a la fruta. Por un momento temí no ser capaz de comerla, pero reprimí los recuerdos y comencé a darle pequeños bocados.

En ese momento bajó Ariv. Preguntó acerca de lo último que había dicho Saren, y pensé que alguien iba a decorle lo de mi sueño .«Maldita sea, no, no quería que nadie lo supiese y ahora... Bien, te has lucido, ya lo va a saber medio torreón». Por suerte, DL cambió de tema, llevándonos al terreno que ahora debíamos solucionar: RR y Timmy.

Ese momento fue el que decidió Karime para levantarse. Todos nos quedamos callados, sin duda recordando la discusión a gritos entre ella y Shizel. Al ver su cuenca no pude sino apartar la mirada, pensando en lo horrible que era esa mutilación, más todavía para alguien como ella, que manejaba el arco. Se internó en el patio, como había hecho yo al amanecer. Tras un momento, miré a DL.

—No estoy para nada de acuerdo con una guerra contra Sendar, y eso ya es bastante evidente. Por mi parte, intentemos convencer a RR de desistir en su plan, dejando claro lo que hará cada uno si sigue con su guerra. En cuanto a Timmy, ha incendiado el torreón y ha matado a uno de los nuestros, así que más le vale que se mantenga alejado.

Me giré, mirando distraidamente hacia el patio, justo en el momento en el que Karime entró. No me esperaba sus palabras, y noté cómo se formaba un nudo en mi garganta. No sabía si era verdad lo que decía, aunque esperaba que realmente lo fuese, pero sabía apreciar el hecho de que me lo dijese. Cuando ya casi llegaba a las escaleras, pude decir algo.

—Gracias, Karime. Yo... Te lo agradezco. De verdad.

Shizel despertó en mitad de un ataque de pánico, respirando con tal violencia que le dolía la garganta. Se incorporó bruscamente, y se dio cuenta de que había estado dando golpes en sueños a la pared como si se tratase de su prisión de hielo, tratando de romperla.
El túnel de la playa había sido soportable, pero los estímulos (reales, demasiado reales) del sueño habían sido demasiado y su claustrofobia finalmente había dicho basta. Se dio cuenta de que estaba hiperventilando, y de que si seguía podía desmayarse por falta de aire.

Enterró la cabeza entre las manos y se concentró en los ejercicios de respiración que le había enseñado uno de los doctores que no había resultado ser un completo imbécil. Tararear, hablar solo en voz alta, murmurar un hechizo: cualquier cosa servía mientras le requiriese regularizar su respiración.
Pasó un lapso de tiempo indefinido hasta que sintió que su cuerpo volvía a su ritmo normal. Se incorporó entonces con pesadez. La lluvia, que en otra ocasión le habría ilusionado como a un niño pequeño después de meses en aquel secarral, ahora apenas le despertó una mueca. Iba a abrir la ventana para respirar el aire familiarmente húmedo cuando se le vino todo de golpe a la cabeza con la claridad que le había faltado antes.

El día anterior Timmy había admitido ser el culpable del incendio. Marina había muerto. Él había perdido los nervios y había empezado a vociferar delante de todo el mundo. Karime estaba tuerta, se había desmayado y probablemente ahora les odiara a todos. No había instalado ninguna de las defensas que tenía planeadas. Tenía que hacerlo y contarles lo de RR, más enterarse de qué había sucedido el día anterior con los sendarios.
Recordó todo eso, y se volvió a sentar.
"Es demasiada mierda junta", pensó con desánimo.

En su mente fue tomando forma el peor desenlace posible. RR y Timmy acabarían cometiendo un descuido y reventarían en pedazos. Karime se marcharía y probablemente intentara ayudarles en su cruzada suicida, y en Maciel quedaría un grupo aún más fragmentado de lo que ya estaban, mirándose de reojo unos a otros preguntándose quién sería el siguiente en morir o acabar mutilado.
Shizel sintió la tentación de volver a la cama y echarse a dormir hasta que la situación se hubiese solucionado. Sin embargo no era lo bastante ingenuo para no saber que si no bajaba él acabaría por subir alguien a buscarle, y que le encontrasen en plena crisis de confianza en sí mismo era algo por lo que su maltrecho orgullo sí que no estaba dispuesto a pasar.

Salió del cuarto, pero cuando llegó a las escaleras y escuchó voces se paró a escuchar. Hablaban de RR y de algo más cuyo sentido no llegó a desentrañar. Pero sí notaba el desánimo en la mayoría de las voces, y por alguna razón se le cerró el estómago con algo muy parecido a la angustia.

En ese momento Shizel tomó una decisión casi sin darse cuenta. Apretó los dientes con tozudez y dio la vuelta sobre sus talones, dando la espalda a la escalera y avanzando por el pasillo en su lugar. Finalmente se detuvo frente a una puerta entreabierta.
Oyó barullo dentro y sabía que Ariv estaba abajo: había oído su voz. No le sorprendió: con ojo o sin él Karime era incapaz de estarse quieta.
Llamó a la puerta y apoyó el hombro en el quicio, clavando la vista en la escalera porque de alguna manera así le resultaba más fácil.

-Karime- dijo a media voz-. Tengo que hablar contigo. 
Esperó, siendo plenamente consciente de que la libense estaba a tiempo de asomar la cabeza por la puerta y propinarle un puñetazo. Una respuesta del orden de "éste es un país libre" fue todo lo que obtuvo sin embargo, lo que Shizel decidió tomar como una afirmativa.
-Mira, lo de ayer no puede seguir- dijo sin moverse aún del sitio, sin andarse con rodeos por una vez-. Los dos dijimos cosas fuera de lugar, y se nos fue de las manos. Arreglémoslo, ¿quieres?- no pudo evitar que se le colara un poco de resentimiento. No le parecía justo tener que ser él el que intentase arreglar las cosas primero.

Karime ya había sacado las bolsas de tela que le había hecho Aleksei con la intención de llenarla de sus escasas pertenencias cuando Shizel pidió permiso para entrar. La líbense solo se limitó a murmurar “Este es un país libre.” Sin dejar de recoger sus cosas. La líbense escuchó lo que el idrino quería decirle, aunque no le miró, aunque ella había asimilado la pérdida del ojo como una herida de guerra más, una prueba de su aprendizaje, era consciente que para sus compañeros podría resultar desagradable incluso repulsivo ver su cuenca vacía. A ella le solían gustar hasta ver atractivas las heridas de guerra, pero creía que sus compañeros no iban a opinar lo mismo. “¿Les daré asco?” se preguntó de repente, pero rápidamente apartó esa pregunta de su mente y puso atención a Shizel.

- Por alguna razón, vosotros creéis que soy una suicida que no piensa.- comenzó a decir, todavía mirando la cama donde estaba dejando las cosas.- Creéis que os infravaloro y que me creo superior, pero sois vosotros los que me miráis por encima del hombro. Puede que en mi mundo a los hombres no se les valore tanto como a las mujeres, pero yo sé valorar a un hombre que es capaz de darme guerra. Me gusta. Los hombres cobardes y sumisos son aburridos y para mí no valen nada, pero en cambio Saren, DL, RR, Branniel, tú,… incluso Wintel, quien lo diría. Me habéis demostrado que seríais unas estupendas mujeres y por eso os valoro como hombres. No soy suicida, se reconocer una causa perdida, pero nunca dejo a mis compañeros en el camino. Esperaba de vosotros que me valorarais de la misma manera que yo hacía y hago con vosotros. Puede que haya cometido algunos errores desde que estoy aquí, como todos, no soy perfecta y vosotros tampoco, pero no me pienso arrepentir de haberme quedado a intentar salvar a Marina, como hubiera hecho con cualquiera de vosotros. Puede que lo inteligente hubiera sido huir, como hizo Aleksei, pero la cobardía no es algo que valore.- durante unos segundos se quedó callada.- Además ella confiaba en mi, aunque el rescate fuera imposible tenía que intentarlo.- En ese momento, cogió la tira de tela que había estado cortando, se la puso alrededor de la cabeza tapando la cuenca vacía y le miró por primera vez a los ojos.- Tú y yo debíamos proteger a todos. Tú eres la magia y yo la fuerza. Pero no lo hemos sabido hacer conjuntamente. Ahora me he vuelto una inútil. He de volver a aprenderlo todo desde cero y lo menos que necesitáis ahora es una carga.- volvió su cara de nuevo a sus pertenencias y comenzó a meterlas en la bolsa.- Por cierto, gracias por la cura.

Saren atendió a las palabras del foner, pero antes de pudiera darle una respuesta K despertó. La chica no dijo nada, y se limitó a salir al patio sin mas, acercándose al pozo. Desde su posición en el marco de la puerta, el norteño pudo observar las evoluciones de la chica en el patio, pero no supo en ningun momento en que andaba pensando. Las palabras de Bran le llegaron algo amortiguadas por el sonido de la lluvia, pero las entendió perfectamente. Cuando K pasó de nuevo junto a él, completamente empapada, y se dirigió a Bran, el idrino supo intuir que la muchacha mantenía firme la decisión de irse.

Saren no sabía que decir, y antes de que pudiera decidirse a hablar, la muchacha desapareció escaleras arriba, por lo que el chico se prometió que trataría de convencerla antes de que partiera. Por el momento volvió a la conversación, ofreciendo su opinión mientras hurgaba distraído en sus bolsillos.

-El pelirrojo es un tarado, pero no tengo nada contra él, en cierta manera me cae bien -dijo sobre RR en tono neutro-. Por otro lado no pienso arriesgarme en una guerra inútil contra nuestros vecinos, una guerra que si me preguntáis a mi no tiene sentido alguno, solo responde a la sed de sangre de esos dos; si sigue adelante con la idea me dedicaré simplemente a la defensa de nuestro torreón. Sobre Timmy no tengo nada especial que decir, si vuelve a pisar esta estancia no serán palabras lo que le lance -concluyó en tono serio y rotundo. Una afirmación norteña no se debía tomar a la ligera.

Mientras hurgaba en los bolsillos del abrigo, sus dedos había tropezado con un trozo de cuero de color negro, y mientras le daba vueltas distraídamente, una idea fue tomando forma en su cabeza. El chico se sentó a la mesa y con ayuda de una daga afilada empezó a cortar el cuero siguiendo un patrón mental. Poco a poco aquello en lo que el norteño trabajaba fue tomando forma entre sus manos, estaba haciendo un parche para la libense.

En algún momento de la diatriba de Karime Shizel había vuelto la mirada hacia la puerta, vacilante. Tras un instante de duda había empujado la hoja con suavidad, sin dar más que un par de pasos hacia el interior. Desde allí escuchó el resto, sintiendo que la desesperación iba calando poco a poco en él.

-No te niego que la decisión de salir me sigue pareciendo malísima- masculló llevándose una mano a la frente-. Pero una suicida no se molesta en defender a nadie. Si te digo la verdad ya no sé qué pensar, Ka- admitió con un profundo suspiro. Estaba cansado de tratar de averiguar quién tenía la culpa y quién no. Sólo quería que todo volviese a ser sencillo.
A él no le había parecido mal que Karime tratase de recuperar a Marina mientras aún estaban a tiempo. Lo que le había sacado de quicio era que se había quedado incluso cuando la varmana ya había muerto, arriesgándose a que el grupo entero, ella incluida, acabase como cadáver.
¿Qué habría hecho él en su lugar? 
"Levantar una puta barrera", oyó su propia voz apenas horas atrás. "Haceros levitar. Cualquier cosa en lugar de quedarme a defender tres cadáveres en lugar de uno."
¿No era acaso lo mismo?

Le entraron de repente unas enormes y absurdas ganas de echarse a reír. "Somos gilipollas", pensó. "Los dos."
-Sí, lo hemos intentado, cada uno por su cuenta, y ya ves cómo ha salido todo- soltó una risotada sin humor-. ¿Qué te hace pensar que si te vas las cosas van a mejorar?
"No puedo con todo yo solo", pensó. El mero hecho de expresarlo, aunque no fuese en voz alta, pareció quitarle un peso de encima. RR e Yrio por un lado, Maciel por otro: había pretendido mantener indefinidamente el ritmo de estar en todas partes a la vez. Debería haber estado agradecido de que hubiera pasado algo ahora: si no quizá algún día los macieleros habrían activado el aparato de alarma, sólo para descubrir que él estaba demasiado lejos, o demasiado agotado en magia, como para llegar a tiempo.

-¿Qué vas a hacer ahí fuera?- le preguntó a media voz desde el umbral de la puerta, sin desviar la mirada que le estaba dirigiendo la libense-. ¿Qué vas a hacer si la próxima vez pierdes otro ojo, y nadie está ahí para curarte?
"¿Y qué vamos a hacer nosotros cuando encontremos tu cadáver por alguna parte?"

Karime paró de meter cosas en la bolsa y se sentó en la cama mirándole fijamente.

- No sé si las cosas sin mi irán mejor o peor.- comenzó.- No nos vamos a engañar, mi yo interno me grita que sin mí no sobreviviréis ni un día, pero ambos sabemos que eso es mentira. Parece que yo ya no aporto nada al grupo y además soy solo una carga. Y por mí no os preocupéis, seré más precavida, sé cuidar de mi o, al menos, sabía. No creo que lo haya olvidado.- Se quedó mirando al idrino por unos minutos antes de preguntar.- ¿Quieres que me quede, Shiz? ¿Eso es lo que quieres? Dime, ¿por qué os voy a cargar con una invalida a la que resulta desagradable mirar a la cara? No sé a dónde iré ni que haré, solo sé que voy a volver a ser la de antes. Puedo hacerlo aquí o en la otra punta de la ciudad, pero no puedo quedarme en un lugar donde no me quieren.- de repente, cambió su tono a algo más alegre.- ¿Habéis conservado mi ojo? Quería dejároslo aquí, sería mi forma de echaros un ojo.- bromeó aunque no se rió.

Shizel se dio cuenta de que estaba contra las cuerdas. Karime estaba decidida a irse, y si lo hacía pondría algo desastroso en marcha.
"Estoy harto de que la gente se muera", pensó con rabia. "Y de que se marche."

-Ayer...- empezó, sin mirar a la libense-. Llevaba horas esperándoos, no sabía si salir a buscaros porque aún no habíais activado el cacharro de alarma. Y cuando os vi entrar por la puerta y cómo veníais... Me asusté, ¿vale?- reconoció con mucho esfuerzo. Una parte de sí mismo se encrespaba ante lo que estaba diciendo, como si estuviera cometiendo un tremendo error al dejar un flanco tan abierto-. Cuando me contasteis lo que había pasado y me di cuenta de que lo único que había evitado que no volvierais ninguno era un golpe de suerte, un maldito desconocido que pasaba por allí... Perdí los nervios.
>>Fue horrible verte volver con media cara menos- dijo con sinceridad-. Pero fue peor pensar que quizá podría haberlo evitado de estar allí.

-Pero me he dado cuenta de que no funciona así- hizo un gesto de cabeza en dirección a las escaleras, de donde llegaban flotando tenuemente las voces de sus compañeros-. No son mascotas a las que podemos sacar de paseo sólo si estamos pendientes para que no les pase nada- puso los ojos en blanco-. Aunque a veces me gustaría que lo fueran porque no paran quietos. Son... somos- corrigió- un grupo. Ni tú ni yo podemos hacerlo todo, y creo que eso se nos ha olvidado. A los dos- admitió con cierto esfuerzo-. Y en un grupo nadie es una carga, Ka- dijo mirándola directamente-. No te queremos aquí sólo por tu arco. Si bajas con esa bolsa para marcharte ten por seguro que no te dejarán.

"DL lo sabía", pensó. "Da pena que el furcio del torreón medio cayéndose de sueño diga cosas que tendríamos que saber solitos."

-Podemos volver a intentarlo- dijo poniendo sus últimas cartas sobre la mesa-. Ni tú ni yo, sino todos juntos. No morirá nadie más- dijo con fiereza-. Sólo tenemos que aprender a apoyarnos unos en otros. 

Escuchó en silencio su pregunta y tuvo que hacer un esfuerzo para condensar todos los rodeos que pretendía decir en una sola palabra. Se sentó a su lado y la cogió del hombro para obligarla a mirarle con el ojo sano.
-Sí- dijo con sencillez-. Quiero que te quedes.

Karime no pudo impedir que su acto reflejo ante aquel discurso fuera abrazar al idrino. Ni siquiera quiso evitarlo y el abrazo se prolongó unos segundos. Al soltarlo, le dedicó una sonrisa que, gracias al pañuelo que tapaba su cuenca vacía, no quedaba tan grotesca como debería. Su apariencia era de salvaje e indomable, amenazante, pero sexy. A pesar de la pérdida del ojo, su belleza líbense no se había mermado ni un ápice.

- Perlita, yo también me asusté cuando vi que te habías ido sin avisar.- le confesó de buen humor gracias al discurso del idrino.- Tenía que ir a ayudaros. Ya ves, literalmente, daría un ojo por hacerlo.- rió.- Y tienes razón. No solo somos tu y yo. Puede que sea verdad que la mayoría de nosotros estemos locos, por no decir todos, pero somos un grupo. Un grupo de dementes sin remedio, pero un grupo.- cayó durante unos segundos para luego seguir.- Sé que no me dejaríais irme. Aunque lo decía en serio en el fondo esperaba que no me lo permitierais. Aunque no empezamos con bueno pie, culpa de mi especial forma de ser, habéis terminado siendo unos grandes amigos y no suelo dejar a mis amigos en la estacada. No quería irme. ¡y por todos los felinos, no lo voy a hacer! Necesitáis una mujer para que os enderece y Ariv es demasiado blanda.- bromeó entre risas.

Una vez arregladas sus diferencias, bajaron al piso de abajo y se sentaron con el resto del grupo. Karime anunció con una sonrisa que iba a quedarse y subrayó su anuncio con una advertencia. “Vais a tener mi ojo siempre encima vuestro. No os vais a librar de mi tan fácilmente.”