Torreón Maciel (Archivo IV)

Recuerdo del primer mensaje :

El paseo terminó frente a un edificio de piedra azulada. En el pasado debía de haber tenido cuatro plantas, pero ahora, el edificio estaba coronado por el esqueleto de algún animal marino. El idrino se quedo mirando la estructura, bastante asombrado. Su mirada se posó en una de las cadenas rotas del puente levadizo, y supuso que si hacían de aquel lugar su refugio, habría que arreglarla de alguna manera. El norteño comprobó la estabilidad del puente, y lo atravesó a paso rápido, llegando hasta las puertas, que para su sorpresa, estaban entreabiertas.

Saren entró en el edificio el primero, y mientras recorría el corredor que daba a la planta baja observando las pintadas de los muros en silencio, sus compañeros entraron detrás de él, cerrando las puertas cuando el último miembro del grupo estuvo dentro. El idrino se encontró en una gran estancia que, debido al aire enrarecido y por la capa de polvo intacta, debía de llevar abandonada varias semanas. Una mesa grande, unas cuantas sillas, y varios sillones bastante raídos, eran el principal mobiliario de aquella planta. A un lado de la estancia había una cocina, con una pequeña encimera, un horno de leña, y varios fogones de hierro, ademas de unos armarios de madera, que supuso llenos de algunos cacharros y bastantes telarañas.

Saren dejo la cesta que llevaba en la encimera, y se encaminó a las escaleras, dispuesto a ver que había arriba. No tardó en recorrer las dos plantas superiores, bajando para informar que en la segunda había una especie de estudio con estanterías vacías y un cuarto con barreños de latón para asearse; y que en la tercera había varios cuartos comunales con unas cuantas camas de aspecto cochambroso. No había subido al piso ocupado por el gran esqueleto, pero informo de que había oído algún que otro aleteo a través del techo de la tercera planta. Había baúles y armarios en as habitaciones, pero no había mirado dentro. Un patio de suelo empedrado, en cuyo centro se alzaba la estatua de un pájaro negro con un gran reloj bastante raro a sus pies, completaba el edificio. En él, había un pozo y al fondo, varios retretes.

-Bueno, yo tengo bastante hambre, así que si adecentáis un poco esa mesa -dijo señalándola, tras informar de sus descubrimientos-, yo me pondré con la cena.

El norteño se acercó a la cocina y busco algo para encender la cocina. Encontró una pila bastante escueta, pero suficiente por el momento, de leños polvorientos, que cogió y colocó en el hueco de piedra bajo los fogones. El norteño sacó un poco de yesca, con la que prendió la madera, paradespués cerrar la pequeña puerta de hierro que protegía el fuego. Mientras la cocina se calentaba, Saren procedió a buscar varios cacharros adecuados para cocinar, y unos cuantos platos y cubiertos que dejo a mano para aquel que pusiera la mesa. Les quitó el polvo, y salió al patio a por un poco de agua.

Saren se quitó los mitones y los guardó en uno de los bolsillos del abrigo, que colgó de un gancho en la pared, para cocinar mas cómodo. Se lavó las manos con un poco del agua que había traído y se arremangó la camisola oscura. Sacó algo de carne cruda y unas verduras de las cestas, y lo limpió todo con el agua del pozo que le quedaba, mientras ponía a calentar un par de cacerolas con un poco de la propia grasilla de la carne, esperando que se derritiera. Cuando tuvo los ingredientes listos, preparó un salteado con las verduras, mientras la carne se tostaba en dados con unas pocas hojas rojizas que había encontrado en la cesta. Apartó las cacerolas del fuego, antes de que la verdura se pasara y la carne se hiciera por el centro, y preparo esta última en una bandeja, para meter el recipiente en la pequeña cavidad al lado del fuego que hacia las veces de horno.

Unos minutos después saco la carne del horno y la puso junto con las verduras en una gran fuente, mientras un sabroso olor se extendía por el edificio. El exterior de la carne estaba algo mas churruscante por el asado. En bastante poco tiempo, Saren, haciendo gala de su talento para la cocina, había preparado un plato delicioso con un aroma casero, que algunos de sus compañeros desconocían, y que venía perfecto para reponer fuerzas. Unas piezas de fruta completaban el menú.

-La cena esta lista-anunció con una sonrisa, siempre le había gustado comer bien.

Escucharle decir tanta incoherencia junta empezaba a divertirle más a cada momento, la líbense tenía una personalidad carismática y divertida, algo pervertida también peor lo mejor de todo es que se podía tratar con ella de cualquier absurdez y juguetear como si fuesen críos un momento y adultos en otro sin muchos problemas. Se echo a reír cuando la escucho amenazarle mirándolo con una ceja alzada.

-¿Qué vas hacerme? ¿Violarme?- pregunto divertido, cogiéndole un poco por sorpresa, cuando lo tumbo en la cama y se sentó sobre su pelvis, tan repentinamente que le provoco un jadeo involuntario- Oye…que era una broma - añadió entre curioso y entretenido al verla sobre él, mas cuando le agarro las muñecas por sobre su cabeza para inmovilizarlo, literalmente. Porque hizo un intento de soltarse sin mucho éxito, lo cual era un poco patético a decir verdad, pero no le dio muchas vueltas, tampoco es que se quejara de la posición precisamente, tenía unas inmejorables vistas. Vistas que fueron interrumpidas momentáneamente ante el estremecimiento que le recorrió al contacto de la cálida lengua de la líbense sobre su pecho cubierto en nata. Ese estremecimiento dio paso a un calor creciente, partiendo de aquellas partes de su torso que Karime lamia, sin poder dejar de observarle ante la excitante y magnifica vista que la chica le proporcionaba.

-Tenéis una forma muy entretenida de tomar los postres en tu mundo- murmuro en un suave jadeo, moviéndose estremeciéndose involuntariamente, ante las cosquillas que comenzaba a sentir. Observándola con expresión juguetona, mordiéndose los labios para evitar dejar escapar alguna que otra risa, pues su cuerpo traicionero, le provocaba corrientes de calor a la vez que cosquillas. No contento con ser estar ahí sin hacer nada, se incorporo lo máximo que puso moviendo sus piernas bajo el cuerpo de Karime para empujarla contra su pecho, aprovechando la cercanía para pegarle un mordisco en el cuello y lamerlo con diversión, sintiendo el pecho de la líbense contra su torso dándole un calor agobiante que recorría cada centímetro del cuerpo. Saliendo el trance en que Karime lo tenía metido con sus toques, cuando noto movimiento desde la puerto, logrando ver por un hueco entre los brazos de Karime a un boquiabierto RR que salió prácticamente disparado el cuarto, alzo una ceja pero no le dio mayor importancia. A esas alturas la privacidad en el torreón era nula, más entretenido en recorrer con su lengua el cuello de K, lamiendo la nata que se haba escurrido por su piel minutos antes, saboreandola.

-¡Gracias!- se las arregló para pronunciar Shizel mientras masticaba felizmente. Le devolvió una sonrisa breve a Alder antes de seguir comiendo: no era la que utilizaba constantemente como un elemento más de su habla, sino de las pocas que había esbozado con verdadera sinceridad no desde que había llegado a Rocavarancolia, sino desde bastante antes. Durante aquel breve instante aquel lugar parecía un poquito mejor que su casa.
No obstante se le escapó una mueca de descontento cuando Alder le contó que aquello podría ser cosa de una sola vez: ya había empezado a hacerse ilusiones de volver a desayunar en condiciones todos los días.

Ensimismado como estaba dando buena cuenta del desayuno tardó aún un rato en volver la vista sobre la sinhadre; el justo en que tardó en quedarse saciado. Cuando lo hizo captó algo de refilón y eso le hizo dejar a un lado la gula y mirarla con más atención.

Cuando mentían demasiado descaradamente sus compañeros chirriaban a la vista: sus palabras decían una cosa y su cuerpo otra completamente distinta. El choque era visualmente tan agudo que si Shizel trataba de seguir demasiado tiempo el hilo de ambas cosas a la vez empezaba a sentir el principio de una migraña. Solía compararlo con tratar de leer dos páginas de un libro al mismo tiempo.
Ocultar información no era lo mismo. No daba dolor de cabeza, sólo era un poco confuso. No obstante no era el caso de Alder: el interés que captó brevemente en su mirada dejaba un mensaje bastante claro.

Divertido, le sostuvo la mirada a propósito esbozando una media sonrisa alentadora, bastante halagado en su fuero interno. Quizá no fuese a cuento de él, pero qué demonios, no había nadie más en la habitación en ese momento.
Una parte de el no podía evitar pensar satisfecha "ya era hora". Todos aquellos días fuera de Idris no había habido eventos sociales, ni reuniones entre amigos, fiestas, ni nada de nada... Nadie que le mirase con interés, invitación o que le diese señales sutiles de que deseaba una breve "charla a solas" con él. Estaba acostumbrado a no tener problemas en ese sentido y en un rinconcito subconsciente de su mente había empezado con el tiempo a sentirse inseguro a medida que pasaba el tiempo en Maciel y nada pasaba. Su ego, en otros aspectos bastante sano, agradeció aquel indicio tranquilizador en ese aspecto.

Cuando estaba a punto de iniciar un tanteo al respecto un alboroto arriba le informó de que buena parte del torreón se hallaba ya despierto, concretamente RR buscándole por alguna clase de zarandaja. Suspiró postergando definitivamente sus planes: a aquellas alturas se veía yendo a la Biblioteca antes de comer.
-Qué quieres- empezó a preguntar en voz alta, pero se interrumpió a mitad de frase dado que el mismo foner se reunió con ellos en el salón. Traía cara de muerto en vida y a Shizel se le olvidó momentáneamente lo que había ocupado sus pensamientos segundos atrás.
-¿RR? ¿Qué pasa?- preguntó un tanto alarmado. No creía que se hubiese colado nada peligroso arriba: de ser así el primer indicio sonoro que habrían recibido del foner habría sido el de un tiroteo y no unas simples voces. Pero aún así parecía bastante traumatizado.

La libense rió congratulada por las reacciones que estaba generando en DL. En un principio, no pretendía que la entrega de dulces acabara así, pero las cosas habían dado un giro inesperado y Karime no era quién para quejarse de la situación que se estaba desarrollando. “Me mentiría a mi misma si dijera que ni lo deseo ni lo necesito.” Se dijo mientras terminaba de lamer el pecho del foner.

Ka ronroneó cuando DL comenzó a prestarle atención a su cuello y no se dio cuenta de la intromisión hasta que RR estuvo mirándolos con la boca abierta de par en par y los otros dos que dormían en la habitación se revolvieron inquietos, los gritos del foner les habían despertado.

- Ey, Pelirrojo, ¿vienes a por algo más de dulce? Todavía queda un poco en mi cuello.- le dijo al foner de casta roja mientras el de casta amarilla seguía lamiéndole. RR no pareció escucharla, ya que salió disparado sin decir una sola palabra.- Bueno, él se lo pierde.- fue simplemente lo que dijo la libense, antes de hacer un amago de centrarse de nuevo en la persona que tenía entre sus piernas, pero el movimiento de al lado le llamo la atención.

Los otros dos habían despertado. El primero en hacerlo fue Aleksei, al que Karime echó con una mirada amenazante y un simple “Largo.” A Saren no hizo falta decirle nada. El idrino se levantó confuso y parecía de mal humor. Salió de la habitación furioso y dando un portazo sin que Ka tuviera tiempo a decir nada. Aunque tampoco le importó. La libense estaba tan centrada en lo que estaba ocurriendo que poco le importó quien entrara o dejara de entrar. “Mientras no molesten.” Pensó inmersa en los placeres que sentía.

- ¿Morder? Así que te gusta morder, ¿eh?- preguntó con un susurro en el oído del foner para luego lamérselo y comenzar a morderle por el lóbulo de la oreja y comenzar el recorrido por el cuello para llegar al pecho y seguir bajando.

Al toparse con la cinturilla de su pantalón, la libense vió necesaria la ayuda de sus manos para seguir con la tarea, por lo que soltó las del foner con una mirada amenazante que claramente decía “No te muevas.” Y comenzó a bajarle los pantalones y los calzoncillos con sus manos y su boca, mordisqueando a su camino cada parte descubierta de la piel del foner. Una vez este estuvo completamente desnudo, Karime volvió a sujetar sus muñecas sobre su cabeza para observarlo de arriba abajo, sin permitir que el foner la tocara y relamiéndose los labios durante algunos segundos ante la imagen expectante que tenía bajo ella. “Esto promete. Nada que envidiar a los hombres de mi tierra.” Pensó para si pícaramente.

Karime volvió a inmovilizarlo sentándose sobre él y sin soltarle las manos y comenzó a morder, lamer y besar cuanto trozo de piel veía del foner. Cara, cuello, brazos, pecho,… no se dejó ni un milímetro, excepto los labios, los cuales ni siquiera rozo. Karime gozaba con las reacciones de DL casi tanto como con sus mordiscos y lametazos. Los movimiento de la libense, tan felinos y fluidos, habían evitado que DL se percatara de que esta se estaba quitando la única ropa que llevaba mientras le mordía. El foner no supo en qué momento habían desaparecido los pantalones de su compañera cuando por fin se percató de que no los llevaba.

Spoiler:

No prestaba mucha atención a su alrededor más entretenido en recorrer con su lengua y sus dientes la piel tersa del cuello de la líbense. Apenas se percato por el rabillo del ojo como Aleksei y Saren salían de la habitación, cosa que agradeció a pesar de no haberles dado mucha importancia de tenerlos allí, prefería cierta privacidad. Así podrían hacer lo que quisieran sin tener que preocuparse de ser interrumpidos. Sonrió maliciosamente sobre su cuello.

-Algo así,…aunque que no sientas dolor es una lástima- murmuro repartiendo mordiscos por el cuello de Karime hasta su oreja, soltando un jadeo al sentir la caliente lengua de la líbense en su oreja y bajando por su pecho provocando estremecimientos placenteros y que el calor aumentara, su piel se erizaba ante los excitantes movimientos de Karime sobre su cuerpo, sin despegar la mirada de esta relamiéndose con deleite. Sonrió juguetonamente sintiendo una presión molesta en el pantalón, sonriendo de forma inocente cuando Karime le soltó con esa mirada amenazante, que lejos de molestarle excito aun más.

Podía moverse pero no lo hizo, observando los movimientos de esta tan juguetones e incitadores, ante esa prohibición a que la tocase que podría fácilmente rechazar libre como estaba, pero rompería el juego cosa que no deseaba en lo más mínimo. No tardo en verse agarrado de nuevo, completamente desnudo observando el rostro de la chica y su cuerpo bien proporcionado con autentico placer. Inmóvil, sintiendo un calor bastante asfixiante y excitación molesta pero placentera, con Karime sobre su cuerpo y viéndole de esa forma. Se trataba de un juego cruel y perverso, pero del que no se quejaba en lo más mínimo, le sonrió con cierto juego aprovechando la cercanía de la líbense para lamer su barbilla y morderla con expresión falsamente inocente.

Spoiler:

RR tardó unos instantes en percatarse de que Shizel estaba a su lado. Poco a poco, el foner fue recordando sus proyectos, aunque aún en shock por la imagen de la habitación.

-Graba una runa de presión, aquí una de almacenamiento, y en el catalejo una de luz.- dijo tomando el rifle y señalando los lugares donde debía situar los símbolos mágicos, aún con la mirada en el infinito y sin posar sus ojos en su interlocutor. Luego, tomando las cacerolas que había estado usando como fuente de hojalata y su libreta, continuó la explicación.- Después, dales esta forma a los recortes de metal, ya sabes, como de botella, pero antes tienes que grabar en el interior de cada uno una runa explosiva: en el culo, para ser exactos. Y ten en cuenta que la boca tiene que tener el diámetro suficiente como para que esto…-comentó mientras sacaba una de las flechas del carcaj que había conseguido abajo y le cortaba el cabezal con unos alicates- quepa sin problemas. Que te cunda.

Tras decir esto, se levantó pesadamente y se retiró escaleras arriba hasta su habitación, dónde se encerró echando el “pestillo” (pues así había decidido llamar a la trampa que atravesaba a las visitas indeseadas) tras de él. Se sentó en su cama y, tras ponerse los cascos de su casi olvidado reproductor de música, comenzó a mirar las piedras que componían la pared de enfrente como si intentara ver qué había más allá. En su pipa ardían lentamente sus reservas de psicotrópicos, y su mente decidió emprender un viaje filosófico más allá de aquella fétida madriguera sin techo en la que se hallaba encerrado con todo aquel puñado de alienígenas lujuriosos y medio lobotomizados.

Mientras la pared comenzaba a cambiar de colores y formas, RR comenzó a darle vueltas a lo que acababa de ver en la habitación de al lado. Sabía que estaba consternado, pero no tenía muy claro por qué. En un primer momento, había creído que se debía al hecho de que DL callera en las redes de un alien sexista sólo por… por… bueno, por tener pechos. A parte de estar apoyando sus absurdas teorías de inferioridad masculina pensando con la polla, el amarillo estaba cayendo en una irresponsabilidad temeraria apareándose con K. Por lo que él sabía, en el mundo del que ella venía perfectamente podrían considerar rutinario comerse al macho una vez acabada la cópula, o castrarlo con una inesperada aunque probable dentadura vaginal. Sólo esperaba que cuando le descuartizara le viniera a la cabeza su cara de cabreo con un “Te lo dije, cabronazo” en los labios.

Pero cuando las rocas comenzaron a tomar un tono fucsia chillón, lo comprendió. Realmente lo que le había jodido era no ser él.

El tiempo transcurrido en aquella ciudad de mala muerte lo había pasado comprobando que todo lo que los rodeaba no mordiera, les disparara o explotara, intentando sobrevivir y que sus compañeros sobrevivieran con él. Bueno, vale, quizá (sólo quizá) su pellejo había estado más arriba en el orden de prioridades, pero aquello repercutía positivamente en el de los demás: Cuanto más tiempo siguiera él vivo, más podría proteger a los demás; de forma colateral, pero protegiéndolos igualmente.
Todo aquello había conllevado, cómo no, cierto grado de asocialidad por su parte. Pero cualquiera con dos dedos de frente podía entender el motivo. ¿Qué clase de hombre precavido sería él si dejara que cualquier alienígena entrara en su cuarto mientras dormía y lo abriera en canal para follarse su intestino? Había que ser cauto. Pero no lo entendían; y no sólo no lo entendían, sino que…

-Nadie te lo agradece.- dijo Schnarg, con su aterciopelada y dulce voz.

-Exactamente.- comentó en tono fatalista RR, mientras contemplaba una de las piedras de la pared, que le devolvía una mirada cargada de comprensión desde sus ojos de reptil.

-Pobre, pobre y triste RR.-continuó la escopeta mientras se acercaba a sentarse a su lado con tono maternal, rodeando sus hombros con un brazo mientras apoyaba la mano restante sobre las del foner.- Ninguno de esos vómitos de ciempiés comprende ni de lejos lo que haces por ellos, ¿verdad?- hizo una breve pausa, que el muchacho llenó con un sordo asentimiento, al que se sumó la ventana, que parecía claramente solidarizada con el muchacho.- Sobre todo esa hembrista desagradecida. Le has salvado el pellejo un par de veces, ¿y qué hace a cambio? Tentarte para luego irse con ese otro rufián de casta alta disfrazado de progresista. ¿Qué se cree esa reaccionaria? ¿que puede ir discriminándote como si fueras un sociópata paranóico por el mero hecho de que lo seas?

-De cabo a rabo, además.-comentó la trampa de la puerta, convertida en un enorme gecko de espalda espinosa, que atendía a la conversación mientras aguardaba encaramado al techo bocarriba.

-Y el niñito consentido de las runas. ¿Has visto que ojitos te ha puesto todos los días? Y ahora va y se arrima a la pirada religiosa, insinuándose, sólo porque no le obliga a hacer armas día y noche.

-Las pérfidas espirales de las escolopendras estivales.-puntualizó de forma críptica el sapo, que observaba la escena desde la charca de la esquina del cuarto. De no haber estado sumergido en una vorágine de autocompasión, RR le habría preguntado qué demonios era una “escolopendra” y qué cojones significaba “estival”. Pero, dado su estado de ánimo, asintió y dejó que Schnarg le tomara con delicada dulzura de la cabeza para que la reposara contra el primer y el segundo par de sus mullidos y aterciopelados pechos.

-Son todos unos desagradecidos…- continuó la escopeta, mientras jugueteaba con sus rojos cabellos.

-Sólo tú me entiendes- comentó con un hilillo de voz lastimera el foner, alzando la mirada hacia los expresivos y sensuales ojos rojos de roedor de su interlocutora. Poca gente podría llegar a comprender lo mucho que puede llegar a transmitir un par de ojos sin iris ni pupila, pero esto es porque no han mirado nunca fijamente a un auro. Ella se limitó a acercar sus suaves labios a los de RR, evitando adecuadamente golpearle con los dientes delanteros ni morderle al besarle. El atormentado muchacho notó cómo la lengua de su escopeta le acariciaba el paladar y volvía a recorrer los ya conocidos caminos dentro de su boca.

Cuando el largo beso llegó a su fin, volvió a mirarlo desde arriba, con sus ojos de feme fatal, acariciando su melena roja.

-No has tenido tiempo ni de tocarte, ¿verdad?- inquirió. Ante la negativa de RR, le comenzó a frotar la nariz con el hocico para consolarle.- Pobre, pobre y triste RR. Tendrás que hacerlo. No, tocarte no.- aclaró cuando notó que las manos del muchacho comenzaban a descender por su peluda espalda hasta sus pantalones.- Tendrás que cargártelos a hachazos. A todos. Lo llevas posponiendo muy tontamente, pero sabes que es la única manera de evitar la Quinta Gran Guerra.

El joven sopesó las palabras de su arma de fuego casera. Desde luego, no estaban faltas de lógica. Y sabía que era su deber. A fin de cuentas, ella era la única que lo comprendía.

-Tienes razón.- sentenció. Y, tras decir esto, se quitó los pantalones, agarró el hacha que yacía bajo la almohada, haciendo oídos sordos a las quejas de esta última, y salió de su habitación, junto con todo el humo que se había acumulado en el interior de la sala, y aún con la pipa en la boca, aunque ya apagada, bajó las escaleras hacia el salón, dónde halló a Shizel y a Alder, sentados a la mesa.

-Debo descuartizaros a hachazos para evitar un genocidio y salvar el mundo.- afirmó con tono serio y claro, lentamente, esperando que le escucharan bien y que la lógica aplastante de su argumento calara por sí sola.

Shiz le sostuvo la mirada lo justo como para que Alder se replantease lo de que los idrinos no tenían pene, y contestó a su sonrisa con otra pícara y burlona.

Entonces bajó el pelirrojo con cara de haber visto luces en el bosque. Pensó que debería preocuparse, ¿que cosa dejaba sin habla a un agresivo paranoico como RR? Tenía pinta de haber sufrido un golpe en la cabeza. "a lo mejor se han disparado las trampas de su habitación por pisar en la losa incorrecta y le ha golpeado un cazo en la mollera". Alder asistió a una conversación surrealista en la que RR contestaba a la pregunta de si estaba bien dando una larga lista de tareas para Shiz sin ni siquiera mirarlo y después se marchaba escaleras arriba.
Aun después de haberse ido, Alder siguió mirando en aquella dirección tratando de digerir el estado mental de los macieleros.
- ¿Hace esto muy a menudo?
Y poco después pasaron en procesión un Escobita alarmado y rojo como un tomate, y Saren con cara de mala leche sin ni siquiera saludar.
- Empiezo a pensar que K y yo os hemos drogado por error. Ya solo falta nuestra furcia favorita cantando canciones de borrachos en cueros para que me alarmeis del todo. - Se quedó callada un segundo, quizás imaginando la escena.- No dormía DL con Saren y Escobita? Ah. hum.- sonrió muy divertida.- Crees que el ruido de antes tiene que ver? A lo mejor no soy la unica que pensaba usar el chocolate y la nata con fines divertidos.

La posterior aparición del foner no tenía nada de divertida. Iba medio desnudo, con un hacha en la mano, y demasiada serenidad para estar diciendo que los iba a cortar en trocitos. Y Alder lo creyó, y se quedó alli sin hacer nada inutil como huir o plantarle cara. Esperó que a Shiz se le ocurriera quitarle el arma de las manos con algun hechizo. Mientras no pudo evitar ser ella misma y comentar:
- Si es K la que los esta perturbando así, me pregunto que demonios le estará haciendo a DL ahora mismo.

"¡¿Que me cunda?!", pensó Shizel ciertamente indignado en cuanto RR volvió a ascender escaleras arriba. "¿Quién soy yo aquí, la lavandera?"
Por esa misma razón no se dio ninguna prisa en empezar el trabajo, tocado en su orgullo. Sin embargo ya había terminado de comer y no tenía nada más que hacer antes de irse, así que más tarde que temprano empezó con toda la dignidad del mundo a grabar las runas.

-Más de lo que debería pero menos de lo esperable- contestó a Alder mientras se ponía a ello. Ya había terminado con las runas y se hallaba a medias moldeando el segundo cartucho cuando tanto Aleksei como Saren bajaron las escaleras en estampida hacia el patio sin ninguna clase de explicación. Miró hacia el techo como si éste pudiese darle las respuestas a lo que estaba pasando arriba, planteándose la hipótesis de la sinhadre y no pudo evitar reírse con cierta picardía. "Qué espabilados..."
-¿Ah, así que la idea no es de K?- se tomó unos segundos para mirar divertido a Alder mientras comprobaba que había trazado cierta runa correctamente. Daba que pensar el que hubiesen bastado unos cuantos dulces para que se desmadrara todo de aquella manera...

Estaba planteándose subir con cautela cuando el propio RR se encargó de bajarles el espectáculo. Algún lugar de su cerebro que no estaba centrado en lo que debería estar hizo la asociación mental de que la otra vez en que el foner había estado bastante ido de la pinza también iba sin pantalones. Shizel estaba empezando a pensar que había una correlación entre ambos sucesos.
Ni por un momento se planteó que pudiera ser una broma. Nunca había visto a alguien tan drogado en su vida, pero no había que ser idrino para saber de un golpe de vista que RR estaba hasta las cejas. En aquel momento se alegró inmensamente de que la escopeta estuviese en sus manos en lugar de las del foner.

Una expresión idiomática de dos palabras primaba en su mente en ese momento, a saber: "qué cojones", pero eso no le impidió tratar de tomar las riendas de la situación. Dio dos pasos hacia adelante y pronunció con sequedad el hechizo de inmovilización. Arrastrado por el propio peso del hacha el foner cayó como un fardo hacia atrás, y por un momento Shizel temió que se hubiera desnucado con los escalones.

Trató de hacerlo levitar para llevarlo arriba, pero por alguna razón no lo logró. Aplicado a seres vivos debía ser más problemático y necesitar alguna especificación rara... Lo alzó como pudo y se lo llevó mazmorra abajo. Bajarlo era más fácil que volver a empujarlo escaleras arriba...

"No es posible tener un día tranquilo en este sitio, no". Las ganas de tirarse de los pelos que le habían sobrevenido los primeros días volvieron con fuerzas renovadas.
-Si los demás preguntan, está secuestrado por su propia seguridad- le dijo a Alder por encima del hombro, con una mueca de disculpa-. Lo que nos faltaba, hombre- refunfuñó mientras se lo llevaba escaleras abajo-. Tanto quejarse de lunáticos en su salón y decide convertirse en el loco del hacha.

Una vez abajo le dijo a Timmy sin contemplaciones que iban a necesitar ocupar aquel espacio durante un buen tiempo y que le trajese todos los talismanes que pudiera. Inmovilizar a alguien no era lo mismo que paralizarlo, así que con suerte cuando se le fuese pasando el foner sería capaz de hablar con dificultad; la cordura de sus palabras le serviría de aviso previo por si necesitaba hechizarlo otra vez. Atrancó la puerta y se dedicó a esperar con los brazos cruzados.

Iba a ser una tarde larga...

Spoiler:

Tras unos pocos segundos, que fue el tiempo que tardó en recuperar fuerzas, Karime rodó sobre el foner para caer a su lado y se levantó de un salto.

- Una fantástica manera de comenzar un día. ¿No te parece?- comentó la libense como si hablara del tiempo que hacía o de lo que iban a comer ese día, mientras se ponía los pantalones.- Dulces y sexo. Echaba de menos el buen vivir.- suspiró teatralmente.- Un placer, Tirachinas, y nunca mejor dicho. Recuérdame que te recomiende en las páginas de sociedad.- bromeó con una amplia sonrisa y un guiño.- Adiós.

La libense, una vez salió de la habitación, con la cara adornada por una resplandeciente sonrisa, puso rumbo a su habitación a por su sujetador de entrenar y sus armas. “Las cosas divertidas mejor todas juntas.”

Spoiler:

Sentir Karime quitarse de su cuerpo, fue como un golpe de aire frío y a la realidad. Incorporándose en la cama para verla.

-Un placer es decir poco …- respondió entretenido antes de verla salir, dejándose caer sobre la cama de nuevo para disfrutar de esos escasos segundos de satisfacción, de buen humor término levantándose, colocándose la ropa y notando la marca de su cuello hasta el hombro “¿Qué demonios?” pensó sorprendido, ya luego llenaría la bañera para darse un baño y saliendo al pasillo encontrándose con la líbense ya vestida- Por poco y me mandas toda la sangre del cuerpo al cuello- le dijo incrédulo al tocarse la zona marcada, aunque ciertamente divertido- Parece que me has matado y me has vuelto unir la cabeza al cuello a la fuerza- bromeo notando aun la marca que en su piel pálida se notaba incluso más, bajando junto a la líbense al primer piso donde ya todos lo demás andarían despiertos y encontrándose que no había ni una mosca en el salón a excepción de Alder e YR- ¿Dónde está todo el mundo?- pregunto mirando los dulces que a esas alturas le aprecia que debían contener algún afrodisíaco o algo así.

Una vez Karime se hubo puesto su sujetador para entrenar, que solo era un trozo de tela que le sujetaba el pecho para que no se moviera, y hubo cogido sus armas, se dispuso a bajar, encontrándose con DL en el pasillo.

- ¡Eh! Yo soy la que debería quejarme. Mi preciosa piel mancillada. ¡Deberías sentirte agradecido por el mínimo castigo que has recibido!- exclamó divertida la libense, regalándole una sonrisa picara al foner, para luego bajar al último piso.

La verdad es que no se esperaba encontrar a Alder sola en la cocina, pero cuando ella le dijo lo que había pasado, entendió el por qué. “RR, ¿descuartizarlos? ¿Pero a este qué le pasa ahora?” se preguntó desconcertada. Sin pensárselo dos veces, Karime bajó a las mazmorras, donde se encontró a Shizel vigilando la puerta de la celda donde se encontraba RR encerrado.

- ¿Qué pasa, Pelirrojo, la fantástica vista de mi hermoso trasero ha terminado por volverte loco? ¿O ha sido el pecho de Tirachinas lleno de nata lo que ha podido contigo?- preguntó a través de la puerta con una sonrisa divertida. En ese momento, se volvió hacia Alder con una sonrisa.- Ey, Der, no he probado a los otros, pero te recomiendo a la Furcia-Tirachinas. No se mueve nada mal.- le dijo a su amiga guiñándole un ojo.

La voz de RR terminó de despertar a Saren, aunque los besos de K ya habían hecho la mayor parte del trabajo. El norteño, aun adormilado, no había entendido del todo lo que pasaba, así que había vuelto a cerrar los ojos dispuesto a dormirse de nuevo, pero el foner lo había impedido con su oportuna entrada. El idrino se llevó las manos a la cara, pero se percató de la nata en su dedo y la lamió confundido, notando el olor del chocolate en su nariz. Aun con el regusto dulce en su paladar, miro a su alrededor, y lo que vio en la cama de DL terminó de despejarle.

Sus facciones pasaron de la confusión adormilada al cabreo en menos de un suspiro, de pronto el chico había recordado que estaba enfadado con el mundo en general. Se levantó con rapidez y tras limpiarse la cara con ademanes bruscos, cogió su cosas y se dirigió a la puerta sin decir una palabra, pateando el pastel que había junto a su cama sin apenas darse cuenta, y cerrando de un portazo sonoro en cuanto salió de la habitación. Una vez en el pasillo terminó de vestirse y bajó las escaleras soltando pestes para si mismo, ignorando a todo aquel con el que se cruzó y encaminándose hacia el patio. Sacó un cubo de agua del pozo y se terminó de limpiar la cara frotando con ímpetu, eliminando el chocolate y la nata de su cara y manos. Luego hundió la cabeza en el agua fría tratando de serenarse, pero no funciono, y tras echarse los cabellos empapados hacia atrás, le propinó una fuerte patada al cubo.

El norteño comenzó a caminar en círculos, bufando de vez en cuando, con una expresión enojada en el rostro. Parecía un gato enjaulado y ni siquiera él sabría decir porque. Llevaba unos días mosqueado, y la aparición de los nuevos no le había sentado bien: uno era un maleducado, y la otra una histérica, y ninguna de las dos cosas fomentaba su buen humor. Pero el agradable despertar le había sentado bastante mal, y no acertaba a entender porqué.

Conteniendo un grito de rabia cogió sus armas y volvió a entrar al torreón, posicionándose junto a la puerta con un gesto de enfado que no invitaba al dialogo, dispuesto a acompañar al primero que saliera del torreón sin mediar palabra, planteándose salir el solo si no se le presentaba pronto la oportunidad. Necesitaba respirar, y entre aquellas paredes estaba empezando a asfixiarse.

Cuando Karime se asomó Shizel la miró con mala cara: reírse del psicópata en potencia, aunque estuviese convenientemente reducido, nunca solía ser buena idea. Sin embargo no pudo evitar alzar las cejas ante las palabras de la libense: era evidente que DL sí que había aprovechado la mañana.

En un lapso de tiempo indefinible, en el que supuso que Alder les habría explicado la situación a los de arriba, terminó por puro aburrimiento los moldeos de un par de cartuchos más. RR no había dado señales de romper el hechizo hasta el momento, pero cualquiera sabía...
-Estás castigado sin escopeta hasta nuevo aviso- le dijo, a medias con reproche y a medias con humor, antes de subirla rápidamente al piso superior. Una vez arriba miró por la ventana y se dio cuenta de que aún quedaba tarde: sospechaba que iba a tener que vigilar a RR más tiempo del previsto y no quería pasar esas horas en balde, así que decidió salir en plan exprés en busca de material de lectura. Además de que a raíz de aquel incidente la ausencia de hechizos de coacción de cualquier tipo se hacía dolorosamente acuciante, lo que a sus ojos justificaba aún más su salida.
En el patio se encontró a Saren en un visible mal humor. En vistas de que salir solo no solía ser buena idea le propuso que le acompañase para tomar un poco el aire, también a modo de disculpa con el norteño por el evitamiento sistemático al que le había sometido durante bastante tiempo. Como Aleksei no había utilizado su préstamo literario aún, le conminó a que les siguiera.

Shizel bajó las escaleras a toda prisa y revisó toda la celda en busca de cualquier cosa que pudiese tener un uso ofensivo, pero por si acaso renovó el hechizo, esta vez usando el de parálisis: no quería arriesgarse a sorpresas desagradables. Tanto la escopeta como el hacha se hallaban arriba, cierto, pero no quería arriesgarse a volver y que el pelirrojo hubiese fabricado una catapulta de ladrillos o algo así en su ausencia.
Cuando volvió al salón jadeaba un poco: había gastado una parte sensible de sus energías en relativo poco tiempo. Para asegurarse de que nada le pillaba desprevenido, sin embargo, se llenó los bolsillos con todos los talismanes medianamente cargados que pudo encontrar.

-Voy a salir un momento y necesito que vigiléis a RR mientras- les pidió a los presentes muy serio-. Le he vuelto a paralizar y podéis atrancar esta puerta desde fuera, pero por si acaso aseguraos de que no se mueve antes de que se le haya pasado el ataque de nervios, y si lo hace atadlo o... no sé, lo que veáis conveniente- dijo con cierta frustración-. Todos juntos o por turnos, desde fuera o dentro, me da igual, pero por favor, por favor, POR FAVOR, ¿puedo contar con que podéis mantener media horita de paz? ¿Podéis?- terminó con un tono que rozaba desquiciantemente lo suplicante. No se podía creer que tuviera que pedir una cosa así, pero si había bastado un puñado de dulces para que una mañana pudiera complicarse tanto no se quería arriesgar a dejar cabos sueltos.

Sigue en la Biblioteca Mágica.

Alder vio bajar a Shiz cargando con RR. Se quedó al pie de las escaleras, consciente de que no estaba siendo de ayuda. Al poco llegaron los que faltaban, con muestras de haber pasado una mañana más placentera y divertida que la suya. Les puso al corriente, pero tampoco los siguió. Apenas bajó un par de escalones más. No era miedo. Si no la incomodidad que le producía sentirse inutil y un estorbo. Le daba la sensación de ocupar un aire necesario para otros con mejores habilidades.
Aun así sonrió y contestó a su amiga con su humor habitual:
- La furcia y yo mantenemos una relacion puramente profesional.- aseguró.

Alder terminó de salir de aquellas escaleras cuando Shiz se fue. Asintió con la cabeza como si hiciera una promesa, y marchó a buscar cuerdas resistentes. Regresó pronto, después de encontrar un buen manojo en el patio, y tendió unas cuantas a K, Poco después abrió la puerta donde RR estaba quieto como una estatua.
- Veamos que tal se te dan los nudos, militar.- le dijo a K. Alder solo se habñia molestado en memorizar dos nudos en su vida: uno era el corredizo, que había usado alguna vez para gastar bromas a su hermano, y el otro era un nudo gordo y resistente que a su parecer valia para todo. Alder se tiró un buen rato, aun con la ayuda de K, para dejar al foner en un estado que ella considerase aceptable y seguro. Sentía intranquilidad cerca de él, como si la magia fuese a dejar de funcionar de repente, y a pesar de que el hacha estaba lejos ya, igual que la escopeta. Ató las manos para evitar trucos de cualquier clase y salió atrancando la puerta.

La estuvo mirando un rato en silencio, antes de sugerir:
- Aun queda desayuno.

-Los del panal Maciel te necesitan, sin ti para prevenirles sobre la magia van a acabar consumiéndose a sí mismos. Tienen que tener a alguien cuerdo entre ellos, alguien que les haga ver las cosas como son realmente. Y ese eres tú-<<No, no lo eres. Pero cierra el puñetero pico>>. Tap había pasado todo el camino diciéndole al Espárrago cosas así. Porque se callara y porque no les montara una escenita rara en cuanto vieran el panal.

Había ido saltando de la cabeza de Pablo a la del Espárrago y viceversa. Por una vez estaba intentando ser conciliador, a su manera; aunque solo fuera para que pudieran devolver al loco a su jaula y regresar a Letargo de una puñetera vez. Entre sus plumas, sus ideas estúpidamente mortales y sus risas excéntricas no hacía más que sacarle de quicio, a pesar de que el repoblador trataba de aguantarlo con resignación. <<El mundo agradecerá si alguien le cose los labios>>. Era una lástima como se había degenerado su salud mental desde la última vez que lo había visto, en ese entonces todavía salían cosas medianamente inteligentes por su boca.

-Ya casi estamos-Cuando por fin se situaron frente al edificio, Tap se colocó de nuevo sobre Pablo-. Llama a la puerta-comentó con cierto retintín jocoso. Si algo aprendió la primera vez que vino es que los gigantes de este panal se tomaban muy mal que la gente se olvidara de ese detalle.

" ¡que rabia! No tengo hambre....¿porque? Bueno..será mejor que baje a ver a Karime.. . " Esforzandose por comer, Marina terminó de desayunar. Parecía tranquila, pero una cosa le rondaba por la cabeza desde anoche " ¿podria plantar una huerta o algo asi? pero..¿De donde sacaría las semillas.....?" -Venga Marina, muevete, y busca a Karime. - Asi que eso hizo. Sentía además curiosidad pro lo de "Diosa"
" Bueno...tareas asignadas..: 1: VITAL. Aprender a usar BIEN el arco. 2. Buscar una biblioteca en este torreon. 3. Quizas aprender algo sobre la magia de las plantas...o plantar un huerto. VAMOS! "

Karime rió a gusto con el comportamiento de Shizel ante el foner pseudoasesino, su mandato de que lo vigilaran y su casi suplica de que estuvieran en paz una hora.

- ¿Sabes? Creo realmente que tienes algo de mujer en ti. Te lo digo en serio, Perlita. Tomas el control de la situación de forma esplendida, no pareces un hombre.- bromeó la libense con una gran sonrisa. Se encontraba de un estupendo humor.- ¿Acaso dudas de que me pueda mantener en paz una hora? ¡Pero si yo soy pura paz y amor!- exclamó fingiendo indignación ante sus palabras.

Karime se quedó con Alder ayudándola con los nudos, más por pasar el rato con su amiga que por hacer caso de las ordenes que, dada la situación y todo lo sucedido a lo largo de la mañana, se le antojó más una petición que a Karime no le importó cumplir.

- ¿Qué tal con la “sorpresa”?- le preguntó la libense pícaramente a su amiga.- Espero que haya salido bien, aunque creo que es mejor no planear las cosas. Al menos yo no lo hago y las alegrías que me doy gracias a ello. Por cierto, gracias por la idea de coger los dulces, no tenía ni idea de cuánto necesitaba sexo.

Cuando ambas dejaron a RR inmovilizado y bien atado en las mazmorras, subieron a la cocina donde aún quedaban dulces.

- Yo no voy a comer nada más, ya he tenido un desayuno bastante completo.- afirmó Karime con una sonrisa que alertaba de la doble lectura de sus palabras.- ¿Alguien se viene a entrenar? Hace un día estupendo para ello y me siento con más energías que nunca.- y, dicho eso, la libense salió al patio donde empezó a prepararse para concluir la mejor mañana que había tenido en mucho tiempo con su actividad favorita.

Los últimos tres días habían sido iguales que los anteriores para Timmy. Seguía encerrado en su celda de las mazmorras, experimentando nuevas proporciones para sus mezclas, ideando nuevos planos para los objetos que construiría en el futuro inmediato y mejorando las protecciones metálicas que había ideado para su traje. Lo único que había cambiado había sido el incremento del ruido proveniente del piso superior. El grupo era cada vez mas ruidoso y molesto, lo que hacía que le fuera mas complicado concentrarse en su labor aunque, por suerte, por las noches, que era cuando solía trabajar bajo esa forma, todo estaba suficientemente tranquilo.

En cierto modo, había llegado a un punto muerto en su investigación. La escasez de materiales y lo rudimentario de aquel lugar le limitaban enormemente su labor. Y no solo eso, las fuerzas que gobernaban aquella ciudad parecían querer evitar que los visitantes tuvieran acceso a mejores recursos, aunque era evidente que debía haberlos en algún lugar oculto.

Tras horas de pruebas y errores, había llegado a frustrarse. No obstante, le tranquilizaba saber que su cuerpo iba respondiendo mejor que cuando llegó. Apenas habían pasado unos días desde que empezara a entrenar, pero iba notando como sus musculos estaban menos atrofiados y como respondia mejor al ejercicio fisico. A ese ritmo, no tardaría en dejar de depender tanto de las artimañas para poder defenderse medianamente bien.

Estaba centrado en sus experiementos cuando oyó unos fuertes ruidos en el piso superior. No sabía que estaba pasando, pero todos parecían más revolucionados de lo normal. Al cabo de unos momentos, alguien bajó las escaleras y abrió la puerta de las mazmorras de par en par.

Se trataba de Shizel, que llevaba consigo a RR, el cual se encontraba en un estado extraño, como si le hubieran paralizado de alguna forma.

En ese momento Shiz le pidió que trajera unos talismanes, pues al parecer iban a necesitar bastante magia para lo que fuera que iban a hacerle a RR. Timmy asintió y se dispuso a salir. Obviamente, Timmy hizo caso omiso a su petición y simplemente salió de la mazmorra. Subió a la sala principal, no sin antes cruzarse con K y Alder, que bajaban a echar una mano a Shiz. Allí intentó pasar desapercibido y aprovechó para coger algo de comida, la cual devoró medio a escondidas. Prefería que nadie advirtiera demasiado su presencia allí. Cada dia huía más de la gente. No le gustaba mezclarse con ellos si no era necesario.

Esperó a que los tres salieran de las mazmorras dejando tras de sí a RR y atrancando la puerta. Cuando vio una oportunidad, se escabuyó de nuevo a las mazmorras y desatrancó la puerta con sumo cuidado para poder entrar en la sala. Volvió a dejar la puerta juntada pero casi cerrada y se dispuso a acercarse al foner, el cual aún yacía en el suelo prácticamente inmóvil.

-Vaya vaya... ambos sabíamos que el día menos pensado acabarías encerrado, ¿cierto? ¡JIA!. Dime, pelirrojo, ¿qué demonios has hecho para que tengan que encerrarte de esta forma? Es igual, no respondas. Lo veo en tus ojos. ¡Estás colocado como no lo habías hecho nunca!

Se giró para asegurarse de que nadie se acercaba de nuevo a la puerta y continuó hablando.

-No me malinterpretes, yo no soy como esos lameculos de arriba. Por mí puedes instaurar todas las pequeñas anarquías que quieras. Sabes que adoro el caos-Dijo esbozando una amplia y demente sonrisa.- Además, me eres más útil libre y desentumecido que en este estado, ya lo sabes. Así que... ¿qué tal si dejo accidentalmente la puerta abierta y le dejamos el resto al destino y a tus estupefacientes?

Se acercó para examinar un poco mejor las pupilas del foner y cuando vio que seguía bastante colocado. Entró en su celda y cogió tres recipientes esfericos llenos del material que habia estado preparando. Dejó dos al lado de RR y el tercero se lo acercó a la cara para que lo viera bien.

-¿Ves esto? Es un nuevo explosivo en el que he estado trabajando. He ajustado un poco la mezcla y variado ligeramente los componentes. Es algo menos incendiario y algo mas explosivo, lo cual es ideal para mezclarlo con los abrojos, clavos y demás elementos cortantes que lleva en la cámara adyacente de su interior. Imagino que sabes por donde van los tiros. Bien-Dejó la bomba junto al resto y se volvió hacia el foner-Aún no los he probado, pero tengo buenas vibraciones. Espero que sacar datos útiles tras su primer uso, así que... hazme sentir orgulloso. ¡JIA JIA!

Volvió a arrimarse a los ojos de RR para asegurarse y le dio un par de cachetes en la mejilla.

-Buen chico.

Se dio la vuelta y salió de las mazmorras, asegurándose de dejar la puerta sin cerrar y colocando una pequeña cuña de madera de tal forma que dejando la puerta juntada pareciera estar cerrada pero en cambio pudiera abrirse sin problemas. Subió las escaleras hasta llegar a la sala principal, ocultándose como solo años de vivir en el submundo enseñaban, y salió al patio del torreón. Decidió que era un buen día para que su alter ego, el niño asustadizo, entrenara fuera y tomara un poco de aire fresco, pues al fin y al cabo esperaba que creciera fuerte y sano.