Torreón Maciel (Archivo IV)
+19
Zarket
Leonart
Lops
Tak
Giniroryu
Serokrai
Jack
Alicia
Yber
Administración
Xana
Muffie
Viktor Olbricht
Carmesí
Álvar
Vlad
Evanna
Naeryan
Red
23 participantes
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Torreón Maciel (Archivo IV)
10/09/12, 07:00 pm
Recuerdo del primer mensaje :
El paseo terminó frente a un edificio de piedra azulada. En el pasado debía de haber tenido cuatro plantas, pero ahora, el edificio estaba coronado por el esqueleto de algún animal marino. El idrino se quedo mirando la estructura, bastante asombrado. Su mirada se posó en una de las cadenas rotas del puente levadizo, y supuso que si hacían de aquel lugar su refugio, habría que arreglarla de alguna manera. El norteño comprobó la estabilidad del puente, y lo atravesó a paso rápido, llegando hasta las puertas, que para su sorpresa, estaban entreabiertas.
Saren entró en el edificio el primero, y mientras recorría el corredor que daba a la planta baja observando las pintadas de los muros en silencio, sus compañeros entraron detrás de él, cerrando las puertas cuando el último miembro del grupo estuvo dentro. El idrino se encontró en una gran estancia que, debido al aire enrarecido y por la capa de polvo intacta, debía de llevar abandonada varias semanas. Una mesa grande, unas cuantas sillas, y varios sillones bastante raídos, eran el principal mobiliario de aquella planta. A un lado de la estancia había una cocina, con una pequeña encimera, un horno de leña, y varios fogones de hierro, ademas de unos armarios de madera, que supuso llenos de algunos cacharros y bastantes telarañas.
Saren dejo la cesta que llevaba en la encimera, y se encaminó a las escaleras, dispuesto a ver que había arriba. No tardó en recorrer las dos plantas superiores, bajando para informar que en la segunda había una especie de estudio con estanterías vacías y un cuarto con barreños de latón para asearse; y que en la tercera había varios cuartos comunales con unas cuantas camas de aspecto cochambroso. No había subido al piso ocupado por el gran esqueleto, pero informo de que había oído algún que otro aleteo a través del techo de la tercera planta. Había baúles y armarios en as habitaciones, pero no había mirado dentro. Un patio de suelo empedrado, en cuyo centro se alzaba la estatua de un pájaro negro con un gran reloj bastante raro a sus pies, completaba el edificio. En él, había un pozo y al fondo, varios retretes.
-Bueno, yo tengo bastante hambre, así que si adecentáis un poco esa mesa -dijo señalándola, tras informar de sus descubrimientos-, yo me pondré con la cena.
El norteño se acercó a la cocina y busco algo para encender la cocina. Encontró una pila bastante escueta, pero suficiente por el momento, de leños polvorientos, que cogió y colocó en el hueco de piedra bajo los fogones. El norteño sacó un poco de yesca, con la que prendió la madera, paradespués cerrar la pequeña puerta de hierro que protegía el fuego. Mientras la cocina se calentaba, Saren procedió a buscar varios cacharros adecuados para cocinar, y unos cuantos platos y cubiertos que dejo a mano para aquel que pusiera la mesa. Les quitó el polvo, y salió al patio a por un poco de agua.
Saren se quitó los mitones y los guardó en uno de los bolsillos del abrigo, que colgó de un gancho en la pared, para cocinar mas cómodo. Se lavó las manos con un poco del agua que había traído y se arremangó la camisola oscura. Sacó algo de carne cruda y unas verduras de las cestas, y lo limpió todo con el agua del pozo que le quedaba, mientras ponía a calentar un par de cacerolas con un poco de la propia grasilla de la carne, esperando que se derritiera. Cuando tuvo los ingredientes listos, preparó un salteado con las verduras, mientras la carne se tostaba en dados con unas pocas hojas rojizas que había encontrado en la cesta. Apartó las cacerolas del fuego, antes de que la verdura se pasara y la carne se hiciera por el centro, y preparo esta última en una bandeja, para meter el recipiente en la pequeña cavidad al lado del fuego que hacia las veces de horno.
Unos minutos después saco la carne del horno y la puso junto con las verduras en una gran fuente, mientras un sabroso olor se extendía por el edificio. El exterior de la carne estaba algo mas churruscante por el asado. En bastante poco tiempo, Saren, haciendo gala de su talento para la cocina, había preparado un plato delicioso con un aroma casero, que algunos de sus compañeros desconocían, y que venía perfecto para reponer fuerzas. Unas piezas de fruta completaban el menú.
-La cena esta lista-anunció con una sonrisa, siempre le había gustado comer bien.
El paseo terminó frente a un edificio de piedra azulada. En el pasado debía de haber tenido cuatro plantas, pero ahora, el edificio estaba coronado por el esqueleto de algún animal marino. El idrino se quedo mirando la estructura, bastante asombrado. Su mirada se posó en una de las cadenas rotas del puente levadizo, y supuso que si hacían de aquel lugar su refugio, habría que arreglarla de alguna manera. El norteño comprobó la estabilidad del puente, y lo atravesó a paso rápido, llegando hasta las puertas, que para su sorpresa, estaban entreabiertas.
Saren entró en el edificio el primero, y mientras recorría el corredor que daba a la planta baja observando las pintadas de los muros en silencio, sus compañeros entraron detrás de él, cerrando las puertas cuando el último miembro del grupo estuvo dentro. El idrino se encontró en una gran estancia que, debido al aire enrarecido y por la capa de polvo intacta, debía de llevar abandonada varias semanas. Una mesa grande, unas cuantas sillas, y varios sillones bastante raídos, eran el principal mobiliario de aquella planta. A un lado de la estancia había una cocina, con una pequeña encimera, un horno de leña, y varios fogones de hierro, ademas de unos armarios de madera, que supuso llenos de algunos cacharros y bastantes telarañas.
Saren dejo la cesta que llevaba en la encimera, y se encaminó a las escaleras, dispuesto a ver que había arriba. No tardó en recorrer las dos plantas superiores, bajando para informar que en la segunda había una especie de estudio con estanterías vacías y un cuarto con barreños de latón para asearse; y que en la tercera había varios cuartos comunales con unas cuantas camas de aspecto cochambroso. No había subido al piso ocupado por el gran esqueleto, pero informo de que había oído algún que otro aleteo a través del techo de la tercera planta. Había baúles y armarios en as habitaciones, pero no había mirado dentro. Un patio de suelo empedrado, en cuyo centro se alzaba la estatua de un pájaro negro con un gran reloj bastante raro a sus pies, completaba el edificio. En él, había un pozo y al fondo, varios retretes.
-Bueno, yo tengo bastante hambre, así que si adecentáis un poco esa mesa -dijo señalándola, tras informar de sus descubrimientos-, yo me pondré con la cena.
El norteño se acercó a la cocina y busco algo para encender la cocina. Encontró una pila bastante escueta, pero suficiente por el momento, de leños polvorientos, que cogió y colocó en el hueco de piedra bajo los fogones. El norteño sacó un poco de yesca, con la que prendió la madera, paradespués cerrar la pequeña puerta de hierro que protegía el fuego. Mientras la cocina se calentaba, Saren procedió a buscar varios cacharros adecuados para cocinar, y unos cuantos platos y cubiertos que dejo a mano para aquel que pusiera la mesa. Les quitó el polvo, y salió al patio a por un poco de agua.
Saren se quitó los mitones y los guardó en uno de los bolsillos del abrigo, que colgó de un gancho en la pared, para cocinar mas cómodo. Se lavó las manos con un poco del agua que había traído y se arremangó la camisola oscura. Sacó algo de carne cruda y unas verduras de las cestas, y lo limpió todo con el agua del pozo que le quedaba, mientras ponía a calentar un par de cacerolas con un poco de la propia grasilla de la carne, esperando que se derritiera. Cuando tuvo los ingredientes listos, preparó un salteado con las verduras, mientras la carne se tostaba en dados con unas pocas hojas rojizas que había encontrado en la cesta. Apartó las cacerolas del fuego, antes de que la verdura se pasara y la carne se hiciera por el centro, y preparo esta última en una bandeja, para meter el recipiente en la pequeña cavidad al lado del fuego que hacia las veces de horno.
Unos minutos después saco la carne del horno y la puso junto con las verduras en una gran fuente, mientras un sabroso olor se extendía por el edificio. El exterior de la carne estaba algo mas churruscante por el asado. En bastante poco tiempo, Saren, haciendo gala de su talento para la cocina, había preparado un plato delicioso con un aroma casero, que algunos de sus compañeros desconocían, y que venía perfecto para reponer fuerzas. Unas piezas de fruta completaban el menú.
-La cena esta lista-anunció con una sonrisa, siempre le había gustado comer bien.
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Re: Torreón Maciel (Archivo IV)
27/12/12, 06:00 pm
Mientras los demás se dedicaban a ver qué ropa era salvable y cuál no, al bajar Shizel había optado en su lugar (con más curiosidad que eficacia) por adecentar el piso en el que se encontraban.
Mientras ordenaba le había dado por pensar en los idrinos de la costa y cómo caminaban todo el día, acampando para pasar la noche y volviendo a ponerse en marcha con la puntualidad de un reloj a la mañana siguiente, cargados únicamente con lo imprescindible. Se preguntó cuándo los demás habían empezado a acumular tantos trastos inútiles.
La única tarea de limpieza que había desempeñado desde que había llegado era fregar, y aquello no era muy difícil: frotar con el trapo hasta que estuviese sucio y luego enjuagarlo. No obstante el idrino había descubierto que barrer era harina de otro costal.
“¿A dónde diablos llevo el polvo?”, se preguntó Shizel frustrado mientras veía cómo en el centro de la sala se iba formando un pequeño montículo de pelusas al que no sabía adónde llevar.
Lo fue repartiendo poco a poco, parte a las esquinas y el resto oculto bajo los muebles o las alfombras, y cuando hubo terminado se retiró a la puerta para contemplar el estado de su obra. A primera vista la habitación parecía impecable.
“Pero yo sé que está sucia”, se dijo arrugando la nariz. Sólo entonces empezaba a entender la problemática detrás de limpiar.
Así las cosas, y tras mucho marear los montículos de polvo de un lado a otro, acabó por reunirlo todo y tirarlo por la ventana sin contemplaciones. Satisfecho por fin, aprovechó que los demás andaban distraídos para bajar y escamotear unos cuantos de los apuntes de magia, los suficientes para que el hurto no se notara, y los ocultó en su habitación. Hizo oídos sordos al comentario de DL a propósito: no quería llamar la atención sobre sí mismo en ese momento.
-Mientras abriguen, nos sirven- dijo en respuesta a Ariv. Durante las noches de aquel lugar refrescaba muchísimo más que en su ciudad.
Mientras ordenaba le había dado por pensar en los idrinos de la costa y cómo caminaban todo el día, acampando para pasar la noche y volviendo a ponerse en marcha con la puntualidad de un reloj a la mañana siguiente, cargados únicamente con lo imprescindible. Se preguntó cuándo los demás habían empezado a acumular tantos trastos inútiles.
La única tarea de limpieza que había desempeñado desde que había llegado era fregar, y aquello no era muy difícil: frotar con el trapo hasta que estuviese sucio y luego enjuagarlo. No obstante el idrino había descubierto que barrer era harina de otro costal.
“¿A dónde diablos llevo el polvo?”, se preguntó Shizel frustrado mientras veía cómo en el centro de la sala se iba formando un pequeño montículo de pelusas al que no sabía adónde llevar.
Lo fue repartiendo poco a poco, parte a las esquinas y el resto oculto bajo los muebles o las alfombras, y cuando hubo terminado se retiró a la puerta para contemplar el estado de su obra. A primera vista la habitación parecía impecable.
“Pero yo sé que está sucia”, se dijo arrugando la nariz. Sólo entonces empezaba a entender la problemática detrás de limpiar.
Así las cosas, y tras mucho marear los montículos de polvo de un lado a otro, acabó por reunirlo todo y tirarlo por la ventana sin contemplaciones. Satisfecho por fin, aprovechó que los demás andaban distraídos para bajar y escamotear unos cuantos de los apuntes de magia, los suficientes para que el hurto no se notara, y los ocultó en su habitación. Hizo oídos sordos al comentario de DL a propósito: no quería llamar la atención sobre sí mismo en ese momento.
-Mientras abriguen, nos sirven- dijo en respuesta a Ariv. Durante las noches de aquel lugar refrescaba muchísimo más que en su ciudad.
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astucia
Re: Torreón Maciel (Archivo IV)
27/12/12, 11:56 pm
Agradeció la ayuda de Ariv, aunque la ropa que encontraron la mayoría estaba para tirar, pero con un poco de limpieza serviría aunque fuese como vendas o sino tocar coserlas pues algunas no estaban tan en mal estado solo sucias y algo descosidas pero servirían. "No tengo idea de coser, pero no creo que tenga que necesitar mucho estudio para eso...espero" Pensó DL dejando al lado lo que aprecia un abrigo con una cantidad de polvo imposible de describir, sacudiéndolo y viendo algunas manchas que tenían toda la pinta de ser de sangre "Que tranquilizadora es la ropa" se dijo sarcástico dejando las prendas que pudieran ser útiles y las que podrían usar como trapos o vendas por otro. tras terminar con eso decidió bajar abajo al pozo encontrándose a Shizel dando vueltas extrañamente por todo el primer piso moviendo la escoba de aquí para allá, tan concentrado en su labor que ni lo vio bajar, coger un par de cubos con agua y volver a subir.
-Ariv, ¿podrías intentar limpiar las manchas de este montón de aquí? Luego solo tienes que dejarla a secar o si ves que las manchas no son para tanto, pues las usamos de mantas -añadió DL a Ariv dejandole un cubo con agua delante, tomando el otro y un trapo húmedo para comenzar a limpiar los cuartos el cuarto que falta le hacía, aunque empezando primero por el del convaleciente ya que el tenia más peligro de empeorar por la falta de higiene- Hey Shizel, ¿me ayudas? Voy a limpiar el cuarto de YR, donde según creo también estas durmiendo tu- dijo DL recordando que el idrino no dormía junto al resto sino que se la pasaba durmiendo en la habitación estudio del foner, que por cierto solo tenia su camastro improvisado, la única parte mas o menos cómoda- ¿has pensado en mudarte de habitación? Debes dormir como mierda en el estudio- le dijo pues el estudio era bastante grande si pero no tenia mobiliario mas o menos cómodo que se dijera. Aunque al entrar y encontrarse el colchón tirado por el suelo alzo una ceja- Habrá que levantar eso para limpiar debajo- dijo entretenido poniéndose manos a la obra por su cuenta, tal vez se estaba preocupando excesivamente de la limpieza, pero ese mundo le era extraño en gran medida y si había criaturas tan extrañas a saber sino habría infecciones y virus inclusos mas extraños y peligrosos, mejor era no ponerse en riesgos estúpidos y que podrían evitarse, ademas cuando porfin llegaran los aventureros no estaría mal que mínimo un par de habitaciones ya estuviesen limpia y en eso estaba, al menos se entretendría hasta la noche donde con suerte, sino había contratiempos estudiaría un poco mas de magia o le pediría a K practicar con la espalda, dependiendo de como llagasen, ya vería lo que haría. Ahora lo principal era adecentar el torreón.
-Ariv, ¿podrías intentar limpiar las manchas de este montón de aquí? Luego solo tienes que dejarla a secar o si ves que las manchas no son para tanto, pues las usamos de mantas -añadió DL a Ariv dejandole un cubo con agua delante, tomando el otro y un trapo húmedo para comenzar a limpiar los cuartos el cuarto que falta le hacía, aunque empezando primero por el del convaleciente ya que el tenia más peligro de empeorar por la falta de higiene- Hey Shizel, ¿me ayudas? Voy a limpiar el cuarto de YR, donde según creo también estas durmiendo tu- dijo DL recordando que el idrino no dormía junto al resto sino que se la pasaba durmiendo en la habitación estudio del foner, que por cierto solo tenia su camastro improvisado, la única parte mas o menos cómoda- ¿has pensado en mudarte de habitación? Debes dormir como mierda en el estudio- le dijo pues el estudio era bastante grande si pero no tenia mobiliario mas o menos cómodo que se dijera. Aunque al entrar y encontrarse el colchón tirado por el suelo alzo una ceja- Habrá que levantar eso para limpiar debajo- dijo entretenido poniéndose manos a la obra por su cuenta, tal vez se estaba preocupando excesivamente de la limpieza, pero ese mundo le era extraño en gran medida y si había criaturas tan extrañas a saber sino habría infecciones y virus inclusos mas extraños y peligrosos, mejor era no ponerse en riesgos estúpidos y que podrían evitarse, ademas cuando porfin llegaran los aventureros no estaría mal que mínimo un par de habitaciones ya estuviesen limpia y en eso estaba, al menos se entretendría hasta la noche donde con suerte, sino había contratiempos estudiaría un poco mas de magia o le pediría a K practicar con la espalda, dependiendo de como llagasen, ya vería lo que haría. Ahora lo principal era adecentar el torreón.
- Xana
Ficha de cosechado
Nombre: Ariv
Especie: Sinhadre
Habilidades: Memoria, reflejos, orientación.
Re: Torreón Maciel (Archivo IV)
29/12/12, 09:03 pm
Ariv compuso un gesto de genuina sorpresa cuando DL le dejó el cubo de agua delante. Ella, que pensaba que lo de la ropa no se iba a prolongar demasiado, se llevó un chasco al descubrir que no iba a ser así.
—Bueeeeno, vaaaale —aceptó, aunque su cara era un poema. En cuanto el foner se puso a limpiar la habitación de YR, la niña bufó y empezó a trabajar. Y pensar que había ido a aquella ciudad a lavar prendas de vestir… ¿Era así como le devolverían la gloria perdida? A lo mejor tendría que haber salido de expedición con el resto, pero ya era demasiado tarde.
Sumergió una de las prendas en el agua y comenzó a frotar. Lo hizo lo mejor que pudo, aunque no estaba acostumbrada a hacer ese tipo de cosas. No solían ordenárselo y siempre le había parecido demasiado aburrido. Ella se había dedicado a lo que le había venido en gana, más o menos. Para hacer más llevadero el trabajo, se puso a pensar en la cantidad de hechizos que aprendería una vez hubiera terminado, en las clases que K le impartiría, y eso la animó un poco. Unos minutos después, en su cara se adivinaba una media sonrisa.
Cuando terminó de lavarlo todo y de ponerlo a secar donde buenamente le fue posible, fue en busca de Shiz y DL. Cuando los encontró, les dijo:
—He acabado. ¿Hay que hacer algo más?
En su interior esperaba que la respuesta fuera negativa. ¡Que también trabajaran un poco los que se habían marchado de Maciel!
—Bueeeeno, vaaaale —aceptó, aunque su cara era un poema. En cuanto el foner se puso a limpiar la habitación de YR, la niña bufó y empezó a trabajar. Y pensar que había ido a aquella ciudad a lavar prendas de vestir… ¿Era así como le devolverían la gloria perdida? A lo mejor tendría que haber salido de expedición con el resto, pero ya era demasiado tarde.
Sumergió una de las prendas en el agua y comenzó a frotar. Lo hizo lo mejor que pudo, aunque no estaba acostumbrada a hacer ese tipo de cosas. No solían ordenárselo y siempre le había parecido demasiado aburrido. Ella se había dedicado a lo que le había venido en gana, más o menos. Para hacer más llevadero el trabajo, se puso a pensar en la cantidad de hechizos que aprendería una vez hubiera terminado, en las clases que K le impartiría, y eso la animó un poco. Unos minutos después, en su cara se adivinaba una media sonrisa.
Cuando terminó de lavarlo todo y de ponerlo a secar donde buenamente le fue posible, fue en busca de Shiz y DL. Cuando los encontró, les dijo:
—He acabado. ¿Hay que hacer algo más?
En su interior esperaba que la respuesta fuera negativa. ¡Que también trabajaran un poco los que se habían marchado de Maciel!
- Álvar
Ficha de cosechado
Nombre: Timothy “Timmy” O’ Connors
Especie: Humano
Habilidades: Habilidad mental, astucia, planificación
Re: Torreón Maciel (Archivo IV)
31/12/12, 08:16 pm
Echaron a correr en cuanto pasaron al lado de K y vieron como las hienas empezaban a perseguirles. Timmy iba delante, dado que K se había empeñado en que debia vigilarle en todo momento para protegerle.
La carrera fue mas bien breve. El subidón de adrenalina hizo que el grupo recorriera la distancia que les separaba del torreón en un espacio de tiempo bastante corto, a pesar de que habían despistado a las hienas en cuanto éstas se cebaron con el paquete que habia perdido RR.
K le preguntó a Timmy si estaba bien.
-¿Que si estoy bien? ¡Estoy mejor de lo que tu has estado desde que llegaste a esta ciudad! ¡JIA!
Cuando llegaron al torreón el joven llamó a la puerta y no fue otro que Aleksei quien les abrió, al que Timmy saludó dándole un empujón que lo derribó de vuelta a la sala.
-Gracias por abrir, Alfred. Ahí tienes tu propina.
Cuando todos hubieron entrado, el joven se dirigió a K.
-Pese a que esta vez os he tenido que salvar un poco el culo, este... yo, sigo siendo poco diestro con esto de los cuchillos y los objetos de lanzar. Así que si no te importa durante los próximos días quisiera que siguieras enseñandome a luchar, tanto a corta distancia como con los arrojadizos, e incluso el tiro con arco. Ya sabes, para poder liquidar mejor a... los monstruos ¡JA! -Le dijo con aquella sonrisa malevola- Y ahora si me disculpais estoy bastante cansado, así que voy a echarme un rato.
Según se alejaba pasó junto a RR. Se quedó a su lado, sin mirarle, y le susurró algo al oido.
-Ya has visto de los que soy capaz, pelirrojo. Y déjame que te diga que si querías uno de mis juguetitos no tenías por que robarmelo, solo tenías que pedírmelo. Soy consciente de lo que eres, como también lo soy de que tenerte como aliado sería muy beneficioso para mis planes. Pero te lo advierto, la próxima vez que se te ocurra coger algo sin permiso ni todas las malditas trampas del mundo impedirán que te degolle mientras duermes.
Acto seguido el joven se fue de camino a las mazmorras, abrió la celda donde guardaba sus objetos y se metió dentro. Allí hizo inventario de los explosivos que aun le quedaban, así como de los cuchillos y demás objetos que poseía. Tras esto, su mirada se desvió hacia su disfraz. Aquel que días antes dejara allí guardado. De nuevo, aquel sudor frio le recorrió todo el cuerpo al ver la máscara. Aquel cacho de tela mal cosida le miraba. Le atravesaba. Le tenía imnotizado.
-T...i...m...m...y...
Fue entonces cuando le dio un ataque de terror y se apresuró para arrojar la parte superior del disfraz sobre la máscara. Debia ocultarla o le devoraría.
Los nervios dieron paso entonces a uno de sus ya habituales dolores de cabeza y, tras esto, cayó en un profundo sueño del que no despertaría hasta la mañana siguiente.
La carrera fue mas bien breve. El subidón de adrenalina hizo que el grupo recorriera la distancia que les separaba del torreón en un espacio de tiempo bastante corto, a pesar de que habían despistado a las hienas en cuanto éstas se cebaron con el paquete que habia perdido RR.
K le preguntó a Timmy si estaba bien.
-¿Que si estoy bien? ¡Estoy mejor de lo que tu has estado desde que llegaste a esta ciudad! ¡JIA!
Cuando llegaron al torreón el joven llamó a la puerta y no fue otro que Aleksei quien les abrió, al que Timmy saludó dándole un empujón que lo derribó de vuelta a la sala.
-Gracias por abrir, Alfred. Ahí tienes tu propina.
Cuando todos hubieron entrado, el joven se dirigió a K.
-Pese a que esta vez os he tenido que salvar un poco el culo, este... yo, sigo siendo poco diestro con esto de los cuchillos y los objetos de lanzar. Así que si no te importa durante los próximos días quisiera que siguieras enseñandome a luchar, tanto a corta distancia como con los arrojadizos, e incluso el tiro con arco. Ya sabes, para poder liquidar mejor a... los monstruos ¡JA! -Le dijo con aquella sonrisa malevola- Y ahora si me disculpais estoy bastante cansado, así que voy a echarme un rato.
Según se alejaba pasó junto a RR. Se quedó a su lado, sin mirarle, y le susurró algo al oido.
-Ya has visto de los que soy capaz, pelirrojo. Y déjame que te diga que si querías uno de mis juguetitos no tenías por que robarmelo, solo tenías que pedírmelo. Soy consciente de lo que eres, como también lo soy de que tenerte como aliado sería muy beneficioso para mis planes. Pero te lo advierto, la próxima vez que se te ocurra coger algo sin permiso ni todas las malditas trampas del mundo impedirán que te degolle mientras duermes.
Acto seguido el joven se fue de camino a las mazmorras, abrió la celda donde guardaba sus objetos y se metió dentro. Allí hizo inventario de los explosivos que aun le quedaban, así como de los cuchillos y demás objetos que poseía. Tras esto, su mirada se desvió hacia su disfraz. Aquel que días antes dejara allí guardado. De nuevo, aquel sudor frio le recorrió todo el cuerpo al ver la máscara. Aquel cacho de tela mal cosida le miraba. Le atravesaba. Le tenía imnotizado.
-T...i...m...m...y...
Fue entonces cuando le dio un ataque de terror y se apresuró para arrojar la parte superior del disfraz sobre la máscara. Debia ocultarla o le devoraría.
Los nervios dieron paso entonces a uno de sus ya habituales dolores de cabeza y, tras esto, cayó en un profundo sueño del que no despertaría hasta la mañana siguiente.
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Re: Torreón Maciel (Archivo IV)
02/01/13, 12:31 am
Cuando Karime llegó al torreón, lo único que hacía era carcajearse quedando casi sin aliento. No podía creer que RR estuviera tan equivocado.
- No me puedo creer que sigas pensando que matar a las crías fue un error.- decían entre risas.- ¿En serio? ¡Eso nos ha salvado la vida! El instinto de toda madre es poner a salvo a sus crías cuando estas se encuentran en peligro. Hice que se fuera, por el contrario, tu, robando a esa cría, lo único que hubieras conseguido sería que la bestia rastreara su olor hasta nosotros. Antes de que pudieras llevar a cabo “tus planes” esa bestia nos habría pillado por sorpresa y nos habría descuartizado.-le explicó con una amplia sonrisa, todavía impresionada de que el foner no viera la realidad tal y como era.- Por otro lado, en lo de la hiena madre tienes razón. Reconozco mi error, a diferencia de otros, fue temerario por mi parte, aunque solo me hubiera perjudicado a mi si no fuera porque maté las crías, claro.- reconoció adoptando una pose sería. Dos segundos más tarde, una sonrisa asomó por la comisura de su labio y, con un guiño, añadió.- pero, si no lo hubiera hecho, ¿Dónde hubiera quedado mi diversión?
La libense entró detrás del pequeño Timmy con una gran sonrisa y un “¡cariño, ya estoy en casa!” con el que pretendía llamar la atención del resto de compañeros para contarles lo que, para ella, había sido “una aventura divertida”. Mientras esperaba a sus compañeros, Timmy le pidió que siguiera entrenándole y enseñándole con una actitud poco propia de él.
- Ey, pequeño, espero que te encuentres bien, pareces nervioso… alterado, diría yo.- contestó al chico.- Sabes que a mí no me importa enseñarte siempre que seas un alumno atento y disciplinado. Ve a dormir, va, a ver si se te pasan esos nervios.- le contestó finalmente revolviéndole el pelo cariñosamente.
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astucia
Personajes :- DL/Dédalo: Cambiante, foner
- Dhelian/Evelhan Kaw: Brugho, daeliciano
- Samika: Evaki, humana
- Pelusa (Pam): Spriggan, Mona del queso.
- Rua: Unicornio Humana, Sueca. 1,76 sin plataformas.
Armas :- DL/Dédalo: Espada, magia y sus cambios
- Dhelian/Evelhan Kaw: Magia y estirges
- Samika: Puñetazos y patadas
- Pelusa (Pam): Cuchillo pelapapas y una honda con piedras
- DL/Dédalo: Cambiante, foner
Re: Torreón Maciel (Archivo IV)
02/01/13, 05:20 pm
Estaba porfin terminando de adecentar las habitaciones, al menos la propia y la de YR, que la de Karime y RR se encargaran cuando apareció Ariv preguntando si había algo mas que hacer.
-No, que yo sepa... igual esperaremos a los aventureros. Habría que ver lo del puente, pero el manitas esta de juerga en la ciudad- respondió refiriéndose con eso ultimo a RR y su habilidad con las manos, estirándose cansado pues había sido un día de locos entre la carrerita de la mañana y la limpieza de la tarde. Terminando ya de adecentar un poco los cuartos finalmente y sacudiéndose el polvo del cabello y la ropa con una mano, dejo a sus compañeros, alzando una ceja al escuchar la puerta del torreón. Bajo para dejar los cubos en el primer piso, viendo entrar como si la muerte los persiguiera al resto de sus compañeros. Obvio no entendía nada, pero pro si acaso cerro bien el portón en cuanto entro todo el mundo, viendo a Karime increíblemente feliz mientras le decía cosas que seguía sin entender a RR.
-No tengo idea de lo que estáis hablando- admitió DL mirándolos con profunda confusión tras ver a Timmmy que estaba tan raro como cuando enfrentaron al pergamino, desapareciendo en las mazmorras. Eso solo le dijo que seguramente sus compañeros se habían enfrentado a mas peligros allí afuera- Lo único que tengo claro, es que seguro os metisteis en líos como para venir a toda velocidad y espero que dicho peligro no venga tras vosotros u os tiro a la fosa- amenazo frunciendo ligeramente el ceño aunque tomándoselo lo más normal posible, teniendo en cuenta que esa misma mañana tanto él como Shizel estuvieron también a punto de atraer criaturas no bienvenidas al torreón-Así que contad, compartamos información-respondió obvio con curiosidad de donde habrían ido sus compañeros y que eran las cosas contra las que se habían encontrado y ya de paso él y Shizel podrían contarle sus andanzas por la ciudad.
-No, que yo sepa... igual esperaremos a los aventureros. Habría que ver lo del puente, pero el manitas esta de juerga en la ciudad- respondió refiriéndose con eso ultimo a RR y su habilidad con las manos, estirándose cansado pues había sido un día de locos entre la carrerita de la mañana y la limpieza de la tarde. Terminando ya de adecentar un poco los cuartos finalmente y sacudiéndose el polvo del cabello y la ropa con una mano, dejo a sus compañeros, alzando una ceja al escuchar la puerta del torreón. Bajo para dejar los cubos en el primer piso, viendo entrar como si la muerte los persiguiera al resto de sus compañeros. Obvio no entendía nada, pero pro si acaso cerro bien el portón en cuanto entro todo el mundo, viendo a Karime increíblemente feliz mientras le decía cosas que seguía sin entender a RR.
-No tengo idea de lo que estáis hablando- admitió DL mirándolos con profunda confusión tras ver a Timmmy que estaba tan raro como cuando enfrentaron al pergamino, desapareciendo en las mazmorras. Eso solo le dijo que seguramente sus compañeros se habían enfrentado a mas peligros allí afuera- Lo único que tengo claro, es que seguro os metisteis en líos como para venir a toda velocidad y espero que dicho peligro no venga tras vosotros u os tiro a la fosa- amenazo frunciendo ligeramente el ceño aunque tomándoselo lo más normal posible, teniendo en cuenta que esa misma mañana tanto él como Shizel estuvieron también a punto de atraer criaturas no bienvenidas al torreón-Así que contad, compartamos información-respondió obvio con curiosidad de donde habrían ido sus compañeros y que eran las cosas contra las que se habían encontrado y ya de paso él y Shizel podrían contarle sus andanzas por la ciudad.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Maciel (Archivo IV)
02/01/13, 08:12 pm
Se acabó la tontería. A partir de aquí posteais cada uno vuestro salto. Dos semanas de salto desde que os vais a dormir esta noche.
- Vlad
Ficha de cosechado
Nombre: Yrfylltabgemesh Ftethvajranotz Graktholontir
Especie: Auro
Habilidades: Nociones de Lucha, Artesanía, Puntería.
Re: Torreón Maciel (Archivo IV)
02/01/13, 10:06 pm
RR entró rápidamente en el torreón, ignorando olímpicamente a Aleksei y a sus compañeros. No fue hasta que la puerta estuvo cerrada cuando se permitió tomar una bocanada de aire, aliviado. Fue entonces cuando dirigió la mirada hacia Karime, visiblemente cansado de aquella discusión.
-Mira, yo cogía a aquel bicho suponiendo que mataríamos a su madre, y no nos montaríamos encima a echar unos bailes. Sí, fue un error cogerlo. Y ahora que ambos hemos reconocido que la cagamos, olvidémoslo, ¿vale? No tengo muchas ganas de continuar discutiendo, y tengo cosas importantes que hacer, así que, si me disculpas…
Se alejó de su compañera, visiblemente cansado, en dirección a la armería, cuando el pequeño Timmy pasó por su lado y se detuvo a su vera. Escuchó lo que tenía que decirle con atención, sin desviar la mirada del frente y sin cambiar su postura de relajación cansada.
-Estoy seguro de que podemos sernos muy útiles el uno al otro…-comenzó a decir en tono normal, aunque cerciorándose de que nadie lo escuchaba. En su fuero interno, en cambio, sus engranajes mentales giraban a toda velocidad. ¿Qué demonios le pasaba a aquel muchacho? Su comportamiento dentro del grupo había sido el de un niño asustado, un crío tímido y patoso cualquiera al que todo aquello le venía grande. Todo aquel perfil se veía claramente manchado por una lacra escarlata imposible de ignorar. Su modus operandi de aquella tarde contrastaba innegablemente con la imagen que tenía formada del muchacho. Podía haber estado fingiendo, claramente, o podía estar seriamente trastocado. No descartó ninguna de las dos, pues en nada cambiaban ni la una ni la otra sus planes con respecto a Timmy: Tratarlo de ahora en adelante con suma cautela, considerando a aquel ser astuto y peligroso el ser que, de una forma u otra, se escondía bajo la carcasa de niño inocente.- En cuanto me pongas al corriente, será un placer ayudarte, chaval.
Sin más que decir, terminó por desaparecer escaleras abajo hacia la armería, dónde tomó dos ballestas y saetas extra para la suya. Sin mucho más que hacer, subió a su cuarto y allí se encerró.
Tenía trabajo por hacer.
Las siguientes semanas se afanó en su pequeño proyecto. Encerrado en su habitación, consiguió separar el arco de la nueva ballesta, dejando sólo su cuerpo. Posteriormente, dividió esta pieza en dos, dejando en una el mecanismo de disparo, el gatillo y la empuñadura, y en el otro la simple prolongación. De la otra ballesta tomó los mismos mecanismos y, dividiendo la segunda parte de la que había partido, los introdujo a un lado, creando así un asidero con dos gatillos y sistemas idénticos, adecuadamente asegurados en el interior del mango por clavos que unían ambos lados. En ambas operó unas muescas para sus tubos, que unió a ambas partes con los clavos que traía consigo, situándolos en las piezas que los habían mantenido perpendiculares entre sí cuando desempeñaban su función inicial. Seguidamente, con una sierra e infinito cuidado y precisión, dividió los tubos a la misma altura que su soporte de madera, de tal manera que ambos coincidieran Y se unieran perfectamente al cerrarse. Las dos piezas fueron unidas por uno de los goznes extraídos de la puerta de la mazmorra por la parte inferior y, a un lado, colocó el cerrojo de la misma procedencia para poder abrir y cerrar el resultado. Con mucho cuidado, cerró el orificio que daba al sistema de disparo con su martillo. Y, finalmente, creó unos percutores agregando unas escarpias al mecanismo de disparo.
El artefacto que resultó era algo parecido a una escopeta de dos cañones, pero aparentemente fabricada en un basurero. RR la blandió, orgulloso. Su parte del trabajo había terminado, y estaba más que satisfecho con su creación. Ahora necesitaba de las aptitudes de otro de sus compañeros….
Los días transcurrieron con normalidad para RR. Arregló lo que le mandaron que arreglara, y ayudó en lo que le pidieron que ayudara. Se pasaba el tiempo de aquí para allá, deteniéndose únicamente en el salón, trabajando en una pata de palo para YR, por si en algún momento se llegara a levantar. Usó una pata de silla, que se debía de unir a su pierna por una serie de piezas de latón que extrajo de una cacerola, haciéndolos tiras y limando los bordes con la piedra de afilar. Estas formaban un anillo en el que encajaba su muñón, descargando directamente la fuerza en la madera, minimizando así el contacto con la pieza que de seguro se clavaría de forma más que molesta.
Cuando no estaba trabajando en algo, estudiaba de los libros de magia. En un momento dado, le pidió a Shizel que le grabara ciertas runas en su nueva creación, a sabiendas de que él carecía del potencial suficiente como para darle el poder requerido al sortilegio.
Le explicó detalladamente lo que debía de hacer, dándole las instrucciones gráficas por escrito en el reverso de uno de sus panfletos y acompañándolo de cerca en cada momento de la operación. Sus palabras fueron, incluso para su sorpresa, suaves y amables, colocándose tras de él y susurrándole el qué hacer al oído, mientras le ayudaba con sus propias manos. Al fin y al cabo, debía de salir bien, y no era recomendable tratar mal a quién le estaba echando un cable. Aquél día, le dio su ración de carne al muchacho.
Por lo demás, sus ardides continuaban hilándose. En los ratos libres que el trabajo manual, el estudio o las salidas a por comida no ocupaban su tiempo, continuaba sus trabajos relativamente secretos, suponiendo, claro está, que Shizel no hubiera contado a nadie la existencia de su artefacto. De hecho, dudaba que supiera exactamente qué demonios era.
Una noche, mientras todos dormían, tomó parte de la madera de sus provisiones y preparó una curiosa hoguera en el patio. Sabía que no era precisamente discreto, y que cualquiera de sus compañeros podría haberlo visto. Pero le era indiferente. Si le preguntaban a la mañana siguiente qué hacía, les contestaría la verdad: Carbón. Si le preguntaban para qué, simplemente se encogería de hombros y no mentiría: “Para lo que se usa el carbón, joder: quemarse.” Pasó aquella noche observando la madera arder, sumido en sus pensamientos y recuerdos, y se echó un cigarro con sus ya de por si escasas provisiones de seta roja. A la vista de que YR ya no iba a necesitar calmantes (pues la herida había cicatrizado y cerrado, al menos en lo visible) Se había tomado la libertad de retomar sus preciados estupefacientes.
Días mas tarde, pasada ya la semana, decidió que había transcurrido suficiente tiempo como para que una de sus pequeñas artimañas diera sus frutos. Tomó de buena mañana un cubo de agua en el pozo y marchó silbando hacia los excusados, lanzando tranquilamente su contenido por el desagüe. Seguidamente, tomó una lanza de la armería y una camiseta de las que habían quedado en un arcón de su habitación, evidentemente sin lavar. Salió del torreón y, con infinita cautela, lo rodeó, siguiendo el curso del foso hasta el punto donde las letrinas desechaban su más que desagradable contenido. Allí, ejecutó un hechizo que había repasado varias veces, y que llevaba apuntado en un panfleto con letra pequeña y apretada. Al rato, tenía a un lacayo grotesco mirándolo fijamente.
Rebuscó con cuidado en el foso con la lanza, manteniendo las distancias. No se fiaba de lo que pudiera habitarlo. Ser fontanero en el lugar del que venía se consideraba un trabajo de riesgo, y por eso mandaban foners rojos cómo él ha hacer los trabajos que pudieran conllevar un mínimo de conocimientos técnico-prácticos, a sabiendas de que la experiencia les enseñaría mejor que cualquier libro. Además, no valía la pena gastar a un foner de casta alta en un puesto en el que uno podía palmarla el primer día. Aún recordaba su manual…
Más allá de todo aquello, otra de las razones era que no tenía muchas ganas de rebozarse en mierda. Había tenido heces para varias vidas consecutivas y no estaba precisamente ansioso por reencontrarse con ellas.
Cuando finalmente consiguió localizar y extraer a la superficie el pequeño cristal que había quedado posado en el lecho del foso, le indicó a la criatura en su lengua, con la ayuda de los apuntes del dorso del panfleto, que rebuscara más en el fondo.
Una hora más tarde, portaba en la camisa aquellos malolientes trofeos de vuelta al torreón, habiendo despedido antes a la criatura, manteniendo las distancias lo suficiente como para que el tufo que desprendía después de su desafortunada misión concluyera.
Subió a su cuarto y cerró cuidadosamente. Había inscrito los días anteriores en su puerta, con caligrafía clara, las siguientes palabras:
… y esperaba que con aquello, al menos, se considerara que había hecho todo lo que estaba en su mano para prevenir al imbécil que quedara ensartado en el umbral.
Había tomado de la cocina una olla, un par de botellas de cristal que habían contenido aquel extraño té de color inquietante y la leche, un mortero y un plato de madera. Machacó con cuidado el carbón y los cristales, manteniendo la proporción adecuada, y los dejó secar durante un día entero al sol que entraba por la ventana, cuidando de entrar cada poco tiempo a comprobar que el plato estaba en el haz de luz y, de no ser así, moverlo de sitio para que así fuera.
Cuando cayó la noche, machacó las botellas con cuidado hasta conseguir piezas de cristal relativamente circulares, con aristas peligrosas, y de un tamaño suficientemente pequeño. Seguidamente, tomó la camisa y alguna otra prenda de su baúl y las dividió en tiras de tela que, a modo de cartuchos, guardaban la pólvora y la metralla en conjunto. Después de esto, las dispuso en el interior de una de las bandoleras de la armería, que anteriormente portaban dardos.
Y, finalizada toda aquella tarea, alzó su creación en el aire, contemplándola a la luz de las velas con severo orgullo, a sabiendas de que finalmente tenía munición para ella.
-Te llamarás Schrang.- dijo con tono solemne. Convencido de que era el mejor nombre que se le podía poner a aquel chisme.
Lo había meditado largo y tendido, y se había decidido por aquel nombre en memoria de una aura, de la que a partir de ese momento su “escopeta” (nótense las comillas) sería tocaya. Los parecidos eran indiscutibles, y un tanto insultantes para según qué personas, y temiendo de forma sobrenatural que aquella falta pudiera llegar a ser percibida por la interpelada a través del espacio infinito que separaba ambos mundos, prefirió reservárselas y no nombrarlas ni en sus pensamientos, previniéndose así de la ira de la mujer.
Después de aquello, no tuvo problema en mostrarla en el torreón, sólo explicando qué era a quién le preguntaba. No se alejó si un segundo de la munición ni del arma, y se convirtió en poco tiempo en una compañera tan asidua cómo su ballesta en sus correrías.
Aquel era un magnífico principio, desde luego. Ahora podría enfrentarse a aquel mundo cómo era devido.
EDIT: Falta de hotojrafhia
-Mira, yo cogía a aquel bicho suponiendo que mataríamos a su madre, y no nos montaríamos encima a echar unos bailes. Sí, fue un error cogerlo. Y ahora que ambos hemos reconocido que la cagamos, olvidémoslo, ¿vale? No tengo muchas ganas de continuar discutiendo, y tengo cosas importantes que hacer, así que, si me disculpas…
Se alejó de su compañera, visiblemente cansado, en dirección a la armería, cuando el pequeño Timmy pasó por su lado y se detuvo a su vera. Escuchó lo que tenía que decirle con atención, sin desviar la mirada del frente y sin cambiar su postura de relajación cansada.
-Estoy seguro de que podemos sernos muy útiles el uno al otro…-comenzó a decir en tono normal, aunque cerciorándose de que nadie lo escuchaba. En su fuero interno, en cambio, sus engranajes mentales giraban a toda velocidad. ¿Qué demonios le pasaba a aquel muchacho? Su comportamiento dentro del grupo había sido el de un niño asustado, un crío tímido y patoso cualquiera al que todo aquello le venía grande. Todo aquel perfil se veía claramente manchado por una lacra escarlata imposible de ignorar. Su modus operandi de aquella tarde contrastaba innegablemente con la imagen que tenía formada del muchacho. Podía haber estado fingiendo, claramente, o podía estar seriamente trastocado. No descartó ninguna de las dos, pues en nada cambiaban ni la una ni la otra sus planes con respecto a Timmy: Tratarlo de ahora en adelante con suma cautela, considerando a aquel ser astuto y peligroso el ser que, de una forma u otra, se escondía bajo la carcasa de niño inocente.- En cuanto me pongas al corriente, será un placer ayudarte, chaval.
Sin más que decir, terminó por desaparecer escaleras abajo hacia la armería, dónde tomó dos ballestas y saetas extra para la suya. Sin mucho más que hacer, subió a su cuarto y allí se encerró.
Tenía trabajo por hacer.
Las siguientes semanas se afanó en su pequeño proyecto. Encerrado en su habitación, consiguió separar el arco de la nueva ballesta, dejando sólo su cuerpo. Posteriormente, dividió esta pieza en dos, dejando en una el mecanismo de disparo, el gatillo y la empuñadura, y en el otro la simple prolongación. De la otra ballesta tomó los mismos mecanismos y, dividiendo la segunda parte de la que había partido, los introdujo a un lado, creando así un asidero con dos gatillos y sistemas idénticos, adecuadamente asegurados en el interior del mango por clavos que unían ambos lados. En ambas operó unas muescas para sus tubos, que unió a ambas partes con los clavos que traía consigo, situándolos en las piezas que los habían mantenido perpendiculares entre sí cuando desempeñaban su función inicial. Seguidamente, con una sierra e infinito cuidado y precisión, dividió los tubos a la misma altura que su soporte de madera, de tal manera que ambos coincidieran Y se unieran perfectamente al cerrarse. Las dos piezas fueron unidas por uno de los goznes extraídos de la puerta de la mazmorra por la parte inferior y, a un lado, colocó el cerrojo de la misma procedencia para poder abrir y cerrar el resultado. Con mucho cuidado, cerró el orificio que daba al sistema de disparo con su martillo. Y, finalmente, creó unos percutores agregando unas escarpias al mecanismo de disparo.
El artefacto que resultó era algo parecido a una escopeta de dos cañones, pero aparentemente fabricada en un basurero. RR la blandió, orgulloso. Su parte del trabajo había terminado, y estaba más que satisfecho con su creación. Ahora necesitaba de las aptitudes de otro de sus compañeros….
Los días transcurrieron con normalidad para RR. Arregló lo que le mandaron que arreglara, y ayudó en lo que le pidieron que ayudara. Se pasaba el tiempo de aquí para allá, deteniéndose únicamente en el salón, trabajando en una pata de palo para YR, por si en algún momento se llegara a levantar. Usó una pata de silla, que se debía de unir a su pierna por una serie de piezas de latón que extrajo de una cacerola, haciéndolos tiras y limando los bordes con la piedra de afilar. Estas formaban un anillo en el que encajaba su muñón, descargando directamente la fuerza en la madera, minimizando así el contacto con la pieza que de seguro se clavaría de forma más que molesta.
Cuando no estaba trabajando en algo, estudiaba de los libros de magia. En un momento dado, le pidió a Shizel que le grabara ciertas runas en su nueva creación, a sabiendas de que él carecía del potencial suficiente como para darle el poder requerido al sortilegio.
Le explicó detalladamente lo que debía de hacer, dándole las instrucciones gráficas por escrito en el reverso de uno de sus panfletos y acompañándolo de cerca en cada momento de la operación. Sus palabras fueron, incluso para su sorpresa, suaves y amables, colocándose tras de él y susurrándole el qué hacer al oído, mientras le ayudaba con sus propias manos. Al fin y al cabo, debía de salir bien, y no era recomendable tratar mal a quién le estaba echando un cable. Aquél día, le dio su ración de carne al muchacho.
Por lo demás, sus ardides continuaban hilándose. En los ratos libres que el trabajo manual, el estudio o las salidas a por comida no ocupaban su tiempo, continuaba sus trabajos relativamente secretos, suponiendo, claro está, que Shizel no hubiera contado a nadie la existencia de su artefacto. De hecho, dudaba que supiera exactamente qué demonios era.
Una noche, mientras todos dormían, tomó parte de la madera de sus provisiones y preparó una curiosa hoguera en el patio. Sabía que no era precisamente discreto, y que cualquiera de sus compañeros podría haberlo visto. Pero le era indiferente. Si le preguntaban a la mañana siguiente qué hacía, les contestaría la verdad: Carbón. Si le preguntaban para qué, simplemente se encogería de hombros y no mentiría: “Para lo que se usa el carbón, joder: quemarse.” Pasó aquella noche observando la madera arder, sumido en sus pensamientos y recuerdos, y se echó un cigarro con sus ya de por si escasas provisiones de seta roja. A la vista de que YR ya no iba a necesitar calmantes (pues la herida había cicatrizado y cerrado, al menos en lo visible) Se había tomado la libertad de retomar sus preciados estupefacientes.
Días mas tarde, pasada ya la semana, decidió que había transcurrido suficiente tiempo como para que una de sus pequeñas artimañas diera sus frutos. Tomó de buena mañana un cubo de agua en el pozo y marchó silbando hacia los excusados, lanzando tranquilamente su contenido por el desagüe. Seguidamente, tomó una lanza de la armería y una camiseta de las que habían quedado en un arcón de su habitación, evidentemente sin lavar. Salió del torreón y, con infinita cautela, lo rodeó, siguiendo el curso del foso hasta el punto donde las letrinas desechaban su más que desagradable contenido. Allí, ejecutó un hechizo que había repasado varias veces, y que llevaba apuntado en un panfleto con letra pequeña y apretada. Al rato, tenía a un lacayo grotesco mirándolo fijamente.
Rebuscó con cuidado en el foso con la lanza, manteniendo las distancias. No se fiaba de lo que pudiera habitarlo. Ser fontanero en el lugar del que venía se consideraba un trabajo de riesgo, y por eso mandaban foners rojos cómo él ha hacer los trabajos que pudieran conllevar un mínimo de conocimientos técnico-prácticos, a sabiendas de que la experiencia les enseñaría mejor que cualquier libro. Además, no valía la pena gastar a un foner de casta alta en un puesto en el que uno podía palmarla el primer día. Aún recordaba su manual…
Más allá de todo aquello, otra de las razones era que no tenía muchas ganas de rebozarse en mierda. Había tenido heces para varias vidas consecutivas y no estaba precisamente ansioso por reencontrarse con ellas.
Cuando finalmente consiguió localizar y extraer a la superficie el pequeño cristal que había quedado posado en el lecho del foso, le indicó a la criatura en su lengua, con la ayuda de los apuntes del dorso del panfleto, que rebuscara más en el fondo.
Una hora más tarde, portaba en la camisa aquellos malolientes trofeos de vuelta al torreón, habiendo despedido antes a la criatura, manteniendo las distancias lo suficiente como para que el tufo que desprendía después de su desafortunada misión concluyera.
Subió a su cuarto y cerró cuidadosamente. Había inscrito los días anteriores en su puerta, con caligrafía clara, las siguientes palabras:
“Habitación de RR. Si aprecias tu pellejo, no abras esta puta puerta.”
… y esperaba que con aquello, al menos, se considerara que había hecho todo lo que estaba en su mano para prevenir al imbécil que quedara ensartado en el umbral.
Había tomado de la cocina una olla, un par de botellas de cristal que habían contenido aquel extraño té de color inquietante y la leche, un mortero y un plato de madera. Machacó con cuidado el carbón y los cristales, manteniendo la proporción adecuada, y los dejó secar durante un día entero al sol que entraba por la ventana, cuidando de entrar cada poco tiempo a comprobar que el plato estaba en el haz de luz y, de no ser así, moverlo de sitio para que así fuera.
Cuando cayó la noche, machacó las botellas con cuidado hasta conseguir piezas de cristal relativamente circulares, con aristas peligrosas, y de un tamaño suficientemente pequeño. Seguidamente, tomó la camisa y alguna otra prenda de su baúl y las dividió en tiras de tela que, a modo de cartuchos, guardaban la pólvora y la metralla en conjunto. Después de esto, las dispuso en el interior de una de las bandoleras de la armería, que anteriormente portaban dardos.
Y, finalizada toda aquella tarea, alzó su creación en el aire, contemplándola a la luz de las velas con severo orgullo, a sabiendas de que finalmente tenía munición para ella.
-Te llamarás Schrang.- dijo con tono solemne. Convencido de que era el mejor nombre que se le podía poner a aquel chisme.
Lo había meditado largo y tendido, y se había decidido por aquel nombre en memoria de una aura, de la que a partir de ese momento su “escopeta” (nótense las comillas) sería tocaya. Los parecidos eran indiscutibles, y un tanto insultantes para según qué personas, y temiendo de forma sobrenatural que aquella falta pudiera llegar a ser percibida por la interpelada a través del espacio infinito que separaba ambos mundos, prefirió reservárselas y no nombrarlas ni en sus pensamientos, previniéndose así de la ira de la mujer.
Después de aquello, no tuvo problema en mostrarla en el torreón, sólo explicando qué era a quién le preguntaba. No se alejó si un segundo de la munición ni del arma, y se convirtió en poco tiempo en una compañera tan asidua cómo su ballesta en sus correrías.
Aquel era un magnífico principio, desde luego. Ahora podría enfrentarse a aquel mundo cómo era devido.
EDIT: Falta de hotojrafhia
¿Qué es más divertido que matar a un bebé en una batidora?
- Álvar
Ficha de cosechado
Nombre: Timothy “Timmy” O’ Connors
Especie: Humano
Habilidades: Habilidad mental, astucia, planificación
Re: Torreón Maciel (Archivo IV)
03/01/13, 02:24 am
Cuando Timmy hubo despertado de su sueño, se encontró de nuevo tirado en aquella celda, con el cuerpo dolorido tras dormir sobre la dura roca. Sabía que el día anterior habia tenido uno de sus curiosos episodios de ausencia, pero, al contrario que otras veces, recordaba practicamente todo lo que había pasado, como su hubiera sido un simple espectador de lo ocurrido. Sabía que algo le pasaba, lo había sabido siempre. También sabía que algo oscuro y perverso habitaba dentro de él. Incluso sabía que habia algo aún más oscuro y perverso moviendo detrás de todo aquello. Pero si había algo que supiera por encima de todo aquello, era que sin duda esos entres malignos eran la razón de que hubiera sobrevivido durante tantos años.
No comprendía que era lo que ocurría, pero estaba decidido a seguir viviendo a toda costa. También había tomado la decisión de fortalecerse. Entrenar duramente y adiestrarse hasta llegar al punto en que no volviera a necesitar jamás ayuda de su "oscuro pasajero". Por ello, dedicó las siguientes semanas a entrenar a diario. Entrenaba por las mañanas con Karime el uso de armas blancas, cuchillos arrojadizos e incluso tiro con arco. Por las tardes, se dedicaba a hacer flexiones y abdominales en aquella celda que, sin saber muy bien por qué, había convertido en su cuarto de forma permanente. No obstante, por las noches volvía a dejarse llevar por aquella oscuridad. Ahora era consciente de lo que ocurría, pero le resultaba cada vez más difícil oponer ningún tipo de resistencia. Por ello, se pasó muchas noches observando como aquel ente controlaba su cuerpo mientras él simplemente observaba. Y observó que aquel ser era, cuanto menos, fascinante. Pasaba las noches enteras intentando descifrar aquel libro de explosivos de la biblioteca, elaborando a escondidas más explosivo casero aprovechando los restos de jabón y de cera que le quedaban. Y no solo eso, había mejorado aquellas esferas explosivas introduciendo otros recipientes cerámicos más pequeños en el interior de los grandes, dividiendo así en compartimentos su contenido, lo que le permitió experimentar lo que ocurría si a la pasta explosiva la mezclaba con distintos óxidos, virutas de diversos metales de las armas y armaduras de la armería, restos orgánicos e, incluso, introduciendo abrojos.
Tras interminables noches de experimentos, errores y aciertos, al final aquel ser se hizo con un arsenal compuesto por alrededor de dos docenas de explosivos de distintas clases, con mayor o menor poder calorífico y con distintas propiedades añadidas.
-Es una arsenal realmente impresionante. Cualquiera diría que planeo conquistar una ciudad ¡JIA!
Aquel ser tramaba algo, y eso asustaba mucho a Timmy. No obstante, su fortaleza mental cada día se debilitaba más y parecia rendirse poco a poco a su otro yo.
-Las cosas marchan muy bien, eso está claro. Aún así la obvia falta de tecnología de esta ciudad me limita demasiado las cosas. Si tuviera acceso a componentes electricos, pólvora y gasolina... les iba a enseñar yo a esa panda de monstruitos la magia de verdad.
En ese momento apartó alguna que otra muestra de sus nuevos explosivos.
-Creo que serán un buen regalo para el pelirrojo.
Se giró hacia su disfraz, con algo de temor en los ojos, pero con mucha más seguridad que días atrás. Su influencia ya no le aterraba tanto. Había pasado demasiadas noches observando aquel traje.
-T...i...m...o...t...h...y
-Sí... todavía está aquí, así que sigue siendo peligroso. Pronto, muy pronto...
Y así siguieron pasando los días, y sus noches...
No comprendía que era lo que ocurría, pero estaba decidido a seguir viviendo a toda costa. También había tomado la decisión de fortalecerse. Entrenar duramente y adiestrarse hasta llegar al punto en que no volviera a necesitar jamás ayuda de su "oscuro pasajero". Por ello, dedicó las siguientes semanas a entrenar a diario. Entrenaba por las mañanas con Karime el uso de armas blancas, cuchillos arrojadizos e incluso tiro con arco. Por las tardes, se dedicaba a hacer flexiones y abdominales en aquella celda que, sin saber muy bien por qué, había convertido en su cuarto de forma permanente. No obstante, por las noches volvía a dejarse llevar por aquella oscuridad. Ahora era consciente de lo que ocurría, pero le resultaba cada vez más difícil oponer ningún tipo de resistencia. Por ello, se pasó muchas noches observando como aquel ente controlaba su cuerpo mientras él simplemente observaba. Y observó que aquel ser era, cuanto menos, fascinante. Pasaba las noches enteras intentando descifrar aquel libro de explosivos de la biblioteca, elaborando a escondidas más explosivo casero aprovechando los restos de jabón y de cera que le quedaban. Y no solo eso, había mejorado aquellas esferas explosivas introduciendo otros recipientes cerámicos más pequeños en el interior de los grandes, dividiendo así en compartimentos su contenido, lo que le permitió experimentar lo que ocurría si a la pasta explosiva la mezclaba con distintos óxidos, virutas de diversos metales de las armas y armaduras de la armería, restos orgánicos e, incluso, introduciendo abrojos.
Tras interminables noches de experimentos, errores y aciertos, al final aquel ser se hizo con un arsenal compuesto por alrededor de dos docenas de explosivos de distintas clases, con mayor o menor poder calorífico y con distintas propiedades añadidas.
-Es una arsenal realmente impresionante. Cualquiera diría que planeo conquistar una ciudad ¡JIA!
Aquel ser tramaba algo, y eso asustaba mucho a Timmy. No obstante, su fortaleza mental cada día se debilitaba más y parecia rendirse poco a poco a su otro yo.
-Las cosas marchan muy bien, eso está claro. Aún así la obvia falta de tecnología de esta ciudad me limita demasiado las cosas. Si tuviera acceso a componentes electricos, pólvora y gasolina... les iba a enseñar yo a esa panda de monstruitos la magia de verdad.
En ese momento apartó alguna que otra muestra de sus nuevos explosivos.
-Creo que serán un buen regalo para el pelirrojo.
Se giró hacia su disfraz, con algo de temor en los ojos, pero con mucha más seguridad que días atrás. Su influencia ya no le aterraba tanto. Había pasado demasiadas noches observando aquel traje.
-T...i...m...o...t...h...y
-Sí... todavía está aquí, así que sigue siendo peligroso. Pronto, muy pronto...
Y así siguieron pasando los días, y sus noches...
Piensa en verde: pon un Duende en tu vida
O, en su defecto, deja que uno te la arrebate
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Torreón Maciel (Archivo IV)
03/01/13, 02:29 am
Shizel también había bajado discretamente a ver qué sucedía, y escuchó con creciente diversión la breve reseña de la salida que hizo Karime. La libense prácticamente burbujeaba de hiperactividad, simplemente verla gesticular era un espectáculo.
Al final todos subieron a dormir, algunos agotados por la salida y la limpieza y otros por la carrera que los había traído hasta allí, y por fin Shizel estuvo a solas para hacer lo que quería.
Extrajo de su escondite los apuntes de magia que había secuestrado y les echó un vistazo, indeciso sobre con cuál empezar. Finalmente decidió probar suerte con el hechizo de levitación, el mismo que llevaba viendo a sus compañeros practicar constantemente aquellos dos últimos días. Si no era capaz de aquello, probablemente tampoco lo sería de nada más. No podía negarlo: la perspectiva le era francamente angustiosa.
Sin embargo apenas inició la secuencia de movimientos la realidad y el tiempo a su alrededor parecieron difuminarse, y su ansiedad se fue disolviendo poco a poco. Como cuando hacía un truco, no importaba el público, no importaban los estímulos que tratasen de distraerlo: todo lo que importaba era lo que tenía entre manos y cómo debía llevarlo a cabo. Aquella era una de las pocas cosas para las que Shizel había tenido que desarrollar persistencia. Podía pasarse horas repitiendo movimientos con toda la paciencia del mundo, paciencia que probablemente perdería para cualquier otra cosa.
La mayoría de los movimientos utilizados en ilusionismo seguían recorridos curvos. No era algo casual: Shizel sabía que el ojo podía predecir el punto de destino de una línea recta y tendía a ir directamente a él; mientras que un movimiento curvo, más impredecible, obligaba al espectador a seguir su trayectoria con los ojos hasta el final, desviando su atención el tiempo necesario de lo que el mago realmente estuviese haciendo. Dirigir la mirada del público era clave en la magia de salón.
No obstante, su ojo entrenado pronto notó que los movimientos de los diagramas no tenían la prioridad de ser elegantes o llamativos al ojo, aunque no estuviesen carentes de cierta fluidez interna: es más, si los gestos podían tomar un camino corto y brusco lo tomaban, revistiendo a aquellos ademanes de cierto cariz práctico y utilitario: todo lo práctico y utilitario que podía ser, claro está, el hacer aspavientos inútiles en el aire.
Pero sin embargo...
Sentía una sensación extraña, como si estuviese ejerciendo una leve sujeción aunque sus manos siguiesen estando vacías.
Se frotó las sienes. “Igual me está empezando a entrar una migraña…”
Sin embargo, al levantar la vista se quedó boquiabierto mirando la canica que flotaba frente a él, temiendo moverse o hacer cualquier cosa que pudiera romper el frágil espejismo que tenía frente a sí.
Se echó a reír alucinado.
-Mierda, Saren- dijo casi sin ser consciente de ello-. Tenías razón.
Mantuvo la mirada fija en la canica flotante hasta que le ardieron los ojos, y sólo entonces la dejó caer. Muy agitado, volvió a repetir la secuencia y con ella el milagro volvió a repetirse.
Dos horas después todas las canicas que tenía flotaban en el aire, siguiendo una precaria trayectoria en círculo, orbitando como un sistema solar en miniatura. Shizel las hizo acelerar, más y más rápido, probando hasta qué punto aquello le obedecía y sintiendo una sensación de triunfo creciente. Era fácil, era divertido; era como manipular piezas de un puzle deslizante, para que cada una encajara en su lugar. ¿Por aquello se había estado preocupando todo ese tiempo?
La euforia le hizo perder la concentración y las canicas cayeron a plomo al suelo, todas a la vez. El choque de todas ellas al unísono le supo a gloria.
Shizel sonrió, agotado pero triunfal.
-Otra vez- ordenó haciendo caso omiso del cansancio, tanto a sí mismo como a las canicas.
YR había acabado por despertar, lo que le resultó un inmenso fastidio en lo que a intimidad respectaba. Sin embargo una vez se hubo recuperado el foner manifestó su preferencia por dormir abajo en el salón, donde tenía más cosas a su alcance inmediato, y Shizel le facilitó la mudanza de mil amores. Seguía sin gustarle hacer turnos para usar la bañera, usar ropa raída y la falta de variedad en la comida, pero ya no lo veía como algo anormal.
La continua compañía le resultó desconcertante al principio: fuese adonde fuese del torreón casi siempre había alguien haciendo sus cosas. Antes su vida estaba fuera, manteniendo todos los frentes sociales que debía atender, y su casa era un lugar de descansos cortos y preciados en soledad: si se permitía pasar allí más tiempo del necesario se arriesgaba a quedar aislado. Sin embargo, ahora si quería quedarse todo el día dentro del torreón leyendo nadie iba a empezar a tacharle de una lista mental, porque nadie le echaría de menos en ningún lugar. El pensamiento era a la vez deprimente y consolador.
Le chocaba también lo espontáneos que eran: cada uno en mayor o menor medida, todos decían lo que pensaban. Él era el único que seguía encorsetado por las precauciones de su tierra de origen, y aunque con recelo aún, fue empezando a bajar la guardia gradualmente. Sus compañeros iban a lo suyo, y no se miraban continuamente por el rabillo del ojo en busca de flancos abiertos. La ausencia de aquella hipocresía fue como un soplo de aire fresco, y Shizel lo agradecía de veras. Ello se reflejó en su trato: estaba casi siempre de buen humor, y era más abierto para todo. No se le había pasado por alto la repentina amabilidad de RR, pero él mismo no supo discernir exactamente si era por puro interés o si simplemente el foner era bastante más tratable de lo que daba a entender en un principio. De todas formas, se descubrió disfrutando de las jornadas de trabajo en aquel armatoste que para su inmensa sorpresa, aparentemente funcionaba y todo.
En el cambio de actitud influyó mucho el descubrir que la magia no sólo no le rechazaba, sino que acudía a él con algo de mayor facilidad que a sus compañeros. Había revelado el descubrimiento a sus compañeros a la mañana siguiente de la salida tras Miseria, cuando se había ofrecido con cierta vacilación a reparar el hueso roto de K.
Los primeros días despertaba todas las mañanas con el pánico a que la magia se hubiera esfumado, y necesitaba hacer un hechizo menor, el que fuera, para asegurarse de que ahí seguía. El alivio que sentía en ese momento compensaba todas las incomodidades que pudieran interponérsele a lo largo del día. El resto del mundo bien podía pararse, mientras él siguiese teniendo magia.
Practicaba hasta altas horas de la madrugada para despertar reventado al día siguiente, acostumbrándose a sustituir el sueño natural por la inconsciencia al forzar demasiado sus límites. Más de una vez el amanecer lo había sorprendido desplomado en el suelo tras intentar los primeros compases de un hechizo muy por encima de su nivel, o extraer energías de donde ya no quedaba nada.
Lo remediaba como podía durmiendo hasta muy tarde, pero surtía poco efecto. Lo que necesitaba no eran más horas de descanso físico, sino más horas sin hacer uso repetido de la magia. No explicó nada a sus compañeros al respecto: prefería con mucho que pensaran que era perezoso a que era débil. Aunque se había desprendido de algunas precauciones, otras aún prevalecían.
Por esa razón accedía siempre que algún compañero le solicitaba para practicar magia, pero más de una vez un hechizo murió en las puntas de sus dedos por puro agotamiento. También practicaba esgrima con K y DL, pero notaba sus reflejos peores y más lentos que de costumbre. El ritmo activo en todos los sentidos, unido a las malas noches de sueño, le estaba desgastando lentamente.
Hacía todo lo posible por que sus compañeros de torreón no se diesen cuenta, y eso incluía participar activamente en las salidas a por comida. No obstante engañar al respecto a Saren concretamente costaba mucho trabajo, y algunos días se limitaba a esquivarlo para que no advirtiese la huella de cansancio que anidaba permanentemente tras sus ojos.
Y antes de que se diera cuenta, ya habían pasado dos semanas.
[PD: el parrafillo sobre el ojo y los movimientos en los trucos de magia es cierto, de hecho.]
Al final todos subieron a dormir, algunos agotados por la salida y la limpieza y otros por la carrera que los había traído hasta allí, y por fin Shizel estuvo a solas para hacer lo que quería.
Extrajo de su escondite los apuntes de magia que había secuestrado y les echó un vistazo, indeciso sobre con cuál empezar. Finalmente decidió probar suerte con el hechizo de levitación, el mismo que llevaba viendo a sus compañeros practicar constantemente aquellos dos últimos días. Si no era capaz de aquello, probablemente tampoco lo sería de nada más. No podía negarlo: la perspectiva le era francamente angustiosa.
Sin embargo apenas inició la secuencia de movimientos la realidad y el tiempo a su alrededor parecieron difuminarse, y su ansiedad se fue disolviendo poco a poco. Como cuando hacía un truco, no importaba el público, no importaban los estímulos que tratasen de distraerlo: todo lo que importaba era lo que tenía entre manos y cómo debía llevarlo a cabo. Aquella era una de las pocas cosas para las que Shizel había tenido que desarrollar persistencia. Podía pasarse horas repitiendo movimientos con toda la paciencia del mundo, paciencia que probablemente perdería para cualquier otra cosa.
La mayoría de los movimientos utilizados en ilusionismo seguían recorridos curvos. No era algo casual: Shizel sabía que el ojo podía predecir el punto de destino de una línea recta y tendía a ir directamente a él; mientras que un movimiento curvo, más impredecible, obligaba al espectador a seguir su trayectoria con los ojos hasta el final, desviando su atención el tiempo necesario de lo que el mago realmente estuviese haciendo. Dirigir la mirada del público era clave en la magia de salón.
No obstante, su ojo entrenado pronto notó que los movimientos de los diagramas no tenían la prioridad de ser elegantes o llamativos al ojo, aunque no estuviesen carentes de cierta fluidez interna: es más, si los gestos podían tomar un camino corto y brusco lo tomaban, revistiendo a aquellos ademanes de cierto cariz práctico y utilitario: todo lo práctico y utilitario que podía ser, claro está, el hacer aspavientos inútiles en el aire.
Pero sin embargo...
Sentía una sensación extraña, como si estuviese ejerciendo una leve sujeción aunque sus manos siguiesen estando vacías.
Se frotó las sienes. “Igual me está empezando a entrar una migraña…”
Sin embargo, al levantar la vista se quedó boquiabierto mirando la canica que flotaba frente a él, temiendo moverse o hacer cualquier cosa que pudiera romper el frágil espejismo que tenía frente a sí.
Se echó a reír alucinado.
-Mierda, Saren- dijo casi sin ser consciente de ello-. Tenías razón.
Mantuvo la mirada fija en la canica flotante hasta que le ardieron los ojos, y sólo entonces la dejó caer. Muy agitado, volvió a repetir la secuencia y con ella el milagro volvió a repetirse.
Dos horas después todas las canicas que tenía flotaban en el aire, siguiendo una precaria trayectoria en círculo, orbitando como un sistema solar en miniatura. Shizel las hizo acelerar, más y más rápido, probando hasta qué punto aquello le obedecía y sintiendo una sensación de triunfo creciente. Era fácil, era divertido; era como manipular piezas de un puzle deslizante, para que cada una encajara en su lugar. ¿Por aquello se había estado preocupando todo ese tiempo?
La euforia le hizo perder la concentración y las canicas cayeron a plomo al suelo, todas a la vez. El choque de todas ellas al unísono le supo a gloria.
Shizel sonrió, agotado pero triunfal.
-Otra vez- ordenó haciendo caso omiso del cansancio, tanto a sí mismo como a las canicas.
-
Los días fueron pasando uno tras otro, y Shizel fue aclimatándose lentamente a la rutina del torreón. YR había acabado por despertar, lo que le resultó un inmenso fastidio en lo que a intimidad respectaba. Sin embargo una vez se hubo recuperado el foner manifestó su preferencia por dormir abajo en el salón, donde tenía más cosas a su alcance inmediato, y Shizel le facilitó la mudanza de mil amores. Seguía sin gustarle hacer turnos para usar la bañera, usar ropa raída y la falta de variedad en la comida, pero ya no lo veía como algo anormal.
La continua compañía le resultó desconcertante al principio: fuese adonde fuese del torreón casi siempre había alguien haciendo sus cosas. Antes su vida estaba fuera, manteniendo todos los frentes sociales que debía atender, y su casa era un lugar de descansos cortos y preciados en soledad: si se permitía pasar allí más tiempo del necesario se arriesgaba a quedar aislado. Sin embargo, ahora si quería quedarse todo el día dentro del torreón leyendo nadie iba a empezar a tacharle de una lista mental, porque nadie le echaría de menos en ningún lugar. El pensamiento era a la vez deprimente y consolador.
Le chocaba también lo espontáneos que eran: cada uno en mayor o menor medida, todos decían lo que pensaban. Él era el único que seguía encorsetado por las precauciones de su tierra de origen, y aunque con recelo aún, fue empezando a bajar la guardia gradualmente. Sus compañeros iban a lo suyo, y no se miraban continuamente por el rabillo del ojo en busca de flancos abiertos. La ausencia de aquella hipocresía fue como un soplo de aire fresco, y Shizel lo agradecía de veras. Ello se reflejó en su trato: estaba casi siempre de buen humor, y era más abierto para todo. No se le había pasado por alto la repentina amabilidad de RR, pero él mismo no supo discernir exactamente si era por puro interés o si simplemente el foner era bastante más tratable de lo que daba a entender en un principio. De todas formas, se descubrió disfrutando de las jornadas de trabajo en aquel armatoste que para su inmensa sorpresa, aparentemente funcionaba y todo.
En el cambio de actitud influyó mucho el descubrir que la magia no sólo no le rechazaba, sino que acudía a él con algo de mayor facilidad que a sus compañeros. Había revelado el descubrimiento a sus compañeros a la mañana siguiente de la salida tras Miseria, cuando se había ofrecido con cierta vacilación a reparar el hueso roto de K.
Los primeros días despertaba todas las mañanas con el pánico a que la magia se hubiera esfumado, y necesitaba hacer un hechizo menor, el que fuera, para asegurarse de que ahí seguía. El alivio que sentía en ese momento compensaba todas las incomodidades que pudieran interponérsele a lo largo del día. El resto del mundo bien podía pararse, mientras él siguiese teniendo magia.
Practicaba hasta altas horas de la madrugada para despertar reventado al día siguiente, acostumbrándose a sustituir el sueño natural por la inconsciencia al forzar demasiado sus límites. Más de una vez el amanecer lo había sorprendido desplomado en el suelo tras intentar los primeros compases de un hechizo muy por encima de su nivel, o extraer energías de donde ya no quedaba nada.
Lo remediaba como podía durmiendo hasta muy tarde, pero surtía poco efecto. Lo que necesitaba no eran más horas de descanso físico, sino más horas sin hacer uso repetido de la magia. No explicó nada a sus compañeros al respecto: prefería con mucho que pensaran que era perezoso a que era débil. Aunque se había desprendido de algunas precauciones, otras aún prevalecían.
Por esa razón accedía siempre que algún compañero le solicitaba para practicar magia, pero más de una vez un hechizo murió en las puntas de sus dedos por puro agotamiento. También practicaba esgrima con K y DL, pero notaba sus reflejos peores y más lentos que de costumbre. El ritmo activo en todos los sentidos, unido a las malas noches de sueño, le estaba desgastando lentamente.
Hacía todo lo posible por que sus compañeros de torreón no se diesen cuenta, y eso incluía participar activamente en las salidas a por comida. No obstante engañar al respecto a Saren concretamente costaba mucho trabajo, y algunos días se limitaba a esquivarlo para que no advirtiese la huella de cansancio que anidaba permanentemente tras sus ojos.
Y antes de que se diera cuenta, ya habían pasado dos semanas.
[PD: el parrafillo sobre el ojo y los movimientos en los trucos de magia es cierto, de hecho.]
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
- Al veros conspirar... (CLICK):
- Al poner un evento... (CLICK):
- Durante el transcurso del evento... (CLICK):
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astuciaPersonajes :- DL/Dédalo: Cambiante, foner
- Dhelian/Evelhan Kaw: Brugho, daeliciano
- Samika: Evaki, humana
- Pelusa (Pam): Spriggan, Mona del queso.
- Rua: Unicornio Humana, Sueca. 1,76 sin plataformas.
Armas :- DL/Dédalo: Espada, magia y sus cambios
- Dhelian/Evelhan Kaw: Magia y estirges
- Samika: Puñetazos y patadas
- Pelusa (Pam): Cuchillo pelapapas y una honda con piedras
- DL/Dédalo: Cambiante, foner
Re: Torreón Maciel (Archivo IV)
03/01/13, 12:45 pm
Escuchar toda aquella aventura de boca de una animada Karime fue incluso relajante, por extraño que pareciera, era simplemente lo normal, vivir en aquella ciudad era considerado un peligro diario y el poder volver de una pieza y con todos los miembros en su lugar podía considerarse un milagro. DL estuvo atento a la charla incluso contó un poco de su aventura con Shizel, pero se encontraba cansado por todo lo acaecido aquel día, por ello en cuanto pudieron cenar se dirigió a su cuarto, cayendo como plomo sobre su cama hasta el día siguiente, ni poder practica magia pudo.
------
Los siguientes días pasaron como un suceso de hechos cotidianos, practicar su magia fue una de las cosas n las que mas centro su atención, notando que su agotamiento al intentar practicar ciertos hechizo o incluso lo inútil que era pues nada se producía empezaron a frustrarlo por momentos. No ayudo mucho a su estado de ánimo, descubrir tras algunos días y por pura casualidad que Shizel había estado practicando magia a escondidas y que incluso el tenia una facilidad impresionante para practicar los hechizos que a el mismo le costaba tanto realizar sin errores o accidentes, aunque estuviese mejorando mucho seguía sin haber ciertos hechizos en libro de Saren que le eran imposibles de realizar y que lo único que conseguía era caer preso de un agotamiento que casi lo aplastaba, como si a falta de magia que extraer para producir el hechizo deseado tomara dicha energías de su propia fuerza vital. Algo absurdo de pensar pero así se sintió cada vez que intentaba realizar uno de esos hechizos complejos que al parecer a Shizel tan fáciles. No solo estuvo practicando su magia, sentía que esta no podría defenderse completamente de los peligros de la ciudad por ello se puso también a entrenar con todo junto a Karime, aprendiendo incluso nuevas técnicas gracias a la líbense con las que en ocasiones se batía en duelo con resultados bastante curioso en ocasiones. Día tras día se sentía más agotado pero también más vivo, capaz de hacer lo que quisiera, practicar un arte que siempre le había resultado imposible, la magia, y aunque tuviera sus límites más o menos claros tras algunos días, aquello era poco más que un milagro para él y se sentía regocijado al respecto. Su cuerpo mismo se adapto a la constante práctica de magia al agotamiento que esta le producía y a los entrenamientos casi constantes con Karime, mejorando no solo su habilidad con la espada sino incluso su puntería al practicar la arquería algo nuevo para él.
Su relación con al resto de sus compañeros, fue mejorando y aunque cada cual estuviera metido en sus propios intereses, existía ese compañerismo cargado de humor, sarcasmos y cierta insolencia que parecía ser el pan de todos los días. A pesar de cierta envidia que sentía por la facilidad con la magia de Shizel, se hizo bastante cercano al idrino con quien practicaba magia normalmente averiguando sus límites y los del otro que siempre parecía preso de un cansancio que poco a poco se hizo evidente a sus ojos, no por sus gestos que siempre parecían controlados sino por su mirada que era algo que no podía esconder. Llegando a parar sus prácticas con la magia para que descansara, aunque fuera alguien tozudo. Incluso el despertar de YR fue como un extra de alivio para el torreón, pues realmente ya no habría tanta necesidad de cuidarlo al menos no tanto como antes menos ante la reacción de la pata de palo que RR empezó a crearle en una de sus tanta sidas y venidas por el torreón, mejor aquello que tenerlo postrado en una cama, ahora mínimo lo tenían postrado en el sofá de abajo mas durmiendo que otra cosa.
Los frutos de los entrenamientos de DL se dejaban ver, ya no chocaba a sus compañeros, los hechizos realizados aunque básicos cada vez tenían muchos mejores resultados lo cual era un gran alivio para el foner. Incluso se atrevió a pedirle prestado a RR su libro sobre runas en una ocasión que le vio leyéndoselo, era un libro difícil y lo estuvo memorizando a conciencia durante varios días, en ocasiones manteniendo charlas sobre estas runas a RR que parecía haber estado estudiándolas desde antes y planteándole ciertas dudas sobre sus ideas, buscando formas para poder escribir las runas, llegando a usar incluso su propia sangre en un par de ocasiones y en otras la grasa que producían los alimentos, dado que los bolígrafos de RR no durarían eternamente necesitarían material para poder dibujarlas. Todo hasta que encontró por fin el material perfecto, carbón, que había creado el propio RR, usándolo como si fuese un lápiz improvisado, con eso consiguió ya lo necesario para la creación de sus runas, con aquello se le ocurrió una idea que si pudieran realizarla les facilitaría en gran medida algunas de las acciones básicas necesarias para sus subsistencia en el torreón, pero que necesitaría la ayuda de Shizel o Saren, los que parecían tener más facilidad con la magia.
Antes de contarles su idea DL estuvo días centrado en aprender a dibujar correctamente las runas, practicar su magia y esgrima evolucionando tanto para sí mismo que incluso se sorprendía en ocasiones al ver su propio reflejo, cansado, muy cansado, pero enormemente satisfecho con que su esfuerzo estuviera consiguiendo resultados y sobretodo, animado al poder hacer lo que quisiera con libertad sin más trabas que la propia fuerza de su cuerpo. Eso mejoro considerablemente su animo llegando incluso a bromear con sus compañeros, soltándose bastante en su comportamiento, era alguien serio por naturaleza pero su estancia en aquel lugar lo había vuelto más sensato y a la vez más atrevido en sus acciones y palabras. Se sentía bien consigo mismo, dispuesto a seguir practicando y a evolucionar hasta que ya no tuviera aliento para ello, concentrándose tanto en su aprendizaje y en las salidas que iban realizando a la ciudad a por las cestas, dejando las runas que había estado practicando por el camino y pidiéndole ayuda a Shizel para imbuirlas de magia, cosa que también le serviría como practica al idrino, para poder intentar hacer uso de su plan. Obviamente tuvo que explicarle a Shizel para recibir su ayuda, devolviendole el favor a este dándole parte de su comida o cocinándole, tras haber entendido que no debía echarle lácteos a su comida.
Su día a día fue una continua evolución en mayor o menor grado produciendole una increíble satisfacción tanto en el ámbito mágico y físico como en su actual facilidad para socializar con el resto. Las sorpresas que sus propios compañeros mostraron tanto Shizel con su magia que le facilito el uso de varios runas que estuvo practicando, como la aparición un día de aquel artefacto similar a una escopeta, por llamarla de algún modo, de RR y que a saber cómo demonios construyo, pero que igual era un aliciente mas para sobrevivir en el día a día en aquella ciudad.
Así los días pasaban con sus continuos altibajos en su humor, ideas y prácticas, y antes de darse cuenta siquiera dos semanas habían transcurrido.
------
Los siguientes días pasaron como un suceso de hechos cotidianos, practicar su magia fue una de las cosas n las que mas centro su atención, notando que su agotamiento al intentar practicar ciertos hechizo o incluso lo inútil que era pues nada se producía empezaron a frustrarlo por momentos. No ayudo mucho a su estado de ánimo, descubrir tras algunos días y por pura casualidad que Shizel había estado practicando magia a escondidas y que incluso el tenia una facilidad impresionante para practicar los hechizos que a el mismo le costaba tanto realizar sin errores o accidentes, aunque estuviese mejorando mucho seguía sin haber ciertos hechizos en libro de Saren que le eran imposibles de realizar y que lo único que conseguía era caer preso de un agotamiento que casi lo aplastaba, como si a falta de magia que extraer para producir el hechizo deseado tomara dicha energías de su propia fuerza vital. Algo absurdo de pensar pero así se sintió cada vez que intentaba realizar uno de esos hechizos complejos que al parecer a Shizel tan fáciles. No solo estuvo practicando su magia, sentía que esta no podría defenderse completamente de los peligros de la ciudad por ello se puso también a entrenar con todo junto a Karime, aprendiendo incluso nuevas técnicas gracias a la líbense con las que en ocasiones se batía en duelo con resultados bastante curioso en ocasiones. Día tras día se sentía más agotado pero también más vivo, capaz de hacer lo que quisiera, practicar un arte que siempre le había resultado imposible, la magia, y aunque tuviera sus límites más o menos claros tras algunos días, aquello era poco más que un milagro para él y se sentía regocijado al respecto. Su cuerpo mismo se adapto a la constante práctica de magia al agotamiento que esta le producía y a los entrenamientos casi constantes con Karime, mejorando no solo su habilidad con la espada sino incluso su puntería al practicar la arquería algo nuevo para él.
Su relación con al resto de sus compañeros, fue mejorando y aunque cada cual estuviera metido en sus propios intereses, existía ese compañerismo cargado de humor, sarcasmos y cierta insolencia que parecía ser el pan de todos los días. A pesar de cierta envidia que sentía por la facilidad con la magia de Shizel, se hizo bastante cercano al idrino con quien practicaba magia normalmente averiguando sus límites y los del otro que siempre parecía preso de un cansancio que poco a poco se hizo evidente a sus ojos, no por sus gestos que siempre parecían controlados sino por su mirada que era algo que no podía esconder. Llegando a parar sus prácticas con la magia para que descansara, aunque fuera alguien tozudo. Incluso el despertar de YR fue como un extra de alivio para el torreón, pues realmente ya no habría tanta necesidad de cuidarlo al menos no tanto como antes menos ante la reacción de la pata de palo que RR empezó a crearle en una de sus tanta sidas y venidas por el torreón, mejor aquello que tenerlo postrado en una cama, ahora mínimo lo tenían postrado en el sofá de abajo mas durmiendo que otra cosa.
Los frutos de los entrenamientos de DL se dejaban ver, ya no chocaba a sus compañeros, los hechizos realizados aunque básicos cada vez tenían muchos mejores resultados lo cual era un gran alivio para el foner. Incluso se atrevió a pedirle prestado a RR su libro sobre runas en una ocasión que le vio leyéndoselo, era un libro difícil y lo estuvo memorizando a conciencia durante varios días, en ocasiones manteniendo charlas sobre estas runas a RR que parecía haber estado estudiándolas desde antes y planteándole ciertas dudas sobre sus ideas, buscando formas para poder escribir las runas, llegando a usar incluso su propia sangre en un par de ocasiones y en otras la grasa que producían los alimentos, dado que los bolígrafos de RR no durarían eternamente necesitarían material para poder dibujarlas. Todo hasta que encontró por fin el material perfecto, carbón, que había creado el propio RR, usándolo como si fuese un lápiz improvisado, con eso consiguió ya lo necesario para la creación de sus runas, con aquello se le ocurrió una idea que si pudieran realizarla les facilitaría en gran medida algunas de las acciones básicas necesarias para sus subsistencia en el torreón, pero que necesitaría la ayuda de Shizel o Saren, los que parecían tener más facilidad con la magia.
Antes de contarles su idea DL estuvo días centrado en aprender a dibujar correctamente las runas, practicar su magia y esgrima evolucionando tanto para sí mismo que incluso se sorprendía en ocasiones al ver su propio reflejo, cansado, muy cansado, pero enormemente satisfecho con que su esfuerzo estuviera consiguiendo resultados y sobretodo, animado al poder hacer lo que quisiera con libertad sin más trabas que la propia fuerza de su cuerpo. Eso mejoro considerablemente su animo llegando incluso a bromear con sus compañeros, soltándose bastante en su comportamiento, era alguien serio por naturaleza pero su estancia en aquel lugar lo había vuelto más sensato y a la vez más atrevido en sus acciones y palabras. Se sentía bien consigo mismo, dispuesto a seguir practicando y a evolucionar hasta que ya no tuviera aliento para ello, concentrándose tanto en su aprendizaje y en las salidas que iban realizando a la ciudad a por las cestas, dejando las runas que había estado practicando por el camino y pidiéndole ayuda a Shizel para imbuirlas de magia, cosa que también le serviría como practica al idrino, para poder intentar hacer uso de su plan. Obviamente tuvo que explicarle a Shizel para recibir su ayuda, devolviendole el favor a este dándole parte de su comida o cocinándole, tras haber entendido que no debía echarle lácteos a su comida.
Su día a día fue una continua evolución en mayor o menor grado produciendole una increíble satisfacción tanto en el ámbito mágico y físico como en su actual facilidad para socializar con el resto. Las sorpresas que sus propios compañeros mostraron tanto Shizel con su magia que le facilito el uso de varios runas que estuvo practicando, como la aparición un día de aquel artefacto similar a una escopeta, por llamarla de algún modo, de RR y que a saber cómo demonios construyo, pero que igual era un aliciente mas para sobrevivir en el día a día en aquella ciudad.
Así los días pasaban con sus continuos altibajos en su humor, ideas y prácticas, y antes de darse cuenta siquiera dos semanas habían transcurrido.
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Personajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: Torreón Maciel (Archivo IV)
04/01/13, 03:22 am
Karime se había decepcionado al ver que RR terminaba con su discusión. No había cosa que la divirtiera más en el mundo que discutir o hacer peleas de sarcasmo con los chicos y en aquel torreón había encontrado más de un digno contrincante.
Tras contarles su aventura a sus otros compañeros de torreón, la libense se fue a dormir, agotada por el día y con la sensación de tener el hueso casi roto persiguiéndole desde la carrera delante de las hienas. Por suerte, al día siguiente, Shizel se ofreció para arreglarle el brazo con magia, cosa que Karime acepto con indiferencia. Aunque, como siempre, sus heridas apenas le importaban, no le convenía nada mantener esa fractura mucho más, pues tenía planes y no pretendía retrasarlos demasiado.
A pesar del rechazo que sentía por la magia, finalmente acabó reconociendo su existencia y su veracidad, e incluso practicó en secreto si ella era capaz de dominarla como sus compañeros, pero al verse incapaz de conseguir ejecutar ni uno solo de los hechizos que había intentado comenzó a renegar de ella. A raíz de ese rechazo, se comenzó a exigir mucho a sí misma, tanto en los entrenamientos de las mañanas con los compañeros de los que se había convertido en profesora, como en los momentos en los que entrenaba sola. Aunque eso no permitía que no encontrara divertidos los entrenamientos. Cualquier que asistiera a una de sus clases mañaneras podía darse cuenta de que Karime era una profesora divertida y flexible con las habilidades de cada uno y que lo único que exigía severamente era disciplina e implicación, por lo que las horas de la mañana en las que se dedicaba a corregir posturas, dar consejos y pelear contra sus compañeros se le hacían amenas y divertidas.
Gracias a la buena relación con la mayoría de sus compañeros, a pesar de sus constantes sarcasmos y piques, Karime pasaba algunas tardes saciando su curiosidad aprendiendo de unos y de otros. Había empezado por pedirles a Shizel y DL que le enseñaran esa curiosa forma de manejar la espada que tenían, momentos que la morena aprovechaba para preguntarles por sus mundos. Durante los descansos de los entrenamientos también preguntaba a Timmy sobre su mundo, lo que ya se había convertido en algo habitual. No había persona en el torreón al que no le hubiera hecho ya un interrogatorio sobre la geografía de su mundo, sus costumbres, sus culturas y sus sociedades. Otra de las actividades de sus compañeros por la que se había interesado fueron las propiamente masculinas. “Si ellos pueden aprender actividades propias de ambos generos, ¡por todos los grandes felinos! Yo tambien lo puedo hacer.” Se dijo un día aburrida mientras descansaba en el patio mietras los chicos practicaban con las armas. Cuando Saren cocinaba, Karime se sentaba a observarle, a veces en silencio, para su propio asombro, a veces dándole conversación, y memorizaba poco a poco en su cabeza los movimientos que Saren hacia con sus manos como si fuera un estilo de lucha más. Algunas veces le había ofrecido su ayuda y otras lo había intentado ella sola, pero todavía se sentía algo patosa en ese campo. También había empezado a aprender a coser gracias a Aleksei que, aunque no encajaba sus sarcasmos como la mayoría del torreón, era un profesor incondicional y bastante paciente. “Por fin podré hacerme mi propia ropa y no tendré que recurrir a la que se encuentra por aquí.”
A pesar de las ganas de Karime por seguir explorando la ciudad, las únicas salidas que hicieron fueron para recoger cestas y no porque no hubiera iniciativa para ir más allá, sino por la necesidad imperiosa de todos de hacerse más fuertes o irse preparando, así como las pocas ganas de muchos de abandonar la confortabilidad del hogar. Karime, por su parte, consiguió ir un par de veces a la biblioteca, acompañada por DL y Timmy, donde cogió un libro sobre distintos estilos de lucha y consultó más de uno de artesanía y construcción de armamento. No es que pensara en hacer algo grande, pero, la rapidez con la que había agotado su carcaj el día de las hienas, le hacía ver que saber fabricar flechas o afilar correctamente sus espadas nunca le iba a venir mal.
El día que RR les mostró lo que Karime bautizó como “su nuevo juguete”, la libense pasó la tarde murmurando lo poco que le gustaba ese artefacto y haciendo ascos en su mera presencia. Una vez, incluso, la libense se alejó del foner con un “aleja eso de mi, ¿quieres? No deberías usar esa cosa.”
Y así fue como, un día cualquiera, Karime se dio cuenta de que llevaba casi tres semanas fuera de Libo.
- Xana
Ficha de cosechado
Nombre: Ariv
Especie: Sinhadre
Habilidades: Memoria, reflejos, orientación.
Re: Torreón Maciel (Archivo IV)
04/01/13, 02:33 pm
DL le dijo que no era necesario hacer nada más, y eso supuso una alegría para Ariv. Al menos, esperarían a que los demás regresaran antes de continuar. Sonrió, se encogió de hombros y se dispuso a seguir practicando magia cuando el resto llegó por fin al torreón. La niña rió, contenta, cuando vio que sus compañeros se encontraban más o menos bien. Corrió a saludarlos y a abrazar a K.
—¿Qué habéis hecho? ¿Qué habéis visto? —les preguntó a todos, intrigada. Aún seguía sintiendo curiosidad por lo que aguardaba en las calles de Rocavarancolia, y estaba segura de que la ciudad nunca dejaría de sorprenderla. La libense procedió a contarles su historia, y Ariv se divirtió escuchándola. La chica era muy valiente, y realmente disfrutaba con el peligro de las calles. Quizás esa era la actitud correcta. Quizás para sobrevivir se necesitaba perder el miedo. La niña no lo sabía, pero estaba segura de que lo iría averiguando conforme pasara el tiempo. Una vez todos terminaron de ponerse al día, se fue a dormir, aunque no estaba muy cansada. De hecho, tardó en conciliar el sueño.
A la mañana siguiente, se despertó temprano y, después de un desayuno frugal, se dispuso a practicar, lo que fuera. Estaba decidida a mejorar, a conseguir luchar como K, a dar lo mejor de sí en cuanto a la magia. Al principio encontró dificultades para lograr su objetivo dada su facilidad a distraerse. En cuanto veía que no era capaz de conseguir algo, se enfurruñaba y era mejor que los demás la dejaran tranquila para que pudiera calmarse. Enseguida comenzaba a hacer otra cosa distinta, algo que de verdad se le diera bien. Repasó en numerosas ocasiones el mapa que había dibujado en el libro de Shizel para comprobar que los detalles que recordaba estaban perfectamente señalados.
Con el tiempo, y gracias a las salidas que realizaron en los días siguientes, Ariv logró recordar cada vez más detalles. Aunque aún no era capaz de acordarse de todo, tenía una buena memoria, y pronto fue capaz de orientarse bastante bien. Eso hacía que se sintiera contenta consigo misma. Tal vez fue ese sentimiento el que la animó a proseguir con el resto de sus prácticas, a pesar de todo. Viendo que sus enfados no servían de nada, resolvió intentar las cosas más veces, con más empeño. Cada vez que se distraía o estaba a punto de dejarse vencer por una de sus rabietas, se quedaba quieta unos instantes y contaba hasta diez. Tenía que aprender un poco de disciplina, y era consciente de ello. Tenía que cambiar si de verdad quería aprender y hacerse a la vida en el torreón.
Con el paso de los días, notó que cada vez se abstraía menos, que su capacidad de concentración había aumentado un poco, aunque aún le quedaba mucho camino por recorrer. Las clases con K se le hacían más amenas, y comprobó que, si se esforzaba, podía hacer las cosas bien. A pesar de que aún debía aprender muchas cosas, pronto fue capaz de sostener sus dagas sin vacilar. Cierto, aún no podía vencer a muchas de las criaturas que se escondían en las calles de Rocavarancolia, pero al menos lograba defenderse, con mayor o menor acierto. En cuanto supiera manejarlas con soltura, Ariv quería probar otras armas. Había estado en alguna ocasión en la armería, contemplándolas, tratando de descubrir cuál sería la más adecuada para ella. No obstante, debía tener paciencia, algo que siempre le había resultado muy difícil.
En cuanto a la magia, seguía sintiéndose cansada después de realizar hechizos sencillos. No entendía por qué le ocurría aquello, pero le fastidiaba mucho. Si cada vez que los ponía en práctica le robaban energías, ¿de qué le servirían a la hora de la verdad? No obstante, a medida que fue practicando, notaba que se cansaba menos utilizando los mismos hechizos. Memorizó algunos de ellos que le fueron muy útiles en su día a día. En cuanto Shizel les reveló que era capaz de hacer magia, Ariv le pidió en algunas ocasiones que practicara con ella. La niña notaba que el idrino tenía más facilidad para los hechizos que ella misma y, aunque al principio sentía envidia, pronto dejó de importarle. Lo que quería era ser capaz de valerse por sí misma. Le daba igual de lo que fueran capaces los demás.
Lo que le seguía costando, incluso a veces más que al principio, era limpiar el torreón. Todas las tareas le resultaban aburridas, así que, en general, trataba de escabullirse. Sus intentos solían acabar en fracaso, para su fastidio. La disciplina que se iba inculcando en los entrenamientos no era la misma que la que se aplicaba cuando ocupaba ocuparse de su hogar.
De este modo, transcurrieron dos semanas en el torreón, entre sus compañeros, a los que Ariv ya consideraba como su nueva familia. Su vida en Sinhdro, poco a poco, iba quedando atrás y, aunque no podía olvidar ciertas cosas, ya no pensaba tanto en ellas. Casi no dolían. Las heridas que le había hecho la ceremonia de unión iban cicatrizando. Algún día sanarían, seguro. De momento, Ariv creía verse capaz de hablar de ello con cierta tranquilidad.
Todo era cuestión de tiempo.
—¿Qué habéis hecho? ¿Qué habéis visto? —les preguntó a todos, intrigada. Aún seguía sintiendo curiosidad por lo que aguardaba en las calles de Rocavarancolia, y estaba segura de que la ciudad nunca dejaría de sorprenderla. La libense procedió a contarles su historia, y Ariv se divirtió escuchándola. La chica era muy valiente, y realmente disfrutaba con el peligro de las calles. Quizás esa era la actitud correcta. Quizás para sobrevivir se necesitaba perder el miedo. La niña no lo sabía, pero estaba segura de que lo iría averiguando conforme pasara el tiempo. Una vez todos terminaron de ponerse al día, se fue a dormir, aunque no estaba muy cansada. De hecho, tardó en conciliar el sueño.
A la mañana siguiente, se despertó temprano y, después de un desayuno frugal, se dispuso a practicar, lo que fuera. Estaba decidida a mejorar, a conseguir luchar como K, a dar lo mejor de sí en cuanto a la magia. Al principio encontró dificultades para lograr su objetivo dada su facilidad a distraerse. En cuanto veía que no era capaz de conseguir algo, se enfurruñaba y era mejor que los demás la dejaran tranquila para que pudiera calmarse. Enseguida comenzaba a hacer otra cosa distinta, algo que de verdad se le diera bien. Repasó en numerosas ocasiones el mapa que había dibujado en el libro de Shizel para comprobar que los detalles que recordaba estaban perfectamente señalados.
Con el tiempo, y gracias a las salidas que realizaron en los días siguientes, Ariv logró recordar cada vez más detalles. Aunque aún no era capaz de acordarse de todo, tenía una buena memoria, y pronto fue capaz de orientarse bastante bien. Eso hacía que se sintiera contenta consigo misma. Tal vez fue ese sentimiento el que la animó a proseguir con el resto de sus prácticas, a pesar de todo. Viendo que sus enfados no servían de nada, resolvió intentar las cosas más veces, con más empeño. Cada vez que se distraía o estaba a punto de dejarse vencer por una de sus rabietas, se quedaba quieta unos instantes y contaba hasta diez. Tenía que aprender un poco de disciplina, y era consciente de ello. Tenía que cambiar si de verdad quería aprender y hacerse a la vida en el torreón.
Con el paso de los días, notó que cada vez se abstraía menos, que su capacidad de concentración había aumentado un poco, aunque aún le quedaba mucho camino por recorrer. Las clases con K se le hacían más amenas, y comprobó que, si se esforzaba, podía hacer las cosas bien. A pesar de que aún debía aprender muchas cosas, pronto fue capaz de sostener sus dagas sin vacilar. Cierto, aún no podía vencer a muchas de las criaturas que se escondían en las calles de Rocavarancolia, pero al menos lograba defenderse, con mayor o menor acierto. En cuanto supiera manejarlas con soltura, Ariv quería probar otras armas. Había estado en alguna ocasión en la armería, contemplándolas, tratando de descubrir cuál sería la más adecuada para ella. No obstante, debía tener paciencia, algo que siempre le había resultado muy difícil.
En cuanto a la magia, seguía sintiéndose cansada después de realizar hechizos sencillos. No entendía por qué le ocurría aquello, pero le fastidiaba mucho. Si cada vez que los ponía en práctica le robaban energías, ¿de qué le servirían a la hora de la verdad? No obstante, a medida que fue practicando, notaba que se cansaba menos utilizando los mismos hechizos. Memorizó algunos de ellos que le fueron muy útiles en su día a día. En cuanto Shizel les reveló que era capaz de hacer magia, Ariv le pidió en algunas ocasiones que practicara con ella. La niña notaba que el idrino tenía más facilidad para los hechizos que ella misma y, aunque al principio sentía envidia, pronto dejó de importarle. Lo que quería era ser capaz de valerse por sí misma. Le daba igual de lo que fueran capaces los demás.
Lo que le seguía costando, incluso a veces más que al principio, era limpiar el torreón. Todas las tareas le resultaban aburridas, así que, en general, trataba de escabullirse. Sus intentos solían acabar en fracaso, para su fastidio. La disciplina que se iba inculcando en los entrenamientos no era la misma que la que se aplicaba cuando ocupaba ocuparse de su hogar.
De este modo, transcurrieron dos semanas en el torreón, entre sus compañeros, a los que Ariv ya consideraba como su nueva familia. Su vida en Sinhdro, poco a poco, iba quedando atrás y, aunque no podía olvidar ciertas cosas, ya no pensaba tanto en ellas. Casi no dolían. Las heridas que le había hecho la ceremonia de unión iban cicatrizando. Algún día sanarían, seguro. De momento, Ariv creía verse capaz de hablar de ello con cierta tranquilidad.
Todo era cuestión de tiempo.
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Torreón Maciel (Archivo IV)
05/01/13, 01:45 am
El despertar de Shizel fue especialmente desagradable aquella mañana. Dos intensas punzadas en las muñecas le dieron la bienvenida a la realidad mientras el idrino se levantaba como un resorte, empapado en sudor.
Muy agitado, se palpó obsesivamente la cara y las manos. Todo seguía en su sitio, intacto.
El alivio que sintió fue tal que se dejó caer a plomo de espaldas en la cama, las imágenes del sueño aún pegadas a su retina. El dolor se había desvanecido tan rápidamente como había venido, pero no así la huella de angustia que la pesadilla había dejado. Se pasó una mano por los ojos, agotado.
"Me cortaban las manos...", pensó, demasiado aturdido aún como para asimilar de verdad las imágenes que había visto. "¿Desde cuándo sueño cosas tan retorcidas?"
Giró pesadamente en la cama, para darse cuenta de que ya era de día. Gruñó. Había vuelto a caer rendido a fuerza de ignorar sus límites, y las pocas horas que aquel sueño artificial le había conferido se reducían prácticamente a nada gracias a la pesadilla de las narices.
Sin embargo, si quería mantener la fachada tenía que despertarse y aparentar normalidad. Se arrastró fuera de la cama como pudo, igual que aquellas dos últimas semanas, sólo para mirarse en el espejo del primer piso y darse cuenta de que tenía unas ojeras espantosas. El cansancio con el que despertaba todos los días podía disfrazarlo, pero aquello no había forma humana de disimularlo.
“A la mierda”, bufó, rindiéndose a la evidencia. “Yo me vuelvo a dormir.”
Regresó de mala gana a la habitación. Antes de volver a tratar de conciliar el sueño, sentado sobre el camastro sacó su baraja de cartas del lugar donde la tenía guardada, y buscó la de la reina azul. Ninguna cara conocida le devolvió la mirada desde ella.
Cuando iba a devolver la baraja a la mesilla, más tranquilo ahora, una de las cartas resbaló al suelo aterrizando boca abajo. Shizel la recogió y le dio la vuelta. Esta vez fue el rey rojo el que le contemplaba inexpresivo desde la superficie de cartón.
Sintió un escalofrío. "Basta."
Ese día, antes de volver a echarse a dormir, Shizel dejó la ventana abierta de par en par.
Muy agitado, se palpó obsesivamente la cara y las manos. Todo seguía en su sitio, intacto.
El alivio que sintió fue tal que se dejó caer a plomo de espaldas en la cama, las imágenes del sueño aún pegadas a su retina. El dolor se había desvanecido tan rápidamente como había venido, pero no así la huella de angustia que la pesadilla había dejado. Se pasó una mano por los ojos, agotado.
"Me cortaban las manos...", pensó, demasiado aturdido aún como para asimilar de verdad las imágenes que había visto. "¿Desde cuándo sueño cosas tan retorcidas?"
Giró pesadamente en la cama, para darse cuenta de que ya era de día. Gruñó. Había vuelto a caer rendido a fuerza de ignorar sus límites, y las pocas horas que aquel sueño artificial le había conferido se reducían prácticamente a nada gracias a la pesadilla de las narices.
Sin embargo, si quería mantener la fachada tenía que despertarse y aparentar normalidad. Se arrastró fuera de la cama como pudo, igual que aquellas dos últimas semanas, sólo para mirarse en el espejo del primer piso y darse cuenta de que tenía unas ojeras espantosas. El cansancio con el que despertaba todos los días podía disfrazarlo, pero aquello no había forma humana de disimularlo.
“A la mierda”, bufó, rindiéndose a la evidencia. “Yo me vuelvo a dormir.”
Regresó de mala gana a la habitación. Antes de volver a tratar de conciliar el sueño, sentado sobre el camastro sacó su baraja de cartas del lugar donde la tenía guardada, y buscó la de la reina azul. Ninguna cara conocida le devolvió la mirada desde ella.
Cuando iba a devolver la baraja a la mesilla, más tranquilo ahora, una de las cartas resbaló al suelo aterrizando boca abajo. Shizel la recogió y le dio la vuelta. Esta vez fue el rey rojo el que le contemplaba inexpresivo desde la superficie de cartón.
Sintió un escalofrío. "Basta."
Ese día, antes de volver a echarse a dormir, Shizel dejó la ventana abierta de par en par.
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
- Al veros conspirar... (CLICK):
- Al poner un evento... (CLICK):
- Durante el transcurso del evento... (CLICK):
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Maciel (Archivo IV)
08/01/13, 11:35 pm
Después de recibir al lacayo grotesco enviado por Wen instando al grupo a acudir al burdel, se dirigieron la mayoría de los cuchitrileros, acompañados por Matt y Nia, quien había aparecido sorpresivamente, hacia allí. Al parecer Cain era quien los había hecho llamar y su propuesta fue inmediatamente bien recibida por el grupo. Noel desde luego no puso ninguna pega a la idea de ir a espiar cosechados, era algo que tenían todavía pendiente y ya que esa mañana no había entrenamiento le pareció una buena sustitución. Al parecer el invocador tenía los retratos de dos de los cosechados y ambos estaban refugiándose en Maciel, así que la decisión de ir primero a ese torreón llevó sus pasos hacia el área sudoeste de la ciudad.
Los cuchitrileros les contaron a sus amigos del burdel sobre el gólem que Matt les había regalado y por el camino debatieron acerca de qué nombre ponerle. Para cuando se quisieron dar cuenta ya podían ver Maciel bastante cerca, por lo que la conversación se interrumpió y apuraron el paso hacia los muros del torreón.
-Veamos si hay suerte y hay algún cosechado en el patio, así podemos encaramarnos al muro y observar desde ahí como la otra vez.
El draco no se hizo esperar y alzó el vuelo. Cuando alcanzó la parte superior de la pared, asomó la cabeza tratando de no hacer ruido. Vio a tres personas en el patio, realizando lo que sin duda era un entrenamiento. Noel volvió al suelo con el resto y les comunicó lo que había visto.
-Tan sólo hay tres ahora mismo, pero quizás salgan más. Los tres tienen apariencia humana aunque estoy casi seguro de que la chica mayor es de Libo. El hecho de que está llena de piercings y esa tendencia al exhibicionismo son bastante esclarecedores -explicó el chico acompañando su comentario de una leve carcajada- ¿Subimos, pues? -los invitó a todos con un gesto.
Una vez se encontraron todos en lo alto del muro, Noel observó más detenidamente a los tres cosechados que había debajo de ellos. Dos chicas y un chico. Como ya había dicho, estaba convencido de que la chica de pelo largo y negro era libense. El chico era un muchacho pelirrojo y de cuerpo menudo que estaba intentando lanzar unos cuchillos torpemente. Y la otra chica parecía ser más o menos de la misma edad que el pelirrojo, también bastante pequeña y que trataba de manejar unas dagas. Sobre esta última, Noel oyó a Jack contar con evidente emoción que se trataba de Ariv, una de sus cosechadas de Sinhdro.
-Ah, así que ella es una de tus sinhadres... En ese caso ya sé cuál será mi primera apuesta. Lo siento mucho por la chica pero apuesto por su muerte, hice una promesa y no la voy a incumplir aunque estuviera borracho cuando la hice. Los borrachos no mienten, dicen, y no voy a ser yo el que le lleve la contraria a un dicho tan extendido -le dijo el draco al vampiro sonriendo con malicia.
Volvió a observar a los otros dos y al cabo de unos segundos sus apuestas estaban decididas.
-Respecto a la chica de Libo, se ve que tiene bastante soltura con esas armas y que se sabe defender bien. Así que mi apuesta evidentemente es... su muerte -dijo el draco para luego girarse y recibir las miradas extrañadas. Sonrió ampliamente y prosiguió-. No me he vuelto loco. Bueno, tal vez sí, pero esta vez quiero perder. Tengo mucha curiosidad por saber qué clase de castigo me pondría el ganador y si realmente me resultaría algo difícil o desagradable de hacer -respondió a las mudas preguntas de sus amigos descaradamente y se encogió de hombros, todavía sonriente-. Y el chico apuesto que sobrevive, claro está -finalizó sin añadir nada más, no considerádolo necesario.
Era un niño bastante pequeño y debilucho. Por supuesto la ciudad estaba llena de sorpresas, pero sin duda de buenas a primeras no parecía tener muchas probabilidades de sobrevivir sin depender del resto de sus compañeros.
Mientras hacían las apuestas, Noel recordó que Matt y Wen no sabían que habían apostado también con sus vidas. El draco pensó que lo más probable era que lo dedujesen ahora, preguntándose qué pensarían al respecto. Además de eso, también se preguntaba acerca del peculiar objeto que Cain había insistido en llevar con él.
-Por cierto, ¿esa palangana es por si alguno de los cosechados nos produce vómitos? -bromeó el draco desvergonzadamente esperando que el invocador de demonios aclarase el motivo de traer algo de esas características.
Los cuchitrileros les contaron a sus amigos del burdel sobre el gólem que Matt les había regalado y por el camino debatieron acerca de qué nombre ponerle. Para cuando se quisieron dar cuenta ya podían ver Maciel bastante cerca, por lo que la conversación se interrumpió y apuraron el paso hacia los muros del torreón.
-Veamos si hay suerte y hay algún cosechado en el patio, así podemos encaramarnos al muro y observar desde ahí como la otra vez.
El draco no se hizo esperar y alzó el vuelo. Cuando alcanzó la parte superior de la pared, asomó la cabeza tratando de no hacer ruido. Vio a tres personas en el patio, realizando lo que sin duda era un entrenamiento. Noel volvió al suelo con el resto y les comunicó lo que había visto.
-Tan sólo hay tres ahora mismo, pero quizás salgan más. Los tres tienen apariencia humana aunque estoy casi seguro de que la chica mayor es de Libo. El hecho de que está llena de piercings y esa tendencia al exhibicionismo son bastante esclarecedores -explicó el chico acompañando su comentario de una leve carcajada- ¿Subimos, pues? -los invitó a todos con un gesto.
Una vez se encontraron todos en lo alto del muro, Noel observó más detenidamente a los tres cosechados que había debajo de ellos. Dos chicas y un chico. Como ya había dicho, estaba convencido de que la chica de pelo largo y negro era libense. El chico era un muchacho pelirrojo y de cuerpo menudo que estaba intentando lanzar unos cuchillos torpemente. Y la otra chica parecía ser más o menos de la misma edad que el pelirrojo, también bastante pequeña y que trataba de manejar unas dagas. Sobre esta última, Noel oyó a Jack contar con evidente emoción que se trataba de Ariv, una de sus cosechadas de Sinhdro.
-Ah, así que ella es una de tus sinhadres... En ese caso ya sé cuál será mi primera apuesta. Lo siento mucho por la chica pero apuesto por su muerte, hice una promesa y no la voy a incumplir aunque estuviera borracho cuando la hice. Los borrachos no mienten, dicen, y no voy a ser yo el que le lleve la contraria a un dicho tan extendido -le dijo el draco al vampiro sonriendo con malicia.
Volvió a observar a los otros dos y al cabo de unos segundos sus apuestas estaban decididas.
-Respecto a la chica de Libo, se ve que tiene bastante soltura con esas armas y que se sabe defender bien. Así que mi apuesta evidentemente es... su muerte -dijo el draco para luego girarse y recibir las miradas extrañadas. Sonrió ampliamente y prosiguió-. No me he vuelto loco. Bueno, tal vez sí, pero esta vez quiero perder. Tengo mucha curiosidad por saber qué clase de castigo me pondría el ganador y si realmente me resultaría algo difícil o desagradable de hacer -respondió a las mudas preguntas de sus amigos descaradamente y se encogió de hombros, todavía sonriente-. Y el chico apuesto que sobrevive, claro está -finalizó sin añadir nada más, no considerádolo necesario.
Era un niño bastante pequeño y debilucho. Por supuesto la ciudad estaba llena de sorpresas, pero sin duda de buenas a primeras no parecía tener muchas probabilidades de sobrevivir sin depender del resto de sus compañeros.
Mientras hacían las apuestas, Noel recordó que Matt y Wen no sabían que habían apostado también con sus vidas. El draco pensó que lo más probable era que lo dedujesen ahora, preguntándose qué pensarían al respecto. Además de eso, también se preguntaba acerca del peculiar objeto que Cain había insistido en llevar con él.
-Por cierto, ¿esa palangana es por si alguno de los cosechados nos produce vómitos? -bromeó el draco desvergonzadamente esperando que el invocador de demonios aclarase el motivo de traer algo de esas características.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Maciel (Archivo IV)
09/01/13, 12:52 am
Cain permaneció en silencio dejando a los chicos debatir sobre el nombre que le pondrían al golem que, al parecer, les había regalado Matt. Se había llevado la pipa y en cuanto tuvo oportunidad la encendió para fumar un rato, advirtiendo a los demás que evitasen respirar el humo en la medida de lo posible, aunque por si acaso había invocado un pequeño vórtice que absorvía el humo lejos de sus compañeros. Una vez encaramados al muro se echó rió por lo bajo a causa de las elecciones de Noel.
-Yo no me fiaría de los enanos debiluchos, siempre engañan- dijo dando una calada a la pipa- Y no, no voy a dejar que vomitéis en la palangana. Las apuestas no son divertidas con solo tres cachorros, ¿verdad? Y yo he venido a por unos en concreto...
Buscó un lugar donde apoyar la palangana y con tinta y grasa dibujó un círculo de invocación en el fondo, un pentáculo simple con algunos nombres clave en una lengua perdida. Enterró cinco cuentas azules en la grasa del círculo y luego llenó la palangana de agua.
-Este rito está bastante anticuado, así que necesitaré sangre de virgen...-paseó la mirada por el grupo- Tú mismo, por hablar- con una aguja que sacó de nadie sabe donde le dio un pinchazo a Noel en el brazo y extrajo una gota de sangre que luego enjuagó en el agua de la palangana.
La gota cayó, pesada como si fuese sólida, tornandose de un color violáceo y estirándose hasta alcanzar las puntas del pentáculo. De las esferas brotó escarcha, y de la escarcha nacieron escarabajos de hielo, decenas de escarabajos transparentes que rebosaron por los bordes de la palangana y a una orden de Cain bajaron por el muro y se desperdigaron por el patio y el interior del torreón.
-Tienen facilidad para camuflarse y son rápidos y escurridizos.- explicó. le dió unos toques a la palangana para calibrar la señal que venía de la visión de los insectos. Ahora el agua reflejaba a la chica libense desde un angulo bastante interesante. Cain se puso a hacer bocetos rápidos- Pedidle a la palangana qué sala quereis ver o hacia donde quereis que se muevan los bichos. Pero antes dejadme acabar a estos tres- y la imagen cambió a Timmy.
-Yo no me fiaría de los enanos debiluchos, siempre engañan- dijo dando una calada a la pipa- Y no, no voy a dejar que vomitéis en la palangana. Las apuestas no son divertidas con solo tres cachorros, ¿verdad? Y yo he venido a por unos en concreto...
Buscó un lugar donde apoyar la palangana y con tinta y grasa dibujó un círculo de invocación en el fondo, un pentáculo simple con algunos nombres clave en una lengua perdida. Enterró cinco cuentas azules en la grasa del círculo y luego llenó la palangana de agua.
-Este rito está bastante anticuado, así que necesitaré sangre de virgen...-paseó la mirada por el grupo- Tú mismo, por hablar- con una aguja que sacó de nadie sabe donde le dio un pinchazo a Noel en el brazo y extrajo una gota de sangre que luego enjuagó en el agua de la palangana.
La gota cayó, pesada como si fuese sólida, tornandose de un color violáceo y estirándose hasta alcanzar las puntas del pentáculo. De las esferas brotó escarcha, y de la escarcha nacieron escarabajos de hielo, decenas de escarabajos transparentes que rebosaron por los bordes de la palangana y a una orden de Cain bajaron por el muro y se desperdigaron por el patio y el interior del torreón.
-Tienen facilidad para camuflarse y son rápidos y escurridizos.- explicó. le dió unos toques a la palangana para calibrar la señal que venía de la visión de los insectos. Ahora el agua reflejaba a la chica libense desde un angulo bastante interesante. Cain se puso a hacer bocetos rápidos- Pedidle a la palangana qué sala quereis ver o hacia donde quereis que se muevan los bichos. Pero antes dejadme acabar a estos tres- y la imagen cambió a Timmy.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Torreón Maciel (Archivo IV)
09/01/13, 02:44 am
Cuando el grupo llegó a Maciel, Gael estaba hiperactivo por la emoción. Tenía muchas ganas de ver las caras a los nuevos cosechados. Además esta había sido una muy buena cosecha, aunque no para él, recordó con amargura. Aun así, eso no ensombrecía las ganas que tenía de acechar una vez más y, por supuesto, hacer las apuestas que seguramente se convertirían en tradición para todos ellos. Cuando Noel se encaramó al muro, Gael le siguió para agazaparse detrás de las piedras y se asomó lo justo y necesario. Solo la mala suerte haría que se giraran en ese momento y los viesen, porque estaban ocupados entrenando. «Maldita sea, pero solo hay tres en el patio, puñetera mala suerte» pensó al verlos. Noel volvió abajo para informar de la situación, supuso, ya que tenían que hablar demasiado bajo como para oírlo desde allí.
Esperó a que los demás subieran completamente oculto tras el muro, aunque aguzando el oído para poder escuchar si decían algo los que entrenaban. Cuando subieron supo que una de las chicas era sinhadre. La otra era bastante evidente que venía de Libo, y en cuanto al muchacho era difícil saberlo, su aspecto era totalmente humano y la vestimenta no revelaba nada. Las apuestas no tardaron en comenzar. Animado, Gael se puso a pensar en los que tenía delante, había podido ver su forma física.
-Bien, bien, bien –murmuró frotándose las manos-. A ver cómo sale la cosa este año, no querría perder dos veces seguidas. Para mí la libense tiene todas las de sobrevivir, en cuanto a los otros dos… parece que se esfuerzan en aprender, por eso voy a salvar a uno. Él muere, ella vive.
Tomó nota mental de sus elecciones, para poder escribirlas todas al volver a casa, tratando de no liar sus apuestas con las de los demás. Noel en ese momento estaba diciendo que quería perder a propósito, y después de haberse ganado dos miradas extrañadas seguidas, Gael se tragó una carcajada que pugnaba por salir.
-Ya decía yo… no te uniste a mí en la taberna solo por la diversión, en realidad te gusta pasar bochorno. –Con una sonrisa de oreja a oreja miró a su amigo desafiante-. Vale, me pensaré bien mis apuestas a ver si esta vez me toca ser a mí el que decide. Aunque por otro lado estaría bien que te saliera el tiro por la culata, por querer llevar la contraria.
Se le escapó una pequeña risilla, apenas un bufido, y empezó a pensar en qué cosas podría hacer si ganase. Sus pensamientos se interrumpieron cuando Noel mencionó la palangana de Caín. Se había imaginado que tendría que ver con algún demonio, pero no había llegado a preguntar. Hacía ya tiempo que tenía poco trato con Caín, y bastante le había sorprendido que les llamara para espiar juntos a los cosechados. Después de escuchar la explicación sintió más interés por lo que iba a hacer el invocador con la palangana, y no perdió detalle. Lo que Caín consiguió con aquel artilugio era algo tan genial que casi se le olvidó hablar en voz baja cuando lo comentó.
-¡Qué bueno! Si no fuera por ti las apuestas habrían sido cutrísimas –le dijo agradecido.
Esperaron a que terminase sus dibujos y empezaron a trastear para ver a los que no habían salido al patio. Entre todos fueron dándole órdenes para encontrar a los cosechados, y para algunos parecía un juego, porque se divirtieron y bromearon mientras se disputaban el derecho de decidir a donde mover los bichos, Gael entre ellos. Según fueron encontrando a algunos de ellos, el fuego fatuo fue haciendo sus apuestas.
-Vaya, este no está bien… -sintió una punzada de lástima al entrever en la sábana que le faltaba una pierna, pero se quitó esa idea de la cabeza. Que siguiera vivo y luchando hizo que se ganara su simpatía-. Aun así apuesto a que sobrevive. Si lo ha conseguido hasta ahora, dentro del torreón seguirá relativamente a salvo. –Poco después encontraron a otro, un chico moreno aparentemente humano que barría el suelo. «Elliot apostaría por su supervivencia, solo por limpiar el torreón» pensó divertido, aunque no llegó a decirlo en alto-. Apuesto por la muerte de este –señaló tras usar solo su intuición. Después se recordó que el año anterior su intuición no había sido precisamente útil, y las próximas apuestas iba a tener que pensárselas un poco más. A continuación decidieron ver la zona que ocupaban las estirges, y la casualidad quiso que hubiera otro cosechado allí en ese momento. Era claramente nublino, y parecía querer ganarse la amistad de las aves-. Este es un poco temerario, así que… este muere.
«Creo que estoy siendo bastante negativo» pensó, no sin una pizca de recochineo.
Esperó a que los demás subieran completamente oculto tras el muro, aunque aguzando el oído para poder escuchar si decían algo los que entrenaban. Cuando subieron supo que una de las chicas era sinhadre. La otra era bastante evidente que venía de Libo, y en cuanto al muchacho era difícil saberlo, su aspecto era totalmente humano y la vestimenta no revelaba nada. Las apuestas no tardaron en comenzar. Animado, Gael se puso a pensar en los que tenía delante, había podido ver su forma física.
-Bien, bien, bien –murmuró frotándose las manos-. A ver cómo sale la cosa este año, no querría perder dos veces seguidas. Para mí la libense tiene todas las de sobrevivir, en cuanto a los otros dos… parece que se esfuerzan en aprender, por eso voy a salvar a uno. Él muere, ella vive.
Tomó nota mental de sus elecciones, para poder escribirlas todas al volver a casa, tratando de no liar sus apuestas con las de los demás. Noel en ese momento estaba diciendo que quería perder a propósito, y después de haberse ganado dos miradas extrañadas seguidas, Gael se tragó una carcajada que pugnaba por salir.
-Ya decía yo… no te uniste a mí en la taberna solo por la diversión, en realidad te gusta pasar bochorno. –Con una sonrisa de oreja a oreja miró a su amigo desafiante-. Vale, me pensaré bien mis apuestas a ver si esta vez me toca ser a mí el que decide. Aunque por otro lado estaría bien que te saliera el tiro por la culata, por querer llevar la contraria.
Se le escapó una pequeña risilla, apenas un bufido, y empezó a pensar en qué cosas podría hacer si ganase. Sus pensamientos se interrumpieron cuando Noel mencionó la palangana de Caín. Se había imaginado que tendría que ver con algún demonio, pero no había llegado a preguntar. Hacía ya tiempo que tenía poco trato con Caín, y bastante le había sorprendido que les llamara para espiar juntos a los cosechados. Después de escuchar la explicación sintió más interés por lo que iba a hacer el invocador con la palangana, y no perdió detalle. Lo que Caín consiguió con aquel artilugio era algo tan genial que casi se le olvidó hablar en voz baja cuando lo comentó.
-¡Qué bueno! Si no fuera por ti las apuestas habrían sido cutrísimas –le dijo agradecido.
Esperaron a que terminase sus dibujos y empezaron a trastear para ver a los que no habían salido al patio. Entre todos fueron dándole órdenes para encontrar a los cosechados, y para algunos parecía un juego, porque se divirtieron y bromearon mientras se disputaban el derecho de decidir a donde mover los bichos, Gael entre ellos. Según fueron encontrando a algunos de ellos, el fuego fatuo fue haciendo sus apuestas.
-Vaya, este no está bien… -sintió una punzada de lástima al entrever en la sábana que le faltaba una pierna, pero se quitó esa idea de la cabeza. Que siguiera vivo y luchando hizo que se ganara su simpatía-. Aun así apuesto a que sobrevive. Si lo ha conseguido hasta ahora, dentro del torreón seguirá relativamente a salvo. –Poco después encontraron a otro, un chico moreno aparentemente humano que barría el suelo. «Elliot apostaría por su supervivencia, solo por limpiar el torreón» pensó divertido, aunque no llegó a decirlo en alto-. Apuesto por la muerte de este –señaló tras usar solo su intuición. Después se recordó que el año anterior su intuición no había sido precisamente útil, y las próximas apuestas iba a tener que pensárselas un poco más. A continuación decidieron ver la zona que ocupaban las estirges, y la casualidad quiso que hubiera otro cosechado allí en ese momento. Era claramente nublino, y parecía querer ganarse la amistad de las aves-. Este es un poco temerario, así que… este muere.
«Creo que estoy siendo bastante negativo» pensó, no sin una pizca de recochineo.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.