Torreón Letargo (Archivo II)
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Caillech
17 participantes
- Caillech
Ficha de cosechado
Nombre: Dama Gula, antes conocida como Caillech (Cail o Cai)
Especie:
Habilidades: Conocimiento de técnicas de supervivencia, olfato muy fino y agilidad (cosas indispensables para una nómada)Personajes : Caillech: Suele tener mal caracter y un humor peor, normalmente a causa del hambre que la irrita. Es muy impulsiba y a veces se deja de llevar por sus impulsos sin pensar. Aun así si consigues su amistad la tendrás para siempre, cosa que pocos son los afortunados que logran.
Alexandra: es una buena amiga, siempre que puedas tratar con su gran pereza y su extraña fascinación hacia la sangre.
Torreón Letargo (Archivo II)
09/11/11, 08:05 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Oía pasos detras de mi, pero en ningún momento miré atras para comprobar si eran los humanos o el ser quien me perseguía. Tampoco me quité la mano de la nariz, el intenso hedor me habría frenado al instante. Hacer cualquiera de las dos cosas solo haría que perdiera unos valiosos segundos que podrían ser la diferencia entre mi vida o mi muerte a manos de aquel apestoso ser. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Solo la imagen de él comiendo mi cuerpo inerte me ponía enferma. Esa era, en definitiva, la peor final para alguien como yo, terminar anclada a alguien como eso. No había ni peor muerte ni peor destino, estaba segura. Era un destino que no le esperaba ni a mi peor enemigo, ni siquiera a un Ranta.
Mientras corría más de una vez maldecí a mi suerte. No podía haber sido un ser que no poseyera olor, no debía ser el engendro que peor olía de toda la ciudad quien nos debía de perseguir. Las estrellas no debían de estar muy contentas conmigo para hacerme tal cosa. Ciertamente, no era de su agrado. Eso era algo que había descubierto hace mucho tiempo, el mismo día que me expulsaron de la tribu por un crimen que no era mío.
A mitad del recorrido mis pulmones empezaron a pedirme más aire de la que le facilitaba por la mordaza que tenía por mano alrededor de ellos. Debía encontrar un lugar pronto donde el aire fuera minimamente respirable o perder al engendro de vista, sino no sabía lo que podría llegar a pasar. Y lo cierto era que prefería no pensar en ello. Esas imagenes o pensamientos no me ayudarían en nada a salir de esta. No me servían de nada más que para ponerme peor y como tal los expulsé de mi mente, encerrándolos bajo llabe en algún rincón oscuro de la que no pudiera salir.
Nadie puede describir, entonces, mi dicha y alegría cuando vi como se alzaba una torre no a muchos metros de mí. ¡Si!, grité para mis adentros, esa debía ser la otra torre de la que nos habían hablado aquella pareja, la torre que nos mantendría a salvo. Debía llegar allí a toda costa, no podría aguantar mucho más de la forma que estaba.
Reuní todas las fuerzas que aún tenía y los empleé para alargar aún más las zancadas. Mientras más cerca veía la torre más esfuerzo hacía yo para acortar aún más la distancia hasta que desapareció dicha distancia. Entré como una exalación, de la misma forma que había entrado en la otra torre, aunque esta vez no me impulsaba el enfado sino las ganas de sobrevivir. Nada más transpasar el umbral di una gran bocanada de aire mientras me quitaba la mano de la cara.
- Si, esto es otra cosa - dije mientras me hacía con cuanto aire podía almacenar mis pulmones, parecía que quisiera succionarlo. Ciertamente, no deseaba pasar por aquella esperiencia jamás. Ya podía aprender muchas cosas que no pensaba pasar por semejante dolor sensorial nuevamente. - Por, Nasandra, esto duele... - me doilían la nariz. Me volvía a llevar las manos a esta con la esperanza de que así disminuyese el dolor punzante. Hasta ahora no me había permitido sentir nada, pero en estos momentos me venía la factura por haber pasado tanto tiempo con aquel ser de olor tan penetrante.
Oía pasos detras de mi, pero en ningún momento miré atras para comprobar si eran los humanos o el ser quien me perseguía. Tampoco me quité la mano de la nariz, el intenso hedor me habría frenado al instante. Hacer cualquiera de las dos cosas solo haría que perdiera unos valiosos segundos que podrían ser la diferencia entre mi vida o mi muerte a manos de aquel apestoso ser. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Solo la imagen de él comiendo mi cuerpo inerte me ponía enferma. Esa era, en definitiva, la peor final para alguien como yo, terminar anclada a alguien como eso. No había ni peor muerte ni peor destino, estaba segura. Era un destino que no le esperaba ni a mi peor enemigo, ni siquiera a un Ranta.
Mientras corría más de una vez maldecí a mi suerte. No podía haber sido un ser que no poseyera olor, no debía ser el engendro que peor olía de toda la ciudad quien nos debía de perseguir. Las estrellas no debían de estar muy contentas conmigo para hacerme tal cosa. Ciertamente, no era de su agrado. Eso era algo que había descubierto hace mucho tiempo, el mismo día que me expulsaron de la tribu por un crimen que no era mío.
A mitad del recorrido mis pulmones empezaron a pedirme más aire de la que le facilitaba por la mordaza que tenía por mano alrededor de ellos. Debía encontrar un lugar pronto donde el aire fuera minimamente respirable o perder al engendro de vista, sino no sabía lo que podría llegar a pasar. Y lo cierto era que prefería no pensar en ello. Esas imagenes o pensamientos no me ayudarían en nada a salir de esta. No me servían de nada más que para ponerme peor y como tal los expulsé de mi mente, encerrándolos bajo llabe en algún rincón oscuro de la que no pudiera salir.
Nadie puede describir, entonces, mi dicha y alegría cuando vi como se alzaba una torre no a muchos metros de mí. ¡Si!, grité para mis adentros, esa debía ser la otra torre de la que nos habían hablado aquella pareja, la torre que nos mantendría a salvo. Debía llegar allí a toda costa, no podría aguantar mucho más de la forma que estaba.
Reuní todas las fuerzas que aún tenía y los empleé para alargar aún más las zancadas. Mientras más cerca veía la torre más esfuerzo hacía yo para acortar aún más la distancia hasta que desapareció dicha distancia. Entré como una exalación, de la misma forma que había entrado en la otra torre, aunque esta vez no me impulsaba el enfado sino las ganas de sobrevivir. Nada más transpasar el umbral di una gran bocanada de aire mientras me quitaba la mano de la cara.
- Si, esto es otra cosa - dije mientras me hacía con cuanto aire podía almacenar mis pulmones, parecía que quisiera succionarlo. Ciertamente, no deseaba pasar por aquella esperiencia jamás. Ya podía aprender muchas cosas que no pensaba pasar por semejante dolor sensorial nuevamente. - Por, Nasandra, esto duele... - me doilían la nariz. Me volvía a llevar las manos a esta con la esperanza de que así disminuyese el dolor punzante. Hasta ahora no me había permitido sentir nada, pero en estos momentos me venía la factura por haber pasado tanto tiempo con aquel ser de olor tan penetrante.
Al principio lloré,
pero tiempo después
el hambre y el dolor me hizo cambiar
teniendo que matar y de carne alimentar.
Si tu olor golpea mi nariz, siento tu carne
y así el hambre aflora.
No, nolo puedo evitar, no creas que esta mal
es que yo soy asi
pues el pasado he de olvidar
pero tiempo después
el hambre y el dolor me hizo cambiar
teniendo que matar y de carne alimentar.
Si tu olor golpea mi nariz, siento tu carne
y así el hambre aflora.
No, nolo puedo evitar, no creas que esta mal
es que yo soy asi
pues el pasado he de olvidar
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
14/02/12, 12:03 am
Se había dormido. Mánia se había quedado dormida leyendo el libro de hechizos y había despertado en el suelo, bastante alejada del sillón donde había estado tumbada. Estaba claro que se había movido bastante mientras dormía... Un insistente picor en las piernas le hizo ponerse en pie de un salto y dar varias vueltas por la cocina con la intención de desentumecerse y que el picor desapareciera. El suelo estaba frío y sucio, y tenía la espalda y los brazos doloridos, así que pensó en darse un baño caliente y así calmar su inquietud mientras preparaba la bañera.
Siguió casi corriendo el trayecto de los cubos de agua que iba haciendo levitar escaleras arriba... y luego escaleras abajo. Cuatro viajes después ya estaba metida en agua hirviendo, chapoteando felizmente. Jugueteó un buen rato con los piercings de sus pezones, que tenía bastante desatendidos por esa tediosa manía que tenían sus compañeros de torreón de hacerle llevar demasiada ropa. Aún no se había acostumbrado dle todo a eso de ir tapada, aunque salvo por algunas zonas que parecían asustarles inexplicablemente, lo cierto es que no le habían puesto muchas pegas ultimamente a su vestimenta, a pesar de la sosez que denotaban ellos al vestir. << Los humanos son extraños... y los lagartos aún más>>
Salió de la bañera cuando el agua ya estuvo fría y se secó antes de salir a la caza de ropa nueva. Como tenía intención de entrenar, se conformó con un blusón desgastado sin mangas que le iba algo grande, pero al que añadió algunos detalles por pura comodidad. En las últimas sesiones de entrenamiento el pecho le había estado molestando bastante, cosa no muy frecuente pues Mánia no tenía demasiado. Buscó una cinta y se la ató en el pecho sobre la tela de la blusa de forma que el pecho quedaba bien sujeto. No era difícil pues debido a la costumbre en Libo de llevar los pechos al descubierto, se conocían muchas formas de que no estorbase, las guerreras en especial.
Ya debidamente vestida, subió a la sala de entrenamiento, cogió sus garras y se puso a entrenar, sin olvidarse por supuesto de los pesos en las piernas. Alguien había hecho un muñecajo de madera y paja, con lo cual pudo ensañarse a gusto con él. Después de pelear, jugó a trepar y correr por las paredes valiéndose de las garras y el hechizo de impulso. Tenía la esperanza de poder subir desde el patio hasta la terraza del torreón trepando por la fachada...
Siguió casi corriendo el trayecto de los cubos de agua que iba haciendo levitar escaleras arriba... y luego escaleras abajo. Cuatro viajes después ya estaba metida en agua hirviendo, chapoteando felizmente. Jugueteó un buen rato con los piercings de sus pezones, que tenía bastante desatendidos por esa tediosa manía que tenían sus compañeros de torreón de hacerle llevar demasiada ropa. Aún no se había acostumbrado dle todo a eso de ir tapada, aunque salvo por algunas zonas que parecían asustarles inexplicablemente, lo cierto es que no le habían puesto muchas pegas ultimamente a su vestimenta, a pesar de la sosez que denotaban ellos al vestir. << Los humanos son extraños... y los lagartos aún más>>
Salió de la bañera cuando el agua ya estuvo fría y se secó antes de salir a la caza de ropa nueva. Como tenía intención de entrenar, se conformó con un blusón desgastado sin mangas que le iba algo grande, pero al que añadió algunos detalles por pura comodidad. En las últimas sesiones de entrenamiento el pecho le había estado molestando bastante, cosa no muy frecuente pues Mánia no tenía demasiado. Buscó una cinta y se la ató en el pecho sobre la tela de la blusa de forma que el pecho quedaba bien sujeto. No era difícil pues debido a la costumbre en Libo de llevar los pechos al descubierto, se conocían muchas formas de que no estorbase, las guerreras en especial.
Ya debidamente vestida, subió a la sala de entrenamiento, cogió sus garras y se puso a entrenar, sin olvidarse por supuesto de los pesos en las piernas. Alguien había hecho un muñecajo de madera y paja, con lo cual pudo ensañarse a gusto con él. Después de pelear, jugó a trepar y correr por las paredes valiéndose de las garras y el hechizo de impulso. Tenía la esperanza de poder subir desde el patio hasta la terraza del torreón trepando por la fachada...
- Vlad
Ficha de cosechado
Nombre: Yrfylltabgemesh Ftethvajranotz Graktholontir
Especie: Auro
Habilidades: Nociones de Lucha, Artesanía, Puntería.
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
14/02/12, 10:56 pm
Vlad consiguió finalmente plantarse ante las puertas del torreón Letargo, cerradas a cal y canto. Miró hacia arriba, contemplando su pétrea altura en la negrura de la noche. Después de unos segundos de silencio, alzó la mano, aún con la hoz empuñada, y golpeó la puerta con fuerza y decisión, dejando un espacio de tiempo alargado entre cada llamada, cómo campanas fúnebres plañendo en la oscuridad.
-Soy Vlad.-dijo simplemente en tono grave y serio desde debajo de su capucha, que sonaba cómo lápidas cayendo pesadamente sobre sus tumbas.- Mark ha muerto. He venido a enterrarlo. Abrid.
Y esperó, inmóvil, en las tinieblas, con el cuerpo de Mark al hombro. No quedaba otra opción más que esperar en el silencio. Debía pasar rápido, o las cosas que de seguro les seguían la pista lo alcanzarían. Las preguntas lo desbordarían tras la ceremonia, de aquello estaba seguro. Pero esperaba silencio funerario a su entrada y durante el entierro, lo más apropiado para la situación.
-Soy Vlad.-dijo simplemente en tono grave y serio desde debajo de su capucha, que sonaba cómo lápidas cayendo pesadamente sobre sus tumbas.- Mark ha muerto. He venido a enterrarlo. Abrid.
Y esperó, inmóvil, en las tinieblas, con el cuerpo de Mark al hombro. No quedaba otra opción más que esperar en el silencio. Debía pasar rápido, o las cosas que de seguro les seguían la pista lo alcanzarían. Las preguntas lo desbordarían tras la ceremonia, de aquello estaba seguro. Pero esperaba silencio funerario a su entrada y durante el entierro, lo más apropiado para la situación.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
14/02/12, 11:49 pm
Todavía seguía sin ser capaz de dormir. Habían pasado ¿horas?, ¿minutos? Era fácil perder la noción del tiempo en esa situación. Decidí levantarme y salir afuera. Cogí una túnica para abrigarme y me calcé. Dirigí mis pasos hacia el pozo, necesitaba beber un poco de agua. Mis pensamientos estaban todavía puestos en lo que había sucedido a lo largo de los dos últimos días. << Si sigo así no conseguiré dormir en toda la... >>
Mis pensamientos se ven bruscamente interrumpidos. Alguien estaba llamando a la puerta del torreón. Lo escuché claramente mientras terminaba de bajar las escaleras. Me extrañó bastante, pero me arcerqué a la puerta. Al otro lado escuché una voz. Una voz fácilmente reconocible aunque no se hubiese anunciado. Era Vlad. Lo que dijo a continuación, con su habitual calma fría y carente de emoción, me sentó como jarro de agua fría. Todo lo que ocupaba mis pensamientos hasta el momento desapareció de repente. No podía ser, Mark no podía haber muerto... Con el corazón latiendo muy deprisa abría la puerta a Vladimir. La oscura figura del conde apareció ante mí. Cargaba con algo sobre los hombros. Si no era una broma macabra, aquel fardo debía ser Mark.
-Vlad... Dime que no es cierto -no fui capaz de decir ninguna otra cosa. Se me hizo un nudo en la garganta y el estómago mientras esperaba ansioso los siguientes acontecimientos.
Mis pensamientos se ven bruscamente interrumpidos. Alguien estaba llamando a la puerta del torreón. Lo escuché claramente mientras terminaba de bajar las escaleras. Me extrañó bastante, pero me arcerqué a la puerta. Al otro lado escuché una voz. Una voz fácilmente reconocible aunque no se hubiese anunciado. Era Vlad. Lo que dijo a continuación, con su habitual calma fría y carente de emoción, me sentó como jarro de agua fría. Todo lo que ocupaba mis pensamientos hasta el momento desapareció de repente. No podía ser, Mark no podía haber muerto... Con el corazón latiendo muy deprisa abría la puerta a Vladimir. La oscura figura del conde apareció ante mí. Cargaba con algo sobre los hombros. Si no era una broma macabra, aquel fardo debía ser Mark.
-Vlad... Dime que no es cierto -no fui capaz de decir ninguna otra cosa. Se me hizo un nudo en la garganta y el estómago mientras esperaba ansioso los siguientes acontecimientos.
- Caillech
Ficha de cosechado
Nombre: Dama Gula, antes conocida como Caillech (Cail o Cai)
Especie:
Habilidades: Conocimiento de técnicas de supervivencia, olfato muy fino y agilidad (cosas indispensables para una nómada)
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
15/02/12, 07:30 am
Abrí los ojos sonriente. No recordaba la última vez que desperté con un a sonrisa en la boca, ni siquiera me acordaba de si alguna vez lo había hecho. Pero no podía hacer nada para impedir sacar de mi cara esa sonrisa bobalicona. Y no era para menos, ¡había vuelto a tener la misma pesadilla familiar de siempre! Nada de nasem, nada de compañeros mutilados... Había sido perfecto. Si, volví a soñar aquel fatidico día, pero ¿qué más daba? Yo estaba acostumbrada a ello, mi mente lo estaba, pero al otro... No, con el otro mi mente se habría quebrado.
Me levanté y, mientras me ajustaba las armas y me ponía por primera vez la cota de maya (quería familiarizarme con él antes de ir fuera), miré hacia arriba y le dediqué a Nassandra una oración de agradecimiento por ello y volví a hacerle mi promesa de aceptar mi incapacidad en la magia con talante.
Abría la puerta y, nada más hacerlo, mi tonta sonrisa se evaporó. Ese olor... Alguien había abierto la puerta de entrada, podía oler las fragancias de las calles entrando al torreón, pero no era eso lo que me inquietó. Volví a olfatear. Muerte. Un escalofrío recorrió mi columna bertebral. No, no podía ser posible. Conocía el olor, pero me negaba a creer a mi fiel olfato, debía de fallar algo. No...
Corrí hacia la entrada para encontrarme con el conde, quien llevaba algo con forma humana en el hombro y Noel. No. No podía ser Mark, aquel timido niño que tanto había confiado en mi. Cerré los ojos para contener la avalancha de emociones que llegó a mi. Sabía que este mundo era peligroso, más que mi planeta natal, sabía que era muy probable que alguien muriese. Era por eso que al principio me negué a acercarme a ellos, por miedo al lazo y el dolor a su perdida. La misma perdida que ahora sentia. Mi corazón sangraba su perdida, pero hice cuanto pude para impedir las lágrimas, como cambiar el dolor por ira. Al abrir los ojos nuevamente, ya cuando controlé todo lo que sucedía en mi interior, miré al conde.
- ¿Qué le ha pasado al chico? - instintibamente mi mano se fue a mi empuñadura -. ¿No habrá sido el Ranta o el otro loco, verdad? Que de ser así... - dejé la amenaza en el aire, no había porque decir nada, cualquiera que me oyese sabría como acababa esa frase.
Me levanté y, mientras me ajustaba las armas y me ponía por primera vez la cota de maya (quería familiarizarme con él antes de ir fuera), miré hacia arriba y le dediqué a Nassandra una oración de agradecimiento por ello y volví a hacerle mi promesa de aceptar mi incapacidad en la magia con talante.
Abría la puerta y, nada más hacerlo, mi tonta sonrisa se evaporó. Ese olor... Alguien había abierto la puerta de entrada, podía oler las fragancias de las calles entrando al torreón, pero no era eso lo que me inquietó. Volví a olfatear. Muerte. Un escalofrío recorrió mi columna bertebral. No, no podía ser posible. Conocía el olor, pero me negaba a creer a mi fiel olfato, debía de fallar algo. No...
Corrí hacia la entrada para encontrarme con el conde, quien llevaba algo con forma humana en el hombro y Noel. No. No podía ser Mark, aquel timido niño que tanto había confiado en mi. Cerré los ojos para contener la avalancha de emociones que llegó a mi. Sabía que este mundo era peligroso, más que mi planeta natal, sabía que era muy probable que alguien muriese. Era por eso que al principio me negué a acercarme a ellos, por miedo al lazo y el dolor a su perdida. La misma perdida que ahora sentia. Mi corazón sangraba su perdida, pero hice cuanto pude para impedir las lágrimas, como cambiar el dolor por ira. Al abrir los ojos nuevamente, ya cuando controlé todo lo que sucedía en mi interior, miré al conde.
- ¿Qué le ha pasado al chico? - instintibamente mi mano se fue a mi empuñadura -. ¿No habrá sido el Ranta o el otro loco, verdad? Que de ser así... - dejé la amenaza en el aire, no había porque decir nada, cualquiera que me oyese sabría como acababa esa frase.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
15/02/12, 04:30 pm
Mánia estaba agotada después del entrenamiento. No había parado quita, no había podido, su cuerpo le pedía seguir moviéndose, siguir corriendo y saltando. Pero ya casi no se tenía en pie. Se había echado a descansar en el suelo un rato para recuperar fuerzas, al menos las suficientes parapoder bajar luego a por algo de comer, cuando oyó ajetreo abajo. Se levantó a regañadientes, dejando las garras en una esquina. La túnica estaba empapada de sudor y llevaba el pelo apelmazado y pegado a la frente, notaba las piernas entumecidas por las agujetas, pero el picor permanecía. Bajó las escaleras lentamente, tatando de n hacer ningún ruido, y se asomó con precaución para ver qué ocurría.
Era aquel hombre, Vlad, y llevaba al chico sumiso que parecía estar muerto. Bueno, estaba muerto de verdad... Mánia frunció el ceño ¿Cómo se atrevía a traer un cadáver al torreón? Para enterrarlo decía... ¿Para qué demonios quería enterrarlo? ¿Y por qué aquí precisamente? Bien podría haberlo tirado a algún sitio... La brecha era un buen sitio.
Acabó saliendo de su escondite sin importarle las pintas que llevaba. Miró a Vlad con indignación y reproche.
-¿Por qué lo has traído aquí?
La muerte del chico en sí le importaba más bien poco... No es que la muerte de nadie le importase demasiado, no era habitual en su cultura el llorar a los muertos, pues era algo tan frecuente que estaba insensibilizada. Además tampoco es que le tuviese especial aprecio... o ningçun aprecio en absoluto. Se había divertido en el momento, le había alagado en una ocasión y ya. Si había muerto, pues había muerto.
Era aquel hombre, Vlad, y llevaba al chico sumiso que parecía estar muerto. Bueno, estaba muerto de verdad... Mánia frunció el ceño ¿Cómo se atrevía a traer un cadáver al torreón? Para enterrarlo decía... ¿Para qué demonios quería enterrarlo? ¿Y por qué aquí precisamente? Bien podría haberlo tirado a algún sitio... La brecha era un buen sitio.
Acabó saliendo de su escondite sin importarle las pintas que llevaba. Miró a Vlad con indignación y reproche.
-¿Por qué lo has traído aquí?
La muerte del chico en sí le importaba más bien poco... No es que la muerte de nadie le importase demasiado, no era habitual en su cultura el llorar a los muertos, pues era algo tan frecuente que estaba insensibilizada. Además tampoco es que le tuviese especial aprecio... o ningçun aprecio en absoluto. Se había divertido en el momento, le había alagado en una ocasión y ya. Si había muerto, pues había muerto.
- Vlad
Ficha de cosechado
Nombre: Yrfylltabgemesh Ftethvajranotz Graktholontir
Especie: Auro
Habilidades: Nociones de Lucha, Artesanía, Puntería.
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
15/02/12, 09:30 pm
A paso lento, Vlad entró en el edificio. Mientras le asaltaban los sorprendidos habitantes del torreón con sus preguntas, enfundó la hoz en su lugar entre su capa y los cintos, para así poder tomar el cadáver en volandas con ambas manos, lo cual le pareció más adecuado y respetuoso para con el difunto.
Siguió adentrándose en el lugar, ignorando las preguntas con el aire serio y funerario. Cruzó la sala para alcanzar el patio. Allí, dejó a Mark con delicadeza en el suelo, para ir rápidamente al cobertizo a recoger una pala. Ya adecuadamente equipado, comenzó a cavar en la tierra poco compacta, que cedía fácilmente. Así, en relativamente poco tiempo, había obtenido una tumba poco profunda. Lo suficiente cómo para que unas lluvias no sacaran a la luz el cuerpo. Tras esto, bajo la atenta y fría mirada de las estrellas, dejó el cuerpo frío e inerte de su compañero reposando en la fría y húmeda tierra. Lo contempló durante unos instantes, apoyando ambas manos sobre la pala, clavada en el suelo ante él, con gesto severo y meditabundo. No sabía si Mark tenía alguna creencia religiosa. Concluyó en que daba igual. Las tradiciones funerarias realmente no tenían ninguna utilidad para el difunto, que finalmente ya estaba muerto y poco le importaba lo que hicieran con él. Toda aquella parafernalia era sólo útil para los familiares y amigos. Un último adiós o un hasta pronto, o hasta siempre. Eso era indiferente. Se resumía en un consuelo, un último gesto para con él. Y, dada la situación, esto era lo más amable que podía hacer por él.
Tapó la tumba y asentó la tierra. Tras esto recogió un par de piedras y las colocó en un pequeño montículo en el cabecero.
Una última y breve mirada a la luz de la tenue luna sirvió de despedida.
Volvió al edificio, y allí dio explicaciones a aquellos que las querían escuchar.
-Toima, Sezk y yo volvimos de una expedición para buscar alimentos. Dejamos a los otros tres en el torreón, vigilando. Cuando volvimos, lo encontramos muerto, tendido en el patio, sobre un charco de sangre y vómito, con un agujero abierto en la nuca. No teníamos dónde enterrarlo, así que lo traje aquí.
>>Elisa ha muerto, por cierto. Una trampa la convirtió en carne picada. La hubiera traído también, pero… en fin, era demasiado trabajo recoger todos los trocitos. Siento importunaros con todo esto. Os agradecería que me dierais un lugar para dormir. Me conformo con cualquier cosa.
Vlad hablaba en tono neutro, pero cansado. Demasiadas decepciones, trabajos y tensiones en un solo día. En una jornada había visto morir ante él a dos personas por su culpa. Le estaba costando algo de trabajo asimilarlo.
Se sentó en una silla y apoyó los codos en sus piernas, sujetándose la cabeza con ambas manos. Estaba ciertamente cansado.
Siguió adentrándose en el lugar, ignorando las preguntas con el aire serio y funerario. Cruzó la sala para alcanzar el patio. Allí, dejó a Mark con delicadeza en el suelo, para ir rápidamente al cobertizo a recoger una pala. Ya adecuadamente equipado, comenzó a cavar en la tierra poco compacta, que cedía fácilmente. Así, en relativamente poco tiempo, había obtenido una tumba poco profunda. Lo suficiente cómo para que unas lluvias no sacaran a la luz el cuerpo. Tras esto, bajo la atenta y fría mirada de las estrellas, dejó el cuerpo frío e inerte de su compañero reposando en la fría y húmeda tierra. Lo contempló durante unos instantes, apoyando ambas manos sobre la pala, clavada en el suelo ante él, con gesto severo y meditabundo. No sabía si Mark tenía alguna creencia religiosa. Concluyó en que daba igual. Las tradiciones funerarias realmente no tenían ninguna utilidad para el difunto, que finalmente ya estaba muerto y poco le importaba lo que hicieran con él. Toda aquella parafernalia era sólo útil para los familiares y amigos. Un último adiós o un hasta pronto, o hasta siempre. Eso era indiferente. Se resumía en un consuelo, un último gesto para con él. Y, dada la situación, esto era lo más amable que podía hacer por él.
Tapó la tumba y asentó la tierra. Tras esto recogió un par de piedras y las colocó en un pequeño montículo en el cabecero.
Una última y breve mirada a la luz de la tenue luna sirvió de despedida.
Volvió al edificio, y allí dio explicaciones a aquellos que las querían escuchar.
-Toima, Sezk y yo volvimos de una expedición para buscar alimentos. Dejamos a los otros tres en el torreón, vigilando. Cuando volvimos, lo encontramos muerto, tendido en el patio, sobre un charco de sangre y vómito, con un agujero abierto en la nuca. No teníamos dónde enterrarlo, así que lo traje aquí.
>>Elisa ha muerto, por cierto. Una trampa la convirtió en carne picada. La hubiera traído también, pero… en fin, era demasiado trabajo recoger todos los trocitos. Siento importunaros con todo esto. Os agradecería que me dierais un lugar para dormir. Me conformo con cualquier cosa.
Vlad hablaba en tono neutro, pero cansado. Demasiadas decepciones, trabajos y tensiones en un solo día. En una jornada había visto morir ante él a dos personas por su culpa. Le estaba costando algo de trabajo asimilarlo.
Se sentó en una silla y apoyó los codos en sus piernas, sujetándose la cabeza con ambas manos. Estaba ciertamente cansado.
¿Qué es más divertido que matar a un bebé en una batidora?
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
15/02/12, 11:35 pm
Poco a poco fueron acercándose el resto de mis amigos del torreón a recibir al inesperado visitante. Yo no era capaz de pronunciar ninguna palabra mientras observaba como Vladimir se dirigía al patio con el cuerpo de Mark y comenzaba a enterrarlo. No había ninguna duda, se trataba de él. Enseguida noté como las lágrimas empezaron a correr por mis mejillas sin previo aviso. Asistí en silencio con el rostro húmedo al improvisado entierro del muchacho. Mark.. no tuve tiempo de conocerle tanto como a mis compañeros de torreón, pero era un chico amable y que se preocupaba por los demás. El conde nos explicó como había muerto... Me afectó la descripción que hizo sobre su muerte, pues no podía evitar ver un paralelismo con la del muchacho que yo mismo había matado. Así mismo nos informó de que Elisa, aquella chica con la que apenas habíamos mantenido contacto, también había muerto. Me quedé ensimismado mirando pero sin ver como el conde terminaba de enterrar a Mark. No dejaba de suceder una desgracia tras otra. Para colmo, estaban aquellas molestas voces. Acababa de empezar a escucharlas de nuevo. << Debo de estar volviéndome medio loco... >>
Otra tumba más para el patio de Letargo... Ya había dos que estaban cuando llegamos y no sabíamos de quién eran. Un torrente de emociones me asaltaba y ya no sabía muy bien si tenía ganas de llorar, de gritar, de reír como un demente o de darme cabezazos. Los lejanos ecos de voces que nadie más parecía escuchar no ayudaban a mejorar mi estado.
Me llevé las manos a los oídos intentando dejar de escucharlos pero no servía de nada.
-Perdonad... necesito irme a... -fue todo lo que conseguí decir hasta que salí corriendo hacia el interior del torreón y subí sin detenerme a pensarlo a la sala de entrenamiento.
Una vez allí busqué una espada cualquiera y comencé a asestarle golpes al muñeco de entrenamiento que Caillech y yo habíamos hecho. Mientras tanto las voces seguían atormentándome y no parecían querer desaparecer.
-¡Aaaaaaah! -exclamaba furioso de pura frustración mientras asestaba estocadas sin control al escudo y la coraza del muñeco-. Odio todo esto, lo odio.
Nunca había sentido tantas cosas diferentes al mismo tiempo en mi vida y no sabía como manejarlo, especialmente teniendo que escuchar unas insistentes voces que en aquel momento se me antojaban delirantes y cuyo único propósito era volverme loco.
Un golpe, y otro, y otro, y otro, y otro, y otro... Continué descargando mi repentina ira ininterrumpidamente, cada vez estaba más sudoroso y cansado, pero no le presté atención a ese hecho.
Otra tumba más para el patio de Letargo... Ya había dos que estaban cuando llegamos y no sabíamos de quién eran. Un torrente de emociones me asaltaba y ya no sabía muy bien si tenía ganas de llorar, de gritar, de reír como un demente o de darme cabezazos. Los lejanos ecos de voces que nadie más parecía escuchar no ayudaban a mejorar mi estado.
Me llevé las manos a los oídos intentando dejar de escucharlos pero no servía de nada.
-Perdonad... necesito irme a... -fue todo lo que conseguí decir hasta que salí corriendo hacia el interior del torreón y subí sin detenerme a pensarlo a la sala de entrenamiento.
Una vez allí busqué una espada cualquiera y comencé a asestarle golpes al muñeco de entrenamiento que Caillech y yo habíamos hecho. Mientras tanto las voces seguían atormentándome y no parecían querer desaparecer.
-¡Aaaaaaah! -exclamaba furioso de pura frustración mientras asestaba estocadas sin control al escudo y la coraza del muñeco-. Odio todo esto, lo odio.
Nunca había sentido tantas cosas diferentes al mismo tiempo en mi vida y no sabía como manejarlo, especialmente teniendo que escuchar unas insistentes voces que en aquel momento se me antojaban delirantes y cuyo único propósito era volverme loco.
Un golpe, y otro, y otro, y otro, y otro, y otro... Continué descargando mi repentina ira ininterrumpidamente, cada vez estaba más sudoroso y cansado, pero no le presté atención a ese hecho.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
16/02/12, 09:36 am
Mánia observó el comportamiento tan curioso del conde. De verdad estaba enterrando el cadáver... y colocaba piedrecitas encima << Qué cosa más rara...>> pensó. Pero lo más raro de todo fue Noel, ¡¡llorando!! ¿Lloraba por el cadáver? ¿Por qué? No era más que un cadáver. Mánia observó incrédula unos instantes a los dos chicos sin llegar a comprender la situación. Cuando Noel salió corriendo ella se acercó al pozo, cogió un cubo de agua, y después de mirar a Vlad unos segundos más como esperando a que hiciese algo entró al torreón. Usó ese único cubo de agua para asearse un poco, ya que le daba pereza prepararse otro baño. Desde la escalera se podían oír los gritos de Noel, y por un momento pensó en subir a ver qué ocurría, pero toda la situación era demasiado extraña y confusa para ella... Era lo mismo que había ocurrido con aquel chico de las quemaduras... No, era distinto... ¿Pero en qué? Acabó alejando esos pensamientos de su cabeza y alejarse también de las escaleras. Noel epemzaba a inquietarle demasiado.
Se cambió la ropa usada por unas braguitas negras con un gran lazo rojo detrás y un top negro fino de los que había usado en sus primeros días. Recuperó algunos de sus adornos, los que había traído puestos de Libo, como las tobilleras de calaveras y una cadena negra que ahora usaba como colgante, además de sus inseparables orejas de oro. Bajó descalza, como ya se había acostumbrado a ir por el torreón, y fue hasta la cocina a buscar algo de comer. Con suerte logró encontrar algo de carne en salazón, que a falta de Ethan calentó con un hechizo, y fruta, una de esas peras moradas tan dulces que solían traer. Mánia se sentó en la mesa a comer felizmente, orgullosa de cuánto había cambiado en todo el tiempo que llevaba fuera de casa. Había aprendido a manejarse sola... más o menos...
Vlad entró con una expresión indescifrable en el rostro, al menos indescifrable para Mánia. Se sentó en una silla y allí se quedó. Mánia trató de verle la cara desde donde estaba subida, pero al ser imposible se bajó de un salto de la mesa y se acercó al hombre con cautela. Ladeó la cabeza tratando de ver a través de la cortina de pelo negro que le cubría la cara y acabó acuclillándose para poder mirarle a los ojos.
-No lo entiendo- dijo- ¿Todo esto es por el chico muerto? ¿Por qué lo entierras? Lo podrías haber tirado a la brecha de los huesos, no habrías tenido que venir hasta aquí
Además de que la idea de que metiese un cadáver en el que ahora era su hogar no le hacía ni pizca de gracia. En Libo la unica forma de meter un cadáver en una casa era a cachos...
Se cambió la ropa usada por unas braguitas negras con un gran lazo rojo detrás y un top negro fino de los que había usado en sus primeros días. Recuperó algunos de sus adornos, los que había traído puestos de Libo, como las tobilleras de calaveras y una cadena negra que ahora usaba como colgante, además de sus inseparables orejas de oro. Bajó descalza, como ya se había acostumbrado a ir por el torreón, y fue hasta la cocina a buscar algo de comer. Con suerte logró encontrar algo de carne en salazón, que a falta de Ethan calentó con un hechizo, y fruta, una de esas peras moradas tan dulces que solían traer. Mánia se sentó en la mesa a comer felizmente, orgullosa de cuánto había cambiado en todo el tiempo que llevaba fuera de casa. Había aprendido a manejarse sola... más o menos...
Vlad entró con una expresión indescifrable en el rostro, al menos indescifrable para Mánia. Se sentó en una silla y allí se quedó. Mánia trató de verle la cara desde donde estaba subida, pero al ser imposible se bajó de un salto de la mesa y se acercó al hombre con cautela. Ladeó la cabeza tratando de ver a través de la cortina de pelo negro que le cubría la cara y acabó acuclillándose para poder mirarle a los ojos.
-No lo entiendo- dijo- ¿Todo esto es por el chico muerto? ¿Por qué lo entierras? Lo podrías haber tirado a la brecha de los huesos, no habrías tenido que venir hasta aquí
Además de que la idea de que metiese un cadáver en el que ahora era su hogar no le hacía ni pizca de gracia. En Libo la unica forma de meter un cadáver en una casa era a cachos...
- Vlad
Ficha de cosechado
Nombre: Yrfylltabgemesh Ftethvajranotz Graktholontir
Especie: Auro
Habilidades: Nociones de Lucha, Artesanía, Puntería.
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
16/02/12, 04:31 pm
Vlad retiró las manos de su rostro para poder observar a Mánia, aquella muchacha tan perturbadora con orejitas de gato que la hacían aún más inquietante para el Conde. Mientras la miraba fijamente a través del pelo que lo ocultaba, los extraños pensamientos que lo llevaban acosando todo el día volvieron. Hizo un esfuerzo mental y se concentró. No era momento de tener pensamientos lascivos. Así que respiró profundamente y contestó:
-Verá, señorita; de dónde nosotros venimos es costumbre rendirles honores a los difuntos. O al menos, tratarlos con respeto. Los enterramos, los incineramos, los comemos, etcétera. El ritual cambia de cultura en cultura, pero la idea es la misma: Darle un último adiós al muerto y tener un último gesto de respeto para con él. Lo más cómodo habría sido actuar cómo sugiere usted, pero consideré que esto sería lo más apropiado, y no sé si recordará que en mi torreón no tenemos sitio dónde darle sepultura.
Seguía intentando controlar sus impulsos en una pugna interna consigo mismo. Aún así, el aspecto de la muchacha lo perturbaba en extremo, y de haber sido un hombre peor adiestrado, habría cometido ya alguna barbaridad. Pero Vladimir podía mantener la compostura en medio de un terremoto, y sus modales eran tan sólidos que podría abrirle la cabeza a alguien con ellas si las lanzaba con suficiente fuerza. Así que simplemente continuó contemplándola con aire ensimismado.
-Verá, señorita; de dónde nosotros venimos es costumbre rendirles honores a los difuntos. O al menos, tratarlos con respeto. Los enterramos, los incineramos, los comemos, etcétera. El ritual cambia de cultura en cultura, pero la idea es la misma: Darle un último adiós al muerto y tener un último gesto de respeto para con él. Lo más cómodo habría sido actuar cómo sugiere usted, pero consideré que esto sería lo más apropiado, y no sé si recordará que en mi torreón no tenemos sitio dónde darle sepultura.
Seguía intentando controlar sus impulsos en una pugna interna consigo mismo. Aún así, el aspecto de la muchacha lo perturbaba en extremo, y de haber sido un hombre peor adiestrado, habría cometido ya alguna barbaridad. Pero Vladimir podía mantener la compostura en medio de un terremoto, y sus modales eran tan sólidos que podría abrirle la cabeza a alguien con ellas si las lanzaba con suficiente fuerza. Así que simplemente continuó contemplándola con aire ensimismado.
¿Qué es más divertido que matar a un bebé en una batidora?
- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejos
Personajes :- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
- Ri:Tengu. Aurva albina, 18 años. 170 cm
- Nero:Sin esencia, edeel. 18 años, 175 cm.
- Siete: idrino cosechado. 18 años. 172 cm.
Heridas/enfermedades : Cicatrices desiguales con forma de arañazo en los gemelos, que se extienden hacia la parte frontal de la pierna. Más anchas y verticales en la pierna derecha.
Status : So. FLUFFY.- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
16/02/12, 06:59 pm
La moneda bailó unos instantes en el aire, y cayó sobre la palma abierta de la mano, mientras Alicia la cubría rápidamente con la otra.
- ¡Cruz!- informó felizmente a la niña. A pesar de ir vestida distinta, antes de seguir haciendo nada había subido a por su moneda. No quería que se le cayese del bolsillo del pantalón y luego no la pudiese encontrar. Tenía un valor sentimental para ella. Se escondió la moneda plateada por dentro de la ropa, con el tacto del metal frío en su piel. Se daba cuenta de que Mánia no le estaba prestando mucha atención. – La moneda ha hablado- dijo con una solemnidad irónica – ve cortando esta carne, Mánia.- la niña parecía un poco inquieta. Como la primera vez que la recogieron. Mánia le “ayudó”. Le hacía ir más lento que de costumbre, pero le dejó hacer y deshacer, arreglando los imperfectos que dejaba tras de sí, porque se alegraba de que se hubiese ofrecido. Al principio solo se dedicaba a dar ordenes a diestro y siniestro. De hecho, no podía ni bañarse sola. Alicia sonreía como una estúpida mientras cocinaba recordando algunas cosas de los primeros días. Parecía que había pasado una eternidad.
Sirvió algo decente de comer y se sentó a la mesa. Noel comió bastante, y Alicia en cambio no probó bocado. Estaba algo inquieta.
Esa noche se fue a dormir con la moneda cerrada en el puño. Ni siquiera se daba cuenta de que su comportamiento era extraño.
***
La despertó un toque suave pero insistente en el hombro. Era Ethan. ¿Qué quería? Estaba tan oscuro que ni siquiera sus ojos verde lima brillaban en la oscuridad. La verdad es que podría haber encendido alguna luz, o algún cristal. Esa oscuridad no solo era molesta, si no que la mantenía abotargada. Pero solo algo importante podía hacer que un chico tan parco en palabras fuese a despertar a Alicia.
Vlad entró en Letargo cargando algo pesado sobre los hombros. Le oía explicar la muerte de Mark, y la de Elisa pero las palabras solo retumbaban en los oídos como silabas unidas sinsentido. No había nada que quisiese comprender. La escena transcurrió tan lenta que su propió corazón parecía marcar un paso fúnebre. Hasta Vlad, que a veces era tan estoico que parecía un ser inanimado, sonaba cansado. Del tipo de cansancio que es algo más que físico. Lo llevó hasta el patio y cogió una pala. Quizás podría haber ayudado con magia, a hacer algo mejor o más rápido, pero no se le ocurrió. Solo estaba de pie, como un monigote. Despojada de cualquier voluntad o pensamiento. Noel se echó a llorar. Alicia estaba tan impresionada que sus lacrimales ni siquiera se habían enterado de que debían humedecerse. La muerte de alguien cercano era algo mucho más duro que la de aquel chico derretido. No sabían ni su nombre. Y podían enterrar aquel recuerdo como otra pesadilla más de la ciudad. Pero Mark era el chico pequeño y asustado que había llegado con ellos. Era uno más. Otro niño de su mundo engañado para venir a la tierra de las pesadillas. Podía ser ella la que estuviese allí, siendo enterrada. La muerte, incluso a pesar de todas sus amenazas anteriores en las excursiones por la ciudad, nunca le había abofeteado tan fuerte. Pero los vivos antes que los muertos. Cuando la último grano de arena fue aplastado sobre el cuerpecillo de Mark, Alicia fue directamente en busca de Noel. Se había marchado abruptamente, y con las manos en los oídos. Necesitaba saber que le ocurría. A él también lo consideraba un amigo.
Lo encontró dando golpes en la sala de entrenamientos. Como loco. Como furioso.
- Noel. Noel! ¿estas bien?
“estas bien” la pregunta más estúpida de todas, porque siempre se hace cuando la respuesta es obvia y es negativa. Pero hay que preguntarlo de todos modos.
- ¡Cruz!- informó felizmente a la niña. A pesar de ir vestida distinta, antes de seguir haciendo nada había subido a por su moneda. No quería que se le cayese del bolsillo del pantalón y luego no la pudiese encontrar. Tenía un valor sentimental para ella. Se escondió la moneda plateada por dentro de la ropa, con el tacto del metal frío en su piel. Se daba cuenta de que Mánia no le estaba prestando mucha atención. – La moneda ha hablado- dijo con una solemnidad irónica – ve cortando esta carne, Mánia.- la niña parecía un poco inquieta. Como la primera vez que la recogieron. Mánia le “ayudó”. Le hacía ir más lento que de costumbre, pero le dejó hacer y deshacer, arreglando los imperfectos que dejaba tras de sí, porque se alegraba de que se hubiese ofrecido. Al principio solo se dedicaba a dar ordenes a diestro y siniestro. De hecho, no podía ni bañarse sola. Alicia sonreía como una estúpida mientras cocinaba recordando algunas cosas de los primeros días. Parecía que había pasado una eternidad.
Sirvió algo decente de comer y se sentó a la mesa. Noel comió bastante, y Alicia en cambio no probó bocado. Estaba algo inquieta.
Esa noche se fue a dormir con la moneda cerrada en el puño. Ni siquiera se daba cuenta de que su comportamiento era extraño.
***
La despertó un toque suave pero insistente en el hombro. Era Ethan. ¿Qué quería? Estaba tan oscuro que ni siquiera sus ojos verde lima brillaban en la oscuridad. La verdad es que podría haber encendido alguna luz, o algún cristal. Esa oscuridad no solo era molesta, si no que la mantenía abotargada. Pero solo algo importante podía hacer que un chico tan parco en palabras fuese a despertar a Alicia.
Vlad entró en Letargo cargando algo pesado sobre los hombros. Le oía explicar la muerte de Mark, y la de Elisa pero las palabras solo retumbaban en los oídos como silabas unidas sinsentido. No había nada que quisiese comprender. La escena transcurrió tan lenta que su propió corazón parecía marcar un paso fúnebre. Hasta Vlad, que a veces era tan estoico que parecía un ser inanimado, sonaba cansado. Del tipo de cansancio que es algo más que físico. Lo llevó hasta el patio y cogió una pala. Quizás podría haber ayudado con magia, a hacer algo mejor o más rápido, pero no se le ocurrió. Solo estaba de pie, como un monigote. Despojada de cualquier voluntad o pensamiento. Noel se echó a llorar. Alicia estaba tan impresionada que sus lacrimales ni siquiera se habían enterado de que debían humedecerse. La muerte de alguien cercano era algo mucho más duro que la de aquel chico derretido. No sabían ni su nombre. Y podían enterrar aquel recuerdo como otra pesadilla más de la ciudad. Pero Mark era el chico pequeño y asustado que había llegado con ellos. Era uno más. Otro niño de su mundo engañado para venir a la tierra de las pesadillas. Podía ser ella la que estuviese allí, siendo enterrada. La muerte, incluso a pesar de todas sus amenazas anteriores en las excursiones por la ciudad, nunca le había abofeteado tan fuerte. Pero los vivos antes que los muertos. Cuando la último grano de arena fue aplastado sobre el cuerpecillo de Mark, Alicia fue directamente en busca de Noel. Se había marchado abruptamente, y con las manos en los oídos. Necesitaba saber que le ocurría. A él también lo consideraba un amigo.
Lo encontró dando golpes en la sala de entrenamientos. Como loco. Como furioso.
- Noel. Noel! ¿estas bien?
“estas bien” la pregunta más estúpida de todas, porque siempre se hace cuando la respuesta es obvia y es negativa. Pero hay que preguntarlo de todos modos.
-
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
16/02/12, 07:12 pm
Todavía seguía golpeando sin control cuando, entre todo el golpeteo y los ecos logré distinguir una voz que me llamaba. Al principio creí que me había vuelto completamente loco y que empezaba a "comprender" lo que decían las voces, pero algo encajó en mi mente al escuchar un "¿estás bien?" con un tono familiar. Era la voz de Alicia, y no un galimatías sin sentido procedente de quién sabe dónde. Jadeante, dejé de golpear el muñeco y bajé la espada. Las voces todavían seguían allí, pero no siempre las escuchaba con la misma intensidad o frecuencia. Quizás el estado en el que me encontraba hacía unos minutos habían agravado el "problema" o lo que fuera que me estuviera pasando. Me di la vuelta todavía intentando coger aire y me dirigí a Alicia.
-Alicia... creo... creo que me estoy volviendo loco. ¿Tú tampoco las escuchas, verdad? Unas voces, ecos lejanos que no está muy claro de dónde vienen. Empecé a escucharlos esta tarde, pero ha ido a peor -dejé la espada en el suelo y me llevé las manos a los oídos-. Ahora no desaparecen, si no estoy loco no faltará mucho para que lo esté como esto siga así. Primero lo de ese chico enfermo, después las voces, ahora Elisa y Mark han muerto, he dejado de poder hacer magia otra vez, y las voces... las voces... -era consciente de que estaba hablando muy atropelladamente intentando explicar lo que sentía, pero me resultaba difícil pensar con claridad mientras trataba de concentrarme en la conversación con Alicia y no en los ecos.
-Alicia... creo... creo que me estoy volviendo loco. ¿Tú tampoco las escuchas, verdad? Unas voces, ecos lejanos que no está muy claro de dónde vienen. Empecé a escucharlos esta tarde, pero ha ido a peor -dejé la espada en el suelo y me llevé las manos a los oídos-. Ahora no desaparecen, si no estoy loco no faltará mucho para que lo esté como esto siga así. Primero lo de ese chico enfermo, después las voces, ahora Elisa y Mark han muerto, he dejado de poder hacer magia otra vez, y las voces... las voces... -era consciente de que estaba hablando muy atropelladamente intentando explicar lo que sentía, pero me resultaba difícil pensar con claridad mientras trataba de concentrarme en la conversación con Alicia y no en los ecos.
- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejosPersonajes :- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
- Ri:Tengu. Aurva albina, 18 años. 170 cm
- Nero:Sin esencia, edeel. 18 años, 175 cm.
- Siete: idrino cosechado. 18 años. 172 cm.
Heridas/enfermedades : Cicatrices desiguales con forma de arañazo en los gemelos, que se extienden hacia la parte frontal de la pierna. Más anchas y verticales en la pierna derecha.
Status : So. FLUFFY.- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
16/02/12, 07:39 pm
Alicia dio un paso hacia atrás. No lo hizo asustada, sino como si quisiera contemplar a Noel al completo, y examinarle con ojo clínico. Estaba palido, sudoroso y agitado. Pero hablaba con convicción.
Prestó atención.
A parte de la respiración agitada de Noel, el silencio completo. Ni una voz, ni un murmullo.
No sabía como tomarse aquello. Noel tenía razón. Todas las cosas malas venían juntas.
Todavía apretaba la moneda en la mano. Todo ese rato, ahí había estado. Ahora estaba calentorra. Se la mostró a Noel.
- Cara, estas chiflado y mas vale que te alejes de mi. Cruz, dejate de tonterias y vete a la cama.
La lanzó muy seria, mirando a Noel a los ojos. La vió girar mientras la moneda brillaba como la hoja de una guillotina. Como si un resultado fues a decidir el futuro de su relación con Noel. Tapó el resultado con la mano, le dio la vuelta... y en vez de mirar si era cara o cruz, la volvió meter entre los pliegues de su ropa.
-Quita esa cara. Yo también se bromear. Era cruz, Noel. No importa si lo era de verdad o no. No se que pasa, y estoy preocupada por todo lo que esta sucediendo. Si supiera hacer algun hechizo para dormirte... quieres que te golpee en la cabeza con un jarrón?- sugirió.
Alicia tenía las mejillas un poco humedas, y el maquillaje que no se había molestado en quitarse antes de ir a dormir, se le corría un poco por el lado derecho de la cara. La voz sonaba un poco rota. Pero a pesar de todo, seguia haciendo el esfuerzo de sonreir, aunque fuese una mueca. Creyó que se lo debía a su amigo.
Prestó atención.
A parte de la respiración agitada de Noel, el silencio completo. Ni una voz, ni un murmullo.
No sabía como tomarse aquello. Noel tenía razón. Todas las cosas malas venían juntas.
Todavía apretaba la moneda en la mano. Todo ese rato, ahí había estado. Ahora estaba calentorra. Se la mostró a Noel.
- Cara, estas chiflado y mas vale que te alejes de mi. Cruz, dejate de tonterias y vete a la cama.
La lanzó muy seria, mirando a Noel a los ojos. La vió girar mientras la moneda brillaba como la hoja de una guillotina. Como si un resultado fues a decidir el futuro de su relación con Noel. Tapó el resultado con la mano, le dio la vuelta... y en vez de mirar si era cara o cruz, la volvió meter entre los pliegues de su ropa.
-Quita esa cara. Yo también se bromear. Era cruz, Noel. No importa si lo era de verdad o no. No se que pasa, y estoy preocupada por todo lo que esta sucediendo. Si supiera hacer algun hechizo para dormirte... quieres que te golpee en la cabeza con un jarrón?- sugirió.
Alicia tenía las mejillas un poco humedas, y el maquillaje que no se había molestado en quitarse antes de ir a dormir, se le corría un poco por el lado derecho de la cara. La voz sonaba un poco rota. Pero a pesar de todo, seguia haciendo el esfuerzo de sonreir, aunque fuese una mueca. Creyó que se lo debía a su amigo.
-
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
16/02/12, 07:59 pm
Alicia me escuchó atentamente y después de un breve momento de silencio sacó su moneda. A continuación hizo un comentario bastante brusco que me descolocó y lanzó la moneda al aire. Casi dejo escapar un suspiro de alivio al darme cuenta de que estaba bromeando. Eso demostraba el estado en el que me encontraba, en otro momento me habría reído de la ocurrencia al momento. Aún así sonreí tímidamente.
-Gracias, Alicia... ojalá supiésemos algún hechizo para dormirse, es cierto -suspiré pensando en lo fácil que sería de ese modo, al menos para poder descansar; necesitaba descansar.
Ante la sugerencia del jarrón no pude evitar reírme un poco.
-Creo que... con eso puede que si no estoy mal de la cabeza pase a estarlo inmediatamente -paré un momento para comprobar que las voces seguían ahi. Seguían, aunque ahora parecían escucharse con menos frecuencia y menor intensidad-. Creo que... quizás deje de escuchar las voces pronto, las otras veces dejé de oírlas al cabo de un rato. Estoy bastante agotado, a lo mejor si me acuesto cuando tenga silencio consigo dormirme... tengo que intentarlo al menos.
Me acerqué a la chica, le estaba agradecido porque haber hablado con ella me había ayudado a calmarme. Puede que mi estado de nervios influyera en los ecos que oía, que me molestase más de lo debería. Al fin y al cabo hasta ahora siempre había dejado de escucharlos al cabo de un rato.
-Aunque ya me bañé antes voy a volver a hacerlo, si me voy a dormir así sí que no podré conciliar el sueño de la incomodidad -anuncié.
A continuación vacilé. Iba a darle un abrazo pero no sabía como se lo tomaría. Además a mí me daba vergüenza por lo que había contemplado en la cocina aquella tarde... << No importa, es solo un abrazo>>.
Sin pensarlo más, le di un corto abrazo a Alicia mientras musitaba un "gracias" y, antes de que pudiera reaccionar salí de la habitación.
Lo más rápido que pude, llené la bañera con el agua del pozo y me lavé solo para quitarme el sudor. Me concentré en lavarme para evitar prestar demasiada atención a las voces. Dejé la ropa en una esquina del baño, mañana tendría que lavarla. Salí de la bañera y me puse ropa limpia. Mientras me vestía, me di cuenta de algo. Había dejado de escuchar los ecos. << Por fin >>, pensé con gran alivio. Estaba realmente cansado y se me cerraban los ojos mientras me dirigía a la habitación. Necesitaba descansar, casi desde que me había levantado lo necesitaba. Evité con todas mis fuerzas pensar en nada de lo que había sucedido y, al poco tiempo, el cansancio finalmente me venció y pude conciliar el sueño.
-Gracias, Alicia... ojalá supiésemos algún hechizo para dormirse, es cierto -suspiré pensando en lo fácil que sería de ese modo, al menos para poder descansar; necesitaba descansar.
Ante la sugerencia del jarrón no pude evitar reírme un poco.
-Creo que... con eso puede que si no estoy mal de la cabeza pase a estarlo inmediatamente -paré un momento para comprobar que las voces seguían ahi. Seguían, aunque ahora parecían escucharse con menos frecuencia y menor intensidad-. Creo que... quizás deje de escuchar las voces pronto, las otras veces dejé de oírlas al cabo de un rato. Estoy bastante agotado, a lo mejor si me acuesto cuando tenga silencio consigo dormirme... tengo que intentarlo al menos.
Me acerqué a la chica, le estaba agradecido porque haber hablado con ella me había ayudado a calmarme. Puede que mi estado de nervios influyera en los ecos que oía, que me molestase más de lo debería. Al fin y al cabo hasta ahora siempre había dejado de escucharlos al cabo de un rato.
-Aunque ya me bañé antes voy a volver a hacerlo, si me voy a dormir así sí que no podré conciliar el sueño de la incomodidad -anuncié.
A continuación vacilé. Iba a darle un abrazo pero no sabía como se lo tomaría. Además a mí me daba vergüenza por lo que había contemplado en la cocina aquella tarde... << No importa, es solo un abrazo>>.
Sin pensarlo más, le di un corto abrazo a Alicia mientras musitaba un "gracias" y, antes de que pudiera reaccionar salí de la habitación.
Lo más rápido que pude, llené la bañera con el agua del pozo y me lavé solo para quitarme el sudor. Me concentré en lavarme para evitar prestar demasiada atención a las voces. Dejé la ropa en una esquina del baño, mañana tendría que lavarla. Salí de la bañera y me puse ropa limpia. Mientras me vestía, me di cuenta de algo. Había dejado de escuchar los ecos. << Por fin >>, pensé con gran alivio. Estaba realmente cansado y se me cerraban los ojos mientras me dirigía a la habitación. Necesitaba descansar, casi desde que me había levantado lo necesitaba. Evité con todas mis fuerzas pensar en nada de lo que había sucedido y, al poco tiempo, el cansancio finalmente me venció y pude conciliar el sueño.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
16/02/12, 08:09 pm
Al conde se le había puesto cara de idiota. O esa era la impresión que le había dado a Mánia... Además, la explicación que le había dado se le antojaba tan... absurda. ¿Rendir culto a los muertos? Cierto que en Libo se adoraba a las reinas de la antigüedad pero ¿a cadáveres?
- Los humanos sois extraños...- comentó buscó una silla y la acercó, tratando de estar un poco más alta que el conde... en vano por supuesto- Nosotros hacemos estatuas en recuerdo o guardamos cosas que les pertenecían. Los cuerpos se tiran a una fosa o por un precipicio... Aunque algunos tienen el honor de servir de alimento a los Felinos Sagrados- se le hacía raro contar la historia de su mundo a alguien como Vlad, aun así le seguía gustando la idea de poder enseñar algo a alguien. Se cruzó de piernas e hizo levitar una pequeña pieza de fruta hasta ella.- Pero solo guardamos recuerdos, no lloramos por ellos ni nada... Morir es normal, mucha gente muere diariamente, y ya nos dijeron que íbamos a morir aquí, ¿no?- preguntó, ladeando la cabeza.
Había tenido tiempo de sobra para pensar todo aquello. En Libo no le tenía miedo a la muerte, ¿por qué iba a tenérlo en Rocavarancolia? Quería creer que la muerte era igual aquí que allí. Le dio un buen bocado a la fruta, con cuidado de no arruinarse el maquillaje.
- Los humanos sois extraños...- comentó buscó una silla y la acercó, tratando de estar un poco más alta que el conde... en vano por supuesto- Nosotros hacemos estatuas en recuerdo o guardamos cosas que les pertenecían. Los cuerpos se tiran a una fosa o por un precipicio... Aunque algunos tienen el honor de servir de alimento a los Felinos Sagrados- se le hacía raro contar la historia de su mundo a alguien como Vlad, aun así le seguía gustando la idea de poder enseñar algo a alguien. Se cruzó de piernas e hizo levitar una pequeña pieza de fruta hasta ella.- Pero solo guardamos recuerdos, no lloramos por ellos ni nada... Morir es normal, mucha gente muere diariamente, y ya nos dijeron que íbamos a morir aquí, ¿no?- preguntó, ladeando la cabeza.
Había tenido tiempo de sobra para pensar todo aquello. En Libo no le tenía miedo a la muerte, ¿por qué iba a tenérlo en Rocavarancolia? Quería creer que la muerte era igual aquí que allí. Le dio un buen bocado a la fruta, con cuidado de no arruinarse el maquillaje.
- Vlad
Ficha de cosechado
Nombre: Yrfylltabgemesh Ftethvajranotz Graktholontir
Especie: Auro
Habilidades: Nociones de Lucha, Artesanía, Puntería.
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
16/02/12, 08:31 pm
Vlad se fue relajando poco a poco. Se recostó contra la silla y miró más tranquilamente a la muchacha mientras le daba una leve explicación de la cultura funeraria (por llamarla de alguna forma) de su mundo. Cuando terminó de hablar, suspiró y elevó la mirada al techo, pensando en qué contestarle a la muchacha. Entonces recordó que le quedaba una manzana por comer. La extrajo de su bolsillo, la frotó con desgana contra su capa (sin darse cuenta de que tampoco estaba especialmente limpia) y le dio un bocado con ganas. Ciertamente tenía hambre y estaba cansado, así que el dulce néctar fue bien recibido por su paladar.
Pensó durante unos segundos en qué decir a continuación, mientras su boca llena le daba un motivo para mantenerse en silencio. Cuando finalmente tragó, dijo:
-Supongo que en su mundo, señorita, son más prácticos que en el nuestro. Pero de dónde venimos tampoco nos importa demasiado que nadie muera. Nuestros cultos son simple y llana hipocresía. Realmente hay poca gente que de verdad llore a los muertos.
>>En el lugar de dónde yo vengo, señorita, también mueren miles de personas. Al día. Y todos lo sabíamos. Y que yo sepa, nunca hicimos nada por solucionarlo, excepto una minoría. La razón obvia, claro, es que realmente nos importaba más bien poco que murieran a montones, siempre y cuando nosotros estuviéramos cómodos. Luego moría alguna niña de familia bien porque su pareja era una desequilibrada y cientos de personas se manifestaban para pedir justicia a la misma gente que estaba apilando cadáveres en la otra punta del mundo… Ah, no, desde luego, hoy no es mi día.
Y para interrumpir aquellas funestas cavilaciones, Vlad le dio un nuevo bocado a la manzana.
Pensó durante unos segundos en qué decir a continuación, mientras su boca llena le daba un motivo para mantenerse en silencio. Cuando finalmente tragó, dijo:
-Supongo que en su mundo, señorita, son más prácticos que en el nuestro. Pero de dónde venimos tampoco nos importa demasiado que nadie muera. Nuestros cultos son simple y llana hipocresía. Realmente hay poca gente que de verdad llore a los muertos.
>>En el lugar de dónde yo vengo, señorita, también mueren miles de personas. Al día. Y todos lo sabíamos. Y que yo sepa, nunca hicimos nada por solucionarlo, excepto una minoría. La razón obvia, claro, es que realmente nos importaba más bien poco que murieran a montones, siempre y cuando nosotros estuviéramos cómodos. Luego moría alguna niña de familia bien porque su pareja era una desequilibrada y cientos de personas se manifestaban para pedir justicia a la misma gente que estaba apilando cadáveres en la otra punta del mundo… Ah, no, desde luego, hoy no es mi día.
Y para interrumpir aquellas funestas cavilaciones, Vlad le dio un nuevo bocado a la manzana.
¿Qué es más divertido que matar a un bebé en una batidora?
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
17/02/12, 12:17 am
Era algo curioso... Mánia fue a ladear la cabeza meditando la información que Vlad acababa de proporcionarle, pero no pudo mover un músculo. El pánico se fue apoderando de ella al intentar mover las piernas, los brazos... ¡¡Ni siquiera podía parpadear!!! Podía notar el corazón acelerarse en su pecho, pero era lo único activo en ese momento, ni siquiera estaba segura de que fuese capaz de respirar. De pronto, un hormigueo ya familiar se extendió por su cuerpo y con una sacudida logró echarse hacia delante, tomando una gran bocanada de aire y cayéndose de la silla por la brusquedad del movimiendo. Se movía casi por espásmos, luchando por que la parálisis que parecía abordarle no se apoderase de ella. No quería estarse quieta, no podía estarse quieta. Trató de ponerse en pie y casi lo consiguió, pero volvió a quedarse paralizada; luego consiguió correr una distancia corta hasta que le fallaron las piernas. Mientras bufaba, rugía y se retorcía luchando contra algo que ni podía ver, ni podía realmente combatir. Fue la voz terrorífica que invadió su mente lo que acabó con sus fuerzas. ¿Quién era? ¿De qué hablaba? Decía que pronto serían monstruos como los que habían visto en la ciudad ¿Era eso verdad? ¿Como ocurriría? Tantas preguntas marearon Mánia. Había vuelto a levantarse, y arañaba la superficie de la mesa de forma compulsiva, con gruesos lagrimones corriendo por sus mejillas y una mueca de pura rabia. Trató de correr otra vez.
- Vlad
Ficha de cosechado
Nombre: Yrfylltabgemesh Ftethvajranotz Graktholontir
Especie: Auro
Habilidades: Nociones de Lucha, Artesanía, Puntería.
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
17/02/12, 12:53 am
Vlad contempló de nuevo a la joven muchacha con expresión seria, pero con un inquietante brillo de fascinación insana en la mirada. Aquellos pensamientos enfermizos volvían a acariciar su mente desde las profundidades de su subconsciente. Una sensación de calor comenzó a ascender por su espina dorsal y a apoderarse de su cuerpo a la par que recorría con la mirada cada curva y cada línea del de Mánia, aprovechando que ella estaba demasiado abstraída cómo para percatarse. Nunca se había sentido así. Una parte de sí se comenzaba a asustarse. Estaba convirtiéndose en algo desagradable, sí, y eso le daba miedo. Pero lo que más lo aterrorizaba era que no quería luchar contra ello, que se estaba entregando voluntariamente y de buena gana a todo aquello que le habían enseñado que era incorrecto, enfermizo y perverso. Aunque, bien pensado… Que les dieran a todos ellos. Sus padres, el padre Popescu… Todos estaban muertos para él. Lo lógico sería que su moral retrógrada y casposa se fuera al infierno con ellos.
Mientras el calor aumentaba y comenzaba a notar unas molestias en la frente y en el cóxis, contempló cómo Mánia comenzaba a convulsionarse. Aquello fue cómo un jarro de agua fría que lo devolvió a la realidad. Ante todo, seguía siendo un caballero. Y quizás sería adecuado, bien pensado, mantener las partes más positivas de su dura pero en muchos puntos interesante educación. No podía pecar del pragmatismo que repudiaba. Esa era la trampa, ¿no?
Se apresuró a tomar a Mánia con seguridad en brazos y a alzarla en volandas.
-Mis más sinceras disculpas, señorita, pero quizás esté de acuerdo en que quizás estaría usted, dada la situación, en su habitación. No he podido evitar percatarme de que esto podría ocasionarle unas cuantas complicaciones técnicas…-comenzó a decir Vlad, algo más deprisa de lo normal. Estaba acalorado en más de un sentido, cansado, dolorido y confuso. Le estaba costando mantener la compostura.
Así que decidió apresurarse a subir las escaleras con la muchacha en brazos, sin esperar contestación por su parte, puesto que no sabía si quiera si estaría en condiciones de darla.
Ya en el piso de las habitaciones, escuchó la voz en su cabeza, clara y aterciopelada, susurrándole incoherencias preocupantes al odio. Joder, menudo día…
Sin pararse a meditar aquellas palabras, queriendo atribuirlas al cansancio y extenuación mental y física, llevó a Mánia a su habitación, concentrándose sólo en mantener las manos en lugares socialmente aceptables.
Cuando finalmente llegó al lugar adecuado, dejó con cuidado a la muchacha sobre el lecho, cómo temiendo que se pudiera romper cómo una muñeca de la más fina porcelana. Tras esto, cerró la puerta tras de sí y, aun dándole la espalda a la chiquilla, se apoyó contra esta y dio un largo suspiro. El calor era cuanto menos insoportable.
Se quitó la capa y se soltó todos los arneses de mala manera, dejándolos en el suelo, suspirando de nuevo, aliviado, al verse libre del peso. Había sido una jornada dura…
Mientras el calor aumentaba y comenzaba a notar unas molestias en la frente y en el cóxis, contempló cómo Mánia comenzaba a convulsionarse. Aquello fue cómo un jarro de agua fría que lo devolvió a la realidad. Ante todo, seguía siendo un caballero. Y quizás sería adecuado, bien pensado, mantener las partes más positivas de su dura pero en muchos puntos interesante educación. No podía pecar del pragmatismo que repudiaba. Esa era la trampa, ¿no?
Se apresuró a tomar a Mánia con seguridad en brazos y a alzarla en volandas.
-Mis más sinceras disculpas, señorita, pero quizás esté de acuerdo en que quizás estaría usted, dada la situación, en su habitación. No he podido evitar percatarme de que esto podría ocasionarle unas cuantas complicaciones técnicas…-comenzó a decir Vlad, algo más deprisa de lo normal. Estaba acalorado en más de un sentido, cansado, dolorido y confuso. Le estaba costando mantener la compostura.
Así que decidió apresurarse a subir las escaleras con la muchacha en brazos, sin esperar contestación por su parte, puesto que no sabía si quiera si estaría en condiciones de darla.
Ya en el piso de las habitaciones, escuchó la voz en su cabeza, clara y aterciopelada, susurrándole incoherencias preocupantes al odio. Joder, menudo día…
Sin pararse a meditar aquellas palabras, queriendo atribuirlas al cansancio y extenuación mental y física, llevó a Mánia a su habitación, concentrándose sólo en mantener las manos en lugares socialmente aceptables.
Cuando finalmente llegó al lugar adecuado, dejó con cuidado a la muchacha sobre el lecho, cómo temiendo que se pudiera romper cómo una muñeca de la más fina porcelana. Tras esto, cerró la puerta tras de sí y, aun dándole la espalda a la chiquilla, se apoyó contra esta y dio un largo suspiro. El calor era cuanto menos insoportable.
Se quitó la capa y se soltó todos los arneses de mala manera, dejándolos en el suelo, suspirando de nuevo, aliviado, al verse libre del peso. Había sido una jornada dura…
¿Qué es más divertido que matar a un bebé en una batidora?
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