Burdel de Dama Espasmo (Archivo III)

Recuerdo del primer mensaje :

Despierto. Bajo demasido deprisa lss escaleras, tropiezo yantes de poder hacer nada estoy tirada en el suelo. Me levanto lo mas rapido que puedo y voy a la cocina.Saludo a Martalar y a Freejey y cojo una pieza de fruta, que como con voracidad.

De locos sí.... es lo último que piensa Caín antes de caer dormido en el mismo diván de antes. Su cabeza trabaja casi por su cuenta, analizando y repasando todo lo acontecido en el día, todos sus altibajos, la nueva información aprendida, las nuevas imágenes algunas grabadas a fuego en su mente, otras que no tradará en condenar al olvido. Murmura palabras al azar, sin sentido, en sueños, con el pelo cubriéndole los ojos y en postura fetal, abrazado a una figura imaginaria.

Pero Cain ya no es Cain, al menos no el de este mundo. Ahora es un Cain dormido, soñador, tumbado en el diván. Y yo aquí, sin saber si subirle al cuarto o traerle una manta, pero acabo por decidirme por subirle <<No quiero que Alex le encuentre así, a saber qué locura haría>> me digo mentalmente, quizá como excusa, quizá sea lo que realmente pienso. No lo sé, lo importante ahora es que Cain duerma cómodo y no despierte dolorido por una mala postura o algo. Así que, aprovechando que está tumbado, le cojo en brazos y subo de lado la escalera, para evitar golpearle la rubia cabeza con la pared. Llego al dormitorio y le tumbo con delicadeza en un lado de la cama, abro las mantas del otro y tras descalzarlo, no me atrevo a más y, tras cogerle de nuevo, le dejo en la cama y le tapo un poco con las mantas.
-Buenas noches.-le susurro mientras le arropo.
Salgo, cierro la puerta y me encierro en mi cuarto, con el libro de armas y una idea para una nueva ballesta en la cabeza. <<Solo necesitamos el cuerpo de una ballesta, cosa que tenemos hecha, y un arco corto, cosa que hay en la armería. Y...oh...buena idea. Perrrfecto. Mañana se lo contaré a Dirke>> Y en paños menores, tapado, acabo por dormirme tras dejar el libro encima del baúl, junto con el látigo. . .

Despierto ahogando un bostezo, otra vez con los payasos en mente. Desde que ayer tuve ese extraño sueño, no he dejado de plantearme que Eso podría existir en ese mundo. Quizás en la Tierra no, pero en Rocavarancolia no me extrañaría.
Me levanto, intentando apartar esos horripilantes pensamientos de mi mente. Al fin y al cabo, hoy tengo la intención de salir por primera vez del burdel. Cojo mi daga y, sin salir de mi cuarto, me imagino que lucho contra algún enemigo invisible. Cuando al fin noto mis músculos calientes, aunque no sobrecargados, guardo la daga entre uno de los pliegues de mi kimono, y bajo a la cocina. Rebusco en la cesta, en la que cada vez quedan menos cosas. Como siempre, una pieza de fruta para desayunar.

Me despierto en mi habitacion, agotado. Ayer me quede entrenando hasta tarde. Me levanto, me pongo la camisa sobre los hombros, pero la dejo abierta. Quiero poder ver el tatuaje en todo momento, por si vuelve a brillar. Bajo las escaleras inmerso en mis pensamientos, y me dirijo a la cocina, a ver si encuentro algo para comer. Al entrar, veo a una chica que no conozco. <<Cada dia que bajo conozco a alguien nuevo>> pienso mientras sonrio.
-hola, ¿quien eres?-saludo.

Yo, perdida en mis pensamientos, apenas soy consciente del chico rubio que entra.
Cuando me hablar, me fijo en él. No lo conozco.
-Me llamo Martalar... ¿Y tú? Tampoco te había visto nunca- contesto.

-encantado. Yo...soy Skull.-digo con una sonrisa mientras señalo mi tatuaje. Jugueteo con uno de mis cuchillos mientras cojo una manzana. Estoy hambriento, y me la como en un momento.- ¿Cuantas veces has estado al borde de la muerte?-pregunto con una sonrisa.

-Encantada igualmente, aunque este no sea el mejor lugar para ir haciendo amigos...
-¿Al borde de la muerte?- contesto, algo sorprendida, puesto que es la primera vez que me han preguntado algo así. Entonces, murmuro-: Bueno, en realidad una -y, por lo bajo, añado-: Siempre la maldita serpiente...- luego, vuelvo a alzar la voz-: Y... bueno, después de eso no he vuelto a salir del burdel, aunque si encuentro a alguien que quiera hoy tenía pensamiento de hacerlo...
-¿Y tú?

-¿Decias algo?.- digo al oirla murmurar.-pues a mi...me cayo un rayo, y sin salir del burdel.-digo sonriendo. Nunca lo habia visto de ese modo.-pero no me ha pasado nada....creo.-digo recordando el tatuaje.-yo ahora voy a entrenar un poco, pero luego no me importaria salir del burdel...tengo ganas de saber que hay fuera.-digo girando el cuchillo entre los dedos.

-Vaya, no he sido la única que ha tenido contratiempos- contesto. Sin embargo, me estremezco ante su historia, y me digo a mí misma que tengo suerte de que no me haya sucedido a mí. No me gusta la lluvia. Y las tormentas es algo que detesto: odio los rayos. En la Tierra, siempre que el cielo se encapotaba de negro amenazando con tronar, sentía como me costaba respirar... Y,normalmente, cuando comenzaban a caer las primeras gotas de agua y los primeros rayos, yo ya estaba encerrada en mi cuarto, con la música puesta a tope y los ojos cerrados, intentando ignorar las malditas tormentas y ese miedo irracional que me dominaba en ellas.
-Va, hasta luego- añado, tras salir de mis pensamientos, después de que me diga lo que voy a hacer.
Entonces, voy al salón y me siento en uno de los puff, perdida en mis pensamientos. Mi cabeza está llena de payasos y tormentas. Pero no me apetece tener que preocuparme por ello. Al fin y al cabo, estando yo consciente en Rocavarancolia no ha habido ni una cosa ni la otra.
Lentamente, me sumo en un perezoso estado de letargo que embotella mis sentidos.

Me costaba volver a dormirme, tenía miedo de cerrar los ojos y que esa pesadilla volviese a aterrorizarme. Había tenido varias pesadillas desde que viene aquí, pero ninguna había sido tan fuerte y real como la de anoche. Ahora es cuando recuerdo a Dirke, aquel día que se desperto tan asustado, dijo que había tenido una pesadilla, <<Ahora me toca a mi tener miedo>>.
Hablando de Dirke, ¿Donde estaba?, llevaba días sin dormir aquí, <<Habrá encontrado otra habitación>> . Esa idea me entristece un poco, hoy más que nunca no me importaría hablar con alguien de lo que he soñado, así me haría la idea de que sólo ha sido un sueño.
Me incorporo a la cama, todo seguía hecho un desastre, la almohada era lo único que había colocado. Empiezo a hacer la cama, sin ganas, hoy me apetece vaguear y quedarme todo el día en la cama, pero eso no iba a ser posible, llevaba dos días sin salir y tenía que encontrar alguna distracción. Cuando acabo me miro en el pequeño espejo que hay colgado en la pared; Tenía los ojos un poco hinchados y rojos pero nada comparado con anoche. Me desenredo el pelo con los dedos y seguidamente me hago una coleta utilizando como goma un trozo de tela. Al terminar salgo de la habitación hacia al salón. No hay ni un alma, solo veo a Martalar, sentada en un puff y medio empanada. Me tumbo en el sofá y no digo nada para no molestar.

Despierto abriendo mucho los ojos, doy un bote en la cama y me calzo las deportivas. Durmiendo, se me ha ocurrido una idea para una ballesta un tanto imposible, pero quitándole las partes mágicas e imposibles, es factible fabricarla y usarla. Me visto el kimono, me ato el látigo y bajo corriendo las escaleras. Cojo una pieza de fruta sin mirarla, pero que sabe como una pera; salgo de la cocina y voy al salón a por todo lo que traje ayer. Martalar y Erika están ya despiertas, así que las saludo sonriendo
-Buenos...-trago.-Buenas tardes.
Aunque Marta está como adormilada y a Erika la noto rara, más que nada por los ojos un poco rojos y ojerosos. Titubeante, dejo de masticar y me acerco a la chica, me agacho para mirarle a la cara, ya que está tumbada en uno de los divanes, y le pregunto, preocupado:
-Erika, ¿estás bien?-

Cambio de postura y me quedo sentada, haciendo sitio en el diván por si acaso quiere sentarse. Subo las piernas y las rodeo con los brazos:
-Estoy bien, es solo que no he podido dormir. Anoche tuve una pesadilla y desde entonces no quiero dormir...por si acaso.- Me tapo la boca cuando bostezo y sigo.- Aunque tarde o temprano tendré que descansar.
Me froto los ojos, entonces recuerdo que se fue junto con los de Letargo al torreón para conseguir una ballesta:
-Ahora que recuerdo, ¿Qué tal en el torreón?

Se sienta, pero sigo agachado, sé que si me sentase no iría a trabajar. Aunque...
-Una pesadilla...-suspiro, me cuesta hablar de esto, no estoy acostumbrado.-Una pesadilla es solo eso, una pesadilla. Este lugar es de pesadilla, pero-señalo la puerta del burdel.-la pesadilla está ahí fuera, aquí estamos a salvo, siempre que estemos juntos...-me quedo unos segundos pensando y sigo.-Pesadillas...Norou dijo que cuando dejemos de tenerles miedo, ellas nos temerán a nosotros. El miedo es normal, todos tenemos miedos, pero la noche, el sueño, debe ser nuestro, sin pesadillas...Pero te puedo asegurar que esa pesadilla no es real, no sucederá y no volverá...-pero no sé qué más decir...-Y...jo, solo quiero que estés bien...
Me quedo un rato pensando, pero al final cambio de tema
-En el torreón...bien, estuvimos bien. Y anoche visitamos el Cementerio. Los muertos hablan...¡Hablan! No quiero convertirme en un esqueleto parlanchín si muero, sería bastante aburrido.-digo riendo para aliviar la tensión de la situación y de la pesadilla.

Escucho atentamente. A medida que habla, voy temiendo menos a la pesadilla. Tenía razón, ¿Por qué temer de algo que he soñado cuando lo que debería de asustarme es todo lo que hay en el exterior? Hasta hace poco tenía miedo de salir afuera, pero al final tuve que acostumbrarme y quitarme de encima el miedo. Ahora tenía que hacer lo mismo.
Cuando termina de hablar, sonrío:
-Tienes razón, tengo que animarme, menos caras largas.- Me alegraba que hubiesen vuelto, últimamente esto estaba un poco abandonado.- ¿Muertos que hablan?, algo siniestro pero mola, ¿Os dijeron algo?

Ahora sí que tengo que sentarme, cosa que hago. Me apoyo la barbilla sobre las manos y empiezo, pensativo:
-Sí, a mí al menos sí. Primero, algo en el cementerio quería que fuese allí, no lo sé, pero quizá fueran los muertos. Dijeron que era un cosechado y algo de una luna hambrienta...El caso es que nunca he visto una luna de noche en este sitio...Algunos decían tonterías, pero varios se pusieron a discutir entre ellos, diciendo unos lo de la luna y otros diciéndoles a estos que no me ayudasen...Este mundo es muy raro...Y no me da buena espina nada de lo que nos está sucediendo. No eres la única con pesadillas...-le digo, luego me estremezco al recordar la mía.-En la mía moríamos en una cámara de gas después de golpear yo a Norou...Pero no es real. Lo que sí es real es mi picor de ojos al darme la luz de frente, tus molestias en la barriga, el pequeño Dirke que no nos entiende, la magia, que a Vacuum le haya dado por comer plantas, la bipolaridad de algunos...Aquí pasa algo y creo que no me va a gustar cuando lo averigüe...-digo terminando. Pero sigo, más alegre.-Pero no hay que preocuparse por lo que pueda pasar. Cuando ocurra, nos ocuparemos.

Vaya, mucha información en poco tiempo. Asimilo lo primero que me ha dicho, ¿Cosechado?, ¿Así nos llaman a nosotros?, una luna hambrienta...Genial, una luna hambrienta en un cielo sin luna, osea, ¿Pronto saldría una luna?...Si es así, tal y como la llaman no parece que vaya a ser un buen "evento". Sabía que no era la única con pesadillas, estos días todos hemos tenido alguna, o al menos eso pensaba. En cambio todo lo que nos esta pasando a nosotros si es raro; Su picor de ojos, lo de Dirke, lo mio...A casi todos nos pasaba algo:
-Luna hambrienta.- Pienso en voz alta.- Lo que nos está pasando a todos...Raro.- Recuerdo las palabras de los muertos.- ¿No has pensado que los muertos guardan algún secreto relacionando con todo esto?, te han dado mucha información y sin embargo, algunos de ellos se peleaban para que guardasen silencio. Si lo que quieren es mantenerlos en silencio es porque algo ocultan, ¿No?

Espero unos minutos, para que asimile todo el torrente de información que acabo de decir, mientras yo lo pienso y repienso, buscando un sentido a todo esto, en vano. <<Como dije anoche, de locos...>> Pero Erika retoma la conversación y la escucho con atención, asintiendo de vez en cuando. Cuando acaba, asiento, pensativo:
-Ocultan algo...Cierto. Y no solo ellos, sino la ciudad entera. Se supone que aquí vive gente, si no, ¿para qué un burdel, una biblioteca, un cementerio y demás? Pero no hemos visto a nadie, a casi nadie que aquí viva, excepto los monstruos y el bibliotecario. Y el tipo que nos recogió en nuestras casas...Esta ciudad nos oculta algo...Pero los muertos discutían, unos para ayudarme, otros para evitarlo...-al decir esto, una idea va apareciendo.-Y si...¿y si las pesadillas fuese una forma de hablarnos que tiene la ciudad?-cuando lo digo, me estremezco, pues si esto es cierto, las pesadillas pueden cumplirse...<<Maldita sea...>>