Barrio de los Callejones sin Salida

El hechizo se murió en sus dedos y a Eitne se le descompuso la cara. Inmediatamente, dio un par de pasos atrás evitando mirar a sus amigos, avergonzado. Si no era capaz de realizar el hechizo que más había practicado, no sería capaz de hacer nada. Se le encogió el estómago y supo que quería correr. Eitne se acercó a Guille y Nime y deseó que sus ganas de alejarse fueran compartidas con todo el grupo.

"Es culpa mia, es culpa mia, es culpa mia" era lo único que podia repetirse mientras continuaba tosiendo, él habia dicho que salieran era su culpa, y él era el que se habia dejado coger por ese monstruo. No se dio cuenta que Nime estaba a su lado hasta que Pam le grito que no se tocara el cuello, entonces rápidamente la vio sacar una venda y taparle las heridas del cuello, Guille la miro a los ojos asustado, su mirada estaba a medio camino del pánico y la culpa. No podia evitar ver a Pam tan lejos, eran tan distintos, ella era tan fuerte, y el tan poco.

-Es culpa mia...-se quedo ahi en el suelo.

Adru estaba haciendo frente al monstruo, consiguiendo incluso clavarle la lanza en el brazo, siendo ahora visible gracias a la sangre. Sabia de sobra que Adru era impresionante pero verla ahi lucha, con todas sus fuerzas, le dejo ahi parado, deseando poder tener alguna vez una parte de su valor.

Eitne con la cara descompuesta se acerco a ellos, tenían que pensar rápido, Guille se esforzaba por pensar, por poder ser util en algo, aunque sin duda eso superaba a un niño de su edad, no pudo hacer otra cosa que colocarse su escudo y arrimarse aun más a Nime y Eitne, esperando ordenes.

Su ataque tuvo éxito, por lo que la sinhadre se mantuvo a la defensiva interponiendo la lanza entre ella y la criatura mientras Pelusa y Rena se encargaban de ayudar a Drusar y Guille. Si el ser no volvía a atacarles, la edeel no intentaría provocarle, pero si notaba algún movimiento extraño en el reguero de sangre que indicaba su posición aproximada no dudaría en volver a hacerle frente empleando la lanza, buscando provocarle una herida similar para disuadirle de volver a atacar a sus amigos.
—¡No es culpa tuya, Guille! —Se apresuró a replicar a las disculpas que musitaba el pequeño humano—. La culpa es de este monstruo cobarde, que ni siquiera es capaz de dar la cara para enfrentarse a nosotros.

Todo ocurrió en un instante, pero fue suficiente para que Eitne se reconociera muerto. Bastó el mordisco inicial para que el Daeliciano gritara y descubriera que no se puede tartamudear un chillido de dolor. Los ojos se le llenaron de lágrimas a la vez que cayó al suelo. El golpe lo dejó sin aliento. Volvió a gritar. El monstruo lo arrastró y él se tapó la cara con los escudos de los brazos. Su ropa se abrió a su espalda y el roce contra el suelo le abrió la piel, dejando un rastro de sangre cyan tras él. Eitne trató de mirar hacia atrás en un gesto de súplica, pero el dolor que provenía de su rodilla derecha le obligó a apretar los ojos.

—!Socorro! —logró articular—. ¡Socorro! ¡Socorro! ¡Socorro!

Nada le había dolido tanto en la vida como ese instante y ningún otro instante había durado tanto. Con cada lengüetazo, un relámpago y un trueno, un chillido más. Eitne no podía abrir los ojos, pero sentía la sangre empapándole el cuerpo y el fuego en la espalda. Junto a la tormenta en la rodilla, el niño sentía su cuerpo como una marabunta de desastres naturales. Eitne supo cual era su destino, pero no supo aceptarlo.

El niño agitó su cuerpo tanto como le dejara la bestia en un intento desesperado de zafarse de ella.

—¡No quiero morirme! ¡No quiero morirme! —chilló suplicante, llorando, hasta que el dolor le rompió la voz.

¿Por qué tardaban tanto en ayudarle?

Todo sucedió en fracciones de segundo, pero Guille lo percibido como si fueran imagenes estáticas, el monstruo se lanzo contra ellos, les arranco del suelo y negro, todo se volvió negro...

...cuando volvió en si solo pudo escuchar un continuo e intenso pitido, no sabía donde estaba ni que estaba haciendo, pero derrepente percibió: un intenso dolor, el sentir del frío suelo y las piedras clavándose en todo su cuerpo, no sabía muy si estaba bocabajo o bocarriba...el dolor era lo unico que le mantenía consciente.

Poco a poco las imagenes volvieron a su cabeza, veia piedra, edificios, el cielo, todo daba vueltas, no podia fijar la vista a ningun sitio, vio a Nime en el suelo, intento fijar la vista pero las imágenes seguían dado vueltas.

"Nime!" Quiso llamarla al verla en el suelo"...tengo que ponerme en pie" se dijo a si mismo.

Entonces por fin lo vio, Eitne estaba en el suelo también, mucho mas lejos de lo que recordaba.

-Etnie..- no sabía si estaba hablando ni en que tono  lo hacia, el pitido persistía impidiendo escuchar nada.

Mientras tanto sus ojos seguían enfocándose, y pudo ver, saliendo de Eitne, una especie de líquido azul. Y entonces reparó en ello, el monstruo estaba encima de Eitne, encima suya,  saliendo ese líquido azul de Eitne... Parecia que... Le estuviera masticando.

"Eitne.. Etnie... Eitne. Deja a Eitne...¿Porque?..."

Eitnie se movía, intentando escapar, no le hacia falta escuchar para saber que estaba gritando de puro dolor y miedo, solo con ver su expresión.

Guillermo intento arrastrase, intento alcanzarle, se arrastraba con todas sus fuerzas, no podia estar pasando, otra vez no podia hacer nada viendo como sus amigos estaban sufriendo, otra vez solo podia mirar, intentaba moverse con todas sus fuerzas recomponerse y empezo a arrastrarse sintiendo solo el dolor de ver a sus amigos sufrir.

Derrepente las puertas empezaron a sonar, con fuerza, grandes golpes habían comenzado a sonar alrededor de ellos, repetidamente llamaban a las puertas de las casas a su alrededor.

Mientras, Guillermo volvio a llorar aunque se prometió no hacerlo, pero no era lágrimas de miedo eran de pura impotencia, mientras intentaba moverse  hacia Eitnie, las lágrimas corrían incesantes por su rostro, "¿Porque, porque? ¿Que hemos hecho? ¿Porque nos castigan?" Se preguntaban.

La cabeza de Nime era un hervidero de ideas, y todas parecían malas. Sus músculos no querían responderle aun si pensaba hacer algo que fuese de ayuda, y se sentía como en un mundo aparte del resto, de los que eran capaces de hacer algo. El tiempo parecía transcurrir mucho más rápido en el exterior que en su propia cabeza. Quiso gritar que no cuando Guille se culpaba, quiso ayudarlo a incorporarse, pero todo se quedó en intenciones cuando aquella sombra marcada por su propia sangre se movió a una velocidad increíble y apareció delante de ellos. La libense entró en shock incluso antes de sentir el golpe en sus propias carnes y salir despedida. El impacto contra la pared fue lo que acabó de aturdir todos sus sentidos. Sintió como su consciencia quería abandonarla a pesar de aquel dolor agudo que no sabía identificar de dónde procedía. La niña no sabría decir cuánto tiempo pasó debatiéndose entre estar despierta y no; para ella podían haber sido segundos o minutos. El sonido que la obligó a volver en sí fueron aquellos gritos desesperados de una voz que conocía bien.

Aturdida, trató de incorporarse, pero un dolor punzante le recorrió la espalda al intentarlo. La voz pertenecía a Eitne. Tenía que moverse. Tenía que saber qué estaba pasando. Tenía que hacer algo. Eitne no podía morirse.

Nime rodó sobre sí misma para poder ver lo que estaba sucediendo. El chillido que se le escapó al presenciar la escena nació de lo más profundo de sus entrañas.

La sinhadre trató de perseguir a la criatura impulsando la lanza hacia delante para evitar que atacase a nadie más, pero el ser fue demasiado rápido y el arma tan solo atravesó el aire. El desastre se desató demasiado rápido y, aunque la edeel ya había echado a correr en dirección a los niños, no pudo hacer nada salvo verlos caer tras ser golpeados por el horrible monstruo. Las dudas acerca de a quién atender primero fueron despejadas enseguida cuando Eitne comenzó a gritar pidiendo ayuda. Completamente horrorizada pero no dejándose paralizar por la grotesca y traumatizante escena que tenía lugar ante sus ojos dejó caer la lanza instintivamente y sujetó a Eitne primero por los brazos, deslizando los suyos propios hasta poder sujetar al daeliciano de forma más firme bajo sus axilas y así tirar de él hacia atrás.
—¡Suéltalo, criatura inmunda! —Gritó con todas sus fuerzas sin poder evitarlo—. ¡Atacad al monstruo, rápido! —Apremió al resto del grupo con desesperación mirando fugazmente por encima de su hombro sin dejar de hacer fuerza para tratar de librar al niño de aquella terrible tortura.

El miembro 'Zarket' ha efectuado la acción siguiente: Número Aleatorio

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'Dado de 100 caras' : 78

Guille lo vio todo sin poder hacer nada, otra vez. Era culpa suya el había insistido en salir del Torreón y buscar a los niños de su sueño, habia sido idea suya. Y ahora delante suya tenia las consecuencias, se prometió no olvidar lo que estaba viendo, tenia que aprender para ser mas fuerte.

Adru fue directa a ayudar al Eitne, pero fue rechazada por el monstruo que la tiro de un coletazo contra el suelo, pero gracias a ella libero a Eitne.
Drusar se lanzó contra el monstruo, dejando atras el grito de Rena, todo paso muy rápido, enseguida se enzarzo en batalla contra él, hasta que llegan a un agujero por el que se precipitaron.

Guille comenzó a arrastrarse como pudo, gracias a que sus heridas no fueron realmente graves, pudo alcanzar a Eitne, que se encontraba en el suelo, ya no gritaba, ya no se movía, Guillermo no sabia si estaba inconsciente o algo peor, pero lo único que pudo hacer fue agarrarse a el, mientras las lágrimas seguía saliendo por sus ojos, se abrazaba a su cabeza, las puertas seguían golpeándose como si de un macabro coro, a sus sufrimientos, se tratase.

-Vamos a volver a casa, todo va a salir bien.-intento decir lo mas convincente que pudo aunque la culpa le quemaba por dentro.

Todo se volvió un caos a su alrededor en cuestión de segundos y aquel ser nada contento por el ataque tanto suyo como el de Adru, se lanzó contra los niños, atrapando a Eitne entre sus dientes. Pam observo la situación con horror ante los gritos penetrantes que provenían de la gargantea de Eitne, cuyos gritos de dolor fueron acompañados por los de Nime.

Pam horrorizada, corrió hacia el niño, que era arrastrado por aquel ser, pero Adru se le adelantó jalando de este intentando liberarlo. Todo ocurrió muy rápido. Eitne fue liberado gracias al empuje de Drusar y Pam llego a ver demasiado cerca, como el asreniano era mordido en el cuello. Pam desesperada se lanzo al borde de la fosa buscando alcanzarlo, sabiendo que poco  o nada podría hacerse con el con aquel mordisco, llegando a ver como ambos cuerpos caían en aquella fosa negra. Temblando Pam sentía la garganta seca, viendo a sus compañeros ensangrentados y el estado de la pierna de Eitne, tan destrozada que poco quedaba de su apariencia original. Ver aquel trozo de huesos ensangrentado en el suelo, le revolvió las tripa << ¡Céntrate maldita sea! ¡Eitne va a morir si sigue así!>>  se grito y con toda la fuerza de voluntad que pudo reunir, con una palidez casi translucida, corrió hacia Adru que sostenía a Eitne.

-¡Agarralo fuerte, que no se mueva, se va a desangrar! Intentare algo- lívida y sintiendo el estomago revolverse ante el estado de aquella pierna, hizo lo único que podía hacer en ese momento. Cogió el trozo de venda que le quedaba de la bolsa, no era suficiente para cubrir aquel destrozo, pero si para realizar con manos temblorosas un improvisado torniquete justo por encima de la rodilla , o lo que quedaba de ella, o el niño terminaría desangrándose. Pam no quería ser negativa, pero esa pierna estaba en demasiado mal estado para el nivel de curación que ellos poseían- Que alguien lleve a Guille y Nime para largarnos, soy la mas rápida y no puedo cargarlos, así que me adelantare para avisar y preparar algo. Cuida de su pierna Neil. - dijo Pam a toda velocidad sin esperar replica alguna. Le asustaba lo que le podía pasar al niño, uno de los pocos con los que podía decir claramente que se había encariñado.

-Daos prisa en volver- pidió al resto en apenas un susurro, antes demás pensarlo mucho echar a correr por donde habían venido a todo lo que daba sus cortas pero rápidas piernas en dirección a Letargo, sin tiempo para pensar en la muerte de drusa ni en nada mas.

Sigue en Letargo

Eitne no entendía lo que estaba pasando a su alrededor, la tormenta de su pierna lo eclipsaba todo. Entre los ramalazos de dolor, los únicos pensamientos que sobrevivían eran los peores y el daeliciano solo sabía llorar a gritos cada vez que sentía aquella lengua lijar la carne, el músculo y el hueso. Los arroyuelos de sangre azul que corrían por su pierna se mezclaron con su orina y el horror de saberse muerto.

La voz lejana de Adru le devolvió una chispa de esperanza, pero todo se perdió tras un movimiento brusco. La gravedad lo reclamó y el niño no supo si sintió antes el chasquido en la rodilla o el daño. El choque contra el suelo le cortó la respiración y boqueó con la cara llena de lágrimas, mocos y babas. Cuando volvió el aliento, volvieron los gritos. El niño logró enderezarse lo suficiente como para ver el trozo de rótula en el suelo y su pierna abierta, limada; pendiente de lo poco que el monstruo no pudo devorar.

Le ardió el cuerpo. Se le arrugó la cara y su último grito se convirtió en un chillido agudo, pristino y tan, tan largo que acabó desmayándose. Creyendo que moriría, Eitne se privó.

El latigazo llegó de improviso y Adru no pudo ni amagar un intento de esquivarlo, centrada por completo en liberar a Eitne. La sinhadre fue arrojada con brusquedad lejos del daeliciano, mientras gritaba “¡Nooo, ayudadlo!” Ocupada en un principio con recuperarse del golpetazo y tratar de levantarse del suelo lo más rápido posible, el devenir de los acontecimientos resultó muy confuso para ella, mareada incluso debido a la brecha que se le había abierto en la cabeza. La edeel, colocando una mano sobre la cabeza para tratar de detener inútilmente la sangre que discurría desde la herida y bajaba por su mejilla, un ojo medio cerrado para evitar que el líquido entrase en él y apenas pudiendo mantener el equilibrio, solo fue consciente de lo que estaba pasando cuando escuchó el grito agónico de Drusar.
—No… ¡No!
Se cayó al suelo al intentar un movimiento brusco que no le era posible realizar en su situación y la impotencia se apoderó de ella. Eitne se había librado del monstruo, pero su pierna estaba destrozada. Tan solo pudo observar con horror al resto de sus compañeros, deteniéndose especialmente en Neil que estaba completamente en shock. Las palabras de Pelusa le hicieron ponerse en movimiento por fin, acercándose primero a Neil para colocarle su mano no ensangrentada sobre el hombro.
>>Tienes que ser fuerte para poder curar a Eitne cuando lleguemos al torreón. Vamos a llevar a Guille entre los dos —le dijo tratando de aparentar firmeza—. Se acercó entonces al pequeño humano y le sujetó de la mano como había hecho el día que lo habían encontrado junto a Mike y Hiss—. Dale la otra mano a Neil. Vamos, tenemos que llegar cuanto antes.
Adrune dejó caer sus bucles delante de su rostro para ocultarlo lo máximo posible. Mientras se ponían en marcha, lágrimas comenzaron a discurrir por su mejilla y gotas ensangrentadas caían al suelo delante de ella de vez en cuando.

Neil estaba en shock. Paralizado, sin nadie que le dijera qué hacer o cómo actuar, solo podía quedarse ahí, mirando como Nime y Guille eran lanzados contra una pared, y Eitne era mordido en la pierna y arrastrado de esta. Los gritos de Eitne hacían eco en su mente y se mezclaban con las imágenes de aquel sueño en el que los colaespinas habían intentando devorar el cadáver de Adru.

Las puertas comenzaron a sonar, Drusar se lanzó a liberar al daeliciano consiguiéndolo, pero cayendo por una grieta en mitad de la lucha. De repente, todo quedó en silencio para Neil. Las lágrimas se agrupaban en sus ojos mientras era incapaz de quitar la vista de la grieta por la que había desaparecido Drusar.

La mano de su edeel en su hombro le sacó del shock y le permitió apartar la vista de aquel terrible punto y fijarse en lo que ocurría a su alrededor. La voz de Adru y de Pam sonó lejana en su mente, pero cuando Guille le cogió de la mano fue como si la presión en sus oidos desapareciera y por fin oyera todo con claridad. Entonces, la mente del aurva funcionó de nuevo. Neil sabía que pararse en aquel momento sería contraproducente y no tenía tiempo para realizar el hechizo potente de curación, pero Eitne sangraba mucho y después de lo inútil que había resultado ser su presencia, Neil tenía que hacer algo.

- ¡Un momento!- exclamó, con voz ronca por la congoja-. Solo hasta que lleguemos- murmuró como excusa mientras realizaba rápidamente el hechizo de sanación superficial, esperando que ayudara en algo.

En el momento en el que Noel le preguntó dónde iban, la frase de Resizsan se repitió en su mente "creo que se ha perdido de camino al torreón".

- En el Barrio de los Callejones sin Salida. Conozco el lugar. Sé dónde está. Era una calle en la que nos perdimos en varias ocasiones las primeras veces que íbamos a por las cestas.

Mientras hablaba, Wen había comenzado a vestirse y a coger sus armas alertando a Ornlu que hasta el momento había estado revolviéndose inquieto en su cojín a los pies de la cama. Wen ingnoró al lobo mientras salía por la puerta confiando en que Noel iba a seguirla. La vouivre sabía que racionalmente no debería afectarle tanto un sueño, pero no podía evitar ver una y otra vez en su mente la imagen de Nasher desangrándose en el suelo.

Corriendo todo lo que sus piernas le permitieron llegó a la calle con al que había soñado comprobando, para su desgracia, que su pesadilla había sido real y el cadáver de Nasher se estaba desangrando en el punto exacto en el que había soñado que ocurría.

- ¡No!- gritó alertada, tirándose al lado del cadáver intentando reanimarlo sin éxito-. No tiene sentido- comenzó a balbucear-. Yo lo maté hace años. Lo maté durante la cosecha. No puede haber vuelto. ¡No tiene el poder para volver!- gritó alterada sin querer terminar de creerse la muerte de su amigo y compañero de cosecha.

El draco siguió a la vouivre sin hacer más preguntas. Apretaron el paso una vez llegaron al laberíntico barrio y el sueco corrió tras Wen, que parecía saber exactamente hacía dónde ir. A lo lejos se adivinaba una figura tirada en el suelo y el corazón le dio un vuelco. No podía ser.

Los gritos de la británica dejaron claro que, de alguna forma, lo era y Noel se detuvo de golpe a unos cuantos pasos del cadáver con la mirada fija en la sangre que lo rodeaba. Había algo que no encajaba en aquella sangre, pero no era capaz de pensar qué era. Tampoco comprendía el significado de las palabras de Wen. Nada de aquello importaba en ese momento: el hecho de haber encontrado el cuerpo de Nasher, sin vida, era mucho más absurdo que cualquier otro detalle insignificante. No podía ser. Pero era.
Durante unos segundos que parecieron una eternidad tan solo los ojos del draco se movieron, su mirada vagando sobre la delirante escena que tenía delante. La vista se le había comenzado a nublar ligeramente y escuchaba los gritos de Wen como si estuviese muy lejos de ella. El propio barrio a su alrededor se había desdibujado, como si la vouivre todavía estuviese soñando y él se hubiese adentrado en su subconsciente en uno de los peores momentos. No; eso era lo que había ocurrido: una pesadilla se había hecho realidad, en el peor de los sentidos.

Reaccionó buscando algo en sus bolsillos. Con una garra temblorosa sacó el comunicador y lo activó sin despegar la vista de la terrible escena que tenía delante. La afectada voz del draco saldría por los aparatos comunicadores que tenían todos los habitantes del cuchitril, Vac, Jack, Matt… y el propio Nasher, a quién no atinó a excluir de la comunicación y por tanto pudo oír claramente su propia voz justo delante de él.
—Despertad, es urgente. —La sien le palpitaba y cada vez veía con menos claridad. Esperó a recibir confirmación de casi todos antes de continuar: no quería tener que repetir lo que venía a continuación—. Es Nasher… Él… Está muerto.
Cuando lo dijo finalmente en voz alta y se escuchó a sí mismo pronunciar aquellas fatídicas palabras comenzó a aclararse su visión: las lágrimas que se habían comenzado a formar corrieron por su mejilla.
>>Esperadme en la puerta.

Cortó la comunicación, sintiéndose incapaz de dar más detalles en aquel momento y se acercó finalmente a Wen y el cadáver del asreniano. Se agachó y puso una mano sobre el hombro de la vouivre. La hubiese abrazado, pero no pretendía apartarla de Nasher.
—Voy a conducir a los demás hasta aquí, ¿te quedas tú vigilando que no le pase nada?
Tras recibir respuesta afirmativa Noel hizo una última cosa antes de irse: buscó dónde estaba el comunicador de Nasher, lo desactivó y lo guardó junto al suyo propio. Alzó el vuelo, apretando los dientes de rabia tratando de evitar que las lágrimas le empañasen la visión mientras volaba  y aceleró todo lo que pudo una vez ascendió por encima de los edificios más altos de la zona. Alguien había sentenciado su vida aquella noche además de Nasher.

Sigue en el Cuchitril.