Barrio de los Callejones sin Salida

Escuché con atención las palabras del traidor, inesperadas para venir de Él.


“¡¡HAHAHAHAHA!! ¿Y ellos se creen muy inteligentes?-dije levantándome entre risas cuando se alejaron- Ellos son los estúpidos, sii unos estúpidos!! Miraad esos estúpidos nos han dejado una cesta, una cesta! Una cesta! -me puse a bailotear alrededor de ella-“


Paré al rato al ver que mis compañeros no se alegraban tanto y cogí la cesta para volver al torreón.


“No seáis así a mi tampoco me ha sentado bien conocer a esos estúpidos –dije poniendo una mueca- pero al menos tenemos una cesta….una cesta, una cesta –me puse a canturrear sin darme cuenta- Ah!- exclame dirigiéndome a DL- DL, has sido valiente ese tío eran un puto gigante... pero la próxima vez intenta no atarte a algo que pesa mas que tú – dije sincero- deberías plantearte dejar de usar ese arma contra tíos tan grandes, peludos y estúpidos, estúpidos! Si! sobre todo estúpidos!-comencé a reírme- ”

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Fue bastante sorpresivo y repentino que de un movimiento acabase en el suelo, la frustración que sintió en esos momentos fue inmensa.Que un grupo que recién daba actos de presencia pudiera con ellos era un tanto desesperanzador. DL también se sintió mal consigo mismo por su inutilidad , pero al menos parte de su objetivo a hacer aquella estupidez de atacar al tipo ese peludo estaba hecha, aunque no como le hubiese gustado. El tener que irse casi como si hubieran recibido las sobras era algo que le tocaba bastante la moral, pero no se quejo, peor era anda. Sabia desde el comienzo que no es que tuviesen muchas posibilidades contra ese grupo, al menos aquella amenaza implícita de muerte cercana por parte del tipo grandullón había servido para calmarlo y enfriarle la molestia que sentía, siendo todo eso sustituido por cierta desazón y vergüenza por haber sido echados a un lado de esa forma.

Las palabras de Wintel le hicieron pensar, en cierta forma sabia que había cometido un acto estúpido propio de alguien con mucha humos y arrogancia y eso le hacia sentir cierto asco de si mismo. Nunca había sido así,era raro las veces que actuaba sin pensar y por ese acto podría haber acabado sin cabeza y quien sabe si sus compañeros muertos también. Mientras se levantaba del suelo para seguir al resto de vuelta las palabras de Wintel, aunque fuesen dichas por alguien con cierto nivel de cordura dudable hasta esos momentos, se repetían en su cabeza una y otra vez. Las palabras de Wintel le estaban haciendo recapacitar de sus acciones estúpidas y espontaneas, eso era lo que ganaba por no pensar antes de actuar.

"El estúpido mas bien he sido yo, que patético, actuando tan arrogante...¡joder DL, un poco de cabeza¡ ¡era obvio que ese tipo podría fácilmente contigo, era tres veces mas fuerte que tu si no mas!" pensó mientras se pasaba la mano por el rostro siguiendo a los demás inmerso en sus pensamientos, pero con plena desconfianza ya en todo lo que les rodeaba. Ya no tenían seguridad en ningún puñetero sitio de aquella ciudad y eso era agotador "En esta cesta no hay suficiente comida para todos, y si cada vez que vayamos por estas vamos a encontrarnos con ese grupo sera mejor ir preparados a partir de ahora" pensó sabiendo que en ese aspecto había sido bastante inútil pero al menos tenia claro que de esos errores tan evidentes y que se hubiera pensado de antemano habría notado, podía aprender. Otra cosa que habían sacado de todo eso, es que ese grupo tenia varios que sabían hacer magia, mínimo tres de ellos, que al menos el grandullón tenia conocimientos, ya sea básicos o avanzados en combate, tal como Karime y que ellos no eran como los de letargo. En ningún sentido. No eran personas con las que se pudiese hablar sin terminar de los nervios o siendo burlados como si fuesen idiotas. "Ademas, quien sabe si solo están ellos o hay mas gente de donde quiera que hayan salido" pensó, en realidad el encuentro con ese grupo solo le había confirmado el hecho de que habían estado muy confiados en todo ese tiempo y entre todos debían buscar una forma de solucionar aquello sino querían quedarse si su fuente de alimento diaria.

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Esta vez fuimos más precavidos que el día anterior, aunque quizás era un efecto de que hoy sí nos acompañase Karime. Por mi parte, todavía recordaba las mofas del día anterior y la facilidad con la que el peludito habría podido matar a DL, así que iba con bastante. Sólo de pensar que ese día, además de haber muerto YR, habría podido morir otro de mis compañeros me ponía los pelos de punta.

Al llegar a donde estaban las cestas, las vimos. «Bien, parece que RR ha conseguido liarlos lo suficiente». No tenía ni idea de cuales eran los motivos del foner para pelearse con los sendarios, pero agradecí enormemente que lo hiciera, puesto que en verdad era un alivio no tener que enfrentarnos al armario peludo, además de que no tenía ganas de descubrir si el nuevo grupo tenía muchas aptitudes para la magia. Así pues, cautelosos, nos acercamos y cogimos las cestas.

—Vámonos ya de aquí, por favor...

Empezaba a sentir que se estaba volviendo tan paranoico como DL viendo a casa paso si había trampas alrededor, alguien vigilandolos o atento al propio ruido del aire al pasar por entre las semiderruidas casas que les rodeaban. Sentía que en cualquier momento uno de esos tipos del día anterior saldrían de la nada o caería sobre ellos de una de las casa colindantes o peor, volarían por los aires por algún loco que como Timmy, fuera creador de bombas, aquella empezaba a estresarlo por momentos. Esos pensamientos vagaban por la mente de DL intentando desconcentrarlo de lo que hacia y este se maldijo por aquella paranoias de sentirse amenazado constantemente, "¿Como soporta RR el creer siempre que hay trampas y peligro a cada paso? Es estresante" pensó sacudiendo la cabeza y masajeandose el puente de la nariz unos segundos intentando pensar con objetividad. Por suerte para el llegaron sin percances al cestas y eso ayudo a que sus pensamientos se apaciguaran un poco y dejaran de torturarlo.

-Si sera lo mejor- añadió cogiendo un par de cestas junto con Branniel, era mejor darse prisa en volver y sus intenciones era en irse lo mas rápido posible para evitarse posibles encuentros no deseados. No dejo de mirar alrededor mientras tomaba las cestas desconfiado deque no fuesen a aparecer repentinamente.

Karime ya estaba despierta antes de que Branniel comenzara a gritar, agradeciendo a los grandes felinos el no haber soñado aquella noche con nada traumático. De hecho no había soñado con absolutamente nada. Toda la noche se mantuvo en un duermevela que, aunque la dejó descansar, no permitió que soñara nada. La líbense lo agradeció profundamente.

Cuando llegó a la cocina, ignoró lo que hablaban sus compañeros y leyó la nota que había dejado Shizel explicando la situación. “Mierda, se han ido sin mí.” Pensó enfadada porque no le hubieran avisado para divertirse. “estúpido foner que se divierte sin mi estúpido.”

- Si se ha ido es porque sabe lo que hace.- contestó a la fuga del irlandés.- No podemos ir detrás de todos los que se fugan del torreón, aunque a mí me gustara ya que parece que se divierten más que yo.- la líbense desapareció durante unos minutos tras los cuales volvió a aparecer por las escaleras, ya vestida y ajustándose el cinturón del que colgaban sus armas.- Esta vez os acompañaré a por las cestas, no quiero que volváis con las manos vacías. Y, ¿quién sabe? A lo mejor es mi día de suerte y aparece algún culo al que patear.- terminó diciendo con una sonrisa, antes de emprender la marcha.

Justo en la puerta del torreón, recordó la figurita que había dejado Shizel y el fragmento de la nota que hablaba de ella, y a DL cogerla y guardársela, por lo que se acercó.

- No tendrías por qué haber cogido la cosa esa de Shizel. Qué la ultima vez hubierais necesitado algo así no quiere decir que ahora la vayamos a necesitar. ¿Estáis conmigo, recuerdas?- le dijo con una sonrisa, para luego poner una cara de decepción.- Tirachinas, desde que te juntas con nublinos estas perdiendo facultades.

Cuando llegaron a la plaza donde se encontraban las cestas, Karime comenzó a mirar hacia todos los lados disimuladamente. Que las cestas estuvieran intactas no quería decir que no los acecharan. La líbense fue la primera del grupo que vió a los sendarios.

- Así que vosotros sois los granos en el culo de los que he oído hablar.- comentó la líbense con suficiencia.

LA líbense adoptó una postura minuciosamente estudiada para que pareciera despreocupada cuando realmente había posicionado sus manos de forma optima para sacar las armas lo más rápidamente ante cualquier movimiento en falso. Esperaba que dieran guerra. “Me voy a divertir.” Pensó. Karime se mantuvo con su pose y su sonrisa de suficiencia y superioridad, provocándolos con la mirada hasta el final de su discurso.

- ¿De qué cojones vamos? No me hagas reír.- comenzó a decir entre incrédula y sobrada.- ¿Me estás dando órdenes? ¿Tu? ¿A mí? Hombre tenías que ser… - tras decir eso, la líbense resopló, aburrida, sacó una de sus espadas con toda la tranquilidad del mundo y comenzó a darle vueltas en la mano demostrando su dominio con una actitud que claramente decía “no te conviene enfrentarte a mi”.- No sé donde están las bombas ni las balas y, aunque lo supiera, no te lo diría. Lo que si se es que si vuelves a abrir la boca, guapito de cara, terminaras con una de mis flechas en tu culo. ¿Sabes lo que tarda en morir una persona desangrándose por el culo? ¿Y lo que duele?- guardó la espada con un elegante movimiento, como si hubiera nacido para hacer ese gesto, y sacó una flecha de su carcaj que comenzó a pasear entre sus dedos de la mano izquierda, manteniendo la derecha en su cintura.- Si queréis un consejo, que aunque no me habéis pedido os voy a dar porque me siento generosa, si yo fuera vosotros me daría la vuelta y me iría por donde he venido. ¿Sabéis? Hoy tengo muchísimas ganas de marcha, así que, por vuestro bien, no me deis escusas.

El intercambio de palabras era de todo menos amistosos, tanto por parte de nublino con malas pulgas como por Karime. Que ya de por si venia de antemano con ganas de pelea. DL nos e fiaba de ese grupo a pesar de ver caras nuevas y algunas ya conocidas entre ellos, sus motivos se desconfianza eran evidente la primera vez que hubo un encuentro les robaron la comida sin mas.Y aunque vinieran en son de paz, según ellos, y no por las cestas, la forma que tenían de pedir respuestas a sus preguntas era bastante exigente, como si ellos tuvieran que responderles si o si. DL no dijo nada ya estaba hablando Karime por ellos así que no fue hasta que Ebnun hablo de nuevo y el malas pulgas se fue que no se decidió a hablar.

- ¿Hablas por ti, por los que te acompañan o por todo tu grupo? -Pregunto DL mirándolo fijamente y alzando una ceja con evidente duda- Tu pareces tener un poco mas de cabeza que los que vinieron la vez anterior, puede que tu y alguno de tuyos no quieran pelear ni nada pero dudo mucho que todos esteis en el mismo saco- añadió mirándolos a todos con detenimiento sobretodo las caras nuevas y haciendo un gesto de cabeza al chico que se había ido metiendo lo precisamente en la parte que se oponía a no pelearse- Debo suponer que si ustedes vinisteis por respuestas, los que no han venido han ido por quien os bombardeo, ¿cierto? -añadió mirándolos mientras se cargaba las cestas- Sabemos quien lo hizo, pero si venís aquí para que os digamos donde esta y le echemos la bronca, vais listos. Si alguien nos pide ayuda es evidente a quien se la daremos, no nos habéis dado precisamente la mejor impresión...y tal vez en vuestro grupo no todos seréis tan cabrones, tu preces mas normal como ya dije, pero por culpa de unos pocos todo el grupo tenéis mala imagen ahora- añadió encogiéndose un poco de hombros, no era muy bueno tratando esos temas, pero sinceramente personalmente contra alguno de ellos no tenia nada en contra pues era la primera vez que los veía. No discutía decía una realidad, entre ese grupo que les había dado tan mala impresión y RR, que a pesar de ser un poco loco seguía siendo un compañero, era evidente que escogerían a RR.

En cuanto vimos otra vez al grupo sendario nos pusimos instantáneamente en guardia. Sin embargo, pronto me fijé que, salvo dos intengrantes, el resto del grupo era nuevo, y además no parecían tan chulitos como los del otro día.

«Vale, me he precipitado un poco», pensé fastidiado al escuchar las palabras del nublino que había actuado de líder el día anterior. Al parecer, lo que fuese que les había pasado (probablemente por obra de RR, que parecía decidido a granjearse la enemistad del resto de la cosecha) no había servido para bajarle los humos, incluso aunque el otro nublino no parecía muy agradado con esa actitud. Al escuchar su chulesca amenaza, no pude evitarlo más y terminé por decir unas palabras.

—¿Pero qué te crees, que después de lo de ayer y de venir hoy exigiendo como si fueras el dueño del lugar te vamos a decir algo, incluso en el caso de que sepamos que os ha pasado? Vuélvete a lamerle los pies a Brinael, anda.

Escuche las palabras de Karime con desgana. El nublino chulito no me caía nada bien, y personalmente creía que lo mejor que podían hacer los de su torreón era darle la espalda antes de que su chulería les granjease el enemigo equivocado, como de hecho parecía haber ocurrido. Y si no tenía cuidado, Ka empezaría a jugar a "tiro al nublino", aunque parecía que no tenía demasiado cerebro como para darse cuenta.

Por suerte, el nuevo sí tenía algo de cerebro. Me alivió un poco saber que al menos uno de los sendarios (o tres, si contaba a las dos chicas desconocidas) no pensaban robar nuestra comida, aunque dudaba muchísimo que alguno de los integrantes del grupo del día anterior estuviese realmente dispuesto a dejar de quitarnos nuestra comida, sobre todo tras ver la actitud del nublino líder, que parecía molestarle que alguien quisiese imponerle un poco de sentido común. Al parecer, DL pensaba lo mismo que yo, aunque con algunas matizaciones. Cuando terminé de hablar miré a los dos sendarios de mi mundo. En parte me apenaba tener que estar enfrentados, sobre todo cuando parecían más majos que los del otro mundo y cuando mi relación con Wintel podía calificarse como "tirante" en el mejor de los casos.

—Si queréis un consejo, controlad al que acaba de irse y a algunos otros de los de ayer. Porque alguna vez alguien pasará de advertiros y os disparará directamente, y dudo que algunos distingan entre los que simplemente habéis parlamentado y los que fueron de sobrados burlándose de las personas a las que habían robado. O, bueno —corregí, dando una significativa mirada al camino que había seguido el chico escuálido—, los que exigen respuestas como si fuesen el mismísimo rey de Rocavarancolia. Por mi parte, me alivia tu oferta de paz. Pero no me fío mucho de que los de ayer piensen igual que tú —«o de que otros cosechados tengan igualmente en cuenta esa oferta de paz...»—.

Karime no podía creer lo que sus orejas oían. “¿Nos están vacilando? ¿No están exigiendo? ¿Van de sobrados?” pensaba a cada palabra con incredulidad.

- ¿Y qué pasa si lo es? ¿Qué pasa si es de los nuestros? ¿Cambiaría eso en algo?- preguntó la líbense.- ¡Pues, estáis de enhorabuena, si, lo es! El de vuestros queridos disparitos es de los nuestros. Y, creedme, esos disparos van a ser la menor de vuestras preocupaciones. ¿Ahora qué? ¿Vais a atacarnos? No tenéis tetas para ello.- cuando el chico asintió, sin añadir nada más que un deseo de no volver a verles, Karime volvió a encenderse.- Eso, eso, tu sígueme calentado que al final tu deseo no se cumplirá y la última imagen que tienes del mundo que conoces será mi rostro antes de rajarte el cuello.

La líbense se dio la vuelta bufando, con expresión aburrida, sin hacer caso de las últimas palabras que el grupo les había dedicado. Cuando estos desaparecieron por fin, miró a DL y le preguntó un tanto incrédula:

- ¿Esa niña nos ha amenazado?

Ante todo lo ocurrido, la mente de Karime comenzó a volar a velocidad vertiginosa y unos segundos más tarde sus compañeros pudieron ver como una sonrisa sádica se dibujaba poco a poco en su rostro.

- Llevemos las cestas corriendo al torreón.- Comenzó a decir.- Tenemos mucho trabajo que hacer y muy poco tiempo. Tirachinas, espero que alguno de tus abracadabras nos muestren el camino que han seguido Perlita y el enano. Vamos a ayudar al Pelirrojo a darles a esos niñatos la bienvenida que se merecen a la ciudad.

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Verlos marcharse sin mas tras decir lo que querían decir era un poco irritante y el hecho de que aquella chica les diera una amenaza medio velada resultaba bastante molesto. Al principio creyó imaginárselo fruto de las paranoias que le daban últimamente por las cosas mas nimias, pero no, por suerte Karime le confirmo que no solo era cosa suya, que realmente aquella chica les había amenazado, aunque no esta seguro si fue inconscientemente, en modo de protección, o no.

-El llamarme por mi nombre no es tan difícil, con lo corto que es- dijo DL si darle mucha importancia mientras cargaba las cestas en dirección a Maciel- Y no puedo hacer eso, me he leído los libros con hechizos de cabo a rabo y eso me es imposible de realizar...solo nos queda buscarlos a la antigua o romper el objeto que nos dio Shizel- respondió DL mientras miraba alrededor pues solo le faltaba el ataque de un bicho para mejorarles el humor- Nos tenemos otra forma de comunicarnos con ellos...- respondió DL pensativamente se les acumulaban los problemas por momentos, y el ya no tenia claro si lo que hacían estaba bien o no. El no quería un guerra entre grupos, bastante tenían con pelear a diario con la ciudad como para pelearse entre cosechados también, pero la cuenta pendiente que tenia con algunos miembros del grupo aun seguía grabada en su mente. Sin contar que RR la había cagado peor bien, pero tampoco iban dejarlo tirado a que lo ensartaran sin mas. DL suspiro para si mismo, todo se complicaba, no se podía estar tranquilo en ninguna parte ni dentro ni fuera del torreón. "Encima con todo esto no hemos podido pedir explicaciones a Timmy, ni discutir el tema. ¡joder!No hay tiempo para nada, es asfixiante"

-Karime, conociendo a RR, probablemente haya escogido un lugar que conoce para que sea su mmm cuartel o algo así- dijo DL mirando a libense mientras se encaminaban al torreón- Se sentirá mas confiado en un lugar que conoce y donde tenga vigilado todos los puntos, es desconfiado solo hay que ver que aun no pudimos entrar en su cuarto por las trampas. Piensa en un lugar que hayas visto con el, que este bien situado ¿alguna idea? -pregunto ya que ella había hecho algunas salidas con el rojo aparte de con los demás.

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Presencié el último cambio de palabras entre el nublino corpulento y Karime un poco extrañado. «¿Pero cómo funcionan las mentes en esta ciudad? ¿Ellos ofreciéndonos la paz y nosotros declarándole la guerra?». Finalmente, el chico nos dijo que esperaba no volver a vernos, cosa que agradecer. La amenaza de la chica empeoraba la despedida, «Aunque realmente es normal si les han volado o intentado volar algo del torreón».

Nos volvimos hacia el torreón. Personalmente, había salido más aliviado de este encuentro que del anterior. Si había suerte, no volveríamos a tener problemas entre ninguno de los dos grupos. «Aunque parece que la suerte no nos quiere acompañar...», pensé fastidiado al escuchar las palabras de Karime y recordar la actitud del nublino escuálido.

—Que alguien me explique algo —dije con una ceja alzada al parar de hablar DL—. ¿No les declaramos la guerra cuando nos robaron la comida y nos humillaron y se la vamos a declarar ahora que nos han ofrecido la paz? —«¿Es que soy el único que lo ve carente de toda lógica?»—. ¿Es que no tenemos suficiente con pelear contra las alimañas de la ciudad?

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Me alejé todo lo rápido que podía del torreón Maciel, sin prestar atención a donde iba ni lo que hacía, buscando simplemente dejar atrás el olor de mis amigos, dejarlos atrás a ellos y dejar que se olvidasen de que me había transformado en un monstruo. Sólo podía repetir una y otra vez los pensamientos y deseos que había sentido en los minutos anteriores a abandonar el torreón, y mi parte racional no podía sino despreciarme por completo por ello. A mi alrededor la ciudad ardía de deseos de celebrar la venida de la Luna, igual que aquella parte de mí que había deseado comerse a Saren. A pesar de ello, en mi mente seguía siendo ese nublino que había llegado a la ciudad tiempo atrás, y que ahora se horrorizaba de lo que la tan esperada y reverenciada Luna había provocado en él.

Por enésima vez desde que abandoné el torreón tropecé con la cola, aunque esta vez sí que caí al suelo. Me quedé tendido en el suelo, sin saber qué hacer o donde ir, o tan siquiera qué debería hacer. La carrera me había dado más hambre todavía, y una parte de mí quería cazar, comer, disfrutar de los cambios que había sufrido desde que salió el astro rojo. Otra lo único que quería era encontrar un rincón donde acurrucarse, despreciarse y esperar una muerte más que merecida. Y no sabía cual de las dos cosas debería hacer, si abandonarme a la locura de aquella noche o tirarme en la primera grieta de altura mortal que encontrase.

Me levanté, observando el lugar donde estaba. «Vaya, el barrio. El lugar donde comenzó. Supongo que también el lugar donde termina». Sabía que, probablemente, de no ser por los macieleros no podría haber sobrevivido hasta entonces. Y allí probablemente terminaría la historia, porque no pensaba volver a acercarme al torreón. No podía permitir que mi escaso autocontrol fallase la próxima vez. Había dejado un rastro de bilis negra, por lo que decidí seguir adentrándome en el lugar, deseando que ningún iluso del torreón me persiguiese.

Al doblar una esquina paré en seco, sorpendido con la vista que había. Una comitiva, encabezada por un hombre vestido de forma bastante extraña, me esperaba con un cadáver. En cuanto lo olí supe que no era una alimaña. Su olor era bastante diferente de lo que me habían dado los transformados que nos visitaron, aunque no llegaba a ser tan delicioso como el de mis amigos. Aquella parte de mi mente que se resistía a los cambios de la Luna se sintió asqueado al imaginarse que habían matado a esa criatura sin miramientos, simplemente para alimentarme, mientras que mi mente de trasgo se sintió bastante complacida de las atenciones recibidas -y un poco decepcionada de que le hubiesen llevado una presa muerta-.

—¿Sacerdote de Ewa? ¿Darme la bienvenida? —aquellas palabras no terminaban de sonar bien, aunque el hambre aplacaba casi cualquier cosa que no fuera "come", hasta el punto que tuve que hacer uso de todo mi autocontrol para no saltar sobre la comida que me ofrecían. «Contrólate, joder, que no eres una bestia, que eso... Eso es el cadáver de una persona, no puedes comértelo, ¡no debes comértelo!».

—Esto no es una bendición, es una maldición —solté sin pensar, recordando la muerte de la varmana. Lo último que dijo me llamó la atención e hizo que saltase los ojos del cadáver al hombre—. ¿Puedes evitar que esto deje de soltar bilis negra? ¿De verdad? —estaba ansioso por dejar de manchar el suelo con esa cosa cosa, quizás porque así no dejaba un rastro que me identificase fácilmente, o porque era lo que más me recordaba a la visita indeseada de esa noche, junto a la risa que seguía persiguiéndome. Seguía habiendo algo en lo que decía aquel hombre que me hacía sospechar, pero en ese momento era incapaz de saber el qué.