Barrio de los Callejones sin Salida

El callejón que habían seguido estaba bloqueado por una torreta derruida cuyos escombros se desperdigaban por todas partes. Un inquietante ruido de ronquidos hizo que los chicos ni se planteasen cruzar por el medio, escalando los escombros, así que dieron un rodeo. Las calles laterales se iban estrechando cada vez más y en una ocasión tuvieron que pasar de lado por el hueco que había entre dos casas. Nasher se estaba poniendo cada vez más nervioso, pero cuando subía a algun sitio alto para comprobar la dirección de las bañeras sus nervios desaparecían... para volver reforzados minutos después.

-Espera...- pidió Nasher, sentándose en el suelo para inspeccionar sus garras y sacarse los restos de piedra y astillas que se le habían quedado- Estamos un poco más cerca que al principio, pero es como si fuésemos en círculos... - le parecía raro, si fuese así habrían perdido la bañera... - Veamos.

Se subió a otro edificio; una casa de madera con el techo podrido, y se las ingenió para quedarse en uno de los balcones.

-Ahi está!!- dijo señalando hacia delante- La plaza de la otra vez!! Vamos!!

Saltó a tierra, llevándose consigo un trozo de balcón que se había roto cuando tomaba impulso. No cayó muy bien y se hizo daño, pero no tanto como para no poder correr bien. A unas pocas calles, como había dicho, estaba la plaza y si miraban arriba podían ver la bañera preparando su aterrizaje, y escuchar los gritos del barquero a modo de recibimiento.

Enna aminoró el paso y Nasher la imitó, tratando también de hacer el menor ruido posible. El rastro que habían dejado aun estaba fresco, así que si se daban prisa podrían correr de vuelta sin tener que pararse a pensar qué camino tomar. Para bien o para mal, la chica impregnaba cada uno de sus movimientos con un olor dulce que se quedaba durante bastante tiempo... << Pensándolo bien, es para mal...>>

Cogió las cestas que tuvo, evaluando rápidamente la carga y metiendo más verduras y carne y menos queso, ya que estaba convencido de que en el torreón le habían cogido bastante tirria... Aunque en realidad seguramente solo fuera él. Metió un bote de más de esa miel rara que tanto le gustaba a Enna y echó a correr por el mismo callejón por el que habían entrado en la plaza.

-Tenemos que darnos prisa antes de que se pierda le rastro- le dijo a Enna animándola a correr más. Si él podía seguir el rastro, cualquiera podría también...

Sigue en el Torreón Maciel.

RR había recorrido media ciudad a toda pastilla, huyendo ya no sólo de las blattas de las mazmorras, sino también de los múltiples peligros que de seguro los había detectado por el camino, siguiendo la ruta de uno de los cacharros voladores, a falta de un camino mejor.

Por el camino había visto al niño de camino hacia ellos, acercándose al peligro que ellos intentaban evadir. Exasperado, se permitió poner los ojos en blanco debajo de sus gafas durante unos segundos cómo gesto de profunda exasperación. Pasó rápidamente por su lado y, echándole la mano al cuello de la camiseta y echándoselo al hombro, aprovechando su escaso peso.

-¿Qué te pasa, chaval? ¿Te as cansado de tener todos tus órganos dentro de ti y has decidido a cambiar de aires?

Durante la carrera, llegaron a un barrio derruido, dónde las casas se cerraban a su alrededor, mirándolo con sus múltiples ojos ocultos entre la oscuridad y el polvo. Sabía que podía haber un peligro escondido en cada sombra y en cada esquina, y aun por la estrechez de las calles lo tranquilizaba mínimamente, la inmensidad por encima de él no podía dejar de inquietarle.

Finalmente, se encontraron ante una pequeña plazoleta, dónde yacían sugerentes extraños contenedores llenos de lo que supuso que era comida. Evidentemente, RR supuso que era demasiado fácil. Debía de ser una trampa. Posiblemente hubiera alguien apuntando desde los edificios circundantes, o hubiera alguna trampa de hilo rodeando los enseres. Y, aunque sería un cómico apoteosis explotar en aquella extraña ciudad justo antes de coger lo único bueno que parecía haber en ella, RR le tenía demasiado aprecio a su culo cómo para dejárselo volar alegremente para diversión de sus acompañantes.

Dejó al chiquillo en el suelo, contra una pared, e hizo gestos a sus compañeros para que se acercasen y se ocuparan de él. Suspirando con exasperación, se dirigió a un montón de escombros cercano y eligió de entre ellos un pedrusco de dimensiones considerables. No había luz suficiente cómo para que un francotirador tuviera un objetivo claro, y dudaba que en aquel lugar no pudieran acceder a una mira térmica. De no ser porque aquel ambiente lo oprimía y la luz se iba haciendo más débil, cómo un reloj que marcaba una cuenta a atrás, RR habría tomado más precauciones. Pero se les agotaba el tiempo y tenían que encontrar un refugio seguro, y de nada les serviría encontrar un maldito bunker si se tenían que comer entre ellos. Además, parecían todos bastante flacuchos…

Tomó la piedra y la depositó sobre el suelo, para luego empujarla con todas sus fuerzas para que rodara hasta los víveres. Si había algún tipo de trampa de hilo, la roca debería accionarlos por ellos. Pero nada acaeció. Podía ser que los hubieran colocado a más altura, y con tan poca luz las hebras podían transparentarse sin problema, así que avanzó el primero.

Miró a un lado y a otro, buscando posibles tiradores ocultos desde una esquina, más menos cubierto, para luego avanzar hacia la comida medio agachado y con toda su atención en el medio. Desde un principio no había oído nada anormal, aunque sabía que podía ser sólo que sus observadores fueran muy sigilosos. Volvió a maldecir por lo bajo. Echaba de menos su escopeta.

-Parece que no hay trampas…

Tomó rápidamente la comida por las asas de los recipientes y volvió casi corriendo a la entrada de la plazoleta suspirando de alivio.

-Eh aquí la comida. Ahora es cuando me explicáis que cojones es un hipogrifo. Y… deberíamos ir buscando un lugar dónde ocultarnos, ¿no? Me pareció ver un edificio alto, pero estaba muy ocupado procurando no ser devorado. ¿Lo visteis?

Se sacó de nuevo el cigarro y se lo encendió, dándole un par de calos ansiosos. Tenía la sensación de que necesitaría estar atento.

La carrera de por si fue la cosa más absurda que se podían hacer, pero teniendo en cuenta que la mazmorra no era mucho más segura, no tenía mucho más que perder. D.L vio ciertamente curioso como R.R cogía prácticamente al vuelo al chico lloroso, otro más a la comitiva, ya que tras el podía escuchar corriendo a Saren y a Wintel. “Al menos fueron inteligentes e hicieron caso”.

Prácticamente sin aliento llegaron finalmente a una maldita plazoleta, de la que no se veía ni a tres palmos de uno, miro al cielo ya prácticamente oscurecido y alrededor con desconfianza, que ellos no vieran alrededor…no significaba que lo que fuera que hubiera por esas callejones y casas semi derruidas, no pudiera verlos a ellos. Se acerco al chico lloroso que fue dejado junto a la pared viendo de reojo como R.R parecía estar haciendo algo con los víveres que habían conseguido encontrar…eso sí, ni rastro de la bañera y el humanoide parlante. Miro alrededor entrecerrando los ojos para intentar ver algo en la oscuridad que prácticamente amenazaba con devorarlos, pudiendo ver un edificio bastante más alto que los demás no muy lejos de allí… “A simple vista…parece más seguro que quedarse aquí, estamos muy expuesto” pensó viendo que prácticamente estaba junto a una plazoleta donde podrían ser vistos fácilmente por cualquier criatura.

-Parecía más difícil lo de conseguir comida…-comento D.L cuando vio extrañado como R.R volvía poco después con la comida, cogiendo una de los recipientes y sopesándolo no muy seguro del contenido teniendo en cuenta lo que ese espantajo había ido gritando en todo su viajecito. Vio a Saren detenidamente que aprecia haber venido arrastrando a Wintel todo el camino hasta allí y luego al chico de verde- Deja de llorar y levanta, vamos…no podemos quedarnos aquí…- dijo agarrándolo por debajo del codo para levantarlo a la fuerza. Lo soltó asomando a un callejón junto al de los escrudiñando en la oscuridad desconfiado, pronto sería totalmente oscuro y no podría ver ni siquiera donde pisaban, buscando con la vista el edificio que R.R había mencionado y que el también había visto.

-Allí está el sitio que decías…- dijo señalando con la cabeza el edificio que sobresalía por sobre los demás, viendo a los demás añadió preocupado con la expectativa de quedarse sin un techo donde guarecerse en ese lugar raro- Y debemos darnos prisa, pronto no se va ver nada…-mirando alrededor y echando a andar con todos los nervios tensos y mirando desconfiado alrededor, pareciendo escuchar incluso el sonido del aire al rozarse con su ropa.Debian salir de alli, total o se movían o terminarían siendo tragados por la absoluta oscuridad en ese callejón- Solo espero que no haya crías de Blatta allí…

Saren no supo cuanto rato se prolongó la carrera a ciegas por la ciudad. Las calles, cada vez mas oscuras, se sucedían una detrás de otra, mientras el grupo seguía avanzando a gran velocidad, alejándose cada vez mas de las mazmorras. El idrino tenía bien sujeto el brazo de Wintel, evitando que se quedara atrás, aunque el nublino tenía dificultades para mantener su paso e iba casi arrastrado por el aire.

La carrera terminó cuando llegaron a una zona de la ciudad formada por callejones, que se sucedían uno detrás de otro formando una intrincada red sin aparente sentido. El grupo se detuvó en la entrada de una plazoleta, en cuyo centro estaban las cestas de la bañera que, presumiblemente, RR había estado siguiendo. Saren paró de correr, dejando libre el brazo de Wintel y volviéndose hacia él, para comprobar su estado. El nublino estaba completamente despierto, el bofetón le debía haber espabilado, y si eso no lo había logrado, la carrera debía haber sido suficiente. El norteó le explicó a Wintel que había sido necesario correr, aunque en realidad no sabía de que huían.

-Siento la brusquedad -se disculpó con el nublino, para girarse luego hacia el pelirrojo-. ¡Y tu... !.

Pero RR estaba demasiado ocupando acercándose con cuidado a las cestas, así que Saren se tuvo que tragar toda la bilis que estaba apunto de escupir por la boca. Su enfado remitió mientras observaba como el foner lanzaba una piedra hacia las cestas, evitando así cualquier posible trampa. Después el pelirrojo se fue acercando lentamente a ellas, medio agachado, atento por si había pasado alguna trampa por alto. No tardó en estar de vuelta en el callejón con el botín.

RR habló, preguntando si sabían que era un hipogrifo y si habían visto un edifico alto durante la carrera. DL le dijo a Timmy, al que RR había traído hasta allí, que no llorara mas, que tenían que encontrar un lugar seguro. Luego, el peliblanco, señalo el edifico que había mencionado el pelirrojo, y el grupo comenzó a andar hacia allí, tratando de dejar atrás la oscuridad que empezaba a cernirse sobre ellos. Saren cogió una de las cestas, y se unió al resto.

-La próxima vez que me vayas a dejar tirado con un paquete de cincuenta kilos, agradecería un margen de aviso mayor -le dijo Saren a RR mientras caminaban, aunque realmente ya no estaba enfadado-. En fin, ¿que narices os ha hecho perder así los estribos? -pregunto con curiosidad tras oír la última frase de DL, ya era la tercera vez que oía la dichosa palabra, Blatta.

Empezamos a minorar la marcha hasta que paramos y el piel plateada me suelta disculpándose.


“Por favor soy yo el que te pide disculpas por haber sido…-traga saliva- Una carga…Gracias amigo me has salvado la vida y ni si quiera conozco tu nombre, ¿ me permitirías conocerlo ?-pido educadamente”


Mientras espero una respuesta del Piel plateada se refiere a mi como paquete, cosa que comprendo y no me ofendo. Mientras miro a mi alrededor agarrándome para intentar calmar el dolor el brazo que a pesar de las buenas intenciones del piel plateada había sido algo dañado.


Me encontraba en una especie de Laberinto lleno de callejuelas y en una de ellas había reboleadas lo que parecían recipientes o cestas que eran objetivo de un pelirrojo que iba cuidadosamente hacia ellos.


De repente me acuerdo de Pablo y lo busco con la mirada, pero no logro encontrarlo entre el grupo de presentes, es más algunos ni si quiera los había visto antes.


“¿Pablo?.... ¿Dónde esta Pablo?... ¡¿esta bien?!..- Empiezo a mirar de un lado a otro con nerviosismo-.¿!Esas cosas lo atraparon?! !¿Que ha pasado?¿aparecieron los dioses?! “

Shizel llegó a la carrera más o menos a la vez que sus compañeros. Había procurado memorizar el trazado de las calles pero se había rendido a medio camino: aquel lugar era un auténtico laberinto, y había estado ocupado tratando de no dejarse los dientes en las esquinas que aparecían sin avisar. Cuando por fin se detuvo junto a ellos se dio cuenta de que en algún momento de la carrera debían haberse dividido: frente a él sólo estaban los dos foner, Saren, el chaval que lloraba en la plaza y el chico desmayado, que por suerte parecía haber vuelto en sí en medio de la carrera.
"Por la cuenta que le traía."
Cuando llegó RR había empezado a tomar lo que Shizel suponía que eran medidas de seguridad. No le interrumpió; el foner parecía ser el más experto de los presentes en el tema y él tampoco estaba enteramente seguro de que no fuera una trampa: por algo había preferido regresar a las mazmorras. Echó un vistazo detenidamente al contenido de las cestas cuando éste las trajo.
-Comestible, menos mal- repuso-. Y respecto al hipogrifo estoy en las mismas que tú. De todos modos no hay sesos en las cestas, parece que mentir es algo parecido a un deporte aquí.
Asintió cuando DL les señaló la dirección en la que había visto el edificio.
-Yo también lo he visto- al ver a lo lejos que sus compañeros habían dejado de correr había aminorado la marcha, lo que le había dado ocasión de tratar de orientarse un poco-. Si hay más "crías" pues tocará seguir moviéndose- esperaba de todo corazón que no. Estaba acalorado, de mal humor y con la piel preocupantemente reseca, y cada vez más inquieto. El peligro había parecido algo a lo que podría enfrentarse si era lo suficientemente cuidadoso cuando habían hablado de él en el discurso, pero aquella carrera a ciegas por la ciudad le había hecho tomar consciencia de lo imprevisible que podía llegar a ser, y que si aparecía otra cosa peor por aquellos callejones poco podrían hacer al respecto más que correr hasta el agotamiento.
Cogió otra de las cestas y la dejó a un lado, dispuesto a cargar con ella en cuanto se pusieran en marcha de nuevo. Miró en derredor, buscando la que pareciese la ruta más directa al edificio en la lejanía.
-Las paredes de este lugar no parecen ser muy altas: el sitio ése destaca. Deberíamos poder llegar a él si procuramos tenerlo siempre de frente cuando avancemos, y volver lo antes posible a esa dirección cuando tengamos que dar algún rodeo...-miró al firmamento preocupado; la noche seguía cayendo, y cuanto más tiempo pasasen en la plazoleta más difícil sería orientarse.
Sintió que empezaba a perder la paciencia al oír las palabras de Wintelgy.
"Mira el recién resucitado, queriendo volver a por su amigo". Aún podía notar los restos del cabreo de Saren, y admiró su lealtad; él no podía estar seguro de que no habría dejado al nublino allí de haberse visto en la tesitura de cargar con él.
-No sé de qué dioses estás hablando- dijo con firmeza. En Idris nunca había tenido problemas para mantener una fachada educada, aunque fuese fría, en todo momento, pero aquel lugar la estaba poniendo a prueba en 24 horas de una manera que ya la estaba haciendo tambalearse-, pero lo que acaba de pasar es que el plan de dormir en las mazmorras se acaba de ir al garete y hemos tenido que correr para salvar el pellejo. Si quieres volver por tu amigo allá tú, pero yo quiero dormir bajo techo esta noche y no creo que sea el momento de volver atrás a buscarlos a todos.
Era considerado pero no imbécil, y ya había cubierto su cupo de preocuparse por los demás por hoy. Su vena egoísta, pulida y esmerada a su pesar a lo lqrgo de años de vida fácil, afloró mientras hablaba y por una vez no se molestó en disimularla.
Dicho esto se cruzó de brazos y miró a RR y DL alternativamente. Había escuchado la pregunta de Saren antes, y también sentía curiosidad. No pensaba que ninguno de los dos foner estuviera de humor para responderla en condiciones, pero valía la pena escuchar lo que tuvieran que decir al respecto.

RR se apoyó contra una polvorienta pared, sin dejar de fumar, escuchando sus preguntas atentamente, mientras sus pupilas se iban dilatando. Merecían un par de respuestas, supuso. Era lo justo.

-Sí, siento haberte dejado en la estacada, camarada, pero en ese momento sólo pensé en que teníamos que mover el culo, y rápido. No tengo más excusa para mi comportamiento. Al menos sí os puedo decir de qué huimos.

Dio una calada larga su cigarro antes de continuar. Miró a DL de reojo. Hablaba cómo si alguna vez hubiera visto alguna de aquellas cosas. Era improbable que tal encuentro hubiera tenido lugar… a no ser que…

-Blattas. Insectos enormes e inteligentes. Se reproducen… bueno, no sé cómo explicarlo. Digamos que tienen muchísimas crías, simplemente. Los machos no son gran cosa, son más bajos que yo por regla general cuando están de pie, y a excepción de que son un poco quisquillosos con la limpieza y que están siempre nerviosos de cojones, son tratables. El problema son las hembras.- Hizo una pausa teatral para darle otra calada al cigarro.- Me sacan una cabeza, saltan cómo condenadas y tienen dos arpones capaces de empalarte cómo quien atraviesa un papel con el dedo. He visto a algunas decapitar a gente de un bocado. No es que sean más estúpidas que los machos. De hecho, son jodídamente listas. Pero… bueno, digamos que son brutalmente violentas cuando se trata de conseguir comida, para ellas o para sus larvas. Y el hecho de que los servoguardias hagan redadas para sacarlas de los nidos de las alcantarillas no las hacen más sociables. Y creo que aquí no debe de haber mucha comida, al menos no para… tantos.

Se apartó de la pared y tomó un par de cestas.

-Sugiero que movamos el culo hacia ese edificio antes de que haya menos luz y no veamos más allá de nuestras narices.

Mientras iba avanzando, se giró hacia DL, clavándole la mirada.

-¿Y tú dónde has visto una blatta, amarillito? No creo que la gente refinada y aristocrática cómo tú ande por las alcantarillas. ¿Os cuentan historietas de niños antes de ir a dormir en vuestras habitaciones calientes y unipersonales? Perdona que no lo tenga claro. Es lo que tiene nacer a los 10 años. No estoy muy versado en el tema de la infancia.- dijo con en tono crudo y amargo, cómo espetándole su queja, mientras caminaba en la oscura noche de Rocavarancolia.

Timmy estaba alucinando. Por un momento casi notó como le salía espuma por la boca. Aún no podía creer lo que acababa de pasar. Se disponía a seguir a Shizel de camino a las mazmorras cuando otro de los chicos, el pelirrojo de aspecto casi terrorífico, le agarró y se lo llevó a cuestas a toda prisa en dirección contraría.

Durante el viaje juraría que había perdido el conocimiento, y solo volvió a ser consciente de su situación cuando lo tiraron como un saco de patatas contra la pared al llegar a un extraño callejón.

En ese instante se le acercó un joven de pelo blanco y corto con intención de darle ánimos y ayudarle a levantarse. Se puso en pie como malamente pudo, pero de pronto empezó a dolerle la cabeza. Se llevó las manos a la frente y se quejó. Acto seguido se encaminó hacia RR, el chico que le habia llevado hasta allí y le dio una fuerte patada en la espinilla, fingiendo que se tropezaba.
-Uy, lo siento... aun estoy un poco aturdido-Le dijo.-Solo queria agradecerte que me hayas traido hasta aquí de esa forma tan... curiosa, señor zombi pelirrojo.-Añadió esbozando una sonrisa que denotaba un ligero aire demente.

Ante la mirada atónita del chaval, Timmy cambió su sonrisa por una mucho más inocente, aunque algo extraña, y se dispuso a seguir a aquel chico tan peculiar.
-Esta me la pagarás, te lo juro. Dentro de poco algo mas que tu pelo te cubrira el cuerpo de rojo.-Se dijo a si mismo al tiempo que reia.


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Se mantuvo tranquilo pensativo echando un vistazo alrededor con una de las cestas de comida bien sujeta, notando que poco a poco la oscuridad se cernía sobre ellos. Miro de reojo a R.R que estaba en esos momentos explicando lo que eran las Blattas. Prácticamente todo lo dicho era tan cierto como que en fonera había un cúpula cubriéndolos del exterior.

-Os aconsejo algo, como ya habréis supuesto, pero por si acaso aun hay algún despistado…si veis una cría de Blatta, no la matéis por mas asco que os de…sino queréis tener a su madre persiguiéndoos hasta descuartizaros para serviros de cena – añadió D.L mirando alrededor desconfiado, cogiendo la cesta y echando finalmente andar tras R.R, alzando una ceja extrañado ante lo que hizo el niño que antes había estado llorando y ahora aprecian haber cambiado totalmente de personalidad "Gente rara" penoso, y empezando a acostumbrarse a esas alturas, aunque no dejaba de sorprenderle las reacciones tan diversas.. Tal y como dijo Shizel, lo mejor era no perder de vista aquel edificio y por sobretodo ir a paso ligero antes de que la total oscuridad llegara. Aligerando el paso y teniendo que palpar en un par de ocasiones por donde avanzaban sino querían comerse paredes por la oscuridad. Sin apartar su mirada del edifico mientras seguía un recorrido lo más recto posible, teniendo en cuenta la cantidad de callejones que había por todo aquel lugar, era como meterse en un horrible laberinto. No tardo mucho en escuchar a R.R hablar a su lado, alzando una ceja ante su forma de llamarlo.

-En las alcantarillas, ¿Dónde más? –Dijo con cierto tono sarcástico, ya que le parecía evidente- Una madre con tropecientas crías…había cogido a un foner negro y estaba partiéndolo a trocitos, fue bastante repugnante…supongo por eso no fue a por mí…obvio no me quede para averiguarlo, me largue… -respondió simplemente mirando desconfiado los callejones algo frustrado pero notando que ya estaban mucho más cerca. Sin hacer mucho caso a la burla personal sobre la diferencia de casta. Le miro alzando una ceja viendo que estaba cerca del edificio aligerando el paso pero desconfiado de alrededor- Por si aun no te quedo claro…rojito, soy un amarillo, pero lo de las castas me importa una mierda…me la paso bajando a las zonas donde vives, paso información, hago incursiones, facilito la entrada de rojos y negros en las zonas de las castas altas…soy de la resistencia, como según creo también serás tu por el odio que tienes a las castas superiores…cosa que comparto, son retrasados mentales- dijo D.L con cierto entretenimiento, viendo con alivio que ya estaba frente a ese enorme edificio que les serviría de refugio- Y por cierto, no soy ‘amarillito’,…soy D.L – termino recordándoselo con cierta expresión burlona, aunque con ojos inquietos mirando alrededor no fuera aparecer algo de aquel lugar nunca se sabía. Centrado en ponerse bajo cubierto en ese edifico, era mejor que quedarse allá afuera.

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-Soy Saren, y de verdad, perdona las formas -se presentó a Wintel, disculpándose de nuevo-. Lo de paquete es una forma de hablar, no te ofendas, amigo -le dijo también, evitando que el nublino le malentediera.

Saren aceptó la disculpa del pelirrojo con un asentimiento de cabeza, escuchando después su historia y la advertencia de DL. Aquellos Blatta resultaban terribles, pero eran de F.O.N.E.R.A., así que a Saren le parecía muy raro que también estuvieran en Rocavarancolia. Al idrino le resultaba difícil de creer que aquellas cosas que habían dejado en las mazmorras fueran Blattas, pero sin duda resultaban peligrosas, así que se guardo sus sospechas.

Siguiendo el consejo de RR, el idrino echó a andar, cargado con una cesta y, como dijo Shiz, manteniendo el edificio alto en frente de él. Mientras caminaba, el norteño se perdido en sus pensamientos, repasando lo acontecido en las última horas. Desde que había despertado en las mazmorras, había ido de sobresalto en sobresalto, sin apenas descanso, y aquella caminata hacia su próximo refugio se le hacía extrañamente tranquila.

RR y DL iniciaron una conversación, el pelirrojo con tono amargo, y el peliblanco con tono sarcástico. Saren, apretó el paso, adelantándoles a los dos y evitando de esta forma oír la charla. Perdido en sus pensamientos, el idrino siguió caminando, acercándose cada vez mas al torreón que tenían por destino.

Continúa en el Torreón Maciel.

-En marcha- Shizel cargó todo lo que pudo en una sola cesta y echó a caminar con ella a cuestas: sería más fácil correr con una o sola o soltarla en el peor de los casos si volvía a sucederles algún imprevisto que si ocupaba los dos brazos.
Distraído ante la perspectiva de un techo y con suerte algo sobre lo que dormir, no prestó atención al extraño intercambio que tenía lugar entre RR y Timmy excepto para notar de pasada que este último parecía destilar un aire distinto. Harto de intentar adivinar lo que pensaban los demás lo descartó como la simple tensión que conllevaba ser cargado a cuestas por un desconocido, huyendo de un peligro al que no se podía ver.
-Quien no pueda cargar con una cesta solo que coja en brazos todo lo que pueda- indicó por encima del hombro a los que quedaban, más que nada en dirección a Timmy; los demás, excepto quizá el recién resucitado, no deberían tener ninguna clase de problema.
Siguió los pasos de Saren, aunque al contrario que él con la oreja puesta en la críptica conversación de los foner más atrás. No obstante casi todo lo que decían le sonaba a chino, y no intentó darle sentido entonces. Dándole vueltas aún a la descripción de los "blatta" que había hecho RR siguió torciendo por la red de callejones con el torreón siempre en dirección frontal.

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Wintelgy

Me quedo un rato pensando en Pablo y buscándolo yendo de un lado para otro pero es inútil, no se encontraba allí.


Todos comienzan a cargar con las cestas con las que un principio solo el Pelirrojo parecía preocuparse.


Me acerco a una de ellas, la que veo menos pesada y la cargo imitando a los demás. Cuando la alzo un delicioso aroma emerge de ella, algo que me hace abrir el apetito, un apetito voraz que estaba dormido por los últimos sucesos.


Miro que todos marchan hacia un lugar en el horizonte, una especie de fortificación que según dicen seria un lugar perfecto para pasar la noche.


Entonces los sigo con la cesta cargada, una vez los alcanzo miro por ultima vez atrás para asegurarme de nuevo de que Pablo no esta.


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RR recorría los callejones en ruinas, ahora bajo luz más potente, semiagachado, con las gafas, el pañuelo y la capucha puestos y con la ballesta a mano, atento. Temía a aquella ciudad y a aquel agobiante cielo iluminado o en tinieblas.

Estaba a acostumbrado a moverse y orientarse en lugares laberínticos a base de puntos de referencia, y esa misma experiencia le ayudó a localizar la plazoleta de los suministros con cierta velocidad. Cómo la primera vez, hizo un reconocimiento exhaustivo de la zona, buscando trampas o enemigos, y sólo cuando estuvo seguro de que la zona estaba limpia se apresuró a tomar los enseres, volviendo cómo una bala a la callejuela de la que venían. Una vez allí, tomó asiento y reflexionó.

-Veamos, camaradas… Tenemos un mapa, armas y comida, con lo que creo que podemos arriesgarnos a hacer una expedición algo más prolongada a esa biblioteca de la que habla DL. A saber qué podemos sacar en claro, pero todo conocimiento es un arma, ¿no?

Mientras hablaba, el muchacho se esmeraba en coser la manta que se había llevado, haciendo uso de su hilo y de la aguja que traía, para confeccionar un saco un tanto rudimentario, pero útil, en el que verter el contenido de las cestas. De esta forma, podrían llevarla más fácilmente.