El Macetero

Neil meditó un poco ante las contestaciones a su pregunta. En aquel momento todavía no se veía capaz de hacer una cobertura tan perfecta con la cera, pero sabía que practicando lo suficiente podía llegar a conseguirlo en algún momento.

- Todavía no he practicado lo suficiente con los límites de mi cera, me estoy concentrando en dominar su moldeabilidad y mi rapidez- comenzó contestando las preguntas de Erika-. Y por el momento no me he topado con ninguna cera que no pueda dominar, pero sería muy interesante probar las distintas variantes de los mundos. Sé que Rocavarancolia tiene muchos tipos, ya sea de forma natural o en objetos de distintos mundos, pero todavía no puedo acceder a todos ellos- comentó con un poco de pesar.

No es que quisiera acaparar todo aquello que fuera, tuviera o contuviera cera, aunque sería realmente genial, pero se conformaba con simplemente saber sí podía dominarlo o no, aunque simplemente fuera por conocer el límite de sus capacidades.

- Oh, sí. No tiene por qué ser como aislante- le contestó a Eara-. Me gusta también la idea del cierre hermético. Solo quiero poder ser útil además de con mi trabajo y con mi magia, también con mi dominio.

Neil quería ser lo más útil posible porque siendo un niño recién transformado sin experiencia sentía que le estaban dando el trabajo casi por pena, pero en el fondo esperaba que su trabajo y entusiasmo se vieran reconocidos y pudiera aportar a la plantación tanto como fuera capaz. Y si además aprendía y experimentaba sobre su propia transformación en el proceso, podía terminar beneficiándolos a todos.

Mientras avanzaban hacia el despacho, Neil fue atendiendo a las explicaciones de la pareja, ignorando conscientemente la parte de los esclavos, todavía algo incómodo con la idea, aunque por lo que sabía el trato de estos era considerablemente mejor que el que tenían otros en otras partes de Rocavarancolia o de otros mundos.

En silencio, Neil ocupó uno de los asientos del despacho que se le ofreció y espero a que Erika o Jack le explicaran los últimos detalles del contrato.

Esta vez fue la bruja quien se sentó a la mesa del despacho y Jack se apoyó en una esquina de esta. Con todo el mundo en el interior, ya solo faltaba zanjar aquello y... Ah, sí, el asunto de sustituir a Ayne. No le era tan urgente porque podían encargarse el vampiro, Erika o Irianna de forma temporal, mientras que el cuidado de los viñedos sí era prioritario. Pero sí que les agradecería que corrieran la voz, cosa que también harían Erika y él.
—Mientras buscamos a alguien podemos apañarnos, no te preocupes por eso. Y os agradecemos que nos echéis una mano para dar con alguien —les dijo el vampiro con una sonrisa.

Después, Erika abrió un cajón con varias carpetas y dejó sobre la mesa una en la que se leía "contratación". La abrió y empezó a sacar hojas. Una ficha en blanco para rellenar datos personales, así como una tabla de horarios y turnos, las condiciones del puesto, medidas de seguridad (como que en caso de sufrir un accidente el buscar ayuda y los gastos correrían a cargo de la Bodega), derechos y deberes, el salario, etc. Estaba todo escrito a mano en tinta negra, y tinta roja para lo más relevante.
—Bueno, creo que solo falta el papeleo. Si tienes cualquier duda, o si quieres llevarte la carpeta y tomarte unos días y leerlo todo y asegurarte bien antes de decidirte y firmarlo en la Bodega otra tarde, o si prefieres hacerlo a lo largo del día y firmarlo hoy... Podemos esperar sin agobios, lo que veas mejor.
—Aquí tenemos hasta refrescos y comida por si hicera falta mientras tanto —apuntó el vampiro mientras se levantaba y después un abrió un armario con latas de conservas y bebidas típicas de la Tierra—. Si queréis algo, decidme.
—De vuelta a tus orígenes de camarero, ¿eh? —bromeó la bruja.
—Prefiero esto mil veces antes que la burrocracia, y como va a trabajar contigo... Cosa tuya —se rió él. Después, sacó su petaca del bolsillo de la camisa y le dio un trago.

Neil recibió la carpeta que se le ofreció y barajó durante unos segundos las posibilidades que le ofrecía Erika, pero tras una rápida mirada a Adru, se decidió.

- ¿Os importa si lo leo aquí? No creo que tenga que pensarme nada, pero me gustaría leerlo todo antes de firmarlo- les pidió el sinhadre esperando que aquello fuera aceptable, aunque teniendo en cuenta que estaba dentro de una de las opciones que le había dado Erika suponía que así era.

Realmente no tardó mucho en terminar de leer todos los papeles, ya que aunque eran varios eran bastante simples y la mayoría contenía información que ya conocía. En poco tiempo pudo devolver los papeles a Erika firmados.

- También me gustaría, quizás, hacer una sugerencia- comenzó a decir un tanto nervioso-. ¿Plantear un proyecto? Todo dependería de cómo lo vierais vosotros de viable o si quisierais y os parecería bien-. Neil comenzó a verse divagar y respiró hondo para poder explicar adecuadamente la idea-. Como os ha dicho antes Adru, es mi deseo criar abejas y he pensado que quizás podrían ser de utilidad para la plantación. Podrían ayudar en la polinización y podrían beneficiar a las vides- terminó de decir cada vez más inseguro, pensando que probablemente estaba diciendo una tontería y que le iban a despedir antes de que la tinta de su firma se secara.

"Sin problema" dijeron casi al unísono el vampiro y Erika a la pregunta del sinhadre. Era lo que habían ofrecido y no tenían ninguna prisa. Mientras tanto, Jack y ella revisaron sus propios espejos para comprobar que todo en sus secciones del complejo fuera bien, y después atendieron al chico cuando devolvió los papeles firmados. Neil quería añadir algo, así que esperaron antes de darle la bienvenida definitivamente.
—Adelante, no te preocupes.

Entonces, el rubio se fue para la mesa junto a su pareja y ella guardó la carpeta de nuevo en su sitio. La propuesta les pilló de sorpresa, pero la verdad es que era realmente útil. Y les gustó que se lanzara a proponer cosas, buena iniciativa.
—Pues oye, no es mala idea, nos podríamos ahorrar algunos hechizos. Solo habría que incluirlas en las especificaciones de la barrera para que no puedan salir del recinto mientras no sepamos cómo pueden afectar al resto del mundo, ¿no? —respondió Erika y al final miró a su contraparte.
—Me parece genial, sí. Lo investigaremos, y gracias por la propuesta —sonrió el vampiro—. Bueno, ahora sí. Bienvenido a la Bodega, Neil.
—Ay, sí, bienvenido. Esperamos que te guste el trabajo y estés a gusto. Y si eso es todo, ¿os acompañamos al transporte y de vuelta al portal?

Dicho y hecho. Se levantaron, recogieron la mesa del despacho y les acompañaron de vuelta mientras charlaban. Jack recordaba de lo mucho que había metido la pata en la entrevista de Eara y Ayne, sobre todo con respecto a los repobladores, y aunque se había justificado mucho prefería que las cosas fueran como en la entrevista que les concernía en ese momento. Y había salido bastante bien, la verdad.

Trabajar en el Macetero suponía acostumbrarse a, o tolerar como fuera posible, una explosión de aromas y sabores distintos que bailaban en el aire en unas y otras partes de la plantación. Aspirar el aire era una delicia si te gustaban los toques afrutados. Incluso la zona más tórrida, el sótano de la torre, olería a maravillas de sangre para el vampiro y cualquier criatura con sus gustos. El viento que entraba de fuera removía las notas de unas y otras uvas y las iba dejando por todo el recinto, y la barrera de hechizos impedía que salieran al exterior. Eso era lo normal. Pero aquel día fue diferente.

La primera voz de alarma la dieron algunos de los nublinos y la nueva vigilante, Sinceridad. Empezaron a notar un olor extraño y mientras la roquense echaba a volar para comprobar todo el recinto, los nublinos corrieron a informar a sus superiores, y estos a Jack y Erika. La bruja estaba en el laboratorio y el vampiro en el sótano, así que no se dieron cuenta de nada hasta que les llegó el aviso. En cuanto salieron a la plantación percibieron el olor a quemado, pero les aseguraron que no venía del interior. Con rapidez, ambos se elevaron en el aire, cada cual a su manera, hasta que avistaron lo que parecía ser el foco de un enorme fuego.

El subsuelo de la plantación estaba salpicado de una suerte de ríos y acuíferos subterráneos que habían sido excavados y reforzados para almacenar agua para las vides y que a la vez pudieran resistir el peso de los almacenes, y también se comunicaban con otros ríos o lagos de la superficie. Ahora, en cambio, servirían para apagar el maldito fuego. De ellos extraerían lo que pudieran para formar una primera cadena en ruta hacia los focos entre todos, tanto ellos como sus empleados rocavarancoleses y los nublinos. Jack y Erika reunieron los transportes y los adaptaron con magia para después llenarlos con agua, mucha agua. El vampiro encabezó la marcha de los insectos demiúrgicos y la bruja también llevaría sus propias burbujas levitando hacia allí. También repartieron protecciones para la roquense, Irianna y Neil, y les pidieron tener mucho cuidado y no arriesgarse demasiado. Y finalmente, Sinceridad iría con el vampiro para vigilar mejor la expansión del fuego, aunque tendría que aguantar las quejas del rubio: odiaba a muerte el fuego, y más ahora, porque, por mucho que se hubieran protegido con los hechizos pertinentes, iban a sobrevolar aquel infierno para dejar caer el agua justo encima. Y qué diablos, Sinceridad tampoco había visto ni estado tan cerca de tantísimo fuego, así que entendía el miedo del vampiro.

La comitiva que llegaba del portal les pilló por sorpresa, pero lo agradecieron con ganas. Los magos harían mucho más y en menos tiempo que sus transportes de agua, por mucho que Erika estuviera cogiendo burbujas de donde pudiera; y toda la gente del Ejército también podría ayudar a los repobladores de las zonas afectadas. No es que los repobladores no les importaran a ellos tres, pero es que no tenían más manos y el fuego les parecía prioritario.

Irianna

Nada indicaba que aquel fuese a ser un día anormal hasta que comenzó a llegarles el olor a quemado. Sinceridad y varios de los nublinos les advirtieron de que, de pronto, se había formado un enorme incendio. Por suerte no estaba tan cerca de la plantación como para suponer un peligro inmediato, pero sin duda con la extensión que tenía podría acabar alcanzándoles si se quedaban de brazos cruzados. Buscó recipientes que llenar de agua tanto para ella como para Neil y ayudó al brujo de la cera lanzándole un hechizo de vuelo tras confirmar que el propio sinhadre aún no conocía ese hechizo y salió volando tras él con el suyo propio para alcanzar a Erika, Jack y los que ya se habían empezado a movilizarse.

Apenas habían comenzado a soltar el agua sobre el fuego y la idrina se preguntaba si debería volver a la ciudad y pedir ayuda al Consejo cuando un estruendo en el aire funcionó como una especie de respuesta a su pregunta: el Ejército ya estaba al tanto y llegaban para ayudar. Sabía por Neil que su edeel se encontraría allí, por lo que no le preocupaba abandonar durante un rato el lado del sinhadre y tratar de hablar con Cicatriz, quien ya se encontraba dando órdenes frenéticamente.
—Disculpa, Comandante… Soy nebulomante y me preguntaba si podría ofrecer mi niebla para sacar más agua rápidamente de ella. Puedo ir en busca de más a otras partes del Macetero. No quería hacerlo sin avisar para evitar entorpecer las maniobras.


Adrune

Su primera misión en el ejército. El gamusino no había sido capaz de estarse quieto en ningún momento desde que habían sido llamados, preguntándose con preocupación qué estaría pasando. Desde luego no se esperaba que, teniendo en cuenta lo que les habían contado, llevando tan poco tiempo como recluta fuese a tener que hacer algo más que entrenar o ayudar con la construcción de las Dragoneras. Le alivió saber que su misión iba a ser para ayudar, aunque en cuanto se dio cuenta de que el mundo al que los estaban enviando era El Macetero su preocupación regresó por un motivo distinto: Neil.

Ella no tenía experiencia con el hechizo de vuelo por lo que tuvo que ser ayudada por algún que otro veterano de vez en cuando y en ello se escudaba cuando se adelantaba demasiado por la impaciencia. Trató de mantenerse cerca de Varsai como referencia, aunque la varmana también era la primera vez que volaba, para evitar adelantarse demasiado. Cuando sobrevolaron la plantación se sintió aliviada de comprobar que el incendio no se encontraba allí ni muy cerca… Pero era gigantesco.

Aterrizó en las cercanías del fuego como le indicaron y comenzó a echar agua sobre las llamas sin parar pero buscando frenéticamente con la mirada… Sí, allí estaba Neil, que también tenía su propio cubo con agua.
—¿¿Estáis bien?? —El brujo no parecía herido, pero también quería saber sobre Irianna, Jack y el resto—. Qué terrible… Tenemos que ayudar a los repobladores. Avísame si ves alguno con vida.

Varsai estaba nerviosa por su primera misión, la habían destinado a un lugar diferente a su maestra pero por suerte aún tenía a Adru con ella.  Las dos eran de las más novatas y al menos la licántropa quería hacerlo todo lo bien que pudiera.

Usó el hechizo de vuelo que le dio la comandante con cierta torpeza. Estaba habituada a usar objetos con hechizos pero nunca había volado. No le preocupaba hacer el ridículo, estaba segura de que cuando eran novatos todos habían cometido errores.

El fuego estaba arrasando el bosque entero, sin dejar a su paso más que cenizas. Aterrizó junto a Adru y vio a su aurva, pero no solo a él, también a Irianna.

"Irianna, ¿puedes desplegar tu niebla para localizar a los repobladores para intentar sacarlos de aquí?" preguntó mientras usaba su cubo contra las llamas.

"Comandante, con su permiso. Mi padre era explotador maderero en Varmania, y sé algunas formas de crear un cortafuegos para que no se siga extendiendo el incendio, podríamos intentar ponerlas en marcha" explicó rápidamente mientras continuaba lanzando cubos de agua.

Aún con todo Varsai tenía un calor horrible y aquel humo no ayudaba en nada.

La reincorporación de Zmey al ejército había ido como la seda. A pesar de sus preocupaciones había pasado sin problemas las pruebas físicas, y al retomar los entrenamientos se había dado cuenta de que no estaba tan desentrenado como pensaba. Le sentó bien tener una rutina más allá de estudiar y poder relacionarse con más gente.

No pasó mucho tiempo antes de que lo enviasen a su primera misión, a un mundo vinculado nada menos. Desde que vivía en la ciudad, jamás había oído nada semejante a un conflicto así, algo que afectase los hilos de Rocavarancolia fuera de los límites de la ciudad. Por un lado era inquietante, por otro, estaba emocionado por tener algo de acción.

Como piromante su papel en el control de un incendio era crucial. Nada más atravesar el portal tomó altura para hacerse una idea de su extensión. Era monstruoso. Estaba claro que había sido intencionado, y que quien lo hiciera conocía los recursos de los que disponían. Todo el mundo se puso manos a la obra, incluso los civiles que trabajaban allí, los que habían dado la voz de alarma, ya se habían puesto en marcha. Zmey convocó varias barreras de contención en el límite más cercano a él para que el fuego no avanzara y se internó en las llamas. Su objetivo era alcanzar el centro, con suerte, descubrir el origen. Según avanzaba iba absorbiendo llamas, amainando el fuego en la medida de lo posible. No podía entretenerse mucho, debía darse prisa. Hacía poco que habían dado la voz de alarma y los causantes podrían estar todavía por allí.

Su primera misión en el ejército y va su montura y se pone rebelde. Cerbero había tardado un rato en ponerse firme y calmar a Ares, el cual se había angustiado por verse obligado a sobrevolar semejante cantidad de fuego; irónico teniendo en cuenta que estaba hecho de humo, aunque viendo el tremendo incendio no podía culparle. Él tampoco estaba precisamente sereno.

A los lados de su silla de montar iban enganchados varios cubos para no perder el más mínimo segundo mientras se llenaban y aprovechar la ventaja. Para el quebrantahuesos habían preparado un barreño que sujetaba con ambas patas y vertía sobre el fuego, como una suerte de helicóptero anti-incendios vivo. No tenía detalles del asunto, solo que todo estaba en llamas y cundía apagarlo lo más pronto posible. Desde arriba el calor era sofocante.

El pájaro dejó el barreño en el suelo antes de aterrizar para no aplastarlo con su propio peso. El dullahan bajó con algo en los brazos, cinco repobladores tan cubiertos de hollín que se había teñido de gris. Sabía que no tenían tiempo para molestarse en dejarlos sanos y salvos en la otra punta del bosque, así que los dejó en relativo refugio, allí donde se reunían sus camaradas para que salieran por patas.

«¡Grita si necesitas vehículo!» dijo en pensamiento general, aunque la oferta fuera específicamente para Irianna.
Volvió a montar en Ares para alzar el vuelo.

A la orden de Cicatriz dejó que su niebla se extendiese desde el interior de su cuerpo hasta vaciarla casi por completo. Tan solo se quedó con una porción muy pequeña de la que no fue capaz de desprenderse, pues era casi como sentirse desnuda. Ya le resultaba considerablemente tanto incómodo haber hecho aquello, pero por supuesto no se arrepentía.

La voz de Jace le llegó en ese momento, pero Varsai también le había comentado algo antes de irse. Les habló telepáticamente primero a la varmana y después al humano.
—Sí, en cuanto vuelva con más niebla me centraré en rescatar a los repobladores. —Cambió de destinatario—. ¡Jace! Me vendría muy bien que me llevases volando y así puedo centrarme en rastrear la niebla.
Neil ya se había encontrado con Adru por lo que el chico estaba en buenas manos, pero también le dedicó un breve mensaje para decirle que se alejaba en busca de más niebla.

El dullahan bajó a recogerla mientras seguía lanzando cubos de agua y la idrina montó en su quebrantahuesos tras él lo más deprisa que pudo.
—Gracias, Jace. Noto un ligero tirón en esa dirección: creo que hay un banco de niebla no demasiado lejos —le señaló hacia donde notaba la lejana llamada de su dominio.

La lacustre le fue dando indicaciones al dullahan hasta que el banco de niebla apareció ante ellos. Irianna le pidió a su amigo que se sumergiesen en medio del fenómeno para que pudiese absorberlo con mayor rapidez, pero cuando había empezado a hacerlo se detuvo durante un instante. Sabiendo que no había tiempo que perder retomó el proceso.
—Había alguien… Alguien se encontraba dentro de la niebla, pero desapareció de pronto. Creo que ha usado un hechizo de traslocación. ¿Puedes informar de esto a la Comandante a la vuelta mientras yo me ocupo de buscar repobladores? No parece que haya más bancos de niebla cerca, por desgracia.

Varsai recibió la bendición de la general de los ejércitos y llevó a un pequeño grupo con ella.

"Chicos, tenemos que derribar algunos árboles y prenderles fuego. Hay que arrancar la vegetación de la misma zona. Si lo quemamos nosotros con un incendio controlado luego el fuego no podrá extenderse por ahí. Si ya no hay nada que quemar no puede hacerse más grande. También podemos levantar un muro de tierra para separar parte del terreno y así el fuego tardará más en avanzar" Comentó antes de acelerar, ponerse el cubo en la boca y transformarse.

Evitó las llamas y se acercó a Zmey. "Monta" le dijo, "mantén las llamas lejos de mí e iremos más rápido".

Por supuesto la licántropa tenía runas inscritas para ayudarla en aquellos casos. Una barrera que filtraba el aire y la había activado para no ahogarse con el humo.

Irenneil

Neil estaba teniendo un día bastante agradable. Había terminado sus tareas rápidamente, incluso había adelantando un poco del día siguiente y aún así le estaba quedando tiempo de sobra para visitar los panales y colmenas, revisar que todas las colonias estuvieran bien, sanas y felices y que estuvieran produciendo una buena cantidad de cera y miel. El brujo estaba extasiado con esta simbiosis que había alcanzando su proyecto con la plantación de manera que terminaba siendo mutuamente beneficiosa y además le otorgaba un extra de miel que el aurva apreciaba enormemente.

El sinhadre se encontraba feliz tarareando entre las colmenas cuando el olor a quemado comenzó. Alarmado en un principio pensando que sus abejas se estaban quemando, levitó para alzarse por encima de las plantas buscando de forma frenética el foco del olor y cuando vio el gran incendio en el horizonte ni siquiera pudo regodearse en el alivio de que sus abejas y la plantación estuvieran a salvo, porque claramente si el incendio seguía adelante no sería durante mucho tiempo.

Neil rápidamente se reunió con Irianna, quien ya tenía cubos y un hechizo de vuelo preparados para él, ya que era uno de esos hechizos que todavía no había aprendido, y no tardaron en juntarse con Jack y Erika, quienes también le lanzaron hechizos protectores, lo cual agradeció ya que, aunque tenía los suyos propios, no era tan experto ni seguramente serían tan potentes como los suyos.

Siguiendo a Irianna, comenzó a soltar el agua sobre el fuego cuando un fuerte sonido vino desde la dirección del portal y Neil pudo identificar al Ejercito apareciendo a la distancia. El brujo se alegró tanto de la llegada como le preocupó, ya que Adru estaría entre ellos y el aurva tenía miedo de que su edeel pudiera salir herido de aquel evento.

-¡Si! -gritó el aurva ante la pregunta de su edeel en cuanto este le localizó-. ¿Tú estás bien?

Neil, sudando agobiado, asintió a su petición, pero no dejó de lanzar cubos de agua al fuego mientras convocaba suficiente cera como para formar cápsulas del tamaño de repobladores que usaría para el rescate. Si se organizaba bien, podía conseguir que su cera rescatara a los repobladores mientras él seguía intentando apagar el fuego. Aunque se sintió más tranquilo cuando supo que Irianna iba en busca de más niebla, ya que aunque confiaba en su plan de rescate, nunca había sido especialmente perceptivo visualmente a larga distancia, su fuerte siempre había sido el detalle a corta distancia, y temía no ser capaz de localizar a los repobladores.


Karime

La licántropa estuvo lista en el momento en el que se la llamó a filas, libre de armas que pudieran darle más peso del necesario y armadura ignifuga anclada. Habiendo sido informada de la razón de la movilización del ejército, Karime se había preparado de acuerdo a las circunstancias y aunque se encontraba molesta ante la perspectiva de tener que usar el hechizo de vuelo su eficacia no iba a verse disminuida por este hecho y pretendía enfrentarlo con el mismo estoicismo con el que siempre ponía en práctica en los entrenamientos que incluían este tipo de hechizos de refuerzo. No era que a Karime no le gustara volar, de hecho cuando lo había subida a Saren, le encantaba, era el hechizo lo que desagradaba, ya que le daba una visión y percepción de independencia completamente falsa. La Luna Roja no le había la capacidad de volar y, por lo visto, tampoco la capacidad de querer hacerlo por si misma de forma artificial.

A pesar de todo, la determinación no le permitió otra cosa más que estar a la cabeza del pelotón y, siguiendo las órdenes de Cicatriz, comenzó a hacer uso del cubo de agua que le había proporcionado, intentando siempre que el agua no cayera de forma aleatoria, sino en zonas específicas que permitieran frenar el avance del fuego.

A su vez, y a pesar de que su vista no era la mejor, enfocó todos sus sentidos en encontrar repobladores que estuvieran todavía con vida y recogerlos a su lomo para ponerlos a salvo. Fue durante este trabajo que vio a Zmey adentrándose en las llamas.

-¡Zmey! ¡Ten cuidado y grita si necesitas ayuda! -le gritó posicionándose sobre él al vuelo.

Puede que el piromante no perteneciera al mismo batallón que ella debido a sus distintas especialidades, pero eso no significaba que no fuera a ir en su ayuda si su amigo lo necesitara.

Mientras seguía intentando localizar repobladores, se percató de que había un gran número de cadáveres y supervivientes en una dirección en concreto en la que una línea de fuego había separado dos zonas. Karime se acercó pensando que alguna avanzada o pequeña colonia que podría haberse visto afectada y para su sorpresa encontró algo bastante grande.

Rápidamente volvió a la zona de mando para informar a Cicatriz.

-Comandante, he avistado una colonia de tamaño significativo en esa dirección que tiene el fuego en la frontera y se encuentra rodeado por tres flancos. Solicito permiso para dirigir a un pequeño grupo de magos a dicha localización para frenar el avance del fuego en ese flanco, asegurar la zona y así minimizar las bajas civiles.

Aquello era un auténtico caos y Samika no tenía necesidad de verlo con sus propios ojos para saberlo. Su ecolocalización le transmitían todo, aun sin verlo, escuchando el crepita del del fuego, los gritos y demandas de la comandante y del resto de gente existente en aquel desastre que estaban allí para refrenar el fuego y salvar a cuantos repobladores pudieran. Sus oídos estaba hipersensiblizados con todo lo que oía, pero Samika intento concentrare en lo que necesitaba.

Con hechizos para protegerse del fuego, otro para poder respirar pese al humo y mantener hidratada su garganta y algunos amuletos consigo para si lograba salvar a alguien, Smaika se unió al escuadrón que se encargaba de intentar apagar el fuego con cubos desde las alturas, cargando un inmenso cubo con el arnés de su cintura, que podía ser volteado con suma facilidad con sus piernas siempre que lo necesitaba. No podía saber cuan cerca o lejos estaba del fuego cuando lo sobrevolaba, pero ni falta que le hacía, aun a esa distancia las llamas tenían un fulgor anaranjado rojizo que resaltaba en sus pupilas incluso a pesar de su ceguera. Por primera vez era como si todo el fondo antes negro de Samika adquiriera una tonalidad anaranjada.

Había apenas atisbado a ver a Irianna, a Varsai, a algunos de los novatos, escuchado la voz de Karime hablando con la comandante a lo lejos cuya información llego a ella a trozos, peor cuya mención de una colonia cercada si llego hasta su mente. Pero Samika con el ceño profundamente fruncido se centraba en apagar el fuego con su cubo recargable, de un tamaño bastante las amplio gracias que podía cargar peso por aire sin problema y a su vez, juntaba toda su concentración y su sentido más desarrollado y habilidad en encontrar gente entre las llamas. Tal vez ella no podía ver el fuego, per se, pero podía “ver” a través de él.

Intentaba todo lo que podía, pero se sentía inmensamente frustrada por un lado por no poder hacer mas e irritada con lo que hubiera provocado aquello, no era malditamente normal el alcance que había adquirido ese fuego tan repentinamente, habiendo vigilantes en el lugar.

-¡Mierda, que bien nos vendría ahora un maldito dragón que escupa agua!-exclamo Samika frustrada. Se había alejado un poco del foco principal del fuego, ya que este seguía extendiéndose llevándose tras de sí cuanto árbol, flor, animal distraído y repoblador que pudiera. Su ecolocalización capto precisamente aquello último cuando vertió una inmensa cantidad de agua sobre la zona. Su ecolocalización le hizo llegar rastro de movimientos bajo ella, no muy lejos de donde estaba, ¿movimiento? ¡repobladores! ¡Una colonia cercada por el fuego!¿Cómo era posible? <<Me he movido más lejos de lo que esperaba intentando apagar esto ¿no era esta colonia inmensa de lo que hablaba Karime con la comandante? ¡El fuego se ha extendido demasiado rápido!>> Samika incrédula, frunciendo el ceño. No tenía tiempo de regresar y Karime ya debía estar en camino.

-¡Ey, los que estais volando por aqui, ayúdadme a rescatar a los repobladores desde arriba...estan aqui abajo nuestra, los magos ya deben estar al llegar para hacer de cortafuegos! - dijo sabiendo que su compañero  Rasqa debía andar cerca y aguantando la respiración y rezando por que el hechizo de protección de fuego aun funcionara se sumergió entre el calor que rodeaba inmensa colonia. Había muchísimos repobladores que rescatar, no mucho tiempo y un fuego que apagar.

Lo que le habían pedido iba en contra de todos sus principios: apagar un fuego y rescatar vivas a las víctimas. Sin embargo, Rasqa no había refunfuñado demasiado (dentro de lo que sería normal en él) por dos motivos: no lo habían mandado ni a Roca-Sagrada ni a Frivowaldanny, sino que lo habían enviado al único sitio que ardía, permitiéndole contemplar de primera mano los estragos que causaría un incendio tan grande sin que lo ejecutaran por traicionar no sé qué norma estúpida. Lo segundo, que era una recarga gratuita de magia, incluso si el humo que aspiraba no lo había generado él. Iba allí a sofocar un espectáculo magistral, una de cal y una de arena.


El moloch iba un poco a su bola, sobrevolando el fuego con alegría, con la excusa de portar uno de los cubos autorrecargables, y atravesando las columnas de humo para respirar de ellas. Contrario a otros, no solo no llevaba protecciones contra el fuego, sino que volaba bajo para sentir el calor en la tripa. No obstante, no ganduleaba por mucho que le pesara, estaba vertiendo agua sobre aquella obra de arte efímero y ayudaba a levantar barreras en los límites del incendio para contenerlo. Contribuía a su extinción inevitable.


—Eso no sería un dragón, Sami, sería una manguera —le río la gracia a la evaki mientras continuaba con el trabajo. Sin embargo, su voz no tardó en llegarlede nuevo y el el moloch no se lo pensó dos veces y viró, acudiendo de inmediato a su llamada. — ¡Voooooooy!


Se lanzó en picado, en la misma dirección que ella, sin ningún interés en evitar las llamas en la bajada. Al mismo tiempo activó tres de los muchos amuletos que colgaban de su cuello, uno para levantar una pequeña defensa física, por si se atrevían a lanzarle alguno de sus asquerosos venenos y para que no se quemasen con su piel caliente, y otro para hablar en el idioma de los hierbajos y amplificar su voz, tras lo cual gritó con su voz ronca:


—¡Enanos! Venimos en nombre de la Flora, los que queráis salvaros subid sobre nosotros; los que no podéis decidir cuándo os quemais, pero la Flora no está a favor de que os sacrifique is estúpidamente, por si os ayuda a decidir. ¡Rapido! ¡Arriba!


El moloch atisbó a varios grupos de repobladores arrinconados entre las ramas más altas de uno de aquellos árboles enormes. Los escasos supervivientes desperdigados de una tribu pequeña que se debatían en tiempo récord sobre si obedecer o no. Él se encaramó junto a uno de los grupusculos, clavando las garras en la corte a, e inclinó una de sus alas hacia ellos para que tuviesen por donde trepar. Sin embargo, no fue instantáneo. Hablaban muy bajo, por lo que le costaba entenderlos incluso con los amuletos, y a veces se tocaban como con ansiedad, dibujando figuras sobre sus pieles. Rasqa rodeó la rama con una cúpula protectora para darles algo de tiempo pero resopló para hostigarlos con un poco de comunicación no verbal, de la que les gustaba a ellos.


Uno de los repobladores más altos se echó atrás mientras los más pequeños se inclinaban temerosos hacia el moloch y utilizaban las púas más finas como puntos de agarre. Rasqa les sonrió, pero tal vez no resultó muy agradable para ellos ver sus dientes. Cuando sólo faltaba el mayor, que parecía convencido de morir, Rasqa resopló de nuevo y lo cogió con una de sus patas y cero consideración.


—Que dice la Flora que hoy no te mueres, cojones —<<si no te quemo yo no te vas a quemar solo>> pensó con cierta acritud—. ¡Respirad hondo y agarraos fuerte!


Y el moloch despegó y alzó el vuelo, esta vez con muchísimo cuidado para evitar los focos.Sus escamas moradas y marrones quedaron cubiertas de motas verdes en una escena tan irónica como la vida misma. Rasqa los estaba salvando, pero a la vez pensaba en lo divertido que sería encender las púas de repente.


Y eso solo era el principio, en la misma zona había muchos más. Iba a ser un día extraño, desde luego.

Ayudó a Irianna a subir tirando de ella desde arriba; algo brusco, pero no tenían tiempo que perder.
«No las des. Espero que no te moleste un poco más de humo» bromeó.

Jace siguió lanzando agua de forma errática al tener que estar en eso y guiar a su montura a la vez, retransmitiéndole las direcciones que Irianna le daba. La humedad se hizo notar al estar frente el banco de niebla, un verdadero alivio en contraste al calor seco del incendio. Duró poco, ya que Irianna se adueñó de toda.

«No jodas» se había fijado en su pequeña pausa, pero no había dicho nada por no molestarla. Su primer arrebato fue ir a por el sospechoso, frenado pronto al saber que había desaparecido ya. «Menuda mierda».
No era el deseo genuino de arrestar al posible culpable por un "sentido de la justicia", sino las ganas de probarse a sí mismo, de volver con un premio a su comandante y sentirse especial.
«Algo es algo, supongo.»

Dejó a Irianna en sitio seguro (pidiéndole en el proceso que tuviera cuidado) antes de preguntar por la localización de Cicatriz. No tuvo que dar muchas vueltas (por fortuna de Ares, que hacía rato no cerraba el pico de tanto jadear) antes de dar con ella y su grifo.

«Comandante» le habló en exclusiva. «He acompañado a Irianna a por niebla y ha notado la presencia de alguien dentro. Cree que ha huido usando el hechizo de-» hubo un segundo de ruido blanco mientras recordaba la palabra «translocación, eso.»