Barrio de los Mil Dioses

Se despidió del nublino con un saludo militar y volvió con el grueso del grupo, abarcando la esquina derecha. Si Tayron pensaba que tendrían algún tipo de factor sorpresa o ventaja más allá de tomar posiciones estaba equivocado. En menos tiempo de lo que le habría gustado una flecha rasgó el aire y el belga giró con rapidez, alarmado.
-Vamos- gruñó al ver la flecha distanciarse de un grupo de hienas que avanzaban lo suficientemente rápido como para flexionar las rodillas y esperar el ataque. Sintió una sensación reconfortante con el acierto del carabés al ver su proyectil rasgar la carne, pero no pudo vitorear nada. Las tenían encima, y tan encima.

Durante aquellas semanas de reflexión y preparación el ataque de las hienas había sido imaginado de mil formas distintas por el humano. Pero todas tenían algo en común. Las hienas le rodeaban en círculo como en las pelis y él se defendía cual héroe junto con sus compañeros.
Ahora era distinto. En una batalla real el tiempo parecía ir más deprisa y no había tantos segundos para pensar. La lanza resbalaba por el sudor y el corazón le decía “déjame salir”.
Tayron esquivó la dentellada gracias a su rapidez mental y emitió una protesta por lo bajo.
-¡Vivos!- respondió a Barael con un esfuerzo en la voz, al tiempo que aprovechó el echar el pie hacia atrás para caer con más peso sobre la hiena en un ataque que intentaba ser perpendicular a su columna.

Tanto si acertaba como no, el belga esperaba fervientemente que entre los arqueros y ellos dos abatieran a aquel grupo lo más rápido posible para ayudar a Charlie, Sakrilt y Barael contra lo que parecía una congregación más peligrosa a su espalda.

-Mierda - masculló Eriel en voz baja. Desde el momento en que soltó la flecha sabía que iba a fallar, era pesimismo fruto de sus nervios. Erró el tiro pero no su suposición.

Vio la saeta estrellarse a pocos centímetros de una hiena y luego la de Sox acertarle de pleno a otra. Apretó el puño vacío con enfado, no hacia el carabés si no hacia sí mismo por haber fallado. Vio aparecer a las otras hienas y abalanzarse sobre sus compañeros.

Sin perder el tiempo sacó otra flecha del carcaj y la encajó en la cuerda, tensó y apuntó hacia una hiena mientras acompañaba su movimiento girando el torso.



Menos de 40 acierta.
Más de 40 y falla.

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'Dado de 100 caras' : 36

El tiro de Eriel esta vez fue certero, demasiado. En vez de una hiena atravesada al chico le vino un flashazo de una niña muerta con una agujero en la cabeza.

Cerró los ojos fuerte para olvidarse de esa imagen. Se dio dos segundos para sobreponerse, sin él sus amigos podían resultar heridos. Ya tendría tiempo para llorar más tarde.

Se asomó al borde de la azotea y observó la situación. A lo lejos vio más hienas pero estaban aún a demasiada distancia para un buen tiro. La de Tay estaba más cerca así que apuntó a esa sin arriesgarse en ningún momento a dañar al chico que ahora mismo había esquivado a la hiena.

Respiró hondo y lanzó otra saeta rezando a todos los dioses acertar.


Menos de 40 acierta.
Más de 40 falla.

El miembro 'Dal' ha efectuado la acción siguiente: Número Aleatorio

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'Dado de 100 caras' : 94

Sox ya había tomado posición en la ventana que originalmente había elegido cuando la voz de Eriel le alertó de que cambiara de lugar. Navegó con precaución por la casa, por fortuna apenas teniendo que cruzar un pasillo, y al asomarse a un ventanal distinto entendió por qué. Le comunicó por gestos al nublino que fuera él primero, y a qué hiena iba a disparar a él. Si salía bien los de abajo no tendrían más que acorralar en masa a la que quedase.

Aguardó con el perno montado a que Eriel hiciera el primer disparo; él tenía que seguirle rápido antes de que las hienas salieran huyendo. Se sentía tan tenso como la propia cuerda de la ballesta, y la adrenalina se extendió por su interior al oír la descarga del arco de Eriel como si él mismo hubiera sido disparado con un dardo.

Había fallado. Sox chasqueó la lengua como única concesión a su concentración mientras afinaba  su tiro lo más rápido que podía.

No intentó cambiar de objetivo sobre la marcha y mantener la mente fría tuvo su recompensa. La hiena a la que había elegido recibió el proyectil en el muslo y Sox se tomó un par de segundos extra sin advertirlo para asimilar la imagen. Era una causa-efecto clara, el disparo y el gañido de dolor y la cojera, pero aún así era la primera vez que lo veía reflejado de modo más orgánico que un blanco en una diana. Iban todos paseando armas por ahí, pero hasta entonces el carabés no había visto tan claro el daño que podían causar.

Las hienas habían salido huyendo, y desde su ventana ya no podía verlas a menos que se estirara demasiado. Comprendiendo que era mejor no hacer tiros a ciegas, el carabés retrocedió a la habitación anterior para comprobar si desde allí tenía mejor vista, los oídos atentos. Barael estaba nombrando a todo el mundo de modo que nada grave debía estar pasando allí abajo. El mosqueo al pensar quién demonios lo había nombrado líder allí quedó mitigado a medias al pensar que Rad sí que estaba abajo para tragarse aquello en directo. El pensamiento le trajo a los labios una sonrisa seca mientras recargaba de nuevo.

Una nueva flecha surcó el aire en cuanto tensaba el torno. El disparo de Eriel esta vez fue certero, como pudo comprobar al tomar posición en la ventana. Veía preparado al nublino para un último tiro y esperó a que lo liberara en lugar de interponerse. Aquél falló y Sox tuvo que pensar rápido. Había pensado disparar una flecha de advertencia a las hienas más distantes si Eriel acertaba de nuevo, pero todavía quedaban demasiadas en las cercanías. Cambió de objetivo y apuntó a la que estaba llamando a aullidos a sus compañeras. No quería darle por accidente a ninguno de los de abajo, ahora que seguramente se envalentonasen a rematar a alguna de las que tenían cerca.

[1-20: Sox acierta
21-100: Sox falla]

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'Dado de 100 caras' : 19

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'Dado de 100 caras' : 20

La rapidez con la que efectuó su ataque no resultó suficiente, y fue en ese instante cuando el belga empezó a ver la misión de color negro. Si no era capaz de lidiar con una... ¿Cómo podría hacerlo con dos llegado el caso?.
Con ayuda. Pero su compañero estaba recuperando su arma y el resto estaba ocupado. Empezó a sentirse inferior, Eriel y Sox acabaron con dos en un instante, Rad había hundido su espada en el cuello de su oponente. “Genial”. Pensó por los arqueros. “Mucho tirar pero nadie le da a la mía.”

Y sintió el golpe en el pecho, certero y ardiente. Tayron retrocedió dos pasos jadeando. La hiena le había propinado un cabezazo en cuestión de segundos y no lo había visto venir. Tuvo que aspirar fuerte para recuperar el aire en los pulmones y aún así sentía punzadas al respirar. Movió la cabeza rápido a los lados para despejarse y a continuación saltó a un lateral de la hiena intentando cogerla desprevenida. ¿Qué podía hacer si no era moverse continuamente.?. Tenía miedo. Pero tenía que ser valiente y reaccionar.
-¡Rad!- aulló con una estocada fuerte hacia las costillas de la bestia y aún tosiendo. Demasiado concentrado para percatarse de las hienas a su espalda. Esperaba que no le pillara el gemelo en el intento y que la ayuda llegara pronto porque estaba a punto de entrar en pánico.

La espada se hundió en el cuello de la hiena, aunque no de la forma limpia que había esperado. Rádar casi cayó con ella sobre aquel cadáver apestoso, y probablemente habría terminado restregado sobre pelo y sangre si no fuera por su forma física. No perdió un segundo más: la sacó con rapidez, pero algo ocurrió al margen de su voluntad. La vista y el olor de la sangre acuchillaron sus sentidos, haciéndole recordar otra ocasión, mucho peor que aquella, donde la sangre había salido de él mismo.

Con el grito de Tayron consiguió recuperar el presente. Rádar pateó sus recuerdos de vuelta a donde pertenecían: el pasado. Apretó los dientes y su espada y se lanzó hacia donde el humano lidiaba con su hiena. Su arma estaba extendida, buscando perforar, si no la columna, al menos sí el lateral o la espalda de aquel animal.

¿Qué era eso? Fue lo que pensó el nublino ante la aproximación de aquella bestia. Parecía a primera vista otro de aquellos animales pero una vez se planto cerca suya para intimidarle quedó claro que era otra cosa, ni siquiera emitía el mismo sonido.

Con su salto tensó el cuerpo preparado para un impacto y la tensión duró lo que él rugido, aquella cosa le parecía ir a por él apropósito, debió identificarlo como líder o algo así al escucharle pero no apartó la mirada de aquello, sus ojos se clavaron en la bestia así como los de ella se habían clavado en él, no debía perder terreno o podría llegar a atacar a los que estaban de espalda.

-Cubridme de las pequeñas. -Les dijo a Sakrilt y Charlie. Ya tenía bastante con aquella mole para él. Era peligroso, no se refería a sí mismo, era peligroso para su hermano y su felicidad. Y como tal...

Lo eliminaré.

Su mirada se clavó como un puñal en ella y dio un paso adelante aceptando lo que parecía un desafío de intimidación. Había entrenado tres meses todos los días con y contra gente más fuerte, grande y experimentada que él, estaba preparado para recibir un impacto y responder a él de manera precisa y veloz.

-Solo queremos unos libros, vete y no habrá más sangre. -Era una opción remota pero si aquella cosa era inteligente podría funcionar. Golpeó con su estoque el suelo para afianzar sus palabras y para que la bestia se fijara en él como peligro y no en su escudo. Su hilo de pensamientos se apagó y se centro en la bestia, dejando a su instinto y reflejos al cargo, preparado con el escudo en alza y una posición propicia para tomar o huir un golpe.

Eriel se sintió frutrado por volver a fallar y furioso consigo mismo porque en su fallo hubiesen herido a Tay. Cargó el arco y apuntó a la que había dañado a su amigo más se dio cuenta de que no iba a ser necesario pues Rad se había encarado también a ella.

El nublino observó entonces el campo de batalla y vio una hiena descomunal cerniéndose sobre su hermano. <<No vas a tocarlo, a él no. Métete con alguien que tenga tu número de patas.>>

Tensó la cuerda y se posicionó otra vez para no darle a Barael. Se concentró, apuntó y disparó a la hiena grande.


Más de 50 acierta.
Menos de 50 falla.

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'Dado de 100 caras' : 30

El disparo impactó de nuevo con éxito. Sox frunció el ceño sin darse cuenta, impresionado por lo gráfico de aquel aullido volviéndose gorgoteo. Aquella hiena no volvería a levantarse, así que se tomó un momento para evaluar la situación abajo. Rápido.

Más hienas: un rápido conteo de tres en tres le permitió identificar que reunían nueve en total. Rad acababa de cargarse a la décima. Tay-... no, espera, estaba bien. Barael enfrente de una hiena positivamente enorme ¡¿y por qué estaba ahí parado, qué le pasaba en la puta cabeza?! El resto en varios estados de desarreglo, pero bien.

Una respiración corta para enfriar la mente. El primer instinto le instaba a disparar a la líder de la manada, pero Sox se forzó a recordar que aquello no era un juego y que no estaba allí solo. Si las dejaba descuidadas, la más de media docena que quedaban podrían echarse encima de sus compañeros libremente. Su deber era aliviarles de esa presión.

"A las pequeñas entonces." Aunque ganas no le faltaban, gritar desde la ventana serviría si acaso como distracción a sus compañeros, si llegaba a oírsele en absoluto por encima de la algarabía. Tendría que confiar en que Barael recuperara sus dos dedos de frente por su cuenta y se quitara de en medio de la hiena gigante. Una nueva flecha surcando el aire en esa dirección le confirmó que Eriel probablemente estuviera cubriendo a su hermano. Sox no se paró a comprobar el resultado antes de destensar su propia cuerda. El tiempo era oro.

[1-30: Sox acierta
31-100 Sox falla]

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'Dado de 100 caras' : 78