Acantilados

Wen anduvo junto a Noel en silencio, sin poder mirar todavía el cadáver de Yloh. No era capaz de verlo y que la realidad la golpeara, y tampoco quería que Noel viera la culpa en ella. Aunque quisiera, no podía evitarla.

Inevitablemente, el funeral el recordó al de Azura y Pyro. “Ahora te reencontrarás con Azura y podrás descansar en paz.” Pensó por un momento, intento que el pensamiento la aliviara, pero solo le recordó lo presente que estaba la muerte en la ciudad. Wen miró por fin el cadáver de Yloh alejarse en la barca. Parecía tranquilo, en paz, dormido en su sueño eterno. En ese momento, Wen supo que esa imagen le acompañaría hasta que todo acabara. Ellos la buscaban, pero la vouivre tenía claro que el día que la encontraran iban a pagar por lo que le habían hecho a un inocente nublino sin culpa alguna.

- Tienes que ir. - le dijo a Nasher apartando la vista de la barca que ya se perdía en el horizonte.- No te permitiría que te quedaras. Y no temas, no me voy a dejar cazar con facilidad. Si quieren lo que buscan van a tener que matarme para conseguirlo y no se lo voy a poner fácil. - dijo, aunque en el fondo sabía que, como le había dicho a Noel, solo necesitaban poner en peligro a sus amigos para conseguirlo. No permitiría que ninguno sufriera mientras ella pudiera evitarlo.- Tranquilo, te prometo que cuando vuelvas nos encontraras a todos de una pieza y te invitaré a una cerveza en la taberna para celebrarlo. - le sonrió levemente, aunque ni ella misma sabía si podría cumplir esa promesa.

La vouivre acarició al draco cuando este habló. Noel era tan alegre y bromista que verle de ese humor era como una patada para la británica. El sueco habló un momento con Adara y cuando volvieron les explicaron la prueba que pretendían hacer. La vouivre sabía a qué se refería, pues Noel le había explicado en qué estaban metidos él y la ángel negro, por lo que no le costó explicarle a Nasher como funcionaba. Un rato más tarde se oyó la voz de Adara por el aparato, dejó que Nasher contestaba que lo habían recibido y en seguida se oyó la voz del draco quejándose de lo cerca que estaba Adara en comparación a él y, un rato más tarde, la confirmación de que había llegado a su destino y que los oía.

Nasher estabatan impresionado con el aparatejo que casi se olvidó que estaban en un funeral y debía mostrar respeto. Con aquel chisme no se sentía tan mal por dejarles, pues siempre tendría forma de contactar con ellos. Se sentiría menos solo en FONERA.

-Gracias.- dijo sinceramente, y secuestró a Wen un momento para darle un abrazo- Como vuelva y hayais muerto aprenderé nigromancia solo para resucitaros y poder daros de collejas.- amenazó, intentando aligerar el ambiente.- Ah, y un foner loco me pidió que le trajese una cosa de FONERA. ¿Alguien más quiere algún recuerdo?



NOTA: nopongo color porque no tengo ganas, lo pondré otro dia.

Otro funeral, otro compañero al que decirle adiós ¿o hasta luego? Lo que sea. Otro, sí, aunque no tuviese tanto trato con él como mis amigos. ¿Y si hubiese sido Elunin? Es casi la misma situación pero al revés... Imagina que es él quien va en la barca, ¿qué harías? Vengarle y lamentar su pérdida luego. Sí, funeral incluido en el "luego"; míranos, somos un blanco fácil. Y no se quejarán Elunin o Yloh, la barca parecía cómoda.

Pero en fin, aquí estamos, despidiendo al amigo de mis amigos. Se harán más fuertes para evitar esto, dicen...  Se acabó el criticar sus acciones como anteriormente, me pasé, de acuerdo. Somos un equipo, joder. Y esta escena ni se puede ni se va a repetir, de ningún modo. Así que déjate de bronquitas y de bromas cuando no toca, que tenemos a la escoria acechando y hay que ponerse las pilas.

Eh, ¿qué hacen...? Ah, ¡las runas de comunicación! A ver si funcionan y nos quitamos un problemón de encima. Allá va Adara <<Me vendría bien entrenar con ella en serio>> Oh, bien, funcionan las runas. Pero... ¿funcionarán al otro lado del portal? F.O.N.E.R.A... ni idea, ya habrá tiempo de investigarlo.

-¿Un recuerdo? Hmm... No, creo que no, total, ni idea del mundo.

Y como he estado durante todo el rato, espero en silencio hasta que el grupo empiece a disgregarse.

Noel se puso en marcha enseguida en cuanto se hubo puesto de acuerdo con la ángel negro y les explicaron al resto lo que pretendían. Salió volando lo más rápido que pudo en dirección sureste, llevando en una mano el aparato comunicador. Cuando aún no había llegado la voz de Adara le llegó a través de la runa.
—Seguro que tú tenías menos distancia que recorrer —se quejó sistemáticamente tras pulsar el botón en un intento por recuperar un poco el ánimo bromeando—. Pero el caso es que te escucho perfectamente, por ahora al menos... Un momento que ya casi llego —se forzó para acelerar en los últimos metros y alcanzó su destino inicial—. Listo, ¿se me recibe? Cambio.

La prueba resultó satisfactoria y podía oír perfectamente tanto al grupo de los acantilados como a Adara, quien se encontraba en la otra punta de la ciudad. Así pues, tras cerciorarse bien de que la comunicación se establecía entre los tres aparatos y en todas las direcciones posibles, el draco regresó con el resto.

—Puedes quedarte con ese comunicador que acabas de usar, Nasher. En F.O.N.E.R.A. no va a servir de nada, no es posible la comunicación entre dimensiones, pero me gustaría que lo tuvieras igualmente para que puedas contactar con nosotros nada más vuelvas y ahora mientras todavía estés en la ciudad. No te preocupes si se quiebra la carcasa que lo recubre, se puede reponer fácilmente y en realidad su único propósito es mantener mejor protegido el interior —continuó explicándole mientras le señalaba el revestimiento hecho con el destilado de sus plumas—. Pero ya que no nos podemos comunicar contigo... tal vez podríamos ir verte en algún momento si no nos alejamos del portal —sugirió a sabiendas de que el asreniano estaría en aquel mundo hasta que fuese la fecha de la nueva cosecha.

La barca se alejaba internándose en el mar de reflejos rojizos, llevada rápidamente por las mareas violentas que provocaba la presencia de la Luna. No habían podido hacer más por él que organizarle un entierro tan digno como el de su ama. Lo peor de todo era que en algún rincón de su mente aquello le parecía apropiado. El chico, una vez muerta Azura, no había tenido objetivos en la vida, tan solo era un acompañante silencioso, como si ya hubiera muerto hace tiempo con ella y hubiesen compartido refugio con un fantasma. La muerte de Yloh dolía, pero el problema de fondo era algo mayor que eso. Era la incertidumbre sobre el futuro del grupo, el dolor y el miedo que cada vez les robaban más y más, surgían problemas entre ellos, se veían obligados a separarse, a alterar sus rutinas. Pero por aquel día no estaba dispuesto a sufrir más. Una cosa era decirlo y otra hacerlo, pero al menos dejó de torturarse con lo que podían o no hacer para pensar más fríamente y evitar los temas peliagudos.

La despedida de Nasher fue una buena distracción. Después de la intervención de Wen tomó él la palabra.
—Céntrate en tu misión, anda —dijo tratando de sonreír despreocupadamente, metiéndose las manos en los bolsillos. «Confía en nosotros, saldremos de esta».
Siguió la prueba que precedió a la entrega al asreniano de uno de los transmisores en que estaban trabajando Adara y Noel. Había curioseado el proyecto y también se había interesado por las runas utilizadas, pero él había estado centrado en el hechizos de translación con Giz y en la lectura del grimorio. El aparato resultó funcionar a la perfección, así que pronto tendrían cada uno el suyo.
—Apoyo la moción —añadió cuando Noel sugirió hacer alguna visita a Nasher—. Así sabemos qué tal te va por allí.
La sonrisa que le dedicó al kitade fue la primera sincera desde los entrenamientos de esa mañana.

Toima, Tania y Nia

Desconocedora de las tradiciones nublinas a la hora de partir con sus difuntos, Nia no cambió su apariencia en ningun momento y fue tal cual al funeral de Yloh. Tania habia parado de llorar hacia tiempo y ahora su rostro se veia ensombrecido por una tremenda pena y, en ocasiones, sus ojos brillaban con miedo. por otra parte, Toima, habia estado bastante rígido durante toda la ceremonia como para siquiera plantearse el porqué de esta, adoptando un rígido silencio, al igual que su postura. Nia tan solo mantuvo la compostura, pero no dijo nada durante el funeral, ni hizo nada especial después de este.
Tras que este terminara, el enorme ulterano se fue detrás de la nublina que se habia sentado sobre una piedra grande y observaba al mar romper contra la roca. Le palmeó el diminuto hombro por detrás, en comparación con su gran cuerpo y la miró a la cara cuando se giró.
-¿Como estás?-soltó, ásperamente.-¿Te encuentras mejor ya?-
La única respuesta que obtuvo de la nublina fue un ligero movimiento de cabeza y un intento de sonrisa que fracasó horriblemente a la hora de ocultar su falsedad. Creyendo que el ulterano ya habia acabado, la nublina volvio a encarar el mar rompiente. Pero Toima siguió hablando.
-Oye... Se que te puede sonar cruel... o duro... Pero a ti no te va a pasar lo mismo, ¿vale?-continuó el gigante albino con voz seca.-Yloh era nuestro compañero y todo eso pero tú no eres...-pero entonces Tania le cortó.

-¿Puedes... ¿Puedes dejarme sola un momento?-soltó, interrumpiendole. Su voz sonaba tomada por una gran tristeza entremezclada por un gran miedo.-N-Necesito estar s-sola un rato...-terminó por añadir, como si el simple hecho de hablar le costara en demasia, al borde de las lágrimas de nuevo.

El ulterano tan solo soltó un breve gruñido asertivo por respuesta y, girando con sus talones, se reunió con los demás, con cara de malas pulgas y el hecho de que estuvieran tratando de cosas mágicas no le arregló el gesto al ulterano, pero no dijo nada. Nia observó la reacción del ulterano y, dedujo por su breve charla con la chica que la habian acabado prematuramente, si es que se podia llamar charla, para empezar. La ulterana frunció sus labios de pura impotencia, ya que no sabia como ayudar a la chica. Aun a pesar de eso, la náyade atendió a la conversación (y pruebas) que se deselvolvieron más tarde y cuando Nasher les contó que iba a estar fuera una temporada, en un viaje a F.O.N.E.R.A. la boticaria esbozó una de sus sonrisas educadas y le contestó.
-Te deseo la mejor de las suertes, Nasher.-

Giz no estuvo muy hablador en toda la ceremonia, ni más adelante. La noticia de la marcha de Nasher se sumó al resto de cosas que preocupaban al asreniano, que empezaba a sentirse sobrepasado por todo lo que iba desarrollándose a su alrededor. Hubo un momento en el que sintió incluso una ligera pizca de envidia al ver el cuerpo de Yloh desapareciendo en el mar. <<Tú te vas y el problema se queda con nosotros...>>. Pero Giz, en el fondo, estaba lejos de querer seguir el mismo camino que el nublino; justo al contrario, quería sellarlo de alguna manera e impedir que fuera una opción probable para él ni para sus compañeros. Y de alguna manera era eso lo que lo desanimaba, la tarea les venía grande a todos.

-Vuelve-sonó firme, más a orden que a petición o necesidad (que es lo que realmente era), y fue lo único que le dijo Giz a Nasher a modo de despedida. Imaginaba que el aparato comunicador no funcionaría entre mundos y el saberse acertando eso no le ayudaba a sentirse reconfortado.

Encogido bajo su poncho, con la gola cerrada y el ánimo perdido, el goliat se limitó a esperar a que desalojaran la playa. De vez en cuando volvía a mirar al mar y se recordaba a sí mismo que el agua estaba plagada de alimañas.

Sigue en el Cuchitril.

Nasher sonrió. Era una sonrisa algo triste,pero sincera, por el regalo y todo lo quele estaban ayudando a pesar de la situación. Iba a echar mucho de menos a todos, pero a Giz al que más. Por eso le molestó un poco la frialdad de su despedida, aunque comprendía que el goliat debía estar sobrepasado por todo lo ocurrido.

-Claro que volveré- le dijo acariciándole la mejilla- Y en cuanto cruce el portal,lo sabrás, y me tendrás una semana por lo menos pegado a ti porque estaré falto de cariño.- se obligó a reir, e interrumpió la risa con un beso largo y ansioso, sabiendo que sería el último que daría en mucho tiempo.

Cuando se alejaron de los acantilados, y llegó el momento de separarse, Nasher intentó levantar los ánimos, y se despidió de todos con un abrazo y promesasde regalos. Estaba de mejor humor, confiaba en ellos, y en que cuando volviera a Rocavarancolia estarían todos perfectamente bien.

No pronuncié palabra alguna durante el trayecto. Fui corriendo, levitando y en ocasiones caminando fuera de un caminito de sombras que colaban bajo mis pies sin yo quererlo, pretendiendo obstaculizarme o detenerme. No las miraba, tan solo miraba hacia delante. Quería alejarme de ellas pero, realmente, huía de sus voces. Por eso me fui hacia los acantilados, para poder silenciarlas ligeramente con el romper de las olas.

Cuando llegué, me senté cerca del borde pero a una distancia prudencial que provocó varias risitas en mi escolta particular. Las onyces se agruparon en torno a mí, cubriendo mis flancos  mi espalda, peleándose entre ellas por cubrir o despejar la vista del mar. Con un par de órdenes, conseguí que solo dejaran libre esa parte de la "habitación" que habían construido con sombras. Lo que no conseguí fue que dejasen de susurrarme al oído, acercándose por turnos o bien desde las paredes que sus mismos cuerpos formaban. Intenté centrarme en mis pensamientos, poco a poco y cada vez con mayor efectividad. Como no había deshecho el hechizo de levitación, ni lo iba a hacer, me quedé a unos centímetros del suelo, con las piernas cruzadas, e incluso acabé cerrando los ojos. Pero rápidamente los abrí, ya que así estaba a la merced total de las onyces o de cualquier peligro. <<Podría ganarme un dinerillo haciendo esto en alguna calle de la Tierra>> Una bromita para liberar tensión nunca venía mal antes de...

¿De qué? ¿De verdad me estaba planteando la posibilidad de matar a sangre fría, por un amigo, por alguna causa que no fuera defensa propia o de mis amistades? Estaba claro que, si mi vida corría peligro, ni me lo pensaría, aunque luego corriera riesgo de que las consecuencias de mis actos me persiguieran tiempo después. Ahí estaba ligeramente justificado... Pero en otros casos... Yo no lo necesitaba, para empezar. Sin embargo, las onyces insistían en que ellas sí, que estaba en su naturaleza, que la muerte les atraía... Y si yo era su bruja y pretendía llevarme bien con ellas, no podría hacerlo si no las contentaba de alguna manera... Por otro lado, estaba Dhelian. Esto tampoco sería fácil para él... Vamos, ¡ni punto de comparación conmigo! Por eso me había ofrecido a ayudarle, para llevar el peso de la situación entre dos... Pero no lo había pensado bien antes de hablarle. ¿Sería capaz? Podía hacer como las onyces me decían: sin pensar, solo actuar, pero eso me convertiría en un monstruo como esos de los que huíamos en la cosecha. No en el mismo tipo de "monstruos" que poblaban la ciudad y te invitaban a cerveza.

Venganza sugerían varias onyces. Venganza sobre la ciudad, por todo lo que nos había hecho y por los amigos que se había llevado. Ni siquiera con todo lo que pasó, tanto a macieleros, letargunis y sendarios, ni siquiera la maldita ciudad se encargó de la rata y el otro; tuvo que ser Marsi. Pero suficiente había leído en la Tierra como para saber que la venganza sin un objetivo, un nombre claro no llevaba a nada. Conquista era otra palabra. Venganza sobre la ciudad y conquistarla, para nosotras... ¡Ja! Apenas era una novata, recién transformada. Si nadie había decidido seguir esa ruta sería por algo, así que no iba a empezar yo ahora. Volviendo a la "venganza", algo de razón tenían a la hora de justificar muertes ajenas: ¿quién demonios había hecho las trampas con que nos encontramos? ¿Quién demonios había construido aquel circo del horror? Esos bien podían estar muertos, bien seguir vivos y haberse reído de lo lindo con nuestros errores. Si seguía ese tren de pensamiento, la vía no me llevaba a nada más que odio. Odiaba la cosecha, odiaba lo que nos había pasado, odiaba la ciudad, odiaba en parte a los que nos trajeron... Pero no podía justificar muertes con eso porque me gustaba el resultado. A nivel personal, obviamente. Si hubiera sabido que lo pasaríamos tan mal para llegar aquí...
Onyx—Habría venido igualmente.
Alice—No, no...

<<¿Y por qué no? Lo hemos pasado mal, sí. Pero mira los resultados: amigos de otros mundos, ¡podrían ser alienígenas!; decir amigos es decir poco, ¡nos llevamos muy bien!; sobre todo Dhelian... y Marsi, Marsi; magia, ¡magia, maldita sea, soy una maldita bruja!; tengo un montón de seres que parecen hadas oscuras a mis órdenes, ¡mías!; he aprendido a luchar, aún soy un desastre, pero puedo apañarme y mejoraré; ¡mundos que visitar!; magia, ¡cientos, miles de hechizos a mi disposición!>> ¿Que no firmaría para venir? Vaya que si firmaría. Los que habíamos perdido... podrían haber sido otros, incluso yo misma como temí aquel día al salir de Gamides... <<Hay que volver, ahora que recuerdo>>

Conforme con eso... Matar. Las onyces no se equivocaban: tarde o temprano tendría que hacerlo. Incluso más tarde si en el camino de vuelta alguien me deseaba algún mal. <<Bueno, en ese caso mejor huir; no tengo hechizos de ese calibre a mi disposición>> Si mi vida estaba en juego, lo haría. ¿Y con respecto a Dhelian? Intentaría buscar alguna alternativa o algún consejo de los dos que conocimos en la Taberna. No iba a convertirme en una asesina... ¿Pero dónde estaba el límite en esta ciudad entre lo ético y lo aceptable? A nadie excepto a mis amistades le importará lo que haga. <<El principal problema soy yo... Y estoy en desventaja: las onyces y parte de mí están en contra de mi otra parte... >> Magia. <<Estamos rodeados de magia. Si llegado el caso Dhelian tiene que matar... Se puede hacer más liviano para él e indoloro para su presa. Dormir, anestesiar, lo que sea. Evitar el trauma ante todo. ¡Y que sean mala gente! Casi como los vampiros de Rice, que parecían justicieros... Tendrá que servir>>

No me gustó nada la frialdad del último pensamiento, pero era una buena idea. Una idea que llevó a otra que puse en marcha de inmediato.

—Nos vamos—anuncié, levantándome con rapidez.
¿A dónde? ¿Ya te has decidido?
—A la Sede, a hacer una breve visita. Y eso no es de vuestra incumbencia.
¿Sede? ¿A ver a...
—No, al vampiro. Necesito consejo—dicho eso, dediqué una última mirada al mar y me giré de vuelta a la ciudad.

Me tragué una risita cuando las onyces entendieron que iba a hacer esa visita por haber "abrazado la muerte" como me llevaban tanto rato susurrando. Si había alternativas para Dhelian, preferiría agotarlas antes de pasar a la última opción.

Sigue en la Sede.

Habia encontrado el lugar idóneo para entrenar con sus estirges y también entrenar su fuerza, escalando en este caso, no causaba destrozos y no molestaba nadie, ademas casi nadie iba a allí. Era perfecto.

Dhelian podía ver el oleaje rompiendo contra el acantilado, las estirges volaba posándose en las rocas y bajando a la bahía. El se encontraba sentado en una de las rocas del acantilado, observando el horizonte distraidamente, con su cuaderno en la mano y su lápiz, dibujando con tranquilidad tras el esfuerzo físico, pues prácticamente había escalado parte del acantilado a pulso.

Se sentía relajado y de buen humor, tras las noticias que había recibido apenas un par de días atrás. Con muchas energías que necesitaba gastar de alguna manera. No todos los días te invitaban a una fiesta, no a el al menos así que tenia cierta ilusión por ir con todos sus compañeros de cosecha.

Desde que se enteró, era como un bicho inquieto, pudiendo competir en nerviosismo con Xalkoth ante la curiosidad de saber quienes irían.

-¡Ya quiero ir! - estaba siendo un poco niño pequeño. Pero que demonios, era un niño, por una vez que se comportara un poquito como uno no pasaría nada. Querer pasárselo bien, después de pasarlo tan mal en la cosecha no era algo malo ¿no?.

-¿Dónde quieres ir?- preguntó Zmey, inclinándose sobre Evelhan.

Se había acercado desde atrás levitando unos centimetros sobre el suelo para no hacer ruido, aunque si no fuera por la dirección del viento, el ghoul le habría olido.

Habían quedado para verse después del entrenamiento, ya que sus estilos en cuerpo a cuerpo eran tan distintos que se estorbaban. Además, al piromante le gustaba pelear solo.

-Está genial- comentó, sentándose a su lado y señalando el dibujo- Yo solía dibujar un poco antes, pero no se me da muy bien, prefiero escribir.- rió.

Zmey se había ido soltando rápidamente tras los primeros encuentros con el brugho. Le resultaba fácil estar con él, y no se había dado cuenta hasta el momento lo muchísimo que añoraba el contacto humano, y hablar con alguien de forma normal.

El brugho metió un saltito en el sitio al ser interpelado, ahogando un grito de susto en su garganta. No lo había escuchado ni olido.

-No me asustes así -pidió mirando al brujo, mirándolo con reproche y sintiéndose avergonzado por su tonta reacción. Eso le pasaba por no estar mas atento.

Sonrió ampliamente cunando lo vio sentarse a su lado, dispuesto a contarle, con la ilusión que llevaba sintiendo desde que se lo dijeron lo de la fiesta pero el piromante lo distrajo al hablar de su dibujo: un cielo al atardecer plagado de estirges.

-Gracias -murmuró con timidez bajando la vista hacia su dibujo- Me gusta mucho dibujar y últimamente solo hago runas. Ya me parece verlas volando alrededor mio- levanto la vista al escucharle hablar de que escribía- Tienes que enseñarme algo y así yo te enseño todos los dibujos que hice -añadió como oferta con una sonrisa traviesa. Todos no, tenia uno de el, un boceto apenas de una de las veces que estudiaron en la biblioteca, pero ese no se lo enseñaría.

-Oh y sobre lo de antes -dijo no olvidándose de que se había quedado a medias con lo anterior, su humor mejorando exponencialmente conforme hablaba- Me han invitado a una fiesta, a mi y a mis amigos. Y tengo muchas ganas de ir - añadió mirando al piromante al caer en algo. El también era su amigo ahora y a el no le habían dicho nada de no poder llevar a alguien mas- Ven conmigo Zmey, seguro te divertirás y así puedo presentarte a mis amigos -añadió el brugho mirándolo atentamente con una sonrisa ilusionada. Le había hablando a sus amigos un poco de el durante ese tiempo, pero nunca había llegado a presentarlos, aquella era también una buena oportunidad.

-Trato- aceptó, arrepintiéndose casi al instante. La verdad es que llevaba muchísimo tiempo sin escribir nada, y lo poco que conservaba era de su época de cosechado, o de antes de ''morir''.

<< Me moriría de vergüenza si viera eso...>> pensó. Tal vez podría intentar sacar algo antes de que se vieran la próxima vez, claro que no esperaba que fuese mucho mejor.

Sonrió al ver el entusiasmo de Evelhan al hablar, contagiándose un poco de su alegría. La sonrisa se apagó cuando recibió la invitación.

-Eh, no estoy muy seguro, no soy muy bueno con la gente y, no se, a lo mejor molesto- dijo, jugueteando nervioso con el colgante que llevaba al cuello- Quiero decir, que no conozco a mucha gente, y no quiero ser un lastre, ¿tal vez sería mejor si vas con tus amigos?

No recordaba la última fiesta a la que había ido. Los de Letargo habían hecho algun encuentro en la playa, pero todo formaba parte del pasado.

Parpadeo al escucharle decir que molestaría en la fiesta. No veía porque lo haría, el tampoco era muy bueno con la gente, así que tal vez era por eso. pero en un fiesta era para divertirse y disfrutar, conocer gente, tomar algo.

-Sino querían que invitaran a gente aparte de nosotros, lo habrían dicho. Si dicen algo te protegeré-dijo Dhelian  entrecerrando los ojos, siendo mas graciosos que amenazante ver al daeliciano decir aquello. Aunque bien podría ser real sus palabras. Suavizo su expresión al mirarlo, sonriendo

-Te presentare a mis amigos y así ya conocerás a mas gente. Ademas ya conociste a Dama Onyx en la puerta del burdel aquella vez - añadió con una sonrisa picara y una suave risa asomando a sus labios, sabiendo que  se acordaría, mas tras el shock que había sido para ambos verse así esa vez- Les caerás bien a todos, seguro.- añadió mirándolo, intentando convencerlo.

-No tienes motivos reales para negarte y tu también eres mi amigo -añadió Evelhan osbervandolo, mientras una estirge bajaba y se posaba junto a el- ¿O no lo eres acaso? Ven, sera divertido.

Zmey no tuvo más remedio que soltar una carcajada. Le enternecía la idea del ghoul protegiéndole. Parecía que no le iba a quedar más remedio que ir, ya que, aunque sabía que Evelhan se conformaría si decía claramente que no le apetecía, también sabía que estaría torturándose toda la noche por no haber aceptado.

La verdad era que, tenía ganas de ir. Había permanecido demasiado tiempo aislado, encerrado en una misma habitación, acosado por pesadillas, deseando morir. Incluso antes de su intento de suicidio, se pasaba los días entrenando y sufriendo el silencioso desprecio de Yoel. Le hacía falta divertirse, y conocer gente nueva. Dhelian y sus amigos podrían ser un nuevo comienzo.

-De acuerdo, tú ganas.- cedió, tras comerse bastante la cabeza.- Dime donde quieres que vaya y cuando.

<< Es por tu bien>> se dijo.

Dhelian le miro feo al escuchar su carcajada a su costa, pero no se lo tomo a mal. Espero a que se pensara el ir sin insistirle de nuevo hasta que no le dijera. No iba a obligarle, pero si quería que fuera. Sonrió ampliamente al ver que aceptaba, levantándose de la roca.

-Ven a Serpentaria, puedes ir conmigo y mis amigos, si te da tiempo de conocerlos un poco antes de estar en todo el barullo de al fiesta -añadió diciéndole cuando seria el día. Se había dicho no obligarle sino quería, pero el había aceptado ir así que si cambiaba luego de opinión no iba a aceptarlo, porque inicialmente dijo que si. Era una forma rara de pensar pero era factible para el brugho- Y si cambias de opinión en el ultimo segundo no pasa nada, te llevare a cuestas, que puedo a pesar de lucir así -añadió Evelhan señalando su propio cuerpo, que a decir verdad con esa imagen de crió no daba ni para levantar una maza. Que engañosa era su apariencia.