Acantilados

Nia se acercó y notó al instante que el oleaje rompia con fuerza. Salio a la superficie a comprobar que era esa masa enorme que veia delante de ella. Ya, debajo del agua, la Luna se podia apreciar en el cielo. Nia salio a la superficie. Delante de ella se extendia un enorme cementerio de barcos, aunque Nia no sabian lo que eran a ciencia precisa, recordaba una explicación de Gael al respecto que los humanos usaban barcos para transportarse por mar. Y entonces volvio a pensar en Gael. la Náyade negó con la cabeza y se palmeo la cara para pensar con claridad. Decidio que aquel lugar podia ser bastante bonito para vivir asi que entro por la galería que estaba más cerca. Este por dentro no era bonito. Tan solo una de las habitaciones estaba presentable y estaba tan inclinada que era como si durmiera en el suelo. Probó en otros barcos pero la mayoria de veces se repetia hasta que al final encontró uno negro y enorme, majestruoso pero tetrico a la vez. En la quilla descansaba el nombre escrito en rocavarancolés de: "El Pirata Afortunado".
<<No deberia de serlo mucho para acabar asi...>>
Habia oro por todas partes, de los ocho camarotes intactos, cuatro estaban inundados del metal valioso. Nia gruñia al verlo ya que desde pequeños el oro se asociaba con la realeza y la realeza estaba mal vista por las sociedad como unos ladrones y unos parásitos. Aun asi, Nia encontró un colgante de plata en forma ovalada. Si accionaba su botón este se abria y dos fotos de de dos seres que no eran ni humanos le devolvieron la vista. Sacó las fotos y se quedó con el colgante. Mañana seguiria buscando por el barco y en el camarote del capitan un precario camastro carcomido por el mar descansaba impecable en en orden. Nia se metio entre las sabanas y en un acto como de parodia al sueño de los terricolas se quedó dormida, arropada y musitando cosas sin sentido mientras acariciaba el desgastado terciopelo de la almohada. Todos los eventos de aquel día le habian hecho olvidarse otra vez de su compañero, Harm.


Nia despertó de una vez. Serena y tranquila. Sumida en el abrazo del agua marina y arropada. Se frotó los ojos. ¿Cuanto tiempo habria pasado? Como estaba en el camarote no podia ver la superficie del agua y por lo tanto deducir si habia pasado un día o no. La habitación estaba sorprendentemente iluminada, bañada con el color azulado. Nia buscó la fuente que emanaba esa luz tan bonita y tardó en darse cuenta de que era ella misma. Su cuerpo entero brillaba, siguiendo el contorno de la piel, por motitas intermitantes que brillaban con una luz celeste. Nia se quedó fascinada mientras seguia mirando su cuerpo. Si se concentraba lo suficiente podia hacer que las luces parpadeasen, se apagasen o brillasen con más fuerza. Era justo como algunos peces y crustacios, de vuelta en su planeta. Brillaban bajo el mar y usaban esas luces para tener trampas a los incautos. Nia río. Ya tenia una cosa divertida que mostrarle a Gael. Se acercó a la puerta de la habitación y encontró algo que no habia visto al entrar. Una brillante tiara de color plateado se asomaba de entre una pila de libros raidos. Nia se acercó por pura curiosidad y estudio el objeto. Sin duda era para llevarlo en la cabeza. Nia cogio la joya y se la puso en la frente, enganchada por detras por una fina cuerda plateada y salio del camarote. La Luna seguia estando en lo alto, bañando con luz rojiza el mar. Nia observo sus alrededores, aparte de alguna fauna menor, no vio a nadie asi que salio a la superficie y comenzó a nadar hacia el río.
(continua en el río)

Nia seguia pensando en si todos se convertirian como Jack mientras, alumbrada por la luz que emababa su cuerpo recorria el mismo camino que habia tomado hace horas. Llego entre los naufragios y volvio a encontrar el "Pirata Afortunado". Entró en el camarote y se acostó en la cama. Se miró la mano y jugueteo con las burbujas que le salian de la boca. Cuando se cansó de eso se arropó y se quedó dormida profundamente. Aquel día se le habia hecho largo. Muy largo.

En forma de humo y dejándome llevar por la brisa, alejándome de Helli y su delicioso aroma, este es sustituido por uno de sal, de agua. Y pronto veo el mar, lanzándose con furia contra acantilados sobre los que se erige el faro. Voy recuperando mi forma en los pies y me sirven de contrapeso para ir bajando lentamente. Cuando la altura no es tan grande, termino de transformarme aunque me cuesta varios pares y pares de minutos; y caigo al agua entre las olas, pero lejos del rocaje afilado y de los restos de navíos naufragados. Cuando me zambullo, salgo presto del agua y me subo a un barco a medio hundir <<A saber qué criaturas hay en el agua de este mundo...>> Voy acercándome a la orilla, yendo de barco en barco y nadando en ocasiones hasta llegar a una roca que sobresale de la superficie tempestuosa del agua. Me siento en su "cima" y miro al mar, recostándome sobre la roca y agarrado a esta para no escurrirme. ¿La ropa? Ya la secaré, ahora lo que quiero es olvidar el olor de la sangre e impregnarme del salino olor del mar, pues quizá sirva para paliar el otro...<<Aunque durará poco y estoy seguro de que la próxima vez no podré controlarme tanto...>> Las olas se lanzan contra mí mientras cierro ojos y boca, con ímpetu arrollador. Me aplasto contra la pared de la roca y sigo aguantando los embites del agua hasta que ya no huelo más a sangre, ni yo ni mi ropa. Después vuelvo a saltar al agua y nado con rapidez hacia la orilla, donde me siento con la espalda apoyada en el acantilado. Desato el látigo y lo chasqueo varias veces para que se seque mientras lo miro con detenimiento. <<Lo puedo seguir usando como arma, pero aún mejor ahora ya que puedo atrapar el cuello de la presa y atraerlo directo a mí>> pienso mientras me relamo, aunque dejo de hacerlo un poco horrorizado <<Va a acabar gustándome esto y no es bueno...Pero si no lo acepto, no sobreviviré...Adaptarse o morir...Pero adaptarse a ESTO... maldita sea...>> Vuelvo a anudar el látigo y luego desenvaino la espada <<De nada me sirve clavarla en las presas, no me alimento de carne sino de su sangre. SU SANGRE... Maldita sea...>> Sacudo la cabeza para alejar los pensamientos contrarios y sigo examinando el arma <<¿Y algún uso mágico? Quizá la transformación me permita hacer magia...Puedo transformarme en humo y me cansa cuando lo hago, igual que si Cain hacía un hechizo o muchos seguidos... Quizá pueda hacer yo magia, lo cual sería bueno o malo, aprenda o no a controlarme...>> mientras pienso me rasco la nuca y descubro que el pelo me ha crecido en este tiempo en Rocavarancolia. <<Es más largo y rebelde, pero no me lo cortaré. El Jack antiguo murió, el de ahora se convierte en humo, bebe sangre, lleva el pelo rebelde y largo y...>> Vuelvo a alejar estos pensamientos y sigo con lo de la magia <<Buscaré el libro de hechizos en el burdel o en el torreón y a ver qué puedo hacer. Y tengo que averiguar qué soy, quizá mi transformación tenga su propia magia, ya que nadie que conozca se ha convertido en humo antes...Y ya veré qué hago con la espada...>> Decidido, me levanto y miro la pared de piedra que se alza hacia el cielo. No debería hacer muchos esfuerzos si quiero ir al Burdel o al torreón, pero la idea es tentadora y me pongo a trepar con cuidado y agilidad...
(Continúa en el Área Noreste)

Nia se despertó algo alterada al recordar los eventos que ocurrieron hace tan solo unas horas. Despues del todo no podia olvidar la cara que Jack le habia puesto. Tragó saliva y alejó ese pensamiento, junto con todos los demás que no queria que le atormentaran. Acto seguido pensó si Gael estaria pensando en ella y en que le iba a responder. Nia se sonrojó un poco y acto seguido unas esferas de luz comenzaron a bailar entorno a ella iluminando la sala de blanco. Nia se fascina al verlas flotar a su alrededor pero lo que pronto viene pronto se fue y desaparecierón. Nia sabia que no habia hecho eso con su cuerpo...¿podia ser...magia? No. Harm ya lo intentó y no consiguio nada. Nia pusó las manos en la posición como entonces y murmuró lo mismo que Harm en su momento, solo que menos frustrada y relajada, como si fuera un juego, que lo era...para ella. Al instante el agua entorno a sus manos se puso a ebullir y una cortina de burbujas inundó el camarote. Nia abrio los ojos. Era imposible. No habia podido antes. Eso...¿era magia? Por alguna razón se sentia algo cansada como si hubiese salido a dar un paseo, aunque acababa de levatarse de la siesta.
Estaba cambiada. No se reconocia. Podia hacer magia, ahora era libre por el mar abierto, la Luna le habia cambiado. No se sentia la misma niña que pretendia que esto era un juego y que iba a despertar, junto con Harm, de vuelta en su casa. Nia negó con la cabeza. Tenia que practicar la magia. Era muy útil y todo poder nuevo era una ayuda para sobrevivir en la ciudad. Encontró en el armario un fardo y se lo colgó del hombro. Si conseguia contactar con alguien del torreon le pediria que le trajera alguno de esos cristales y algun que otro libro. Con todo el revuelo de magia, Nia seguia sin darse cuenta de la desaparición de Harm.
Salio a la superficie y miró al cielo. La Luna les miraba a todos como si fueran insectos y el agua, rojza, intentaba reflejar su forma.

Atravieso la ciudad buscando a los demás, mirando desde el aire en cada esquina y cada calle que no parezca demasiado peligrosa. ¿Dónde estarán todos? Después de pasar mucho tiempo paseándome por la ciudad escucho el sonido del mar. Levanto la cabeza, curioso, para ver de dónde viene. Sigo el murmullo de las olas y acabo llegando a un acantilado que da al mar. Creo que es la primera vez que me acerco tanto al mar de Rocavarancolia. Y además hoy no es un día normal. El mar está revuelto, la Luna lo altera todo con su presencia. Se la puede ver reflejada en el oleaje, que distorsiona su forma esférica. Me hipnotiza una vez más su reflejo, su brillo carmesí. Suspiro, notando esa sensación enervante en cada músculo, en cada hueso. El cambio me aterroriza y me sume en la calma al mismo tiempo, pero eso nada tiene que ver con lo nervioso que me encuentro. En el mar tal vez estaría ahora Nia. No he tenido mucho tiempo de pensar en lo que me ha dicho. Somos tan diferentes que me asusta. Ya me asustaba antes, reconozco sonrojándome. Y no sé qué pasó antes de la Luna, ese día fue... extraño.
Me acerco más al final del acantilado y termino por pasar por encima de él, quedándome con el mar bajo mis pies. Veo muchas formas que se mueven al compás con el agua. Decenas, cientos de barcos encallados. En la oscuridad bañada de rojo parecen una enorme criatura formada de piezas de diferentes barcos, algo amenazador y sombrío. Sin embargo en un punto se puede apreciar una luz de diferente color, un brillo celeste que llama mi atención. Me acerco lentamente con gran curiosidad, ese brillo me resulta familiar, pero debería andarme con cuidado, podría ser cualquier bestia que puebla el mar. Y como había comprobado en los libros de la biblioteca, había muchas a las que no me convenía acercarme.

Nia parpadeo varias veces y se frotó los ojos. Se habia quedado ensimismada mirando la Luna. Se dio cuenta de que eso le pasaba muchas veces.
<<Será por el cambio...>>
Nia se quedó pensativa. No sabia si deberia ir al río por si Helli volvia o buscar alguna entrada subterranea para ver si se podia pasear entre rocavarancolia sin tener que salir del agua. Mientras tanto, Nia jugaba con su bioluminiscencia, dando fogonazos a las criaturas de abajo que, confundidas se acercaban a la luz, ensimismadas en ella y entonces Nia les daba un susto y salian escopetados del lugar. Nia se río al ver como se asustaban.
De pronto pudo distinguir a lo lejos una luz azul acercandose al mar abierto. A Nia se le iluminaron los ojos. Tenia que ser él, sin duda. Nia nadó rápidamente en su dirección y cuando estaba relativamente cerca comienzo a brillar intermitentemente mientras llamaba su nombre y saludaba con la mano.
-¡Gael!¡Gael!Gael!-

-¡Nia! -exclamo asombrado al encontrarla allí-. Al final te has ido del río... ¿estás bien? -Desciendo hasta donde está ella y sigo hablando de forma entrecortada-. Hay muchas bestias peligrosas aquí... ten mucho cuidado. He consultado libros, sobre el mar, sobre mon... fauna... El mar tiene seres peligrosos, como las sirenas, ten cuidado con ellas. Ya investigaré más. -La miro durante un instante, tan sola allí, tan desprotegida... Sé que no está indefensa, la Luna nos hace más fuertes a todos, pero no sé, me resulta imposible estar tranquilo hasta que sepa que se puede defender bien-. Y sobre mí... aún no tengo nada en claro. Tengo que encontrar a los demás, no sé dónde están.
Estoy inquieto, quiero saber dónde están todos pero tampoco quiero abandonar a Nia. En ese momento alguien llega al acantilado. Es una figura oscura, alada. Parece amenazadora, y sin embargo su pose no lo es. Me acerco con cautela, con los hechios bullendo por mi cabeza por si eran necesarios. Pero lejos de intentar atacarme, intenta ver a través de mis llamas. Su piel todavía está a medio camino de oscurecerse, y puedo reconocer a la chica que solía ser.
-¿Adara? -pregunto, asombrado por su cambio-. ¿Qué eres...? ¿Puedes volar? -La miro de arriba a abajo, ha cambiado mucho, pero ahora es un ser majestuoso, que infunde respeto. Sin embargo la Adara que yo conocí seguía allí, era esa su mirada-. ¿Has visto a los demás? Los estoy buscando... Nia está aquí abajo. -Señalo el punto luminoso y luego floto a su alrededor, nervioso-. ¿Puedes cuidar de ella un momento? Necesito saber si los demás están bien... no tardaré.
Me acerco a Nia de nuevo y sin bajar hasta su altura le hablo.
-Ahora vengo. Perdón por irme de nuevo. Cuando acabe esto... cuando acabe esta locura ya... ya... -bajo la voz- hablaremos. ¡Adiós!
Me alejo del mar a toda velocidad, ascendiendo por los acantilados y pasando al lado de Adara, a quien saludo con una mano rápidamente antes de desaparecer de nuevo entre los edificios cercanos.

En mi deambular, veo una llama azul flotando encima del mar. Me acerco curiosa y me encuentro que tal llama rodea a un chico, Gael. Oigo lo que me dice y, antes de que se aleje, respondo.
-Por supuesto puedo cuidar de ella -aunque lo cierto es que la cambiada Nia parece muy a gusto en el mar-. No te preocupes, chico, y ve. Cuando vuelvas, todos podremos hablar con calma.

Me giro para observar a la Nia que permanece en el mar. Me acerco hacia ella y consigo apreciar sus cambios con más detalle, pues no es la primera vez que la veo y noto las diferencias.
Recuerdo que tenía otra consciencia en su mente, llamada algo como Harm. Pienso que, si tiene que hacer acto de presencia, ya me lo hará saber cuando eso suceda... Mientras, parece que estoy hablando con Nia.

-¡Buenas noches de Luna Roja, Nia! -le digo más eufórica de lo normal. La experiencia de libertad que estoy viviendo y un cierto orgullo cuyo origen no logro concretar hacen que esté más exaltada de lo normal.

Nia se entristecio cuando Gael le dijo que se tenia que ir otra vez. Pero lo entendio asi que se despidio de él con un adios casi inaudible y miró hacia otro lado. De pronto, hacia ella se abalanzó una figura negra como el azabache y roja como la Luna. Nia instintivamente se metio en el agua. Pero la criatura le comenzó a hablar y conocia su nombre. Asomó la cabeza por la superficie.
-¿Quien eres? ¿Como conoces mi nombre?-
<<¿Puede que sea un cosechado?>>pensó y se fijó mejor.
-¡Adara!-exclamó hacia bastante que no le veia.-Tambien te has transformado...Te ves más...¿oscura? y molan tus alas rojas.-dijo con un movimiento de cabeza.

-¿Qué decir de ti, niña? Ahora encima brillas y puedes nadar y bucear tanto como quieras. Parece que lo mío no ha acabado, por eso. Mi piel se va oscureciendo cada vez más y parece... tengo la sensación... como si algo más tuviera que salir. Pero bueno, de momento todo está bien y... ¿Qué decir? No me puedo quejar, ¡vuelo! Nunca había pensado que esto de volar sería tan maravilloso.

Me detengo, pues ésto está empezando a ser un monólogo.

-¿Y qué me dices de ti, Nia? ¡Estás encantadora!

-Volar de seguro debe de sentir bien...-dice Nia con cara soñadora. Adara la elogia y Nia se sonroja. Juguetea con sus dedos.
-Gra...gracias...-dice tímidamente.A Nia no se le daba bien que la elogiasen-Y-y-y-y...bueno...¿sabes algo de los demás cosechados?-Intentaba cambiar el tema de conversación y un pez brilló más abajo lo cual llamó su atención lo justo como para tener una escusa para desviar la mirada.