Acantilados

-¡Nia! -exclamo asombrado al encontrarla allí-. Al final te has ido del río... ¿estás bien? -Desciendo hasta donde está ella y sigo hablando de forma entrecortada-. Hay muchas bestias peligrosas aquí... ten mucho cuidado. He consultado libros, sobre el mar, sobre mon... fauna... El mar tiene seres peligrosos, como las sirenas, ten cuidado con ellas. Ya investigaré más. -La miro durante un instante, tan sola allí, tan desprotegida... Sé que no está indefensa, la Luna nos hace más fuertes a todos, pero no sé, me resulta imposible estar tranquilo hasta que sepa que se puede defender bien-. Y sobre mí... aún no tengo nada en claro. Tengo que encontrar a los demás, no sé dónde están.
Estoy inquieto, quiero saber dónde están todos pero tampoco quiero abandonar a Nia. En ese momento alguien llega al acantilado. Es una figura oscura, alada. Parece amenazadora, y sin embargo su pose no lo es. Me acerco con cautela, con los hechios bullendo por mi cabeza por si eran necesarios. Pero lejos de intentar atacarme, intenta ver a través de mis llamas. Su piel todavía está a medio camino de oscurecerse, y puedo reconocer a la chica que solía ser.
-¿Adara? -pregunto, asombrado por su cambio-. ¿Qué eres...? ¿Puedes volar? -La miro de arriba a abajo, ha cambiado mucho, pero ahora es un ser majestuoso, que infunde respeto. Sin embargo la Adara que yo conocí seguía allí, era esa su mirada-. ¿Has visto a los demás? Los estoy buscando... Nia está aquí abajo. -Señalo el punto luminoso y luego floto a su alrededor, nervioso-. ¿Puedes cuidar de ella un momento? Necesito saber si los demás están bien... no tardaré.
Me acerco a Nia de nuevo y sin bajar hasta su altura le hablo.
-Ahora vengo. Perdón por irme de nuevo. Cuando acabe esto... cuando acabe esta locura ya... ya... -bajo la voz- hablaremos. ¡Adiós!
Me alejo del mar a toda velocidad, ascendiendo por los acantilados y pasando al lado de Adara, a quien saludo con una mano rápidamente antes de desaparecer de nuevo entre los edificios cercanos.

En mi deambular, veo una llama azul flotando encima del mar. Me acerco curiosa y me encuentro que tal llama rodea a un chico, Gael. Oigo lo que me dice y, antes de que se aleje, respondo.
-Por supuesto puedo cuidar de ella -aunque lo cierto es que la cambiada Nia parece muy a gusto en el mar-. No te preocupes, chico, y ve. Cuando vuelvas, todos podremos hablar con calma.

Me giro para observar a la Nia que permanece en el mar. Me acerco hacia ella y consigo apreciar sus cambios con más detalle, pues no es la primera vez que la veo y noto las diferencias.
Recuerdo que tenía otra consciencia en su mente, llamada algo como Harm. Pienso que, si tiene que hacer acto de presencia, ya me lo hará saber cuando eso suceda... Mientras, parece que estoy hablando con Nia.

-¡Buenas noches de Luna Roja, Nia! -le digo más eufórica de lo normal. La experiencia de libertad que estoy viviendo y un cierto orgullo cuyo origen no logro concretar hacen que esté más exaltada de lo normal.

Nia se entristecio cuando Gael le dijo que se tenia que ir otra vez. Pero lo entendio asi que se despidio de él con un adios casi inaudible y miró hacia otro lado. De pronto, hacia ella se abalanzó una figura negra como el azabache y roja como la Luna. Nia instintivamente se metio en el agua. Pero la criatura le comenzó a hablar y conocia su nombre. Asomó la cabeza por la superficie.
-¿Quien eres? ¿Como conoces mi nombre?-
<<¿Puede que sea un cosechado?>>pensó y se fijó mejor.
-¡Adara!-exclamó hacia bastante que no le veia.-Tambien te has transformado...Te ves más...¿oscura? y molan tus alas rojas.-dijo con un movimiento de cabeza.

-¿Qué decir de ti, niña? Ahora encima brillas y puedes nadar y bucear tanto como quieras. Parece que lo mío no ha acabado, por eso. Mi piel se va oscureciendo cada vez más y parece... tengo la sensación... como si algo más tuviera que salir. Pero bueno, de momento todo está bien y... ¿Qué decir? No me puedo quejar, ¡vuelo! Nunca había pensado que esto de volar sería tan maravilloso.

Me detengo, pues ésto está empezando a ser un monólogo.

-¿Y qué me dices de ti, Nia? ¡Estás encantadora!

-Volar de seguro debe de sentir bien...-dice Nia con cara soñadora. Adara la elogia y Nia se sonroja. Juguetea con sus dedos.
-Gra...gracias...-dice tímidamente.A Nia no se le daba bien que la elogiasen-Y-y-y-y...bueno...¿sabes algo de los demás cosechados?-Intentaba cambiar el tema de conversación y un pez brilló más abajo lo cual llamó su atención lo justo como para tener una escusa para desviar la mirada.

Vaya, así que es vergonzosa, la niña... Aún así, me gusta. Vergonzosa, pero no por ello le falta personalidad.

-Aparte de Gael, no he visto ningún otro cosechado, al menos de cerca. Sí que desde las alturas he visto la ciudad un poco más revolucionada de lo normal... Pero por cautela no quise bajar a mirar -me quedo unos segundos en silencio, sin saber exactamente qué decir, hasta que se me ocurre una pregunta chorra con la que, al menos, tener algo de que hablar-. ¿Qué tal la vida en el mar? ¿No es demasiado peligroso para una criaturita como tú? -ciertamente, Gael parecía bastante preocupado por ella, y yo misma quería salir de dudas.

La ciudad estaba alborotada. Era normal. Esperaba que ninguno de sus amigos le hubiera pasado nada...Adara le pregunta por el mar.
-¿El mar?-dice Nia ladeando la cabeza-Aquí estoy muy comoda. Tengo comida, tranquilidad y sobretodo, agua.-Nia rie inocentemente.-De momento no me he encontrado con nada qu me pueda comer. Creo que soy el máximo depredador de esta costa.Aun asi, tambien me se defender bien.-dice ese último con un puchero. No era una princesita que necesitara ser rescatada.
- ¡Y estoy aprendiendo a hacer magia!-comenta ilusionada

Me paseo por las calles cercanas una y otra vez, me recorro algunos lugares que alguna vez habíamos visitado todos juntos, pero no encuentro a nadie. Incluso diviso la enorme catedral a lo lejos. Aquel edificio tétrico del color de la propia luna me llamaba de alguna manera, parecía brillar con luz propia. Decidí que ese lugar sería el próximo al que iría, pero no sin antes volver con las chicas. Tal vez encontrásemos la manera de traer a Nia con nosotros.
Regreso a los acantilados. Empiezo a notarme agotado, no debe de quedar mucho tiempo para el amanecer ya. Aún así mantengo el ánimo, la noche es inquietante y emocionante, y eso es suficiente para mantenerme en pie.
-¡Hola! -saludo mientras regreso. Me acerco a ellas y levito a su lado-. No he encontrado nada. No he ido demasiado lejos, pero esto no me gusta. Y quiero... quiero ir a la catedral. Ese edificio tiene algo raro, me llama y al mismo tiempo me da miedo... no, repulsa. Pero hay algo extraño. Nia... ¿quieres venir? -Miro a Adara, con sus magníficas alas no tendrá problemas-. He pensado que... puedo lanzarte el hechizo de levitación, y así podrías seguirnos por el aire, ¿crees que puedes? Alejarte del agua, digo. No... no te quedes aquí sola, en medio del mar, y esta noche, con el mar revuelto y sus monstruos... agitados.
Las llamas que cubren mi cuerpo se intensifican por unos instantes, dando énfasis a mi frase, que en cambio estaba pronunciada más bien de forma tímida.

-Magia... Ahora que lo comentas, es algo que no he intentado hasta ahora... -algo me decía que sí, que evidentemente era capaz de hacerlo-. Algún día tengo que probarlo, seguro.

Veo a Gael que se acerca, saluda, y nos pregunta si queremos ir a la catedral.

-No hay problema, Gael -y continuo, mirando a Nia- Ella no creo que tenga problemas con el mar. No es una criatura cualquiera, no es una presa fácil de alcanzar...

-¡Gael!-dice al verle volver. Sonrie.-¿Una catedral?-Nia ladea la cabeza. Habia algo que le llamaba en tierra pero no tenia muchas ganas de salir del agua. Gael le propone usar el hechizo de levitación.-¿Volaré como la última vez? Entonces si, iré con vosotros...-Nia nota que Gael se preocupaba por ella. Y se sonroja a la vez que intenta darle a entender que ella está bien y que no deberia precuparse tanto por ella. Pero, dentro, muy dentro de su ser, lo agradecio.
-¡No te preocupes! ¡Aqui estoy muy bien! En cuanto se pase la luna seguro que será un lugar muy divertido.-
Nia da saltitos en el agua chapoteando alegremente ante la expetactiva de volar.
-¿Nos vamos?-

Nia y Adara aceptan a venir conmigo. Sonrío complacido y aliviado por que quieran acompañarme. No quiero irme solo, ni dejar sola a Nia, así que es la mejor opción, o eso espero.
-¿Preparada? -pregunto antes de empezar con el hechizo. Ella asiente y le lanzo el sortilegio. Empieza a levitar, y le sonrío. Después miro a Adara, para ver si está lista también, y cuando ella alza el vuelo, los tres nos vamos hacia aquella extraña catedral. Según nos acercamos vemos cada vez más detalles. Me atraer y repele al mismo tiempo, pero gana el primer sentimiento. Cuando aprecio un foso de lava a su alrededor me estremezco. Ese edificio tiene algo extraño, pero quiero examinarlo de cerca.

(Continúa en Rocavaragálago).

Nia llegó a los acantilados y se posó al borde, con la mitad del cuerpo de medusa colgando. Se tapó la cara con las manos al mismo tiempo que comenzó a llorar. Su sollozo se entremezclaba con el romper de las olas, así que así no seria encontrada por nada ni por nadie en ese estado. ¿Porque habría muerto Harm? Esa era la pregunta que más se planteaba Nia a si misma. Se culpaba a ella misma, normalmente no habría desobedecido a Harm, pero es que se equivocaba. ¿Y si había decidido que era un estorbo para ella y se había quitado la vida él mismo? La cabeza de Nia le daba vueltas con pensamientos negativos. Se abrazó los hombros y sorbió. ¿Qué iba a hacer ella sola a partir de ahora? Harm siempre la guiaba por el mejor camino. Había sido como el primer y mejor amigo que nunca tuvo, sin importar que la llamasen loca. Nia negó con la cabeza.
-Ahora todos hemos cambiado...Y hasta Harm ha desaparecido...-
Tuvo una recaída y se llevó las manos a la cara. Hizo un movimiento en falso y se quedó flotando sobre el acantilado. La idea estúpida y completamente macabra de suicidarse se pasó por la mente de la pequeña.
Nia avanzó en el aire, hasta situarse por encima del acantilado. Si cesaba el hechizo, Nia estaba segura de que moriria. Tragó saliva.

Voy dando un paseo hacia la playa de ayer, la que se esconde bajo los acantilados. De camino me sobresalto al ver una criatura removiendo los escombros de un edificio medio derruído, pero no parecía más que una especie de rata grande. Me parece increíble como esa tontería me hubiera hecho gritar de miedo cuando llegué aquí. Supongo que todos nos habituamos a Rocavarancolia.
Pronto veo los acantilados a lo lejos, ya oscurecidos por la falta de luz. Se puede escuchar el mar a lo lejos, y me imagino a Nia nadando en él con alegría, con los peces congregados a su alrededor. Esa es su verdadera naturaleza, a fin de cuentas. Cuando ya casi he llegado veo un brillo azulado flotando en el aire. ¿Será ella? ¿Por qué no estará en el agua? Me apresuro a llegar hasta allí, sonriendo y llamándola.
-¡Nia! -grito alegremente. Cuando llego prácticamente a su lado me doy cuenta de que está flotando sobre el vacío-. ¿Qué haces?
Me freno en seco cuando se vuelve y puedo verle la cara. Sus ojos están rojos, como si hubiese estado llorando durante un buen rato. Me pongo nervioso al instante. ¿Qué ha pasado aquí? No sé qué hacer pero me acerco con cautela a ella, frotando sobre el vacío.
-Nia, ¿qué ha pasado? ¿Qué haces? Ven aquí. -La tomo de la mano y trato de arrastrarla hasta el borde del acantilado. No puedo imaginarme qué ha podido pasar de repente o... no sé qué pensar. Parece muy afectada y reticente a moverse. Suelto entonces su mano y simplemente me abalanzo sobre ella para para abrazarla en el aire. No sé qué más puedo decirle hasta que no me cuente qué le pasa, pero trato de sujetarla de forma protectora. Quiero que sepa que pase lo que pase estoy aquí. Poco a poco me deslizo hasta el borde. Me da pánico de forma inconsciente ver a alguien con ese aspecto demacrado sobre un precipicio. Separo un poco la cabeza para mirarla y la interrogo una vez más con la mirada, mientras le aparto un pequeño mechón de pelo de la cara.

Nia oye una voz a lo lejos y se seca las lágrimas. Se gira lentamente. Era Gael que se acercaba hacia ella a gran velocidad. Apartó la cara y se dio la vuelta, intentando que el chico no viera la mala cara que tenia.
-Nada...no hago nada...-le contesta con la voz quebrada pero el chico, insistente le toma de la mano y la arrastra hasta la tierra firme. Le comienza a interrogar, pero Nia no contesta. Contestar duele demasiado. De pronto, Gael la abraza y Nia da un chillido de sorpresa. Pronto, se siente atrapada por sus brazos. No tiene fuerzas para pelear, todo duele y una punzada en el pecho le obliga a hablar. Sus palabras entrecortadas, se ven interrumpidas constantemente por sollozos.
-Es Harm...está...está...-Nia hunde la cabeza en el pecho del chico y como si las palabras le dolieran las pronuncia, quebrándose la voz.-ha muerto...-

Espero mientras ella se decide, hasta que finalmente rompe a llorar y me cuenta, entre sollozos, que Harm ya no está. ¿Ya no está? ¿Desde cuando? Aquella noche... ni ahora, ni ayer... Harm no estaba, y ella todavía no se había dado cuenta hasta ahora... Esta sí que es una situación que me supera. ¿Qué puedo decirle? Nada de lo que yo diga puede aliviarla ni traer a Harm de vuelta. Es muy difícil enfrentarse a estas situaciones, y ver a alguien que quieres de esta manera. La abrazo con más fuerza y dejo que llore cuanto necesite. Pero si quería decir algo tenía que hacerlo ahora, no esperar a que no me saliesen las palabras. Abro y cierro la boca, dándole vueltas, hasta que me lanzo sin pensar, nervioso.
-N... no... no sé qué ha pasado, p... pero, pero... Nia... cuenta con tus amigos, cuenta conmigo, ¿va... vale? -Ha sonado tan ridículo que me dan ganas de darme cabezazos contra una pared-. Vamos... volvamos al torreón, igual ha vuelto Vacuum y... y... -Recuerdo con él sí que sabía ayudar a la gente. Ojalá estuviese aquí-. Podemos estar todos juntos, y... y ayudarte. Lo siento... lo siento mucho.
Cuando termino de hablar siento que mis ojos también se humedecen. Hundo la cara en su pelo y suspiro casi imperceptiblemente. Es un trago demasiado duro. Y lo peor es mi inutilidad total para tratar de ayudar. Tiemblo de tristeza y de rabia, y de una sensación de frío que vine de mí mismo. Me separo un poco de Nia y pasándole el brazo sobre el hombro la empujo suavemente hacia el torreón, hacia...
-Vamos a casa.

Nia asintió. ¿Porque se le habría pasado por la cabeza esa idea tan estúpida? Gael y los demás aun estaban. No iba a hacer algo tan estúpido como aquello. Nia siguió asintiendo, sin decir una sola palabra. Tenia el alma desgarrada y la mente hecha un lío. No podía parar de llorar y su garganta le había abandonado. No podía pronunciar nada inteligible sin ponerse a llorar aún más fuerte. Gael dijo de ir de vuelta al torreón. Nia miró al mar. Y luego se giró hacia Gael. Sus ojos vidriosos coincidieron con los del chico que parecía también al borde de las lágrimas también. Nia hunde su cabeza en el pecho del chico.
-No...no me pude despedir de él...-se aferró a la camiseta del chico.-Quiero...quiero hacerle una tumba...-
Nia no pensaba con claridad, pero intentaba sobreponerse a la muerte de su primer y mejor amigo. No podía, simplemente el peso de los sentimientos era demasiado grande para ella así que se sumió otra vez en un sollozo solo que más silencioso, mientras volvían al torreón.