Bahía de los Naufragios

Después de que todos desayunaran tranquilamente, salieron hacia la bahía para entrenar, como todas las mañanas. Wen pasó antes por el burdel para cambiarse de ropa, donde Kaethe le preguntó por qué había estado desaparecida esos dos últimos días. Wen le explicó un poco por encima lo de que Vac y Noel eran hermanos; que ella se había ido a pensar; la muerte de las Alicias, y, finalmente, que había pasado la noche en Serpentaria porque quería pedirle perdón a Noel. Kaethe sonrió con picardía y la vouivre la miró reprobatoriamente, para luego ignorarla. “Maldita niña de mente sucia.” Pensó mientras salía del burdel junto a Vac.

El entrenamiento pasó sin problemas, de forma un poco decaída por parte de los de la Sede, pero no del todo mal. Al terminar, y cuando se fueron Nia y Matt, Gael, Noel y Wen se acercaron a Vac, Adara y Toima, con intención de exponerles el plan. Wen solo explicó su acto como cebo y dejó el resto del plan a los otros dos. Tras mucho debatir, quedaron en concretar detalles después de comer y, en ese mismo momento, comenzar con el plan, por lo que Wen decidió irse pronto al burdel. “A ver si convenzo a alguna de las chicas a que me dejen ropa elegante. Combinada con alguno de mis pocos vestidos podré dar la imagen que necesito.” Reflexionó mientras se ponía rumbo a su casa.


Sigue en el Antiguo Mercado.

Giz había llegado un pelín tarde al Castillo y Miloslava no había dudado en reprenderle, tenía un genio difícil a veces, pero al asreniano le caía bien. Hoy además era un día especial, pues tocaba el primer experimento serio desde que habían empezado las clases con ella. Habían tenido que ir a la casa de ventas de Garoni a por semen de íncubo y, para ello, había cubierto a la pobre profesora de amuletos y runas por todo el cuerpo, fue como un escudo mágico andante. Afortunadamente todo fue al dedillo.

Salió del castillo unas horas más tarde con la alegría de que su primer experimento estaba saliendo bien. Tenía a una gata preñada de tres pequeños gatitos con espolones venenosos en las zarpas delanteras. O eso serían si nacían bien. En el peor de los casos, nacerían muertos o incluso matarían a la madre con el veneno, pero eso eran gajes del oficio y Giz tenía confianza plena en que le saldría bien, de todas formas. La gata se encontraba en una mazmorra acondicionada previamente y un sirviente prestado le llevaría de comer cuando tocase. Giz además había anclado varios hechizos para tener conocimiento casi pleno del estado del animal. Si algo iba mal, se enteraría.

Y de momento no había pasado nada. Giz estaba llegando a la bahía, dónde había quedado con sus amigos para seguir hablando del tema de anoche (a una temperatura menos aletargante). Se acercó hasta el grupo, que acababa ya de entrenar por hoy, y los saludó a todos con gesto alegre.

-¿Sabéis que viene una nueva camada de gatos en camino?-no pudo evitar informarles nada más llegar-. Son venenosos, de arañazos urticantes-añadió divertido. Luego dejó sus experimentos genemágicos aparcados y volvió al tema que les interesaba ahora-. Y bien, ¿habéis concretado algo?-mudarse de Serpentaria le hacía tanta ilusión como crear especies nuevas.

El día en los entrenamientos transcurre con relativa normalidad. Aunque el ambiente todavía se notaba algo enrarecido, en general la mayoría parecía estar más o menos como siempre. Lo cual en mi caso era una novedad. Hacía ya más o menos una semana desde la última vez que había estado de mi humor habitual. A pesar de todo de vez en cuando me acordaba de Alicia y mi estado de ánimo decaía, pero hacía todo lo posible por que no me afectase demasiado.

Cuando terminamos, Gael y yo les pedimos al resto que esperen. Giz no tarda en llegar y lo saludo cuando se acerca y comienza a contarnos sus avances en sus clases de genemagia.
-¿Gatos que te envenenan cuando te arañan? Espero que nunca confundas a Odin con uno de tus sujetos de prueba o serás culpable de mi asesinato -bromeo con una pequeña carcajada-. Todavía no hemos dicho nada, estábamos esperándote.
Tras intercambiar algunas palabras con Giz y Gael, me dirijo hacia los demás para contarles lo que habíamos hablado anoche.
-...Así pues, finalmente llegamos a la conclusión de que deberíamos abandonar Serpentaria cuanto antes. Muy pronto. Y ganarnos la vida por nuestra cuenta de una vez por todas. No es sólo que creamos que es lo adecuado, sino que es lo que queremos hacer. Hemos pensado que tal vez a alguno os interesase... -digo con entusiasmo tras resumir entre los tres nuestra conversación de anoche-. Y bueno, también queríamos informaros a todos sobre nuestros planes, claro.
Los miro a todos sonriente esperando su reacción, tengo muchas ganas de comenzar a llevarlo a cabo.

El entrenamiento de hoy transcurre con una cierta normalidad, aunque esté algo cansada de esta noche en que casi no he dormido. A pesar de esto, me cuesta algo arrancar pero una vez he tomado el ritmo ofrezco el nivel habitual en los entrenamientos y, de paso, disfruto de este. Cuando terminamos estos, oigo a Giz mencionar una nueva camada de gatos… venenosos.

—Oye, Giz, ni se te ocurra acercar esos gatos a los muebles o podemos quedar bien escaldados. ¡Imagínate si se dedican a probar las garras en la cama!

Veo como él, Noel y Gael intercambian unas palabras y, al volver con nosotros, nos cuentan de su plan de ir a vivir fuera de los lugares asignados por el Consejo.

—¿Que si me interesa? –Respondo mirándole fijamente con una sonrisa en los labios–. Estimado discípulo, usted me debe haber leído la mente o algo por el estilo… Esta mañana pensé yo en algo similar, así que sólo me queda añadir una cosa: ¿para cuando la mudanza? También tenemos que buscar un lugar, claro. –Suelto una breve risita y añado–: Como quien diría, mis jóvenes polluelos, es hora de dejar el nido. Si es que existe algo similar en Rocavarancolia.

Nia

La ulterana confirmó sus sospechas al oir de labios de Noel como Gael y él se irian de la torre Serpentaria. Un pequeño suspiro se le escapó. No llegaba a entender que tenia de malo el quedarse en la torre. Cierto era que pronto estaria a rebosar de nuevos cosechados y que iba a ser temporaneo, pero pensaria que se quedarian al menos unos años más. La niña tambien sabia que no podria irse con ellos, no con los planes que tenian pensados. Pero decidio no preocuparse por aquello, ya que si queria visitarles no tendria más que recorrerse la ciudad. Tras un breve momento de silencio, sonrio y habló, dando su opinion.
-Pues mira que bien. Ya bastaba de estar todo el dia en la torre. Asi podreis crearos un ambiente cómodo para vosotros y poderlo llamar hogar. Eso es muy importante.-dijo.
Aquello le hizo pensar. ¿Qué deberia hacer ella con todo aquello que tenia planeado? Los chicos se mudaban, en la sede al parecer muchos tomaban su camino y quedaban atrás los nuevos cosechados, con los que Nia no tenia mucho contacto. Se encogio de hombros mientras se metia en el agua de la bahia para pensar mejor y más calmada, acariciada por la corriente. Se recogio el pelo dorado en una coleta trenzada que le colgaba por delante y echó la cabeza hacia atrás.
-Todos tienen que dejar el nido alguna vez...-se dijo a si misma.

Toima y Tania

El ulterano continuó con un ejercicio de estiramiento cuando todos los demás terminaron, pues estaba algo cansado y distraido, bostezaba. Cuando escuchó las noticias de Noel se cayó de morros contra el suelo, llenandose la boca de arena. Tras mucho toser y escupir, ayudado por unas palmaditas en la espalda por parte de la nublina miró a los chicos incredulos.
-¡Cómo os pireis sin mi os seguiré y os colgaré de las orejas!-exclamó mientras escupia con cara de desagrado por la salinidad de la arena. Pero su mala leche solo se vio creada por el hecho de haberse tragado arena y no por que la idea le pareciera mal. Tras aquello, comentó la noticia de mejor humor.
-Pues me parece genial esto, estaba harto de vivir con gente me importa bien poco ya que Adara se va, y con la gente con la que quiero estar tenga que tirarme a pata por la ciudad. Asi que ya estas contando ¿qué más tenias pensado?-comentó con una sonrisa.

La nublina por su parte no le importaba mucho el lugar donde viviese mientras siguiese en la ciudad y con Toima. Bueno, quizás echaba de menos a alguien más que se uniera a ellos en aquella aventura, pero no iba a ser tan egoista como para ofrecerselo directamente. Aun conservaba la esperanza que cualquiera de los presentes pensara en lo mismo que ella. Cuando miró al ulterano, se le veia tan emocionado que ni se habia dado cuenta que aun tenia la cara y pelo lleno de arena y no pudo evitar soltar una risilla. Por su parte el albino la miró, y se acordó de otra cosa.
-¡Ah! Pues perfecto. ¡Tania! Hoy mismo iremos a hablar con el consejo y traeremos "eso".-dijo con un aire de complicidad.
La nublina fruncio el ceño antes de responder.
-¿"Eso"? No querrá decir...-contestó sin terminar.
-"Eso".-dijo asintiendo con la cabeza hacia la nublina. Se giró hacia los demás con una amplia y traviesa sonrisa, como la de un niño que planeaba una travesura.-"Eso" es aun una sorpresa, asi que no pregunteis. Solo puedo decir que lo conocereis cuando tengamos esa casa asentada y nos hallamos mudado.-dijo y añadio.-Prometo que será algo bueno y que merecerá la pena el secretismo.-

Tras una noche reparadora en mi cama arenosa un rayo de luz se cuela por la ventana de mi habitación dándome en la cara haciéndome abrir un ojo y bufar. -Pffff... Cago en diez.- Digo mientras pongo una mano tapando el rayo de luz. -Valiente mierda... Coño.... Con lo temprano que es.- La cama pierde consistencia por lo que me sumerjo poco a poco en su interior hasta que la oscuridad vuelve a reinar en mi visión. -Mm mm... Un ratito mas.- “Que mal se me ha dado siempre madrugar.” Pienso mientras bostezo y vuelvo a caer dormido.

Un par de horas después me despierto y me adecento para bajar a desayunar. Mientras me preparo un par de tostadas escucho como los chicos se preparan para salir a entrenar por lo que me como las tostadas casi sin masticarlas y salgo rápido a prepararme para salir. “Algún día me tomaré un cafelito o algo para bajar las tostadas que últimamente mis comidas son bastante secas. Aunque bueno últimamente no me cuesta mucho tragar la verdad... Un autentico garganta profunda si señor.” Pienso mientras subo por las escaleras sonriendo por mis propias divagaciones y recojo mis cosas.

Por el camino casi no hablamos de lo ocurrido en los últimos días cosa que yo agradezco bastante dado que nunca se me dieron bien hablar de cosas importantes. “Prefiero arreglarlas e intentar pensar lo menos en ellas.. es lo mejor.. siempre lo ha sido.” Una vez llegamos a la bahía me concentro en la modulación de la arena y la jornada se me pasa volando. Una vez decidimos terminar el entrenamiento matutino recojo el libro y los granos de arena aunque dejo que una parte quede flotando en forma de esfera y con un pequeño movimiento de mis dedos esta comienza a moverse a mi alrededor con direcciones aleatorias.

Escucho a Noel cuando nos cuenta la idea de irse a vivir a otro sitio y su invitación a seguirle. Escucho en silencio las respuestas de los demás en silencio sopesando la idea de acompañarles. -Vaya.. No se que decir.- “Se me hace raro... Ellos me invitaron a a vivir juntos y ahora.. Se marchan... Se va hacer algo aburrido la vida en Serpentaria. Pero es lo mejor que puedo hacer ahora mismo.” -Pero bueno no se... ¿Vais a seguir viniendo no?Quiero decir.- Hago una pequeña pausa y les sonrió. - Esta bien que decidáis hacer algo mas que os llene...No se. Yo os pienso seguir dándoos el coñazo.- Digo bromeando. -Pero ya en serio. Yo cuidaré el fuerte. - Digo con una mano en el pecho. “Pensándolo fríamente Matt... Es lo mejor que puedo hacer ahora.. Allí puedo seguir practicando sin problemas.”

Un poco antes de que tocase recoger oficialmente, me aparto dando por finalizado mi entrenamiento por hoy. La punta de una espada había rozado accidentalmente la piel del vlakai que estaba usando y me puse a coser rápidamente con un poco de hilo y una aguja que suelo llevar en un pequeño zurrón donde ahora también van los guantes.

Cuando casi había terminado la faena veo a Giz acercándose a la bahía y anudo el hilo rápidamente para ir a recibirlo. La verdad es que el vlakai necesita ser repuesto con urgencia, pero ir a los subterráneos y conseguir uno de estos en concreto no es tan sencillo ni rápido, por desgracia. Al llegar, Giz lo primero que comenta es algo sobre su nueva camada de gatos.
-Parecen interesantes, pero si se os escapa alguno y llega a los cosechados se van a llevar una buena sorpresa -comento después de Noel y Adara, cuyas intervención casi me hacen soltar una risotada.

Y después por fin toca contarle todo a los demás, explicarle nuestras motivaciones para dejar los refugios y el modo de ganarnos la vida que se nos ha ocurrido. Los demás no están sorprendidos ni se oponen, al contrario, tanto Adara como Toima se apuntan sin dudarlo siquiera. Una sonrisa de oreja a oreja se queda en mi cara al escuchar que a todo el mundo le hace ilusión, eso no hace más que aumentar la mía propia. Aunque eso sí, hay dos que no parecen tan contentos, pero no se oponen. Nia y Matt, que se quedarán en la torre. Matt apenas acaba de llegar a la ciudad y Nia… no podríamos obligarla a vivir de ese modo ni en cualquier lugar, en Serpentaria tiene una habitación adecuada y estarán ambos alejados de líos. Precisamente a ellos me dirijo cuando Matt pregunta si iremos a visitarlos.
-Por supuesto que no vamos a desaparecer solo por irnos a vivir a otro sitio… seguimos estando cerca, podemos seguir entrenando y todo eso. Por mí, iremos a menudo de visita a Serpentaria, de veras. –Además allí está la pequeña biblioteca, donde según qué cosas se encuentran más fácilmente que en la principal-. Y vosotros podéis venir cuando queráis también. –Luego me dirijo a los demás, los que han dado el visto bueno a la mudanza-. ¿Os parece si vamos esta misma tarde a buscar casas abandonadas que podamos habitar? En la zona norte, por ejemplo, allí hay muchas en relativo buen estado.

Mientras hablaba también escuchaba a Toima y Tania hablando, y cuando me callo, el ulterano se está dirigiendo a nosotros para compartir a medias el secreto.
-¿Qué? Vamos, ¿de verdad no tenemos derecho a saberlo antes de tiempo? –pregunto con un poco de fastidio-. Más vale que sí sea bueno –termino, recuperando la sonrisa.

Esta playa no es de arena, sino que está hecha de diminutos trozos de concha y cristal pulido que brillan cuando les da la luz, algo que no pasa muy a menudo, pues la playa está a la sombra de los acantilados, y solo se puede llegar a ella a través de un estrecho pasaje entre la roca. Una ingente cantidad de barcos naufragados y maderos descansan allí.

Tras un largo recorrer de calles y callejones, sin toparnos con ninguna criatura directamente, aunque se vislumbren rastros indefinidos en esquinas y en el empedrado, llegamos al borde de un escarpado acantilado y más allá, un turbulento mar plagado de lo que da nombre a la bahía. Poco después encontramos el pasaje que descendía entre la pared rocosa, donde les rogaría cuidado y atención mientras yo bajaba delante. Y si alguien resbalaba, se toparía conmigo.
-Cuidado...-gruñía cada vez que una piedra se escurría bajo mis polvorientas botas. <<Más nos vale pasárnoslo bien o que no pase nada o no vuelvo a este sitio...>>

Y una vez abajo, sorpresa por la composición de la playa. Lo de las conchas, era esperado, pero <<¿Cristal pulido? Qué diantre...>> pienso, sorprendido tras agacharme a comprobar el descubrimiento. Y otra cosa rara.
-Gran Madre... Por qué hay un faro justo donde más naufragios hay... No tiene sentido...-pero me cruzo de brazos y sonrío al grupo, señalo el agua y el infinito y digo fingiendo tono solemne y sin mala intención hacia Tap.-Y esto es el mar, Señora, señorito y repoblador.

Pero el tono y mis gestos me recuerdan la pesadilla y les doy la espalda, para luego sentarme en la playa y mirar al horizonte, preguntándome qué habrá al otro lado del mar y de paso olvidar la maldita pesadilla.

Habían vuelto a cruzar el foso gigante, descubriendo esta vez de qué tipo de bichos vivían entre los huesos. La imagen había producido escalofríos al repoblador y casi se podría decir que había volado más rápido entre las casas, hasta dar por fin con la playa. Atol puso gesto teatral y presentó oficialmente el mar al resto del grupo. Tap resopló, << ¡Qué paciencia hay que tener con estos seres! >>.

-Ya sabía lo que era el mar, carcelero-dijo con retintín, recordando todavía la encerrona bajo la cesta-. Y esto parece más una porquería.

No había arena, no había palmeras ni ningún de hierba. El suelo era de minerales pulidos que Tap no identificaba. Costaba identificar en qué lugar acababa la playa, pues la superficie del agua estaba cubierta de maderos rotos y podridos. Tap había ido a la playa en unas cuantas ocasiones y no se parecían en nada a esto. << Esto parece más un vertedero... >>. Sobrevoló con cuidado los trozos de madera y se alejó de ellos con gesto casi apenado. << Pobres árboles... >>. Los debían de haber talado, tallado y doblegado hasta construír lo que ahora no eran más que desperdicios.

-Vaya asco de sitio...-lo único útil era el agua y no tenía muchos más usos salvo escocerle los ojos a alguien-. Por mi parte nos podemos ir.

Yrio había pasado todo el camino dando saltitos. Parecía que aquel entusiasmo ridículo e infantil iba a convertirse en costumbre con cada salida. La novedad era el estado de alerta al que mudaba en cuestión de segundo cada vez que Atol abría la boca. No quería que su primera visita al mar terminase en desgracia como las otras veces que habían salido, y sus nuevas armas pasaban por su mente como suspiros con cada sobresalto.

Despues de cruzar un estrecho paso entre paredes de roca, una visión preciosa y terrorífica a la vez se descubrió ante él. Era el mar, sin duda, tan extenso que no se veía el final, teñido del color pálido del cielo y con cierto tono verdoso, pero no tenía la majestuosidad de la que Serok le había hablado, había algo turbio en ese mar << Tal vez lo haya exagerado...>> Maderos podridos y trozos de... barcos destrozados flotaban entre las olas << Los barcos se usan como transporte por el mar>> recordó, y se llevó la mano al bolsillo donde guardaba su libreta. Rápidamente se quitó las botas que se veía obligado a llevar (y que odiaba) y hundió los pies en la arena. Era tan suave y fresca. Caminó hacia la orilla y por el camino le dio un puntapié a un madero partiéndose una uña.

-Fuuuuuuuuuuuuuuuuuu-gritó, para luego murmurar entre dientes un hechizo de curación.

Cuando llegó al agua metió los pies. Luego una mano. Se llevó los dedos a la boca y los lamió, confirmando que estaba salada... Salada y asquerosa.

Algo desilusionado pero igualmente tentado por la curiosidad, paseó por la orilla con los pies metidos en el agua y la vista centrada en los barcos. Eran todos tan diferentes y extraños, cada cual a su manera. Yrio quería explorarlos todos, pero tenia miedo del mar, de lo que pudiese vivir en el agua oscura.

-¿Qué tipo de seres viven en e mar?- preguntó

La tierra tenía un tacto raro en sus pies. como suave y poco consistente. Yrio había acabado por llevar botas, pero a menos que el frío trajese una nevada y la forzase a ello, Alder prefería sus pies al aire, y el tacto de la piedra bajo sus plantas. La hacia sentirse mas segura de cómo y qué pisaba. Se agachó para hacer pasar entre sus manos con gran fascinación aquel tipo de tierra, que parecía, visto de cerca, miles de piedras diminutas y redondas.
Y el mar, nada la habría preparado para aquello, porque simplemente no lo habría imaginado así.
- Es un lago muy grande, sí.
Yrio se metió poco a poco, y ella le siguió. La primera sensación, que le sacó un escalofrío, fue la temperatura. Estaba frío, ¿y qué lago esta frío?
Alder se fijaba mucho en lo que hacía Yrio, que parecía tan bien informado sobre todo. Por eso imitó su gesto de chupar las manos mojadas, antes de darse cuenta de su reacción negativa.
Primero le resultó desagradable, pero luego un sabor tremendamente curioso. Saladito, como el sudor. Le pareció una idea muy atractiva, el pensar en lamer la sal del cuerpo de otra persona, y deseó entonces que Seon se hubiera apuntado al plan.
- Es agua ¿no?- dijo mirando la planicie que se extendia hasta perderse de vista.- peces y algas como en los lagos y ríos ¿a lo mejor?
- ¿ Y Que son todas esas cosas de madera? ¿son casas curvas o algo asi? No voy a preguntar porque estan rotas, porque todo aqui lo está

Tap comenzaba a impacientarse. El sitio era un completo desatre, pero ninguno de sus compañeros parecía tener ganas de irse. Escuchó que Alder e Yrio comenzaban a hacerse preguntas totalmente obvias y decidió que cuanto antes se las respondieran, antes se marcharían.

-Sí, peces y algas, y otros animales que sean capaces de vivir en agua salada sin escocerse-explicó con un tono un poco seco-. Y eso probablemente sean barcos rotos: como monturas para desplazarse por el agua, pero artificiales-había oído historias sobre barcos. Los repobladores de las islas aprovechaban la madera caída para crear embarcaciones con las que cruzar el mar para volver al bosque. Sin embargo, jamás había visto uno en todas las veces que estuvo en la playa. << Normal, son isleños, no les pueden salir demasiado bien. Seguro que se hunden todos >>.

En otra ocasión se habría preguntado si los restos de esta playa eran de barcos isleños, pero le pareció que no. Sería demasiado bonito que se pudiera llegar al bosque desde este mar.

-El caso, ¿podemos irnos ya o vamos a esperar a que se haga de noche, aparezcan esos monstruos llameantes en el cielo y nos ataquen hasta abrasarnos vivos? Porque no me hace especial ilusión morirme hoy-con un gesto tan áspero como su voz, la avispa viró en el aire y echó a volar por dónde habían venido un rato antes.

(Sigue en la Cicatriz)

-Peces...

Yrio había visto pocos peces, en parte porque siempre había preferido mantenerse alejado del río y en parte también por la manía que les había cogido gracias a las bromas pesadas de su edeel. Le dio patadas al agua para formar ondas y salpicaduras y con el movimiento desenterró algo brillante. Era una piedra de colores perlados, rosas y blancos, algo mayor que una uña. La miró y remiró embobado por el brillo mientras movía la arena con al pie. Podría haber más.

-Alder, vamos a coger piedras bonitas para Seon- dijo enseñándole la que había cogido y luego metiéndosela a la chica en el escote para ''ponerla a salvo'' -Y también hay mucha madera, podríamos recoger algo para el horno- propuso

Tap ya había echado a volar, refunfuñando. Seguramente todo aquel paisaje no era nuevo para él, pero si ya lo conocía podría haberse quedado en el torreón. No pensaba ir con prisas porque a aquel bicho parlante se le antojase. Escupió en su dirección y le lanzó un insulto que sonaba mucho peor en su idioma. << Que se largue, yo voy a recoger piedras y madera>> Tras haber reunido un montón decente pero transportable y haberse llenado los bolsillos con piedrecitas brillantes emprendieron la marcha de vuelta.

- espero que no quieras meterme troncos en el escote, porque tampoco tengo tanto pecho- dijo con media risa.
Tap parecía aburrirse, y no gustarle mucho todo aquello. El agua esta no debe ser util para su huerto. Sin embargo ella ayudó a Yrio a coger madera. La idea de platos ricos preparados por Atol o su aurva se le hacía muy tentadora. También le hubiera gustado buscarle una utilidad a las piedras. Algo bonito para hacerle a Seon, pero ella era demasiado torpe en todo lo artistico como para intentarlo.

Nia

Tras seguir un rato en el torreón Letargo, se dieron un tiempo para opinar entre ellos y comentar algunas cosas más de los cosechados. La gran mayoria siguio, intrigada a Nia, quien les condujo brevemente al burdel en el cual, para sorpresa de los ocupantes del mismo, salio acompañada de Erika y juntas, se encabezaron hacia la playa.
El sonido de las olas rompiendo contra la costa arenosa era lo único que sonaba de fondo mientras Nia les explicaba lo que iba a hacer a continuación. Por extraño que pareciera, todos estuvieron de acuerdo con la idea y pronto Erika conjuró numerosas burbujas de gran tamaño. Poco a poco lograron entrar todos y cada uno de ellos en sus respectivas burbujas. La ulterana, al no necesitar una, procedio a ayudar a los demás a entrar en las suyas. Buscó con la mirada a Gael, quien seria el que más problemas tendria más problemas para entrar y adaptarse en la burbuja. Pero el chico ya se las habia apañado, usando un cadaver, encontró su manera de entrar dentro y ya estuvieron todos listos.
El pelo de Nia se sacudia de un lado al otro, dotado de vida, excitada como estaba, no podia controlarse de la emoción. Tantas personas les habia picado la curiosidad aquello que, por primera vez en su vida, los nervios hicieron que un sin fin de tics aparecieran en ella. Con una palmada, les llamó la atención y le dio una señal a Erika. Acto seguido, estaban sumergiendose en el agua a gran velocidad. Las burbujas, controladas por su creadora, eran bastante estables y lo suficientemente transparentes para que se pudiera ver a través de ellas. Nia encendio sus luces y entonces vieron el fondo de la playa iluminado. Varios peces, asustados, encontraron refugio en unos arrecifes. A lo lejos se podia apreciar varios navios hundidos.
La nayade nadaba entre las burbujas a gran velocidad, con una gran sonrisa, comprobaba que, en efecto, aguantaban bien y se giró hacia Elunin para darle las direcciones de hacia donde iban. Por el camino, sortearon uno o dos bancos de peces que, curiosos, se habian acercado a la luz de Nia. Entre aquellos peces, dos seres alargados se separaron y se enrollaron junto a Nia quien les recibio con caricias y risas. Llegaron a cierta parte en la que los rayos del sol no tocaban. Tan oscura y negra cuyo final no podia verse. Nia se paró en seco y se giró hacia el grupo con una cara de enfado. Algo les habia seguido. Una de las sirenas que todavia decidia acercarse tanto a la costa les habia seguido todo el trayecto. Nia la echó con un hechizo de impulso que la mandó lejos. Resoplando fuertemente, volvio a encabezar al grupo. Siendo un camino que habia recorrido infinidad de veces, sabia que no habia un mayor peligro que una sirena o dos solitarias y por tanto no se molestó en apagar sus luces sino que, más bien, hizo que iluminaran incluso más, siendo ella su guia en aquel abismo oscuro. Nadaron descendiendo en círculos, para que las burbujas se acostumbraran a la nueva presión poco a poco. Nia se pasaba entre las burbujas contestando a cualquier pregunta que les pudiera surgir.
Aunque se lo estaba pasando bien, sabia que sus amigos no podrian estar mucho tiempo en aquellas burbujas, por falta de aire, asi que sin remolonear más, llegaron al final de aquel abismo. Algo se movio rápidamente en el umbral de la luz que despedia la nayade y pasó a observarles con ojos maliciosos en la oscuridad. El sonido de cadenas dio a entender que estaba atado. Un sonido que salio de la boca de Nia, parecido a un siseo aspero hizo que aquella criatura se internase más en la oscuridad, solo oyendose las cadenas. La ulterana se giró ante los presentes, sonriendo ampliamente.
-Bueno... ¿entramos?-dijo felizmente.
Porque aquello que estaba puesto ante ellos, a modo de una losa lisa y grande era una puerta. Varias runas podian verse grabadas en ella y los entendidos en runas de los presentes supieron que se trataban de runas de alerta y defensa, pero nada demasiado complicado. A un movimiento de su mano, la losa enorme que componia una puerta se abrio en dos, dejando escapar una tenue luz de su interior. Expuesto ante ellos, habia una larga sala abierta en la roca, una gruta, que Nia habia aprovechado para usar como almacén. Esparcidas por todos los lados, habia numerosos tanques y vidrieras sellados, conteniendo aguas de diferentes colores, salinidades y densidades y dentro de estos, habia una larga seleccion de algas, plantas y animales expuestos. Algunos de los animales estaban vivos, otros estaban muertos y en conserva. Tras que la última burbuja pasara, las puertas se cerrarón tras ellos con un último gruñido, por asi describirlo, de la criatura encadenada de afuera. La ulterana se abrio de brazos y con una amplia sonrisa, les dio la bienvenida.
-¡Tachan! ¡Bienvenidos a mi laboratorio!-
Al oir su voz, un animal parecido a una anguila terrestre se sacudio en su tanque y terminó pegandose a una de las cristaleras revelando que su panza estaba compuesta de numerosas bocas que se abrian y cerraban lentamente. Las dos morenas se descolgaron de la ulterana y fueron más alla de donde la vista de ninguno de los presentes pudo apreciar. La ulterana siguio hablando.
-¡Aqui es donde he estado viviendo mucho tiempo!-explicó.-Cuando decidi volverme a instalar en Serpentaria, lo empecé a usar como almacen y, por el momento, tambien investigo y desarrollo mis medicinas aquí, acompañada por Floatfred y Jetfred.-tosio un poco y unas burbujas buscaron su camino por un hueco de la puerta.-Y digo de momento, porque pienso trasladarlo a la ciudad...-pausó un momento antes de dar las buenas noticias.-Voy a abrir una tienda en la ciudad, una botica, y voy a intentar ganarme la vida vendiendo medicinas que ayuden a los que las necesiten.-dijo, con ilusión.
Pausó de nuevo unos instantes y continuó con una pregunta.
-¿Qué... ¿Qué os parece?-dijo, interesada en la opinion de sus amigos y allegados. Su cara estaba iluminada entre dos peceras grandes que contenian dos tipos de algas, unas rojas y unas doradas. El nerviosismo y la emocion podian verse reflejada en ella.

Para poder ir al lugar que Nia les quería enseñar primero se pasaron por el burdel a buscar a Erika. Gael hacía mucho tiempo que no hablaba con ella y se alegró de que se les uniera una vieja compañera a aquella pequeña excursión. Ya que estaban cerca del cuchitril y la visita tenía que ver con agua, se acercó rápidamente a la vieja posada y volvió vestido con el cuerpo del muchacho para que no hubiera problemas.

Fueron guiados hasta la bahía, pero el trayecto no terminaba allí, sino que se adentraba en las aguas, y precisamente para eso estaba allí Erika. Era una experiencia extraña desplazarse dentro de una burbuja que ni siquiera tenía aspecto de aguantar. Sin embargo era muchísimas veces mejor que ver el fondo marino desde la cristalera sucia de un catamarán, la única experiencia semejante que el fuego fatuo recordaba de la tierra. Mientras se sumergían empezó a ser consciente de hasta qué punto había desarrollado una incontrolable fobia al agua. A cada metro descendido se sentía cada vez peor dentro de aquella burbuja, queriendo salir y al mismo tiempo deseando encogerse y cerrar los ojos hasta que todo acabase. Pero sabía perfectamente que no había nada que temer, y además sus llamas estaban a buen recaudo, por lo que como pudo logró contener la ansiedad y trató de distraerse observando las profundidades y a Nia. La náyade nadaba con total soltura entre las burbujas, parecía muy contenta de poder enseñar por fin su mundo. Cuando pasaba por su lado con una sonrisa en la cara, Gael se la devolvía. No quería que notase su incomodidad en el que era su hogar.

Descendieron por un abismo durante lo que le pareció una eternidad, y en un momento sus nervios se crisparon todavía un poco más al sentir una criatura donde la luz ya no llegaba. Sin embargo Nia no pareció preocuparse por ello, y Gael se preguntó qué sería exactamente. Cuando por fin atravesaron la losa que servía de puerta, todavía seguía con la mosca detrás de la oreja, pero lo que había al otro lado le hizo dejar de pensar en ello. «¿Así que tenía todo aquí? Pues claro, dónde si no». Emitió un silbido de admiración.
-Bonito laboratorio, Nia.
Ella empezó a contar la historia del lugar y terminó por anunciar que también abriría una botica.
-¡Felicidades! Por fin vamos estando colocados todos por la ciudad –comentó alegrándose sinceramente por ella-. Si necesitas ayuda para cualquier cosa, de mudanza o lo que sea, solo dilo.

Nia nos lleva a la bahía aún sin revelarnos el motivo. Creyendo que el viajecito había terminado, busco con la mirada algo en especial que hiciera a la bahía distinta de cómo era. Lejos de mi idea, Erika empieza a convocar burbujas en las que nos vamos metiendo por petición de la náyade. Me cuesta un poco hacerme caber con las alas –no son precisamente pequeñas–, pero con ayuda de la bruja logro espacio extra dentro.

Vaya, lo cierto es que nunca se me había ocurrido una forma de viajar por el agua así. Aunque también es cierto que nunca me lo había planteado. ¿Dónde nos lleva? No hace falta que me gire para saber que la misma pregunta está en cara de mis compañeros. Cada vez vamos más, más y más abajo. Noto raras las orejas, pero supongo que esto me pasa por el cambio de presión –aunque descendamos lentamente, se nota–. No he viajado pocas veces en avión, y aun así nunca he logrado acostumbrarme esta sensación extraña. Aparte, aquí dentro casi no puedo moverme por las alas. Ojalá no tardemos mucho en llegar, ya no se ve casi nada fuera y… oh, espera, parece que nos detenemos.

Nia abre unas puertas sobre las que hay impresas runas que logro identificar con facilidad. ¿Es aquí donde nos quería llevar? ¿Qué hay? Cuando estamos dentro, observo todo a mi alrededor. Por la clase de objetos que hay por la sala, los líquidos diversos, plantas, animales… esto sólo puede ser…

—¡Un laboratorio de drogas! ¿Qué clase de arma biológica piensas crear aquí abajo con tanto secretismo, pequeña traficante? Es sospechoso… ¡eres muy sospechosa! –alzo la voz mientras señalo a la anfitriona con un gesto dramático. Al instante, no puedo evitar reírme–. En fin, sea lo que sea, pues la moral y la ética en esta ciudad son conceptos profundamente subjetivos o, directamente, inexistentes; me alegro de que hayas encontrado algo con lo que ganarte unas perras, que siempre vienen bien.