Bahía de los Naufragios

Teson comenzó a contar donde había estado durante todo ese tiempo, que había encontrado y visto sin dar demasiados detalles. Fuese como fuese esos subterráneos de los que hablaba no hacia falta aviso alguno, si ya les costaba ir por calles abierta ya ni decir el ir bajo tierra. Ninguno estaba tan loco para meterse en su propia tumba, con o sin advertencia previa.

No, a lo que Samika le presto mayor atención fueron a las ultimas palabras del fantasma. La mención de la locura de los fantasma le puso un poco inquieta y le hizo cavilar en cual era ahora el futuro de Teson. Era triste, solitario y deprimente. No poder tocar nada implicaba no poder hacer lo que le gustaba, como tallar, su existencia actual era una pura búsqueda de "algo que hacer". Por primera vez desde que el roquense había muerto, Samika no sintió miedo o tristeza, sino lastima. Un poco al menos. Tesón nunca había sido alma de la devoción de ninguno y muerto ahora no tenia nada que perder, ellos si y mucho.

<< Por mucho que diga que solo quiere ayudar, es imposible no sentir un poco de desconfianza. Esta solo, si muriéramos y no volviéramos como el, tendría compañía >> era un cruel e inquietante pensamiento, pero una posibilidad tan buena como el hecho de que de verdad intentara ayudarles, algo que tampoco dudaba pudiera hacer. Simplemente las personas precavidas viven mas.

-No íbamos a meternos en el agua Tesón. Dudo que esos barcos encallados estén ahí por gusto -explico Samika sabiendo del estado de estos por los demás, ya hecha a la idea que no vería a Teson y solo podría oírlo, en cierta forma eso le facilitaba la cosa en un solo detalle: Podia fingir que seguía vivo aun- Estábamos explorando un poco, no podemos quedarnos eternamente en el torreón, tenemos que averiguar cosas de este lugar - añadió viendo en dirección hacia donde sabia había barcos aunque no pudiera verlos a esa distancia- Solo vinimos para intentar despejarnos un poco -añadió Samika suspirando, pues aquello de ir a la bahía había sido mas por placer que otra cosa. Simple exploración o incluso un intento fútil de saber si había escapatoria.

Kirés no había pensado que pudiera haber criaturas peligrosas en el agua. Seguía acostumbrado a su mundo, y ahí el mar era de los pocos lugares donde no había depredadores peligrosos. Otro error inexcusable se unía a la lista, pero al menos ahora mismo el ave no podía permitirse el lujo de preocuparse por eso.

Cogió y memorizó todo lo que el fantasma iba diciendo, por estúpido que pudiera parecer, toda precaución era poca. Aun con todo seguía sin entender lo que hacía Tesón: ¿Qué quería? ¿Qué motivación tiene para hacer lo que hace? Un día los odiaba, al otro venía queriendo ayudar (o al menos era lo que decía) y el Enderth no conseguía encontrarle sentido a sus acciones.
Lo peor: saberlo tampoco cambiaría nada. Su nueva condición de fantasma lo volvía literalmente intocable, y tanto si decidía ayudar como lo contrario ellos no podían hacer nada para detenerlo, cosa que frustraba al enderth más que cualquier otra cosa.

No dijo nada, todo lo que habría querido preguntar ya lo habían hecho otros por él, optó con simplemente vigilarlo, pero no sin perder de vista lo que pasaba a su alrededor. Su aparición era también un triste recordatorio de que ningún sitio era seguro. No estaban a salvo.

-¿Ahora superquieres ayudarnos? ¿Despues de echar mierda de nosotros y megatratarnos pero fatal que te rompes?- bufó Twixy's.-Nadie te superha pedido ayuda. No la queremos.

Le daba igual lo que pudiera decirles de la ciudad, eran cosas que podrían averiguar ellos tarde o temprano y con el plus de no tener que aguantar al pajarraco y a sus formas desagradables.

Sin embargo, no tuvo mucho más tiempo para scupirle comentarios venenosos al fantasma de su compañero, sus ojos quedaron clavados en la superficie del mar, y en lo que fuera que estaba emergiendo de él.

Una masa parda, mucho mayor que cualquiera de los barcos encayados en la playa, alzándose sobre unos brazos demasiado raquíticos para el peso que soportaban. El agua se agitó, y los restos de navíos chocaron entre ellos, con un estruendo que parecía el aviso de una tormenta. Según salía, varios ojos redondos se abrieron perezosamente sobre la superficie de la masa, blancos y ciegos.

-¡SUPERSALGAMOS DE AQUÍ, YA!- gritó Twixy's, agarrando a Samika y a Ayne del brazo, que eran los más cercanos a ella, y tirando de ellos violentamente hacia los acantilados.

La frivy corrió con desesperación por la arena, tratando de llegar al pasadizo lo antes posible. No tenía ninguna intención de mirar atrás, pero si lo hubiera hecho, habría visto los brazitos flacos romperse y a la bestia hundiéndose sin remedio, de vuelta a las profundidades. También al hombre pálido vestido de negro que se acercaba caminando sobre las aguas turbulentas.



Siloco chasqueó la lengua, otro experimento que salía mal. Había gastado muchos materiales en aquella... cosa, y ahora le tocaría recuperarlos del fondo del mar. Se encogió de hombros, resignado, y se giró para dedicarle una mirada al fantasma emplumado que flotaba sobre la playa. Los cachorros estaban huyendo, pero no pensaba permitirle que los siguiera. Chasqueó los dedos y Tesón quedó atrapado en una burbuja de contención. Con un gesto la burbuja se acercó a él, que seguía flotando sobre el oleaje.

-Bueno, bueno, bueno. ¿Y ahora qué hago contigo? ¿No se molestó el Consejo en explicarte cuales eran las normas? Tampoco tenemos tantas leyes aqui, cachorro, de hecho solo tenemos una.

El nigromante le dedicó una sonrisa inquietante. Miró por úlitima vez las ondas de la superficie que se iban calmando y echó a andar por el aire. Hacia la ciudad. Hacia el Castillo.

-Veremos que deciden los demás vejestorios- rió.

El roquense miró a Samika y sacudió la cabeza antes de decirle:

—¿Y por qué no? Tan solo necesitáis las cestas de vez en cuando y todo lo que necesitéis investigar lo tenéis en la Biblioteca esa. Yo no saldría ni loco del torreón para otra cosa... —pero la voz de Twixy's le interrumpió y decidió guardar silencio tras sacudir de nuevo la cabeza.

Visto lo visto, Tesón pensó en irse. Ya les había avisado y, realmente, poco más podía hacer, ¿así que para qué quedarse? Con eso decidido, soltó un gruñido y les dio la espalda.

Justo a tiempo para ver cómo salía del agua algo inmenso, sin forma aparente. El roquense dio un respingo por la impresión, pero luego se negó a mirar a sus "compañeros" para haberles dicho algo tipo "os lo dije", y se limitó a mirar a la mole oscura en su salida del agua y posterior desmoronamiento. <<Gracias por darme la razón, ciudad de locos, pero al menos podrías haberles hecho daño o algo más llamativo que asustarles>> pensó tras oír los gritos de los macieleros y verles huir.

Tan solo escapó un gruñido de su boca cuando decidió volver a su tarea de explorar y explorar... pero entonces se vio atrapado en algo que no había visto nunca. Para colmo, una voz le hablaba y la prisión se desplazaba —por medio de magia, se figuró Tesón— hacia el origen de la voz. No era nadie conocido y tampoco le dijo nada que tuviera sentido. O eso creía el roquense. Parpadeó varias veces mientras el otro le increpaba y, cuando calló, estalló:

—¡No he hecho nada malo! ¡Solo les he dicho lo mismo que podrían haber leído en un libro! ¡Hablé hace poco con ese Consejo y se supone que esto no es ilegal! ¡Mentirosos, traidores! ¡Suéltame!

Según Tesón empezó a hablar a Ayne le entraron ganas de matarlo por segunda vez, harto de que el pajarraco entendiese las cosas siempre como le daba la gana. Por no hablar de los insultos que profería. «¿Qué luces se le pasará por esa cabeza de plumón que tiene? Debe servir para todo menos para pensar». Ya que él no tenía las más mínimas ganas de participar para apaciguar al fantasma, admiró la paciencia de Samika al intentarlo. De hecho, si de él dependiera le diría algo por la línea de lo dicho por Twix, pero teniendo en cuenta las amenazas que había dejado Tesón perfectamente explícitas antes de marcharse, lo que hizo fue dirigir una mirada a la frivy que pretendía pedirle que se callase.

Probablemente ni llegase a darse cuenta de la mirada de reproche del sinhadre. Algo agitó el agua, y ese algo no era precisamente pequeño. El sinhadre miró hacia mar, con el corazón en un puño. Era difícil determinar qué había allí incluso cuando empezó a emerger, y nadie era tan temerario como para quedarse quieto y averiguarlo. Twix tiró de él y de Samika, aunque Ayne también había empezad ya a moverse. Cuanto antes pusieran distancia de por medio, mejor. Aquella criatura no parecía rápida.
—Hay un monstruo marrón y deforme, ¡es enorme! —explicó a Samika, con la voz entrecortada por la carrera—. ¿Llevas a Ergot?
Si el repoblador se hubiese bajado al arenal, estarían dejándolo atrás. Por suerte estaba aferrado a la ropa de Samika. Por los demás no había que preocuparse, todos tenían un par de piernas largas al que dar buen uso.

Sigue en el Torreón Maciel.

Tesón atendió, pasmado, a las palabras que el otro le dirigió. No se lo creía. El roquense estaba plenamente convencido de lo que había dicho minutos antes. ¡Matarlos a todos! ¿Es que estaban locos en esa ciudad? Le habían engañado, de eso no había duda. Pero bueno, su interlocutor acababa de quitarle un problema de encima: no tenía que decidir si llevarse bien con el grupo o no hasta que se cumpliera el año. <<Aunque siempre puedo volver a hacerlo pero peor y que los maten... Este parece capaz. Bah>>

Al acabar de hablar, el otro se presentó y Tesón se quedó con el nombre. Pero lo que más le llamó la atención fue esa especie de título "Señor de los Asesinos". Sabía lo que eran, pero no le hacía gracia saber que habría un grupo dedicada a eso en la ciudad... Y menos aún que su "líder" le había encerrado.

—Mis disculpas, Siloco. Entendí mal lo que el Consejo me dijo. No volverá a suceder... Y me llaman Tesón —le imitó, incluso hizo la reverencia, pero luego aplastó las manos contra la barrera que le aprisionaba—. ¿Puedo salir ya?

La bruja llegó un rato antes de la hora a la Bahía. No quería dar mala impresión por llegar tarde, así que prefirió adelantarse. Llevaba un vestido corto negro y aunque había bromeado con llevarse una escoba de Serpentaria, al final no lo había hecho. Había recordado su escenita absurda en la Botica y no quería empeorar su imagen. Y mientras esperaba pues estuvo repasando sus apuntes de telepatía mientras las onyces revoloteban alrededor. Ellas le sacaron de su concentración al ver al variopinto grupo llegar.

—¡Hola! ¿Qué tal el día, todo bien? Ah, que no lo he hecho antes... Podéis llamarme Onyx.
—Al grano —le espetó una onyce que se había separado del grupo y se había sentado en su cabeza.

Sus patillas de araña colgaban por el pelo de las patillas de Alice y la bruja no pudo evitar reírse un poco. Luego se encogió de hombros y les miró.

—Pueeees... A ver, os cuento: en la cosecha tuve mis sueños y pesadillas, como todo el mundo, pero en uno concreto salíais vosotros tres... No solo salíais sino que hablábais con vuestros cosechados, compañeros de cosecha. Y no sé, siempre he tenido mucha imaginación y en su momento lo dejé como eso, un sueño. Pero de pronto un día aparecéis... ¡Y es que encima vais todos juntos normalmente!  —exclamó con humor—. ¿Os colasteis en mi cabeza o algo parecido?

Al decir eso, pareció que el vampiro iba a decir algo, pero la onyce le interrumpió y esperó con la cabeza ladeada. Tenía curiosidad por todo aquello. Y cierta prisa, como demostraba su gesto de sacar el reloj del bolsillo de su chaleco de vez en cuando. Dejó hablar a la sombra, pero se tuvo que aguantar la risa por lo que dijo. ¡Una sola onyce vacilando; lo que había que ver!

—Más os vale que no.
—Eh, tranquis todos, que lo dije por curiosidad —le espetó a la sombra y luego miró a los cuchitrileros —. No les hagáis caso, son así con todo el mundo. Y bueno... Como estoy aprendiendo telepatía pensé que quizá haya alguna rama de la magia que te deje manipular sueños, por eso decía.

Jack frunció el ceño y miró a los demás con un nombre en la punta de la lengua. Todos conocían a al menos dos soñadores. ¿Andarían metiéndose en los sueños de los cosechados? O, mejor, ¿se habrían metido en los de sus compañeros y en los suyos mismos en su criba? Melodes nunca había dicho nada, pero tampoco le había preguntado. Así que se encogió de hombros.

—Magia para eso hay, y también hay una transformación en concreto: soñadores. Pero ninguno lo somos así que... Ni idea. Los soñadores que conozco nunca han mencionado nada similar, pero tampoco es que les haya preguntado ni se me haya ocurrido hasta ahora. Ahora, esto es muy interesante. Quiero decir, hay más cosechadores, pero soñar justo con los que somos amigos es curioso. Tendría que conocernos... —y solo se le ocurrían dos: Melodes o Seon, pero algo le hizo gracia y se giró a los suyos—. Os imagináis que Melodes tuviera que ver con alguno de nuestros sueños y el cabroncete no lo diga pero los recuerde cada vez que nos ve? —remató entre risas.

No había mucha duda desde la distancia de donde se encontraba la bruja, pues irónicamente sus oscuras onyces actuaban como luces de neón indicando su posición... aunque solo porque era de día. Noel se acercó caminando con las manos en los bolsillos y sacó una de ellas para saludar cuando se encontraban a una distancia media de la chica. Una de sus onyces les previno de responder a una simple pregunta protocolaria y el draco desvió su mirada hacia ellas con diversión cada vez que intervenían para realizar aquellos comentarios tajantes y desconfiados que parecían ser marca de la casa.

Lo que les explicó Onyx a continuación resultaba bastante sorprendente, pero no el hecho en sí. Era obvio que eso podía suceder y para un soñador no había nada más sencillo que manipular el sueño de un cosechado, tal y como explicó Jack. No, para un rocavarancolés aquello no tenía ningún misterio. Lo que al sueco le resultaba extraño era la elección del hipotético soñador.
—No sé por qué haría eso, pero tampoco es que lo conozcamos a fondo y los soñadores se vuelven bastante extravagantes con el tiempo, o eso tengo entendido —dijo en respuesta al vampiro con una sonrisa divertida—. Pero… aun así no le encuentro mucho sentido a que nos incluyese a nosotros en su sueño, cuando ella no nos conocía de nada —se explicó señalando a la bruja con un leve movimiento de cabeza—. Aunque no apareció en él nadie que no conociese, recuerdo un sueño bastante extraño, que no se parecía a otros que haya tenido nunca, en mi época de cosechado. ¿Creéis que se trata de algo recurrente? No es que sea la primera referencia a un “sueño extraño”, “imposible”, o “vívido” antes de transformarse que escucho —reflexionó mientras se mesaba la barba.

Trataba de rememorar las conversaciones al respecto que hubiese tenido antes, lo cual lo llevó hasta hacía cuatro años atrás y en su cabeza vio a Caillech amenazándole con una espada mientras lo acusaba de algo que no había sucedido. En aquella ocasión también se había tratado de un sueño, pero para la asreniana había sido muy real. El draco sonrió levemente al desenterrar un recuerdo que normalmente pasaba desapercibido entre los que componían su memoria y ni siquiera le extrañó que lo que había sido una amenaza directa a su vida por aquel entonces pesase tan poco sobre él. Precisamente por ello descartó la imagen por completo y volvió a centrarse en el presente.
—Nos reconociste como cosechadores —dijo pocos segundos después dirigiéndose a Onyx—. Teniendo en cuenta que la mayoría de las personas que nos conocen es un dato que ni siquiera mencionarían al hablar sobre nosotros, puede que sea relevante. Además, ¿éramos los únicos cosechadores que aparecían en tu sueño o había más? —quiso saber.
No tenía muy claro si iban a sacar algo de aquel hilo, pero a fin de cuentas estaban allí para hablar de aquel asunto.

La bruja parecía llevar un rato esperando en la bahía. Cuando se vieron unos a otros, el fuego fatuo alzó un brazo para saludarla, aunque no sabía si le reconocería siquiera, porque iba en el cadáver de un varmano.

Lo primero que hizo la chica fue presentarse. Gael no recordaba si se había presentado apropiadamente durante el encontronazo por las circunstancias, así que se presentó a su vez con su nombre rocavarancolés y transformación, para ser reconocido. Quizá aún podían empezar de cero la relación con Onyx, sin rencores por lo sucedido con Kud.

Lo que contó Onyx no le sorprendió especialmente, pero sí lo dejó pensando. ¿A santo de qué y quién los había utilizado para un sueño ajeno? Y de un cosechado, nada menos.
—No hay que tomarse muy a pecho lo que hagan los soñadores mientras sea inofensivo. Parecen adorar simbolismos que para los simples mortales no significan nada. Quienquiera que haya sido, seguramente tuvo sus motivos para mostrarte nuestras jetas —dijo con una sonrisa despreocupada—. Y si quieres oírlos, podrías preguntar a los soñadores personalmente. Por ejemplo a Seon en primer lugar, es fácil encontrarla y no rechaza una visita.

Cuando Noel preguntó también acerca de cuántos cosechadores aparecían en el sueño, miró a la bruja interesado. Había imaginado que estarían al completo, al menos todos los que se habían traído consigo a un cosechado.

Tras hablar, la bruja prestó atención a los comentarios de los otros. El dato de los soñadores, gente que manipulara sueños, era de lo más interesante. Por mucha imaginación que tuviera, apenas era capaz de controlar detalles en sus propios sueños, por lo que una transformación así tenía pinta de ser bastante chula. Y más aún si podía manipular los sueños ajenos... Pero claro, también podrían convertirlos en pesadillas. De hecho, su sueño podía ser tanto un sueño "bueno" como una pesadilla. Por un lado, aparentemente solo ella sobrevivía a la criba y eso no era muy positivo, obviamente..., pero aún recordaba la frase final de Doce Punto: "Disfruta de la Luna Roja, muchacha. Ahora tienes todo el tiempo del mundo." Ese no podía ser el broche final de una pesadilla.

El vampiro se encogió de hombros ante las palabras de Noel. Sí que recordaba haber tenido y haber oído a otros compañeros tener sueños raros, pero nunca les había dado importancia. El suyo había sido de lo más extraño y le había dejado alucinado al despertar, aunque ahora lo recordaba como algo divertido.

—Podría ser, varios tuvimos sueños raros en mi cosecha, pero no les dimos importancia... Todo esto huele a conspiración de soñadores... —remató bromista.

Al decir eso, la bruja le miró perpleja. Ella no lo habría llamado conspiración, pero sí que tenía su cierto sentido... O sea, esos soñadores podrían hacer lo que quisieran con los sueños de los cosechados, dentro de las leyes de intervención, sin que estos lo supieran hasta mucho tiempo después... ¿mientras que hacerlo con gente ya transformada quizá les metiera en problemas? Ni idea. Por lo pronto ya tenía dos nombres: Melodes y Seon. Le hizo gracia lo de las jetas que dijo Koval y se rió.

—Melodes y Seon, ¿no? Preguntaré por ellos, gracias —y luego miró a Noel para responderle—. Aparecíais vosotros tres junto a otros que no conozco en una gran sala, además de Doce Punto, y cada cual con su cosechado... todos de Sendar. Los otros... había uno que parecía el típico demonio terrícola, una mujer que también tenía aire a demonio, y una chica que parecía humana y que se le movía la ropa como si hubiera viento. Ya sé que no son detalles identificativos, pero son lo que me llamaron la atención —se disculpó—. Solo aparecían los cosechados de Sendar porque aparentemente mis compañeros de Maciel y Letargo habían muerto antes de eso... y de hecho todos los de Sendar acabaron muertos al final. Pero no era una pesadilla... Fue un poco agobiante pero a pesar de las muertes no lo recuerdo así... "Disfruta de la Luna Roja, muchacha. Ahora tienes todo el tiempo del mundo" me dijo Doce Punto antes de despertar.
—¿Solo sobreviviste tú? Al final va a tener sentido y todo que seas nuestra bruja —dijo la onyce araña en el idioma común.
—Al final sobrevivieron muchos, oye. Si esa gente no hubieran sido mis amistades, sí que me habría sentido orgullosa por ser la única —respondió a la onyce bastante seria. Por suerte solo fue un sueño.

El draco reconoció enseguida a dama Liviana de entre los cosechadores a los que Onyx no supo poner nombre, pero para los otros dos tuvo que hacer memoria sobre los cosechados que habían visto en Sendar cuando fueron a hacer las apuestas, así como de los habitantes de la ciudad que recordaba como cosechadores. Cuando se dio cuenta de a quiénes se refería se preguntó si tal vez no fuese una coincidencia.
—Ah, me parece que los que dices que son como demonios deben de ser Vlad y Nihil, íncubo y súcubo de las pesadillas respectivamente. Tuve el… esto… honor de compartir cosecha con el primero —remarcó burlón—. Pero Nihil también puede interferir en los sueños, ahora que caigo… No son los soñadores los únicos que pueden, los íncubos y súcubos de las pesadillas también. Ah, Vlad no es uno de esos, es un íncubo normal, que es otro tipo de transformación —aclaró al darse cuenta de que lo que había dicho podía interpretarse erróneamente—. En cualquier caso, su control sobre los sueños sé que es mucho más limitado, pero desconozco cuáles son sus límites. Aunque si dices que no fue una pesadilla… —se rascó la cabeza y torció ligeramente el gesto, tratando de ordenar sus pensamientos—. No lo sé, igual tenéis razón y los soñadores tienen demasiado tiempo libre —se encogió de hombros esbozando una sonrisa—. Si ha sido Seon me sorprenderá bastante, por cierto. No me la imagino dedicándose a incordiar a los cosechados —comentó con una leve risa.

Gael rio ante la mención de una conspiración de soñadores, pero lo cierto era que incluso él había tenido ese tipo de sueño y había oído hablar de los de otras personas. Personalmente nunca había mencionado el suyo propio a nadie y tampoco le había dado excesiva importancia con el paso del tiempo. No recordaba haber tenido otro parecido, con la excepción de los procedentes de soñadores, que se sentían igual de reales.

Onyx describió al resto de cosechadores, además de decir a grandes rasgos en qué consistía el sueño, y era cierto que no fallaba ninguno de ellos, cosa que ya no sabía si le sorprendía o no.

—Incordiar… a lo mejor no es eso —dijo tras Noel—. A lo mejor es muy tentador entrar a cotillear los sueños de los cosechados para conocerlos mejor, aprovechando que no hay intervención. Una vez dentro a lo mejor añaden detalles, como los cosechadores, por diversión. No sé, como has dicho, no veo a Seon ni a Melodes vandalizando sueños de cosechados, pero lo de echarles un vistazo… creo que yo tampoco me podría resistir a asomarme si fuera un soñador —admitió sonriendo.

—Así que hay íncubos y súcubos en la ciudad... Vaya —comentó sorprendida... y algo desconfiada.

<<Dicen que Melodes o Seon no habrían sido, ¿pero y ellos?>> Pero los descartó en cuanto Noel explicó un poco qué eran. Más o menos, porque quizá si que había sido una pesadilla pero ella se lo había tomado como lo contrario. <<Sea lo que sea sin hablar con esa gente no se puede saber. Y no me veo hablando con súcubos e íncubos si son como los de la Tierra... Ojalá sea como lo que dice Noel sobre los soñadores y su tiempo libre...>> En lo que sí se veía era en la Biblioteca curioseando criaturas míticas de mundos vinculados que tuvieran alguna similitud con alguna transformación de Rocavarancolia. Si había vampiros y súcubos y hombres tigre y cosas así tan conocidas en la Tierra... ¿Por qué no?

Pero pensar en aquello era una distracción ahora mismo. Koval le devolvió a la Bahía y al asunto del sueño. Definitivamente su respuesta le gustó. Le encantó, mejor dicho. Si ella tuviera ese poder, seguramente se pasaría meses enteros curioseando sueños de otros. ¡Eran sueños! Podía pasar de todo, podía hacer de todo, y más siendo capaz de controlarlos a su antojo. Le gustó tanto que se le ocurrió algo:

—Oíd... Y esa gente, los soñadores... ¿Trabajan con eso? O sea... ¿La gente puede pedirles tal o cual sueño personalizado? —y tras la respuesta afirmativa, resopló primero y luego se rió—. ¡Pues menos mal que no tengo dinero! Suena muy bonita la transformación esa, no sé.
—No me seas tonta, niña. Esa gente puede enloquecer de tanto sueño... O hacerte enloquecer si prefieren las pesadillas. Pueden destrozarte desde el sueño. ¡Imagina recrear las grandes batallas de Rocavarancolia! Eso no es bonito. Eso es...

Pero la bruja le interrumpió y acabó la frase por ella.
—Brutal. Lo sé. Tengo que hablar con esa gente. Y, oye, muchas gracias por toda la información.
—Nada de gracias, novata. Todo esto es muy curioso. Es más, si veo a Melodes en la Bodega le comentaré esto... Ah, y si quieres buscarle por allí pásate cuando quieras. Nos vemos —se despidió. Miró otra vez el reloj de su bolsillo y fue a despedirse de los otros dos pero antes volvió a mirar a la bruja—. Ah, me gusta cómo piensan tus onyces.
—No les has oído decir lo que piensan de cada uno de vosotros; llevan despotricando desde que llegasteis —le respondió riendo. Las onyces que revoloteaban alrededor sonrieron y mostraron infinidad de colmillos neblinosos, pero no dijeron nada.

Ante eso el vampiro tan solo se encogió de hombros, hizo un gesto de despedida apresurado a sus amigos y se volatilizó. La bruja había querido preguntarle algo pero no pudo hacer otra cosa que parpadear con la boca abierta mientras siguió la humareda unos segundos con la mirada. Luego miró a los dos que quedaban.

—¿Ha dicho una bodega? Espero que salga en los mapas. Y, bueno, ya nos veremos. ¡Encantada de conoceros! —se despidió a su vez con una sonrisa. No parecía que el encontronazo por Kud y el otro hubiera afectado a la conversación, así que se fue bastante alegre.

Lo primero que noto fue la arena, si se le podía llamar así. Se agachó a coger un poco y mirarla más de cerca para darse cuenta de que no estaba formada por materiales erosionados si no que parecía estar formada por cristal y conchas reducidos ambos a minúsculos trozos. Sin embargo esto no entretuvo demasiado al nublino, que fue sin prisa ni pausa hacia embarcaciones que se hallaban fuera del nivel del mar para explorarlas con detenimiento.

<<Ojalá pudiera pasarme aquí días averiguando como están hechos y como funcionan.>> Miró hacia la estructura blanca sobre el acantilado, desde ahí abajo era incluso más imponente. <<Luego le echaré un vistazo.>>

Y ahí se quedo, alrededor de los restos de un barco no demasiado grande, de madera y con un boquete en el casco que le permitía examinarlo por dentro sin correr el riesgo de meterse a un espacio cerrado. Por desgracia la sombra perpetua del acantilado le dificultaba la visión.

Eriel seguía sumido en sus pensamientos. Se preguntaba muchas cosas: por qué los ciudadanos no podían herirlos o ayudarlos, hasta qué punto había excepciones con lo de herir o si las habría para ayudar, cómo se conseguía magia y cómo podía hacer cosas como aquella mujer. También se preguntó si como ciudadana adoraría a Ewa.

Una vez entró en ese pensamiento se planteó si los ciudadanos adorarían a alguien más, Ewa podía ser una de tantas religiones que podían existir. También podía ser que algunos no adorasen nada, al fin y al cabo ya eran dioses.

Llegó a la playa sumido en tales pensamientos y en realidad era raro para él el estar tan callado. El encuentro con la naga se había juntado con aquel sueño tan raro, se preguntó si no habría un sueño mágico o una visión enviada por alguno de los dioses de la ciudad, quizás una premonición. Apartó de su mente pesamientos lúgubres y miró alrededor descubriendo la arena y la gran cantidad cosas de madera varadas en la playa.

De forma inconsciente había seguido a su hermano cerca de la orilla.

-No deberías acercarte mucho al agua - comentó con una emergente sonrisa intentando bromear un poco. A diferencia de su hermano y sin que sirviera de precedente al nublino le gustaba nadar, lo hacía cuando podía en algún río que se encontraran durante la ruta. Siempre y cuando fuese lo bastante seguro, y hondo.