Plaza de los Colaespina

Nos fuimos por otro camino a la hora de volver y terminamos en una plaza rectangular con un montón de casa a los lados. No tardamos en averiguar que el lugar solo estaba deshabitado por humanos. <<En este lugar no puede haber cosas normales ¿no? Yo cambiaba a estos bichos por un lagarto gigante>>.

Casi sin darnos cuenta ya estamos rodeados y parece que tienen ganas de luchar. Desenfundo el estoque mientras miro alrededor y busco la salida más próxima.

-A ver que os parece esta idea.- les digo al resto.- Me tiro contra los que bloquean la salida y nos largamos.- en todo momento mis ojos no se levantan de las criaturas que tengo enfrente por si deciden atacar.

Al parecer ese día hubiera sido mucho no salir del torreón, a juzgar por los resultados que estaban teniendo. Habían abandonado la bahía sin contratiempos tomando por un lugar diferente al que usaban habitación para llegar a su torreón, encotnrandose con una pequeña plaza tan en ruinas como el resto de la ciudad. La falta de personas y la aparición de una especie extraña de ratón con púas en su cola que miraba al grupo con ojitos amenazadores solo le dio un pensamiento al daeliciano "Debimos quedarnos en la bahía o en su defecto, no salir hoy" pensó nerviosamente al ver aparecer aparecer a mas de aquellos animalillos de tamaño considerablemente dañino para ellos, que se encontraban a la defensiva y dispuestos a atacar ante cualquier movimiento, impidiéndoles la retirada. Dhelian sentía miedo, real miedo pero nerviosamente recordó los hechizos que se sabia intentando pensar algo.

-No te lances a lo loco Surasara esas cosas tiene púas y todo lo que tenga púas, pinchos o agujas tiene el peligro de contener veneno- dijo con desconfianza ante esas colas hablando rápidamente, debían tener mas protección que esa.Y se habían lanzado el hechizo de protección antes de salir peor no tenían claro hasta que punto funcionaria y no olvidaba el hechizo de runas que tenia Alice en su escudo y como había provocado el rebote de esa cuchara cuando se lanzo contra el-Alice ponte la primera y usa el escudo como protección e intenta abrirte camino con el, si te atacan deberían rebotar aunque se aun poco y nos daría tiempo a salir por patas- hablo nerviosamente rápido a la humana, mientras ya iba preparando en su lengua un hechizo, colocándose tras la humana.

Pronto quedó claro que no conocíamos aquella zona de la ciudad, así que sólo quedaba rezar a cualquier divinidad posible para que no nos metiesemos en líos. Pero el dios al que me dirigía se ve que estaba ocupado o era un poco hijo de perra, porque en nada comenzaron a salir ratas rocavarancolesas. Es decir, gigantes y con pinta de poder matarte diez veces mientras dices "ay". Al ver que cerraban el círculo con la más que probable posibilidad de comer pinchitos de humanos saqué la ballesta y comencé a colocar una flecha. Sólo por si acaso.

—¿Hay algo en esta maldita ciudad que no pueda matarte de diez maneras distintas? —murmuré con el ceño fruncido, más para mí que para los demás—. De acuerdo con el plan de Dhelian. Pero también deberíamos cubrirla, hacer piña... No sé, ¿qué dice nuestra soldado? —pregunté, mirando a Sura.

Continuo caminando en silencio divagando teorias extrañas para enco trar un por que a que haya esos barcos en aquella costa. "¿Como han podido venir hasta aqui? No han podido venir surcando los mares de Daelicia por que ni esto es Daelicia ni eso se puede considerar mar." Pienso cabizbaja mientras recorremos esas partes de la ciudad.

Este golpe encontramos otra manera de pasar por la cicatriz de huesos por lo que sonrio al ver que podemos encontrar mas caminos para llegar a Letargo.  Nuestros pasos nos encaminan hacia una plaza que hace que arrugue la nariz y mire a los chicos incredula como entran en la plaza mientras yo me quedo rezagada.

Observo a mi alrdedor la zona. Hay suciedad por todos lados, montones de escombros esparcidos y restos de heces y cosas que prefiero no averiguar la procedencia. El ruido de las patas correteando por los aledaños me hace girarme hacia donde salen los sonidos. - ¿Alguien mas se siente observada?Esta plaza... esta plaza es un insulto a los sentidos. No me gusta este sitio.- Digo cuando alcanzo al grupo.

Las palabras de las chicas hacen que me tense al instante y que mis manos se dirijan hacia las dagas sin desenfundarlas. Mis ojos pasan por todos los animales mientras aprieto los dientes. Escucho las palabras de todos pero, al escuchar las locas ideas de las chicas, no puedo reprimir soltar un gruñido. -¿Os estais escuchando? Tenemos que salir de aqui corriendo por donde hemos venido.-

-Abramonos paso a cuchilladas si hace falta.- Digo entre dientes buscando un punto flaco por donde escapar. -Podeis seguirme en cuanto comencemos a correr.- Digo de manera seca mientras saco lentamente las dagas. Los chicos parece ser que comienzan a hacer planes, si no hacen planes menos suicidas seguiría a las locas pero si no.. espero correr mas rapido.

En cuanto una docena de roedores apareció, mis compañeros empezaron a quejarse, primero, y a planificar, después, cómo salir de ahí.

—¿Yo delante? Seré la única en sobrevivir, entonces. Ni loca, no sabemos cuánto aguantarán los hechizos de protección.

La idea de Dhelian tendría sentido si los roedores no estuviesen cercándonos y todos llevásemos dos escudos de al menos dos metros de alto y uno de ancho. La super idea de Kora de correr como locos hasta encontrar un hueco era también perfecta, oye. O la de Sura de tirarse contra las bestias armada solo con un estoque. <<¿Qué pasa, yo soy la tonta del escudo mientras que todos son inmunes a las ratas?>> Para colmo, el apunte del daeliciano sobre las púas no era muy halagüeño... <<Lo que no entiendo es por qué nos cercan sin cargar contra nosotros... Son muchas, pueden atacar mientras mantienen el cerco...>> A las malas, Dhelian y yo siempre podíamos irnos levitando y arrastrar a Álvaro por el aire... <<Y Sura y Kora que son las "soldados" que nos sigan con sus planes suicidas>> Pero claro, eso no iba a suceder, por favor.  Tenía magia para salvarme, sí, ¿pero qué compañera sería? Lo único que se me ocurría sonaba tan suicida como los otros... ¡Pero sería suicida en grupo! <<Esto es un asco...>>

—Dhelian y yo podemos reponerlos rápidamente... Álvaro y yo llevamos ballesta, Dhelian sabe hacer un hechizo de fuego... Podemos juntar todos los planes... Correr en piña mientras disparamos hacia delante, vosotras cubrís los lados y reponemos los hechizos que haga falta... A las malas, según lleguemos a la salida podemos hacer levitar a una o dos de las ratas, lanzarlas contra el resto y abrirnos hueco...—mascullé, improvisando—¡Decidamos rápido!

La cosa se pone peor por momentos, escucho lo que dice el resto hasta que siento un aguijoneo en la pierna. Bajo la mirada y veo una espina clavada en mi pierna, la saco sin miramientos. <<Genial, lanzan espinas. Como estén envenenadas la cagamos>>.

-La soldado opina que salgamos de aquí lo más rápido que podamos, a ser posible antes de convertirnos en alfileteros tamaño extragrande. Me parece buena la idea de Alice. Todos a vuestras posiciones. YA.- la orden no deja lugar a réplicas, yo misma ocupo la posición que dijo Alice.

Saco una de mis dagas y la empuño con la mano libre. Desvío dos espinas que venían hacia mí pero otra se me clava en el antebrazo. <<Como no salgamos de aquí rápido podemos darnos por muertos>>. Empezamos a avanzar hacia la salida más cercana, yo voy cubriendo uno de los flancos para que al resto no les lluevan espinas, aunque eso signifique llevarme yo más.

La discusión se mantenía y seguían sin ponerse de acuerdo en lo que hacer y aquellas ratas no estaban de acuerdo en esperarles, eso se volvió evidente cuando para de Dhelian una lluvia de púas cayo sobre ellos, rebotando primero en el escudo de Alice o en las armas que habían sacado. Evidentemente no duro mucho pues las púas empezaron a llegar a la carne. Dhelian noto un punzada dolorosa en el brazo viendo espantado una de las tantas púas clavadas en la piel. "¡Veneno!" no pudo pensar mas que eso, sacando la púas del brazo y guardándola en riñonera antes de empezar a realizar un hechizo mientras se intentaban escabullir de los proyectiles que buscaban ensartarse en ellos. Cubriéndose parte del flanco gracias al cuerpo de Alice, se puso manos a la obra.

-¡Intentemos tu idea Alice, o jamas saldremos de aquí!- exclamo a duras penas antes de pronunciar el hechizo de levitación sobre una de las colaespinas, girándola en medio del aire para usarla de proyectil contra el resto. Si esta dejaba de lanzar sus púas, ahora dirigidas hacia sus compañeras por la posición en el aire, la usaría como pelota derribadora para abrir un camino en el cerco por donde pudieran correr, preparándose para hacerlo en piña en cuanto tuvieran un espacio. El hechizo de fuego no funcionaba para distancias largas, esperaba que esta segunda opción funcionase mejor sino querían acabar como cactus.

Los animales  comienzan a cercarnos, estamos en una clara inferioridad numerica. Los chicos nos agrupamos instintivamente haciendo que mi espalda impacte suavemente contra la de Álvaro haciendo que gire la cabeza encontrándome con la mirada del humano. Mientras discuten sobre el procedimiento a seguir una sucesión de largas punzadas me asaltan en la zona inferior de mi cuerpo haciedo que suelte un grito de dolor. Los animales han comenzado a lanzar púas a diestro y siniestro contra nosotros. Los impactos de los proyectiles en mi piel son duros, pronto no tarda en brotar de ellas unos hilillos azulados de sangre.

Esa parece ser al fin la señal para que actuasemos. Intento esquivar la mayoria de las púas dirigidas a mi pero es completamente imposible. Mientras marchamos juntas noto como ya no solo atacan mis piernas, si no que noto un par de punzadas dolorosas en la espalda. En la carrera me encuentro entre Dhelian y Álvaro. De pronto y sin esperarlo una de las alimañas sale a la carrera en mi dirección por lo que suelto un grito y, dando un paso atras, esquivo la acometida empuñando mis dagas ahora dirigidas a al costado de la alimañana.

Las hojas no tardan nada en cumplir su función y hundirse en la carne de la criatura pudiendo escuchar como grita de dolor huyendo de mis cuchilladas desplomandose a los pocos pasos mientras respira entrecortadamente herido. - ¡Vamos! Tenemos que correr.- Grito entre gallos mientras intento de una sacudida quitar la sangre rojiza de la criatura herida. Las púas me han hecho mella en las pantorrillas, no estoy muy segura de poder correr en condiciones pero la principal meta ahora mismo es salir de alli cuanto antes.

Los roedores lanzaron su ataque, cargando contra nosotros. Pude fijarme en que el hechizo de Álvaro hizo rebotar a dos de ellas antes de ver cómo otra cargaba contra mí. No tuve tiempo a reaccionar pero por lo visto el bicho había visto lo mismo que yo y volvió con las demás. <<Inteligencia Roedores: 1. Inteligencia letargunis: 0>> Sura le dio el visto bueno a mi idea y todos nos apretujamos. Pronto escuché varios gritos y al daeliciano secundar la idea más idiota jamás pensada: jugar a los bolos con los roedores. Tenía que reponer las protecciones de Sura y Kora mientras Dhelian hacía levitar a uno de los bichos... Pero no podía hacerlo yendo delante <<¿Y si rotamos? Que Álvaro se ponga delante con el escudo y lo que le quede de hechizo y yo me pongo entre las chicas>> Había pensado en preguntarle por si tenía una idea mejor, pero directamente exclamé:

—¡Hey, Álvaro, cámbiame el sitio para que reponga las protecciones!

El chico me dio el visto bueno así que rotamos mientras empezaba el primero de los hechizos. Tras aplicarle este a Sura, disparé a la rata que tenía más cerca y empecé a preparar el hechizo para Kora sin fijarme si acerté o no. Y todo sin dejar de movernos. Luego tendría que reponer el mío, también, pues justo había notado cómo una púa me rozaba el hombro <<Que no se den cuenta las ratas, que no se den cuenta>> pensé, tragándome cualquier gesto de dolor. <<Recitar y gesticular un hechizo mientras te cubres la cabeza con el escudo e intentas que una espina no te atraviese un ojo es... De locos>> Pero no pensaba ser la culpable de que mis compañeros se convirtieran en coladores, no señor.

Mientras todavía estábamos discutiendo cómo salir de allí los bichos comenzaron a saltar sobre nosotros. Por suerte los hechizos de protección resultaron ser bastante eficaces, y no perdí el tiempo en comenzar a disparar a las ratas. Comenzamos a poner en marcha el plan, mientras un par de gritos alertaban que, al parecer, aquellas protecciones no eran eternas. «Mierdamierdamierda» pensé al sentir que una pasaba raspándome la mano. Ni contesté a Alice, sino que directamente le cogí el escudo y me puse delante, intentando desviar el máximo número de púas que era posible.

Los chillidos de los bichos y el ruido de las puas al chocar y rebotar contra el suelo resuenan por toda la plaza haciendo que mis ojos recorran cada centimetro de la zona. Álvaro ha cambiado el puesto con Alice por lo que, sumando al escudo sus anchas espaldas, el chico se ha convertido en mi mejor barricada. Algunas púas se introducen en mis brazos y mi costado. Grito mientras me arranco las mas superficiales mientras que con el hombro voy empujando al chico hacia la salida abierta por los movimientis de las chicas.

A mis espaldas escucho el rumor de los hechizos de Alice. Al acabar su sortilegio puedo notar como la salva de púas deja de impactar y hundirse en mi cuerpo. Al alzar la cabeza puedo ver a una de las bestias volando mientras berrea por las heridas e intentaba zafarse de las manos invisibles que lo alzan. -¡Vamos! ¡Movamonos!- Grito volviendo a empujar al humano desde su espalda. Al pasar el peso sobre mi pierna derecha esta estalla en puro dolor por las heridas abiertas y las púas aun clavadas en ella.

Al sentir el dolor mi paso pierde toda la firmeza haciendo que tropieze salvandome de la caida al apoyarme contra la espalda del chico que me esta sirviendo de escudo humano perfecto. Al sacar la cabeza de la espalda de Álvaro puedo observar como el número de alimañas se esta reduciendo por lo que respiro y doy gracias por el descanso momentaneo.

-!Álvaro!- Digo alzando mi daga por su costado mostrandole una zona con pocos atacantes. -!Por alli!- Grito soltando un gallo. -Tu ve con el escudo que yo me encargo de los que se acerquen.- Le increpo señalando a los tres colaespinas con mi daga aun goteante.

Conseguí acabar el hechizo para Kora tras varios intentos frustrados por alguna espina de las que superaron los restos de mi protección. Tras terminarla, recuperé la mía en la tregua que Dhelian nos consiguió con el roedor volante. <<No solo eso, si reconocen los hechizos, una de dos: o liquidan a los que los ponen o se hartan. ¡Punto para los letargunis!>>

Fuese como fuese, la lluvia de púas se había pausado, así que pudimos aprovechar para acelerar hacia la "salida" de esa maldita plaza. Kora y Álvaro se encargaron de la delantera, escudo y dagas por delante, así que yo me entretuve cargando y disparando la ballesta si algún roedor intentaba acercarse. Si seguíamos así, la cosa iría bien.

—¡Vamos, vamos, que ya salimos!—animé a mis compañeros.

El truco de hacer flotar al roedor aquel había dado resultado, eso y la inestimable ayuda de Alvaro, Korasihanna y Surasara para apartar a los roedores que les embestían y protegían a Alice mientras esta volvía a colocar el hechizo de protección sobre ellos. Las roedores se marchaban, aprovechando la repentina retirada de estos todo el grupo intento salir disparado de esa condenada plaza, llenos de puntos por mas de un miembro del cuerpo debido a las púas clavadas dolorosamente en la piel. Dhelian no había recibido demasiadas en los brazos gracias a la protección de los torsos de sus compañeros, sus piernas eran otro cantar, pues hasta que Alice había conseguido finalmente devolverles las protecciones a Surasara, Korasihanna y a ella misma, sus piernas habían sido acribilladas y ahora en medio del intento de huida y con la adrenalina a mil no sentía dolor pinchos

-No paréis, ¡hasta que no salgamos de aquí no podemos quedarnos tranquilos!- exclamo sintiendo como sus piernas temblaba ante el esfuerzo de andar y del miedo que sentía. Aun levitaba aquel colaespina con desconfianza de que sus compañeros volvieran, hasta que no los vio alejarse lo suficiente de ellos como para que pudiera correr hacia la salida del lugar, no lanzo al roedor flotante de vuelta con ellos. Aquel bicho no seria un buen compañero de torreón de ningún modo. Mientras se alejaban recompuso las protecciones de Alvaro y la suya, haciendo un buen gasto de los cristales que llevaba amarrados en las muñecas, por si acaso ocurrían mas sorpresitas en su huida, intentando mantener la suficiente magia para cuando volvieran al torreón pudiera hacer alguna cura a los mas afectados.

La táctica sale a pedir de boca, bueno, con unas cuantas espinas clavadas, pero todos vivos. No tardamos mucho en poner tierra de por medio y cuando estamos alejados me echo a reír. Dhelian ha hecho levitar una rata gigante y la pobre anda dando vueltas por encima nuestra, sí, me río por una tontería, pero es gracioso de ver.

-Déjalo ya Dhelian, el pobre bicho ya ha sufrido bastante ahí arriba.- digo tras calmarme. Reviso un poco mi cuerpo y al parecer tengo cuatro espinas clavadas y debo tener otro par en la espalda. Sin duda el que Alice renovara las protecciones nos ha salvado de heridas mayores.- Gracias Alice, al parecer tenemos magos competentes en el torreón.- La magia no me hace mucha gracia, pero acaba de resultar muy útil. Espero que siga siéndolo.- Deberíamos ir yéndonos, no sé vosotros pero me muero de hambre.

Sigue en el Torreón Letargo.

El aprendiz había recuperado nuevos recuerdos, aunque sus titubeos al respecto no aclararon demasiado qué era lo que había recordado, con una chica que parecía pertenecer a su pasado como único dato. En cuanto vio al humano dirigirse hacia la salida de la biblioteca, Archime devolvió el libro que tenía entre manos en ese momento a su lugar de origen y siguió los pasos del resto hacia la salida con un leve sentimiento de frustración. No habían encontrado un solo fragmento de información útil.

Llegaron a una zona de la ciudad en la que no habían estado nunca. Al biomecánico le llamaron la atención los edificios de aquellas calles, pues parecía haber un mayor número de ellas en buen estado que en ningún otro lugar por el que hubiesen pasado hasta ahora. Probablemente fuese un barrio poblado, aunque no pudo constatar dicha suposición pues no se encontraron con nadie.

No obstante, ello no quería decir que no hubiesen tenido ningún encuentro. Mientras atravesaban aquella plaza rectangular, el irrense ya se había fijado en lo que a todas luces tenía el aspecto de tratarse de madrigueras de algún animal. No tardó en comprobarlo cuando, de una de ellas, emergieron unas criaturas de tamaño medio-pequeño cuyas espaldas se encontraban cubiertas de espinas. No hacía falta ser superdotado para saber a aquellas alturas que sin duda se trataría de seres peligrosos, pero habían hecho falta meses de estancia en la ciudad para que la mente privilegiada del biomecánico actuase con normalidad ante aquella situación y primase el alejarse de ellas cuanto antes a realizarles una fotografía como sin duda hubiera hecho meses atrás.

Lo hubiera tenido que hacer, de todos modos, cuando aquellos seres chillaron y comenzaron a correr en su dirección. Aunque el descubrimiento más interesante y también el más peligroso, fue comprobar que podían disparar las espinas de su espalda como proyectiles. Varias de ellas impactaron en una lluvia puntiaguda sobre los macieleros, pero gracias a las protecciones que llevaban, aquella primera oleada fue rechazada.

Archime no había perdido el tiempo, y ya había comenzado a conjurar al instante. Por ello para cuando llegó la segunda tanda, esta atravesó limpiamente al grupo, íntegramente intangible en aquellos momentos.
—Abandonemos este lugar cuanto antes —apremió al resto mientras, no obstante ahora que no corrían el riesgo de resultar heridos, fotografiaba a aquellas criaturas.
Lo siguiente que hizo fue conjurar levitación sobre sí mismo. Ahora que dominaba aquel medio mágico para desplazarse, podía hacerlo mucho más rápido y sin riesgo a asfixiarse de un ataque de asma. Los colaespinas los perseguirían durante unos metros, chillando enfurecidos, pero al comprobar que todos sus intentos por atacar al grupo fracasaban, acabarían por emprender la retirada.