Plaza de los Colaespina

El ulterano no reaccionó ni con palabras ni con gestos a su nuevo compañero en aquel paseo. Guardó silencio todo el trayecto, sin pararse ni vacilar, pero a cada paso que daba parecia que se cargaba aún más con un peso imaginario que le deprimia contra el suelo. Al cabo de media hora, Gael volvió a hablarle. Aunque no esperaba que volvisese a perturbar el silencio del paseo, no reaccionó ni lo más minimo ante las palabras e insistencias del chico. Tan solo se limitó a negar con la cabeza y a contestar con terquedad.
-Voy a seguir paseando.-

—No tiene gracia, Toima. No tiene puta gracia. —El fuego fatuo se le puso delante, tratando de cortarle el paso—. A lo mejor lo has olvidado, pero en esta ciudad hay gente que nos quiere muertos. —«Tiene coña que esté reprochando esto ahora cuando hace un rato yo estaba intentando olvidarlo»—. Vamos a casa, descansas, y dejamos de ser una diana móvil en mitad de la noche. Vamos… —su voz se suavizó—, al menos dime qué te pasa.

El ulterano, que hasta el momento habia permanecido hierático, cambió radicalmente y entornó sus ojos, dejando escapar una peligrosa risa cacareante.
-¡Seria perfecto! ¡Que vengan!-exclamó, alzando los brazos.-¡QUE VENGAN!-repitió en voz alta, hablandole esta vez a las sombras de la calle.-¡Y así pongo fin a toda esta  locura!-sacó un cuchillo y lo hizo bailotear entre sus dedos para finalmente girarse a Gael. Sus ojos entrecerrados le miraban de soslayo, casi cargados de pena, pero tenia una siniestra sonrisa se podia apreciar en sus labios.-¡Son solo más sacos de carne que cortar!-el ulterano comenzó a apuñalar el aire amenazadoramente.-¡Uno! ¡Uno tras otro, tras otro!-y finalmente terminó aquella danza beoda de la muerte con otra risotada, deteniendose en el sitio y doblandose sobre si mismo, desternillandose.
Con el tiempo la risa murio y el albino volvió a su gesto inexpresivo, ahora más serio que nunca.
-Vuelve tú, Gael.-le dijo, para luego añadir con una voz rasposa.-Esta noche no le tengo miedo a nada.-

Asistió estupefacto al pequeño discurso del ulterano, acompañado de un baile de cuchillos gratuito. Aun así no retrocedió, ni ante la risa ni ante su aparente ataque de locura. Cuando por fin la seriedad volvió a adueñarse de él, le insistió de nuevo en lo mismo.
—Puede que tú no tengas miedo. Pero yo sí. —Se cruzó de brazos y lo miró con severidad—. Claro, ¿qué te importa a ti si te tiras a cualquier peligro alegremente, llega mañana y no apareces? ¿Qué te importa a ti si después te echasen de menos? ¿Qué te importa cómo se sientan los que te dejaron marcharte solo? —Hizo una pausa, dudaba. Pero a continuación volvió a hablar con determinación—. Si lo que quieres es pelea, pelea conmigo, ¿quieres meter tajazos? Pues busco un cuerpo en el que meterme. ¿O prefieres ir de caza? Pues vamos, pero yo también voy.

El albino chasqueó ante la respuesta del humano. Sin duda la respuesta del humano habia hecho que el rostro bravucón del ulterano desapareciera por completo, casi anticlimaticamente, sustituido por su bien conocido mal humor. Su mal humor en su tono se veia entremezclado con hipos aleatorios que le quitaban seriedad a cuando respondio algo con gruñidos. Finalmente se armó con paciencia y vocalizó al hablar, alzando tambien el tono de voz.
-No voy a pelear contigo, Gael.-dijo, como si la solo idea de atacar al chico estuviese fuera de todo pensamiento.-Ni la quiero, ni la busco.-tragó, con dificultad.-Solo quiero estar solo un rato.-añadió parpadeando lentamente.

Miró al gigantón unos segundos sin decir nada, serio y dubitativo. Al final bajó los brazos, rendido.
—Tú ganas, ve solo. Pero prométeme que no harás ninguna estupidez y volverás pronto.
Consciente de que estaba hablando como si fuese su madre, terminó la conversación y levantó la mano en señal de despedida, pasando al lado de Toima y perdiéndose en los callejones a su espalda. Solo una distancia prudencial. Donde supo seguro que no sería detectado por el argos se sacó el ratón del bolsillo y dejó sus cosas a buen recaudo. Tuvo que ayudarse de hechizos despejantes primero para, a continuación, poseer al pequeño animal y volver a internarse en las calles, entre escombros y los salientes del empedrado. A saber cuánto tiempo podía llevarle aquello, no podía permitirse caer rendido. Las pequeñas patitas del ratón apenas hacían ruido en el silencio de la noche, y creía que solo él podía escucharlo. Se mantuvo a una distancia prudencial del argos, siempre a su espalda y oculto, decidido a no descansar si hacía falta, pero tampoco a dejarlo ir solo. «¿Qué diría Noel si se entera? Esto es como consentirlo igual que a un crío» se lamentaba.

Las matanzas de roedores siempre sacaban la vena creativa de Tap y esta vez con más razón todavía. El repoblador envolvió su cuerpo con un hechizo de olor a carne fresca, aprendido únicamente para esto, y lo dejó tirado en mitad de la plaza. Los colaespina eran listos, era algo que no tenía problemas en reconocerles, y ya huían de su maza en cuanto la veían. Pero esta vez no había maza y los más atrevidos ya estaban olfateando el aire para saber qué dirección seguir. Tap aguardó sin moverse hasta que la primera rata se acercó.

En cuanto la tuvo encima, posó su mano derecha sobre su pata y le propinó una descarga eléctrica. La rata se había quedado atontada y Tap no tuvo problemas para abrire la boca y descarga una segunda en la lengua. Desde que leía con asiduidad, el poltergeist estaba aprendiendo cosas nuevas que se podían aplicar a diferentes situaciones. Hace poco descubrió que el agua conducía la electricidad y, tras ver lo muerto que estaba el colaespina, no podía negar que era cierto. Un hilillo de humo ascendía desde la boca del roedor.

Sigue en el Torreón Letargo.

Vac no tardó nada en llegar al punto donde debía reunirse con Gael. El fuego fatuo ya estaba esperandolo, y en cuanto le vio aparecer una sonrisa apareció en su rostro. El griego sabía que estaba conteniéndose la risa, pero se limitó a bufar y le saludó con un gesto, tras lo cual el español comentó lo guapo que estaba.
—Siéntete libre de para reírte, Gael, puedes hacer todas las coñas que quieras, pero tu y yo sabemos que a ti te va a sentar mucho mejor el vestido —aseguró, sacando el vestido verde de la bolsa sin fondo y tendiéndoselo con los demás complementos acompañado de una sonrisa burlona.

Estaba seguro de que la talla era la correcta, solo tenía que servirse de la runa de vestir para ponérselo en un instante.
—Vamos, no tengas vergüenza, si no te lo pones ya no vamos a alcanzar a los demás —comentó riendo—. Yo te guardo la ropa si no te has traído tu bolsa sin fondo —ofreció.

Gael llegó al punto acordado y se escondió tras un edificio abandonado, solo por si a alguno del grupo le daba por volver atrás a buscar a los desaparecidos. Pero quien le encontró fue tan solo Vac. Su vestido y su maquillaje hicieron que fuese imposible no reír, pero se aguantó las carcajadas como pudo, mostrando solo una sonrisa intermitente.
—Guapísimo, Vac, reluces como el Sol —pudo decir antes de recibir un vestido verde y varios complementos—. Bah, qué más da, estaremos los tres igual de maravillosos y casi a juego —le respondió.
Se vistió rápidamente y guardó la ropa que se había quitado en su bolsa sin fondo, señalándosela a Vac para declinar su oferta. Parecía que no se le iba a caer ni le apretaba, aunque su cuerpo no llenaba el vestido ni en el pecho ni en las caderas. Seguramente parecía vestido con una cortina, pero no había tiempo de preocuparse por eso.
—Bueno… ¿qué tal? —preguntó girando una vez en el aire, dándole vuelo a la falda. Tenía la sensación de estar en Gamides—. Vamos rápido, antes de que empiecen sin nosotros.
Le hubiera gustado detenerse un instante a ver cómo había quedado, pero no había un momento que perder. Ya lo sabría más tarde, si había suerte.

Sigue en el Barrio de los Callejones Sin Salida.

<<Tra vez no>>. Me desperté sobresaltado en una plaza que me sonaba vagamente. Olía extrañamente a arándanos, no es que me disgustase el olor pero no era mi favorito. Miré en derredor y observe a los animales congregados cerca mía, sabía lo que eran y también sabía que eran peligrosos, pero por alguna extraña razón no se acercaban a mi. <<¿Será el olor?>>.

Me despreocupé y miré al cielo, empezaba a oscurecer. Había empezado la cuenta atrás, y cuanto más tardase menos probabilidades tendría. Pensando en todo lo que tenía que leer necesitaba ayuda. Por suerte la ulterana no había dicho nada acerca de eso por lo que decidí usar esa laguna en mi beneficio. Sabiendo quién era la persona adecuada para esa tarea me encaminé a casa con una sonrisa.

Sigue en la Torre Serpentaria.

Cruzamos la Cicatriz, sí, pero lo hicimos por una zona nueva. Osea, al otro lado, en lugar de las calles a las que estábamos acostumbrados, nos encontramos con una pequeña plaza. Estaba rodeada de ruinas, sí, pero en los edificios se adivinaba algo más. <<Este sitio apesta... Huele a animal por todo el lugar>> Además, el aire traía chillidos y ruidos animales de algo que recordaría a algún roedor terrícola. Sea lo que fuere lo que hacía el ruido, no se hizo esperar para aparecer en nuestra visión: un roedor, sí, pero de un tamaño considerable.

—Esa cosa nos está mirando...—susurré, asiendo con fuerza el escudo con la diestra.

No eran chilliditos lo que hacía, no; lo que hacía pretendía sonar amenazante. Y lo consiguió cuando al primero de ellos se sumaron varios, saliendo de las ruinas.

—Esto... ¿nos damos la vuelta y volvemos a la playita?—bromeé, más nerviosa que de broma, sinceramente. En parte era culpa mía estar en lo que parecía un buen embrollo <<Pero en la Bahía no habríamos estado mejor, seguro>>

Nos fuimos por otro camino a la hora de volver y terminamos en una plaza rectangular con un montón de casa a los lados. No tardamos en averiguar que el lugar solo estaba deshabitado por humanos. <<En este lugar no puede haber cosas normales ¿no? Yo cambiaba a estos bichos por un lagarto gigante>>.

Casi sin darnos cuenta ya estamos rodeados y parece que tienen ganas de luchar. Desenfundo el estoque mientras miro alrededor y busco la salida más próxima.

-A ver que os parece esta idea.- les digo al resto.- Me tiro contra los que bloquean la salida y nos largamos.- en todo momento mis ojos no se levantan de las criaturas que tengo enfrente por si deciden atacar.

Al parecer ese día hubiera sido mucho no salir del torreón, a juzgar por los resultados que estaban teniendo. Habían abandonado la bahía sin contratiempos tomando por un lugar diferente al que usaban habitación para llegar a su torreón, encotnrandose con una pequeña plaza tan en ruinas como el resto de la ciudad. La falta de personas y la aparición de una especie extraña de ratón con púas en su cola que miraba al grupo con ojitos amenazadores solo le dio un pensamiento al daeliciano "Debimos quedarnos en la bahía o en su defecto, no salir hoy" pensó nerviosamente al ver aparecer aparecer a mas de aquellos animalillos de tamaño considerablemente dañino para ellos, que se encontraban a la defensiva y dispuestos a atacar ante cualquier movimiento, impidiéndoles la retirada. Dhelian sentía miedo, real miedo pero nerviosamente recordó los hechizos que se sabia intentando pensar algo.

-No te lances a lo loco Surasara esas cosas tiene púas y todo lo que tenga púas, pinchos o agujas tiene el peligro de contener veneno- dijo con desconfianza ante esas colas hablando rápidamente, debían tener mas protección que esa.Y se habían lanzado el hechizo de protección antes de salir peor no tenían claro hasta que punto funcionaria y no olvidaba el hechizo de runas que tenia Alice en su escudo y como había provocado el rebote de esa cuchara cuando se lanzo contra el-Alice ponte la primera y usa el escudo como protección e intenta abrirte camino con el, si te atacan deberían rebotar aunque se aun poco y nos daría tiempo a salir por patas- hablo nerviosamente rápido a la humana, mientras ya iba preparando en su lengua un hechizo, colocándose tras la humana.

Pronto quedó claro que no conocíamos aquella zona de la ciudad, así que sólo quedaba rezar a cualquier divinidad posible para que no nos metiesemos en líos. Pero el dios al que me dirigía se ve que estaba ocupado o era un poco hijo de perra, porque en nada comenzaron a salir ratas rocavarancolesas. Es decir, gigantes y con pinta de poder matarte diez veces mientras dices "ay". Al ver que cerraban el círculo con la más que probable posibilidad de comer pinchitos de humanos saqué la ballesta y comencé a colocar una flecha. Sólo por si acaso.

—¿Hay algo en esta maldita ciudad que no pueda matarte de diez maneras distintas? —murmuré con el ceño fruncido, más para mí que para los demás—. De acuerdo con el plan de Dhelian. Pero también deberíamos cubrirla, hacer piña... No sé, ¿qué dice nuestra soldado? —pregunté, mirando a Sura.

Continuo caminando en silencio divagando teorias extrañas para enco trar un por que a que haya esos barcos en aquella costa. "¿Como han podido venir hasta aqui? No han podido venir surcando los mares de Daelicia por que ni esto es Daelicia ni eso se puede considerar mar." Pienso cabizbaja mientras recorremos esas partes de la ciudad.

Este golpe encontramos otra manera de pasar por la cicatriz de huesos por lo que sonrio al ver que podemos encontrar mas caminos para llegar a Letargo.  Nuestros pasos nos encaminan hacia una plaza que hace que arrugue la nariz y mire a los chicos incredula como entran en la plaza mientras yo me quedo rezagada.

Observo a mi alrdedor la zona. Hay suciedad por todos lados, montones de escombros esparcidos y restos de heces y cosas que prefiero no averiguar la procedencia. El ruido de las patas correteando por los aledaños me hace girarme hacia donde salen los sonidos. - ¿Alguien mas se siente observada?Esta plaza... esta plaza es un insulto a los sentidos. No me gusta este sitio.- Digo cuando alcanzo al grupo.

Las palabras de las chicas hacen que me tense al instante y que mis manos se dirijan hacia las dagas sin desenfundarlas. Mis ojos pasan por todos los animales mientras aprieto los dientes. Escucho las palabras de todos pero, al escuchar las locas ideas de las chicas, no puedo reprimir soltar un gruñido. -¿Os estais escuchando? Tenemos que salir de aqui corriendo por donde hemos venido.-

-Abramonos paso a cuchilladas si hace falta.- Digo entre dientes buscando un punto flaco por donde escapar. -Podeis seguirme en cuanto comencemos a correr.- Digo de manera seca mientras saco lentamente las dagas. Los chicos parece ser que comienzan a hacer planes, si no hacen planes menos suicidas seguiría a las locas pero si no.. espero correr mas rapido.

En cuanto una docena de roedores apareció, mis compañeros empezaron a quejarse, primero, y a planificar, después, cómo salir de ahí.

—¿Yo delante? Seré la única en sobrevivir, entonces. Ni loca, no sabemos cuánto aguantarán los hechizos de protección.

La idea de Dhelian tendría sentido si los roedores no estuviesen cercándonos y todos llevásemos dos escudos de al menos dos metros de alto y uno de ancho. La super idea de Kora de correr como locos hasta encontrar un hueco era también perfecta, oye. O la de Sura de tirarse contra las bestias armada solo con un estoque. <<¿Qué pasa, yo soy la tonta del escudo mientras que todos son inmunes a las ratas?>> Para colmo, el apunte del daeliciano sobre las púas no era muy halagüeño... <<Lo que no entiendo es por qué nos cercan sin cargar contra nosotros... Son muchas, pueden atacar mientras mantienen el cerco...>> A las malas, Dhelian y yo siempre podíamos irnos levitando y arrastrar a Álvaro por el aire... <<Y Sura y Kora que son las "soldados" que nos sigan con sus planes suicidas>> Pero claro, eso no iba a suceder, por favor.  Tenía magia para salvarme, sí, ¿pero qué compañera sería? Lo único que se me ocurría sonaba tan suicida como los otros... ¡Pero sería suicida en grupo! <<Esto es un asco...>>

—Dhelian y yo podemos reponerlos rápidamente... Álvaro y yo llevamos ballesta, Dhelian sabe hacer un hechizo de fuego... Podemos juntar todos los planes... Correr en piña mientras disparamos hacia delante, vosotras cubrís los lados y reponemos los hechizos que haga falta... A las malas, según lleguemos a la salida podemos hacer levitar a una o dos de las ratas, lanzarlas contra el resto y abrirnos hueco...—mascullé, improvisando—¡Decidamos rápido!