Plaza de los Colaespina

A todo correr, llego a la plaza, ocupada ya por las colaespinas y la bañera. Las más cercanas a mí se dan la vuelta, enfrentándome, y empiezan a dar chillidos a los que respondo atizándoles con el látigo
-Fu, fu, largo, ¡malditos bichos!-grito mientras voy espantándolas.
Y cómo no, las que se van empiezan a replegarse para intentar rodearnos. Erika consigue llegar a la bañera, pero tiene que agacharse tras esta al empezar la lluvia de púas.-¡Vacuum, corre, maldito, necesitamos ese escudo!
Agachado tras la bañera, doy ligeros latigazos a los lados cuando veo asomarse a alguna de las criaturas.
-Esto no puede seguir así...Hay que cambiar el método...

Cubierto tras el escudo de acero llego a la plaza tras Erika y Jack ... ellos se adelantan y se parapetan tras la bañera, Jack les mantiene a ralla con el látigo, pero están empezando a rodearlos ...
-Mierda de ratas - digo mientras mis ojos se oscurecen peligrosamente y mi mirada se acera - ...
Me acerco en silencio pero rápido, alguno de los bichos me ve, pero las púas rebotan en el escudo, tengo una de esas ratas descuidada a dos pasos, la alcanzo y la piso la cabeza sin miramientos, ensartandola con la espada que acabo de desenvainar, la criatura se sacude y muere, libero la espada y asesto una patada al cadáver, que rueda hacia sus compañeros ...
-Vamos - digo serio alcanzando la bañera - ... coged lo mayor y os cubro ...
Un colaespina asoma el morro por un lateral de la bañera y le pego una patada ... una espina se cuela tras el escudo y me roza el brazo ... gruño hacia los colaespina, poniendo el máximo tono de intimidación que puedo, aunque no creo que eso les afecte ...

Vacuum llega y se cubre con el escudo cóncavo. Me levanto y sigo alejándolas con el látigo, haciendo un perímetro un poco cutre ayudándome por Vacuum y su escudo cuando llueven las púas. Pero solo se fijan en nosotros y Erika lo aprovecha para salir corriendo con una de las cestas.
-Bien.
Algunas ratas se nos acercan, en vistas de que las púas no nos alcanzan y blando la espada contra ellas. Una me salta por el flanco izquierdo y se clava sola en el guante con su mismo tipo de huesos.
-Arg, estúpido bicho.
Me deshago del cuerpo mientras doy varios mandobles a las demás y retrocedo hacia la bañera.
-Vacuum, ¡cubre nuestra retirada!
Me meto en la bañera, ato dos cestas al látigo y al brazo izquierdo, salto al otro lado de la bañera y echo a correr hacia el burdel, mirando solo una vez atrás...
(Sigue en el burdel de Dama Espasmo)

-Hecho - le respondo con un gruñido mientras se acerca a coger cestas - ... os cubro ...
Mantengo a ralla a las ratas, dando mandobles y patadas si se acercan demasiado ... su ataques no son muy violentos, parece que algo de miedo si que les damos ...
Cuando están listos y echan a correr empujo la bañera con el pie, volcandola y esparciendo lo poco que queda por el suelo ... esto distrae a la mayoría, y echándome el escudo a la espalda hecho a correr ... ya casi fuera de su radio de acción una púa se me clava en el antebrazo izquierdo, pero sigo corriendo, no me ha atravesado el brazo ...

Continua en el Burdel de Dama Espasmo.

LLevo todo el camino lamentándome por haber salido de noche, tengo miedo, estoy solo y además tengo hambre. Mientras me acerco a una plaza miro a este cielo sin luna ni estrellas que es todos los días igual... Después de muchos días en este sitio sigo preguntándome si no será un sueño, si de repente me despertaré y ya no podré hacer magia, ni habré conocido a tanta gente ni esta ciudad tan extraña...

Me tropiezo con una baldosa salida y estoy a punto de caerme pero recupero el equilibrio, el entrenamiento ha dado sus frutos, mis reflejos han mejorado bastante. Ando todo lo sigilosamente que puedo y entro en la plaza.

Al llegar al centro veo que hay signos de pelea, sangre seca en el suelo y cadáveres roidos de colaespinas. Al parecer alguien ha pasado por aqui para coger la cesta y como es el sitio más cercano al burdel supongo que han podido ser ellos.

Sigo andando sin hacer ruido pero al parecer los colaespinas están cansados o muertos y no se percatan de mi presencia. Así que sigo hacia el burdel.

[Continua en el Burdel de Dama Espasmo]

Tengo que relajarme,la ira domina cada uno de mis movimientos,hasta los colaespinas deben intuir mi odio,pues ninguno se ha acercado de momento. Echo un vistazo a mi brazalete tigre. Cubre una extensión del tamaño de mi mano y está puesto en mi antebrazo derecho. Es de acero esmaltado con rayas de azabache y un olivino pulido en el centro,no es una joya cara,pero es resistente,y permite esconder un cuchillo en él. Fijarme en este tipo de cosas me apacigua bastante,tomo aire y vuelvo al burdel.



Sigue en...!Pero si lo acabo de decir!

Cuando llegamos a la plaza de los colaespinas, noto como el dolor de la herida se hace más y más insoportable, y la visión de la sangre tampoco ayuda a mi bienestar, provocándome ganas de vomitar. Trato de contenerlas para poder seguir el ritmo de Kaila y llegar pronto al burdel. Prácticamente podemos notar las miradas de los colaespinas, escondidos en las casas, acechándonos. Pero se queda en eso, miradas. Pues aunque tratan de correr tras nosotros, conseguimos llegar al burdel antes de que estos nos alcancen.

(Continua en el burdel)

Llego a todo correr, con Martalar detrás. Quedan unos pocos colaespinas junto a la bañera, así que desenvaino la espada y me coloco el escudo. Lo mejor es que de la forma en que llevo el látigo, lo puedo manejar mientras empuño la espada, aunque no es lo mismo. <<Quizá debería ponerle una piel con púas al escudo, para arrear mejores golpes>> pienso, mientras me parapeto detrás de este y me abro camino a mandobles por la derecha. Conseguimos llegar a la bañera y Martalar encuentra unas extrañas manzanas doradas que nunca antes hemos visto, coge una cesta y se prepara para correr, pero los malditos bichos amenazan con cercarnos. <<Podrían probar las ballestas...Pero quizá las ratas se vayan contra el Burdel, cosa mala...Maldita sea...>> Martalar se aferra a la cesta y a su daga, yo reparto latigazos a las colaespinas que se asoman por los lados. <<Piensa, chaval, piensa>>

Cain entra en la plaza. Los otros iban bastante adelantados y ya habían logrado llegar a la bañera. Da un par de pasos y un chillido agónico proveniente del colaespina más cercano alerta al resto de su presencia. La criatura cae muerta de forma cruenta, Estigma tiene sed de sangre, y los demás podían olerla. Una avalancha de colaespinas sale huyendo como si les fuese la vida en ello, de hecho, les iba la vida en ello. Pronto la plaza estuvo vacía. Caín sintió la característica opresión en el pecho que provocaban los asesinatos de Estigma. Llegó a la bañera, cogió una última cesta cn manos temblorosas y sin decir palabra se encaminó al burdel.

(sigue en el burdel de dama espasmo)

Pero Estigma llega antes de que yo pueda hacer algo y las colaespinas empiezan a huir despavoridas mientras algunas caen muertas en su carrera. Respiro aliviado pero agacho la cabeza al ver a Cain como temblando...<<Tengo que hablar con él, aunque se me de fatal hablar con los demás...>> Martalar sigue al chico y yo cojo otra cesta. Antes de dirigirme al Burdel miro los cuerpos de los colaespinas, pero están destrozados, así que no serán reciclables. Alcanzo a los dos y volvemos al burdel. Y ni rastro de alguien en las ballestas. <<Tendré que decirlo, creo que se me olvidó avisar...>>
(Continúa en el Burdel de Dama Espasmo)

Pasamos corriendo por la plaza. Me tropiezo con una baldosa, pero no me caigo de casualidad. <<Un poco más rápido, Kaila, un poco más rápido. Ya llegas, vamos..., me digo a mi misma mientras corro lo más rápido que puedo. Siento que me falta aire, que se me va a salir el corazón del pecho... Pero no puedo dejar de correr ahora. Un poco más y podre descansar.

(Continúa en el Burdel de Dama Espasmo)

Cain no comprende realmente por qué Kaila está corriendo, no se habían encontrado con nada durante el camino, y los colaespinas no estaban esperándoles en la plaza... De hecho, no había los habituales restos de comida y de cestas rotas que solía haber tras la llegada de las bañeras, todo estaba sospechosamente limpio... <<Qué raro>>

(sigue en el burdle de dama espasmo)

Llegamos a la plaza de los colaespina rápido, estamos relativamente cerca y no tenemos que andar mucho, voy con el escudo por delante y la espada desenvainada, estoy alerta a los movimientos de los colaespina, en el centro de la plaza no están las cestas, tampoco los restos ... ¿que habrá pasado?, ¿cuantos días lleva sin llegar la comida?, pero a falta de cestas buenas son ratas, así que espero a que aparezca alguna ... todos van llegando y se colocan en distintos lugares, esperando a que las ratas den señales de vida, estamos en una posición algo ventajosa, lo justo para que no nos rodeen ...

Vacuum llega el primero, listo para lo que pueda ocurrir. Yo llevo el escudo colgado del brazo, con su funda puada; la espada en la diestra y el látigo colgando de la muñeca. Lo malo del látigo es que tiren de él, pero cuando ocurra, me ocuparé. Lo gracioso de la plaza es que ni las ratas ni nosotros hemos cogido comida de aquí en los últimos días. Las ratas estarán desesperadas, así que atacarán sin ton ni son, de forma descuidada. Si derriban a alguien irán todas a por ese alguien, hambrientas, sin importarle que sigamos varios en pie. ¿Yo? Voy encorvado, tras el escudo, con la espada a mi diestra. Y de esta guisa me acerco a las colaespinas, que empiezan a chillarnos. Algunas retroceden para preparar sus púas y otras se nos acercan, ansiosas. Estas son las primeras en llevarse un latigazo en los morros, así que primero retroceden y luego buscan la forma de rodearme. Van listas. Tal y como estoy, solo pueden herirme por la espalda y estoy cubierto, el grupo está detrás de mí. Así que...
-A cazar ratas se ha dicho.-digo en voz alta.
Luego empiezo a lanzar mandobles a las que se me acercan al costado derecho, mientras arremeto con el escudo con las de enfrente. Pero sin alejarme mucho del grupo.

Sigo al resto del grupo.
Todos se ponen en posición defensiva, y cuando se acercan, comienzan a atacar.
El objetivo está claro: matar al mayor número posible.
Permanezco inalterable, hasta que una de ellas se acerca lo suficiente como para esquivar sus dientes y, segundos después, poder lanzar una estocada con mi daga.