Plaza de los Colaespina

Se rezagó borrando todo rastro de su presencia y sus actividades en la calle. En la parte exterior del edificio abandonado que estaban utilizando pudo ver a algunos de sus compañeros encargados de vigilar, además de, poco antes de unírseles, la salida a toda velocidad de Circe. Ese fue todo el contacto que tuvo con el resto del grupo hasta que por fin entró,  acoplándose en silencio al grupo de personas que observaban la escena que tenía lugar al otro lado de la sala. No podía lamentar ni un poco lo que estaba ocurriendo delante de sus narices. De las palabras del licántropo dedujo que las cosas no habían salido como se había planeado, implicando también a Circe en el asunto. Había llegado justo cuando Virius, maltrecho, empezaba a perder los estribos. Sus palabras casi consiguieron que se adelantase para soltarle un puñetazo, pero justo cuando había logrado cabrearlo hasta ese punto, fue cuando acabó con su vida.

Se hizo el silencio durante unos segundos, en los que él mismo se quedó en blanco antes de empezar a maldecir mentalmente. Aquel hijo de puta se la había jugado. Exactamente igual que la otra vez, no conseguían sacar prenda a ninguno. La próxima vez… si la hubiese, irían preparados. Tenían que existir hechizos o brebajes para soltarle la lengua a los tipos como aquel.

Se adelantó hacia el cadáver y recolocó la silla a cuatro patas. El cuerpo inerte recuperó la postura que tenía antes de morir pero con el cuello en un ángulo antinatural. Recogió el martillo del suelo y empezó a retirar los clavos sin cuidado ni delicadeza. Les había estropeado el plan de la runa y ahora tenían que buscar el modo de deshacerse del cuerpo sin dejar rastro o, de dejarlo, que no les apuntase a ellos. Por lo menos habían ganado el poder ver la runa personalmente, cosa que les ayudaría bastante.
—¿Qué hacemos con esto? ¿Lo carbonizamos? —Soltó un gruñido al retirar el último de los clavos. Toima los había puesto a conciencia.
Inconscientemente y mientras daba vueltas al mejor modo de hacer desaparecer el cuerpo, no podía evitar lamentar el desperdicio que era tener que deshacerse de un cuerpo humanoide en buen estado.

Habían planeado todo al milímetro, no habían dejado cabo suelto y, aun así, la vouivre se sentía tensa mientras esperaba a que Circe y el malnacido aparecieran en la plaza. Por muy planeado que estuviera todo, la británica sabía que siempre existía un margen de error que podría resultar decisivo. Tenía que evitar ese margen por todos los medios, no podía permitirse quedar en desventaja.

Se encontraba seria y cabreada, como si la antigua Wednesday hubiera vuelto, pero no hubo comparación con la expresión que adornó su rostro cuando apareció Virius. Sentía un gran odio y repulsión por aquel borracho que se apoyaba en su compañera de trabajo. La vouivre se mantuvo al margen mientras sus compañeros le quitaban los hechizos protectores, ya que su magia no podría hacer nada que no hicieran las otras. Toima no tardó en cargarlo al hombro y se encaminó con el resto del grupo y abrazada a Noel al edificio elegido para llevar a cabo la “entrevista”.

La británica no pudo hacer otra cosa que sonreír por el trato que el ulterano daba al licántropo. En su opinión, aquellos gestos eran una mínima parte de lo que el mercenario se merecía. Mientras la vouivre se imaginaba a si misma aplastando o asfixiando al licántropo, sintió arena deslizarse a su costado.

- Pronto lo estaré. - susurró, para luego añadir en voz algo más alta.- No te preocupes, Matt, ¿Crees acaso que voy a permitir que este asqueroso nos estropee nuestro gran plan? - preguntó intentando aligerar el ambiente.

En ese momento, el licántropo despertó y Noel le dedicó una mirada a la que la vouivre asintió dándole ánimos antes de acercarse a mercenario. Wen pudo observar complacida como el draco torturaba al licántropo. La satisfacción de la vouivre no tenía tanto que ver con la tortura en si como con el hecho de que el mercenario estuviera recibiendo su merecido por todo lo que les estaba haciendo pasar y, sobre todo, por la muerte de Yloh.

Jack también intervino, aunque con un desafortunado comentario sobre Circe. Wen no quería que bajo ningún concepto más gente fuera salpicada de los que ya lo eran. La vouivre atendía a la conversación sin apartar la mirada repulsiva y soberbia de Virius, haciéndole ver que, a pesar de todo, para ella no era más que una gran bola de porquería pegada a su zapato.

Cuando el mercenario comenzó a gritar, la vouivre se adelantó un paso para propinarle una bofetada en su maltrecha cara, cuando el escupitajo tocó su cara. La británica se lo retiró de la cara lentamente y lo observó. Para su desgracia, el instante que tardó en transformarse en serpiente y abalanzarse sobre él fue el mismo en el que el licántropo se golpeó la cabeza y murió en el acto. La serpiente retrocedió mientras volvía a su forma original y le dio una patada a una silla frustrada por cómo se habían sucedido los acontecimientos.

Noel apenas pudo disfrutar de los gritos de dolor del ochrorio. Sintió ganas de retorcerle el cuello y acabar con su miserable existencia de una vez por todas cuando le escupió a Wen, pero no hizo falta. Con una mirada de incredulidad mezclada con rabia, el draco se agachó para tomarle bruscamente el pulso y confirmar lo que realmente era bastante evidente. Soltó el brazo del mercenario sin ningún miramiento mientras dejaba escapar un gruñido de frustración que acompañó poco después de un gesto totalmente inútil a aquellas alturas pero necesario para descargar su rabia como era propinarle una patada en la repugnante cara de Virius.

Se giró hacia el resto y sus ojos se detuvieron en Jack. Le sostuvo la mirada unos instantes, como si estuviese a punto de decirle algo, pero finalmente apartó la cara sin dejar salir unas palabras que probablemente habrían sonado más desagradables de lo aconsejable y el sueco ya estaba harto de discursiones internas por culpa de aquel asunto. De todas formas en aquellos momentos no se sentía con derecho a reprocharle nada a nadie. Acto seguido, salió del ruinoso edificio propinándole un puñetazo a la puerta y se apoyó contra una pared mientras le daba vueltas a lo sucedido.

Con su sucidio, nada tenía sentido. Le había torturado para nada, no habían sacado realmente nada en claro. De nuevo Valenz apareció en su cabeza, la historia se repetía. <<No, en realidad no>>. No sentía un mísero ápice de arrepentimiento en aquella ocasión. Aquel cabrón se merecía lo que le había pasado. Por no hablar de que el fin último de aquel movimiento por su parte era la muerte del licántropo. Pero no de aquella forma. Tenían que enviarlo de vuelta y devolverles el caos que habían formado en el salón del cuchitril. Aquella sería su forma de “advertirlos”, tal y como habían hecho ellos.

Pero lo que sí parecía un calco de la venganza por la muerte de las brujas escindidas era su ineptitud para obtener información del objetivo. En ese momento escuchó a Gael preguntar algo en el interior del edificio y, poco después, unos familiares pasos salir de este y acercarse a él.
—Ni siquiera sirvo para hacer hablar a un tipejo que es tan estúpido como para volver por aquí después de haber intentado matarte hace menos de dos semanas —se adelantó a lo que la británica pudiera decir, dando voz a sus pensamientos paralelos a la llegada de la chica. Dio un puñetazo dirigido a la pared que tenía detrás y su expresión se crispó—. O tal vez ni siquiera consideran que podamos representar una amenaza y quizás sea cierto en algunos casos —<<en mi caso>>, corrigió mentalmente sus propias palabras—. Pero incluso así no pienso permitir más agravios por parte de esos desgraciados, mucho menos que vuelvan a tocarte un solo pelo. Cueste lo que me cueste.
<<Por encima de mi jodido cadáver si es necesario>>.

Luego de hablar yo, Noel siguió como si nada, torturando y hablando. Virius respondía sin responder, fuera de sí y en un estado deplorable auto-infringido por sus movimientos bruscos. Hasta que con uno de esos movimientos puso fin a su maldita existencia, sin darnos más respuesta que "suicidarse antes que traicionar". Podríamos haber evitado la caída, pero, al menos yo, no esperaba que fuera con otro fin más que ¿intentar liberarse?

Entonces Noel le tomó el pulso confirmando lo que yo ya sabía, y después me miró. Le sostuve la mirada, esperando que dijera algo. Algo que o bien demostrase mi teoría o la negase. Pero no dijo nada, ni un gesto. <<El que calla otorga>>

No estuve allí mucho tiempo más. En cuanto el draco desvió la mirada, desinvoqué mis dagas y me deshice en humo, no para irme sino para desaparecer de la vista. Pero el cuerpo inerte de un posible saco de información me recordaba que había hablado demasiado y con demasiada confianza. Así que cuando Gael empezó a preguntar qué hacer con el cuerpo, me largué.

Eso sí, no iría a casa. Si Circe me había escuchado, aunque Virius estaba muerto, quizá me esperase enfadada. Y necesitaba un rato de pensar y otro de destrozar algo. <<Primero no estoy cuando atacan a Wen... Y ahora esto. No solo consigo que no de respuestas sino que incluso hago que nos robe el derecho a que sufra y a matarlo... ¡Genial!>>

Confiaba en que lo mataríamos más tarde. Confiaba en que, por mucho que me fuera de la lengua, no pasaría nada. Pero si, ahora, me intentasen convencer de que el desastroso desenlace no lo causaron mis palabras, no lo aceptaría.
Sigue en... Quién sabe.

Giz acabó haciendo su turno de vigilancia en la habitación en la que había estado Circe. Sacudía la cola de un lado a otro, evidentemente nervioso y de ve en cuando daba pequeños golpes acompasados con los pies en el suelo. La niebla mágica ocultaba su mirada en todo momento, que daba tumbos entre la calle y la sala improvisada de torturas. En uno de esos tumbos pudo ver a Virius caer y partirse el cuello. Su gesto se torció. <<Pues qué bien...>>. Giz no había sido partidario de matarlo, pero visto lo que había hecho el propio mercenario, ahora sabía que la situación habría acabado igual.

Atravesó la pared con un hechizo de intangibilidad y se quedó a escuchar qué decidían hacer. Al final se optó por carbonizarlo, tal y como había sugerido Gael, y luego se dedicaron a borrar todo tipo de huellas tanto mágicas como de cualquier otro tipo. Antes de abandonar la casa, Giz dio un repaso a la casa con la gola abierta para darles el visto bueno. Su siguiente destino sería la cicatriz, donde habían pensado tirar los restos. Camino de esta, Giz no abrió el pico en absoluto. Dedicó todo ese tiempo a hacer apuestas consigo mismo sobre cuánto tardarían en darse cuenta el goliat y compañía o cuando tratarían de devolverles el golpe.

La vouivre siguió al draco en el mismo momento en el que este desapareció por la puerta. Ni siquiera pensó en seguirlo en medio de su frustración y enfado, solo, de repente, sus pasos comenzaron a encaminarse hacia él. Encontró al sueco apoyado en una pared del exterior. “Tan frustrado como yo.” Supuso al ver su expresión.

- Puede que fuera un estúpido, pero si algo te enseña Rocavarancolia es a aguantar el dolor. - le dijo la británica cuando terminó de hablar.- Si te soy sincera, espero que lo que dices sea cierto y no nos consideren amenaza, porque subestimarnos sería lo peor que podrían hacer. - la vouivre cogió las manos del draco obligándolo a mirarla.- No vamos a dejar que esto nos supere. No me volverán a tocar, ni a mí ni a ninguno. No, al menos que sea antes de matarlos. Pero, por favor, no te preocupes tanto por mí y hazlo un poco por ti. No me sirve de nada terminar sana y salva si eso implica quedarme sola.

Las palabras de Wedn me hicieron sonreír un poco. La verdad es que su seguridad al hablar reconfortaba bastante mas de lo que lo harían en una situación normal. Si ella estaba tranquila, yo debería estarlo también.

De pronto Virius comenzó a hablar y se dio por comenzado el interrogatorio. A cada golpe mis figuras de arena se estremecían como acto reflejo de lo que ocurría dentro de mi ser. No podía dejar de mirar a ese sucio bastardo casi sin escuchar lo que estaba diciendo. Esas practicas estaban siendo demasiado para mi mismo. No había imaginado que las cosas acabarían tomando este rumbo. Justo cuando estaba a punto de moverme para abandonar la sala el licantropo, en una de sus sacudidas, cae de espaldas.

Noel le toma el pulso y le propina una patada por lo que algo dentro de mi se revuelve pensando en que podría haber pasado lo peor. Cuando levantan al hombre del suelo una de mis figuras se lleva las manos a la boca tapándola mirando fijamente la cabeza en esa innatural posición mientras que la otra la hago acercarse y apoyar su cabeza en mi hombro mientras le acaricio el pelo para tranquilizarme lanzando pequeñas miradas al desnucado licantropo.

Los chicos comenzaron a decidir que hacer con el cuerpo del chico. Yo no podía articular palabra, solo podía mirar fijamente a aquel chico lleno de sangre preguntándome si, si seguíamos por ese camino. Ese pudiese ser el futuro de alguno de nosotros. Asiento a la idea de carbonizar el cuerpo y arrojarlo al interior de la cicatriz. Mas por inercia que por pensar en la propuesta por lo que acompaño a los chicos hasta la cicatriz agarrado a mis figuras acariciando con mis dedos los brazos falsos de mis muñecas. Al salir de la casa intento que a cada paso que damos mis figuras y yo, todos los grumos de arena esparcidos por la zona se adhieran a nuestro cuerpo intentando dejar limpia la zona de cualquier rastro de grano que no debiese estar allí al ver que los chicos han estado limpiando la zona.

Sigue en la Torre Serpentaria.

La boca de Noel se curvó en una leve sonrisa cansada ante las primeras palabras de Wen. Al menos en esta ocasión no era él quien tenía que animarla a ella, esa situación ya se había repetido demasiadas veces desde que todo aquel maldito asunto empezó.

Sin embargo, una sensación de pesadumbre se apoderó del draco cuando la vouivre le pidió que se preocupase un poco de sí mismo. Y aún más cuando pareció adivinar sus pensamientos. Le hubiera gustado tranquilizarla a ese respecto, pero sintió que no podía. Necesitaba tener en mente que era capaz de llegar a hacer cualquier cosa si con eso conseguía cortar de raíz con la sombra de amenaza que pendía constantemente sobre sus cabezas.
—No vas a quedarte sola —le aseguró finalmente mientras le daba un abrazo.
No era ninguna mentira, al fin y al cabo.

Cuando volvieron dentro y los pusieron al tanto de lo que pretendían llevar a cabo, el sueco tan solo asintió y ayudó en lo que pudo mientras se preguntaba cómo se desarrollarían los acontecimientos a partir de ese día. Quizás con un poco de suerte los mercenarios se cansarían y los dejarían tranquilos por un tiempo, pero incluso si eso sucedía no podían dejarlos con vida. <<Cueste lo que cueste>>, se repitió mientras salían en dirección a la cicatriz.

Sigue en el Burdel de Dama Espasmo.

Toima

El ulterano siguió avanzando. Arrastraba los pies e iba cabizbajo, demasiado sumido en sus pensamientos para prestar atención a lo que estaba delante de él. O detrás. O en cualquier lado en el que pudiese ver con sus ojos. Pero sin embargo, no tenia su guardia bajada. En cuanto detectó el fulgor del fuego fatuo se detuvo sobre sus pasos y se giró para encararle. Sus ojos parecian vacios y sus hombros colgaban a ambos lados de sus cuerpos, como sus brazos. Escuchó las palabras del chico y mantuvo el silencio, como si se hubiera dado cuenta de aquello. Cuando finalmente habló, sonaba apesadumbrado.
-Lo se. Estoy dando un paseo.-dijo, retomando su camino con un hipo entrecortado.

Toima se volvió al escuchar su voz, pero no antes, y eso lo ayudó a hacerse una idea de cómo iba. No tenía buen aspecto, la bebida parecía haberle afectado hacia la depresión «para esto no haber venido, terco». Tardó más tiempo del que debería en responderle, y a continuación echó a andar. Gael suspiró. Estaban acostumbrados a tratar con Toima, pero cuando hacía aquellas cosas cansaba tener que tratarlo como a un crío.
—No sé a dónde piensas ir así y solo, pero prefiero acompañarte.
Levitó a su lado, echándole miradas de preocupación. Estaba perdido si lo encontraban así los de Gar. Aunque su presencia no marcase mucho la diferencia, al menos no estaba tan ebrio como el ulterano. Tampoco pensaba dejarle dar vueltas eternamente, si se negaba a volver o pretendía cualquier tontería, se lo llevaría al cuchitril quisiese o no y se enfadase o no. Pero por el momento prefería llevarlo por las buenas.

Al cabo de lo que pudo ser media hora se encontraba física y mentalmente agotado, así que decidió abrir de nuevo la boca.
—¿Todavía no quieres volver? ¿Aún no se te ha bajado todo lo que te has bebido? —Gael meneó la cabeza—. ¿Se puede saber qué te ha dado?

El ulterano no reaccionó ni con palabras ni con gestos a su nuevo compañero en aquel paseo. Guardó silencio todo el trayecto, sin pararse ni vacilar, pero a cada paso que daba parecia que se cargaba aún más con un peso imaginario que le deprimia contra el suelo. Al cabo de media hora, Gael volvió a hablarle. Aunque no esperaba que volvisese a perturbar el silencio del paseo, no reaccionó ni lo más minimo ante las palabras e insistencias del chico. Tan solo se limitó a negar con la cabeza y a contestar con terquedad.
-Voy a seguir paseando.-

—No tiene gracia, Toima. No tiene puta gracia. —El fuego fatuo se le puso delante, tratando de cortarle el paso—. A lo mejor lo has olvidado, pero en esta ciudad hay gente que nos quiere muertos. —«Tiene coña que esté reprochando esto ahora cuando hace un rato yo estaba intentando olvidarlo»—. Vamos a casa, descansas, y dejamos de ser una diana móvil en mitad de la noche. Vamos… —su voz se suavizó—, al menos dime qué te pasa.

El ulterano, que hasta el momento habia permanecido hierático, cambió radicalmente y entornó sus ojos, dejando escapar una peligrosa risa cacareante.
-¡Seria perfecto! ¡Que vengan!-exclamó, alzando los brazos.-¡QUE VENGAN!-repitió en voz alta, hablandole esta vez a las sombras de la calle.-¡Y así pongo fin a toda esta  locura!-sacó un cuchillo y lo hizo bailotear entre sus dedos para finalmente girarse a Gael. Sus ojos entrecerrados le miraban de soslayo, casi cargados de pena, pero tenia una siniestra sonrisa se podia apreciar en sus labios.-¡Son solo más sacos de carne que cortar!-el ulterano comenzó a apuñalar el aire amenazadoramente.-¡Uno! ¡Uno tras otro, tras otro!-y finalmente terminó aquella danza beoda de la muerte con otra risotada, deteniendose en el sitio y doblandose sobre si mismo, desternillandose.
Con el tiempo la risa murio y el albino volvió a su gesto inexpresivo, ahora más serio que nunca.
-Vuelve tú, Gael.-le dijo, para luego añadir con una voz rasposa.-Esta noche no le tengo miedo a nada.-

Asistió estupefacto al pequeño discurso del ulterano, acompañado de un baile de cuchillos gratuito. Aun así no retrocedió, ni ante la risa ni ante su aparente ataque de locura. Cuando por fin la seriedad volvió a adueñarse de él, le insistió de nuevo en lo mismo.
—Puede que tú no tengas miedo. Pero yo sí. —Se cruzó de brazos y lo miró con severidad—. Claro, ¿qué te importa a ti si te tiras a cualquier peligro alegremente, llega mañana y no apareces? ¿Qué te importa a ti si después te echasen de menos? ¿Qué te importa cómo se sientan los que te dejaron marcharte solo? —Hizo una pausa, dudaba. Pero a continuación volvió a hablar con determinación—. Si lo que quieres es pelea, pelea conmigo, ¿quieres meter tajazos? Pues busco un cuerpo en el que meterme. ¿O prefieres ir de caza? Pues vamos, pero yo también voy.

El albino chasqueó ante la respuesta del humano. Sin duda la respuesta del humano habia hecho que el rostro bravucón del ulterano desapareciera por completo, casi anticlimaticamente, sustituido por su bien conocido mal humor. Su mal humor en su tono se veia entremezclado con hipos aleatorios que le quitaban seriedad a cuando respondio algo con gruñidos. Finalmente se armó con paciencia y vocalizó al hablar, alzando tambien el tono de voz.
-No voy a pelear contigo, Gael.-dijo, como si la solo idea de atacar al chico estuviese fuera de todo pensamiento.-Ni la quiero, ni la busco.-tragó, con dificultad.-Solo quiero estar solo un rato.-añadió parpadeando lentamente.