Taberna del Mago Tuerto

Cuando llego hasta ellos el violinista se apresura a agradecérmelo sacando la libreta. Leo su mensaje y asiento.
-No hay porque, el placer es mio al escucharles -sonrío antes de que se aleje a la barra a por algo de beber.
Atiendo al joven músico, que me resume un poco su historia aquí, parece que ya es un veterano, pero llevo aun menos que el violinista, sin duda el dullahan lleva mucho tiempo aquí, me pregunto cuanto habrá visto, que clase de cosas conocerá. Le observo beber en la barra, la bebida desaparece al rozar la niebla que surge del corte de su cuello. Elliot puede comer y beber como el caballero, no entiendo su terquedad, no entiendo por que se empeña en distanciarse de los demás en ese aspecto. Comer puede ser un placer, y aunque para ella no sea una necesidad puede disfrutar igual de la comida. Suspiro y termino de escuchar a Mikk, así que ya conoce a Elliot, me muestra la marca que lo demuestra y no puedo evitar sonreír por su comentario, esta chica es una fiera. El violinista regresa junto a nosotros y nos invita a sentarnos en una mesa. Trae una copa para Mikk, brindamos y bebemos a la salud de los nuevos cosechados. Mis palabras parece que emocionan a Mikk, ¿el también toca la guitarra?. Hace un gesto y una chaqueta de cuero, presumiblemente suya, vuela hasta sus manos. La abre mostrándome la colección de instrumentos en miniatura que hay en su interior, algunos muy extraños. Mis ojos se abren como platos al ver tal cantidad de maravillas, y mi corazón se acelera al oírle decir que me presta una. Observo como saca una guitarra transparente diminuta, que se torna verde a su contacto, adquiriendo su tamaño normal al salir de la prenda. Mis ojos la observan detenidamente, es una guitarra preciosa. Yo observo el interior de su chaqueta, buscando algo que llame mi atención, Mis ojos topan con un mástil negro. Tiro de el, y mientras la miniatura va saliendo de la chaqueta, una guitarra negra como el ónix aparece en mis manos. La luz le arranca leves reflejos rojos, y su aspecto me enamora al instante. Es perfecta. Me pongo en pie después de que Mikk la hechice y pruebo su sonido con un solo. Mis ojos brillan, por fin puedo tocar algo decente, por fin vuelvo a escuchar una guitarra sonando en mis manos con toda su potencia. Cuando termino estoy eufórico, y sin mediar palabra comienzo a batallar con el joven de ojos verdes en una posición un poco mas céntrica, en el escenario. Mi mente vuela lejos, y mis dedos se deslizan sobre el mástil creando chispas doradas que prenden, incendiando las cuerdas y potenciando el sonido. Las flamas acarician mis dedos y mis ojos brillan emocionados, la música me envuelve y me llena por dentro, me siento eufórico. Río a carcajadas con lágrimas de felicidad en los ojos, me siento completo... no es verdad, faltan Cain y Elliot, y me gustaría que estuvieran aquí. Mis pensamientos son para ellos, y resuenan en mi cabeza mientras nuestra música hace temblar el local...

Nunca había estado aquí. Parece un tugurio,pero me la pela,vengo a beber no a evaluar la decoración. Me echo la capucha y entro en la taberna. Intento localizar a algún conocido. En una mesa encuentro al tío que me sonaba de algo. Espera se llamaba...Aníbal! Era el tío sin brazo,el que salía con esa mala pécora de Abigail,era del primer torreón.Hay que ver como me he movido estos meses. Me acerco al...creo que era español y le saludo.
-Hola tío,antes no te saludé porque no me acordaba de tu nombre y me daba palo así que...-le tiendo la mano-hola de nuevo Aníbal-sonrío-Jo**r tío,tienes un brazo nuevo,me alegro,me deprimí mucho cuando te encontré manco. ¿Qué es de tu vida ahora,no estabas con Abi?
Me vuelvo hacia la barra mirando con envidia las botellas. Los cristales llenos de bebida parecen estar provocándome,gritando que volviese a consumir,lo echaba tanto de menos. La dulce y decadente sensación que le provocaba hacerse daño;creía haberla superado,pero sentía la acuciante necesidad de perderme un poco,de dejar de ser yo,quería pillarme un buen ciego.
-¿A quién hay que matar para que te sirvan una copa?-bromeo,pero necesito una copa.

Viene un chico, el mismo que vi antes en la sede de los taumaturgos y que se fue rápido. Me conoce, pero yo ahora no caigo. Hago algo de memoria y...
-¡Alex! ¡Hombre, otra cara conocida!
Sonrio y voy con él a la barra. Cuando me pregunta sobre mi brazo, me encojo de hombros.
-No tengo muy claro que me ha pasado...he estado inconsciente durante meses. Al despertarme ya tenía el brazo nuevo...y un escudo que me sigue.-dicho escudo lo tengo encima mío, no se me ha despegado en todo el día.
Me habla de Abi y me encojo de hombros.
-En realidad nunca estuve con ella. Siempre se iba en cuanto ibamos a llegar a algo...y no creo que ahora pase nada entre nosotros. Ahora que la mencionas, hace tiempo que no la veo...
Me siento a su lado y pregunto qué hay para beber.

Cuando Gael me respondió solo le respondí con una sonrisa y copa en mano, me fui a la mesa donde descanso ahora. Descanso, sí, mientras saboreo la sangre y escucho el dúo de Vacuum y el otro, guitarras en mano. Descansar, esa es la palabra, pues a esta hora yo tendría que estar dormido. ASí que me recuesto en la silla y apoyo los pies con las deportivas en el borde de la mesa <<Necesito unos zapatos de esta ciudad, no esas de la Tierra...>> Ya los conseguiré, cuando tenga dinerillo. Y cierro los ojos mientras mezo la silla al ritmo de la música, con cuidado de no caerme aunque no me cuesta mantener el equilibrio. Pero un pensamiento va aflorando, lleva un rato latente, pero empieza a cuajar...<<Esta sangre y la de animal que suelo beber no ha hecho el mismo efecto en mí...La de aquí me ha dado energías nuevas, me ha daado una sensación que la de animal ni siquiera la ha rozado... ¿Puede ser que solo me sacie como tal con la humana? Y entonces... la de animal... ¿Engaña la sed por una temporada? Maldita sea, de ser esto así... si siguiese bebiendo de animales eternamente, me volvería loco al probar una mísera gota humana. Y esto, obviamente, no puede ocurrir. Pero no tengo dinero para pagar esto... ¿Qué hacer? Puedo controlar y engañar la sed, vale, pero nunca estaré saciado... No puedo vivir así... ¿Podría... podré controlarme si se lo pido a...?>> Pero no me atrevo a seguir por ahí... ¿a quién se lo pediría? ¿Me atrevería? Lo dudo... Otro motivo más para hacer dinero. Percibo que entra Reisha en la taberna, pero no merece la pena abrir los ojos y saludar siquiera, pero al saludar a alguien dice el nombre del chico. Aníbal, vale.. ¡Ese perdió un brazo! O eso dijeron... Pero lo tenía... Diantre, da igual... El sopor del cansancio me va pudiendo poco a poco pero no dejo de balancear la silla para mantenerme medianamente despierto y alerta. ¿Alerta? Sí, sencillo: hay mucha gente, mucha bebida y alcohol. Puede pasar de todo.

Alguien me pasa por el lado y se choca conmigo. Pido disculpas, pero no alcanzo a ver quién es.
El tabernero me dice que hay una ronda gratis de lo que sea. Sonrio y asiento, dándome por enterado. Me pido algo fuerte.
Mientras me lo sirven, me fijo que está Jack. Está medio dormido, así que le dejo en paz. Mentalmente me hago una nota para ir a verle algún dia. Añado a los del burdel, que hace tiempo que no veo. Y a los de Letargo.

Nia se acercó a aquel extraño edificio. Juraría haberlo visto antes, pero nunca había entrado. Nerviosa, se colocó el pelo, que ya había absorbido gran parte del agua y lanzó el hechizo de levitación sobre si misma. La música retumbaba desde fuera. Nia tomó fuerzas y giró el picaporte. Dentro había una estancia llena de una gran variedad de gente. Había muchos en la especie de mesa que servia bebidas. Nia estuvo a punto de reír cuando vio a dos borrachos. No entendía porque estaban así pero le resultaba divertido. Siguió en el umbral un rato, observando la sala, iluminada por las velas. Era el ruido constante de los presentes mezclado con la música del local. En esto un hombre fornido, quizá con unas copas de más, se acercó a la puerta, pero la niña estaba taponándola. La apartó de un manotazo brusco.
-¡Aparta mocosa!-dijo mientras salia dando tumbos.
Nia entró a trompicones en el local. Chocó con algunos torpemente.
-¡Lo siento! ¡Perdón! ¿Eso es una cola?-los diferentes clientes se sintieron molestos con la pequeña que ni tenia la edad, ni la menor idea de lo que estaba haciendo ahí. Nia con una sonrisa conciliadora se procuró apartar de la gente que la miraba mal. Pero al final los vio, los músicos. Nia se acercó ilusionadisima a mirarles tocar. Pero había mucha gente en medio y no pudo acerarse mucho. Nia juraría incluso que una no era guitarra, puesto que no sonaban igual pero daba lo mismo. Era algo que le fascinaba tanto como la magia y se quedó escuchando, embobada.

¿Ronda gratis? Esas palabras suenan como metal satánico (música celestial para la gente normal) a mis oídos. Pido una bebida. Me dejo guiar por mi instinto bebedor y escojo una botella rosácea llena de un líquido del mismo color fluido y con cierto olor a bayas silvestres. Sostengo el vaso lleno ante mis ojos evaluando su color. Me lo llevo a la boca. Su sabor es en cierto modo fuerte y a la vez delicado. Contrastando con el marcado gusto a alcohol,se entreven ciertos matices a fresa. Mi reencuentro con la bebida es tan bueno y satisfactorio como esperaba,vacío el vaso de un trago y siento un ardor reconfortante en la garganta. Con una sonrisa cada vez más fácil observó a la gente. Eran...raros como el,claro. Sin razón aparente se acordó de Marta,¿qué diría si le viese en ese estado? No importaba,hacia mucho que no veía a su novia y eso le estaba afectando. Alexander dependía demasiado de todo,necesitaba siempre algo para descargar su adrenalina,para sentirse vivo,para sentir que importaba,era al fin y al cabo:un yonqui de la vida. Siempre supo que acabaría mal,y nunca le importó,estaba demasiado roto por dentro. Me levanto y me siento junto al escenario oyendo la música de Vacuum. Estoy demasiado destrozado para pensar ahora.

Miro a mi lado. Alex parece...estar mal.
-Oye, ¿te pasa algo?-digo mientras bebo.
El líquido que me han servido (y que procuro no pensar en lo que es) me quema la garganta, aunque no hago muecas ni nada por el estilo. Aunque es la primera vez que bebo, sé que dar muestras de debilidad aquí puede ser contraproducente para mi integridad física.
Veo una chica algo pequeña entrando en el local. Cuando un hombre fornido la empuja, me empiezo a levantar de mi asiento, dispuesto a intervenir. Pero se va rápido, así que me vuelvo a sentar. Suelto un gruñido.

Escucho la música, mirando al infinito. Es lo que necesito ahora mismo, música. Después de que Miseria acabase de hablarnos sobre el consejo y el Rey, y de que Aníbal se fuera, empecé a pensar en muchas cosas a la vez. Siento que la cabeza me va a explotar, demasiados pansamientos a la vez. De repente, la música se para. El chico de los ojos verdes dice unas palabras. En realidad lo que diga no me importa. Miro el colgante en forma de dragón que llevo colgado mientras lo agarro con fuerza. Por un momento he sentido el contacto del frío metal del colgante sobre mi piel y me he acordado de él. <<Mamá...>>, pienso, mientras una lágrima cae por mi mejilla. Me la seco rápidamente, no quiero que nadie se de cuenta de que estoy llorando. Antes de soltar el colgante, lo alzo para verle mejor. A la luz de una antorcha, contemplo el dragón. A mi madre siempre le gustaron. Y a mí. Bajo el colgante, dejando que se vea bien sobre el kimono que llevo puesto.

Acabo mi bebida y me levanto. Me giro hacia Kaila y voy hacia ella, sintiendome algo mal por haberla dejado sola con ese hombre hablando de politica. Llego a tiempo de verla secarse disimuladamente una lágrima.
-Oye, ¿te pasa algo?-pregunto, algo alarmado.
Veo que está mirando un colgante que lleva. Supongo que es de alguien de la tierra.

Aníbal vuelve. Me pregunta algo, parace preocupado.
-Es una larga historia. Larga y triste, pero te la contaré.
>>Yo era una niña normal, que vivía felizmente con sus padres y su hermano mayor en un pueblecito lejano a la capital. Nunca me llevé bien con mi hermano, pero él intentaba ser agradable cuando estábamos delante de nuestros padres. Él me enseñó la música y se portaba bien con migo. Aunque, cuando nustros padres no estaman delante, me pegaba de vez en cuando.
>>Cuando cumplí seis años, mis padres me llevarón con mi hermano a casa de mí tía, pues se iban a visitar a una amiga. Antes de irse, mi madre me regaló este colgante, que nunca me quito. Al cabo de hora y media, más o menos, llamron a la puerta. Fui a abrir corriendo, creyendo que eran mis padres. En realidad, era un hombre, vestido con un traje negro. Pasó de mí, solo me dijo un "lo siento". Al principio no entendí nada. ¿Quién era ese hombre? ¿Qué quería? ¿Dónde estaban mis padres? Cuando el hombre se fue, tanto mi hermano como mi tía estaban llorando. Mi hermano me llevó a una habitación, al ver que no entendia nada, y como si fuese algo completamente normal, me dijo: "Papá y mamá están muertos. Han tenido un accidente de coche". Yo simplemente me encerré en mi cuarto a llorar. No recuerdo haber salido de la habitación en días, salvo para comer. Mi tía no me dejó ir al entierro, porque pensó que iba a sentirme peor.
>>Poco a poco me fui acostumbrando. Volví a ir a clase, a explorar los alrederores de la casa de mí tia, a las afuers de la capital, y todas las cosas que hacía antes del accidente. Nunca tuve amigos. En mi noveno cumpleaños, a mi tía le dio un ataque al corazón. Murió al día siguiente. Mi hermano tampoco me dejó ir al entierro, también pensó que sería demasiado para mí. Volví a aislarme del mundo, esta vez yendo a un bosque cercano a la casa en la que vivía. Solo que me llevaba allí comida, agua, una tienda de campaña... y me quedaba días.
>>Poco a poco fui asumiendo la muerte de mi tía, pero yo seguía aislandome del mundo, esta vez porqué quería. Cuando el cosechador vino a buscarme, acepté sin pensar. En la Tierra solo me quedaba mi hermano, y no era precisamente bueno conmigo... -hago una pausa- Ahora conoces mi vida.

Durante la narración de la historía, me caían lágrimas de vez en cuando, pero me las secaba enseguida. Miro a Aníbal expectante, esperando su reacción.

Escucho su historia atentamente. Asiento con la cabeza lentamente, comprendiendo el porqué de su estado de ánimo.
-Lo siento...quizá no querías recordarlo todo de nuevo y yo te lo he hecho hacer.
Me acerco a ella y la abrazo, tratando de reconfortarla.
-Kaila, si me necesitas aquí estoy...lo sabes, ¿verdad?
Le seco las lágrimas que se le caen, aunque ella ya lo hace por sí sola.

Aníbal asiente con la cabeza, entendiendo porque me siento así.
-No lo sientas. A veces es mejor contar a alguien las cosas que guardarselas para uno mismo. -le digo.
El chico se acerca a mí, abrazandome. Le devuelvo el abrazo, sintiendome algo mejor.
-Lo sé, y te digo lo mismo. Si necesitas algo, aquí estoy. -le respondo.
El chico me ayuda a secarme las lágrimas que me caen. Suspiro, no me apetce hablar más del pasado.
-¿Cambiamos de tema? No me apetece hablar más de esto.

Escucho el sonido de las guitarras embelesado, mientras acaricio la cabecita del fénix, que protejo entre mis brazos como si fuese de cristal. Parece a gusto entre las llamas azules que prenden en mi piel. Sonrío al ver el espectáculo que dan en el escenario, las propias guitarras son mágicas. La de Vacuum desprende destellos que terminan por llamear cuando puntea sus cuerdas. Mientras pienso en cuantísimo le gustaría escuchar esto a mi hermano alguien se acerca a mí, saludándome. Ante mí se encuentra el muchacho que ahora tenía un nuevo brazo metálico... no consigo recordar su nombre, si es que lo supe en algún momento.
-Hola... -respondo protegiendo más a Feliks de forma inconsciente. Me fijo en que un escudo de metal parece seguirlo allá a donde va, no tengo muy claro en qué consiste su transformación.
Mientras pienso cómo continuar la conversación, alguien más aparece. Es Alex, cuya transformación no podría olvidar fácilmente. Ellos se conocen mucho más, y se ponen a hablar entre ellos. Con timidez me aparto un poco y sigo a mi aire por la taberna, disfrutando de la música. Jack se ha ido a otra mesa y parece estar embobado en sus propios asuntos. Será mejor que no me meta. Me he quedado un poco solo pero no me importa. A veces es mejor que nadie te preste atención, y con la música y el polluelo soy feliz. A fin de cuentas a mi alrededor parece que la gente está ocupada bebiendo. Levanto la cabeza para echar una visual a mi alrededor y entonces veo una silueta conocida rebotando entre los presentes. ¿Nia? ¿Qué hará aquí también? Parece que alguien avissase de la fiesta con antelación. Me adelanto en su dirección, pero entonces me doy cuenta de que a mi lado están los libros, la capa y la espada de Vac. La capa parece demasiado fina para que no prenda al tocarla y no quisiera estropear sus libros. Trato de llamar la atención de Nia a distancia, pero ella está embobada mirando cómo tocan la guitarra Vac y el desconocido. Decido que será mejor esperar a que acabe el espectáculo, tenemos toda la noche, y el espectáculo solo acaba de comenzar. Me vuelvo embobado mirando el fuego de la guitarra negra, pero la verde acaba por atrapar mi atención, dejándome hipnotizado disfrutando de su sonido hasta que la canción se terminó. Cuando suena el último acorde me estremezco. Llega el silencio a la taberna... que de silencio tiene poco, porque todavía se escuchan todas las conversaciones entremezcladas. Pero falta algo, el fin del sonido es como una ausencia que me entristece. Ojalá la música comience de nuevo. De pronto veo como una figura se acerca a Vac... Elliot, sin duda. Ella lo abraza y luego contempla la guitarra que sostiene. No me enteré ni de cuándo había llegado. Definitivamente estamos aquí reunidos muchos de nuestra cosecha... Parece que queramos celebrar algo. Llevamos aquí tanto tiempo... es como si esto fuese ya toda nuestra vida.